La
volanteada. Narración de un estudiante baleado bajo la dictadura de la
‘Revolución Argentina’ (Córdoba, agosto de 1966).
The leaflet. Narration of a student shot under the
dictatorship of the ‘Argentine Revolution’ (Córdoba, August 1966).
Juan Ignacio González
Proyecto
Historia Oral,
Centro de Investigaciones de la
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba,
Resumen
El
presente trabajo se propone, a partir de una narración de un estudiante,
abordar el proceso de politización de los sujetos involucrados. Dadas las
características de la ciudad de Córdoba, y bajo el imperio de un gobierno de
facto, se propone, además, advertir cómo intervinieron las fuerzas represivas,
desde la irrupción en los espacios, para la conformación de las identidades
políticas de los estudiantes. Por lo tanto, con origen en un relato individual,
se procura acceder a claves de lectura y aspectos de la trama colectiva en el
período indicado. En el desarrollo de los acontecimientos, los estudiantes
habrían adquirido rápidamente, con base en sus discusiones previas, marcos de
acción y herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. Apelando a la
historia oral, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para
advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y
colectivas, en contextos de alta politización.
Palabras clave: estudiantes, política, dictadura, identidades
políticas
Abstract
The aim of this work is to address the politicization process of the
subjects involved in it, from the narration of a student. Given Córdoba city’s
characteristics, and under a de facto government, it also has the purpose of
remarking how repressive forces intervened, since the irruption in the spaces,
in the shaping of the students’ political identities. Therefore, having an
individual story for its origin, it tries to obtain approaches and aspects of
the collective plot in the period mentioned. During the events, and based on
their previous discussions, students must have quickly acquired frames of
action
and new tools to face dictatorship. By resorting to oral history, we
propose to immerse ourselves in a specific atmosphere to highlight the
processes that are in the center of individual and collective experiences, in
high politicization contexts.
Keywords: Students,
Politics, Dictatorship, Political identities
Todas mis potencias entraban en esa tarea,
que era más que una simple traducción,
era -la vi mucho después-
el cambio de un hombre por otro hombre.
Rodolfo Walsh, nota al pie
Introducción
El 28 de
junio de1966 irrumpió una dictadura civil-militar en la Argentina, producto de
un Golpe de estado a cargo de las Fuerzas Armadas. Un mes después, la dictadura
intervino en las Universidades, donde no solo fueron expulsados profesores y
desmantelado su reciente sistema científico, sino también se prohibió la
actividad estudiantil dentro de las instituciones. El objetivo de anular la
política para los estudiantes proponía silenciar ese espacio de formación,
debido a los amplios debates que se daban en su seno. La autonomía que gozaban las
Universidades mantuvo esos espacios fuera de la órbita natural de la política
partidaria, cercenada y vigilada desde 1956, y clausurada definitivamente desde
el inicio del Golpe, del 28 de junio. Los estudiantes universitarios se vieron
rápidamente afectados, y mientras algunas agrupaciones centraron sus objeciones
en los funcionarios civiles del régimen de facto; todas tenían, sin embargo,
plena conciencia de los tiempos de retroceso que se avecinaban para las
Universidades y las ideas de la Reforma universitaria (1918). En Córdoba,
durante el segundo semestre de 1966, aunaron la pérdida de una práctica
democrática, la intromisión en el espacio propio y la virulencia de los ataques
de la dictadura, sin distinciones, contra la militancia estudiantil. Por ello,
se desataron una infinidad de pequeñas agrupaciones que se lanzaron a la
acción. Una de ellas, resultó el Movimiento de Unidad Reformista (MUR),
agrupación de estudiantes con mayor presencia dentro de la facultad de Medicina
de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y con raíces en el Partido
Comunista (PC) cordobés. El trabajo gremial y político, tomó nueva dimensión
con la implantación del Golpe, y fruto de su perseverancia se consolidaron entre
las agrupaciones de mayor convocatoria. Finalmente, en 1968, alcanzaron a la
presidencia de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y condujeron las
acciones del ‘mayo cordobés’, durante 1969, en estrecha colaboración con el
movimiento obrero organizado.
El presente
trabajo se enmarca en un estudio sobre el proceso de politización de los
estudiantes universitarios que actuaron en Córdoba desde la irrupción del Golpe
de estado, del 28 de junio de 1966, hasta las jornadas del Cordobazo,
los días 29 y 30 de mayo de 1969. El objeto es advertir sobre la conformación
de sus identidades políticas, en sus desarrollos propios, y en disputa de los
espacios con las fuerzas represivas. Conjeturamos que, en el desarrollo de los
acontecimientos, los estudiantes habrían adquirido vertiginosamente, debido a
sus marcos políticos de referencia originales, modalidades de acción y
herramientas novedosas para confrontar con la dictadura. La metodología que
empleamos para aproximarnos a nuestro objeto de estudio es el recurso a la
historia oral[1].
Por su intermedio, nos proponemos adentrarnos en una atmósfera específica para
advertir sobre los procesos que anudan las experiencias individuales y
colectivas, en contextos de intensa politización. Apelamos, en este escrito, a un
narrador, estudiante de Medicina en 1966 y militante del MUR, quien resultó ser
el primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar a cargo del
Gral. Carlos Onganía. La selección de este sujeto, para el estudio de su caso,
se funda en su significación, por el carácter singular de su existencia[2].
Bajo el supuesto que puede ofrecernos una mirada a un contexto particular al
que no puede accederse por otras fuentes históricas, o que estas fuentes no
alcanzan a abarcar la riqueza de las experiencias del período en el que estas
identidades políticas se consolidaron como contestatarias.
La
presentación en dos secciones, un formato de exposición, forma parte de la
propuesta de ofrecer la voz del narrador en primer plano, y un análisis en
segundo plano. Acontecimientos del período se encuentran tratados profusamente
por la literatura académica[3].
Aquí, apelamos a una aproximación alterna, ya que la historia está, también,
conformada por aquello que las personas pensaron, sintieron, experimentaron e imaginaron;
y, para el caso, por el modo en que ellas narran sus experiencias[4].
