La volanteada. Narración de un estudiante baleado bajo la dictadura de la ‘Revolución Argentina’ (Córdoba, agosto de 1966).

 

The leaflet. Narration of a student shot under the dictatorship of the ‘Argentine Revolution’ (Córdoba, August 1966).

 

Juan Ignacio González

 

Proyecto Historia Oral,

             Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades,    Universidad Nacional de Córdoba,

                                                                                                        ignacio_gonzalez@id.uff.br

 

 

               Resumen

El presente trabajo se propone, a partir de una narración de un estudiante, abordar el proceso de politización de los sujetos involucrados. Dadas las características de la ciudad de Córdoba, y bajo el imperio de un gobierno de facto, se propone, además, advertir cómo intervinieron las fuerzas represivas, desde la irrupción en los espacios, para la conformación de las identidades políticas de los estudiantes. Por lo tanto, con origen en un relato individual, se procura acceder a claves de lectura y aspectos de la trama colectiva en el período indicado. En el desarrollo de los acontecimientos, los estudiantes habrían adquirido rápidamente, con base en sus discusiones previas, marcos de acción y herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. Apelando a la historia oral, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y colectivas, en contextos de alta politización.

Palabras clave: estudiantes, política, dictadura, identidades políticas

 

 Abstract

 

The aim of this work is to address the politicization process of the subjects involved in it, from the narration of a student. Given Córdoba city’s characteristics, and under a de facto government, it also has the purpose of remarking how repressive forces intervened, since the irruption in the spaces, in the shaping of the students’ political identities. Therefore, having an individual story for its origin, it tries to obtain approaches and aspects of the collective plot in the period mentioned. During the events, and based on their previous discussions, students must have quickly acquired frames of action

 

and new tools to face dictatorship. By resorting to oral history, we propose to immerse ourselves in a specific atmosphere to highlight the processes that are in the center of individual and collective experiences, in high politicization contexts.

Keywords: Students, Politics, Dictatorship, Political identities

 

 

 

 

Todas mis potencias entraban en esa tarea,

que era más que una simple traducción,

era -la vi mucho después-

el cambio de un hombre por otro hombre.

 

Rodolfo Walsh, nota al pie

 

 

Introducción

 

El 28 de junio de 1966 irrumpió una dictadura civil-militar en la Argentina, producto de un Golpe de estado a cargo de las Fuerzas Armadas. Un mes después, la dictadura intervino en las Universidades, donde no solo fueron expulsados profesores y desmantelado su reciente sistema científico, sino también se prohibió la actividad estudiantil dentro de las instituciones. El objetivo de anular la política para los estudiantes proponía silenciar ese espacio de formación, debido a los amplios debates que se daban en su seno. La autonomía que gozaban las Universidades mantuvo esos espacios fuera de la órbita natural de la política partidaria, cercenada y vigilada desde 1956, y clausurada definitivamente desde el inicio del Golpe, del 28 de junio. Los estudiantes universitarios se vieron rápidamente afectados, y mientras algunas agrupaciones centraron sus objeciones en los funcionarios civiles del régimen de facto; todas tenían, sin embargo, plena conciencia de los tiempos de retroceso que se avecinaban para las Universidades y las ideas de la Reforma universitaria (1918). En Córdoba, durante el segundo semestre de 1966, aunaron la pérdida de una práctica democrática, la intromisión en el espacio propio y la virulencia de los ataques de la dictadura, sin distinciones, contra la militancia estudiantil. Por ello, se desataron una infinidad de pequeñas agrupaciones que se lanzaron a la acción. Una de ellas, resultó el Movimiento de Unidad Reformista (MUR), agrupación de estudiantes con mayor presencia dentro de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y con raíces en el Partido Comunista (PC) cordobés. El trabajo gremial y político, tomó nueva dimensión con la implantación del Golpe, y fruto de su perseverancia se consolidaron entre las agrupaciones de mayor convocatoria. Finalmente, en 1968, alcanzaron a la presidencia de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y condujeron las acciones del mayo cordobés, durante 1969, en estrecha colaboración con el movimiento obrero organizado.

El presente trabajo se enmarca en un estudio sobre el proceso de politización de los estudiantes universitarios que actuaron en Córdoba desde la irrupción del Golpe de estado, del 28 de junio de 1966, hasta las jornadas del Cordobazo, los días 29 y 30 de mayo de 1969. El objeto es advertir sobre la conformación de sus identidades políticas, en sus desarrollos propios, y en disputa de los espacios con las fuerzas represivas. Conjeturamos que, en el desarrollo de los acontecimientos, los estudiantes habrían adquirido vertiginosamente, debido a sus marcos políticos de referencia originales, modalidades de acción y herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. La metodología que empleamos para aproximarnos a nuestro objeto de estudio es el recurso a la historia oral (Meihy, 2008; Pozzi, 2016). Por su intermedio, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y colectivas, en contextos de intensa politización. Apelamos, en este escrito, a un narrador, estudiante de Medicina en 1966 y militante del MUR, quien resultó ser el primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar a cargo del Gral. Carlos Onganía. La selección de este sujeto, para el estudio de su caso, se funda en su significación, por el carácter singular de su existencia (Benadiba y Plotinsky, 2005). Bajo el supuesto que puede ofrecernos una mirada a un contexto particular al que no puede accederse por otras fuentes históricas, o que estas fuentes no alcanzan a abarcar la riqueza de las experiencias del período en el que estas identidades políticas se consolidaron como contestatarias.

La presentación en dos secciones, un formato de exposición, forma parte de la propuesta de ofrecer la voz del narrador en primer plano, y un análisis en segundo plano. Acontecimientos del período se encuentran tratados profusamente por la literatura académica (v.gr. Brennan, 1996; Gordillo,1999; Tcach, 2012). Aquí, apelamos a una aproximación alterna, ya que la historia está, también, conformada por aquello que las personas pensaron, sintieron, experimentaron e imaginaron; y, para el caso, por el modo en que ellas narran sus experiencias (Portelli, 2010; Jablonka, 2016; Meretoja y Davis, 2018).

