Subjetivación política y conformación de conciencia de clase.

El caso de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual (1982-1985)

Political subjectivation and formation of class consciousness.

The case of Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual (1982-1985)

 

Diego Bautista Páez*

 

 

 

Resumen

 

Este artículo presenta los orígenes de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual (SCTP), una cooperativa de producción de gaseosas y jugos que tuvo su origen en una huelga obrera entre mayo de 1982 y agosto de 1985 en la Ciudad de México. En específico, se concentra en los procesos de subjetivación política (Modonesi, 2010) a partir del proceso de antagonismo que experimentaron sus trabajadores-huelguistas contra el patrón de la empresa, las direcciones sindicales corporativas (denominadas como charras en México) y las autoridades laborales de la época. El andamiaje teórico está consagrado a la presentación de los vínculos entre experiencia y conciencia de clase según lo planteado por E. P. Thompson como un proceso relacional e históricamente determinado de subjetivación política.

El artículo se fundamenta en 12 entrevistas en profundidad a trabajadores, trabajadores jubilados, dos asesores (un hombre y una mujer) del Partido Mexicano de los Trabajadores que acompañó el movimiento de los trabajadores de Pascual, así como en hemerografía de la época e informes internos de los primeros años de labores como cooperativa.

 

Palabras claves: Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual, Subjetivación política. Conciencia de clase, Movimiento obrero, Cooperativismo.

 

Abstract

 

This article presents the origins of Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual (SCTP), cooperative of soft drinks and juices that originated in a labor strike between May 1982 and August 1985 in Mexico City. Specifically, it focuses on the processes of political subjectivation (Modonesi, 2010) from the process of antagonism that its workers-strikers experienced against the boss of the company, the corporate union leaderships (known as charros in Mexico) and the Mexican labor authorities of the time. The
theoretical argument is dedicated to the presentation of the links between experience and class consciousness as proposed by E. P. Thompson as a relational and historically determined process of political subjectivation.

The article is based on 12 in-depth interviews with workers, retired workers, two advisors (one man and one woman) of the Mexican Workers' Party that accompanied the Pascual workers' movement, as well as newspaper reports from the time and internal reports. of the first years of work as a cooperative.

Keywords: Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual, Political subjectivation, Class consciousness, Labor movement, Cooperativism.

 

 

Introducción[1]

 

La mañana del 31 de mayo de 1982, entre las calles de Zoquipa y Lorenzo Boturini en la colonia Tránsito del Distrito Federal (capital de México y hoy nombrada con el acrónimo CDMX), alrededor de 200 rompehuelgas entre golpeadores contratados, esquiroles y trabajadores de las plantas embotelladoras y jugueras del interior del país llevados bajo engaños a la capital –todos dirigidos por Víctor Rafael Jiménez Zamudio, patrón de la empresa Refrescos Pascual–, arremetieron contra los trabajadores de la refresquera que tenían parada la producción desde el 18 del mismo mes. El saldo de aquel ataque fue de dos trabajadores muertos –Álvaro Hernández, de 38 años y Jacobo Concepción García, de 35– y 17 heridos de gravedad (Pedraza Quintanar, 2000: 2; Taibo II: 10). Ese 31 de mayo marcó el hermanamiento de los trabajadores de Refrescos Pascual, “los Patos”,[2] un grupo de obreros con una naciente conciencia de clase. Aquel acontecimiento también marcó el momento simbólico de origen de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual (SCTP). [3] 

El 18 de mayo de 1982 los obreros de Refrescos Pascual hicieron un paro de labores, sin el aval de la representación sindical burocrática, para exigir que el patrón Rafael Jiménez Zamudio otorgara los aguinaldos y utilidades adeudados del ejercicio fiscal anterior y el aumento salarial de emergencia del 10%, 20% y 30% que el gobierno federal había decretado después de la crisis inflacionaria vivida a principios de ese mismo año en México.[4] La SCTP se prefiguró en la Asamblea general del movimiento de trabajadores en huelga del 18 de agosto de 1984.

Los trabajadores de Pascual, quienes eran asesorados por un grupo de militantes del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), liderados por Demetrio Vallejo,[5] vivieron una larga y conflictiva huelga. Los Patos tuvieron que sobreponerse al asedio y engaños de los sindicatos corporativos, primero en su variante de sindicato de protección patronal mientras la empresa privada seguía en funciones, luego a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y su gansteril líder refresquero Armando Neyra, y por último al sindicalismo igualmente “charro” de la Confederación Revolucionario de Obreros y Campesinos (CROC) quienes pelearon la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) a la CTM encabezada por Fidel Velázquez (dirigente histórico de la burocracia sindical mexicana entre 1941 y 1997).[6] A principios de 1984, los huelguistas de Pascual finalmente pudieron adquirir una representación sindical democrática, como parte del Sindicato Benito Juárez de Puebla. A los pocos meses las autoridades de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje les adjudicó la titularidad del CCT y falló para que el patrón pagase los salarios caídos y aguinaldos que adeudaba. Jiménez Zamudio declaró no poder pagarlos y organizó un lock out patronal por lo que las propiedades de Refrescos Pascual S.A. fueron embargadas y rematadas como una unidad industrial. Los Patos concurrieron a la subasta en el verano de 1985, y con los adeudos -36 meses de sueldos y 3 años fiscales de aguinaldos y repartos de utilidades- de la empresa privada a cuenta, pudieron adquirir la propiedad de marcas, patentes, herramientas de trabajo e insumos de Refrescos Pascual S.A.

La SCTP logró consolidarse dentro de la industria refresquera en México desde su fundación gracias a la empatía y solidaridad que generaron sus trabajadores con la población de la Ciudad de México durante la huelga –a partir de los “boteos”, mítines y comunicados que realizaron en los espacios públicos–, sus jugos Boing (de tamarindo, uva manzana, mango, guayaba y guanábana), y los refrescos Lulú y Pato Pascual tuvieron gran aceptación y una rápida expansión hacia otras partes del país.

Hasta la segunda década del siglo XXI, la SCTP contó con una plantilla de casi 4500 empleos directos y cerca de 25000 empleos indirectos, según los miembros del Consejo de Administración actual. Esta continúa como una nave industrial con capital 100% nacional y a diferencia de los años ochenta, cuando sus dos plantas estaban en la Ciudad de México, ha trasladado su producción a dos modernas plantas localizadas en San Juan del Río, Querétaro y Tizayuca, Hidalgo. Su distribución engloba todos los estados del país, así como un porcentaje de exportación al sur de Estados Unidos. El crecimiento de la Cooperativa no ha mermado significativamente en la calidad de sus productos, sus jugos Boing siguen elaborándose con pulpa de fruta y cuidando que la mayoría de conservadores que se utilizan sean de origen natural si bien nuevas restricciones como los etiquetados por azúcares y calorías, así como por la presión de las trasnacionales refresqueras, atentan contra su aún endeble existencia. La SCTP tiene convenios con ingenios de azúcar y productores locales donde se dan las materias primas que utilizan para cada uno de sus jugos.[7] 

A continuación, presentaré una síntesis de mi trabajo de investigación en la maestría de Estudios Sociales, con línea de investigación en Estudios laborales.[8] Esta tuvo por objetivo presentar y explicar los acontecimientos y procesos sociales que dieron origen a la SCTP. El foco de atención del trabajo fue ubicar el proceso de la conformación de conciencia de clase entre sus trabajadores –entendida como una subjetividad política compartida entre un grupo de obreros, quienes se adjudican un papel específico en la sociedad frente a actores antagónicos– que posibilitó que tomaran la decisión de organizarse como cooperativa después de la victoria sobre el patrón, el sindicalismo corporativo y las autoridades de la Secretaría del Trabajo en representación del Estado mexicano. La alteración de la subjetividad entre los trabajadores de Pascual se rastreó a partir de reconstruir la experiencia colectiva que vivieron en la huelga y los primeros meses de trabajo. A continuación, reconstruyo dicho proceso a partir de 12 entrevistas hechas a trabajadores en activo, familiares y asesores de la huelga de Pascual (ver Anexo). Antes de dar cuenta de la huelga de Pascual, expondré los dos conceptos ordenadores de la investigación.

