Editorial
Palabras clave:
editorial, nro15, abordajes híbridos, trabajo social contemporáneoResumen
El número 15 de ConCienciaSocial, titulado Abordajes Híbridos para un Trabajo Social Contemporáneo, nos invita a reflexionar sobre las incesantes transformaciones de las prácticas disciplinares en términos teóricos, pero también políticos. Nos encontramos en un momento histórico que desafía las formas de pensar y hacer del Trabajo Social, donde las fronteras entre lo físico y lo virtual, lo local y lo global, lo histórico y lo emergente, parecen difuminarse cada vez más. Este fenómeno, que puede entenderse a través del concepto de hibridez propuesto por autores como Néstor García Canclini, Homi K. Bhabha o Stuart Hall, es el punto de partida de un debate fundamental para comprender cómo las Ciencias Sociales —y en particular el Trabajo Social—, se inscriben en una coyuntura que desafía nuestras lecturas de cómo se configura lo social hoy.
La hibridez, entendida como la coexistencia y el entrelazamiento de elementos culturales, sociales y tecnológicos, plantea un desafío, pero también una oportunidad. Desde García Canclini, esta hibridez se comprende como un proceso en el que lo moderno y lo tradicional se superponen, creando nuevas formas de pertenencia y significados (Canclini, 1995). Este enfoque es clave para repensar las prácticas del Trabajo Social que deben confrontar los nuevos lenguajes, entornos y dispositivos que configuran nuestra realidad. Bhabha, por su parte, habla de lo hibrido como una "tercera dimensión", como un habitar los bordes de una realidad intermedia, intersticial, en una existencia fronteriza (Bhabha, 2007). En este espacio intermedio, el Trabajo Social puede desarrollar estrategias innovadoras que permitan tanto la defensa y protección de los derechos de las comunidades, como la resistencia frente a las estructuras de poder que siguen moldeando nuestras sociedades. En esta línea, Stuart Hall, al hablar de identidades culturales fluidas y contingentes, nos invita a considerar cómo las prácticas de intervención social también deben ser flexibles y abiertas a la transformación (Hall, 2010).
Los artículos que se presentan en este número abordan precisamente estas cuestiones, desde diversas perspectivas críticas y metodológicas. La hibridez no solo es un tema de estudio, sino una necesidad epistemológica para entender las transformaciones que están sucediendo a pasos acelerados. Las epistemologías que históricamente han caracterizado al Trabajo Social necesitan articularse con aquellas emergentes que surgen de las demandas contemporáneas. En este sentido, algunas preguntas nos habitan: ¿cómo podemos, desde el Trabajo Social, responder a un presente que ya no es solo físico ni exclusivamente virtual, sino una mezcla de ambos? ¿Qué implicancias tienen estas nuevas formas de relación para pensar nuestras estrategias de intervención fundadas?
Este diálogo entre lo tradicional y lo contemporáneo, entre el devenir presencial y la virtualidad, nos desafía a (re) inventar y (re) crear estrategias de intervención que respondan a las problemáticas complejas de este tiempo. En un escenario donde la hibridez se impone como una realidad constatable, este número 15 de ConCienciaSocial nos convoca a pensar creativamente, a hibridar nuestras propias prácticas y a construir un Trabajo Social contemporáneo que sea capaz de dialogar tanto con sus raíces históricas como con los desafíos inéditos que enfrentamos.
La influencia de la tecnología en las intervenciones del Trabajo Social es innegable y forma parte central de los procesos de hibridación que atraviesa nuestra disciplina. La inteligencia artificial, las plataformas digitales, las redes sociales y los entornos virtuales están transformando radicalmente la forma en que se establecen los vínculos, se accede a recursos y se implementan estrategias de intervención. Estas herramientas, que inicialmente podían parecer ajenas o incluso contrarias a las formas tradicionales de nuestro trabajo, hoy se presentan como medios indispensables para tender puentes con poblaciones diversas y para intervenir en contextos donde la presencialidad ya no es la única opción. Venimos observando cómo las tecnologías no solo modifican los métodos de intervención, sino también las formas de construir conocimiento y generar empatía, al permitirnos crear espacios virtuales que reflejan las dinámicas de lo cotidiano. Sin embargo, esta transformación no está exenta de tensiones: nos obliga a cuestionar cómo se sostienen perspectivas ético-políticas y cómo se construye el equilibrio entre la proximidad y el respeto a la singularidad en las intervenciones, y las comprensiones sucedáneas en la transformación de la sociedad del trabajo y la garantía de los cuidados. También nos plantea el desafío de problematizar la tendencia de ciertos paradigmas y discursos políticos hacia la automatización robotizada y la inteligencia artificial, que de a poco posiciona y desplaza el vínculo humano cara a cara, que sigue y seguirá siendo crucial en la práctica del Trabajo Social.