 

I

Juan Ignacio- Bueno Alberto, cuénteme más o menos en qué año llega a la universidad y por qué se decide estudiar en la universidad, ¿a qué viene a Córdoba?[1]

Alberto- Por supuesto (…) con el grupo de compañeros del secundario, era sabido que teníamos que estudiar, era sabido que había que irse a Córdoba, a Tucumán o a La Plata, los que pudieran (…) a estudiar (…) la decisión de la mayoría de mi grupo fue a Córdoba, porque era más cercano a nosotros, los profesionales que había en Catamarca, yo vengo de Catamarca; en ese momento la mayoría habían sido egresados de Córdoba, más que todo las carreras tradicionales, liberales llamadas, entonces médicos, arquitectos, ingenieros, etcétera, generalmente eran egresados de Córdoba y como yo pertenecía a una clase media, estándar, mi padre era médico, egresado de la Universidad de Córdoba, por supuesto, era tácito que había que venir a Córdoba a estudiar […] las ansias por venir a la universidad en mí eran tan grandes que esperaba llegar a Córdoba, porque mi padre, politizado también, nos contaba de las luchas, de su momento histórico, de la universidad, de la riqueza, entonces a mí eso me estimulaba mucho, y así fue, nosotros llegamos en tren de Catamarca a la estación Mitre, con un primo hermano mío, los dos con el objetivo de estudiar lo mismo, cada uno con su valija, ¿adónde íbamos a ir si veníamos a estudiar Medicina? Indudablemente al Barrio Clínicas, el Barrio Clínicas que, luego, se transformaría en nuestra casa […]

Juan Ignacio- ¿Recuerda el año?

Alberto- El año era febrero de 1965, yo soy egresado del secundario del 64; gobernaba don Arturo Illia […] nos instalamos en la segunda pensión, en la calle Neuquén, que es en donde corta o desemboca el Clínicas, ahí 20 metros y, Hospedaje Italia, y ahí fue la armada del primer grupo de estudiantes que incidieron en el futuro de mi estadía en Córdoba porque conocí a mi compañero de estudios, compañero del litoral, de Paraná, se incorporó otro compañero de Paraná y habitábamos en una pieza de 4, y ese fue el primer grupo, entonces había 4 camas, una mesita y un ropero, eso es lo que tenía, generalmente, la pensión para estudiantes, por supuesto, el barrio Clínicas en ese entonces ya estaba inundado de pensiones para estudiantes […] tuve la gran suerte de que teníamos el Clínicas al frente, donde teníamos que cursar Anatomía, que era la materia gorda, el filtro, por excelencia, de los estudiantes de Medicina, y cuando salgo un día para ir al Hospital Clínicas, dos casas más delante de mi pensión, hacia el Clínicas, [realiza un gesto con la mano como descubriendo, señalando la existencia de un cartel] local del Centro de Estudiantes de Medicina, imaginate [!], eso fue para mí, una satisfacción y una alegría, porque yo venía ya con intención de militar, por supuesto, así que me incorporé al Centro de estudiantes, conocí a mis primeros amigos, empezamos a estudiar, empezamos a ir olfateando cómo se movía el Centro de estudiantes, veíamos que tenían el mimeógrafo típico, para mimeografiar apuntes, volantes, etcétera, ahí conocimos cómo se movía la propaganda estudiantil por excelencia, a través del mimeógrafo (…) cómo se embarraban los compañeros dirigentes las manos de tinta, porque era todo muy precario; era la forma de hacer política [!]. Bueno, conocí en primer año a quien fuera el destino de mi protagonismo en el barrio Clínicas, por la suerte, por la casualidad, por un accidente, por lo que sea: a Domingo Mena[2] (..) empezamos a charlar, actualmente a muchos de los compañeros que militaban en ese entonces en el Centro, los veo todavía (…) éramos todos de distintas vertientes políticas y esas vertientes políticas después, incidieron decididamente, de acuerdo a sus concepciones, en la historia del país; de ese grupo nació el ERP, Mena se hizo del ERP, ya Domingo, “el Mingo” como le decíamos, él formó en el Centro de estudiantes un grupo; yo me incorporé al MUR, Movimiento de Unidad Reformista, que seguía la corriente de la Juventud Comunista, el MUR; Mena formó un grupo que se llamaba Espartaco, y además en el Centro participaba el MIM, Movimiento Independiente de Medicina, después apareció el FEN [Frente Estudiantil Nacional] y bueno, la evolución política fue dando nombres a los distintos sectores (…) Con Domingo Mena éramos amigos, participábamos, y así pasó el año 65, aprobamos Anatomía, por suerte, empezó el segundo año, el 66, en donde el movimiento estudiantil en democracia, por supuesto, tenía libertades, íbamos al Comedor universitario (…) y llegó el fatídico Golpe contra Illia del 28 de junio del 66, entonces justo en la mitad de año se alteró todo y el Centro de estudiantes empezó a organizar la resistencia, y bueno, al mes exactamente de que fue derrocado Humberto Illa, el golpe fue el 28 de junio; el 29 de julio Onganía interviene las universidades argentinas, entonces cómo resistir, cómo divulgar, cómo incorporar a los estudiantes a la resistencia era la tarea que tenía el Centro de estudiantes de Medicina, como la FUC [Federación Universitaria de Córdoba], como todo lo que funcionaba en las universidades, y bueno, el local era un bullicio y se habían programado volanteadas, la primer volanteada en el Hospital de Clínicas contra la intervención a las universidades, se realiza el 18 de agosto del 66; bueno, participamos por supuesto, éramos grupos de a 3; no, íbamos de a 2 o de a 3, no juntos, si no dispersos, volanteando el hall central del Hospital de Clínicas, la volanteada empezó a las 8 de la mañana, en el segundo pasillo del Clínicas, mientras yo volanteaba con mi primo, siento que me detienen de atrás dos personas, uno de cada lado, [pensé] “mala suerte”, y [me dijeron] “está prohibido volantear, somos de la policía”; dos de civil, “así que nos va a tener que acompañar a la Tercera”, que estaba a dos cuadras del Clínicas, por Santa Rosa, la famosa Tercera, así que yo tranquilo, vi que mis compañeros se dieron cuenta, así que la policía me llevaba hacia la entrada del hospital, uno de cada lado, y yo sentía comentarios, y todo, cuando aparecemos en la puerta del hospital, en la puerta principal, enfrente funcionaba nuestro bar, el bar Estrella, adonde nos reuníamos a tomar café, a hacer reuniones, etcétera, en la vereda vi a mis compañeros del Centro de estudiantes, de cursos superiores, y entre ellos estaba Mingo Mena, mi compañero, entonces bajamos las escalinatas del hospital por el veredón hacia la Tercera, íbamos en la mitad de cuadra, más o menos, no habíamos hecho 20, 25 metros, cuando de golpe siento que de atrás Mingo, no podía ser otro, me da un empujón y me dice “rajá”[!], entonces, me suelta de los dos policías, entonces yo empiezo a correr hacia la esquina y doblo hacia la izquierda, en Chubut, y yo lo veía que mientras yo corría por la vereda izquierda, él corría por la derecha para despistar a los dos policías, doy vuelta la esquina y yo iba

