136 VEsC - Año 11 - Número 21 - 2020 http://revistas.unc.edu.ar/index.php/vesc
Tic e innovación: ¿Nuevos desafíos
en la formación docente?
Por Víctor Hugo Sajoza Juric
Magister de la Universidad de Buenos Aires en Didáctica, Profesora
de Psicología y Ciencias de la Educación (Instituto Nacional Superior
del Profesorado “Joaquín V. González” y Profesora para la Enseñanza
Primaria (Escuela Normal Nacional Superior No. 4 “Estanislao
S. Zeballos). Actualmente cursa el Doctorado en Educación en la
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Directora de la Maestría en Tecnología Educativa- Universidad
Abierta Interamericana.
Profesora de posgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales- Sede Argentina
(Diplomatura y Especialización en Constructivismo y Educación, Curso Materiales didácticos:
lenguajes y mediaciones para la enseñanza), Universidad del Salvador-Programa de Educación
a Distancia (Especialización en Enseñanza del Español para Extranjeros) y Universidad Abierta
Interamericana (Especialización en Docencia Universitaria y Maestría en Tecnología Educativa).
Profesora Adjunta Regular Ordinaria de la asignatura Didáctica General para los profesorados
de Geografía y Ciencias Biológicas en el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de
Luján.
Autora de La innovación educativa en la era digital (Paidós- La Nación, 2016), Conflictos
reales y escenas de ficción. Estrategias de cine-debate en las aulas (Noveduc, 2008) coautora de 50
innovaciones educativas para escuelas (CIPPEC, 2017), Las TIC en la escuela primaria y Las TIC en
la escuela secundaria (Noveduc, 2014), Las TIC en las aulas. Experiencias latinoamericanas (Paidós,
2011), entre otras publicaciones.
Entrevistador: 2020 ha sido un año muy especial en muchos aspectos de la vida cotidiana de
todos los ciudadanos y el mundo de la educación no estuvo exento de las consecuencias de los
procesos de construcción de los que muchos denominan “nueva realidad”. Si bien queda mucho
camino por andar en lo que hace a investigaciones que describan los aspectos más destacados de las
mutaciones en las prácticas de enseñanza mediadas por tecnologías en todos los niveles educativos,
es posible mirar en perspectiva hacia el futuro próximo e intentar identificar los espacios que deben
resignificarse a la luz de lo experimentado.
En ese sentido, para poder dar sustento a prácticas innovadoras ¿es posible pensar que la
investigación educativa debe orientar sus focos de interés en procesos emergentes que impliquen
tanto el uso de tecnologías como las competencias que los docentes deben desarrollar?
Marta Libedinsky: Efectivamente, 2020 fue un año muy especial, inédito y traumático en
muchos sentidos y tanto las propuestas de educación formal como informal se vieron afectadas.
En la educación formal, la cuarentena/pandemia de coronavirus obligó de la noche a la mañana a
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virtualizar propuestas que originalmente estaban pensadas para la presencialidad en edificios, cara
a cara y para personas que no habían elegido la virtualidad, sino que la virtualidad les fue impuesta
de hecho. Por tanto, creo que habrá quienes hayan tenido que aprender a una velocidad inusitada a
dominar plataformas, aplicaciones y recursos y lo hayan logrado en tiempo récord con satisfacción,
pero seguramente habrá tantos otros que no hayan tenido buenas experiencias ni al enseñar, ni al
aprender.
La cuarentena/pandemia de coronavirus impuso condiciones que antes no teníamos y
seguramente esas experiencias extraordinarias- en el sentido de fuera de lo que era común hasta el
momento- podrían ser documentadas y analizadas.
Seguramente en este período se usaron las plataformas de webinars, videollamadas y se realizaron
actividades sincrónicas en forma intensiva como nunca antes había sucedido pero - como suele
decirse - en muchos casos replicando las mismas dinámicas y hasta la misma duración de la clase
presencial que habían perdido y entonces muchas fallaron porque no habían podido atravesar los
necesarios procesos de diseño didáctico, prototipeado y testeo.
