Jóvenes, voces y territorios: resonancias, generaciones y organización social en la Argentina de los años noventa

 

Youth, voices and territories: resonances, generations and social organization in the Argentina´s nineties

 

 

 

Pablo Vommaro

 

Universidad de Buenos Aires,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

pvommaro@gmail.com

 

 

 

            

 Resumen

 

Las organizaciones sociales de base territorial se han mostrado persistentes en las últimas décadas como ámbitos de participación política y social y como expresión de diversos conflictos espacializados. Asimismo, las juventudes han sido activos protagonistas de estas organizaciones desplegando propuestas y alternativas a nivel económico, político, social, cultural y subjetivo. De esta manera, sostenemos que las organizaciones territoriales que emergieron en la Argentina y en otras regiones pueden ser estudiadas desde la perspectiva generacional, considerando que el componente juvenil no es solo un rasgo demográfico o etario, sino que constituye un configurador de muchas de las características que estos movimientos tuvieron.

A partir de lo dicho, este artículo abordará la experiencia organizativa del Movimiento de Trabajadores Desocupados de San Francisco Solano (Quilmes, sur del Gran Buenos Aires, Argentina), que se vincula con otras experiencias desplegadas a nivel territorial en la zona en las últimas décadas. Para lograrlo, se destacará el abordaje generacional como una manera de comprender sus rasgos característicos y singulares. El texto se basará en la metodología de la Historia Oral, recuperando y sintetizando trabajos anteriores del autor.

 

Palabras claves: juventudes, territorios, generaciones, Argentina

 

               Abstract

 

Territorial-based social organizations have been persistent in recent decades as spheres of political and social participation and as an expression of various spatialized conflicts. Likewise, youth have been active protagonists of these organizations, deploying proposals and alternatives at the economic, political, social, cultural and subjective levels. In this way, we argue that the territorial organizations that emerged in Argentina and other regions can be studied from the generational perspective, considering that the youth component is not only a demographic or age trait, but constitutes a configurator of many of the characteristics of these movements.

Based on what has been said, this paper will address the organizational experience of the Movimiento de TrabajadoresDesocupados de San Francisco Solano (Quilmes, southof Gran Buenos Aires, Argentina) which is linked to other experiences deployed at the territorial level in the area in recent decades. To make it, the paper will highlight their generational approach as a way of understanding their characteristic and unique features. The paper will be based on the methodology of Oral History, recovering and synthesizing previous works by the author.

 

Keywords: youth, territories, generations, Argentina

 

 

 

 

Presentación

 

Las organizaciones sociales de base territorial se han mostrado persistentes en la Argentina de las últimas décadas como ámbitos de participación política y social y como expresión de diversos conflictos espacializados. Asimismo, las juventudes han sido activas protagonistas de estas organizaciones desplegando propuestas y alternativas a nivel económico, político, social, cultural y subjetivo. De esta manera, sostenemos que las organizaciones territoriales que emergieron en la Argentina y en otras regiones pueden ser estudiadas desde la perspectiva generacional, considerando que el componente juvenil no es solo un rasgo demográfico o etario, sino que constituye un configurador de muchas de las características que estos movimientos tuvieron.

En este artículo trabajaremos singularmente con la experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de San Francisco Solano (MTD de Solano) que se desplegó entre mediados de los años noventa y mediados de los dos mil[1], poniendo el foco en sus espacios juveniles de participación. Abordaremos las configuraciones generacionales de esta organización social de base territorial[2] desde la Historia Oral para lograr acercarnos a las percepciones, saberes, capacidades, valores y deseos de sus integrantes; a la mirada, o punto de vista de los sujetos sociales[3], a partir de indagar, partiendo de su experiencia directa, en sus proyectos de vida singulares y colectivos. Como nos recuerda Ricoeur[4], en el relato que produce la entrevista aparecen una multiplicidad de voces, silencios, cosas no dichas o dichas a medias. Arfuch[5] señala que la entrevista es una “relación dialógica”, un “momento de interacción” que vincula “dos universos existenciales: lo público y lo privado”[6]. La autora propone que, a través de la Historia Oral, “se juega la posibilidad de aproximación a grandes configuraciones de sentido, al espesor del discurso social que marca los climas de época. La memoria […] va más allá de una reproducción de la realidad social, es un lugar de mediación simbólica y elaboración de sentido”[7].

Entonces, lejos de estar cosificada o fijada en el pasado, la memoria es un terreno activo y dinámico, en el cual se producen significados que expresan conflictos subjetivos, políticos y sociales del pasado y el presente en el que se produce la entrevista. Podemos afirmar, con Bertaux[8], que las percepciones que sobre una situación elabora un sujeto constituyen para él la “verdad de esa situación”, y que es en función de esa percepción que el sujeto actuará. De esta manera, la verdad de cada acontecimiento producido en la vida de los sujetos, que es producto de la particular interpretación, percepción y representación que construyó sobre el mismo, se podrá modificar a lo largo del tiempo. Sobre un mismo hecho, no sólo diferentes individuos aportarán su punto de vista[9]; sino que una misma persona podrá variar su interpretación en distintos momentos de su vida[10].

En suma, para Bertaux, es necesario distinguir entre la historia vivida por un sujeto y el relato que pudo hacer sobre la misma ante la demanda de un investigador. Y esto llama la atención no sólo acerca de la dimensión dialógica y construida de la entrevista; sino también, como señala Arfuch, acerca de que “los relatos de la vida de los sujetos nos permiten aprehender sus experiencias anteriores, su pasado que, entretejiéndose con su presente, va configurando su futuro”[11]. Así, el testimonio oral expresa una multiplicidad de tiempos de los que podemos distinguir al menos cuatro. El momento en el que sucedió el hecho narrado; el tiempo en el que se produce la entrevista; el período que transcurrió entre el hecho y la entrevista; y el futuro que se prefigura en el relato cargado de subjetividades, anhelos e interpretaciones. Como nos recuerda Bajtin[12], el discurso carga la historia dentro de sí.