 

pensando “voy a cruzar el rio” que lo conocía porque de niño íbamos a pescar, mis tíos vivían enfrente, pasando el río, entonces digo “capaz que lo puedo cruzar” y bueno, cuando iba a mitad de cuadra empiezo a sentir disparos, 1, 2, 3…[pensé] “están tirando al aire”…pero “uno”, ya sentí el fogonazo en la pierna izquierda y que me derrumba, entonces los policías me vienen a ayudar, entonces se hace un conjunto entre los policías y mis compañeros, todos me tratan de ayudar, pero porque era un hecho no común, los policías tenían mucho miedo, me reprendían por no haberme parado, porque ellos me gritaban “parate, parate, parate, si no te tiramos” entonces me reprendían, pero había uno que se notaba que tenía mucho miedo, la cosa es que entre los policías y mis compañeros del Centro de estudiantes me llevan, saltando en una pata, hacia la guardia del hospital […] mientras me hacían las curaciones y charlábamos y todo, se sentía fuera del hospital ya, alborotos, entonces todos mis compañeros empezaron a organizar la ‘toma’ del hospital, efectivamente se sentía todo de la guardia, los discursos, las consignas, la organización, “cierren el portón”, “cierren las puertas”, “compañeros, han baleado a un compañero”, entonces se sentía el alboroto, esto iba in crescendo, iba in crescendo el alboroto, o sea que se veía de que a pesar de ser espontáneo, mis compañeros tuvieron olfato de cómo organizar una ‘toma’, un hospital muy grande, un hospital muy grande, entonces “a las tapias”, “al portón del fondo”, “a la puerta de ingreso”, a las dos que había, y etcétera […] bueno, la ‘toma’ fue espectacular, todo yo escuchaba, lo escuchaba a un compañero mío que era un orador espectacular ya en los primeros años, cómo organizaba y cómo discurseaba, hasta el mediodía, 12 y media, una, que por los ruidos dijimos “han podido entrar”, y efectivamente llegó la policía con todos los refuerzos y esto y camiones y todo, y lograron entrar por el portón grande y se armó la bataola en el hospital adentro, entonces se sentían gritos, gritos tanto de desesperación, porque los detenían, como gritos de órdenes, y todo eso lo tengo muy bien grabado […] cuando ingresa la policía, logran ingresar a la guardia y me trasladan a Sanidad policial que funcionaba en el viejo Hospital San Roque, entonces ahí estuve tres días, ahí me tomaron declaración, mientras el alboroto en la ciudad iba in crescendo, esa noche fue la primer ‘toma’ del barrio Clínicas, que inició todo este proceso de resistencia, que contagió a los claustros en la Universidad de Córdoba porque profesores renunciaron públicamente, como el profesor Carballo de Obstetricia; y se fue sumando la resistencia, por supuesto, el movimiento estudiantil ya empezó a organizar con más criterio la resistencia, o sea tratar de a lo espontáneo darle mayor organicidad, cosa que así fue (…) la protesta del barrio Clínicas sale hacia el centro [de la ciudad de Córdoba], a las distintas facultades, pero empezamos a hacer manifestaciones callejeras en pleno centro, por supuesto lo mío ya no revistió ninguna gravedad, por suerte, me tuve que ir a Catamarca, ahí me extrajeron la bala y me volví a la semana y porque, por supuesto no podía (…) y a los 15 días de esto, o sea el 7 de septiembre, a los 15 días, en pleno centro, haciendo las manifestaciones callejeras, se produce lo del asesinato de Santiago Pampillón que, imagínate, si todo iba in crescendo esto fue el detonante ya mayor, porque fue algo alevoso, y el movimiento estudiantil, que discutía distintas cosas, no tuvo ninguna otra opción que declarar la huelga por tiempo indeterminado […]

 

II

El fragmento de narración que hemos seleccionado deliberadamente para este trabajo de registro del pasado (Thompson, 1988) se afirma sobre el supuesto que este acontecimiento fue el comienzo de un proceso que condujo a los estudiantes hacia la oposición activa contra la dictadura. Destacamos que la categoría estudiante “no es inevitable o determinada, ni algo que siempre estuvo allí simplemente esperando ser expresado, ni algo que existirá siempre en la forma que se le dio en un movimiento o en un momento histórico en particular” (Scott, 2001: 64). Por este motivo, resulta importante aproximarnos a estos sujetos a partir de los relatos, los cuales deberán ser tratados como “algo construido, dicho, hablado, no simplemente encontrado (..) es una identidad que tuvo que ser aprendida y pudo ser aprendida sólo en un momento específico” (Scott, 2001: 65). La elección de este evento, el estudiante que en ejercicio de su actividad militante es alcanzado por los disparos de las fuerzas represivas, se debe a su potencia para representar los cambios de una época y sus etapas (Levillain, [1996] 2003).