I
Juan Ignacio- Bueno Alberto, cuénteme más o
menos en qué año llega a la universidad y por qué se decide estudiar en la
universidad, ¿a qué viene a Córdoba?[5]
Alberto- Por supuesto (…) con el grupo de
compañeros del secundario, era sabido que teníamos que estudiar, era sabido que
había que irse a Córdoba, a Tucumán o a La Plata, los que pudieran (…) a estudiar
(…) la decisión de la mayoría de mi grupo fue a Córdoba, porque era más cercano
a nosotros, los profesionales que había en Catamarca, yo vengo de Catamarca; en
ese momento la mayoría habían sido egresados de Córdoba, más que todo las carreras
tradicionales, liberales llamadas, entonces médicos, arquitectos, ingenieros,
etcétera, generalmente eran egresados de Córdoba y como yo pertenecía a una
clase media, estándar, mi padre era médico, egresado de la Universidad de Córdoba,
por supuesto, era tácito que había que venir a Córdoba a estudiar […] las
ansias por venir a la universidad en mí eran tan grandes que esperaba llegar a
Córdoba, porque mi padre, politizado también, nos contaba de las luchas, de su
momento histórico, de la universidad, de la riqueza, entonces a mí eso me
estimulaba mucho, y así fue, nosotros llegamos en tren de Catamarca a la
estación Mitre, con un primo hermano mío, los dos con el objetivo de estudiar
lo mismo, cada uno con su valija, ¿adónde íbamos a ir si veníamos a estudiar
Medicina? Indudablemente al Barrio Clínicas, el Barrio Clínicas que, luego, se transformaría
en nuestra casa […]
Juan Ignacio- ¿Recuerda el año?
Alberto- El año era febrero de 1965, yo soy
egresado del secundario del 64; gobernaba don Arturo Illia […] nos instalamos
en la segunda pensión, en la calle Neuquén, que es en donde corta o desemboca
el Clínicas, ahí 20 metros y, Hospedaje Italia, y ahí fue la armada del primer
grupo de estudiantes que incidieron en el futuro de mi estadía en Córdoba
porque conocí a mi compañero de estudios, compañero del litoral, de Paraná, se
incorporó otro compañero de Paraná y habitábamos en una pieza de 4, y ese fue
el primer grupo, entonces había 4 camas, una mesita y un ropero, eso es lo que
tenía, generalmente, la pensión para estudiantes, por supuesto, el barrio
Clínicas en ese entonces ya estaba inundado de pensiones para estudiantes […] tuve
la gran suerte de que teníamos el Clínicas al frente, donde teníamos que cursar
Anatomía, que era la materia gorda, el filtro, por excelencia, de los estudiantes
de Medicina, y cuando salgo un día para ir al Hospital Clínicas, dos casas más
delante de mi pensión, hacia el Clínicas, [realiza un
gesto con la mano como descubriendo, señalando la existencia de un cartel] local
del Centro de Estudiantes de Medicina, imaginate [!],
eso fue para mí, una satisfacción y una alegría, porque yo venía ya con
intención de militar, por supuesto, así que me incorporé al Centro de
estudiantes, conocí a mis primeros amigos, empezamos a estudiar, empezamos a ir
olfateando cómo se movía el Centro de estudiantes, veíamos que tenían el mimeógrafo
típico, para mimeografiar apuntes, volantes, etcétera, ahí conocimos cómo se
movía la propaganda estudiantil por excelencia, a través del mimeógrafo (…) cómo
se embarraban los compañeros dirigentes las manos de tinta, porque era todo muy
precario; era la forma de hacer política [!]. Bueno, conocí en primer año a quien
fuera el destino de mi protagonismo en el barrio Clínicas, por la suerte, por la
casualidad, por un accidente, por lo que sea: a Domingo Mena[6](..)
empezamos a charlar, actualmente a muchos de los compañeros que
militaban
en ese entonces en el Centro, los veo todavía (…)
éramos todos de distintas
vertientes políticas y esas vertientes políticas
después, incidieron
decididamente, de acuerdo a sus concepciones, en la historia del
país; de ese grupo
nació el ERP, Mena se hizo del ERP, ya Domingo, “el
Mingo” como le decíamos, él
formó en el Centro de estudiantes un grupo; yo me
incorporé al MUR, Movimiento
de Unidad Reformista, que seguía la corriente de la Juventud
Comunista, el MUR;
Mena formó un grupo que se llamaba Espartaco, y además en
el Centro participaba
el MIM, Movimiento Independiente de Medicina, después
apareció el FEN [Frente
Estudiantil Nacional] y bueno, la evolución política fue
dando nombres a los
distintos sectores (…) Con Domingo Mena éramos amigos,
participábamos, y así pasó
el año 65, aprobamos Anatomía, por suerte, empezó
el segundo año, el 66, en donde
el movimiento estudiantil en democracia, por supuesto, tenía
libertades, íbamos
al Comedor universitario (…) y llegó el fatídico
Golpe contra Illia del 28 de
junio del 66, entonces justo en la mitad de año se alteró
todo y el Centro de estudiantes
empezó a organizar la resistencia, y bueno, al mes exactamente
de que fue
derrocado Humberto Illa, el golpe fue el 28 de junio; el 29 de julio
Onganía
interviene las universidades argentinas, entonces cómo resistir,
cómo divulgar,
cómo incorporar a los estudiantes a la resistencia era la tarea
que tenía el
Centro de estudiantes de Medicina, como la FUC [Federación
Universitaria de
Córdoba], como todo lo que funcionaba en las universidades, y
bueno, el local
era un bullicio y se habían programado volanteadas, la primer
volanteada en el
Hospital de Clínicas contra la intervención a las
universidades, se realiza el
18 de agosto del 66; bueno, participamos por supuesto, éramos
grupos de a 3; no,
íbamos de a 2 o de a 3, no juntos, si no dispersos, volanteando
el hall central
del Hospital de Clínicas, la volanteada empezó a las 8 de
la mañana, en el
segundo pasillo del Clínicas, mientras yo volanteaba con mi
primo, siento que
me detienen de atrás dos personas, uno de cada lado,
[pensé] “mala suerte”, y [me
dijeron] “está prohibido volantear, somos de la
policía”; dos de civil, “así que
