Robertini, Camillo. Érase una vez la Fiat en Argentina: una cadena de montaje entre memorias e historias, 1964-1980. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 2022, 264 págs.
El libro “Érase una vez la Fiat en Argentina. Una cadena de montaje entre memorias e historias”, publicado por la colección Pasados Presentes de la editorial Prometeo, es el resultado de la investigación de tesis doctoral de Camillo Robertini, historiador italiano que aborda la comunidad obrera de Fiat Concord entre 1964 y 1980. Su trabajo se enfoca, principalmente, en la planta El Palomar ubicada en la provincia de Buenos Aires, a partir de un heterogéneo corpus documental escrito —archivo de la DIPBA, Fiat Sauce Viejo, AGN, Ejército Argentino, Espacio de la Memoria, Biblioteca Nacional Mariano Moreno— que se encarga de contrastar de forma crítica con su fuente principal que son los testimonios orales de los ex trabajadores de la Fiat, esto le permite analizar de qué forma fueron incorporados los “valores positivos” del trabajo promulgados desde la empresa, que forjaron un sentido común entre sus trabajadores. Este sistema de ideas y sentimientos que operaron en conjunto a otras variables, como la conducción del sindicato en manos de tendencias vandoristas y condiciones materiales de existencia, impactaron en la forma en que los obreros bonaerenses de la Fiat participaron en los conflictos obreros, que tuvieron lugar en la Argentina en las décadas del ‘60 y ‘70, con una acentuada diferencia en la participación y protagonismo de los sindicatos metalmecánicos cordobeses (SITRAC-SITRAM) en el mismo proceso.
Como hemos mencionado anteriormente, las fuentes principales de la investigación son los testimonios obtenidos a partir de distintas entrevistas llevadas a cabo entre los años 2012 y 2019. En este caso, es interesante la importancia que adquirieron las redes sociales. Si bien gran parte de las treinta y tres entrevistas realizadas fueron a través de la metodología “bola de nieve” y llevadas a cabo en coloquios abiertos y espacios de libre diálogo, muchos contactos fueron establecidos a través de un grupo de Facebook creado y mantenido por los ex trabajadores de la Fiat. Este tipo de trabajos nos muestra las potencialidades que presentan las diferentes redes sociales para el oficio del historiador. En este caso podemos notar, al menos, dos. Por un lado, la posibilidad de leer testimonios de carácter voluntario, acceder a fotografías con sus respectivos comentarios y establecer contactos para la realización de las entrevistas, así como también nos permite el análisis en sí mismo del grupo, a través de él podemos observar cómo, a pesar de no ser más empleados de la fábrica, la idea de comunidad o gran familia sigue vigente en ellos, ya que permanecen vinculados a partir de la experiencia común de haber trabajado en la empresa. Por otra parte, el autor nos señala sensaciones de incomodidad, tensión y hasta temor en el momento de realizar las entrevistas con algunos de sus testimonios que formaron parte de las patotas de la derecha peronista, que con cierto tono amenazante demostraron sus vínculos que aún perduran con diversos agentes de inteligencia.
El libro presenta una complejización de la clase obrera durante las décadas del sesenta y setenta: disruptiva desde el punto de vista historiográfico, ya que se encuentra alejada de los vendavales revolucionarios que agitaron el período a nivel global y de la imagen mitológica del obrero heroico que se enfrentó a la dictadura. La clase obrera analizada tiene un carácter en muchos casos conservador, tiene su propia imagen de lo que debe ser un buen trabajador (alejado de la política) y que incluso construyó un consenso acerca de la dictadura militar y la necesidad de volver a un orden que ellos consideraban perdido. Para el abordaje de la comunidad obrera, el autor divide el libro en cinco capítulos. En ellos irá realizando una reconstrucción de los diferentes aspectos de la vida cotidiana en la fábrica, el barrio y como fue experimentada la última dictadura cívico militar.