El Golpe de Estado de 1966 colocó entre sus objetivos la anulación el autogobierno de las universidades, con finalidad de debilitar la organización estudiantil y avanzar en una despolitización de la sociedad[3]. Una de las organizaciones que lideró la vanguardia de la lucha contra la dictadura, en la geografía cordobesa, fue el Movimiento de Unidad Reformista (MUR), arraigado en el Partido Comunista (PC). Bajo ese contexto, y a partir de la narración de un estudiante baleado, iniciamos el análisis, una forma de lectura.

 

Para muchos proyectos, como es el caso de los que se refieren a un acontecimiento o a un grupo pequeño, la cuestión no es la representatividad sino quién lo conoce mejor. Tal como lo expresa el sociólogo Hebert Blumer, se debería perseguir la validez, mejor que la fiabilidad (..) Para otros proyectos, todo el objetivo habría de consistir en centrarse en un grupo restringido (..) Eso permitiría construir una imagen de su entorno social, actitudes, mitos y memorias; para lo cual el carácter cerrado del grupo sería una ventaja más que un punto débil. (Thompson, 1988: 148-149).

 

El propósito del tipo de abordaje que aquí presentamos no se afirma sobre la búsqueda de datos. El énfasis está abocado a una comprensión mayor de un proceso histórico particular y, en este sentido, reviste menor relevancia develar información o evidencia, otorgar mojones para una lectura ajustada a los hechos históricos tal como ocurrieron; interesa, primordialmente acceder a

 

Un registro ‘subjetivo’ de cómo un hombre o una mujer contempla su vida en conjunto o una parte de la misma. Precisamente el modo en que habla, cómo la ordenan, qué enfatizan, qué omiten, las palabras que escogen son importantes para la comprensión [de toda narración] (Thompson, 1988: 224) [Aclaración propia].

 

Para este caso singular, desarrollamos el análisis en dos momentos. En un primer momento, destacamos aquellos aspectos que, consideramos, son los que se están expresando a partir del relato, el qué es lo que nos ofrece el narrador con su relato. Entendemos, aqui, a la historia oral como “uma narração dialógica que tem o passado como assunto e que brota do encontro de um sujeito que chamarei de narrador e de outro sujeito que chamarei de pesquisador” (Portelli, 2010: 210). En una segunda instancia, ensayamos un abordaje posible a partir de la narrativa, el cómo es mencionado, los recursos utilizados para desarrollar el relato (Thompson, [2000] 2004).

Como parte del primer momento de análisis, y a partir de la narración de Alberto, identificamos que, debido a una acción inicial de los estudiantes cordobeses contra las disposiciones de la dictadura iniciada el 28 de junio de 1966, se produjeron, encadenados, tres hechos inéditos.

El primero, que incumbe al propio sujeto: el estudiante de Medicina, Alberto Cerdá, fue baleado por las fuerzas del régimen[4]. El narrador es un protagonista, no sólo porque realiza la acción; si no también, porque se enuncia como parte de un colectivo, donde sus ejercicios son inscriptos en una práctica ordenada con un propósito político y una actividad específica[5]: la volanteada. Dicha actividad es interrumpida por la fuerza, obligada a dejar de ser ejercida y con una imposición por cumplir. El relato no sólo da cuenta del espacio geográfico y la familiaridad del estudiante para moverse en él, si no también, de la proximidad entre la acción concreta y los circuitos de apoyo para un despliegue de toda una actividad militante, en un terreno cotidiano. Se produce, en ese desarrollo, una interrupción de la autoridad, que se fuerza con otra acción inesperada.

Un segundo hecho inédito se produce en esa jornada: la ‘toma’ del Hospital Nacional de Clínicas, de la Universidad Nacional de Córdoba[6]. El relato se ordena a partir de la recuperación de los estudiantes de su espacio propio, donde se afirmarán como sujetos. Sin ejercicio previo, pero con nociones de resguardo de un punto estratégico, los estudiantes transitan del estupor a la preparación de una defensa organizada. Las consignas y las acciones reúnen a los estudiantes para la ‘toma’, una nueva apropiación de la geografía cotidiana, como protesta y último refugio de la pertenencia avasallada.

Resta de mención un último hecho inédito para aquel final del día: la ‘ocupación’ del barrio Clínicas. Los detalles espectaculares que alcanzan los hechos, que incluyó fuego y barricadas, además, se destacan en la narración porque fue el pasaje a la acción ofensiva de los estudiantes. Debemos considerar que los estudiantes cordobeses tenían una “implantación social y territorial” (González, 2006: 73) que se destacaba por sí sola: el Barrio Clínicas. En los alrededores del Hospital Nacional de Clínicas, hospital-escuela de la Facultad de Medicina de la UNC, se habían consolidado una serie de pensiones y dormitorios que agrupaban alrededor de cinco mil estudiantes, muchas veces por sus países o provincias de origen. Este pequeño universo de “veinte cuadras y centro histórico de la vida política universitaria” (Brennan, 1996: 187) se transformó en la retaguardia del movimiento estudiantil, y el Barrio quedaría a merced de los estudiantes en las innumerables jornadas que antecedieron al Cordobazo. El desplazamiento no ocurre sólo del barrio al centro de la ciudad, apelando a un registro geográfico. Se proyectan al futuro, bajo el foco principal de la escena pública por el impacto de su decisión determinada.