Entiendo que en función de lo sucedido cabe pensar en líneas de investigación para averiguar cómo
los docentes podemos desarrollar capacidades digitales de manera breve, continua y situada, cómo
abordar el diseño didáctico en base a los nuevos servicios accesibles y a nuevas necesidades, cómo
pensar en virtualizar parcialmente por ejemplo: algunos espacios curriculares para los dos últimos años
de la escuela secundaria, algunos tramos de los estudios de nivel superior, de la formación docente
inicial y continua optando por lo mejor de los dos mundos: el presencial y el virtual, cómo mejorar
las dinámicas de co-enseñanza (enseñar con colegas), cómo establecer vínculos interinstitucionales
para diseñar nuevas ofertas educativas, cómo diseñar más y mejores materiales didácticos digitales
o combinados. A la vez entiendo que es preciso a la vez dar respuestas a cómo diseñar mejores
propuestas para el aprendizaje informal: enseñanza en redes y comunidades de práctica, canales de
video-clases y series de episodios de podcasts, repositorios. Creo que esas investigaciones deberían
apuntar a dar respuestas al cómo, por qué y para qué.
E: El concepto de innovación en educación puede ser visto desde diferentes aristas y la pandemia
permitió seguramente destacar aspectos asociados a la concepción que los docentes tienen sobre
dicho proceso. A su criterio, ¿cuáles son los principales aciertos y desaciertos en esas concepciones?
ML: Más allá de las concepciones de innovación educativa entiendo que los docentes no nos
concentramos en innovar en cuarentena/pandemia de coronavirus sino en retener a los estudiantes,
a hacer lo mejor que se podía en circunstancias terriblemente adversas: de confinamiento, tristeza,
incertidumbre, desconcierto, miedo.
Tal vez hayan surgido propuestas que más adelante puedan calificarse como innovadoras, pero
entiendo que solo el tiempo y la distancia lo dirá; aunque me animo a anticipar que las que hayan
surgido no habrán sido del estilo “el llanero solitario” sino por el contrario con otros, con el sostén de
otros. Para mí la pandemia no fue oportunidad, fue amenaza constante, fue padecimiento. No puedo
verla como oportunidad desde ningún punto de vista.
E: Una de las concepciones frecuente sobre la innovación en educación es que el proceso de
innovación es asimilable a intentos de reparación o de ajuste entre lo propuesto y la realidad educativa
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que se debe enfrentar. ¿qué desafíos plantea esto para las instituciones de formación docente?
ML: Las instituciones de formación docente – creo yo- deberían dar un lugar preponderante
a la Didáctica que integre de pleno las tecnologías digitales- lugar que entiendo no tiene todavía
en los planes de estudio. Hacerlo desde un enfoque de enseñanza de la Didáctica que implique –
como sostenía John Dewey- “aprender haciendo”. Esos deberían ser espacios curriculares donde
experimentar, ensayar, probar, donde leer, hablar, ver, escribir, pensar y hacer Didáctica tanto dentro
como fuera de las aulas y hacerlo a través de conexiones. Conectando todas las disciplinas con las artes,
la institución educativa con la ciudad, conectando aprendizajes formales e informales, conectando
didáctica, disciplina, tecnologías y contexto como plantea el modelo TPACK. La producción didáctica
en términos de publicaciones de los últimos años diez años es enorme y también creo que no está
suficientemente aprovechada. Las instituciones de formación docente deberán ser promotoras y
aceleradoras de innovación y ellas mismas ejemplos del tipo de innovaciones que prediquen.
