La
volanteada. Narración de un estudiante baleado bajo la dictadura de la
‘Revolución Argentina’ (Córdoba, agosto de 1966).
The leaflet. Narration of a student shot under the
dictatorship of the ‘Argentine Revolution’ (Córdoba, August 1966).
Juan Ignacio González
Proyecto
Historia Oral,
Centro de Investigaciones de la
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba,
Resumen
El
presente trabajo se propone, a partir de una narración de un estudiante,
abordar el proceso de politización de los sujetos involucrados. Dadas las
características de la ciudad de Córdoba, y bajo el imperio de un gobierno de
facto, se propone, además, advertir cómo intervinieron las fuerzas represivas,
desde la irrupción en los espacios, para la conformación de las identidades
políticas de los estudiantes. Por lo tanto, con origen en un relato individual,
se procura acceder a claves de lectura y aspectos de la trama colectiva en el
período indicado. En el desarrollo de los acontecimientos, los estudiantes
habrían adquirido rápidamente, con base en sus discusiones previas, marcos de
acción y herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. Apelando a la
historia oral, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para
advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y
colectivas, en contextos de alta politización.
Palabras clave: estudiantes, política, dictadura, identidades
políticas
Abstract
The aim of this work is to address the politicization process of the
subjects involved in it, from the narration of a student. Given Córdoba city’s
characteristics, and under a de facto government, it also has the purpose of
remarking how repressive forces intervened, since the irruption in the spaces,
in the shaping of the students’ political identities. Therefore, having an
individual story for its origin, it tries to obtain approaches and aspects of
the collective plot in the period mentioned. During the events, and based on
their previous discussions, students must have quickly acquired frames of
action
and new tools to face dictatorship. By resorting to oral history, we
propose to immerse ourselves in a specific atmosphere to highlight the
processes that are in the center of individual and collective experiences, in
high politicization contexts.
Keywords: Students,
Politics, Dictatorship, Political identities
Todas mis potencias entraban en esa tarea,
que era más que una simple traducción,
era -la vi mucho después-
el cambio de un hombre por otro hombre.
Rodolfo Walsh, nota al pie
Introducción
El 28 de junio de 1966 irrumpió una dictadura civil-militar en
la Argentina, producto de un Golpe de estado a cargo de las Fuerzas Armadas. Un
mes después, la dictadura intervino en las Universidades, donde no solo fueron
expulsados profesores y desmantelado su reciente sistema científico, sino
también se prohibió la actividad estudiantil dentro de las instituciones. El
objetivo de anular la política para los estudiantes proponía silenciar ese
espacio de formación, debido a los amplios debates que se daban en su seno. La
autonomía que gozaban las Universidades mantuvo esos espacios fuera de la
órbita natural de la política partidaria, cercenada y vigilada desde 1956, y
clausurada definitivamente desde el inicio del Golpe, del 28 de junio. Los
estudiantes universitarios se vieron rápidamente afectados, y mientras algunas
agrupaciones centraron sus objeciones en los funcionarios civiles del régimen de
facto; todas tenían, sin embargo, plena conciencia de los tiempos de
retroceso que se avecinaban para las Universidades y las ideas de la Reforma
universitaria (1918). En Córdoba, durante el segundo semestre de 1966, aunaron
la pérdida de una práctica democrática, la intromisión en el espacio propio y
la virulencia de los ataques de la dictadura, sin distinciones, contra la
militancia estudiantil. Por ello, se desataron una infinidad de pequeñas
agrupaciones que se lanzaron a la acción. Una de ellas, resultó el Movimiento
de Unidad Reformista (MUR), agrupación de estudiantes con mayor presencia
dentro de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y
con raíces en el Partido Comunista (PC) cordobés. El trabajo gremial y
político, tomó nueva dimensión con la implantación del Golpe, y fruto de su
perseverancia se consolidaron entre las agrupaciones de mayor convocatoria. Finalmente,
en 1968, alcanzaron a la presidencia de la Federación Universitaria de Córdoba
(FUC) y condujeron las acciones del mayo cordobés, durante 1969, en
estrecha colaboración con el movimiento obrero organizado.
El presente
trabajo se enmarca en un estudio sobre el proceso de politización de los
estudiantes universitarios que actuaron en Córdoba desde la irrupción del Golpe
de estado, del 28 de junio de 1966, hasta las jornadas del Cordobazo,
los días 29 y 30 de mayo de 1969. El objeto es advertir sobre la conformación
de sus identidades políticas, en sus desarrollos propios, y en disputa de los
espacios con las fuerzas represivas. Conjeturamos que, en el desarrollo de los
acontecimientos, los estudiantes habrían adquirido vertiginosamente, debido a
sus marcos políticos de referencia originales, modalidades de acción y
herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. La metodología que
empleamos para aproximarnos a nuestro objeto de estudio es el recurso a la
historia oral (Meihy, 2008; Pozzi, 2016). Por su
intermedio, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para
advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y
colectivas, en contextos de intensa politización. Apelamos, en este escrito, a
un narrador, estudiante de Medicina en 1966 y militante del MUR, quien resultó
ser el primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar a cargo
del Gral. Carlos Onganía. La selección de este sujeto, para el estudio de su
caso, se funda en su significación, por el carácter singular de su existencia (Benadiba y Plotinsky, 2005). Bajo
el supuesto que puede ofrecernos una mirada a un contexto particular al que no
puede accederse por otras fuentes históricas, o que estas fuentes no alcanzan a
abarcar la riqueza de las experiencias del período en el que estas identidades
políticas se consolidaron como contestatarias.
