Número 10

Año 2022


Metáfora sobre la alienación contemporánea en clave animada.

Reseña del filme Cucaracha (Touriño, 2020)

Metaphor of contemporary alienation in an animated key.

Movie review of Cucaracha (Touriño, 2020)

Victoria Inés Suárez

Universidad Nacional de Córdoba

Córdoba, Argentina

victoria.ines.suarez@gmail.com

DOI: https://doi.org/10.55442/tomauno.n10.2022.39188 

ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s22504524/s72lc93li 

Ficha Técnica

Título: Cucaracha

Dirección: Agustín Touriño

Año: 2020

Producción: Emanuel Gutiérrez y Andrés Grabois

Guión: Matías Deon, Agustín Touriño y Exequiel Ayala Lucarelli

Animación Stop-motion: Agustín Touriño

Animación 2D: Agustín Touriño y Daniel Marín

Sonido: Matías Deon

Voces: Analía Vidal, Matias Deon, Len Bornansine, Hernán Danza, Anahí Ingaramo y Mariela Díaz

Música: Ana Gabriela Yaya Aguilar

Fotografía: Exequiel Ayala Lucarelli

Iluminación: Andrés Grabois

Montaje: Matías Deon, Agustín Touriño y Exequiel Ayala Lucarelli

Dirección de Arte y Diseños: Agustín Touriño

Vestuarios: Milena Lois


TOMA UNO, Nº 10, 2022 - https://revistas.unc.edu.ar/index.php/toma1/index
ISSN 2313-9692 (impreso) | e-ISSN 2250-4524 (electrónico)

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-Sin Derivadas2.5 Argentina.


Un hombre desarrolla rutinariamente sus días. Vive solo en un departamento al que no le llega la luz de sol. Tiene una planta un poco achacada que igualmente da hojas. Se alimenta de galletas redondas y uniformes que vienen en cajas de cartón. Las guarda en cantidades en la alacena. En su tiempo de casa, este hombre mira televisión en un imponente aparato. Tiene el cuello torcido; la cabeza también. Las ojeras y su larga nariz subrayan su expresión. La fábrica a la que concurre diariamente tiene una puerta pequeña. Su sala de trabajo es mínima. Hay muchas palancas, dos pantallas, luces verdes. Una débil claridad exterior se filtra por una claraboya de ventilación, alta en la pared. A las ocho puntual se activa la producción: una goma verde brillante cae por unos tubos justo dentro de latas de logos parecidos a los de peligro. Rápidamente una tapa superior cierra el envase y sale el enlatado del circuito de montaje. Así, todos los días.

Al leer la sinopsis nos enteramos de que este hombre se llama Gregorio. Así como en la historia de Kafka, el personaje se convierte en cucaracha. Bueno, no exactamente. Esta adaptación de la reconocida obra del autor checo nos cuenta el proceso de una transformación que es, más bien, una transposición. Las cucarachas están en la alacena, se esconden bajo las galletas, pululan en la basura acumulada en los rincones, desfilan por las paredes con bastante gracia. Gregorio está solo y encuentra en uno de esos ejemplares la posibilidad de cambiar su aburrida cotidianidad, de vivir en compañía y de, ¿por qué no?, tener a alguien a su servicio. Con un poco de ingenio tal vez pueda hacerle ocupar su lugar en la fábrica. Así, el insecto avanza y se queda: no solo se apropia del espacio físico (del departamento, de los utensilios del baño, del sillón), sino que va adquiriendo paulatinamente las habilidades, el comportamiento y hasta cierto andar humano. En contraposición, esa expectativa inicial de compartir el tiempo con alguien más se va opacando y deviene en pasividad y resignación para Gregorio, quien finalmente se deja ocupar y hasta suprimir. Pues de Gregorio no quedarán vestigios al finalizar la historia.

La atmósfera general del cortometraje es claustrofóbica, oscura, lúgubre. Ya los primeros planos, cerrados, nos impiden ver la habitación completa. Tampoco podemos reponer el espacio del baño o su conexión con el ambiente principal de la casa. Allí, las pocas y pequeñas zonas de luz crean contrastes. En los rincones oscuros hay basura, latas, cajas. Cierto desacomodo progresivo de todos los elementos de la puesta ayudan a construir ese clima de agobio, pesadez, asfixia. Además del gastado tubo fluorescente de la cocina, unos tenues haces de luz dejan entrever un ambiente exterior bastante apagado también. Pero Gregorio ya no está más solo y eso comporta algo de satisfacción. En efecto, mediando el cortometraje, las mañanas presentan algo de calidez. Pronto se desencadenará un cambio de roles: esta mínima progresión del color podría asociarse con esa incipiente posibilidad de libertad que encontrará Gregorio en el abandono de su trabajo esclavizante.