A través de la metodología de la Historia Oral y el trabajo con la memoria, el recuerdo y el olvido[13] indagamos acerca de las transformaciones en la subjetividad y la experiencia en el territorio y descubrimos las continuidades, singularidades y rupturas. Ya Geertz[14] señaló la importancia de haber “estado allí” para comprender significados, símbolos, modos de producción y apropiación, valores, saberes, prácticas, disposiciones espaciales.

Uno de quienes abrieron el campo de la Historia Oral fue Fraser[15], con su estudio acerca de la Guerra Civil Española en base a fuentes orales. En este trabajo Fraser planteaba que lo que expresaban los testimonios orales “era su verdad, la verdad de la gente, lo que deseaba reflejar. Y lo que la gente pensaba –o pensaba que pensaba- también constituye un hecho histórico”. Y podríamos agregar, forma parte de la realidad social. En nuestra investigación la perspectiva de la Historia Oral se enriqueció, además de con otras herramientas metodológicas, con las propuestas de estudio de los trabajadores y los sectores subalternos que formularon autores como Thompson[16] o Ginzburg[17].

A partir de lo dicho, este artículo abordará la experiencia organizativa del MTD de Solano desplegadas a nivel territorial en la zona sur del Gran Buenos Aires (Argentina) entre mediados de los años noventa y mediados de los dos mil, destacando el abordaje generacional como una manera de comprender sus rasgos característicos y singulares. El texto se basará en la metodología de la Historia Oral, recuperando y sintetizando trabajos anteriores del autor[18].

 

 

Las experiencias estudiadas

 

Como parte de las transformaciones de mediana duración que experimentó el capitalismo durante la segunda mitad del siglo XX, podemos identificar que la dimensión territorial ha tomado un creciente protagonismo en las dinámicas sociales[19]. El territorio cobra relevancia en tanto elemento material que expresa construcciones simbólicas con fuerte incidencia social; puede ser construido, apropiado y reconfigurado en una relación de doble vía que deviene en la producción de lo otro mediado por la espacialidad, sus formas y potencialidades. En este sentido también es productor, reproductor y transformador de diversas configuraciones de la política entre las que destacamos la generacional, que abordamos en este artículo. Esta transformación desplegada con fuerza en las últimas décadas focalizó los análisis en un proceso de doble vía o recíproco que no había sido tomado en cuenta con la suficiente relevancia: la espacialización de la política y la politización del espacio.

En este artículo nos proponemos analizar en clave generacional y desde una perspectiva diacrónica las dinámicas espaciales de experiencias de participación política y organización social que podemos considerar no institucionales. Entendemos esta producción de la participación con perspectiva generacional como un proceso en el que se despliegan disputas territoriales, prácticas políticas que persisten y otras que emergen, a la vez que múltiples construcciones y conflictos comunitarios que se expresan de diversos modos[20].

Consideramos que los procesos de politización de la vida social abordados desde la perspectiva expuesta generan una transformación en las relaciones entre la política y el espacio en el cual ésta es producida. Así, el espacio socialmente producido, concebido como un entramado de relaciones político-sociales dinámicas, deviene territorio; configura un proceso ambivalente de territorialización de la política y de politización del territorio[21].

Sostenemos entonces que durante las últimas décadas en la Argentina se produjo un proceso de politización del espacio que territorializó las prácticas políticas. Esto puede ser interpretado desde las configuraciones generacionales que potenciaron su despliegue, a la vez que desde una perspectiva diacrónica que contribuye a la comprensión integral del proceso. Si bien estos rasgos comenzaron a gestarse a fines de los años sesenta, es en los tempranos ochenta cuando se consolidan y emergen tramando la política territorialmente situada. En este sentido, las formas políticas producidas por las juventudes en décadas posteriores estarían signadas por pervivencias que, actualizadas y reconfiguradas, contienen muchos de las principales características de la politización espacial del período que aquí estudiamos.

En efecto, en este artículo trabajaremos la experiencia de organización territorial de los denominados Movimientos de Trabajadores Desocupados –MTD-, producida en los años noventa. Lo haremos a partir de los modos de participación producidas por los jóvenes organizados específicamente con el MTD de Solano y nos enfocaremos en sus espacios de producción y en sus prácticas cotidianas. En este sentido, estudiaremos los denominados talleres productivos de esta organización y las dinámicas que se producían en las diversas acciones de ocupación del espacio público.

Llegamos a la realización de las entrevistas y la selección de los entrevistados del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano a partir de un ingreso etnográfico al campo. De esta manera, el acercamiento etnográfico nos permitió conocer los aspectos cotidianos de la organización social y descubrir los integrantes con los que era más significativo conversar para los objetivos que nos habíamos propuesto.

 

 

Organizaciones territoriales e Historia Oral

 

Cuando elegimos trabajar con organizaciones sociales contemporáneas la metodología propuesta por la Historia Oral se presenta como una herramienta sumamente fructífera para permitirnos acceder a las producciones subjetivas de sus integrantes, sea a nivel individual o colectivo. En el despliegue de la investigación identificamos algunas singularidades al respecto que expondremos brevemente a continuación.

Trabajar a partir de la Historia Oral rescata, destaca, valoriza y pone de relieve las diferencias y contribuye a no reproducir las desigualdades del presente enraizadas en procesos histórico-sociales del pasado. Muchas veces, las diferencias son negadas o más difícilmente accesibles y las desigualdades son reproducidas al trabajar con otras fuentes como las documentales, estadísticas, entre otras.

Acercarnos a los testimonios de los jóvenes protagonistas de los procesos históricos permite contrarrestar las desigualdades sociales reproducidas muchas veces en los relatos de la historiografía oficial y tradicional. Por otra parte, trabajar a partir de la oralidad posibilita asumir la diferencia como capacidad o potencia y no como fragmentación. Permite valorizar los procesos de singularización y subjetivación en tanto dinámicas de politización no unívocas ni homogéneos, singulares. De esta manera, partir de la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad implica reconocer la diferencia. Sin embargo, la Historia Oral nos permite descubrir que la diferencia potencia. Permite construir lo común en la diferencia, asumiendo las complejidades, conflictos, ambigüedades y contradicciones de las subjetividades y las relaciones humanas.