La
presentación en dos secciones, un formato de exposición, forma parte de la
propuesta de ofrecer la voz del narrador en primer plano, y un análisis en
segundo plano. Acontecimientos del período se encuentran tratados profusamente
por la literatura académica (v.gr. Brennan, 1996; Gordillo,1999; Tcach, 2012). Aquí, apelamos a una aproximación alterna, ya
que la historia está, también, conformada por aquello que las personas
pensaron, sintieron, experimentaron e imaginaron; y, para el caso, por el modo
en que ellas narran sus experiencias (Portelli, 2010; Jablonka, 2016; Meretoja y
Davis, 2018).
I
Juan Ignacio- Bueno Alberto,
cuénteme más o menos en qué año llega a la universidad y por qué se decide
estudiar en la universidad, ¿a qué viene a Córdoba?[1]
Alberto- Por supuesto (…) con
el grupo de compañeros del secundario, era sabido que teníamos que estudiar,
era sabido que había que irse a Córdoba, a Tucumán o a La Plata, los que
pudieran (…) a estudiar (…) la decisión de la mayoría de mi grupo fue a
Córdoba, porque era más cercano a nosotros, los profesionales que había en
Catamarca, yo vengo de Catamarca; en ese momento la mayoría habían sido
egresados de Córdoba, más que todo las carreras tradicionales, liberales
llamadas, entonces médicos, arquitectos, ingenieros, etcétera, generalmente
eran egresados de Córdoba y como yo pertenecía a una clase media, estándar, mi
padre era médico, egresado de la Universidad de Córdoba, por supuesto, era
tácito que había que venir a Córdoba a estudiar […] las ansias por venir a la
universidad en mí eran tan grandes que esperaba llegar a Córdoba, porque mi
padre, politizado también, nos contaba de las luchas, de su momento histórico, de
la universidad, de la riqueza, entonces a mí eso me estimulaba mucho, y así
fue, nosotros llegamos en tren de Catamarca a la estación Mitre, con un primo
hermano mío, los dos con el objetivo de estudiar lo mismo, cada uno con su
valija, ¿adónde íbamos a ir si veníamos a estudiar Medicina? Indudablemente al
Barrio Clínicas, el Barrio Clínicas que, luego, se transformaría en nuestra
casa […]
Juan Ignacio- ¿Recuerda el
año?
Alberto- El año era febrero
de 1965, yo soy egresado del secundario del 64; gobernaba don Arturo Illia […]
nos instalamos en la segunda pensión, en la calle Neuquén, que es en donde
corta o desemboca el Clínicas, ahí 20 metros y, Hospedaje Italia, y ahí fue la
armada del primer grupo de estudiantes que incidieron en el futuro de mi estadía
en Córdoba porque conocí a mi compañero de estudios, compañero del litoral, de
Paraná, se incorporó otro compañero de Paraná y habitábamos en una pieza de 4,
y ese fue el primer grupo, entonces había 4 camas, una mesita y un ropero, eso
es lo que tenía, generalmente, la pensión para estudiantes, por supuesto, el
barrio Clínicas en ese entonces ya estaba inundado de pensiones para
estudiantes […] tuve la gran suerte de que teníamos el Clínicas al frente,
donde teníamos que cursar Anatomía, que era la materia gorda, el filtro, por
excelencia, de los estudiantes de Medicina, y cuando salgo un día para ir al
Hospital Clínicas, dos casas más delante de mi pensión, hacia el Clínicas,
[realiza un gesto con la mano como descubriendo, señalando la existencia de un cartel]
local del Centro de Estudiantes de Medicina, imaginate
[!], eso fue para mí, una satisfacción y una alegría, porque yo venía ya con
intención de militar, por supuesto, así que me incorporé al Centro de
estudiantes, conocí a mis primeros amigos, empezamos a estudiar, empezamos a ir
olfateando cómo se movía el Centro de estudiantes, veíamos que tenían el
mimeógrafo típico, para mimeografiar apuntes, volantes, etcétera, ahí conocimos
cómo se movía la propaganda estudiantil por excelencia, a través del mimeógrafo
(…) cómo se embarraban los compañeros dirigentes las manos de tinta, porque era
todo muy precario; era la forma de hacer política [!]. Bueno, conocí en primer
año a quien fuera el destino de mi protagonismo en el barrio Clínicas, por la
suerte, por la casualidad, por un accidente, por lo que sea: a Domingo Mena[2]
(..) empezamos a charlar, actualmente a muchos de los compañeros que militaban
en ese entonces en el Centro, los veo todavía (…) éramos todos de distintas
vertientes políticas y esas vertientes políticas después, incidieron
decididamente, de acuerdo a sus concepciones, en la historia del país; de ese
grupo nació el ERP, Mena se hizo del ERP, ya Domingo, “el Mingo” como le
decíamos, él formó en el Centro de estudiantes un grupo; yo me incorporé al
MUR, Movimiento de Unidad Reformista, que seguía la corriente de la Juventud
Comunista, el MUR; Mena formó un grupo que se llamaba Espartaco, y además en el
Centro participaba el MIM, Movimiento Independiente de Medicina, después
apareció el FEN [Frente Estudiantil Nacional] y bueno, la evolución política
fue dando nombres a los distintos sectores (…) Con Domingo Mena éramos amigos,