 

Experiencia y conciencia de clase: binomio para estudiar la subjetividad obrera

 

E. P. Thompson en su clásico La formación de la clase obrera en Inglaterra constituyó por méritos propios una forma original de estudiar la vida y acción colectiva de los trabajadores. La propuesta partió de establecer una conceptualización radicalmente distinta a la que tenía el marxismo ortodoxo sobre la clase social. El historiador inglés retomó el método de la obra histórica de Marx –El dieciocho Brumario y La guerra civil en Francia– para establecer a la clase social como un concepto relacional e históricamente situado.

 

Y la clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resueltos intereses –heredadas o compartidas–, sienten y articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intereses son distintos –y habitualmente opuestos– a los suyos. La experiencia de clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en las que los hombres nacen o en las que entran de manera involuntaria. La conciencia de clase es la forma en la que se expresan estas en términos culturales encarnados en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. Si bien la experiencia aparece como algo determinado, la conciencia de clase no lo está (Thompson, 2012: 27-28).

 

Para Thompson la conciencia de clase aparece como un ordenamiento tan posible como circunstancial de la subjetividad de la clase trabajadora. Ella se produce bajo circunstancias económico-productivas que los presionan, pero no determinan en su actuar. Contrario a las interpretaciones estructuralistas, la clase se configura a partir de un cúmulo de factores culturales, políticos, demográficos, intelectuales y también económicos, entre un grupo de personas con condiciones disímiles que, por circunstancias particulares, se vuelven comunes. El historiador británico rescató en su estudio histórico la perspectiva de reconstrucción de la totalidad social propuesta por Marx y Engels. 

En este estudio, retomamos su idea de que las clases sociales no están preconcebidas estructuralmente, es decir no basta con un lugar determinado en la producción –en el caso de la clase obrera, como fuerza de trabajo productora de plusvalía– para su afirmación a través de la acción colectiva. Al centrarse en los sujetos “desde abajo” [bottom up] como fundamentales para el análisis histórico, vemos en la conformación de clase un proceso activo e históricamente dado. Sin embargo, si la conciencia de clase no es una condición intrínseca al sujeto: ¿cómo captamos su desarrollo como proceso? ¿cómo distinguimos su génesis y los factores que en ella intervienen?

 

En el campo de la “experiencia” hemos sido llevados a reexaminar todos los densos, complejos y elaborados sistemas mediante los cuales la vida familiar y social es estructurada y la conciencia social haya realización y expresión (sistemas destinados por el rigor mismo de la disciplina en Ricardo o en el Marx de El capital a ser excluidos): parentesco, costumbre, la reglas visibles, y las invisibles de la regulación social, hegemonía y acatamiento, formas simbólicas de dominación y de resistencia, fe religiosa e impulsos milenaristas, modos, leyes, instituciones e ideologías; todos ellos abarcan la genética del entero proceso social, agrupados todos ellos en un determinado punto, en la experiencia humana común (Thompson, en Anderson, 2012: 89).

 

La experiencia thompsoniana, que es bastante parecido al habitus de Pierre Bourdieu (Rendueles, 2013), se conforma por acontecimientos y procesos específicos, los cuales hacen que los sujetos recompongan sus mundos de vida. Aunque la ambigüedad continúa: ¿a qué tipo de acontecimientos nos referimos? ¿bajo qué criterio se pueden identificar? Si bien cada forma de subjetividad tiene una disposición propia, en el caso de la conciencia de clase, esta aparece como una ruptura con las formas de consentimiento imperantes, una suerte de desencantamiento de la reproducción de los ciclos culturales y económicos por parte de los sujetos que vivimos de nuestro trabajo.

¿Cómo podemos dar cuenta de los momentos en esa conformación clasista de la subjetividad? Hemos decidido partir de la concepción de Antonio Gramsci sobre la hegemonía como la forma de dominio hacia los subalternos, la forma de consentimiento mejor asentada. Para el caso en la dominación del patrón sobre los trabajadores en su centro de trabajo. Y para captarlo optamos por la lectura que hace Massimo Modonesi sobre la subjetivación política.

 

La experiencia se presenta como proceso –la experimentación–, como relación entre ser social y conciencia social y como punto de inflexión del surgimiento y la conformación de las subjetividades. En este sentido, partiendo del planteamiento de Thompson, asumimos que la experiencia designa la incorporación o asimilación subjetiva de una condición material o real que incluye ya un principio o un embrión de conciencia (Modonesi, 2010: 20-21).

 

Es decir, la conciencia de clase está signada en una serie de solidaridades, prácticas culturales y recreativas, lecturas compartidas, horizontes políticos y utópicos, referencias morales y lugares de sociabilidad que se construyen en común. Estas formas de relación social son experimentadas por los sujetos de una manera específica en los distintos momentos de la movilización –como experiencia de subordinación, insubordinación-antagonismo y autonomía– en lo que Modonesi dentro de la tradición marxista retoma como el “pasaje (no lineal sino sobrepuesto y cruzado) entre espontaneidad y conciencia”. Con la intención de localizar dicho proceso entre espontaneidad y conciencia en el caso de la movilización y conformación de la Cooperativa de Pascual, identificamos ambos pasajes: la experiencia de subordinación hasta el antagonismo abierto contra el patrón.

- Experiencias de subordinación-subalternidad: se entiende como “el despojo relativo de la calidad subjetiva por medio de la subordinación” (Modonesi, 2010: 27-38), es decir como el momento de control por parte de los grupos dominantes sobre los grupos dominados. Algunas de las características que Modonesi ubica en los grupos subalternos son “[...] la pluralidad, disgregación, el carácter episódico de su actuar y la débil tendencia hacia su unificación” (Modonesi, 2010: 39). Sin embargo, también conviven con estos rasgos la tendencia a la acción espontánea, entendida como la acción bajo el sentido común (la concepción del mundo tradicional en la que se desenvuelve ese grupo) y la resistencia a la dominación; es ese momento oscilante entre la aceptación relativa y la resistencia también relativa a la dominación.[9] Son este tipo de características, tanto de dominación como de resistencia y acción espontánea, los que buscamos identificar en los momentos previos a la huelga de mayo de 1982 en Pascual.

- Experiencias de insubordinación-antagonismo. Concepto inspirado en Marx quien lo usa de manera general como sinónimo de conflicto, pero con un acento particular para referirse a la confrontación entre las clases –lucha de clases– enfatizando el carácter subjetivo de la contienda en el Manifiesto comunista.[10] Este es el momento abierto de confrontación o lucha entre las partes. Para nuestro caso los casi mil días, de marzo de 1982 a agosto de 1985 en los cuales los trabajadores de la refresquera se insubordinaron contra el patrón y pelearon por el reconocimiento sindical frente a las centrales corporativas y las autoridades laborales.

En síntesis, para localizar las experiencias de subordinación-subalternidad e insubordinación-antagonismo en la huelga de Pascual, las herramientas teóricas que utilizamos en nuestro estudio fueron: la experiencia como el puente entre ser social y conciencia social; y la conformación de conciencia de clase como un proceso de subjetivación política multicausal de ruptura de la hegemonía en el centro de trabajo.

Buscamos establecer una dimensión diacrónica en la cual periodizamos la atribulada huelga de tres años a partir de sus distintas etapas según la forma central que tomó el antagonismo. Para después pasar a un análisis sincrónico sobre los elementos constitutivos de esa nueva forma de subjetividad: antagonismo frente a los diversos adversarios; autoconciencia de un lugar en la producción; y conjunción de una comunidad solidara (todas ellas sumadas como expresiones propulsoras de las acciones que llevaron a la cooperativa).

 

Experiencia y el triple antagonismo en la huelga de Pascual

 

El 18 de mayo de 1982 inició la huelga en la Planta Norte (Insurgentes 1320) de Refrescos Pascual. Las dos demandas de los trabajadores para parar la producción, fueron: el cumplimiento de un decreto presidencial de marzo de ese año, cuando se designaba el aumento salarial de emergencia de 10, 20, y 30% según el ingreso; y el pago de las utilidades devengadas del año 1981. Este último punto era significativo de las condiciones de trabajo y la vida sindical al interior de la fábrica. 