Un segundo momento de análisis nos convoca a detenernos en los elementos narrativos del relato del estudiante baleado, debido a que más allá del propio relato “el gran interés de la historia oral está en el análisis de la narrativa en cuanto construcción verbal subjetiva y consciente, expresando el sentido que el narrador tiene de sí mismo en la historia” (Gattaz, 2008: 35). La narración que nos ocupa se afirma en la medida que da cuenta de los sujetos individuales inscriptos en una trama de relaciones sociales (Ortiz, 2018), lo cual nos permite acceder a una perspectiva sobre “el funcionamiento de la sociedad, sus instituciones y las normas que rigen a los hombres y mujeres de esa época” (Camarena, 2010: 96).

 

En lo que refiere al narrador, Alberto es, ya es al momento de su llegada a la ciudad de Córdoba, un sujeto que se propone un ejercicio militante. Como figura central de un evento singular, el sujeto se encuentra absorbido por la totalidad del acontecimiento histórico del que fue parte y “su relato asume las cadencias y la formulación de la épica” (Portelli, 1991: 46). Las transformaciones que operaron sobre él y sobre su entorno no le son ajenas, ya que, como protagonista de un hecho trascendente, que atraviesa su experiencia como estudiante, lo ubica en el centro del relato, para el cual fue convocado a narrar. Por ello, “la narración de su experiencia no puede escindirse de la construcción de un mito sobre sí mismo, mito alimentado fuertemente, a su vez en su grupo de referencia” (Pasquali, Ríos y Viano, 2006: 65). Las características del narrador y el tono que adquiere su relato, ya han sido, de alguna manera, previstas por el investigador al momento de recurrir a ese sujeto y a solicitarle una narración de su participación en los hechos, ya que es considerado “como alguien que es portador de una experiencia militante, histórica y social importante” (Pozzi, 2016: 5).

Si es posible presumir poca experiencia para relatar, sobre los hechos que protagonizó, a terceros ajenos; ésta se suple con los aprendizajes formales e informales, como miembro de una organización partidaria que le permite estructurar el relato según un orden cronológico y una función didáctica. Esto ha sido advertido sobre narradores- militantes “a quienes desde niños nos enseñaron lo importante que es saber aprovechar las oportunidades de educación política, también podemos sentir que tenemos una función didáctica o pedagógica: contar la historia de una determinada manera” (Stanley, 2002: 142); con una cabal comprensión del valor de su narración para el registro histórico de los acontecimientos (Pasquali, Ríos y Viano, 2006).

En el período donde el narrador se inserta, no sólo es un estudiante, es una manera específica de ser estudiante, de ser militante estudiantil, con una definición identitaria específica. Sobre esta marca política distintiva se funda la opción de organizarse, donde el pasaje a lo colectivo ha sido decisivo en la configuración de su trayectoria (Pasquali, Ríos y Viano, 2006). Es desde esa posición que Alberto estructura su relato. Los eventos que lo ponen en el centro de la escena le provocan una lesión física, pero terminan transformando todo el entorno alrededor. Se advierte una intencionalidad del narrador por inscribir lo individual en lo colectivo, a pesar de la centralidad que tiene el evento que narra para su trayectoria personal. En su relato, la lesión propia, resultado de la violencia represiva, carece de relevancia y sólo es un episodio que no interrumpe el desarrollo de un proceso de crecimiento político colectivo. Otros hechos, de mayor impacto en el seno de la sociedad, adquieren inauditas repercusiones y esto parece justificar, a los ojos del narrador, que ‘su’ evento haya sido olvidado. Un desplazamiento que afirma y consolida un episodio anómalo en una trama de eventos cotidianos.

La narración de Alberto, que lo ubica en la geografía, en la Universidad, en su grupo de pertenencia, alcanza un punto de ruptura con el episodio en donde fue baleado. Desde entonces, las referencias se desplazan hacia lo colectivo, la organización, los estudiantes, el Barrio. Entonces, otro protagonista emerge en el relato. El espacio geográfico en donde se producen los acontecimientos es: domicilio, Facultad, militancia, socialización y retaguardia. Hay dos referencias que rompen con la cronología y que, consideramos, señalizan la relevancia del Barrio para Alberto. La primera referencia es cuando evoca el recuerdo de su infancia, al momento de pensar su fuga. El anclaje a este recuerdo permite repasar una ruptura, lo que hasta entonces se consideraba normal frente a los eventos que se sucederían, entre la rutina y la vorágine, un último refugio de la serenidad y lo bueno[7]. La segunda referencia es el detenimiento para hablarnos de su amigo Máximo Mena, con quien, de disímiles ideas políticas, compartía los mismos espacios militantes: el Centro, la Facultad, el Comedor, la lucha. Esa figura encarna el valor de la amistad, la familiaridad del debate de ideas, la cotidianeidad de la política, donde se fortalecieron los vínculos sociales y se consolidaron los ejercicios militantes. Parte de la identidad de los sujetos, que habitaron y transitaron esa geografía, quedó anudada a la vida propia que alcanzó el Barrio Clínicas[8].

Entre los pliegues de la narración de Alberto encontramos una naturalización del conflicto. Ocurre una situación anómala: el disparo a un estudiante, el 18 de agosto del ’66. Sin embargo, en menos de treinta días, en septiembre de 1966, es asesinado el estudiante Santiago Pampillón, avalado por las autoridades de la dictadura. Esta situación de conflictos violentos trascendía a los estudiantes y a los representantes de un gobierno ilegítimo: era el signo de una crisis que incluía a la sociedad. Al respecto,

En las épocas de aguda crisis social es cuando el ambiente cobra toda su fuerza como factor determinante de la reacción de la gente ante los acontecimientos (…) es lo que siente la gente (…) no es algo que flota sobre los acontecimientos, sino que es una emanación social, el resultado de luchas terrestres (…) es en este clima (ideológico), más que en la articulación no mediada de los intereses clasistas, donde se encuentra muchas de las claves de la conducta social e individual [de los conflictos]” (Fraser, 1979: 26) [Aclaración propia].