participábamos, y así pasó el año 65, aprobamos Anatomía, por suerte, empezó el
segundo año, el 66, en donde el movimiento estudiantil en democracia, por
supuesto, tenía libertades, íbamos al Comedor universitario (…) y llegó el
fatídico Golpe contra Illia del 28 de junio del 66, entonces justo en la mitad
de año se alteró todo y el Centro de estudiantes empezó a organizar la
resistencia, y bueno, al mes exactamente de que fue derrocado Humberto Illa, el
golpe fue el 28 de junio; el 29 de julio Onganía interviene las universidades
argentinas, entonces cómo resistir, cómo divulgar, cómo incorporar a los
estudiantes a la resistencia era la tarea que tenía el Centro de estudiantes de
Medicina, como la FUC [Federación Universitaria de Córdoba], como todo lo que
funcionaba en las universidades, y bueno, el local era un bullicio y se habían
programado volanteadas, la primer volanteada en el Hospital de Clínicas contra
la intervención a las universidades, se realiza el 18 de agosto del 66; bueno,
participamos por supuesto, éramos grupos de a 3; no, íbamos de a 2 o de a 3, no
juntos, si no dispersos, volanteando el hall central del Hospital de Clínicas,
la volanteada empezó a las 8 de la mañana, en el segundo pasillo del Clínicas,
mientras yo volanteaba con mi primo, siento que me detienen de atrás dos
personas, uno de cada lado, [pensé] “mala suerte”, y [me dijeron] “está
prohibido volantear, somos de la policía”; dos de civil, “así que nos va a
tener que acompañar a la Tercera”, que estaba a dos cuadras del Clínicas, por
Santa Rosa, la famosa Tercera, así que yo tranquilo, vi que mis compañeros se
dieron cuenta, así que la policía me llevaba hacia la entrada del hospital, uno
de cada lado, y yo sentía comentarios, y todo, cuando aparecemos en la puerta
del hospital, en la puerta principal, enfrente funcionaba nuestro bar, el bar
Estrella, adonde nos reuníamos a tomar café, a hacer reuniones, etcétera, en la
vereda vi a mis compañeros del Centro de estudiantes, de cursos superiores, y
entre ellos estaba Mingo Mena, mi compañero, entonces bajamos las escalinatas
del hospital por el veredón hacia la Tercera, íbamos en la mitad de cuadra, más
o menos, no habíamos hecho 20, 25 metros, cuando de golpe siento que de atrás
Mingo, no podía ser otro, me da un empujón y me dice “rajá”[!], entonces, me
suelta de los dos policías, entonces yo empiezo a correr hacia la esquina y
doblo hacia la izquierda, en Chubut, y yo lo veía que mientras yo corría por la
vereda izquierda, él corría por la derecha para despistar a los dos policías,
doy vuelta la esquina y yo iba
pensando “voy a cruzar el
rio” que lo conocía porque de niño íbamos a pescar, mis tíos vivían enfrente,
pasando el río, entonces digo “capaz que lo puedo cruzar” y bueno, cuando iba a
mitad de cuadra empiezo a sentir disparos, 1, 2, 3…[pensé] “están tirando al
aire”…pero “uno”, ya sentí el fogonazo en la pierna izquierda y que me derrumba,
entonces los policías me vienen a ayudar, entonces se hace un conjunto entre
los policías y mis compañeros, todos me tratan de ayudar, pero porque era un
hecho no común, los policías tenían mucho miedo, me reprendían por no haberme
parado, porque ellos me gritaban “parate, parate, parate, si no te tiramos”
entonces me reprendían, pero había uno que se notaba que tenía mucho miedo, la
cosa es que entre los policías y mis compañeros del Centro de estudiantes me
llevan, saltando en una pata, hacia la guardia del hospital […] mientras me
hacían las curaciones y charlábamos y todo, se sentía fuera del hospital ya,
alborotos, entonces todos mis compañeros empezaron a organizar la ‘toma’ del
hospital, efectivamente se sentía todo de la guardia, los discursos, las consignas,
la organización, “cierren el portón”, “cierren las puertas”, “compañeros, han
baleado a un compañero”, entonces se sentía el alboroto, esto iba in crescendo,
iba in crescendo el alboroto, o sea que se veía de que a pesar de ser
espontáneo, mis compañeros tuvieron olfato de cómo organizar una ‘toma’, un
hospital muy grande, un hospital muy grande, entonces “a las tapias”, “al
portón del fondo”, “a la puerta de ingreso”, a las dos que había, y etcétera
[…] bueno, la ‘toma’ fue espectacular, todo yo escuchaba, lo escuchaba a un
compañero mío que era un orador espectacular ya en los primeros años, cómo
organizaba y cómo discurseaba, hasta el mediodía, 12 y media, una, que por los
ruidos dijimos “han podido entrar”, y efectivamente llegó la policía con todos
los refuerzos y esto y camiones y todo, y lograron entrar por el portón grande
y se armó la bataola en el hospital adentro, entonces se sentían gritos, gritos
tanto de desesperación, porque los detenían, como gritos de órdenes, y todo eso
lo tengo muy bien grabado […] cuando ingresa la policía, logran ingresar a la
guardia y me trasladan a Sanidad policial que funcionaba en el viejo Hospital
