2 DE SEPTIEMBRE DE 1945. 75 AÑOS DESDE EL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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Resumen
Hace 75 años atrás, un día como hoy, las delegaciones japonesas y aliadas firmaron la rendición incondicional de Japón, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
En este conflicto militar global, el más grande de la historia, se enfrentaron dos bandos: los Aliados (Francia, Polonia, Reino Unido, La Unión Soviética, China y Estados Unidos), y las Potencias del Eje (Alemania, el Imperio de Japón y el Reino de Italia), y comenzando con la invasión de Hitler a Polonia en 1939.
En la madrugada del 7 de mayo de 1945, en el Cuartel Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada en Reims (Francia) el jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas, el general Alfred Jodl firmó el acta de capitulación militar incondicional para todo el ejército germano ante los Aliados. Adolf Hitler, antes de suicidarse el 30 de abril, había nombrado a Karl Dönitz, un almirante naval y un nazi ferviente, como sucesor en caso de muerte. Dönitz estaba condenado a orquestar su disolución, por lo que enseguida delegó en Alfred Jodl, jefe del mando de operaciones de las Wehrmacht, para que negociara la rendición de todas las fuerzas alemanas con el general Dwight D. Eisenhower. Jodl, fue ejecutado meses después de la rendición germana tras los juicios de Núremberg.
Los aliados decidieron reorganizar la capitulación porque estaban preocupados de que Alemania pudiera volver a insistir en que su rendición era ilegítima, alegando que no fue el mariscal Wilhelm Keitel, comandante supremo de las fuerzas alemanas que acabó ahorcado, el que se rindió ya que no firmó personalmente el documento. El día 8 de mayo de ese año, Keitel acudió a Karlshorst, un suburbio de Berlín, para firmar el documento frente al mariscal soviético Georgy Zhukov y una pequeña delegación aliada. El mariscal alemán defendió una cuestión de suma importancia: quería añadir una cláusula que proporcionara a sus soldados un período de gracia de al menos 12 horas para asegurarse de que recibieran las órdenes de alto el fuego antes de enfrentarse a posibles sanciones por seguir luchando. Zhukov le ofreció a Keitel una promesa verbal, pero no le concedió su solicitud de añadir la cláusula. Debido a esta disputa, el documento no se ejecutó hasta después de la supuesta hora de comienzo del alto el fuego y el 9 de mayo ya había llegado.
En este contexto, al poco tiempo, Japón después de haber perdido todas sus posiciones coloniales y sumido en el caos y la destrucción provocada por los yankes buscaba una salida negociada de la guerra. Los aviones B-29 volaban sobre Japón sin que los japoneses pudieran impedirlo. Tres meses antes ya venían con la idea de finalizar este conflicto, le habían pedido a los rusos que sean intermediarios y estos intentaron sacarlos de la guerra.
El 7 de julio el presidente estadounidense Truman partió a Europa para reunirse con Stalin y Churchill, sabía por los mensajes que habían sido interpretados que Japón quería terminar la guerra.
Por otro lado, EEUU con Harry Truman a la cabeza deseaban una rendición incondicional con el objetivo de poner a las islas japonesas bajo su tutelaje. Japón quería la paz pero no estaba dispuesto a ceder su soberanía a un país extranjero y enemigo. Esta negativa fue manipulada y utilizada por el gobierno estadounidense para llevar a cabo los genocidas bombardeos atómicos sobre Japón.
El 6 de agosto de 1945 y sin previo aviso, EEUU lanza la bomba atómica de uranio sobre Hiroshima asesinando de forma instantánea a más de 80.000 personas y dejando miles de heridos. Truman justificó el lanzamiento diciendo que el objetivo era la destrucción de las instalaciones militares japonesas considerablemente debilitadas ya.
El 9 de agosto, tres días después, y conocidos los efectos de la primera bomba atómica, EEUU vuelve a lanzar otra bomba, esta vez de plutonio sobre Nagasaki, el número de muertes instantáneas superó las 50.000. Japón totalmente noqueado por estos salvajes estados de barbarie decide entregarse en manos de Washington. La suma de las personas que fallecieron de manera instantánea como que las que fallecieron posteriormente a consecuencia de la radiación el número de víctimas mortales ascendería a más de 250.000.
El objetivo del lanzamiento de las bombas sin previo aviso y sobre poblaciones civiles completamente indefensas no era el de ponerle punto final a la Segunda Guerra Mundial, sino poner a las islas japonesas bajo su control, evitar un largo proceso de negociaciones de paz que podrían haber hecho que los soviéticos tomasen posición en el Pacífico y sobre todo mostrar al mundo el destino que les esperaba a aquellos países que osasen oponerse a sus intereses.
El 15 de agosto, el emperador de Japón, Hirohito, habló por radio a su pueblo y a sus soldados explicando que «aceptaba lo inaceptable» y se rendía.
El almirante W.D Leahy, jefe del Estado Mayor de Truman reconoció “el uso de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no fue ninguna ayuda contra Japón. Los japoneses ya estaban vencidos y listos para rendirse.”
De este modo, las rendiciones de Alemania (el 7 y 9 de mayo) ante los aliados en Reims, Francia y el Tercer Reich, y la posterior rendición de Japón tras los lanzamientos de las bombas atómicas en su territorio, dieron por finalizada esta segunda gran guerra.
Liz Guyot
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP
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