Además- pienso yo- habría que abandonar de una vez y para siempre la idea tan repetida de
que uno enseña sólo como le enseñaron porque esa postura impide el quiebre, el viraje, el giro, la
oposición, el enfrentamiento. Si solo puedo enseñar como otros me enseñaron a mí, si esas marcas
me han quedado tatuadas en forma indeleble… entonces ¿cuál es la salida? Prefiero la idea de que
uno (docente) enseña como aprende. También me gusta unida a esta postura la metáfora del docente
como baqueano. Como quien ya estado allí, conoce, domina, transita cómodamente el territorio de
una disciplina, el territorio de ciertos conocimientos y habilidades y por eso es capaz de conducir o
acompañar a otros.
E: Es sabido que a menudo un proceso de innovación está asociado a un agente cuya capacidad de
liderazgo le permita sumar colegas para realizar acciones contextualizadas, colaborativas y ajustadas
a necesidades bien identificadas. Si sumamos a esto las diferentes implicancias del uso de TIC en
educación, ¿qué componentes deberían estar presentes en la formación de futuros docentes? ¿qué
mecanismos permitirían prepararlos para que desarrollen las competencias necesarias para liderar
procesos de renovación permanente haciendo un uso adecuado de los recursos disponibles?
ML: Vuelvo a la idea de la co-enseñanza en las tres clásicas etapas pre-activa, interactiva y
postactiva, el diseño, la enseñanza propiamente dicha, la reflexión, el análisis de lo sucedido. Hay
un libro interesante que se titula Creative pairs/Duplas creativas. Su autor es Joshua Wolf Shenk.
Tal vez no hagan falta grupos numerosos ni líderes legendarios. Con un par tal vez alcance para
innovar, según el autor. Un par siempre presente con quien el diálogo fluya, a quien respetemos,
con quien hayamos construido confianza, con quien tengamos conexión y comparamos valores,
con intención de cooperar y que – como nosotros- esté interesado en innovar en la enseñanza.
Tal vez sea suficiente. El tema es encontrar ese par o esos pares en paralelo o en forma sucesiva.
Tal vez no sea fácil, pero tampoco imposible. Una vez que la dupla se desenvuelve en un entorno
donde la innovación es alentada luego podrá unirse a una red con otras de manera gradual y a la vez
sentirse acompañada. En temas estrictamente de manejo instrumental de tecnologías digitales o en
su integración en la enseñanza en ciertos niveles de escolaridad, en ciertas instituciones o disciplinas
específicas, la colaboración del par más avanzado, el coaching entre pares puede ser una solución
práctica y rápida.
E: Inventar, crear, imaginar, proyectar, transformar, gestionar son términos que a menudo aparecen
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asociados al concepto de innovación. No obstante, a menudo esas acciones entran en conflicto con
cierta rigidez institucional; la disrupción de las TIC en 2020 en los procesos educativos ha sido un
claro ejemplo de esto, ¿estamos frente a la necesidad de implementar espacios de capacitación para
gestores de centros educativos y de formación docente en los que se indague sobre las bases necesarias
para realizar cambios en la cultura organizacional que permitan reales procesos de innovación?
ML: Entiendo que ya existen espacios de capacitación para gestores de centros educativos y de
formación docente y por supuesto siempre serán bienvenidos más y mejores espacios de formación.
Pero en tanto y en cuanto el sistema educativo y su estructura siga siendo representado con una
pirámide, las redes de docentes no sean promovidas, en forma manifiesta o tácita se promueva el
aislamiento y la desconexión, la innovación educativa va a tener serias dificultades para ocupar el
espacio social que requiere. Van a seguir siendo- como lo expresa gráficamente Francisco Imbernón
(1996) - “islotes de innovación en un océano de indiferencia” (p.48). A mi criterio es preciso activar,
promover y celebrar la autonomía para poder innovar. Es una cuestión de mentalidades, en ocasiones
tan difíciles de cambiar. Sinceramente no sé si estamos ante un problema de falta de capacitación.