En el primer capítulo titulado “La Fiat de El Palomar, una fábrica italiana en la Argentina. 1964-1969” realiza una reconstrucción biográfica de los trabajadores, en su mayoría inmigrantes italianos que compartían un universo de valores como el orgullo por el trabajo y la fe en el progreso. Asimismo, remarca cómo estas nociones fueron construidas en un vínculo con la empresa, a partir de la idea de ser parte de una gran familia. La empresa, para ello constituyó un plan de persuasión, donde se buscaba familiarizar a los obreros con el culto a la empresa, la disciplina y funcionamiento. Buscaron construir un “nosotros” a través de diversas herramientas establecidas a partir de la idea de “pacto ético entre trabajo y capital” que impactaron tanto en la vida material como también emocional y simbólica de los trabajadores. Los clubes sociales y deportivos, farmacias y mutuales fueron fundamentales para ello. La vinculación establecida entre las fuentes escritas y las fuentes orales es fundamental, ya que las mismas le permiten observar como los planes establecidos por la fábrica fueron incorporados y se ven reflejados en el discurso propio de los trabajadores.
Luego, en su segundo capítulo aborda los mecanismos de disciplinamiento y control elaborados por la empresa. Para ello señala el proceso de selección de personal y los requisitos que debían cumplir sus trabajadores (dóciles y lo menos politizados posible). La empresa para ello contaba con diversas instancias, no sólo de entrevistas con los aspirantes, sino también todo un proceso de investigación llevado a cabo por agentes especiales y el aparato represivo del estado, lo que permite dilucidar los vínculos establecidos entre la empresa italiana y los diferentes gobiernos militares y democráticos. Una vez que eran aceptados, comenzaba a operar un régimen simbólico y material de disciplinamiento. El objetivo establecido, era promover un sentido común donde la disciplina no fuera ajena a su realidad y se produjera una adhesión acrítica de los modelos de comportamiento, para ello se llevaba a cabo un control total de los cuerpos durante la jornada laboral e incluso del tiempo libre.
Desde una visión paternalista y pedagógica, se organizaba el ocio desde la empresa y no desde los sindicatos peronistas, es así que la empresa desde su club social hacía partícipes a sus obreros de diversas actividades sociales y deportivas. Los mismos cumplieron un rol fundamental en la construcción de una comunidad cohesionada, entendida como una “gran familia” lo que generó una memoria positiva por parte de los obreros. A partir de estos mecanismos, sumado a la jerarquización laboral distinguida por la vestimenta, la continua publicidad dentro de la fábrica a través de los altoparlantes y su revista “nosotros”, se instaló no sólo la disciplina laboral, sino que también se construyó un sentido común, una moral, un imaginario de una identidad obrera masculina de los trabajadores de la Concord, “ya que ser obrero de Fiat era adherir o, al menos adaptarse, al sistema normativo y moralizador propuesto por la empresa” (Robertini, 2022, p. 82).
En el capítulo tres, “Los años setenta: el sindicato, la fábrica y el barrio obrero. 1969-1976”, establece las diferencias producidas entre la fábrica porteña y su hermana cordobesa que fue el núcleo de radicalización política y protagonista durante el Cordobazo. Para poder comprender las diferencias entre ambas fábricas, el autor le presta atención a diversos factores materiales pero también culturales como el entramado urbano de ambas ciudades, el paternalismo industrial que generó oposición en Córdoba pero asimilación en Buenos Aires y la estructura sindical con una condición católica y anticomunista que se constituyó afín a los intereses de la empresa y que posteriormente fue incorporada a la UOM de conducción vandorista. Sin embargo, la fábrica de Fiat El Palomar no fue una isla aislada del contexto nacional de fines de la década del '60. Dentro de ella, también se produjo un aumento —relativo— de la conflictividad obrero-sindical que, como bien señalamos anteriormente, tuvo su epicentro en Córdoba (SITRAC-SITRAM). Los protagonistas de estas protestas fueron quiénes eran considerados (por el colectivo de obreros de El Palomar) como malos trabajadores (izquierdistas). Dentro de la planta, las tendencias más izquierdistas y combativas fueron controladas a partir de las patotas sindicales de la UOM, la policía y la empresa. En ese sentido, analiza cómo la violencia característica del período fue penetrando en la fábrica y como la experimentaron sus obreros, interpretándola con el fin la época dorada de la Concord.