San Roque, entonces ahí estuve tres días, ahí me tomaron declaración, mientras
el alboroto en la ciudad iba in crescendo, esa noche fue la primer ‘toma’ del
barrio Clínicas, que inició todo este proceso de resistencia, que contagió a
los claustros en la Universidad de Córdoba porque profesores renunciaron
públicamente, como el profesor Carballo de Obstetricia; y se fue sumando la
resistencia, por supuesto, el movimiento estudiantil ya empezó a organizar con
más criterio la resistencia, o sea tratar de a lo espontáneo darle mayor
organicidad, cosa que así fue (…) la protesta del barrio Clínicas sale hacia el
centro [de la ciudad de Córdoba], a las distintas facultades, pero empezamos a
hacer manifestaciones callejeras en pleno centro, por supuesto lo mío ya no
revistió ninguna gravedad, por suerte, me tuve que ir a Catamarca, ahí me
extrajeron la bala y me volví a la semana y porque, por supuesto no podía (…) y
a los 15 días de esto, o sea el 7 de septiembre, a los 15 días, en pleno
centro, haciendo las manifestaciones callejeras, se produce lo del asesinato de
Santiago Pampillón que, imagínate, si todo iba in
crescendo esto fue el detonante ya mayor, porque fue algo alevoso, y el
movimiento estudiantil, que discutía distintas cosas, no tuvo ninguna otra
opción que declarar la huelga por tiempo indeterminado […]
II
El
fragmento de narración que hemos seleccionado deliberadamente para este trabajo
de registro del pasado (Thompson, 1988) se afirma sobre el supuesto que este
acontecimiento fue el comienzo de un proceso que condujo a los estudiantes
hacia la oposición activa contra la dictadura. Destacamos que la categoría estudiante
“no es inevitable o determinada, ni algo que siempre estuvo allí simplemente
esperando ser expresado, ni algo que existirá siempre en la forma que se le dio
en un movimiento o en un momento histórico en particular” (Scott, 2001:
64). Por este motivo, resulta importante aproximarnos a estos sujetos a partir
de los relatos, los cuales deberán ser tratados como “algo construido,
dicho, hablado, no simplemente encontrado (..) es una identidad que tuvo que
ser aprendida y pudo ser aprendida sólo en un momento específico” (Scott,
2001: 65). La elección de este evento, el estudiante que en ejercicio de su
actividad militante es alcanzado por los disparos de las fuerzas represivas, se
debe a su potencia para representar los cambios de una época y sus etapas (Levillain, [1996] 2003).
El Golpe de Estado de 1966
colocó entre sus objetivos la anulación el autogobierno de las universidades,
con finalidad de debilitar la organización estudiantil y avanzar en una
despolitización de la sociedad[3]. Una de
las organizaciones que lideró la vanguardia de la lucha contra la dictadura, en
la geografía cordobesa, fue el Movimiento de Unidad Reformista (MUR), arraigado
en el Partido Comunista (PC). Bajo ese contexto, y a partir de la narración de
un estudiante baleado, iniciamos el análisis, una forma de lectura.
Para muchos proyectos, como es el caso de
los que se refieren a un acontecimiento o a un grupo pequeño, la cuestión no es
la representatividad sino quién lo conoce mejor. Tal como lo expresa el
sociólogo Hebert Blumer, se debería perseguir la
validez, mejor que la fiabilidad (..) Para otros proyectos, todo el objetivo
habría de consistir en centrarse en un grupo restringido (..) Eso permitiría
construir una imagen de su entorno social, actitudes, mitos y memorias; para lo
cual el carácter cerrado del grupo sería una ventaja más que un punto débil.
(Thompson, 1988: 148-149).
El propósito del tipo de
abordaje que aquí presentamos no se afirma sobre la búsqueda de datos. El
énfasis está abocado a una comprensión mayor de un proceso histórico particular
y, en este sentido, reviste menor relevancia develar información o evidencia,
otorgar mojones para una lectura ajustada a los hechos históricos tal como
ocurrieron; interesa, primordialmente acceder a
Un registro ‘subjetivo’ de cómo un hombre o
una mujer contempla su vida en conjunto o una parte de la misma. Precisamente
el modo en que habla, cómo la ordenan, qué enfatizan, qué omiten, las palabras
que escogen son importantes para la comprensión [de toda narración] (Thompson,
1988: 224) [Aclaración propia].
Para este
caso singular, desarrollamos el análisis en dos momentos. En un primer momento,
destacamos aquellos aspectos que, consideramos, son los que se están expresando
a partir del relato, el qué es lo que nos ofrece el narrador con su relato. Entendemos,
aqui, a la historia oral
como “uma narração dialógica que tem o passado como assunto e que brota do
encontro de um sujeito que chamarei de narrador e de outro sujeito que chamarei
de pesquisador” (Portelli, 2010: 210). En una segunda instancia, ensayamos un
abordaje posible a partir de la narrativa, el cómo es mencionado, los recursos
utilizados para desarrollar el relato (Thompson, [2000] 2004).