nos va a tener que acompañar a la Tercera”, que estaba a
dos cuadras del
Clínicas, por Santa Rosa, la famosa Tercera, así que yo
tranquilo, vi que mis compañeros
se dieron cuenta, así que la policía me llevaba hacia la
entrada del hospital,
uno de cada lado, y yo sentía comentarios, y todo, cuando
aparecemos en la
puerta del hospital, en la puerta principal, enfrente funcionaba
nuestro bar,
el bar Estrella, adonde nos reuníamos a tomar café, a
hacer reuniones, etcétera,
en la vereda vi a mis compañeros del Centro de estudiantes, de
cursos
superiores, y entre ellos estaba Mingo Mena, mi compañero,
entonces bajamos las
escalinatas del hospital por el veredón hacia la Tercera,
íbamos en la mitad de
cuadra, más o menos, no habíamos hecho 20, 25 metros,
cuando de golpe siento
que de atrás Mingo, no podía ser otro, me da un
empujón y me dice “rajá”[!],
entonces, me suelta de los dos policías, entonces yo empiezo a
correr hacia la
esquina y doblo hacia la izquierda, en Chubut, y yo lo veía que
mientras yo corría
por la vereda izquierda, él corría por la derecha para
despistar a los dos
policías, doy vuelta la esquina y yo iba pensando “voy a
cruzar el rio” que lo
conocía porque de niño íbamos a pescar, mis
tíos vivían enfrente, pasando el
río, entonces digo “capaz que lo puedo cruzar” y
bueno, cuando iba a mitad de cuadra
empiezo a sentir disparos, 1, 2, 3…[pensé]
“están tirando al aire”…pero
“uno”,
ya sentí el fogonazo en la pierna izquierda y que me derrumba,
entonces los
policías me vienen a ayudar, entonces se hace un conjunto entre
los policías y
mis compañeros, todos me tratan de ayudar, pero porque era un
hecho no común,
los policías tenían mucho miedo, me reprendían por
no haberme parado, porque ellos
me gritaban “parate, parate,
parate, si no te tiramos” entonces me
reprendían,
pero había uno que se notaba que tenía mucho miedo, la
cosa es que entre los
policías y mis compañeros del Centro de estudiantes me
llevan, saltando en una
pata, hacia la guardia del hospital […] mientras me
hacían las curaciones y
charlábamos y todo, se sentía fuera del hospital ya,
alborotos, entonces todos
mis compañeros empezaron a organizar la ‘toma’ del
hospital, efectivamente se sentía
todo de la guardia, los discursos, las consignas, la
organización, “cierren el
portón”, “cierren las puertas”,
“compañeros, han baleado a un compañero”,
entonces
se sentía el alboroto, esto iba in crescendo, iba in crescendo
el alboroto, o
sea que se veía de que a pesar de ser espontáneo, mis
compañeros tuvieron olfato
de cómo organizar una ‘toma’, un hospital muy
grande, un hospital muy grande,
entonces “a las tapias”, “al portón del
fondo”, “a la puerta de ingreso”, a las
dos que había, y etcétera […] bueno, la
‘toma’ fue espectacular, todo yo escuchaba,
lo escuchaba a un compañero mío que era un orador
espectacular ya en los
primeros años, cómo organizaba y cómo discurseaba,
hasta el mediodía, 12 y media,
una, que por los ruidos dijimos “han podido entrar”, y
efectivamente llegó la
policía con todos los refuerzos y esto y camiones y todo, y
lograron entrar por
el portón grande y se armó la bataola en el hospital
adentro, entonces se
sentían gritos, gritos tanto de desesperación, porque los
detenían, como gritos
de órdenes, y todo eso lo tengo muy bien grabado […]
cuando ingresa la policía,
logran ingresar a la guardia y me trasladan a Sanidad policial que
funcionaba
en el viejo Hospital San Roque, entonces ahí estuve tres
días, ahí me tomaron
declaración, mientras el alboroto en la ciudad iba in crescendo,
esa noche fue
la primer ‘toma’ del barrio Clínicas, que
inició todo este proceso de
resistencia, que contagió a los claustros en la Universidad de
Córdoba porque
profesores renunciaron públicamente, como el profesor Carballo
de Obstetricia;
y se fue sumando la resistencia, por supuesto, el movimiento
estudiantil ya empezó
a organizar con más criterio la resistencia, o sea tratar de a
lo espontáneo darle
mayor organicidad, cosa que así fue (…) la protesta del
barrio Clínicas sale hacia
el centro [de la ciudad de Córdoba], a las distintas facultades,
pero empezamos
a hacer manifestaciones callejeras en pleno centro, por supuesto lo
mío ya no
revistió ninguna gravedad, por suerte, me tuve que ir a
Catamarca, ahí me
extrajeron la bala y me volví a la semana y porque, por supuesto
no podía (…) y
a los 15 días de esto, o sea el 7 de septiembre, a los 15
días, en pleno
centro, haciendo las manifestaciones callejeras, se produce lo del
asesinato de
Santiago Pampillón que, imagínate, si todo iba in crescendo
esto fue el detonante ya mayor, porque fue algo alevoso, y el movimiento
estudiantil, que discutía distintas cosas, no tuvo ninguna otra opción que
declarar la huelga por tiempo indeterminado […]
II
El fragmento
de narración que hemos seleccionado deliberadamente para este trabajo de registro
del pasado[7]
se afirma sobre el supuesto que este acontecimiento fue el comienzo de un
proceso que condujo a los estudiantes hacia la oposición activa contra la
dictadura. Destacamos que la categoría estudiante “no es inevitable o
determinada, ni algo que siempre estuvo allí simplemente esperando ser
expresado, ni algo que existirá siempre en la forma que se le dio en un movimiento
o en un momento histórico en particular”[8]. Por
este motivo, resulta importante aproximarnos a estos sujetos a partir de los
relatos, los cuales deberán ser tratados como “algo construido, dicho, hablado,
no simplemente encontrado (..) es una identidad que tuvo que ser aprendida y
pudo ser aprendida sólo en un momento específico”[9]. La elección
de este evento, el estudiante que en ejercicio de su actividad militante es alcanzado
por los disparos de las fuerzas represivas, se debe a su potencia para representar
los cambios de una época y sus etapas[10].