Creo que necesitamos decisiones para lograr otros tipos de estructuras organizacionales para las
instituciones educativas y también necesitamos directivos que dispongan de “tiempo no apurado”,
citando a María Elena Walsh en Osías, que tengan entusiasmo y energía para dedicarse a cuestiones
referidas al enseñar y el aprender, que sepan cómo reconocer la innovación, que la aplaudan, que la
apoyen, que se sientan orgullosos de que eso suceda en la institución que ellos lideran y que tengan
previsto un plan de acción para su visibilización ante otros educadores y ante otras instituciones. Me
parece que las colecciones de innovaciones bien diseñadas y presentadas pueden dar inicio al armado
de redes. Tal vez no solo los docentes sino también los directivos deban estar integrados a redes y
esas redes deberían ser promovidas y apoyadas. La red misma podría constituirse en una innovación
desde la cual ofrecer formación docente continua.
Referencia:
Imbernón, Francisco (1996). En busca del discurso educativo. La escuela, la innovación educativa,
el currículum, el maestro y su formación. Buenos Aires: Lumen.
Entrevistador: 2020 ha sido un año muy especial en muchos aspectos de la vida cotidiana de
todos los ciudadanos y el mundo de la educación no estuvo exento de las consecuencias de los
procesos de construcción de los que muchos denominan “nueva realidad”. Si bien queda mucho
camino por andar en lo que hace a investigaciones que describan los aspectos más destacados de las
mutaciones en las prácticas de enseñanza mediadas por tecnologías en todos los niveles educativos,
es posible mirar en perspectiva hacia el futuro próximo e intentar identificar los espacios que deben
resignificarse a la luz de lo experimentado.
En ese sentido, para poder dar sustento a prácticas innovadoras ¿es posible pensar que la
investigación educativa debe orientar sus focos de interés en procesos emergentes que impliquen
tanto el uso de tecnologías como las competencias que los docentes deben desarrollar?
Marta Libedinsky: Efectivamente, 2020 fue un año muy especial, inédito y traumático en
muchos sentidos y tanto las propuestas de educación formal como informal se vieron afectadas.
En la educación formal, la cuarentena/pandemia de coronavirus obligó de la noche a la mañana a
virtualizar propuestas que originalmente estaban pensadas para la presencialidad en edificios, cara
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a cara y para personas que no habían elegido la virtualidad, sino que la virtualidad les fue impuesta
de hecho. Por tanto, creo que habrá quienes hayan tenido que aprender a una velocidad inusitada a
dominar plataformas, aplicaciones y recursos y lo hayan logrado en tiempo récord con satisfacción,
pero seguramente habrá tantos otros que no hayan tenido buenas experiencias ni al enseñar, ni al
aprender.
La cuarentena/pandemia de coronavirus impuso condiciones que antes no teníamos y
seguramente esas experiencias extraordinarias- en el sentido de fuera de lo que era común hasta el
momento- podrían ser documentadas y analizadas.
Seguramente en este período se usaron las plataformas de webinars, videollamadas y se realizaron
actividades sincrónicas en forma intensiva como nunca antes había sucedido pero - como suele
decirse - en muchos casos replicando las mismas dinámicas y hasta la misma duración de la clase
presencial que habían perdido y entonces muchas fallaron porque no habían podido atravesar los
necesarios procesos de diseño didáctico, prototipeado y testeo.
Entiendo que en función de lo sucedido cabe pensar en líneas de investigación para averiguar cómo
los docentes podemos desarrollar capacidades digitales de manera breve, continua y situada, cómo
abordar el diseño didáctico en base a los nuevos servicios accesibles y a nuevas necesidades, cómo
pensar en virtualizar parcialmente por ejemplo: algunos espacios curriculares para los dos últimos años
de la escuela secundaria, algunos tramos de los estudios de nivel superior, de la formación docente
inicial y continua optando por lo mejor de los dos mundos: el presencial y el virtual, cómo mejorar
las dinámicas de co-enseñanza (enseñar con colegas), cómo establecer vínculos interinstitucionales
para diseñar nuevas ofertas educativas, cómo diseñar más y mejores materiales didácticos digitales
o combinados. A la vez entiendo que es preciso a la vez dar respuestas a cómo diseñar mejores
propuestas para el aprendizaje informal: enseñanza en redes y comunidades de práctica, canales de
video-clases y series de episodios de podcasts, repositorios. Creo que esas investigaciones deberían
apuntar a dar respuestas al cómo, por qué y para qué.