Como parte
del primer momento de análisis, y a partir de la narración de Alberto,
identificamos que, debido a una acción inicial de los estudiantes cordobeses
contra las disposiciones de la dictadura iniciada el 28 de junio de 1966, se
produjeron, encadenados, tres hechos inéditos.
El primero,
que incumbe al propio sujeto: el estudiante de Medicina, Alberto Cerdá, fue
baleado por las fuerzas del régimen[4]. El
narrador es un protagonista, no sólo porque realiza la acción; si no también,
porque se enuncia como parte de un colectivo, donde sus ejercicios son
inscriptos en una práctica ordenada con un propósito político y una actividad
específica[5]: la
volanteada. Dicha actividad es interrumpida por la fuerza, obligada a dejar de
ser ejercida y con una imposición por cumplir. El relato no sólo da cuenta del
espacio geográfico y la familiaridad del estudiante para moverse en él, si no
también, de la proximidad entre la acción concreta y los circuitos de apoyo
para un despliegue de toda una actividad militante, en un terreno cotidiano. Se
produce, en ese desarrollo, una interrupción de la autoridad, que se fuerza con
otra acción inesperada.
Un segundo
hecho inédito se produce en esa jornada: la ‘toma’ del Hospital Nacional de
Clínicas, de la Universidad Nacional de Córdoba[6]. El
relato se ordena a partir de la recuperación de los estudiantes de su espacio
propio, donde se afirmarán como sujetos. Sin ejercicio previo, pero con
nociones de resguardo de un punto estratégico, los estudiantes transitan del
estupor a la preparación de una defensa organizada. Las consignas y las
acciones reúnen a los estudiantes para la ‘toma’, una nueva apropiación de la
geografía cotidiana, como protesta y último refugio de la pertenencia
avasallada.
Resta de
mención un último hecho inédito para aquel final del día: la ‘ocupación’ del
barrio Clínicas. Los detalles espectaculares que alcanzan los hechos, que
incluyó fuego y barricadas, además, se destacan en la narración porque fue el
pasaje a la acción ofensiva de los estudiantes. Debemos considerar que los
estudiantes cordobeses tenían una “implantación social y territorial”
(González, 2006: 73) que se destacaba por sí sola: el Barrio Clínicas. En los
alrededores del Hospital Nacional de Clínicas, hospital-escuela de la Facultad
de Medicina de la UNC, se habían consolidado una serie de pensiones y
dormitorios que agrupaban alrededor de cinco mil estudiantes, muchas veces por
sus países o provincias de origen. Este pequeño universo de “veinte cuadras
y centro histórico de la vida política universitaria” (Brennan, 1996: 187)
se transformó en la retaguardia del movimiento estudiantil, y el Barrio
quedaría a merced de los estudiantes en las innumerables jornadas que
antecedieron al Cordobazo. El desplazamiento no ocurre sólo del barrio al
centro de la ciudad, apelando a un registro geográfico. Se proyectan al futuro,
bajo el foco principal de la escena pública por el impacto de su decisión
determinada.
Un segundo
momento de análisis nos convoca a detenernos en los elementos narrativos del
relato del estudiante baleado, debido a que más allá del propio relato “el
gran interés de la historia oral está en el análisis de la narrativa en cuanto
construcción verbal subjetiva y consciente, expresando el sentido que el
narrador tiene de sí mismo en la historia” (Gattaz,
2008: 35). La narración que nos ocupa se afirma en la medida que da cuenta de
los sujetos individuales inscriptos en una trama de relaciones sociales (Ortiz,
2018), lo cual nos permite acceder a una perspectiva sobre “el funcionamiento de la sociedad, sus
instituciones y las normas que rigen a los hombres y mujeres de esa época”
(Camarena, 2010: 96).
En lo que
refiere al narrador, Alberto es, ya es al momento de su llegada a la ciudad de
Córdoba, un sujeto que se propone un ejercicio militante. Como figura central
de un evento singular, el sujeto se encuentra absorbido por la totalidad del
acontecimiento histórico del que fue parte y “su relato asume las cadencias y la formulación de la épica”
(Portelli, 1991: 46). Las transformaciones que operaron sobre él y sobre su
entorno no le son ajenas, ya que, como protagonista de un hecho trascendente,
que atraviesa su experiencia como estudiante, lo ubica en el centro del relato,
para el cual fue convocado a narrar. Por ello, “la narración de su experiencia no puede escindirse de la construcción
de un mito sobre sí mismo, mito alimentado fuertemente, a su vez en su grupo de
referencia” (Pasquali, Ríos y Viano,
2006: 65). Las características del narrador y el tono que adquiere su relato,
ya han sido, de alguna manera, previstas por el investigador al momento de
recurrir a ese sujeto y a solicitarle una narración de su participación en los
hechos, ya que es considerado “como alguien que es portador de una
experiencia militante, histórica y social importante” (Pozzi, 2016: 5).