En el siguiente capítulo del libro, se introduce en el período de la última dictadura militar, la relación de Fiat no solo como una fuerte animadora del golpe, sino también como partícipe necesaria en el secuestro y asesinato de 14 obreros de El Palomar, a partir de la confección de la lista de agitadores confeccionadas por el jefe de personal y el sindicato.
Asimismo, analiza las formas en que la clase obrera construyó su visión de la dictadura y la represión estatal, teniendo en cuenta que formaban parte de una cultura atravesada por una educación nacional, la moral cristiana, los discursos familiares cuyo sentido común lograba que compartan la idea de necesidad de restablecer la disciplina perdida.
Allí es cuando, se hace tangible como el imaginario del "buen trabajador", del obrero común y corriente construido por la empresa permeó los cuerpos y las mentalidades de los trabajadores de la FIAT logrando así una posición hegemónica del comportamiento que debía tener un obrero, este debía ser un padre de familia, católico y aceptar pasivamente las políticas. Esta cosmovisión permitió establecer una legitimidad de la dictadura frente a quienes eran desaparecidos, ya que si el Estado —aunque fuera de forma clandestina— había actuado frente a ellos, era porque formaban parte de un “otro” que era representado por el “mal trabajador”.
Las memorias se presentan de forma dual, por un lado, el cambio producido en la vida y la forma de relacionarse a partir de la dictadura, la militarización de la fábrica, el aumento de los controles y la disciplina y por otro la fábrica como lugar feliz, aislada de los conflictos políticos.
Finalmente, el último capítulo está destinado a interpretar la vida cotidiana en la fábrica en el contexto de dictadura y como el relato de los ex trabajadores acerca del trabajo es una evasión de la realidad dominada por el uso arbitrario de la violencia.
Allí se reconstruye la monotonía de las actividades realizadas que generan una perspectiva atemporal, los peligros de dichas actividades que fueron formadoras de una identidad masculina y como las quejas realizadas no eran una crítica al sistema de explotación y la toma de conciencia de ello, sino que evocaban a su propia habilidad técnica y forjar la noción de “machos que se la bancan”. Siendo esta experiencia fundamental para moldear la idea de hombres comunes y corrientes que gracias a ello pudieron vivir una vida sin sobresaltos y con un buen estándar de vida, al menos, en términos económicos.
Por último, nos muestra cómo el proyecto corporativista de fábrica que habían consolidado los italianos, se vio interrumpido en la década del ‘80 con la fusión en Argentina de Peugeot-Citröen y Fiat (SEVEL). La llegada de “los franceses”, es vivenciado por los ex trabajadores como trauma, ya que significó la ruptura de “la comunidad-gran familia”, la pérdida total de los valores de la empresa y el ingreso de la flexibilización laboral, las cesantías y despidos.
En resumen, el trabajo realizado por Camillo Robertini es un interesante aporte desde varias perspectivas. Por un lado, nos propone comenzar a complejizar nuestra mirada acerca del movimiento obrero, teniendo en cuenta a los sectores de los trabajadores que se mantuvieron relativamente al margen de los conflictos del período e incluso tuvieron una visión negativa del proceso. Por otro lado, profundizar la reconstrucción de la vida cotidiana en la fábrica y las memorias al respecto de esa experiencia, cómo operó la disciplina desde la empresa y cómo se produjo esa incorporación por parte de los trabajadores con sus adhesiones y resistencias.
Francisco Santillán
Centro de Estudios Históricos (CEHis) - Universidad Nacional de Mar del Plata