Por otro lado, consideramos importante problematizar el papel fundamental que sigue teniendo la formación presencial en el Trabajo Social. Si bien la tecnología ha ampliado nuestras capacidades de intervención y formación, no podemos pasar por alto el valor insustituible de la experiencia pedagógica y didáctica del encuentro. La humanidad, quiénes somos y quiénes son les otres, lo cultural y lo político se han construido a partir de historias alrededor del fuego y el fogón, en la grupalidad, de compartir la palabra, de construir colectivamente. En el aula, el encuentro entre docentes y estudiantes crea un espacio de diálogo y construcción colectiva que va más allá de la transmisión de conocimiento (Freire, 1997). Es en estas interacciones presenciales, multidimensionales, plurisensoriales, donde se produce un aprendizaje encarnado, en el que los gestos, las emociones y la escucha activa, permiten una comprensión más profunda de las problemáticas sociales que abordamos. Y es en la experiencia de las prácticas preprofesionales, donde se ponen en acción los conocimientos y saberes adquiridos. El Trabajo Social, como disciplina centrada en la complejidad de las relaciones humanas y las intervenciones necesarias para superar los obstáculos a la reproducción cotidiana de la existencia, se nutre de estas experiencias que solo pueden ser captadas y generadas por los sentidos y la presencia compartida.
La posibilidad de observar en tiempo real las reacciones de les otres, de discutir situaciones y abordajes con la riqueza de la interacción —no mediada por pantallas—, es fundamental para formar profesionales sensibles a las dinámicas interpersonales y los contextos en los que se desenvuelven las prácticas sociales. Paradójicamente, esta necesidad de lo presencial también nos invita a plantear algunas preguntas: ¿Cómo equilibramos la creciente virtualización de la enseñanza con la importancia de la formación experiencial en las aulas? ¿Cómo mantenemos la rigurosidad implícita en nuestras currículas académicas y la profundidad de la formación cara a cara, sin desvalorizar las posibilidades que la tecnología nos ofrece? La hibridez en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la práctica profesional del Trabajo Social nos invita a repensar la complementariedad entre lo virtual y lo presencial, reconociendo que ambas dimensiones, lejos de excluirse, pueden enriquecerse mutuamente cuando se manejan de manera crítica y consciente (Castells, 2000).
En la coyuntura actual, las innovaciones tecnológicas y las crisis sociales plantean desafíos significativos para el ámbito de las ciencias sociales y, en particular, para el Trabajo Social. Los artículos presentes en este número de ConCienciaSocial, destacan la necesidad de repensar nuestras prácticas en un mundo cada vez más digitalizado, en el que las metodologías tradicionales se ven cuestionadas por la inminente realidad híbrida que enfrentamos.
El artículo de Artazo, Eula y Parano explora las profundas transformaciones que las innovaciones tecnológicas están provocando en las ciencias sociales y su impacto en la intervención social. A partir de un informe sobre la intersección entre problemas sociales y tecnología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), les autores abordan cómo la digitalización y el uso de big data han contribuido a acentuar las desigualdades estructurales contemporáneas. Subrayan la importancia de una vigilancia ética y crítica en la investigación social, destacando la necesidad de integrar epistemologías y metodologías híbridas para abordar los retos que presenta esta nueva realidad. En un enfoque similar, Camejo, Carballo y Vecinday reflexionan sobre la creciente incorporación de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la gestión de políticas socioasistenciales en Uruguay, acelerada por la pandemia. Analizan cómo la automatización de tareas transforma tanto las prácticas profesionales como las estructuras de poder en el Trabajo Social, lo que requiere nuevas epistemologías y metodologías para enfrentar los desafíos contemporáneos.