Si es
posible presumir poca experiencia para relatar, sobre los hechos que
protagonizó, a terceros ajenos; ésta se suple con los aprendizajes formales e
informales, como miembro de una organización partidaria que le permite
estructurar el relato según un orden cronológico y una función didáctica. Esto
ha sido advertido sobre narradores- militantes “a quienes desde niños nos
enseñaron lo importante que es saber aprovechar las oportunidades de educación
política, también podemos sentir que tenemos una función didáctica o
pedagógica: contar la historia de una determinada manera” (Stanley, 2002:
142); con una cabal comprensión del valor de su narración para el registro
histórico de los acontecimientos (Pasquali, Ríos y Viano, 2006).
En el
período donde el narrador se inserta, no sólo es un estudiante, es una manera
específica de ser estudiante, de ser militante estudiantil, con una definición
identitaria específica. Sobre esta marca política distintiva se funda la opción
de organizarse, donde el pasaje a lo colectivo ha sido decisivo en la
configuración de su trayectoria (Pasquali, Ríos y Viano, 2006). Es desde esa posición que Alberto estructura
su relato. Los eventos que lo ponen en el centro de la escena le provocan una
lesión física, pero terminan transformando todo el entorno alrededor. Se
advierte una intencionalidad del narrador por inscribir lo individual en lo
colectivo, a pesar de la centralidad que tiene el evento que narra para su
trayectoria personal. En su relato, la lesión propia, resultado de la violencia
represiva, carece de relevancia y sólo es un episodio que no interrumpe el
desarrollo de un proceso de crecimiento político colectivo. Otros hechos, de
mayor impacto en el seno de la sociedad, adquieren inauditas repercusiones y
esto parece justificar, a los ojos del narrador, que ‘su’ evento haya sido
olvidado. Un desplazamiento que afirma y consolida un episodio anómalo en una
trama de eventos cotidianos.
La narración
de Alberto, que lo ubica en la geografía, en la Universidad, en su grupo de
pertenencia, alcanza un punto de ruptura con el episodio en donde fue baleado.
Desde entonces, las referencias se desplazan hacia lo colectivo, la
organización, los estudiantes, el Barrio. Entonces, otro protagonista emerge en
el relato. El espacio geográfico en donde se producen los acontecimientos es:
domicilio, Facultad, militancia, socialización y retaguardia. Hay dos
referencias que rompen con la cronología y que, consideramos, señalizan la
relevancia del Barrio para Alberto. La primera referencia es cuando evoca el
recuerdo de su infancia, al momento de pensar su fuga. El anclaje a este
recuerdo permite repasar una ruptura, lo que hasta entonces se consideraba
normal frente a los eventos que se sucederían, entre la rutina y la vorágine,
un último refugio de la serenidad y lo bueno[7]. La
segunda referencia es el detenimiento para hablarnos de su amigo Máximo Mena,
con quien, de disímiles ideas políticas, compartía los mismos espacios
militantes: el Centro, la Facultad, el Comedor, la lucha. Esa figura encarna el
valor de la amistad, la familiaridad del debate de ideas, la cotidianeidad de
la política, donde se fortalecieron los vínculos sociales y se consolidaron los
ejercicios militantes. Parte de la identidad de los sujetos, que habitaron y
transitaron esa geografía, quedó anudada a la vida propia que alcanzó el Barrio
Clínicas[8].
Entre los pliegues de la
narración de Alberto encontramos una naturalización del conflicto. Ocurre una
situación anómala: el disparo a un estudiante, el 18 de agosto del ’66. Sin
embargo, en menos de treinta días, en septiembre de 1966, es asesinado el
estudiante Santiago Pampillón, avalado por las
autoridades de la dictadura. Esta situación de conflictos violentos trascendía
a los estudiantes y a los representantes de un gobierno ilegítimo: era el signo
de una crisis que incluía a la sociedad. Al respecto,
En las épocas de aguda crisis social es
cuando el ambiente cobra toda su fuerza como factor determinante de la reacción
de la gente ante los acontecimientos (…) es lo que siente la gente (…) no es
algo que flota sobre los acontecimientos, sino que es una emanación social, el
resultado de luchas terrestres (…) es en este clima (ideológico), más que en la
articulación no mediada de los intereses clasistas, donde se encuentra muchas
de las claves de la conducta social e individual [de los conflictos]” (Fraser,
1979: 26) [Aclaración propia].
Por ello, no
resulta extraño que ya en los primeros días de septiembre del ’66 fuese
“habitual” que los estudiantes se enfrentaran con piedras a la policía[9]. Sólo
había transcurrido un mes desde la intervención dictatorial a las
Universidades, el 29 de julio de 1966, para que la violencia se instalase en el
paisaje urbano. Desde entonces, las luchas callejeras se convirtieron en parte
de la escena, base de una nueva legitimidad (Moore, 2000: 90). Tampoco resulta
ajena, como parte de un mismo recurso de naturalización del conflicto, la
intención del narrador de resguardar a la humanidad del mal absoluto, en la
figura del policía indulgente que se atemoriza por su acción. El
objetivo primordial, de apelar a esta figura mítica, “é que quando a
violência coletiva gera vítimas inocentes (Cristo, Ardeatina,
Trastulli, Civitella),
sempre existe entre os assassinos algo ou alguém que resiste” (Portelli, 2006: 123).