La historia se representa a través de una animación en stop-motion. La propuesta plástica utiliza elementos esquemáticos y facetados, con una paleta de colores predominantemente fría y una gama de texturas que explicitan los materiales, trazos, la mano de les realizadores. En las escenas de la fábrica, estas decisiones se refuerzan. El cuartito de operaciones y comandos abunda en líneas diagonales que enmarcan a un personaje que apenas cabe en el lugar. La composición geométrica, de ángulos puntiagudos y amenazantes, remite al expresionismo alemán. En combinación con el mayor contraste y una clave lumínica de claroscuro, generan una imagen atiborrada en la que el personaje encaja casi como una pieza más del ensamblaje. De allí la cabeza y el cuello torcidos, la postura encorvada, esos masajes que el pobre Gregorio se da a sí mismo cada tanto para paliar el dolor cervical. Esta especie de contractura visual es el correlato de lo que le sucede al personaje y nos permite interpretar una sólida propuesta estética-conceptual vinculada a los efectos de la explotación laboral, la opresión, la automatización sistemática de los procesos productivos. Qué detalle esa cucaracha accionando las palancas, con sus ocho patas-manos, mucho más ágil y coordinada que Gregorio en los días previos. Ah, porque sí, efectivamente, esta ya crecida cucaracha irá un día a trabajar en lugar de Gregorio.

Hay otro espacio y otras historias. Las de la televisión. El flujo de imágenes no cesa. Entre las noticias sensacionalistas, las novelas bobas, el pronóstico del tiempo, el fútbol, los programas de entretenimiento, sorteos, publicidades, en esta diégesis no hay nada que despierte a nadie. La voz aletargante de una yogui de plastilina no ayuda. Si Gregorio es lánguido, ojeroso, de aspecto debilucho… no parece estar muy saludable como para hacer tales ejercicios de contorsión. Las imágenes y sonidos del aparato se utilizan como comentario solapado de lo que sucede a los personajes. Qué detalle, por ejemplo, que veamos escenas recreadas de Alien (Ridley Scott, 1979) en esa pantalla. El suspenso sirve para acompañar en tono algo paródico la situación. En el momento de mayor tensión de esa escena, podemos suponer que un ser monstruoso acecha a Gregorio en su departamento. Pronto veremos que la cucaracha, elipsis mediante, ha crecido (¡es más grande que Gregorio!), pero es más buena que el pan: lejos de representar un peligro, ha sido domesticada y viene a ofrecer una bebida para pasar esas galletas tan secas. Ah, porque sí, efectivamente, el cortometraje tiene también sus toques de humor y uno que otro guiño que permiten aflojar el drama.

El diseño sonoro es una pieza fundamental. A través de la banda cobran sentido las imágenes y viceversa. Muestra de esto es la última escena. El continuum del televisor se acelera de la mano del zapping rítmico creciente. En este mundo de sobreexposición mediática no se puede parar a pensar críticamente. La imagen distorsionada que aparece recurrentemente, cuando se pierde la señal, remite a 1984 (George Orwell, 1949) y a otras novelas y relatos distópicos de la época. En este mundo de dos o tres halos de luz o resquicios de vida, con basura acumulada y moscas aleteando cerca, está este aparato siempre presente, que va copando la mente, dominando la subjetividad, transponiendo su vaciedad. En la mezcla se destacan los cambios de auricularización que habilitan a recorrer la historia desde la perspectiva subjetiva del personaje, especialmente al comienzo y al final del cortometraje. El diseño audiovisual, sumamente cuidado, complementa imagen y sonido de modo potente. Regido por la idea de circularidad, una mezcla de sonidos y música abren y cierran la historia a modo de espejo, como si empezara y terminara igual. Y aquí la imagen nos permite dar un sentido al todo. El último plano es parecido a otros anteriores, pero ya no está Gregorio. No hay Gregorio. O más bien, Gregorio es una cucaracha. O la cucaracha es Gregorio. “No signal” se lee en el televisor y el título, que no vimos hasta ahora, cierra el cortometraje: “Cucaracha”.

Referencias

Touriño, A. (Dir.) (2020). Cucaracha. Argentina: Producción independiente.

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Biografía

Victoria Inés Suárez

Licenciada en Cine y Televisión por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Magíster en Comunicación y Educación Audiovisual por la Universidad Internacional de Andalucía. Actualmente cursa el Doctorado en Artes de la Facultad de Artes (UNC) y se desempeña como profesora adjunta y asistente en materias de la carrera de Cine y Artes Audiovisuales de la misma institución. Además de hacer actividades académicas, de investigación y extensión, se dedica a la realización audiovisual, siendo sus áreas de mayor interés y desarrollo el guion, la dirección y la animación.

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Cómo citar este artículo:

Suárez, V. I. (2022). Metáfora sobre la alienación contemporánea en clave animada.

Reseña del filme Cucaracha (Touriño, 2020). TOMA UNO, (10). Recuperado de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/toma1/article/view/39188.