E: El concepto de innovación en educación puede ser visto desde diferentes aristas y la pandemia
permitió seguramente destacar aspectos asociados a la concepción que los docentes tienen sobre
dicho proceso. A su criterio, ¿cuáles son los principales aciertos y desaciertos en esas concepciones?
ML: Más allá de las concepciones de innovación educativa entiendo que los docentes no nos
concentramos en innovar en cuarentena/pandemia de coronavirus sino en retener a los estudiantes,
a hacer lo mejor que se podía en circunstancias terriblemente adversas: de confinamiento, tristeza,
incertidumbre, desconcierto, miedo.
Tal vez hayan surgido propuestas que más adelante puedan calificarse como innovadoras, pero
entiendo que solo el tiempo y la distancia lo dirá; aunque me animo a anticipar que las que hayan
surgido no habrán sido del estilo “el llanero solitario” sino por el contrario con otros, con el sostén de
otros. Para mí la pandemia no fue oportunidad, fue amenaza constante, fue padecimiento. No puedo
verla como oportunidad desde ningún punto de vista.
E: Una de las concepciones frecuente sobre la innovación en educación es que el proceso de
innovación es asimilable a intentos de reparación o de ajuste entre lo propuesto y la realidad educativa
que se debe enfrentar. ¿qué desafíos plantea esto para las instituciones de formación docente?
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VEsC - Año 11 - Número 21 - 2020 141 http://revistas.unc.edu.ar/index.php/vesc
ML: Las instituciones de formación docente – creo yo- deberían dar un lugar preponderante
a la Didáctica que integre de pleno las tecnologías digitales- lugar que entiendo no tiene todavía
en los planes de estudio. Hacerlo desde un enfoque de enseñanza de la Didáctica que implique –
como sostenía John Dewey- “aprender haciendo”. Esos deberían ser espacios curriculares donde
experimentar, ensayar, probar, donde leer, hablar, ver, escribir, pensar y hacer Didáctica tanto dentro
como fuera de las aulas y hacerlo a través de conexiones. Conectando todas las disciplinas con las artes,
la institución educativa con la ciudad, conectando aprendizajes formales e informales, conectando
didáctica, disciplina, tecnologías y contexto como plantea el modelo TPACK. La producción didáctica
en términos de publicaciones de los últimos años diez años es enorme y también creo que no está
suficientemente aprovechada. Las instituciones de formación docente deberán ser promotoras y
aceleradoras de innovación y ellas mismas ejemplos del tipo de innovaciones que prediquen.
Además- pienso yo- habría que abandonar de una vez y para siempre la idea tan repetida de
que uno enseña sólo como le enseñaron porque esa postura impide el quiebre, el viraje, el giro, la
oposición, el enfrentamiento. Si solo puedo enseñar como otros me enseñaron a mí, si esas marcas
me han quedado tatuadas en forma indeleble… entonces ¿cuál es la salida? Prefiero la idea de que
uno (docente) enseña como aprende. También me gusta unida a esta postura la metáfora del docente
como baqueano. Como quien ya estado allí, conoce, domina, transita cómodamente el territorio de
una disciplina, el territorio de ciertos conocimientos y habilidades y por eso es capaz de conducir o
acompañar a otros.
E: Es sabido que a menudo un proceso de innovación está asociado a un agente cuya capacidad de
liderazgo le permita sumar colegas para realizar acciones contextualizadas, colaborativas y ajustadas
a necesidades bien identificadas. Si sumamos a esto las diferentes implicancias del uso de TIC en
educación, ¿qué componentes deberían estar presentes en la formación de futuros docentes? ¿qué
mecanismos permitirían prepararlos para que desarrollen las competencias necesarias para liderar
procesos de renovación permanente haciendo un uso adecuado de los recursos disponibles?