Refrescos Pascual era una empresa con más de 40 años en el mercado y hacia 1980 ya era la cuarta refresquera más grande del país. Dentro de sus dos fábricas en el Distrito Federal se tenía una planta de casi 3000 trabajadores, la mitad de ellos laboraban en la producción “trabajadores del interior” les llamaban– y la otra mitad era personal de ventas – “trabajadores del exterior” (Leyva, 1989: 23).[11] Las mujeres dentro de la empresa privada eran una minoría que no superaba el 7% de la población y se encontraban sobre todo en labores administrativas.[12]

Había cuatro tipos de trabajadores en la empresa, con relaciones contractuales distintas: 1) trabajadores de base; 2) trabajadores eventuales; 3) obreros a destajo (sobre todo en la estiba, acarreo de fruta y acomodo de envases) y personal de confianza entre supervisores; 4) jefes de departamento y puestos altos en las labores administrativas (Leyva, 1989: 27). Los procesos productivos con maquinaria más moderna y automatizada se encontraban en Planta Norte, mientras que en Planta Sur estaban más rezagados. Dentro del proceso de trabajo había tres turnos para los trabajadores del interior, aunque generalmente los hacían trabajar tiempos extra que no eran remunerados conforme a la ley, además eran sometidos a duros controles por parte de los supervisores (Taibo II, 1987: 10). En cuanto a los trabajadores del exterior, los vendedores y asistentes de ventas, se veían presionados porque la administración empalmaba zonas de venta para hacerlos competir entre sí por las comisiones y sólo destinaba a un asistente por unidad de reparto cuando lo usual en otras refresqueras era tener dos.  Estas condiciones de trabajo, bajos salarios y ausencia de una auténtica vida sindical fueron denunciadas en intentos anteriores de movilizaciones en 1951, 1955, 1976 y 1979 de las cuales no brindamos mayor información por cuestiones de espacio.

 

La huelga y sus etapas

 

La huelga de Pascual de 1982 duró casi 1000 días antes de que sus trabajadores pudieran reiniciar los trabajos como una sociedad cooperativa. Los huelguistas tuvieron que sortear ataques patronales, desalojo de sus campamentos y guardias; decenas de marchas hacia recintos gubernamentales, “tortuguismo” de las autoridades de la Secretaría del Trabajo; y meses enteros sin percibir salario alguno. El momento más dramático que vivieron fue la ruptura violenta de la huelga el 31 de mayo de 1982 por la cual el patrón Jiménez nunca fue castigado (bajo una presunta complicidad con la Policía de la Ciudad de México y la Dirección Federal de Seguridad famosas por su actuación en la conocida como Guerra sucia contra las guerrillas y militancias de izquierda de esos años). Según los ritmos de lucha y antagonismo hegemónico que se dieron en la huelga entre mayo de 1982 y noviembre de 1985, podemos distinguir las siguientes fases del conflicto.

1)                 Antagonismo frente al patrón desde mayo de 1982. Aunque se dio durante toda la huelga, emergió con gran fuerza en la preparación e inicio de los paros de labores en mayo de 1982. Y cobró relevancia tras el asesinato de los dos trabajadores generando una gran indignación entre los trabajadores al ser la ruptura de la huelga comandada por el mismo patrón. También por la diferenciación rotunda entre los trabajadores que se sumaron a los paros de labores y los que se mantuvieron fieles a la empresa, denominados “esquiroles” por sus mismos excompañeros de trabajo. El antagonismo frente a Rafael Jiménez nunca estuvo ausente, sin embargo, otros sujetos aparecieron en el horizonte de lucha de los trabajadores. También tuvo efecto en el desarrollo de la huelga el alejamiento de Jiménez del conflicto, debido a una orden de aprehensión nunca cumplida por los asesinatos del 31 de mayo.

2)                 Antagonismo frente al sindicalismo corporativo entre junio de 1982-mayo de 1983. Los trabajadores de Pascual tuvieron que enfrentar a tres sindicatos que obstaculizaron el cumplimiento de sus demandas. En primer lugar, el sindicato servil a la gerencia de Refrescos Pascual, afiliado a la CTM y comandado por Edmundo Estrada, el cual en voz de los propios huelguistas jugaba una función de “máscara” sin ningún tipo de auténtica vida sindical; éste nunca llevó una representación democrática de sus afiliados, a quienes sólo requería para el descuento de las cuotas sindicales. El “sindicato Estrada” hizo su irrupción en el conflicto como parte de los golpeadores que rompieron el paro del 31 de mayo. Conforme los trabajadores se fueron organizando y la huelga desarrollándose, Estrada y los suyos desaparecieron del conflicto, posiblemente por el temor a recibir castigos penales debido al ataque.

Acto seguido, y conforme la huelga cobró mayor alcance mediático, el dirigente perpetuo de la CTM –Fidel Velázquez– atrajo el caso, ofreciendo a los trabajadores la rápida solución de sus demandas si se afiliaban al Sindicato Nacional de la Industria Refresquera (SNIR) comandado por Armando Neyra Chávez.[13] Aunque en un primer momento parecía que el conflicto se resolvería bajo un acuerdo firmado por las partes en JFCyA, el cual posibilitó un breve regreso al trabajo en septiembre de 1982. La paz laboral en la empresa duró poco debido a la intención de Neyra por suplantar a los trabajadores para decidir las nuevas condiciones de trabajo y firmar con la empresa un nuevo Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) a espaldas de sus agremiados. La disputa se agudizó porque los trabajadores de Pascual eran asesorados por el PMT, en especial por su secretario nacional de organización obrera, Demetrio Vallejo Martínez, viejo rival de Velázquez desde el conflicto ferrocarrilero en 1958-1959.

El cúmulo de tensiones llevó a un enfrentamiento abierto entre los trabajadores y Neyra por la disputa de la representación sindical y el CCT. Por ende, los trabajadores tuvieron que buscar una nueva afiliación en el Sindicato Nacional de Trabajadores y Empleados en la Industria Cervecera, de Aguas Gaseosas, de Alimentos Envasados, su Distribución, Similares y Conexas, cuyo secretario general era Felipe González Velázquez, afiliado a la CROC. A finales de enero de 1983, después de que los trabajadores de Pascual ocuparon el séptimo piso de la JFCyA exigiendo conocer el CCT y un nuevo acuerdo, la CROC desistió de la demanda por la titularidad sindical en Refrescos Pascual.

A los trabajadores de Pascual no les quedó más remedio que mudar otra vez de representación sindical, esa ocasión fue la definitiva. Se afiliaron al Sindicato Benito Juárez de la industria refresquera, también parte de la CROC, pero bajo una dirección sindical local respetuosa de los procesos democráticos en su interior. Así lo garantizaba una experiencia previa en Sidral Mundet-Garci Crespo. De esta manera durante su huelga, los trabajadores de Pascual pasaron por cuatro representaciones sindicales distintas, siempre a la búsqueda de una democrática que buscase coadyuvar a favor de sus demandas y no antepusiera los intereses cupulares y acuerdos corporativos. Estos hechos dieron pie a que se constituyera un antagonismo contra los “charros”.

El primer conflicto contra el charrismo sindical comenzó después de la represión patronal. Al poco tiempo Neyra Chávez había firmado las cláusulas de un nuevo CCT a espaldas de los trabajadores. Al aceptar este nuevo pacto como representación sindical todos los huelguistas estaban legalmente despedidos sin indemnización alguna. Por lo cual el primer conflicto de los trabajadores de Pascual fue reclamar una representación sindical legítima por fuera de la CTM y después de la CROC Nacional hasta llegar a la representación del Sindicato que representaba a Sidral Mundet en Puebla. Este proceso duró poco más de un año e implicó confrontarse directamente con el sistema corporativo mexicano y hasta correr a gritos a Fidel Velásquez del propio auditorio de la CTM.

3)                 Antagonismo frente al Estado, acentuada desde junio de 1983 hasta noviembre de 1984. Los trabajadores de Pascual durante su huelga se enfrentaron a las autoridades laborales y políticas del país. Si bien la confrontación se gestó desde el principio del paro de labores. Por ejemplo, la actitud cómplice de la policía capitalina para socorrer a Rafael Jiménez el 1 de junio de 1982 al escoltarlo fuera de la Planta Sur en la cual había irrumpido violentamente o las varias marchas que el cuerpo de granaderos no dejó pasar hacia Los Pinos donde los trabajadores buscaban pedir al presidente su intervención para solucionar el conflicto.[14] Este antagonismo se dilató durante los largos meses de espera y burocracia que los trabajadores resistieron antes de que vieran un fallo del conflicto laboral a su favor.  