 

Por ello, no resulta extraño que ya en los primeros días de septiembre del ’66 fuese “habitual” que los estudiantes se enfrentaran con piedras a la policía[9]. Sólo había transcurrido un mes desde la intervención dictatorial a las Universidades, el 29 de julio de 1966, para que la violencia se instalase en el paisaje urbano. Desde entonces, las luchas callejeras se convirtieron en parte de la escena, base de una nueva legitimidad (Moore, 2000: 90). Tampoco resulta ajena, como parte de un mismo recurso de naturalización del conflicto, la intención del narrador de resguardar a la humanidad del mal absoluto, en la figura del policía indulgente que se atemoriza por su acción. El objetivo primordial, de apelar a esta figura mítica, “é que quando a violência coletiva gera vítimas inocentes (Cristo, Ardeatina, Trastulli, Civitella), sempre existe entre os assassinos algo ou alguém que resiste” (Portelli, 2006: 123).

Finalmente, destacamos los desplazamientos de quien enuncia, cómo se presenta el sujeto. Alberto origina su narración en un ‘nosotros’ familiar y un ‘yo’ de vocación militante; y se coloca, luego, en un ‘nosotros’ de militantes estudiantiles, un grupo pequeño inserto en un ‘movimiento estudiantil en democracia’. La irrupción violenta del Otro, el antagonista dictatorial, también modifica las personas que enuncian el relato. Entonces, en una acción de recuperación de lo propio (la volanteada), amenazado por lo ajeno (la intervención a las Universidades por la dictadura), asume relevancia la pertenencia colectiva y el ‘nosotros’ militante en el ejercicio. Esta amenaza resulta efectiva sobre Alberto, se concreta este clima de conflicto en el físico del narrador. A partir de entonces, pueden imaginarse dos planos de proximidad. El primero, desde un discurso militante que se enfrenta a un gran Otro con un grupo pequeño de ‘nosotros’, militantes estudiantiles. Luego, fruto de la ruptura del orden institucional y la incursión en el espacio, este avasallamiento muta tanto al Otro, que se hace más palpable y pequeño (los policías como brazo ejecutor de régimen); como al ‘nosotros’, que cobra grandes dimensiones (el movimiento estudiantil en las manifestaciones callejeras); para desplegarse en el territorio y convertirse en sujeto de confrontación directa.

 

 

Conclusión

Con este trabajo nos propusimos realizar un aporte para destacar que la frontera, entre el relato de los sujetos involucrados y el discurso histórico, se torna algo más difusa cuando apelamos a la historia oral. La narración y el análisis nos ofrecen la posibilidad de acceder, más allá de la ubicación temporal y espacial, a percibir un ambiente particular en el cual se desarrollaron los acontecimientos. Permite, esta modalidad de abordaje, acceder a una propuesta que comprende las motivaciones de quienes protagonizaron ciertos eventos.

La narración de Alberto también nos cuenta sobre el modo en que se era estudiante en aquel período, sobre elementos de la identidad militante, sobre las relaciones, los espacios propios, la politización de la vida cotidiana, el conflicto y la transfiguración de la geografía, y los sujetos, a partir de la lucha política.

Algunos de los elementos de esa narración, que hemos destacado en el análisis, nos permiten advertir elementos característicos, también, de otros relatos militantes. De estructuración de las narraciones y de recursos discursivos que no sólo enlazan los acontecimientos a un período concreto, sino que nos ofrecen, además, adentrarnos en una atmósfera específica. Por ello, un ambiente en el cual se desarrollaron los hechos, que por ajeno puede resultar fuera de lo ordinario para nuestro presente. En este intersticio se enlaza la narración y el análisis. Se produce, en aquel período, un complejo pasaje, un proceso de politización que transformó trayectorias individuales y las colocó en medio de grandes acontecimientos. Un recorrido que transitó desde los dedos entintados, de los dirigentes estudiantiles, a la ocupación, por el conjunto de los estudiantes organizados, de todo un barrio para enfrentar a la dictadura. Allí, en ese tiempo y espacio, encontramos un rito de pasaje: la volanteada.

Juan Ignacio- Usted contaba de cómo se organizaban los estudiantes y parte de la organización de la resistencia era la volanteada, en esa jornada de volanteada del Clínicas, en la primer volanteada ¿había un ‘volante consigna’ que era contra la dictadura?

Alberto- ‘Contra la intervención universitaria de la dictadura, por la autonomía universitaria y el gobierno tripartito’; esa era la consigna nuestra, eso es lo que habíamos perdido, con la intervención perdimos eso, elemental, así es.

 

Bibliografía

 

BENADIBA, Laura y PLOTINSKY, Daniel De entrevistadores y relatos de vida. Buenos Aires. Imago Mundi, 2005.

 

BERGSTEIN, Jorge El Cordobazo. Testimonios, memorias, reflexiones. Buenos Aires: Cartago, 1987.

BRENNAN, James El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976. Buenos Aires: Sudamericana, 1996.

CAMARENA, Mario “El sujeto en el análisis de la entrevista de historia oral”, en: Ada Marina Lara Meza, Felipe Macias Gloria y Mario Camarera Ocampo (Coords.). Los oficios del historiador: taller y prácticas de la historia oral. México: Universidad de Guanajato, 2010. Pp. 95-118.

FERRAROTTI, Franco “La historia de vida como método”, en: Convergencia. Revista de Ciencias Sociales. Vol. 14, Nro. 44, mayo-agosto, 2007. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca. Pp. 15-44.

FRASER, Ronald ‘Prefacio’, en: Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la Guerra civil española. Barcelona: Crítica, 1979. Pp. 23-30.

GATTAZ, André “La búsqueda de la identidad en las historias de vida”, en: Gerardo Necoechea García y Antonio Torres Montenegro (Comps.) Caminos de historia y memoria en América Latina. Buenos Aires: Imago Mundi, 2011. Pp. 117-137.