El golpe de
Estado de 1966 colocó entre sus objetivos la anulación el autogobierno de las
universidades, con finalidad de debilitar la organización estudiantil y avanzar
en una despolitización de la sociedad[11].
Una de las organizaciones que lideró la vanguardia de la lucha contra la dictadura,
en la geografía cordobesa, fue el Movimiento de Unidad Reformista (MUR),
arraigado en el Partido Comunista (PC). Bajo ese contexto, y a partir de la narración
de un estudiante baleado, iniciamos el análisis, una forma de lectura.
Para muchos
proyectos, como es el caso de los que se refieren a un acontecimiento o a un
grupo pequeño, la cuestión no es la representatividad sino quién lo conoce mejor.
Tal como lo expresa el sociólogo Hebert Blumer, se
debería perseguir la validez, mejor que la fiabilidad (..) Para otros
proyectos, todo el objetivo habría de consistir en centrarse en un grupo restringido
(..) Eso permitiría construir una imagen de su entorno social, actitudes, mitos
y memorias; para lo cual el carácter cerrado del grupo sería una ventaja más que
un punto débil[12].
El propósito
del tipo de abordaje que aquí presentamos no se afirma sobre la búsqueda de
datos. El énfasis está abocado a una comprensión mayor de un proceso histórico
particular y, en este sentido, reviste menor relevancia develar información o
evidencia, otorgar mojones para una lectura ajustada a los hechos históricos
tal como ocurrieron; interesa, primordialmente acceder a
Un registro
‘subjetivo’ de cómo un hombre o una mujer contempla su vida en conjunto o una
parte de la misma. Precisamente el modo en que habla, cómo la ordenan, qué
enfatizan, qué omiten, las palabras que escogen son importantes para la
comprensión [de toda narración][13]
Para este caso
singular, desarrollamos el análisis en dos momentos. En un primer momento, destacamos
aquellos aspectos que, consideramos, son los que se están expresando a partir
del relato, el qué es lo que nos ofrece el narrador con su relato. Entendemos,
aqui, a la historia oral como
“uma narração dialógica que tem o passado como assunto e que brota do encontro
de um sujeito que chamarei de narrador e de outro sujeito que chamarei de pesquisador”[14].
En una segunda instancia,
ensayamos un abordaje posible a partir de la narrativa, el cómo es mencionado,
los recursos utilizados para desarrollar el relato[15].
Como parte
del primer momento de análisis, y a partir de la narración de Alberto, identificamos
que, debido a una acción inicial de los estudiantes cordobeses contra las
disposiciones de la dictadura iniciada el 28 de junio de 1966, se produjeron,
encadenados, tres hechos inéditos.
El primero,
que incumbe al propio sujeto: el estudiante de Medicina, Alberto Cerdá, fue baleado
por las fuerzas del régimen[16].
El narrador es un protagonista, no sólo porque realiza la acción; si no también,
porque se enuncia como parte de un colectivo, donde sus ejercicios son inscriptos
en una práctica ordenada con un propósito político y una actividad específica[17]:
la volanteada. Dicha actividad es interrumpida por la fuerza, obligada a dejar
de ser ejercida y con una imposición por cumplir. El relato no sólo da cuenta
del espacio geográfico y la familiaridad del estudiante para moverse en él, si
no también, de la proximidad entre la acción concreta y los circuitos de apoyo para
un despliegue de toda una actividad militante, en un terreno cotidiano. Se produce,
en ese desarrollo, una interrupción de la autoridad, que se fuerza con otra acción
inesperada.
Un segundo
hecho inédito se produce en esa jornada: la ‘toma’ del Hospital Nacional de Clínicas,
de la Universidad Nacional de Córdoba[18]. El
relato se ordena a partir de la recuperación de los estudiantes de su espacio
propio, donde se afirmarán como sujetos. Sin ejercicio previo, pero con
nociones de resguardo de un punto estratégico, los estudiantes transitan del
estupor a la preparación de una defensa organizada. Las consignas y las acciones
reúnen a los estudiantes para la ‘toma’, una nueva apropiación de la geografía cotidiana,
como protesta y último refugio de la pertenencia avasallada.
Resta de
mención un último hecho inédito para aquel final del día: la ‘ocupación’ del
barrio Clínicas. Los detalles espectaculares que alcanzan los hechos, que incluyó
fuego y barricadas, además, se destacan en la narración porque fue el pasaje a la
acción ofensiva de los estudiantes. Debemos considerar que los estudiantes cordobeses
tenían una “implantación social y territorial”[19] que
se destacaba por sí sola: el Barrio Clínicas. En los alrededores del Hospital
Nacional de Clínicas, hospital-escuela de la Facultad de Medicina de la UNC, se
habían consolidado una serie de pensiones y dormitorios que agrupaban alrededor
de cinco mil estudiantes, muchas veces por sus países o provincias de origen. Este
pequeño universo de “veinte cuadras y centro histórico de la vida política
universitaria”[20]
se transformó en la retaguardia del movimiento estudiantil, y el Barrio
quedaría a merced de los estudiantes en las innumerables jornadas que antecedieron
al Cordobazo. El desplazamiento no ocurre sólo del barrio al centro de la
ciudad, apelando a un registro geográfico. Se proyectan al futuro, bajo el foco
principal de la escena pública por el impacto de su decisión determinada.
