Entrevista con Horacio González: Para pensar imposibilidades puede estar la universidad

Abstract

Horacio González es uno de los intelectuales más importantes de nuestro país. Su calidez y su simpleza se conjugan con una lucidez que ha dado vida a muchas de las interpretaciones y debates más significativos de la Argentina contemporánea.

Es Sociólogo egresado de la UBA y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de San Pablo, Brasil, donde vivió exiliado durante la dictadura militar. Profesor universitario por más de 40 años, hoy jubilado, ha escrito decenas de ensayos y novelas y ha participado del núcleo fundador de revistas que generaron grandes polémicas en el campo intelectual de nuestro país, como el Ojo Mocho o Unidos.

Dueño de una singularidad expresiva que se mueve, como a él mismo le gusta decir, entre el barroquismo y el latigazo esclarecedor de una frase que, cuando aparece, le arranca una sonrisa y un brillo especial en los ojos, va urdiendo con sus palabras lecturas y críticas de época, porque es así como piensa y ejerce su oficio de sociólogo: cercana a la filosofía, a la crítica cultural y a la actividad política.

Fue uno de los primeros funcionarios nombrados por Néstor Kirchner en 2003 como director de la Biblioteca Nacional,  gobierno al que se sumó cuando el kirchnerismo aún no existía y el nuevo presidente era una incógnita observada con recelo y desconfianza por la intelectualidad argentina. Esa disponibilidad ante las convocatorias militantes lo tiene siempre muy ocupado, ahora entre charlas, presentaciones de libros y algunas clases que sigue dictando.

Fue invitado por nuestra Facultad para inaugurar el Foro sobre Reforma Universitaria organizado en marco del I Congreso Nacional de Ciencias Sociales “Las ciencias sociales a cien años de la reforma universitaria”. Aquí les compartimos fragmentos de una conversación donde Horacio González fue trazando un panorama de época difícil y aciago, pero no por eso despojado de esperanza. Una charla donde hizo justicia a su propia definición de lo que es un conversador: un junco pensante, que hace equilibrio frente al abismo porque es su libertad lo que balancea ahí.