Finalmente, destacamos los
desplazamientos de quien enuncia, cómo se presenta el sujeto. Alberto origina
su narración en un ‘nosotros’ familiar y un ‘yo’ de vocación militante; y se
coloca, luego, en un ‘nosotros’ de militantes estudiantiles, un grupo pequeño
inserto en un ‘movimiento estudiantil en democracia’. La irrupción violenta del
Otro, el antagonista dictatorial, también modifica las personas que enuncian el
relato. Entonces, en una acción de recuperación de lo propio (la volanteada),
amenazado por lo ajeno (la intervención a las Universidades por la dictadura),
asume relevancia la pertenencia colectiva y el ‘nosotros’ militante en el
ejercicio. Esta amenaza resulta efectiva sobre Alberto, se concreta este clima
de conflicto en el físico del narrador. A partir de entonces, pueden imaginarse
dos planos de proximidad. El primero, desde un discurso militante que se
enfrenta a un gran Otro con un grupo pequeño de ‘nosotros’, militantes
estudiantiles. Luego, fruto de la ruptura del orden institucional y la
incursión en el espacio, este avasallamiento muta tanto al Otro, que se hace
más palpable y pequeño (los policías como brazo ejecutor de régimen); como al
‘nosotros’, que cobra grandes dimensiones (el movimiento estudiantil en las
manifestaciones callejeras); para desplegarse en el territorio y convertirse en
sujeto de confrontación directa.
Conclusión
Con este
trabajo nos propusimos realizar un aporte para destacar que la frontera, entre
el relato de los sujetos involucrados y el discurso histórico, se torna algo
más difusa cuando apelamos a la historia oral. La narración y el análisis nos
ofrecen la posibilidad de acceder, más allá de la ubicación temporal y
espacial, a percibir un ambiente particular en el cual se desarrollaron los
acontecimientos. Permite, esta modalidad de abordaje, acceder a una propuesta
que comprende las motivaciones de quienes protagonizaron ciertos eventos.
La
narración de Alberto también nos cuenta sobre el modo en que se era estudiante
en aquel período, sobre elementos de la identidad militante, sobre las
relaciones, los espacios propios, la politización de la vida cotidiana, el
conflicto y la transfiguración de la geografía, y los sujetos, a partir de la
lucha política.
Algunos de los elementos de esa
narración, que hemos destacado en el análisis, nos permiten advertir elementos
característicos, también, de otros relatos militantes. De estructuración de las
narraciones y de recursos discursivos que no sólo enlazan los acontecimientos a
un período concreto, sino que nos ofrecen, además, adentrarnos en una atmósfera
específica. Por ello, un ambiente en el cual se desarrollaron los hechos, que
por ajeno puede resultar fuera de lo ordinario para nuestro presente. En este
intersticio se enlaza la narración y el análisis. Se produce, en aquel período,
un complejo pasaje, un proceso de politización que transformó trayectorias
individuales y las colocó en medio de grandes acontecimientos. Un recorrido que
transitó desde los dedos entintados, de los dirigentes estudiantiles, a la
ocupación, por el conjunto de los estudiantes organizados, de todo un barrio
para enfrentar a la dictadura. Allí, en ese tiempo y espacio, encontramos un
rito de pasaje: la volanteada.
Juan Ignacio- Usted contaba
de cómo se organizaban los estudiantes y parte de la organización de la
resistencia era la volanteada, en esa jornada de volanteada del Clínicas, en la
primer volanteada ¿había un ‘volante consigna’ que era contra la dictadura?
Alberto- ‘Contra la
intervención universitaria de la dictadura, por la autonomía universitaria y el
gobierno tripartito’; esa era la consigna nuestra, eso es lo que habíamos
perdido, con la intervención perdimos eso, elemental, así es.
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Inédita
Documento de Historia Oral elaborado con
Alberto Cerdá, Córdoba, 24/10/2016. Juan Ignacio González. Transcripción:
Luciana Laurino. Revisión: Juan Ignacio González.
Archivos y Fondos documentales. Diarios y Prensa
escrita
- diario Córdoba, agosto de 1966, en:
Hemeroteca de la Legislatura de la Provincia de Córdoba.
- revista Política,
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- revista Umbrales. Crónicas de fin de
siglo. Córdoba, 1999. Año 6, Nro. 11.
Ficha técnica
del documento
Características formales de la
entrevista: Semiestructurada de final abierto (Benadiba
y Plotinsky, 2005), bajo modalidad de historia de
vida (Meihy, 2008; Pozzi, 2016).
Sujetos: Narrador; Alberto
Cerdá, estudiante de Medicina en 1966, militante del Movimiento de Unidad
Reformista (MUR). Primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar
a cargo del Gral. Carlos Onganía, el día 18 de agosto de 1966. Investigador;
Juan Ignacio González, estudiante de doctorado.
Lugar y fecha de realización
del encuentro: Córdoba, 24 de octubre de 2016.
Duración del encuentro: Una
sesión de una hora, treinta y tres minutos de extensión.
Otras características
relevantes al momento de la concreción del encuentro: Del narrador: profesional
médico jubilado; setenta años; narrador sin experiencia de entrevista para
fines académicos; Del investigador: profesional politólogo; cuarenta años;
escucha con experiencia de entrevista para fines académicos.