Después de adjudicarse la titularidad del CCT, los Patos tuvieron que enfrentar un largo proceso de impugnación por parte de la empresa a cargo de Olivia Jiménez, hija del patrón prófugo. En marzo de 1983, O. Jiménez se declaró en bancarrota, intentando un lock out patronal para tener una forma de despido justificado contra los casi 1300 trabajadores que permanecían en huelga. Sin embargo, un cambio en la política nacional alteraría las condiciones institucionales en las que se desarrolló el conflicto.

El 1 de diciembre de 1982 comenzó el primer sexenio abiertamente neoliberal en México. Paradójicamente, este cambio favoreció a la resolución del conflicto en favor de los trabajadores de Pascual. Al modificarse la administración estatal, Rafael Jiménez perdió sus contactos políticos; el bloque nacionalista en el poder hasta ese momento, fue poco a poco relevado de las instituciones federales y locales. Se rumoraba que el patrón de la Pascual era compadre del expresidente Echeverría (se tiene documentado que cursaron la universidad juntos).

En los próximos 6 meses a la sucesión presidencial de 1982, y tras la ocupación de la JFCyA, los trabajadores recibieron la titularidad del CCT y la resolución de procedencia para sus demandas laborales contra Refrescos Pascual. Las autoridades decretaron —por las deudas con los trabajadores que accedían a casi 1300 millones de pesos por indemnizaciones, aguinaldos devengados y sueldos caídos— el embargo de la empresa. En julio de 1984 los bienes se remataron como unidad industrial, los huelguistas fueron los primeros que aceptaron dicha oferta para convertirse en dueños legales de las marcas, patentes, instalaciones y herramientas de trabajo de Refrescos Pascual.

Si bien hasta este momento pudiésemos mencionar que el antagonismo frente a las autoridades ocurrió durante la presidencia de José López Portillo, al pasar los meses, se demostró que éste también pervivió contra sus sucesores. En los albores de la asamblea general en la que se votó constituirse como cooperativa, los trabajadores de Pascual recibieron una llamada del presidente Miguel De la Madrid (1982-1988), quien aseguró los apoyaría en caso de que decidieran esa opción.[15] Los huelguistas decidieron constituirse en cooperativa, pero la ayuda prometida por el presidente nunca llegó. Lo único que hicieron fue un estudio de factibilidad, vía el Fondo Nacional de Estudios y Proyectos (Fosoc, 1984), el cual mandataba a los nuevos cooperativistas: despedir a la mitad de los trabajadores, desaparecer la línea de producción de botella y contratar administradores especializados si querían que la empresa pudiese volver a producir (Fosoc, 1985). Los trabajadores no aceptaron dicha sugerencia, buscaron dinero por los conductos de la solidaridad de clase y regresaron a trabajar como cooperativa en agosto de 1985, tres años después de que comenzaron esa odisea que llamaron movimiento de huelga.

 

La conciencia de clase en sus cuatro formas de experiencia durante la huelga

 

Después de haber presentado el desarrollo de la huelga que llevó a que los trabajadores de Pascual fueran declarados como los legítimos dueños de los medios de producción (fábricas, marcas, patentes y herramientas de trabajo) de la empresa Refrescos Pascual y las formas de antagonismo que tomó su movimiento, ahora analizaremos cómo entre ellos se conformó una conciencia de clase que los impulsó para formas la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual. Al llegar a este punto conviene recordar algunos aspectos teóricos que nos llevaron a delimitar a la experiencia y la conciencia de clase como elementos fundamentales para entender la gestación de la SCTP. Siguiendo a E.P. Thompson, planteamos que es a partir de la “experiencia” misma que se conforma “la conciencia de clase” entendida esta como el ordenamiento subjetivo específico de prácticas, valores y funciones auto asumidas por un grupo de trabajadores que comparten condiciones materiales, experiencias y un lugar en la producción; además se ven a sí mismos como parte de una comunidad unida frente a actores antagónicos quienes termina configurándose en su imaginario como otra clase social.

Para ubicar al fenómeno de conformación de conciencia de clase, marcamos dos características que vienen implícitas en la idea anterior: corresponde a un fenómeno colectivo y ubicado en una temporalidad específica y, por tanto, verificable históricamente. En esa medida, delimitamos el momento cardinal de la constitución de la conformación de conciencia de clase entre los Patos, ya que ésta no se dio homogéneamente durante los casi tres años que duró el conflicto laboral, sino en un momento mucho más acotado y, que después fue desarrollándose y adquiriendo nuevos contornos. Para hacer esta delimitación conviene recordar lo planteado por Modonesi a partir de la tríada experiencia de subordinación, experiencia de antagonismo y experiencia de autonomía (Modonesi, 2010). En el pasaje entre subordinación y antagonismo, ahí es donde se localiza la conformación de conciencia de clase. Este pasaje va del consentimiento al statu quo y por ende al ejercicio de dominación -con mayor o menor nivel de impugnación por parte de los subalternos- al abierto desacato de las reglas establecidas y a la autoridad que el dominador ejercía sobre el dominado. Es el momento de ruptura de la hegemonía en el sentido gramsciano del término; el momento en que el sentido común y las certezas preestablecidas en la relación social se resquebrajan.

En el caso de Pascual, ese momento tiene que ver con el paro de labores del 18 de mayo de 1982. Sin embargo, al parar por primera vez la producción no se resquebrajan todos los consensos ni se conforma una subjetividad política alternativa. Proponemos que el momento de conformación de conciencia de clase entre los trabajadores de Pascual se da pocos días antes del primer paro de labores hasta los primeros días de junio de 1982. El asesor del PMT, Raúl Pedraza, tiene un balance parecido como partícipe directo de esos acontecimientos.

 

[...] cuando se inicia todo ese movimiento, que ya hemos platicado... hay como un stand by, vamos a llamarlo así, después cuando la gente decide que van hasta lo que caiga. En esa parte del dieciocho hasta el veintidós, es como un round de sombra, ese sería como nombre de capítulo. ¿Sabes por qué? Porque primero el dueño está esperando [...] como no resuelve el asunto, dijo, me voy a esperar tres días y luego los despido. Como la gente dice: “chingas a tu madre, dice y ahora qué hago cabrón”. Tons, del dieciocho, tres días después, éste es un round de sombras, hasta el treinta, y te voy a decir por qué. Veintinueve, treinta, de mayo. Por eso te digo que todo Pascual es un mes, todo un mes.[16] 

 

Mayo de 1982 sin duda es clave por varios motivos. Después del tercer día de paro, al no estar avalada como una huelga legalmente constituida por las autoridades laborales, Jiménez podía decretar el despido justificado de todos los trabajadores en paro. Es en ese momento, no antes, cuando el movimiento de Pascual adquiere su dimensión colectiva; los trabajadores en paro asumen que sólo sí se mantienen juntos pueden evitar el despido. Se podría argüir que desde que suspendieron labores el 18 esta situación ya estaba dada, sin embargo, los propios trabajadores explican que había poca claridad en los objetivos del paro en ese primer momento, y que muchos de ellos tenían interés en cosas mucho más inmediatas. Así lo recuerda Margarito González:

 

[...] Yo el primer día llegué y observé, con mi mochila aquí, a mí ni me importaba, es más ni sabía de qué se trataba, pero ya desde adentro empezaban a trabajar también, pero yo inconsciente cooperé con los empleados del patrón que eran los supervisores, porque yo no... porque a mí no me importaba, ni sabía de qué se trataba, sabes qué quería yo: descansar, palabra, ahí tenía una lana guardada esto no sé qué será, que tarde un mes, un año a mí no me importa, quería dormir.[17]

 