La pandemia de COVID-19 obligó a los trabajadores sociales a adaptarse a nuevas realidades. Conrero, en su análisis, describe cómo estos profesionales en centros de salud asumieron responsabilidades inéditas, como la realización de hisopados y el uso de tecnologías para mantener el contacto con las personas a las que asistían. Este contexto plantea dilemas éticos, ya que muchas de estas tareas no formaban parte de su formación. Así, se plantea la necesidad de que el Trabajo Social se reinvente, combinando enfoques tradicionales con nuevas herramientas y estrategias. Nicolás Rivas, en una entrevista con Marianela Grasso, refuerza esta idea al señalar que el Trabajo Social actual enfrenta el reto de intervenir en un contexto híbrido, donde la virtualidad ha ganado protagonismo. Rivas subraya la importancia de comprender la historia disciplinar del Trabajo Social para reimaginar sus prácticas y adaptar estrategias a cada situación, reconociendo tanto las limitaciones como las oportunidades que presentan los entornos digitales.
El trabajo de Calderón examina la implementación de la educación híbrida en la Universidad Nacional de La Rioja durante la pandemia, destacando las tensiones institucionales que emergieron al desafiar estructuras tradicionales y enfrentar limitaciones de recursos. La hibridez se presenta no solo como una necesidad pedagógica, sino también como una disputa cultural y política que exige una gestión reflexiva, capaz de integrar tecnología sin comprometer la equidad y el acceso a la educación.
La urgencia de nuevas estrategias también se ve reflejada en el trabajo de Irusta, quien aborda la situación de las personas en situación de calle en Córdoba. En un contexto de marginalidad creciente, el texto denuncia la insuficiencia de políticas de asistencia y reclama una reconfiguración de las intervenciones tradicionales, basadas en un enfoque de derechos. La falta de investigación en este ámbito, más allá de Buenos Aires, evidencia una vacancia académica que el Trabajo Social podría abordar, y que se convierte en una oportunidad para generar respuestas más adecuadas a los desafíos del presente. El artículo de Rodríguez, Auderut y Girela destaca el impacto de iniciativas comunitarias en barrios populares de Córdoba que buscan reducir las brechas digitales. Estas prácticas colectivas no solo se apropian de la tecnología para incidir en el incremento de la conectividad, sino que también fortalecen la identidad comunitaria de la ciudadanía, a través de la gestión de políticas públicas en un contexto marcado por desigualdades persistentes.
Por otra parte, Bianchini examina la participación de mujeres cisgénero en programas de salud comunitaria en Buenos Aires, enfocándose en las tensiones entre autonomía y control estatal. A través de un enfoque crítico y feminista, la autora presenta relatos diversos que evidencian cómo las condiciones ambientales y socioeconómicas afectan la participación de estas mujeres, limitando su capacidad de influir en temas de salud y vivienda, especialmente durante la pandemia.
En este contexto de transformación, la reseña de Verónica Martínez sobre el libro de Karina Batthyány, Los desafíos de las ciencias sociales en la coyuntura latinoamericana, resalta el papel crítico y transformador que las ciencias sociales deben asumir para enfrentar las desigualdades estructurales en la región. Batthyány propone un conocimiento que articule saberes científicos y ancestrales, enfatizando la importancia de enfoques interdisciplinarios que impulsen una democracia más inclusiva y colaborativa, donde Estado, movimientos sociales y academia trabajen juntos en la construcción de sociedades más justas y sostenibles.
De este modo, el presente número de ConCienciaSocial nos invita a explorar el concepto de hibridez desde una perspectiva crítica, que incorpore tanto la tecnología como las formas tradicionales de intervención y enseñanza en el Trabajo Social. Los desafíos actuales nos demandan sostener y renovar nuestras prácticas sin perder de vista los fundamentos ético-políticos y la defensa y garantía de los derechos humanos y la protección del medio ambiente como horizontes de nuestra disciplina.
Referencias
Bhabha, H. (2007). El lugar de la Cultura. Editorial Manantial.
Canclini, N. (1995). Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo.
Castells, M. (2000). La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Alianza Editorial.
Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Siglo XXI.
Hall, S. (2010). Sin Garantías. Trayectorias y problemáticas en estudios culturales. Envíon Editores.
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