Un segundo
momento de análisis nos convoca a detenernos en los elementos narrativos del relato
del estudiante baleado, debido a que más allá del propio relato “el gran interés
de la historia oral está en el análisis de la narrativa en cuanto construcción
verbal subjetiva y consciente, expresando el sentido que el narrador tiene de
sí mismo en la historia”[21].
La narración que nos ocupa se afirma en la medida que da cuenta de los sujetos
individuales inscriptos en una trama de relaciones sociales[22], lo
cual nos permite acceder a una perspectiva sobre “el funcionamiento de la
sociedad, sus instituciones y las normas que rigen a los hombres y mujeres de
esa época”[23].
En lo que
refiere al narrador, Alberto es, ya es al momento de su llegada a la ciudad de
Córdoba, un sujeto que se propone un ejercicio militante. Como figura central de
un evento singular, el sujeto se encuentra absorbido por la totalidad del acontecimiento
histórico del que fue parte y “su relato asume las cadencias y la formulación
de la épica”[24].
Las transformaciones que operaron sobre él y sobre su entorno no le son ajenas,
ya que, como protagonista de un hecho trascendente, que atraviesa su experiencia
como estudiante, lo ubica en el centro del relato, para el cual fue convocado a
narrar. Por ello, “la narración de su experiencia no puede escindirse de la
construcción de un mito sobre sí mismo, mito alimentado fuertemente, a su vez
en su grupo de referencia”[25].
Las características del narrador y el tono que adquiere su relato, ya han sido,
de alguna manera, previstas por el investigador al momento de recurrir a ese
sujeto y a solicitarle una narración de su participación en los hechos, ya que
es considerado “como alguien que es portador de una experiencia militante,
histórica y social importante”[26].
Si es
posible presumir poca experiencia para relatar, sobre los hechos que protagonizó,
a terceros ajenos; ésta se suple con los aprendizajes formales e informales, como
miembro de una organización partidaria que le permite estructurar el relato
según un orden cronológico y una función didáctica. Esto ha sido advertido
sobre narradores- militantes “a quienes desde niños nos enseñaron lo
importante que es saber aprovechar las oportunidades de educación política,
también podemos sentir que tenemos una función didáctica o pedagógica: contar
la historia de una determinada manera”[27];
con una cabal comprensión del valor de su narración para el registro histórico
de los acontecimientos[28].
En el
período donde el narrador se inserta, no sólo es un estudiante, es una manera específica
de ser estudiante, de ser militante estudiantil, con una definición identitaria
específica. Sobre esta marca política distintiva se funda la opción de organizarse,
donde el pasaje a lo colectivo ha sido decisivo en la configuración de su trayectoria[29].
Es desde esa posición que Alberto estructura su relato. Los eventos que lo ponen
en el centro de la escena le provocan una lesión física, pero terminan transformando
todo el entorno alrededor. Se advierte una intencionalidad del narrador por inscribir
lo individual en lo colectivo, a pesar de la centralidad que tiene el evento
que narra para su trayectoria personal. En su relato, la lesión propia, resultado
de la violencia represiva, carece de relevancia y sólo es un episodio que no
interrumpe el desarrollo de un proceso de crecimiento político colectivo. Otros
hechos, de mayor impacto en el seno de la sociedad, adquieren inauditas
repercusiones y esto parece justificar, a los ojos del narrador, que ‘su’
evento haya sido olvidado. Un desplazamiento que afirma y consolida un episodio
anómalo en una trama de eventos cotidianos.
La
narración de Alberto, que lo ubica en la geografía, en la Universidad, en su grupo
de pertenencia, alcanza un punto de ruptura con el episodio en donde fue
baleado. Desde entonces, las referencias se desplazan hacia lo colectivo, la organización,
los estudiantes, el Barrio. Entonces, otro protagonista emerge en el relato. El
espacio geográfico en donde se producen los acontecimientos es: domicilio, Facultad,
militancia, socialización y retaguardia. Hay dos referencias que rompen con la
cronología y que, consideramos, señalizan la relevancia del Barrio para Alberto.
La primera referencia es cuando evoca el recuerdo de su infancia, al momento de
pensar su fuga. El anclaje a este recuerdo permite repasar una ruptura, lo que hasta
entonces se consideraba normal frente a los eventos que se sucederían, entre la
rutina y la vorágine, un último refugio de la serenidad y lo bueno[30].
La segunda referencia es el detenimiento para hablarnos de su amigo Máximo Mena,
con quien, de disímiles ideas políticas, compartía los mismos espacios
militantes: el Centro, la Facultad, el Comedor, la lucha. Esa figura encarna el
valor de la amistad, la familiaridad del debate de ideas, la cotidianeidad de
la política, donde se fortalecieron los vínculos sociales y se consolidaron los
ejercicios militantes. Parte de la identidad de los sujetos, que habitaron y transitaron
esa geografía, quedó anudada a la vida propia que alcanzó el Barrio Clínicas[31].
Entre los pliegues
de la narración de Alberto encontramos una naturalización del conflicto. Ocurre
una situación anómala: el disparo a un estudiante, el 18 de agosto del ’66. Sin
embargo, en menos de treinta días, en septiembre de 1966, es asesinado el estudiante
Santiago Pampillón, avalado por las autoridades de la
dictadura. Esta situación de conflictos violentos trascendía a los estudiantes
y a los representantes de un gobierno ilegítimo: era el signo de una crisis que
incluía a la sociedad. Al respecto,
En las épocas
de aguda crisis social es cuando el ambiente cobra toda su fuerza como factor
determinante de la reacción de la gente ante los acontecimientos
(…) es lo que siente la gente (…) no es
algo que flota sobre los acontecimientos, sino que es una emanación social, el
resultado de luchas terrestres (…) es en este clima (ideológico), más que en la
articulación no mediada de los intereses clasistas, donde se encuentra muchas
de las claves de la conducta social e individual [de los conflictos][32]
Por ello,
no resulta extraño que ya en los primeros días de septiembre del ’66 fuese “habitual”
que los estudiantes se enfrentaran con piedras a la policía[33]. Sólo
había transcurrido un mes desde la intervención dictatorial a las Universidades,
el 29 de julio de 1966, para que la violencia se instalase en el paisaje urbano.