Otros trabajadores expresaron lo mismo en las entrevistas, sobre todo los de ventas quienes tenían los horarios más extenuantes y cargas de trabajo agotadoras.[18] En ese mismo momento, al calor de los acontecimientos, terminó por configurarse el núcleo duro del antagonismo de los trabajadores contra su ex patrón. Sin duda esto ocurrió después de la represión del 31 de mayo. Cuando hablamos de núcleo del antagonismo, planteamos ese momento cuando los trabajadores asumen que los intereses entre ambos actores no son reconciliables. Tal vez, la entrevista que representó más nítidamente este sentimiento de agravio fue, paradójicamente, Doña Carmelita (Ofelia del Carmen García Hernández), esposa de un trabajador, Maurilio Villa, y familiar de Álvaro Hernández García, dice:

 

Te van a golpear, no me importa que me golpeen ¿y sí te matan? Que me maten bien matada, pero yo estoy defendiendo la derramada de sangre de mi hermano Álvaro Hernández García. Yo no ando levantando falsos, y no ando levantando cualquier cosa que me digan, ando en lo que ando, y a mí me duele, al que no le duele, pues no le duele, pero así a mí me duele. Y si me matan, que me maten, y si me salen yo les doy en la madre, porque yo no voy a quedar conforme. Saben que, yo ando en venganza, en venganza.[19] 

 

El asesinato de Álvaro Hernández y Jacobo Concepción García fue uno de los elementos fundamentales para entender el triunfo de los trabajadores de Refrescos Pascual. No sólo por los efectos mediáticos sino también por cómo solidificó y hermanó los lazos entre el resto de trabajadores en huelga; sentimiento inversamente proporcional al desprecio que les causó el enemigo patronal encarnado en la figura de Rafael Jiménez.

 

Bueno ese día sabíamos que Rafael Jiménez iba a romper la huelga, sí lo sabíamos, y porque, además, donde se esperaba, nosotros lo estábamos esperando en Planta Norte, en valla, igual que aquí, listos. Recuerdo que estábamos esperando allá, pero la desgracia sucedió aquí. Recuerdo que llegó el difuntito Osnaya, con el que tuve un desafortunado desencuentro, llegó llorando a Planta norte, que había llegado Rafael Jiménez con los esquiroles, rompió la huelga y que había matado a dos compañeros. Ahí fue cuando dije, ya basta. […] Pues con un gran sentimiento de tristeza y coraje contra el patrón, y ahí todos reaccionamos con un pesar, y una rabia, todos muy molestos; ahí fue cuando yo dije: pues ya basta. Me dispuse más a participar.[20] 

 

Aunque las coordenadas de la conciencia de clase ya estaban trazadas en lo fundamental entre los paristas de la Pascual, los hechos fundacionales del movimiento sólo fueron el arranque para una configuración más amplia y compleja. Si bien mencionábamos que la conceptualización que tenemos sobre “conciencia de clase” es relacional y procesual, esto significa que en ningún momento las subjetividades se mantuvieron estáticas, sino que fueron punto de anclaje para interpretar los nuevos acontecimientos que tuvieron que enfrentar, esta se definió y redefinió. Aquí los 4 componentes subsecuentes que creemos fundamentales tras el proceso iniciado en mayo de 1982 y que podemos reconstruir históricamente.

I) Conciencia de clase como lenguaje y práctica antagónica. En parte ya hemos cubierto el análisis de esta arista de la “conciencia de clase”, al dar cuenta de cómo se constituyó el antagonismo contra el patrón de Refrescos Pascual. Como ya se mencionó, en la huelga de Pascual, por lo menos hemos podido identificar otros dos actores que los trabajadores en huelga consideraron como antagónicos: el gobierno y los “charros” sindicales de la CTM y la CROC.

El gobierno federal desde la represión en Planta Sur, quedó marcado como un colaborador de Jiménez. Esto con mayor razón si recordamos que, como era vox populi entre los obreros de Pascual, el patrón tenía importantes vínculos con las altas esferas de la política nacional. Entre ellos se rumoraba que el patrón era compadre del expresidente Echeverría con el cual efectivamente había estudiado. La propia memoria de la represión del 31 de mayo, refleja esta condición de enemistad y desconfianza con el gobierno, por ser cómplice de Rafael Jiménez. El Comité de Esposas, Madres y Hermanas de los trabajadores de Pascual (órgano que se constituyó en el verano de 1982 para apoyar la huelga) compusieron este corrido para hacer difusión de la causa en diversos sindicatos, universidades y plazas públicas, así como para hacerse de recursos y acopio para resistir los largos meses de huelga.

 

Están llorando las huelgas,

herido por un puñal,

lo que nos duele en el alma,

es la huelga de Pascual.

El treinta y uno de mayo mataron a dos compañeros,

y Jiménez anda libre,

y de cómplice el gobierno.

 

Pudimos escuchar este corrido, en voz de Ofelia del Carmen García Hernández cuando la entrevistamos.[21] Por el otro lado, el antagonismo contra el corporativismo de la CTM estaba muy presente, la forma en que creemos su significado tenía mayor trascendencia histórica fue en la oposición Demetrio Vallejo-Fidel Velázquez, como una disputa entre la vertiente corporativa y la democrática de organización de los trabajadores en el país. Pocos tienen esta cuestión tan clara, como Raúl Pedraza, discípulo del originario de El Espinal, Oaxaca.

 

Ahora que estuve en Oaxaca, les comentaba, bueno que conocía a Vallejo, pero les dije: lo que hizo Vallejo, tuvo tres momentos muy importantes: El movimiento ferrocarrilero, PMT y Pascual. Y en Pascual, resolvió toda la estrategia, con los ferrocarrileros lo derrotaron, otro conflicto más grande evidentemente [Fidel Velázquez]. Cuando sucede lo de Pascual, dice: “Aquí no me la ganan cabrones, aquí no me la ganan”. Entonces él siempre estaba al pendiente. ¿Sabes que se encabronaba? Que no le informáramos, día a día, está pasando esto, está pasando lo otro. Anduvimos en lugares, como en unos quince o veinte lugares diferentes. Porque él pensaba que alguien nos estaba buscando, supongo que sí. Yo decía, bueno a mí nadie me anda siguiendo. Pero él decía, no, no, no.[22]

 

El punto de la lucha contra el charrismo sindical también nos demuestra la singularidad de cada una de las experiencias entre los trabajadores. El antagonismo de los trabajadores de Pascual hacia los sindicatos corporativos y de protección, no se basaba en consignas sino en la propia experiencia que les dictaba que la CTM, tanto en el sindicato de Estrada como el de Neyra Chávez o la CROC nacional, los habían engañado y querido utilizar, mientras que otros que en el  papel aparecerían como charros -la CROC, en su variante del Sindicato Benito Juárez de Puebla- tuvo un papel importante para que obtuvieran su cooperativa según sus propias palabras.[23]

II) Conciencia de clase como enunciación de un lugar en la producción. Otro punto que resulta muy interesante, aunque de apreciación más sutil que la construcción de antagonismo, es la forma en que los trabajadores de Pascual resignificaron su lugar en la producción a partir de la huelga. En la ausencia de trabajo, se empoderaron y reconocieron su labor crucial en él. Los mecanismos para llegar a esta deducción son diversos, la primera surge también, por analogía con el papel que tenía el patrón al explotar la fuerza de trabajo sin mayor regulación y reprimir. Por ejemplo, cuando hay una idea clara de qué significa la explotación de la fuerza de trabajo y la extracción de plusvalía: “Como un pinche patrón ya se hizo rico el muy cabrón, agarró el cuchillo y exprimió la naranja y botó la cáscara, así quiere hacer con los trabajadores”.[24]

Otra forma de reivindicar su lugar en la producción como trabajadores, se dio a partir de mostrar que en su condición tenían derecho a un trato justo y un trabajo digno. Como afirman en uno de los volantes que repartieron después de haber ocupado el Séptimo piso de la JFCyA. Hechos que se relatan en un volante que repartieron:

 

Por este motivo y como único recurso los obreros de “la Pato” tomaron un piso de las oficinas de la Secretaría del Trabajo como único medio para exigir solución a sus demandas. Siguen esperando respuesta.

Por lo anterior se demuestra que:

1) Que los patrones son enemigos irreconciliables de los trabajadores, que explotan y asesinan a los trabajadores.

