Dmitriy Ivanovich Mendeleev: Una figura que trasciende a su Tabla Periódica y a la Química toda

Abstract

Cuando iniciamos los estudios de química en el colegio secundario de nuestro sistema educativo pronto nos encontramos con la “Tabla Periódica de Mendeleev”, una cartilla donde están ubicados todos los elementos químicos, formando filas y columnas y sectores de colores diferentes y muy atractivos, cada uno con un nombre particular: los elementos representativos, los elementos de transición, los elementos de transición interna y los gases nobles. Luego vamos conociendo que dentro de cada casilla no solo está el símbolo químico de cada elemento, sino también su nombre, su masa atómica y número atómico. En algunas tablas muy completas cada elemento tiene otras informaciones adicionales, y a ella recurrimos cuando necesitamos conocer la “valencia” de un elemento para escribir la fórmula de algún compuesto, indicar el número de protones y neutrones presentes en su núcleo, o tal vez la saber la densidad del elemento puro. Pero es cuando abordamos el estudio de un curso de química de nivel universitario cuando comenzamos a comprender el significado “oculto” en la ubicación de los elementos dentro de una misma columna (o “grupo”) o de una misma fila (o “período”), y de cómo esta posición indica las características químicas de ese elemento, de qué modo se combinará con otros elementos, qué tipo de enlazamiento tendrá y que clase de sustancia compuesta dará como resultado. El nombre de su creador, DmitriyMendeleev, o Mendeleev a secas, va absolutamente asociado a esta cartilla, y desde allí nos queda como algo familiar para el resto de nuestra vida.

     Sin embargo, la Tabla Periódica de los Elementos Químicos que formuló DmitriyMendeleev en el año 1869, y que estamos celebrando en este año 2019 su 150 aniversario, ha quedado muy distante del formato que vemos actualmente. La razón más importante de ello es que al momento de su formulación, Mendeleev y sus colegas conocían solo 63 elementos de los 118 que hoy se conocen, de los cuales solo 89 se encuentran en la naturaleza que nos rodea y los restantes 29 fueron creados artificialmente en enormes y muy costosas instalaciones de investigación en física de las partículas subatómicas. Sin embargo la idea inicial del ordenamiento propuesto por Mendeleev no se ha modificado en lo sustancial, tan solo se ha cambiado el ordenamiento en base a la masa atómica por el ordenamiento en base al número atómico, aunque esto resultó diferente para unos muy pocos casos de excepción entre todos los elementos. La existencia de muchos más elementos conocidos en la actualidad, junto con modernas teorías sobre la estructura interna del átomo, han conducido a organizar una estructura de bloques o sectores diferenciados que hubiera sido impensada para la época de Mendeleev y sus colegas, particularmente porque en aquella época aún no se había comenzado a formular modelo alguno de la estructura del átomo. Ni siquiera se conocía la existencia del electrón, aunque si se conocía muy bien la corriente eléctrica y como producirla mediante métodos “químicos” (en realidad electroquímicos, inicialmente con la pila de Volta, en 1800, y más tarde con diversas celdas galvánicas).

Al adentrarnos en la vida y los trabajos de investigación de este científico, descubrimos que su Tabla Periódica es tan solo una parte muy pequeña del legado que dejó a la sociedad de su época y a las generaciones posteriores, y su figura toma una dimensión impensada, propia de los grandes personajes de nuestra historia. Todo eso está “escondido” detrás de la cartilla que usábamos en nuestro colegio secundario cuando el profesor de química nos pedía que escribiéramos el peso molecular del ácido sulfúrico.

El siguiente es un texto de carácter cronológico, cuya intención es tan solo la de reconocer la personalidad y obra de este científico, y la influencia que tuvo en el desarrollo de la química moderna.