Desde entonces, las luchas callejeras se convirtieron en parte de la escena,
base de una nueva legitimidad[34].
Tampoco resulta ajena, como parte de un mismo recurso de naturalización del
conflicto, la intención del narrador de resguardar a la humanidad del mal
absoluto, en la figura del policía indulgente que se atemoriza por su acción. El objetivo
primordial, de apelar a esta ‘figura mítica’, “é que quando a violência coletiva
gera vítimas inocentes (Cristo, Ardeatina, Trastulli, Civitella), sempre
existe entre os assassinos algo ou alguém que resiste”[35].
Finalmente,
destacamos los desplazamientos de quien enuncia, cómo se presenta el sujeto.
Alberto origina su narración en un ‘nosotros’ familiar y un ‘yo’ de vocación
militante; y se coloca, luego, en un ‘nosotros’ de militantes estudiantiles, un
grupo pequeño inserto en un ‘movimiento estudiantil en democracia’. La
irrupción violenta del Otro, el antagonista dictatorial, también modifica las
personas que enuncian el relato. Entonces, en una acción de recuperación de lo
propio (la volanteada), amenazado por lo ajeno (la intervención a las Universidades
por la dictadura), asume relevancia la pertenencia colectiva y el ‘nosotros’
militante en el ejercicio. Esta amenaza resulta efectiva sobre Alberto, se
concreta este clima de conflicto en el físico del narrador. A partir de entonces,
pueden imaginarse dos planos de proximidad. El primero, desde un discurso militante
que se enfrenta a un gran Otro con un grupo pequeño de ‘nosotros’, militantes
estudiantiles. Luego, fruto de la ruptura del orden institucional y la incursión
en el espacio, este avasallamiento muta tanto al Otro, que se hace más palpable
y pequeño (los policías como brazo ejecutor de régimen); como al ‘nosotros’,
que cobra grandes dimensiones (el movimiento estudiantil en las manifestaciones
callejeras); para desplegarse en el territorio y convertirse en sujeto de
confrontación directa.
Conclusión
Con este
trabajo nos propusimos realizar un aporte para destacar que la frontera, entre el
relato de los sujetos involucrados y el discurso histórico, se torna algo más
difusa cuando apelamos a la historia oral. La narración y el análisis nos
ofrecen la posibilidad de acceder, más allá de la ubicación temporal y espacial,
a percibir un ambiente particular en el cual se desarrollaron los
acontecimientos. Permite, esta modalidad de abordaje, acceder a una propuesta que
comprende las motivaciones de quienes protagonizaron ciertos eventos.
La narración
de Alberto también nos cuenta sobre el modo en que se era estudiante en aquel
período, sobre elementos de la identidad militante, sobre las relaciones, los espacios
propios, la politización de la vida cotidiana, el conflicto y la transfiguración
de la geografía, y los sujetos, a partir de la lucha política.
Algunos de
los elementos de esa narración, que hemos destacado en el análisis, nos permiten
advertir elementos característicos, también, de otros relatos militantes. De
estructuración de las narraciones y de recursos discursivos que no sólo enlazan
los acontecimientos a un período concreto, sino que nos ofrecen, además,
adentrarnos en una atmósfera específica. Por ello, un ambiente en el cual se desarrollaron
los hechos, que por ajeno puede resultar fuera de lo ordinario para nuestro presente.
En este intersticio se enlaza la narración y el análisis. Se produce, en aquel
período, un complejo pasaje, un proceso de politización que transformó trayectorias
individuales y las colocó en medio de grandes acontecimientos. Un recorrido que
transitó desde los dedos entintados, de los dirigentes estudiantiles, a la ocupación,
por el conjunto de los estudiantes organizados, de todo un barrio para
enfrentar a la dictadura. Allí, en ese tiempo y espacio, encontramos un rito de
pasaje: la volanteada.
Juan Ignacio-
Usted contaba de cómo se organizaban los estudiantes y parte de la organización
de la resistencia era la volanteada, en esa jornada de volanteada del Clínicas,
en la primer volanteada ¿había un ‘volante consigna’ que era contra la
dictadura?
Alberto- ‘Contra
la intervención universitaria de la dictadura, por la autonomía universitaria y
el gobierno tripartito’; esa era la consigna nuestra, eso es lo que habíamos
perdido, con la intervención perdimos eso, elemental, así es.
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Fuentes
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Documento
de Historia Oral elaborado con Alberto Cerdá, Córdoba, 24/10/2016. Juan Ignacio
González. Transcripción: Luciana Laurino. Revisión: Juan Ignacio González.
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Ficha técnica del documento
Características formales de la
entrevista: Semiestructurada de final abierto[36],
bajo modalidad de historia de vida[37].
Sujetos: Narrador; Alberto
Cerdá, estudiante de Medicina en 1966, militante del Movimiento de Unidad
Reformista (MUR). Primer estudiante baleado durante la dictadura cívico-militar
a cargo del Gral. Carlos Onganía, el día 18 de agosto de 1966. Investigador;
Juan Ignacio González, estudiante de doctorado.
Lugar y fecha de realización
del encuentro: Córdoba, 24 de octubre de 2016.
Duración del encuentro: Una
sesión de una hora, treinta y tres minutos de extensión.
Otras características relevantes
al momento de la concreción del encuentro: Del narrador: profesional médico jubilado;
setenta años; narrador sin experiencia de entrevista para fines académicos; Del
investigador: profesional politólogo; cuarenta años; escucha con experiencia de
entrevista para fines académicos.
Justificación: La selección de
este sujeto para el estudio de su caso se funda en la significación de éste por
el carácter singular de su existencia[38].