2) Que es falso que el Estado Mexicano defienda a los trabajadores. Y queda demostrado su esencia represiva y de defensor del capital.

3) Que los obreros organizados pueden arrancarle a los patrones sus demandas usando sus únicas armas: el paro de labores, la huelga y la movilización

¡¡Apoya a los obreros de la Pato Pascual!![25] 

 

Si quedase alguna duda sobre cómo la “conciencia de clase” que cristalizaba entre los trabajadores de Pascual tenía su correlato como sujetos sociales explotados, pero con el poder de parar la producción, basta con recordar un par de sus consignas más vitoreadas: “¡Los obreros de Pascual a Jiménez desterrar!”; “Nosotros producimos por eso exigimos!” videograbadas en un documental que se grabó por el Canal 6 de Julio, La guerra del Pato, durante los primeros meses de huelga (DVD, 1982). O como firmaban muchos de sus volantes y misivas: ¡Si no hay solución, no hay producción![26].

III) Conciencia de clase como representación y práctica de una comunidad solidaria. Tal vez uno de los puntos más bastos y duraderos que tuvo el movimiento de huelga de Pascual fue el sentimiento de comunidad que formó entre sus trabajadores, así como con “el pueblo de México” que les apoyó desde los primeros días haciendo posible mantener una huelga tan prolongada. En primer, el paro de labores y movilización de los Patos, implicó ponerle final al aislamiento y fragmentación que había en Refrescos Pascual producto de las tiránicas condiciones impuestas por Jiménez. Como bien afirma el trabajador Ramiro Salguero:

 

Lo que pasa, es que la relación entre los trabajadores, no había, no había comunicación adentro, y cuando había, ya te expliqué que había una llamada del patrón con un despido, entonces automáticamente no había una comunión. La comunión se da después del treinta y uno de mayo, que es otro hecho poquito fuerte, que es donde se da la comunión de la mayoría de los trabajadores [...].[27]

 

Otro momento importante para la construcción de un sentido de comunidad entre los trabajadores de Pascual, fue la formación y confluencia con el Comité de Esposas, Madres y Hermanas de los Trabajadores de Pascual. “La línea dura” como les llamó Paco Taibo II (1984: 33), fue clave para el triunfo de la huelga, no sólo porque abrieron pasó para entrar a una audiencia con los asesores del presidente López Portillo en Los Pinos,[28] o porque pasaron comida a los Patos hacinados en el séptimo piso de la ST por más de una semana; o los innumerables boteos, colectas, obras de teatro y llamados de solidaridad que hicieron. Las mujeres de Pascual fueron fundamentales, en una cosa aparentemente más “simple” pero crucial para que un movimiento triunfe, conservar los núcleos familiares de los trabajadores que sufrían de manera directa los meses sin sueldo ni trabajo. Celina Izquierdo, una de las principales responsables de tan importante experiencia –la cual, aunque no esté tan reconocida como parte del hilo morado que ha conseguido avances en la aún precaria condición de la mujer mexicana – lo recuerda así.

 

Para septiembre de 82, cuando los niños iban a entrar a la escuela, cómo los inscribes, cómo les compras lo inminente, ese era el momento candente que se venía. No, van entrar o no van a entrar a la escuela, porque no tienen condiciones económicas, y bueno, la familia, no solamente las mujeres, la familia entera presionando económicamente para que eso se resolviera y como fuera. Entonces las mujeres y las familias pasaron de ser como la presión y el problema, a resolver en septiembre, y en diciembre pasan de ser, y creo que eso es lo fundamental, de septiembre a diciembre se convierten en el pivote, pasan de ser algo que te está frenando y arrastrando, a ser como un motor, y la cita con las esposas, en principio, que lo veían madres, hermanas, pero el primer llamado fue a las esposas, nos hizo conocer un mundo que ni siquiera preveíamos que estuviera detrás, la respuesta a ese llamado de congregarse frente a la Secretaría del Trabajo, nos hizo conocer por un lado, la presión real que tenían los trabajadores, el número de familias que estaban ahí. Y las hizo conocerse a ellas, y para ellos mismos saber toda la fuerza que estaba contenida, de tal manera que fue un descubrimiento para todos el saber que estaban las mujeres, el papel que estaban dispuestas a jugar, el acompañamiento que estaban dispuestas a hacer, y para ellas también fue un aprendizaje, el convertirse, yo tengo un problema en mi casa porque no tengo recursos económicos, yo puedo ser un motor para que la huelga cambie de condición, y nos vamos juntos hombro a hombro, son el descubrimiento para todos, para la sociedad mexicana [...]. [29] 

 

A su manera, los trabajadores en huelga construyeron lo que Rafael Jiménez -y que él mismo nombraba como la “gran familia Pascual”- no pudo mantener dentro de la empresa: una familia unida y hermanada por un objetivo común. Durante esos años de movilización se fue gestando una cultura urbana, muy defeña, propia de los trabajadores de Pascual en resistencia: el corrido de Pascual de los hermanos Padilla; las carreras de solidaridad presididas por Super barrio tras el sismo del 19 de septiembre de 1985; la posterior donación de obras de la plástica mexicana –organizada por la ex miss Bolivia y compañera solidaria con Pascual, Ingrid Koester–; Demetrio Vallejo y lo que quedaba de la “Insurgencia Sindical” apostando sus fichas a la huelga de Pascual; las marchas independientes del primero de mayo teniéndolos como oradores principales durante tres años consecutivos (1982, 1984 y 1985) y, sobre todo, la figura del trabajador en el camión, el metro y la plaza pública  pidiendo solidaridad con su bote en mano, cambiándola por información sobre los avatares de su lucha. Sin lugar a dudas los “boteos” de los Patos fueron una parte fundamental para asegurarse la solidaridad de los habitantes de la Ciudad de México, quienes ya veían a los trabajadores de Pascual como parte constitutiva de su caótica ciudad. Ramiro Salguero, boteador estrella de Pascual en palabras de propios compañeros de lucha da cuenta de este acto emblemático de solidaridad.

 

Mira hubo sindicatos, que te lo van a reafirmar o algunos compañeros como Abad, que había una comisión para el sindicato del STUNAM, que nada más llevaban sus costales vacíos, y regresaban con sus costales llenos, eso era cada ocho días, cada ocho días. Entonces así los sindicatos nos apoyaron con víveres. Había sindicatos que acordaron darnos un dinero, cada ocho días, porque lo acordaban en sus asambleas, sindicatos democráticos como el de Euskadi y otros. Nos mandaban cierta cantidad para el apoyo de la huelga. Y hablando del pueblo en general, el pueblo iba a los campamentos, y nos iban a dejar víveres, despensas, cosas, y más en las épocas cuando son, melancólicas, como diciembre, cuando un campamento de huelga está solo, porque mucha gente se va, ahí estuvimos varios diciembres, solos, pero nos sentíamos motivados cuando llegaba gente, y nos llevaban las ollas de café, las bolsas de pan. Eso hablando de la comida, y hablando del boteo, con los compañeros sobrevivieron a base del boteo, llegaban, recuerdo que en la sección de finanzas estaba Jesús Rosas, Alfonso Abundis, Uribe, Don Jesús, que eran del comité de finanzas, y ellos tenían la obligación de tener los suficientes botes, hasta quinientos botes, o mil botes para que todo compañero que quisiera ir a botear, hubiera el bote de huelga. Ese bote, tenía un significado para nosotros, era como nuestra herramienta, nuestra herramienta de trabajo, y tenía que estar ese bote sellado con un sello de la huelga. Algunos compañeros lo violaban, pero entendíamos porque lo violaban.[30]

 

Ese fue el tipo de comunidad, de conciencia compartida que los trabajadores de Pascual construyeron entre ellos, con sus familias, con las organizaciones sindicales, y con los habitantes de la Ciudad de México; solidaridad que les permitió sobrevivir a tres años de movilizaciones y penurias. También fue el camino que pavimentó su victoria.