Justificación: La selección de
este sujeto para el estudio de su caso se funda en la significación de éste por
el carácter singular de su existencia (Benadiba y Plotinsky, 2005). Por el supuesto que puede ofrecernos una
mirada a un contexto particular al que no puede accederse por otras fuentes históricas,
o que estas fuentes no alcanzan a abarcar la riqueza de las experiencias del
período en el que estas identidades se consolidaron como contestatarias a la
dictadura cívico-militar que se inició el 28 de junio de 1966. El resultado de
la narración formó parte del corpus de análisis de la tesis de doctorado “Estudantes e política sob ditadura. Os universitarios nas vésperas do Cordobazo. (Córdoba, 1966-1969), presentada por
Juan Ignacio González, para su defensa el 10 de abril de 2018 ante el tribunal
académico dispuesto por el Programa de Pós-Graduação
em História, del Instituto de História
de la Universidade Federal Fluminense, Brasil.
Orientador: Dr. Norberto Ferreras.
Las preguntas que guiaron este
encuentro son producto de un conjunto de ejes reelaborados en base a una
primera propuesta de Emilse Pons, Victoria Chabrando
y Juan Ignacio González, con observaciones de la Dra. Alicia Servetto, en marzo de 2012. Se detallan, a continuación,
los ejes de interés resultantes. Diseñados para el proyecto académico de tesis
doctoral, se pusieron en práctica al momento del encuentro con los narradores.
a- Estudiantes en la
Universidad
- como llegan a la militancia
(características de la participación; modalidad de la agrupación).
- clima dentro de la universidad
al momento de su protagonismo como militante (características de la política
universitaria del período, posicionamientos: reformismo, cientificismo, etc.).
- cuáles eran las demandas de
su agrupación, cuáles los objetivos y programas de trabajo; y cómo respondían
las autoridades.
- que agrupación era su
oponente, con cuáles agrupaciones tenían acuerdos, en torno a qué temas (ejes
temáticos en lo universitario; diferencias políticas más importantes;
corrientes y matices de expresión).
- clivajes entre política y
universidad (cuál fue la relación con el
peronismo/laicismo/"democracia"/ el pc, la aparición de los
católicos/ golpismo/ etc.).
b- Estudiantes desde la
Universidad
- relaciones con otros sectores
sociales (asociación con el resto de la política estatal, social, etc.).
- objetivos comunes (acciones
extra-gremiales).
- en torno a qué temas.
Agradecimiento
A la Profesora Laura Ortiz, por
su atenta lectura y sus observaciones para que este texto sea mejor logrado.
FECHA DE RECEPCIÓN: 24/09/2019
FECHA DE ACEPTACIÓN: 16/06/2020
[1] Al
final del presente escrito se incluye una ficha técnica, que propone reflejar
aspectos metodológicos, de abordaje del trabajo, y una reconstrucción de los
ejes de preguntas que guiaron el encuentro.
[2]
Bajo desaparición forzada, por los ejecutores del Terrorismo de Estado, desde
el 19/07/1976. (Cf. Romano, 2016: 369)
[3] La
ley Nro. 16894, en los días inmediatos al Golpe, dispuso la disolución de los
partidos políticos y la confiscación de sus bienes (Pons, 2010).
[4] “Cuando se produce el golpe de estado de
1966, el único partido que llama a enfrentar el golpe y evitar la consolidación
del gobierno surgido del mismo, es nuestro partido, el Partido Comunista (…) El
primer herido en las luchas estudiantiles fue un compañero nuestro, dirigente
del MUR en Medicina, Alberto Cerdá, quien fue atacado en las puertas del
hospital de Clínicas.” (Testimonio de Carlos Scrimini,
mayo de 1974, en: Bergstein, 1987: 67).
[5] “Durante los incidentes ocurridos esta
mañana en el Hospital Nacional de Clínicas fue herido de bala en una pierna el
estudiante de segundo año de Medicina, (…) Alberto Luis Cerda, de 19 años de
edad quien aparece en la nota en el establecimiento en donde quedó internado.
El citado resultó herido, tal como señalamos en otro lugar de esta edición, en
momentos en que distribuía volantes referentes a la situación universitaria”
(Estudiante Herido de Bala, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966: 1).
[6] “En reacción por la agresión perpetrada
contra el estudiante Alberto Luis Cerda, quien resultó herido de bala en una
pierna, los estudiantes que desarrollan su actividad en el Hospital Nacional de
Clínicas procedieron a “tomar” el establecimiento. En la nota aparecen en
momentos en que proceden a la clausura de las puertas y portones de acceso” (La
Toma del Hospital Clínicas, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966: 2).
[7]“Entonces se vuelve a los orígenes. Se
reclama el pasado, el estupor infantil, el primer descubrimiento de sí mismo y
del mundo en torno a uno. Se trata de un complejo juego de claroscuros. Se
procede entre destellos, relámpagos de luz vivida y sombras fijas, opacidades
misteriosas (…) Entonces, es la sociedad y no la naturaleza la que está bajo
acusación. La infancia es la edad buena y feliz (…) antes que la obra del
hombre y sus diseminadas intervenciones la devastasen.” (Ferrarotti, 2007:
31-32)
[8] Cfr.: Carlos Ahrensburg, en: revista Política, cultura y sociedad en
los ’70, 1997: 16.
[9]
Cfr.: LVI, 01/09/66: 6; en: Inchauspe, 2007: 377.