Poner de relieve lo común no significa intentar homogeneizar la organización social con la que trabajamos o borrar las diferencias que le son inherentes y constitutivas. Al contrario, una de las mayores riquezas de este tipo de organizaciones es poder trabajar a partir de las diferencias, de las diversidades, intentando construir lo común. Es decir, la capacidad de volver potencia lo heterogéneo, lo múltiple, lo diverso, evitando que se transforme en desigualdad. Dicho de otra manera, que el necesario proceso de asumir y subrayar las diferencias posibilite la constitución de la igualdad.

Esta igualdad puede ser entendida también como la construcción de lo común, de espacios y relaciones sociales comunes, que permitan desplegar un proyecto colectivo que altere el estado de cosas existente en una situación determinada.

La construcción de comunidad, entonces, permite que la diversidad que caracteriza al territorio, que las diferentes situaciones individuales y que la violencia que domina la vida barrial juvenil se transformen en capacidad creadora al organizarse en un proyecto colectivo, comunitario. Si el poder (el estado, el capital) separa, diferencia, clasifica, divide; las organizaciones sociales que indagamos se proponen reunir, integrar, componer, igualar. Las dimensiones afectivas, emocionales, vinculares y corporales tienen un lugar importante en estos procesos[22].

Nos deslizamos así hacia otra dimensión significativa para comprender las configuraciones políticas y subjetivas de las organizaciones sociales en clave generacional: el proceso de politización de los espacios cotidianos. Una política de y desde lo cotidiano que torna políticas (comunes, públicas y conflictivas) relaciones y dimensiones que antes permanecían en el ámbito de lo privado o lo íntimo. Entonces, al acercarnos a las prácticas cotidianas que los sujetos sociales despliegan en diferentes espacios (lugares de producción, ámbitos territoriales, familiares, entre otros) la metodología de la Historia Oral nos invita a explorar una amplia gama de posibilidades para comprender los procesos de cambio y continuidad que protagonizan.

Los valores, saberes, lenguajes, prácticas, experiencias y tradiciones que se van transmitiendo de generación en generación, son posibles de percibir a través de los testimonios orales de los protagonistas que producen su experiencia de vida. Esto es así ya que la entrevista, entendida como espacio de interrelación, diálogo e intercambio, nos permite acercarnos a los sujetos que protagonizan los procesos históricos que estudiamos, produciendo un desplazamiento múltiple respecto a los problemas de estudio que construimos.

Esta disolución de la lejanía que funda buena parte del conocimiento social dominante permite replantear la relación sujeto investigador – objeto investigado para proponer otro vínculo en el que las dos partes son reconocidas como sujetos y el conocimiento producido a partir de esta relación es, entonces, subjetivo y situado. A partir de esto último, en la entrevista se ponen en juego las subjetividades de quienes la constituyen. Lejos de negar las implicaciones subjetivas, la entrevista en tanto espacio que puede transformar a sus protagonistas, permite encarar las modalidades de objetivación de los problemas y procesos estudiados a partir de reconocer y asumir las subjetividades que se ponen en juego y se reconfiguran allí. Así, la entrevista –en tanto acontecimiento, expresión y actualización de procesos anteriores y también en su dimensión performativa- es a la vez un espacio de transformación y un espacio de creación o innovación.

Además, construir un testimonio oral (una fuente oral) implica asumirse desde un no saber y reconocer que hay otro sujeto que, no estando legitimado como investigador o intelectual, conoce elementos sobre un hecho o proceso que nosotros no. La Historia Oral significa también, entonces, reconocer que existen otros saberes y otras formas de conocimiento. Si pretendemos que a partir de la fuente oral podamos interpretar, comprender (y transformar) la realidad social que estudiamos, tenemos que ser también capaces de asumir ese otro saber, ese otro conocimiento, en todas sus dimensiones e implicancias; aun cuando cuestionen nuestros propios supuestos.

Así, la Historia Oral, como la entendemos, permite construir un diálogo sistemático entre dos sujetos con capacidades y potencialidades singulares. El investigador que indaga acerca de un proceso, organización o acontecimiento histórico, y el sujeto que protagoniza el proceso que aquel quiere conocer. Revisitamos así el problema de la diferencia y la desigualdad. El intercambio que constituye la entrevista expresa esta relación dialógica, que, aunque disímil, no tiene por qué ser desigual.

Avanzando, el diálogo que planteamos es también interpelación. Y esta interpelación, si somos capaces de asumirla, nos lleva a redefinir y repensar nuestro trabajo. Nos provoca a redefinir conceptos y reformular las perspectivas a partir de las cuales estudiamos alguna problemática. Nos estimula para ser creativos e innovar en el proceso de construcción de conocimiento. No repetir fórmulas ni repetirnos, sino repensar constantemente acerca de nuestra tarea. De esta manera, la Historia Oral permite cuestionar la posibilidad de construir un conocimiento absoluto y objetivo, incorporando al proceso de investigación tanto la voz del investigador como la del sujeto entrevistado.

Sin desconocer la utilidad de otras fuentes como las documentales, que muchas veces tenemos que analizar en relación con los testimonios orales, consideramos que para realizar una historia integral de las organizaciones sociales territoriales contemporáneas necesitamos valernos de las fuentes orales y producirlas.