GONZÁLEZ, Horacio Los asaltantes del cielo. Política y emancipación. Buenos Aires: Gorla, 2006.

GORDILLO, Mónica Córdoba en los ’60. La experiencia del sindicalismo combativo. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 1999.

INCHAUSPE, Leandro “La lógica de la guerra interna en las primeras etapas de la Revolución Argentina (1966-1970)” en: Tcach, César (Coord.). Córdoba Bicentenaria: claves de su historia contemporánea. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, [2010] 2017. Pp. 371-404.

JABLONKA, Ivan La historia es una literatura contemporánea. Manifiesto por las ciencias sociales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2016.

LEVILLAIN, Philippe “Os protagonistas: da biografia” en: Rémond, R (Org.) Por uma história política. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2003.

MEIHY, José Carlos Sebe Bom “Tres alternativas metodológicas: historias de vida, historia temática y tradición oral, en: Gerardo Necoechea Gracia y Pablo Pozzi (Comps.) Cuéntame cómo fue. Introducción a la historia oral. Buenos Aires: Imago Mundi, 2008. Pp. 25-32.

MERETOJA, Hanna y DAVIS, Colin (Ed.) Storytelling and Ethics Literature, Visual Arts and the Power of Narrative, New York: Routledge, 2018.

MOORE, Barrington Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia. El señor y el campesino en la formación del mundo moderno. Barcelona: Península, 2000.

ORTIZ, Laura “Cuestiones éticas y metodológicas de historia oral para la investigación del pasado reciente en Argentina” en: Voces de la Historia, Año 1, Vol. 1, Nro. 1, 2018. México: Universidad de Guanajato, Pp. 76-98.

PASQUALI, Laura; RÍOS, Guillermo y VIANO, Cristina. “Culturas militantes. Desafíos y problemas planteados desde un abordaje de historia oral”, en: Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política, Vol. 8, Nro. 23. Buenos Aires, marzo de 2006. Pp. 61-73.

PONS, Emilse “El fracaso del modelo autoritario en Córdoba y la eclosión de la movilización popular (1966-1973)” en: Tcach, César (Coord.). Córdoba Bicentenaria: claves de su historia contemporánea. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, [2010] 2017. Pp. 311-370.

PORTELLI, Alessandro “Lo que hace diferente a la historia oral”, en: Dora Schwarzstein (Org.) La historia oral. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1991. Pp. 36-52.

PORTELLI, Alessandro “Memória e diálogo: desafio da história oral para a ideologia do século XXI”, en: Moraes Ferreira, Marieta de (Org.) História oral: desafios para o século XXI. Rio de Janeiro: Editora Fiocruz/Casa de Oswaldo Cruz/CPDOC Fundação Getulio Vargas, 2000.

PORTELLI, Alessandro “O massacre de Civitella Val di Chiana (Toscana, 29 de junho de 1944): mito e política, luto e senso comum”, en: Moraes Ferreira, Marieta de y Amado, Janaína (Orgs.) Usos e abusos da História Oral. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2006.

PORTELLI, Alessandro “A entrevista de história oral e suas representações literárias” en: Ensaios de história oral. São Paulo: Letra e voz, 2010. Pp. 209-230.

POZZI, Pablo Historias del PRT-ERP. “¿Cuál es la mejor arma que tiene la gente en las manos? La conciencia”. Entrevista con Lucy y Brígida. Buenos Aires: Imago Mundi, 2005.

 

POZZI, Pablo “Los desafíos de la historia oral en América Latina”, en: Historia, Voces y Memoria. Revista del Programa de Historia Oral. Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras -UBA, 2014. Pp.7- 18.

POZZI, Pablo “Sobre entrevistar militantes y activistas” en: Historia, Voces y Memoria, Nro. 9. Buenos Aires, 2016. Pp. 5-10.

ROMANO, Silvia (Ed.) Colectivos y parcialidades políticas y sociales: los desaparecidos y asesinados en Córdoba en los ’70. Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2016.

SCHMUCLER, Héctor “Formas del olvido”, en: Confines 01, abril 1995. Pp 51-54.

SCOTT, Joan “Experiencia”, en: La ventana, Nro. 13, México, 2001. Pp. 42-73.

STANLEY, Jo “Incluir los sentimientos: darse a conocer a uno mismo a través del testimonio político personal”, en: Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política, Vol, 6, Nro. 18. Buenos Aires, abril de 2002. Pp. 135-155.

TCACH, César De la Revolución Libertadora al Cordobazo. Córdoba, el rostro anticipado del país. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2012.

THOMPSON, Paul La voz del pasado. Historia oral. Valencia: Alfons El Magnanim, 1988.

THOMPSON, Paul “Historias de vida y análisis del cambio social”, en: Aceves, Jorge (Comp.) Historia oral. Parte II: Los conceptos, los métodos. México: Instituto Mora-UAM, 1997. Pp. 117-135.

 THOMPSON, Paul “Historia oral y contemporaneidad”, en: Historia, memoria y pasado reciente. Anuario nro. 20, 2004, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.

Inédita

 Documento de Historia Oral elaborado con Alberto Cerdá, Córdoba, 24/10/2016. Juan Ignacio González. Transcripción: Luciana Laurino. Revisión: Juan Ignacio González.

Archivos y Fondos documentales. Diarios y Prensa escrita

- diario Córdoba, agosto de 1966, en: Hemeroteca de la Legislatura de la Provincia de Córdoba.

- revista Política, cultura y sociedad en los ’70. Buenos Aires, 1997.

- revista Umbrales. Crónicas de fin de siglo. Córdoba, 1999. Año 6, Nro. 11.

 

Ficha técnica del documento

 

Características formales de la entrevista: Semiestructurada de final abierto (Benadiba y Plotinsky, 2005), bajo modalidad de historia de vida (Meihy, 2008; Pozzi, 2016).