Por el supuesto que puede ofrecernos una mirada a un contexto particular al que
no puede accederse por otras fuentes históricas, o que estas fuentes no
alcanzan a abarcar la riqueza de las experiencias del período en el que estas identidades
se consolidaron como contestatarias a la dictadura cívico-militar que se inició
el 28 de junio de 1966. El resultado de la narración formó parte del corpus de
análisis de la tesis de doctorado “Estudantes
e política sob ditadura. Os
universitarios nas vésperas
do Cordobazo. (Córdoba, 1966-1969)”, presentada por Juan Ignacio González,
para su defensa el 10 de abril de 2018 ante el tribunal académico dispuesto por
el Programa de Pós-Graduação em História, del Instituto de História
de la Universidade Federal Fluminense,
Brasil. Orientador: Dr. Norberto Ferreras.
Las preguntas que guiaron este
encuentro son producto de un conjunto de ejes reelaborados en base a una primera
propuesta de Emilse Pons, Victoria Chabrando y Juan
Ignacio González, con observaciones de la Dra. Alicia Servetto,
en marzo de 2012. Se detallan, a continuación, los ejes de interés resultantes.
Diseñados para el proyecto académico de tesis doctoral, se pusieron en práctica
al momento del encuentro con los narradores.
a- Estudiantes en la Universidad
- como llegan a la militancia
(características de la participación; modalidad de la agrupación).
- clima dentro de la universidad
al momento de su protagonismo como militante (características de la política
universitaria del período, posicionamientos: reformismo, cientificismo, etc.).
- cuáles eran las demandas de
su agrupación, cuáles los objetivos y programas de trabajo; y cómo respondían
las autoridades.
- que agrupación era su oponente,
con cuáles agrupaciones tenían acuerdos, en torno a qué temas (ejes temáticos
en lo universitario; diferencias políticas más importantes; corrientes y
matices de expresión).
- clivajes entre política y universidad
(cuál fue la relación con el peronismo/laicismo/"democracia"/ el pc,
la aparición de los católicos/ golpismo/ etc.).
b- Estudiantes desde la
Universidad
- relaciones con otros sectores
sociales (asociación con el resto de la política estatal, social, etc.).
- objetivos comunes (acciones extra-gremiales).
- en torno a qué temas.
Agradecimiento
A la Profesora
Laura Ortiz, por su atenta lectura y sus observaciones para que este texto sea
mejor logrado.
FECHA DE RECEPCIÓN: 24/09/2019
FECHA DE ACEPTACIÓN: 16/06/2020
[1] MEIHY, José Carlos Sebe Bom “Tres alternativas metodológicas: historias de vida, historia
temática y tradición oral, en: NECOECHEA GRACIA, Gerardo y Pablo POZZI (Comps.) Cuéntame cómo fue. Introducción a la historia
oral. Imago Mundi, Buenos Aires, 2008. pp. 25-32;
POZZI, Pablo “Sobre entrevistar militantes y activistas”, en: Historia, Voces
y Memoria, Nro. 9. Buenos Aires, 2016. pp. 5-10.
[2] BENADIBA, Laura y Daniel PLOTINSKY De
entrevistadores y relatos de vida. Imago Mundi, Buenos
Aires, 2005.
[3] V.gr.: BRENNAN,
James El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976. Sudamericana,
Buenos Aires, 1996; GORDILLO, Mónica Córdoba en los ’60. La experiencia
del sindicalismo combativo. Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1999;
TCACH, César De la Revolución Libertadora al Cordobazo. Córdoba, el rostro
anticipado del país. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2012.
[4] PORTELLI,
Alessandro “A entrevista de história oral e suas representações literárias”,
en: Ensaios de história oral. Letra e voz, São Paulo, 2010. Pp. 209-230;
JABLONKA, Ivan La historia es una literatura contemporánea. Manifiesto por las ciencias sociales. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
2016; MERETOJA, Hanna y Colin DAVIS (Ed.) Storytelling
and Ethics Literature,
Visual Arts and the Power of Narrative.
Routledge, New York, 2018.
[5] Al final del presente escrito se incluye una
Ficha Técnica, que propone reflejar aspectos metodológicos, de abordaje del trabajo,
y una reconstrucción de los ejes de preguntas que guiaron el encuentro.
[6] Bajo desaparición forzada, por los
ejecutores del terrorismo de Estado, desde el 19/07/1976. (Cf. ROMANO, Silvia
(Ed.) Colectivos y parcialidades políticas y sociales: los desaparecidos y
asesinados en Córdoba en los ’70. Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba,
2016. Pp. 369)
[7] THOMPSON, Paul La
voz del pasado. Historia oral. Alfons El Magnanim, Valencia, 1988.
[9] SCOTT,
Joan “Experiencia”, cit., p. 65.
[10] LEVILLAIN,
Philippe “Os protagonistas: da biografia”, en: RÉMOND,
René (Org.) Por uma história política. Editora FGV, Rio de
Janeiro, [1996]2003.
[11] La ley Nro. 16894, en los días inmediatos al Golpe, dispuso
la disolución de los partidos políticos y la confiscación de sus bienes (PONS,
Emilse “El fracaso del modelo autoritario en Córdoba y la eclosión de la movilización
popular (1966-1973)”, en: TCACH, César (Coord.). Córdoba Bicentenaria: claves de su historia contemporánea. Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, [2010] 2017. Pp. 311-370)
[12] THOMPSON, Paul La voz del pasado. Historia
oral. Alfons El Magnanim, Valencia, 1988. pp.148-149.
[13] THOMPSON, Paul La voz …, cit., p. 224
[Aclaración propia]
[14] PORTELLI,
Alessandro “A entrevista de história oral e suas representações literárias”,
en: Ensaios de história oral. Letra e voz, São Paulo, 2010. Pp. 210.
[15] THOMPSON, Paul “Historia oral y
contemporaneidad”, en: Historia, memoria y pasado reciente. Anuario nro.
20, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional
de Rosario, Rosario, 2004
[16] “Cuando se produce el golpe de estado de
1966, el único partido que llama a enfrentar el golpe y evitar la consolidación
del gobierno surgido del mismo, es nuestro partido, el Partido Comunista (…) El
primer herido en las luchas estudiantiles fue un compañero nuestro, dirigente
del MUR en Medicina, Alberto Cerdá, quien fue atacado en las puertas del
hospital de Clínicas.” (Testimonio de Carlos Scrimini,
mayo de 1974, en: BERGSTEIN, Jorge El Cordobazo. Testimonios, memorias,
reflexiones. Cartago, Buenos Aires, 1987. Pp. 67).