Las fuentes orales nos permiten indagar, por un lado, en la memoria y el recuerdo. Por otro, descubrir un punto de vista o una perspectiva particular sobre un proceso, que guarda una relación compleja y mediada con el relato de las cosas “tal cual sucedieron”[23]. De todos modos, lo que hay que explicitar es que, al trabajar con la oralidad, interpretamos la historia a partir de las percepciones actuales de los sujetos sociales que protagonizaron las experiencias que estudiamos, a las que llegamos a través de las entrevistas realizadas. Es decir, trabajamos con percepciones, recuerdos, sensaciones y saberes, a la vez que, con olvidos y silencios, sobre un pasado más o menos lejano que están construidas a partir de la vivencia de aquellos días, la experiencia vivida en los años transcurridos y el presente en el cual se produce la entrevista.

Llegados a este punto nos parece necesario realizar algunas aclaraciones. Por un lado, que las concepciones que presentamos acerca de la Historia Oral intentan no ser sustancialistas o esencialistas. Es posible recorrer los caminos que abre el trabajo con los testimonios orales solo si estamos dispuestos a asumir una postura política, teórica, conceptual y metodológica alternativa a la dominante en el campo académico. Por eso concebimos el hacer Historia Oral como la asunción de un compromiso, como la expresión de una disposición a encarar ciertas cuestiones que no son naturales ni están dadas, deben ser producidas. Tenemos que estar preparados para asumir que no sabemos sobre algo, tenemos que ser capaces de escuchar al otro, tenemos que poder asumir esos otros saberes, estar dispuestos a aprehender los procesos de dominación y resistencia a nivel cotidiano, las redes sociales de organización (y solidaridad) a nivel territorial, las prácticas innovadoras, alternativas y alterativas que producen los sujetos como expresión del antagonismo social.

Por otra parte, trabajar con la Historia Oral implica asumir también un conjunto de problemas, de los que no podremos dar cuenta aquí, pero queremos sólo dejar planteados. Podemos comenzar mencionando la polifonía y polisemia que son inherentes al trabajo con fuentes orales tal como nosotros lo concebimos. Esta multiplicidad de voces y de significados se constituye en forma conflictiva, con voces que se superponen, contradicen y confrontan; a la vez que se componen e integran constituyendo una perspectiva desde la cual interpretar los procesos históricos.

En segundo lugar, nos enfrentamos a lo que podemos denominar el problema del error y la reconstrucción parcial. Si somos capaces de trabajar con la Historia Oral desde la perspectiva que proponemos, podremos ver que, sin embargo, estos no son obstáculos, sino condiciones básicas (puntos de partida) desde las cuales se produce la historia partiendo del testimonio oral. Coincidimos con Adleson, Camarena e Iparraguirre[24], quienes, retomando a Todorov y Labov, sostienen que “la historia no se cuenta cuando se adhiere a una cronología ´objetiva´, sino cuando se aparta de ella para incorporar sentidos y conceptos o juicios subjetivos”. Al fin de cuentas, acordando nuevamente con Necoechea[25] el testimonio oral es un punto de vista posible entre otros. Al igual que si trabajásemos con otro tipo de fuentes, “lo importante de los testimonios no es la veracidad de los mismos, sino más bien la posibilidad de rastrear sentimientos a través del tiempo”, agrega Pozzi[26].

 

 

El MTD de Solano desde la perspectiva generacional

 

El MTD de Solano se inició en este barrio de Quilmes (sur del Gran Buenos Aires) a mediados de 1997. El día exacto en el que sus miembros recuerdan su fundación es el 8 de agosto. En esta jornada realizaron la primera asamblea constitutiva integrada por unas treinta personas. En esos momentos iniciales, muchos de sus fundadores estaban ligados al Movimiento Teresa Rodríguez (MTR, con desarrollo territorial en F. Varela) y en el marco de esta organización realizaron el primer corte de ruta[27].

En ese entonces el MTD se nucleaba alrededor de la parroquia Nuestra Señora de las Lágrimas, conducida por el sacerdote Alberto Spagnuolo. Esta iglesia dependía del obispado de Quilmes (cuyo obispo era Jorge Novak, quien tuvo una posición de apoyo a los organismos de Derechos Humanos frente a la última dictadura militar argentina).

El lugar de la iglesia en la organización social y política del barrio fue significativo al menos desde el proceso de tomas de tierras que se desarrolló a partir de agosto de 1981, cuando las Comunidades Eclesiales de Base impulsaron la creación de asentamientos en las tierras ocupadas. El papel del obispado de Quilmes y del sacerdote Raúl Berardo fue importante en esta experiencia[28]. Uno de los barrios más importantes surgidos de este proceso fue San Martín, donde años más tarde nació el MTD, también vinculado a la experiencia eclesiástica.

Sin embargo, casi veinte años más tarde las cosas habían cambiado. Cuando el obispado de Quilmes se enteró de que la parroquia de Spagnuolo servía como sede de una organización social que estaba comenzando un nuevo proceso de lucha intentó abortar la iniciativa.

Primero convocó al sacerdote Spagnuolo para exigirle que cesara su trabajo con el incipiente MTD. Como Spagnuolo no aceptó la orden, el obispado optó por el uso de la fuerza directa. La parroquia fue finalmente desalojada por la Policía de la Provincia de Buenos Aires y los desocupados expulsados de su seno. El sacerdote, que optó por continuar su trabajo en el MTD a pesar de la oposición institucional de la iglesia, fue suspendido en sus funciones eclesiásticas.

Ante la violenta expulsión que habían sufrido, los integrantes del flamante Movimiento decidieron acampar en la plaza que estaba frente a la parroquia. Finalmente, consiguieron que el municipio les dé los materiales para la construcción de veinte casas con la condición de que encuentren un terreno y levanten el campamento en ese espacio público. Pronto lograron instalarse en un lote grande, a pocas cuadras de allí, que ofreció un miembro del Movimiento entusiasmado a partir del alejamiento de la iglesia que se había producido. Este lote estaba ubicado sobre la calle 891 y se constituyó en el galpón y principal referencia del MTD en el barrio por muchos años.

Este hecho hizo crecer al MTD y fortalecer su confianza. Eran capaces de lograr lo que se proponían y ya tenían un lugar propio en el cual instalarse. Además, el hecho de establecerse fuera del ámbito de la iglesia hizo que se acercaran nuevos vecinos que desconfiaban de esa institución.