ML: Vuelvo a la idea de la co-enseñanza en las tres clásicas etapas pre-activa, interactiva y
postactiva, el diseño, la enseñanza propiamente dicha, la reflexión, el análisis de lo sucedido. Hay
un libro interesante que se titula Creative pairs/Duplas creativas. Su autor es Joshua Wolf Shenk.
Tal vez no hagan falta grupos numerosos ni líderes legendarios. Con un par tal vez alcance para
innovar, según el autor. Un par siempre presente con quien el diálogo fluya, a quien respetemos,
con quien hayamos construido confianza, con quien tengamos conexión y comparamos valores,
con intención de cooperar y que – como nosotros- esté interesado en innovar en la enseñanza.
Tal vez sea suficiente. El tema es encontrar ese par o esos pares en paralelo o en forma sucesiva.
Tal vez no sea fácil, pero tampoco imposible. Una vez que la dupla se desenvuelve en un entorno
donde la innovación es alentada luego podrá unirse a una red con otras de manera gradual y a la vez
sentirse acompañada. En temas estrictamente de manejo instrumental de tecnologías digitales o en
su integración en la enseñanza en ciertos niveles de escolaridad, en ciertas instituciones o disciplinas
específicas, la colaboración del par más avanzado, el coaching entre pares puede ser una solución
práctica y rápida.
E: Inventar, crear, imaginar, proyectar, transformar, gestionar son términos que a menudo aparecen
asociados al concepto de innovación. No obstante, a menudo esas acciones entran en conflicto con
cierta rigidez institucional; la disrupción de las TIC en 2020 en los procesos educativos ha sido un
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claro ejemplo de esto, ¿estamos frente a la necesidad de implementar espacios de capacitación para
gestores de centros educativos y de formación docente en los que se indague sobre las bases necesarias
para realizar cambios en la cultura organizacional que permitan reales procesos de innovación?
ML: Entiendo que ya existen espacios de capacitación para gestores de centros educativos y de
formación docente y por supuesto siempre serán bienvenidos más y mejores espacios de formación.
Pero en tanto y en cuanto el sistema educativo y su estructura siga siendo representado con una
pirámide, las redes de docentes no sean promovidas, en forma manifiesta o tácita se promueva el
aislamiento y la desconexión, la innovación educativa va a tener serias dificultades para ocupar el
espacio social que requiere. Van a seguir siendo- como lo expresa gráficamente Francisco Imbernón
(1996) - “islotes de innovación en un océano de indiferencia” (p.48). A mi criterio es preciso activar,
promover y celebrar la autonomía para poder innovar. Es una cuestión de mentalidades, en ocasiones
tan difíciles de cambiar. Sinceramente no sé si estamos ante un problema de falta de capacitación.
Creo que necesitamos decisiones para lograr otros tipos de estructuras organizacionales para las
instituciones educativas y también necesitamos directivos que dispongan de “tiempo no apurado”,
citando a María Elena Walsh en Osías, que tengan entusiasmo y energía para dedicarse a cuestiones
referidas al enseñar y el aprender, que sepan cómo reconocer la innovación, que la aplaudan, que la
apoyen, que se sientan orgullosos de que eso suceda en la institución que ellos lideran y que tengan
previsto un plan de acción para su visibilización ante otros educadores y ante otras instituciones. Me
parece que las colecciones de innovaciones bien diseñadas y presentadas pueden dar inicio al armado
de redes. Tal vez no solo los docentes sino también los directivos deban estar integrados a redes y
esas redes deberían ser promovidas y apoyadas. La red misma podría constituirse en una innovación
desde la cual ofrecer formación docente continua.
Referencia:
Imbernón, Francisco (1996). En busca del discurso educativo. La escuela, la innovación educativa,
el currículum, el maestro y su formación. Buenos Aires: Lumen.
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