IV) Conciencia de clase como una práctica colectiva. Por último, la práctica que llevaron a cabo los trabajadores de Pascual para conformarse como cooperativa condensa ese cúmulo de experiencias que cristalizó en conciencia práctica, en conciencia de clase. Después de mítines, desalojos, balaceras, el asesinato de 2 compañeros, arrestos en los ministerios públicos de toda la ciudad por combatir el producto apócrifo que el patrón insertaba en la ciudad, volanteos, audiencias, peleas contra sindicatos blancos y charros, contra un patrón esquizoide y su hija que tomó las riendas de la iniciativa patronal, autoridades laborales retardatarias y amañadas; después de más de mil días de no tener certeza sobre qué pasaría con su trabajo ni recibir ningún salario, los Patos salieron avantes. Como bien nos comentó Erasto Ensástiga, este fue un curso intensivo de organización para los trabajadores:

 

Mira, si tú armas un grupo y convocas a realizar una cooperativa, difícilmente va a funcionar por la condición humana, por los distintos pensamientos. Pero en una huelga de tres años estábamos probados, tuvimos un curso intensivo, no de licenciatura, no de maestría, ni de doctorado, en organización, lo teníamos salvado eso.[31] 

 

Sin embargo, esas clases no fueron autodidactas, la participación del equipo de asesores del PMT jugó un papel fundamental en orientar, llenar de ánimos y muchas veces, también contener a los trabajadores de Pascual. Sin duda, para su triunfo influyó el cambio de modelo de desarrollo del país, y el desplazamiento del bloque nacionalista en el poder por otro de corte neoliberal; datos importantes pero accesorios porque lo fundamental para que esta oportunidad no se hubiera cristalizado sin el actuar de los propios trabajadores.

Es así como los trabajadores de Pascual conformaron su conciencia de clase como subjetividad política configurada durante la huelga, la tuvieron porque les tocó enfrentar a un patrón encarnizado que les dio motivos de sobra para que lo odiaran, aunque tampoco fue esta la única reacción antagonista que tuvieron. Además, construyeron una relación antagónica con las autoridades que los reprimían constantemente y les negaban la existencia como sindicato, y contra los charros que fueron siempre la primera línea de contención a superar para obtener sus demandas. Su “conciencia de clase” también se proyectó como orgullo por ser trabajador y, a sabiendas de las difíciles condiciones de trabajo de las cuales venían, por la exigencia férrea de que éstas cambiaran. La huelga logró romper las amarras que en los procesos de trabajo dentro de la fábrica los mantenían desunidos y, así, formar una amplia comunidad que los apoyó a cada paso que dieron. Sin duda, fue su propia experiencia -como sindicalistas en huelga- la que los llevó a creer que juntos podían avanzar y la que los colocó en el difícil reto de echar a andar una cooperativa.

 

Anexo. Relación de entrevistas consultadas

Entrevista número

Fecha

Duración

Nombre del entrevistado/ puesto-función

1

27 de noviembre de 2015

2 horas con 19 minutos

Raúl Pedraza / asesor

2

8 de enero de 2016

1 hora con 6 minutos

Ramiro Salguero/ obrero general

3

30 de noviembre de 2015

1 hora con 18 minutos

Cruz Martínez/ Soldador

4

27 de noviembre de 2015

1 hora con 25 minutos

Ofelia del Carmen y Maurilio Villa / Esposa y Aseo

5

13 de febrero de 2016

52 minutos

Celina Izquierdo/ asesora

6

20 de febrero de 2016

1 hora con 7 minutos

Margarito González/ ayudante de ventas

7

2 de marzo de 2016

1 hora con 43 minutos

Filiberto Bucio/ vendedor

8

2 de marzo de 2016

46 minutos

Salvador Torres/ vendedor

9

5 de marzo de 2016

1 hora con 10 minutos

 Abad García/vendedor

10

15 de junio de 2016

53 minutos

Erasto Ensástiga/contabilidad

11

25 de junio de 2016

1 hora con 33 minutos

Socorro Flores/catador de agua

12

27 de junio de 2016

45 minutos

Ricardo Torres Romero/ obrero de línea

 

 

Bibliografía

Anderson, Perry. 2012 [1985]. Teoría, política e historia. Un debate con E.P. Thompson, Siglo XXI, Madrid.

Bautista Páez, Diego. 2016. Los Patos rebeldes. La Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual: experiencia y conciencia de clase (1982-1985), tesis de maestría UAM-Iztapalapa.

Bensaïd, Daniel. 2004. “Alain Badiou y el milagro del Acontecimiento”, traducción Julio Rovelli, Le site de Daniel Bensaid, http://danielbensaid.org/Badiou-y-el-milagro-del?lang=fr. Disponible en mayo 2016.

Collado, Patricia. 2015. “¿Cómo está la clase? Una reflexión sobre antagonismo y conflictividad de los trabajadores”, Herramienta, Año XIX, núm. 57, Buenos Aires, pp. 29-38.

Díaz González, José Eduardo. 1990. Relaciones cooperativas de producción. El caso de la Cooperativa Trabajadores de Pascual, UNAM-FCPyS, Ciudad de México.

Leyva Flores, René. 1989. La relación salud-trabajo. El caso de los trabajadores de la Sociedad Cooperativa Pascual, Colección Modular, UAM Xochimilco, México.

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Modonesi, Massimo. 2010. Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política. Prometeo-CLACSO, Buenos Aires.

Nava Navarro, Araceli. 1994. Relaciones laborales en la Cooperativa de trabajadores Pascual, tesis de licenciatura, Instituto Mora, Ciudad de México.

Pedraza Quintanar, Raúl. 2000. Cronología de la lucha sindical de Refrescos Pascual. Del 18 de mayo al 18 de agosto de 1984: 823 días, Fundación Cultural Trabajadores de Pascual y del Arte A.C., Ciudad de México.

Rendueles, César. 2013. Sociofobia. El cambio político en la era de la utopía digital. Capitan Swing, Madrid.

Taibo II, Paco Ignacio. 1984. Pascual, decimo round, Colección Overol Azul, Universidad Autónoma de Sinaloa/Praxis-Información Obrera, Ciudad de México.

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Thompson, Edward Palmer. 1981 [1978]. Miseria de la teoría, Crítica, Barcelona.

Žižek, Slavoy. 2014. Acontecimiento. Sexto piso, Madrid.

 

 

FECHA DE RECEPCIÓN: 01/7/2023

FECHA DE ACEPTACIÓN: 23/10/2023

 



[1] Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el 1° Congreso Nacional de Estudios de los Movimientos Sociales, 20 de octubre de 2016, Rectoría de la UAM, Ciudad de México. El 15 de junio de 2023 se discutió una versión corregida y aumentada en el seminario Historia de las Trabajadoras(es) organizado por el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS) y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT).

[2] Nombre con el cual la población y las organizaciones sindicales y sociales de la Ciudad de México solidarias con la huelga de los trabajadores de Pascual, nombraron a sus trabajadores. Dicho apelativo se conserva en algunos sectores hasta la actualidad.

[3] Por acontecimiento seguimos a Slavoj Žižek, cuando afirma que es “[...] algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente e interrumpe el curso normal de las cosas [...]” (Žižek, 2014: 16), como un “efecto que parece exceder sus causas”. Sin embargo, no compartimos su idea, heredada del pensador francés Alain Badiou, sobre la condición espontánea e indiscernible del acontecimiento, lo cual lo convierte como principio y fin del acto político posible en la vuelta de siglo. Para una crítica al concepto de acontecimiento en Badiou ver Bensaid 2004.

[4] En México la Ley Federal del Trabajo (LFT) estipula que todas las empresas que registran ganancias frente al sistema fiscal están obligados a darle la parte proporcional que le corresponde a cada uno de sus trabajadores; ésta se conoce como aguinaldo. Además, y como otro derecho laboral estipulado en el artículo 84 de la LFT, el trabajador debe percibir el aguinaldo a finales de cada año fiscal es decir entre los meses de diciembre y febrero.

[5] Demetrio Vallejo Martínez (El Espinal, Oaxaca 1910-Ciudad de México 1985) fue un dirigente sindical mexicano. Desde muy joven participó en la conformación del sindicato ferrocarrilero desde su natal Matías Romero en Oaxaca. En 1958-1959, encabezó la huelga ferrocarrilera que logró paralizar el país durante unos días. Con la intervención militar encargada por el gobierno, Vallejo pasó a ser uno de los presos políticos más conocidos en México. El movimiento estudiantil de 1968 usó su figura para exigir la liberación de todos los presos políticos. Después de sus años de cárcel se dedicó a militar en el PMT, sobre todo en su sección sindical. A partir de ello fue que se vinculó a la huelga de Pascual. Vallejo Martínez murió el 24 de diciembre como diputado federal por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y a pocos días de que los trabajadores de Pascual crean su cooperativa.