A inicios de 2001 la organización se dividió entre quienes se fueron a trabajar con el MTR y quienes continuaron organizados en el MTD de Solano. Según varios testimonios, esta separación respondió sobre todo a diferentes concepciones acerca de la construcción territorial, los modos de relacionarse con el estado en sus diferentes instancias, los formatos de lucha y la organización interna, entre otras divergencias.

La experiencia de participación, organización y producción de los y las jóvenes que componen el MTD de Solano se produjo en una situación compleja. Por un lado, Solano era una zona signada por la pobreza, la desigualdad social y el desempleo agudizados por la implementación de las políticas neoliberales predominantes desde los noventa[29]. Por otro, como señalamos, en los últimos años, se hicieron más visibles los límites y el agotamiento de las formas políticas clásicas ligadas al estado, la democracia liberal, los partidos políticos y los sindicatos. Ante la impotencia de lo que podemos denominar política representativa (que es también la redefinición de instituciones como la familia, la escuela, la iglesia o el trabajo salarial y formal), las respuestas que se intentaron desde las instituciones existentes parecieron insuficientes. Esto tanto a nivel del estado como de los partidos políticos que no alcanzaron a contener u organizar el descontento social en este punto.

De esta manera, a partir del estudio de organizaciones como el MTD de Solano, podemos dar cuenta de cómo el rechazo de los y las jóvenes no es a la política como tal, sino a formas específicas de hacer política, ligadas a lo estatal y en especial a lo partidario[30]. De allí, la escasa participación juvenil en los espacios políticos clásicos (enmarcada además en la desestructuración, o desfondamiento[31], de las instituciones características de la sociabilización de los y las jóvenes como la familia o la escuela) no tiene por qué traducirse en la idea de que las nuevas generaciones no se interesan por lo colectivo, sino bien puede, por el contrario, abrir la posibilidad de comprender el proceso de constitución de organizaciones sociales disruptivas en donde el desafío y el antagonismo siguen estando en un lugar central.

Recuperaremos aquí tres espacios de participación y protagonismo juvenil en este movimiento que podemos interpretar como ámbitos de expresión de las configuraciones generacionales de la política en este tipo de organizaciones territoriales.

 

 

Los espacios de formación y educación popular

 

Los espacios de formación y capacitación autogestionados fueron un rasgo característico del MTD de Solano –y de otras organizaciones sociales similares- y un elemento central para el despliegue de su proyecto político[32]. En efecto, la alteración y contestación de los saberes y valores dominantes, y la producción de saberes, valores, lenguajes y capacidades propios ocuparon un lugar fundamental en el proceso de construcción de relaciones sociales alternativas, que constituyó una de las formas en las que se expresó la propuesta de cambio social de esta organización.

Nuestro entrevistado Je. enfatizó esta cuestión:

 

para nosotros la formación y la capacitación es central. Es decir, el proyecto de vida que queremos construir es un hombre nuevo[33], es la nueva sociedad, es el cambio social. Bueno, para hacer eso tenemos que tener en cuenta la formación que tiene tres ejes: capacitación técnica y política, la lucha y el trabajo. […] Salir a pelear es importante, salir a la ruta es importante. Pero mucho más importante es poder discutir y entender con los compañeros por qué salimos a la ruta y por qué peleamos. Que no salimos por un plan, que no salimos por un bolsón de comida. Salimos por dignidad y cambio social esencialmente. Que vamos a obtener el plan y el bolsón, pero para convertirlos en dignidad y cambio social…[34].

 

En cada barrio en el que se organizaba el Movimiento funcionaba un espacio de formación en el que participaban quienes integraban la organización allí. Tanto las áreas de trabajo, como los talleres productivos tenían un día semanal dedicado a la formación de sus miembros. La mayoría de los participantes de estos espacios eran jóvenes.

Por otra parte, como vimos, también consideramos a las asambleas como instancias de formación militante y construcción de otras formas de relacionarse y ser en el colectivo.

En los espacios de formación se trabajaba en base a la metodología y la propuesta de la educación popular. Para esto se tomaban tanto escritos de autores como Paulo Freire o Jacques Rancière, como cuadernillos de formación producidos por el MST brasilero, entre otros. Por ejemplo, entre algunos militantes jóvenes[35] del MTD de diferentes barrios se constituyó un taller de discusión acerca del libro El maestro ignorante, de Rancière[36]. Algunos resultados de los debates de este taller se publicaron en el libro El taller del maestro ignorante [37].

Algunos pasajes de este libro pueden servirnos para acercarnos a las concepciones del MTD sobre estas cuestiones.

 

Existe una tradición en la que los textos que se publican son tomados como verdades, lo que muchas veces no nos permite difundir y compartir lo que estamos pensando y trabajando. Por eso vale aclarar que esta publicación, estas ideas, no son conclusiones acabadas ni son teorías de "educación" prontas a ser aplicadas. Son puentes. El ánimo de este cuaderno, entonces, es el de generar un tránsito de ideas y compartir una serie de problemas que durante un tiempo determinado nos constituyeron como Taller del Maestro-Ignorante[38].

 

En el taller hablamos de desmoralizar la noción de ignorancia. No se trata de disimular un saber que se tiene ante quien suponemos que no lo tiene, porque la ignorancia es lo que nos incumbe a todos en un vínculo no utilitario. En las condiciones actuales es una ficción suponer que alguien tiene saberes válidos sin hacer la experiencia de esa validez. Lo que nos vuelve ignorantes, en un sentido activo, es la emergencia de un "no saber" de la situación de aprendizaje misma, del vínculo entre nosotros: una relación que, precisamente, ignora lo que debe ser y así se convierte en un acto de libertad. Ignorar es desclasificar a los otros y a nosotros mismos. Implica una apertura a lo que puede ocurrir, un no saber sobre lo que va a pasar en el encuentro.