Sujetos: Narrador; Alberto Cerdá, estudiante de Medicina en 1966, militante del Movimiento de Unidad Reformista (MUR). Primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar a cargo del Gral. Carlos Onganía, el día 18 de agosto de 1966. Investigador; Juan Ignacio González, estudiante de doctorado.

Lugar y fecha de realización del encuentro: Córdoba, 24 de octubre de 2016.

Duración del encuentro: Una sesión de una hora, treinta y tres minutos de extensión.

Otras características relevantes al momento de la concreción del encuentro: Del narrador: profesional médico jubilado; setenta años; narrador sin experiencia de entrevista para fines académicos; Del investigador: profesional politólogo; cuarenta años; escucha con experiencia de entrevista para fines académicos.

Justificación: La selección de este sujeto para el estudio de su caso se funda en la significación de éste por el carácter singular de su existencia (Benadiba y Plotinsky, 2005). Por el supuesto que puede ofrecernos una mirada a un contexto particular al que no puede accederse por otras fuentes históricas, o que estas fuentes no alcanzan a abarcar la riqueza de las experiencias del período en el que estas identidades se consolidaron como contestatarias a la dictadura cívico-militar que se inició el 28 de junio de 1966. El resultado de la narración formó parte del corpus de análisis de la tesis de doctorado “Estudantes e política sob ditadura. Os universitarios nas vésperas do Cordobazo. (Córdoba, 1966-1969), presentada por Juan Ignacio González, para su defensa el 10 de abril de 2018 ante el tribunal académico dispuesto por el Programa de Pós-Graduação em História, del Instituto de História de la Universidade Federal Fluminense, Brasil. Orientador: Dr. Norberto Ferreras.

Las preguntas que guiaron este encuentro son producto de un conjunto de ejes reelaborados en base a una primera propuesta de Emilse Pons, Victoria Chabrando y Juan Ignacio González, con observaciones de la Dra. Alicia Servetto, en marzo de 2012. Se detallan, a continuación, los ejes de interés resultantes. Diseñados para el proyecto académico de tesis doctoral, se pusieron en práctica al momento del encuentro con los narradores.

a- Estudiantes en la Universidad

- como llegan a la militancia (características de la participación; modalidad de la agrupación).

- clima dentro de la universidad al momento de su protagonismo como militante (características de la política universitaria del período, posicionamientos: reformismo, cientificismo, etc.).

- cuáles eran las demandas de su agrupación, cuáles los objetivos y programas de trabajo; y cómo respondían las autoridades.

- que agrupación era su oponente, con cuáles agrupaciones tenían acuerdos, en torno a qué temas (ejes temáticos en lo universitario; diferencias políticas más importantes; corrientes y matices de expresión).

- clivajes entre política y universidad (cuál fue la relación con el peronismo/laicismo/"democracia"/ el pc, la aparición de los católicos/ golpismo/ etc.).

b- Estudiantes desde la Universidad

- relaciones con otros sectores sociales (asociación con el resto de la política estatal, social, etc.).

- objetivos comunes (acciones extra-gremiales).

- en torno a qué temas.

 

Agradecimiento

A la Profesora Laura Ortiz, por su atenta lectura y sus observaciones para que este texto sea mejor logrado.

 

 

 

FECHA DE RECEPCIÓN: 24/09/2019

FECHA DE ACEPTACIÓN: 16/06/2020



[1] Al final del presente escrito se incluye una ficha técnica, que propone reflejar aspectos metodológicos, de abordaje del trabajo, y una reconstrucción de los ejes de preguntas que guiaron el encuentro.

[2] Bajo desaparición forzada, por los ejecutores del Terrorismo de Estado, desde el 19/07/1976. (Cf. Romano, 2016: 369)

[3] La ley Nro. 16894, en los días inmediatos al Golpe, dispuso la disolución de los partidos políticos y la confiscación de sus bienes (Pons, 2010).

[4] “Cuando se produce el golpe de estado de 1966, el único partido que llama a enfrentar el golpe y evitar la consolidación del gobierno surgido del mismo, es nuestro partido, el Partido Comunista (…) El primer herido en las luchas estudiantiles fue un compañero nuestro, dirigente del MUR en Medicina, Alberto Cerdá, quien fue atacado en las puertas del hospital de Clínicas.” (Testimonio de Carlos Scrimini, mayo de 1974, en: Bergstein, 1987: 67).

[5] “Durante los incidentes ocurridos esta mañana en el Hospital Nacional de Clínicas fue herido de bala en una pierna el estudiante de segundo año de Medicina, (…) Alberto Luis Cerda, de 19 años de edad quien aparece en la nota en el establecimiento en donde quedó internado. El citado resultó herido, tal como señalamos en otro lugar de esta edición, en momentos en que distribuía volantes referentes a la situación universitaria” (Estudiante Herido de Bala, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966: 1).

[6] “En reacción por la agresión perpetrada contra el estudiante Alberto Luis Cerda, quien resultó herido de bala en una pierna, los estudiantes que desarrollan su actividad en el Hospital Nacional de Clínicas procedieron a “tomar” el establecimiento. En la nota aparecen en momentos en que proceden a la clausura de las puertas y portones de acceso” (La Toma del Hospital Clínicas, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966: 2).

[7]“Entonces se vuelve a los orígenes. Se reclama el pasado, el estupor infantil, el primer descubrimiento de sí mismo y del mundo en torno a uno. Se trata de un complejo juego de claroscuros. Se procede entre destellos, relámpagos de luz vivida y sombras fijas, opacidades misteriosas (…) Entonces, es la sociedad y no la naturaleza la que está bajo acusación. La infancia es la edad buena y feliz (…) antes que la obra del hombre y sus diseminadas intervenciones la devastasen.” (Ferrarotti, 2007: 31-32)

[8] Cfr.: Carlos Ahrensburg, en: revista Política, cultura y sociedad en los ’70, 1997: 16.

[9] Cfr.: LVI, 01/09/66: 6; en: Inchauspe, 2007: 377.