[17] “Durante los incidentes ocurridos esta
mañana en el Hospital Nacional de Clínicas fue herido de bala en una pierna el
estudiante de segundo año de Medicina, (…) Alberto Luis Cerda, de 19 años de
edad quien aparece en la nota en el establecimiento en donde quedó internado.
El citado resultó herido, tal como señalamos en otro lugar de esta edición, en
momentos en que distribuía volantes referentes a la situación universitaria”
(Estudiante Herido de Bala, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966. Pp. 1).
[18] “En reacción por la agresión perpetrada
contra el estudiante Alberto Luis Cerda, quien resultó herido de bala en una
pierna, los estudiantes que desarrollan su actividad en el Hospital Nacional de
Clínicas procedieron a “tomar” el establecimiento. En la nota aparecen en momentos
en que proceden a la clausura de las puertas y portones de acceso” (La Toma del
Hospital Clínicas, diario Córdoba, jueves 18 de agosto de 1966. Pp. 2).
[19] GONZÁLEZ, Horacio Los asaltantes del
cielo. Política y emancipación. Gorla, Buenos
Aires 2006. Pp. 73.
[20] BRENNAN, James El Cordobazo…, cit.,
p. 187.
[21] GATTAZ, André “La búsqueda de la identidad
en las historias de vida”, en: NECOECHEA GRACIA, Gerardo y Antonio TORRES
MONTENEGRO (Comps.) Caminos de historia y memoria
en América Latina. Imago Mundi, Buenos Aires, 2011.
Pp. 35.
[22] ORTIZ, Laura “Cuestiones éticas y
metodológicas de historia oral para la investigación del pasado reciente en
Argentina”, en: Voces de la Historia, Año 1, Vol. 1, Nro. 1. Universidad
de Guanajato, México, 2018. Pp. 76-98.
[23] CAMARENA, Mario “El sujeto en el análisis
de la entrevista de historia oral”, en: LARA MEZA, Ada Marina, Felipe MACIAS
GLORIA y Mario CAMARERA OCAMPO (Coords.). Los
oficios del historiador: taller y prácticas de la historia oral. Universidad
de Guanajato, México, 2010. Pp. 96.
[24] PORTELLI, Alessandro “Lo que hace diferente
a la historia oral”, en: SCHWARZSTEIN, Dora (Org.) La
historia oral. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991. Pp. 46.
[25] PASQUALI, Laura; Guillermo
RÍOS; y Cristina VIANO “Culturas militantes. Desafíos y problemas planteados
desde un abordaje de historia oral”, en: Taller. Revista de Sociedad,
Cultura y Política, Vol. 8, Nro. 23. Buenos Aires, marzo de 2006. Pp. 65.
[26] POZZI, Pablo “Sobre entrevistar militantes
y activistas”, en: Historia, Voces y Memoria, Nro. 9. Buenos Aires,
2016. Pp. 5.
[27] STANLEY, Jo “Incluir los sentimientos:
darse a conocer a uno mismo a través del testimonio político personal”, en: Taller.
Revista de Sociedad, Cultura y Política, Vol, 6,
Nro. 18. Buenos Aires, abril de 2002. Pp. 142.
[28] PASQUALI, Laura; Guillermo RÍOS; y
Cristina VIANO “Culturas militantes…”, cit.
[29] PASQUALI, Laura; Guillermo RÍOS; y
Cristina VIANO “Culturas militantes…”, cit.
[30] “Entonces se vuelve a los orígenes. Se
reclama el pasado, el estupor infantil, el primer descubrimiento de sí mismo y
del mundo en torno a uno. Se trata de un complejo juego de claroscuros. Se procede
entre destellos, relámpagos de luz vivida y sombras fijas, opacidades misteriosas
(…) Entonces, es la sociedad y no la naturaleza la que está bajo acusación. La
infancia es la edad buena y feliz (…) antes que la obra del hombre y sus diseminadas
intervenciones la devastasen.” (FERRAROTTI, Franco “La historia de vida como
método”, en: Convergencia. Revista de Ciencias Sociales. Vol. 14, Nro. 44,
mayo-agosto, 2007. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca. pp. 31-32)
[31] Cfr.: Testimonio de
Carlos Ahrensburg, en: revista Política, cultura y sociedad en
los ’70, 1997. p. 16.
[32] FRASER,
Ronald Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la Guerra civil
española. Crítica, Barcelona, 1979. p. 26 [Aclaración propia].
[33] Cfr.:
LVI, 01/09/66. p. 6; citado por: INCHAUSPE, Leandro “La lógica de la guerra
interna en las primeras etapas de la Revolución Argentina (1966-1970)” en: TCACH,
César (Coord.). Córdoba Bicentenaria: claves de su historia contemporánea.
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba [2010] 2017. p. 377.
[34] MOORE,
Barrington Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia. El señor y
el campesino en la formación del mundo moderno. Península, Barcelona, 2000.
p. 90.
[35] PORTELLI, Alessandro “O massacre de Civitella Val di Chiana (Toscana, 29 de junho de 1944): mito e política,
luto e senso comum”, en: MORAES FERREIRA, Marieta de y Janaína AMADO (Orgs.) Usos e abusos da História Oral. Editora FGV, Rio
de Janeiro, 2006. p. 123.
[36] BENADIBA,
Laura y Daniel PLOTINSKY De entrevistadores..., cit.
[37] MEIHY,
José Carlos Sebe Bom “Tres alternativas metodológicas…”,
cit., pp. 25-32; POZZI, Pablo “Sobre entrevistar militantes y activistas”, en: Historia,
Voces y Memoria, Nro. 9. Buenos Aires, 2016. Pp. 5-10.
[38] BENADIBA,
Laura y Daniel PLOTINSKY De entrevistadores…, cit.