 

la hipótesis de la igualdad de las inteligencias suele descartarse cuando se habla de los pobres. Ser pobre es un límite, una carencia radical y, por lo tanto, el contexto social y económico aparece fundamentando la división entre los que saben y los que no podrán saber debido a las condiciones de necesidad. Así, surge el siguiente diagnóstico: hasta que el Estado no resuelva todas las desigualdades sociales, no se puede hacer nada. Es decir, hasta que el Estado no iguale, la condena del desigual es efectiva. Paciencia. […] también se habló de la condena que se hace de los niños mal alimentados: se dice que desde chicos ya están anulados para aprender y, a la vez, es notoria la resistencia de los pibes a tal condena. Algo de eso ocurre en el taller de la murga, donde se parte del deseo. La cuestión es que ese deseo tiene que encontrar condiciones para desplegarse[39].

 

En la última cita se mencionó el taller de murga. En efecto, tanto este espacio como el taller de apoyo escolar fueron llevados adelante por jóvenes del Movimiento para estimular la participación de los niños –que eran llamados compañeritos- en la organización. Así trataban de superar la concepción de que los talleres a los que concurrían los chicos eran un “servicio” del MTD al barrio, para intentar que los compañeritos se apropiaran del espacio, lo (re) construyesen, (re) significasen y produjesen. Estos ámbitos funcionaban con la misma dinámica que el resto de las instancias de la organización. Con prácticas horizontales, estimulando la participación directa y la autogestión.

En una de nuestras jornadas de trabajo de campo presenciamos uno de los talleres de formación del Movimiento. En las paredes de la habitación donde se realizaba este taller –dentro de una casa comunitaria que tenía el MTD en el barrio San Martín- vimos, entre otros símbolos, una leyenda pintada debajo de un dibujo de Darío y Maxi, secundados por manifestantes con banderas, en una situación de corte de ruta. Allí se leía una frase que llevaba la firma de Paulo Freire: “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los hombres se liberan en comunión”[40].

 

 

Los talleres productivos

 

Los talleres productivos eran uno de los espacios más importantes dentro del proyecto del MTD de Solano. No sólo por su profundo contenido político y subjetivo, sino también porque desde allí se instituyeron formas productivas que mostraron posibilidades alternativas a la lógica capitalista de la ganancia y la explotación.

Entre los talleres que funcionaban en el Movimiento en 2004 destacamos: panadería, trabajo en cuero, herrería, albañilería, granjas y huertas comunitarias, entre otros. En cada uno de ellos se ponía en juego el general intellect -la inteligencia colectiva de la que hablaba Marx- y la afectividad comunitaria. Además, estos eran espacios autogestionados, en donde el proceso de trabajo era autoorganizado por los propios productores, tendiendo a derribar las jerarquías y divisiones propias del proceso de trabajo capitalista. Aparecían entonces las posibilidades de autoafirmación a partir de la autovaloración del trabajo[41].

Por otra parte, los talleres productivos constituían instancias de encuentro intergeneracional. En efecto, a diferencia de los otros ámbitos analizados en este artículo, los talleres productivos no eran exclusivamente protagonizados por los jóvenes, y en algunos casos los jóvenes eran una minoría. Sin embargo, la impronta alternativa e innovadora estaba dada muchas veces por el componente juvenil.

Ampliando, cuando nos referimos a estos talleres como espacios de encuentro intergeneracional pensamos en dos dimensiones. Por un lado, muchos saberes productivos –vinculados a técnicas de trabajo y conocimientos específicos de la práctica laboral- eran aportados por los miembros de más edad de la organización (entre los 40 y los 50 años, aunque había algunas personas que superaban esa edad). Aquellos que habían transitado por el mundo del trabajo –más o menos formal, más o menos fabril- y habían aprendido técnicas profesionales de las que los más jóvenes carecían. Esto era especialmente notorio en talleres como el de herrería o el de albañilería.

Por otro, los más jóvenes carecían de esos conocimientos y técnicas, pero estaban embarcados en la búsqueda de nuevos modos de organizar el trabajo y la producción. La experiencia de los adultos se convertía en este punto en un elemento ambiguo. Por una parte, ellos brindaban las técnicas de trabajo necesarias para poner en marcha el proceso productivo. Por la otra, las formas de organizar el proceso de trabajo –por ejemplo, los tiempos, el ritmo- y las relaciones laborales que encarnaban eran las que habían aprendido y estaban relacionadas por los modos dominantes, la reproducción de jerarquías y la explotación. Esto no era lo que el MTD intentaba generar en estos espacios.

De esta manera, mientras los adultos aportaban muchos conocimientos y técnicas de trabajo, los más jóvenes confrontaban los modos de organización del proceso de trabajo que aquellos habían aprendido y buscaban instituir otra lógica productiva, basada en la cooperación, la afectividad y la producción de lo común.

Desde ya que este encuentro generacional no estuvo exento de conflictos y contradicciones. Muchas de las discusiones en los talleres se produjeron por las diferencias que mencionamos antes. Además, la disolución –en muchos casos temporal- de algunos talleres en ciertos barrios también estuvo vinculada –además de con dificultades económicas relacionadas con la compra de insumos o maquinarias- con los conflictos políticos y subjetivos planteados en esta confluencia intergeneracional.

 

 

Los grupos de reflexión

 

El último de los espacios de participación juvenil que comentaremos es el de los grupos de reflexión que funcionaban en tres de los seis barrios del Movimiento. Estos grupos eran instancias de encuentro promovidas desde las áreas de Salud que funcionaban en cada barrio y en las cuales los miembros de la organización se convocaban para hablar de los problemas cotidianos, tanto individuales como colectivos.

Allí se expresaba la ya comentada politización de la vida cotidiana, de los afectos, de las emociones, y también los conflictos subjetivos que son vivenciados con y desde el cuerpo. Francisco Ferrara fue uno de los coordinadores de estos grupos y los describe como “un ejercicio de diálogo grupal en donde las subjetividades encuentran una vía de reconfiguración que permite discutir y superar los conflictos cotidianos en y con los otros.”[42]. Esos otros son, en estos grupos, no una otredad adversa o lejana, sino los compañeros del Movimiento con los cuales se comparten momentos sustanciales de vida y se construye la comunidad.

