Número 5 · Año 2019
NOTA EDITORIAL
En este número, nos moviliza el eje de pensar los vínculos entre las prácticas artísticas y las temporalidades, los contextos y los entramados imaginarios: ¿cómo dialogan con su entorno y qué imaginarios construyen?, ¿qué temporalidades se inscriben en las propias materialidades artísticas?, ¿qué tensiones y/o transformaciones pueden generarse desde las acciones con los públicos y las comunidades? En las distintas secciones, recuperamos estas preguntas y las abrimos a dialogar con experiencias concretas, valorando relatos singulares y colectivos de acontecimientos, procesos y expresiones de una época, en diálogo directo con la memoria, el presente y los contextos.
En la sección Reflexiones, presentamos doce artículos que conforman un mosaico heterogéneo de perspectivas teóricas, posicionamientos epistemológicos y abordajes singulares que buscan responder estas preguntas. A veces, en un tono más ensayístico y abordando la propia práctica; otras veces, analizando casos que han tenido una relevancia que demanda ser reflexionada en profundidad y, otras, proponiendo la recuperación y revisión de referentes teóricos. En esta diversidad de miradas, apostamos a trazar un abordaje que pueda enfrentar la complejidad del asunto.
En Dossier, invitamos a dos autores latinoamericanos que, desde perspectivas específicas, discuten miradas teóricas estandarizadas sobre el vínculo entre las artes y las sociedades, presentando casos que demandan reflexiones situadas de las prácticas artísticas en sus tramas éticas con las comunidades.
Miguel Errazu nos comparte una mirada precisa y contextual de la experiencia de La Cooperativa de Cine Marginal (1971-1973/75) en México, uno de los primeros colectivos cinematográficos de fuerte vinculación con organizaciones sociales. Su lectura cuestiona cierta mirada extendida sobre la “debilidad” política del cine mexicano de los setenta, revisando la potencia política en la inversión de la metáfora del cine como fusil y proponiendo la del “cine como máquina de coser”, en cuanto a sus “interacciones y articulaciones con movimientos sociales, con las historias de resistencia y con el resto de la producción visual y artística durante el periodo de los sesentas-setentas”.
El artículo de Luis Sotelo Castro nos convida a revisar la noción de “escucha” en el teatro, poniendo en relieve la pragmática de la escena en casos que trabajan con la memoria y el testimonio. El autor pone en valor relatos de espectadores que mostraron otra perspectiva a los artistas, evidenciando la necesidad de ser escuchados ellos y ellas también. “Enterarse de viva voz de las peores cosas” nos muestra cómo el paradigma de la representación es cuestionado en una práctica escénica que busca revelar la fuerza transformativa del teatro en contextos post-traumáticos, como los latinoamericanos en general y el de Colombia en particular.
En la sección de Diálogos, invitamos a tres colectivos artísticos que surgen en el contexto cordobés ante la necesidad de juntarse con otrxs para compartir, revisar y potenciar prácticas individuales: la agrupación de fotógrafos/as Colectivo manifiesto (2013), el espacio de socialización del arte transformista Tarde Marika (2017) y el encuentro de directoras de escena que busca repensar la propia práctica desde una perspectiva política y territorial Una escena propia. Encuentro de directoras provincianas (2018). Los tres colectivos surgen como formas de agrupación más amorosas y flexibles que las institucionales, donde la autogestión les permite encontrarse en libertad, trazando vinculaciones reales entre pares, sin jerarquías ni mandatos. Desde esta actitud, se permiten preguntarse por sus propias prácticas -individuales, sociales, profesionales- y por sus modos de estar y participar en un contexto, a veces, demasiado hostil. Juntarse con otrxs se vuelve una estrategia de lucha, que no es violenta.
Desde una mirada más procesual, la sección Seguimientos nos convida dos textos que reflexionan sobre la participación en experiencias artísticas locales, surgidas de proyectos CePIAbierto. En ambos casos, la observación se vuelve centro, el registro de lo que sucede a nuestro alrededor -el modo de apropiarnos del mundo, de hacer relatos de la experiencia- y las formas de archivar y coleccionar lo efímero del tiempo. Tanto en los objetos como en los movimientos, la mirada se posa en el detalle, en lo sutil, en la mínima variación o en la repetición de lo cotidiano. La escritura a cuatro manos, en ambos artículos, permite recuperar la calidez de los encuentros y la incertidumbre de participar en estas experiencias, que integran a los y las espectadoras como parte fundamental de procesos de indagación performática.
Por último, en la sección Indeterminación, presentamos la obra de la española María José Gutiérrez, “Identidad_Recorrido”, que transita el antiguo trazado natural de la acequia Rascaña en la actual configuración urbana de Valencia. La artista e investigadora utiliza recursos digitales para reconstruir la experiencia cartográfica a partir de la interacción, contemplando dispositivos de exhibición virtual. Aquí, la estrategia de la cartografía se presenta como un modo de producción de imágenes contemporáneas para problematizar contextos y temporalidades particulares, materializados en un paisaje natural y social.
Artilugio
Número 5, 2019 / ISSN 2408-462X (electrónico)
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Centro de Producción e Investigación en Artes,
Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.
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