[6] El término “charro” se utiliza dentro del movimiento obrero mexicano y en el lenguaje popular, para denominar a los sindicatos y líderes sindicales corporativos plegados al gobierno en turno. Aunque esta categoría fue monopolio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) el cual gobernó ininterrumpidamente hasta el año 2000, con la “llamada transición democrática” el fenómeno del charrismo sindical se expandió a diversos partidos como grupos empresariales y de poder político después de la transición política del año 2000.

[7] La guanábana se llevaba desde plantíos en Colima o Nayarit, el tamarindo desde Guerrero, el mango desde Veracruz, la guayaba de Aguascalientes y la fresa de Irapuato, Guanajuato y Zamora, Michoacán (Memorias de Pascual, 2005: 31). Para ello, existen cooperativistas especializados quienes van a revisar los campos de cada fruta según su temporada de cosecha, verificar sus estándares de calidad, garantizar cierta cantidad de cada una, y pactar los precios con los productores. 

[8] El trabajo completo Los Patos Rebeldes. La Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual: experiencia y conciencia de clase (1982-1985) se puede consultar aquí: http://148.206.53.84/tesiuami/UAMI19043.pdf.

[9] El concepto de subalterno permite centrar la atención en los aspectos subjetivos de la subordinación en un contexto de hegemonía: la experiencia subalterna, es decir, en la incorporación y aceptación relativa de la relación de mando-obediencia y, al mismo tiempo, su contraparte de resistencia y de negociación permanente (Modonesi, 2010: 38).

[10] Modonesi plantea que, para obras posteriores como el Prólogo a la Contribución de la crítica de la economía política y El capital, en las cuales el objetivo era describir el funcionamiento orgánico del capitalismo, el término de antagonismo se asemeja al de contradicción.

[11] Salvador Torres lanza la cifra de 3500 (Torres Cisneros, 1991: 87) sin mayor referencia ni temporal ni documental. Tal vez cuenta los empleos indirectos. En ese sentido hemos descartado el dato, optando por las cifras que se repiten en algunos otros documentos y testimonios y que aparecen como más congruentes con el número de huelguistas y posteriores cooperativistas.

[12] Aunque no contamos con datos verificables sobre un censo por sexo en Refrescos Pascual, se deduce de comprobar la encuesta que Díaz González realizó para la SCTP en sus primeros años, la cual sólo contaba con 75 mujeres (7%) la mayoría de ellas no eran socias (Díaz González, 1991:131).

[13] En 1941 por decreto presidencial, Manuel Ávila Camacho estipuló que en la industria refresquera sólo las empresas de capital mayoritariamente mexicano se podrían dedicar a la fabricación de refrescos. Por añadido, los conflictos laborales de la industria pasaron a ser de competencia federal bajo supervisión de la JFCyA.

[14] Dos veces los trabajadores lograron acceder a la residencia oficial del presidente, una gracias a la intervención de las familiares de los trabajadores, las cuales rompieron la valla de granaderos que impedía el paso. Sin embargo, los secretarios de la presidencia que las atendieron no resolvieron ninguno de los conflictos (Entrevista a Ofelia del Carmen y Maurilio Medina, 27 de noviembre de 2015). La audiencia con el presidente en esos años de autoritarismo priista eran toda una institución.

[15] “Pero me acuerdo que esto lo sacamos antes, porque la CROC nos invitó una vez para ir al Centro Médico Nacional a una visita que iba a hacer el presidente, le decía que le hiciéramos llegar una petición directamente en su mano, de apoyo para abrir la empresa”. Entrevista a Bucio Filiberto, vendedor en Refrescos Pascual y primer presidente de la SCTP, 2 de marzo de 2016 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor.

[16] Entrevista a Raúl Pedraza, asesor del PMT en la huelga de Pascual. Entrevista 27 de noviembre de 2015 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[17] Entrevista a Margarito González, vendedor en Refrescos Pascual y huelguista. 20 de febrero de 2016 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[18] Entrevista a Filiberto Bucio, vendedor en Refrescos Pascual y primer presidente de la SCTP, 2 de marzo de 2016 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor.

[19] Entrevista a Ofelia del Carmen García Hernández y Maurilio Martínez Villa, esposa y trabajador en Refrescos Pascual, ambos involucrados activamente en la huelga de Pascual, realizada el 27 de noviembre de 2015 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[20] Entrevista a Margarito González, vendedor en Refrescos Pascual y huelguista. 20 de febrero de 2016 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[21] Entrevista a Ofelia del Carmen García Hernández y Maurilio Martínez Villa, esposa y trabajador en Refrescos Pascual, ambos involucrados activamente en la huelga de Pascual, realizada el 27 de noviembre de 2015 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[22] Entrevista a Raúl Pedraza, asesor del PMT en la huelga de Pascual. Entrevista 27 de noviembre de 2015 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor.

[23] “Hubo varios medios, al principio hablamos de una asesoría, pero también hubo muchos apoyos, como el caso de que se hubieran tocado las puertas, después de tocar las puertas de la CTM, de la CROC, la fracción no tan obrerista, pero al final nosotros tuvimos la cobertura de un ala muy honesta, muy obrerista, de la CROC a través del sindicato nacional Benito Juárez, que dirigía Alejandro Paredes, y que hoy dirigen otros compañeros.” Entrevista a Salvador Torres, trabajador de ventas y 5º presidente de la SCTP, realizada el 2 de marzo de 2016, en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[24] Entrevista a Ofelia del Carmen García Hernández y Maurilio Martínez Villa, 27 de noviembre de 2015.

[25] Citado en Memorias de Pascual, 1995: 75.

[26] Carta al presidente de México, 25 de mayo de 1982, Citada en Memorias de Pascual, 1995: 29.

[27] Entrevista a Ramiro Salguero, obrero general en Refrescos Pascual, huelguista muy activo y socio cooperativista de la SCTP, realizada el 8 de enero de 2016 en la Ciudad de México. México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[28] “Por eso, estaba la vallota de granaderos, ya viste Carmelita, dice mira granaderos. Cállense por favor vamos a llegar hasta allá, no Carmelita, miren les digo, a eso venimos compañeras. Empezaba yo a regañarlas, entonces ya nos acercamos, yo que agarro, que empiezo a gritar y que me arrimo donde están los granaderos, y que me dicen los granaderos ¿qué quiere aquí? ¿Qué queremos?, que saben ustedes qué queremos, venimos a la marcha por la muerte de Pascual. Aquí se mancharon, y ustedes como son mantenidos del gobierno, están obedeciendo al pinche gobierno. Y me dice el granadero, uno, pues aquí no pueden entrar, claro que sí, aquí ni el piso; el piso es de todo mundo, no es de ustedes, ni mío, es de todo mundo, todo mundo puede pisar este piso donde están. Así es que ahora venimos a buscar al presidente Portillo. Nombre, dice, no aquí no pasan, aquí vamos a pasar porque vamos a pasar [...]”. Entrevista a Ofelia del Carmen García Hernández y Maurilio Martínez Villa, esposa y trabajador en Refrescos Pascual, ambos involucrados activamente en la huelga de Pascual, realizada el 27 de noviembre de 2015 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[29] Entrevista a Celina Izquierdo, asesora del PMT e impulsora del Comité de Madres, Esposas y Hermanas de los trabajadores de Pascual, realizada el 13 de febrero de 2016 en Cancún, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[30] Entrevista a Ramiro Salguero, obrero general en Refrescos Pascual, huelguista muy activo y socio cooperativista de la SCTP, realizada el 8 de enero de 2016 en la Ciudad de México. México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor. 

[31] Entrevista a Erasto Ensástiga, trabajador de contabilidad en Refrescos Pascual y posterior socio cooperativista de la SCTP, realizada el 15 de junio de 2016 en la Ciudad de México, México. Diego Bautista, entrevistador y transcriptor.