Según Ferrara, en los grupos de reflexión no se discutían las “grandes cuestiones políticas del movimiento” ni “los principios ideológicos rectores”, sino el mundo de la vida cotidiana que experimentan las mujeres y los varones del MTD, su mundo afectivo, y también sus miedos y angustias[43]. De acuerdo con varios testimonios, la mayoría de los participantes en estos grupos eran jóvenes y mujeres[44], aunque en algunos barrios la participación masculina era bastante similar a la femenina.

Uno de nuestras entrevistadas, de 24 años, nos contaba de esta manera su participación en estos grupos y lo que eso significaba para ella y para el Movimiento:

 

cuando yo llegué enseguida empecé a participar del grupo de reflexión, me integré, y encontré una contención que muchos compañeros no tenían [...] Si el movimiento no tuviera el grupo de reflexión sería más cerrado el movimiento, no sería tan abierto, el movimiento no sería un movimiento social. Si querés un movimiento social tiene que tener algo así para que verdaderamente sea social. No podemos ser buena familia o buenos vecinos si no nos conocemos nadie. Entonces en un verdadero movimiento social tiene que estar uno para el otro y todos para éste, luchar todos para el mismo lado a pesar que alguno tenga otra idea. Me parece a mí que socialmente si nosotros no tenemos esto vamos perdiendo algo, la comunicación es lo primordial en el hombre, hablar, conocernos y entendernos, sin hablar no vamos a poder hacer nada. Generalmente por eso el capital puede dominar al mundo... [...] El grupo de reflexión sirve para aprender a cómo estar juntos mejor, convivir, si bien no convivimos todo el tiempo, pero cuando estamos juntos y a veces nos extrañamos cuando uno viene uno, uno dice uy! no vino fulano!, qué le habrá pasado porque hay esa parte de cariño, le está faltando el compañero -aunque nunca diga nada- y viene y está en un rinconcito, aunque no diga nada usted sabe que está, usted sabe que le tiene aprecio y lo quiere a él, sabe que está ahí. Eso es parte del amor[45].

 

 

Así, vemos la manera en la que estos grupos formaban parte central del proyecto político del MTD, que buscaba crear relaciones sociales alternativas que permitiesen alterar el estado de cosas dominante. Estas otras formas de vínculo social se fortalecían con la promoción de espacios como los grupos de reflexión en donde se problematizaba lo cotidiano, los vínculos afectivos y comunitarios, en donde la organización adquiría –como dijo un entrevistado- la dinámica de una gran familia.

Lo dicho se sostiene también con lo que otro de nuestros entrevistados nos contó acerca de su experiencia en los grupos:

 

hace 8 meses o 9 que participo del grupo de reflexión [...] A veces es difícil conocer a las personas, es difícil conocerse uno mismo, y el grupo te ayuda a eso. Ser parte del grupo es como si yo te comprendiera, te conociera y te aceptara, es como integrarte a este movimiento [...] A veces el relato de tus propios compañeras o compañeros hace que tengas una reflexión más amplia. Mayormente de lo que se habla son problemas familiares, hijos con padres, peleas entre matrimonios. A mí me conmueven estas reuniones, me conmueve ver que todos nos reunimos, esa reunión es buena, eh? Esa sí que es buena, sacamos lo que nos está ahogando porque a veces sos una consecuencia de lo que te rodea, y a veces lo que te rodea es bastante malo. La injusticia hace que te duelan muchas cosas, vos fijate que acá siempre hay un plato de comida, el que se sienta a la mesa lo tiene y lo comparte, y a lo mejor en tu casa no lo tenés. Estás esperando el momento de hablar con tus compañeros. Uno ya no es uno, sino dos es uno, yo tengo un problema y lo comparto con el otro. La amistad se va agrandando. Es como si fueras parte de un equipo muy grande[46].

 

 

Los grupos de reflexión, resumiendo, eran espacios en donde se fortalecía la organización del Movimiento, en donde se potenciaban los lazos comunitarios y las relaciones de afecto y cooperación. El compartir los problemas y buscar entre todos una posible solución hacía que los participantes de estas instancias se sintieran parte de la organización y experimentaran formas de vínculos distintas a las que dominaban fuera del MTD. Las y los jóvenes que sostuvieron estos grupos encontraron en ellos uno de los ámbitos desde los cuales devenir sujetos sociales y políticos capaces de desplegar su potencia en el colectivo.

 

 

Comentarios finales

 

En este artículo analizamos algunos de los principales rasgos que caracterizaron el protagonismo juvenil en una organización social territorial, el MTD de Solano, que consideramos una expresión de configuraciones epocales más generales. De esta manera, intentamos explorar las prácticas políticas, sus significados y sus sentidos para las y los jóvenes organizados del sur del Conurbano bonaerense a partir de la metodología de la Historia Oral.

A partir de los análisis realizados, podemos concebir los procesos de configuración de generaciones políticas como un entrelazamiento de acontecimientos y situaciones que instituyeron modos productivos, políticos y subjetivos alternativos y alterativos respecto de las formas dadas en la época.

La construcción de territorios y la conformación de organizaciones a partir de ellos, la institución de la acción directa, la creación de espacios comunitarios y el esbozo de formas políticas ligadas a la participación directa y la lógica político-social fueron algunas de las características de la generación de jóvenes que en los noventa constituyó los Movimientos de Trabajadores Desocupados. Esta experiencia se transformó en acontecimiento instituyente de una generación y prefigurador de organizaciones posteriores.

La reactualización de las redes territoriales y comunitarias, la recreación de la acción directa, la consolidación de formas políticas tendientes a la horizontalidad, la participación directa y la política con el cuerpo, la búsqueda de la autonomía, la innovación de formas productivas alternativas, y la valorización de los vínculos cotidianos, afectivos y personales como constitutivos de la política a la que se aspira –lo que otorga importancia a los espacios de formación y reflexión acerca de la práctica-, fueron algunos de los rasgos que identificaron a la generación de jóvenes militantes territoriales de los noventa, expresados en los MTDs. Ellos caminaron entre el desencanto respecto de las formas políticas clásicas que habían mostrado su agotamiento y limitaciones y las intuiciones que los llevaron a instituir otras formas políticas alternativas. En este recorrido también profundizaron las disputas en torno a lo público y lo común, y consolidaron lo que podemos denominar –siguiendo a autores como Virno[47] - espacios públicos no estatales, comunitarios, societales.

De esta manera, el protagonismo social y la producción subjetiva de los y las jóvenes constituyeron también una estética particular que fue, a la vez, juvenil y alternativa. Al cruzar estas producciones estéticas con las dimensiones política y subjetiva se construyó una expresión estética juvenil contracultural y alternativa que pudo, además, devenir en una ética joven en conflicto y en fuga respecto a las tendencias hacia la dominación, la sujeción o captura de las subjetividades y la mercantilización de la vida[48].

Esta dimensión ética asociada a lo disruptivo, y también a lo comunitario, lo común, lo cooperante, y forjada sobre la base de afectos y valores compartidos cobró creciente importancia en los procesos de constitución generacional de los jóvenes comprometidos con resignificar –desde la práctica cotidiana situada- la política en su tiempo.

En nuestro análisis vimos cómo los jóvenes expresan la potencia y la capacidad productiva y organizativa del territorio. Esta potencia y capacidad de politización del espacio y de constitución de organizaciones sociales territoriales se produce tanto en las disputas con las generaciones anteriores (el mundo adulto), como en los mecanismos de creación de alternativas disruptivas e innovadoras en el aquí y el ahora del MTD.

Desde nuestro punto de vista la novedad de las prácticas juveniles debe asumir más la forma de un interrogante que de una afirmación. Cobra importancia, entonces, la identificación de matices, mixturas y superposiciones entre lo persistente y lo emergente, para identificar actualizaciones y reconfiguraciones. Esta dinámica constituye la trama de las experiencias juveniles que estudiamos y configura una dimensión instituyente que se articula con formas políticas instituidas[49]. Así se produce nuestra apuesta por asumir la existencia de una disputa generacional por el significado de la participación política y la organización social[50].

Por último, la Historia Oral se mostró como una teoría y una metodología fructífera (como una opción intelectual, científica y política productiva) para poder acercarnos, recuperar y producir las experiencias de organización social territorial generacionalmente configuradas en los años noventa y visibilizar sus complejidades, conflictos, potencias y capacidades.

 

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

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Entrevistas citadas (fuentes orales producidas):

En algunos casos se mantiene el anonimato de los entrevistados por una decisión exclusiva del autor de este artículo. Las entrevistas fueron realizadas por el autor en el marco del Programa de Historia Oral de la FFyL-UBA y de otras investigaciones.

·         1 Entrevista a Francisco Ferrara, realizada en junio de 2006 por Pablo Vommaro y Fernando Raimondo.

·         2 Entrevistas a Je. (varón, miembro del MTD de Solano, Barrio San Martín), realizadas en diciembre de 2002 y noviembre de 2004 por Pablo Vommaro.

·         1 Entrevista a B. (mujer, miembro del MTD de Solano en el Barrio San Martín), realizada en septiembre de 2003 por Pablo Vommaro.

 

 

FECHA DE RECEPCIÓN: 18/04/2020

FECHA DE ACEPTACIÓN: 16/06/2020



[1] El MTD de Solano surge formalmente en 1997 y se diluye, luego de sucesivas fragmentaciones, entre 2005 y 2006.

[2] VOMMARO, Pablo Política, territorio y comunidad: las organizaciones sociales urbanas en la zona sur del Gran Buenos Aires (1970-2000). (Tesis de doctorado). Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Mimeo, Buenos Aires, 2010.

[3] NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó: punto de vista, clase y género en dos relatos de mujeres”, en Taller 23, marzo de 2006.

[4] RICOEUR, Paul Soi-même comme un autre. Éditions du Seuil, París, 1990. RICOEUR, Paul Historia y narratividad. Paidós, Barcelona, 1999.

[5] ARFUCH, Leonor La Entrevista, una relación dialógica. Paidós - Colección Papeles de Comunicación 8, Buenos Aires, 1995.

[6] ARFUCH, Leonor La interioridad pública. La entrevista como género. FSoc-UBA, Buenos Aires, 1992, pp. 8 y 73.

[7]ARFUCH, Leonor La interioridad…, cit., p. 70.

[8] BERTAUX, Daniel Los relatos de vida. Perspectivas etnosociológicas. Ed. Bellaterra, Barcelona, 2005.

[9] NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit.

[10] BERTAUX, Daniel Los relatos…, cit.

[11] ARFUCH, Leonor La Entrevista…, cit., p.19

[12] BAJTIN, Mijail La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Alianza, Buenos Aires, 1994.

[13] Ver JOUTARD, Philippe Esas voces que nos llegan del pasado. México, FCE, 1986. PORTELLI, Alessandro The Battle of Valle Giulia. Oral History and the Art of Dialogue. Madison: The University of Wisconsin Press, 1997. PORTELLI, Alessandro “¡Absalón, Absalón!: La historia oral y la literatura”. Taller. Revista de Cultura, Sociedad y Política. Vol. 5. No. 13. Buenos Aires, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, julio, 2000. BERTAUX, Daniel Los relatos…, cit. NECOECHEA, Gerardo y Pozzi, Pablo Cuéntame cómo fue. Introducción a la Historia oral. Imago Mundi, Buenos Aires, 2008.

[14] GEERTZ, Clifford El antropólogo como autor. Paidos, México, 1989.

[15] FRASER, Ronald Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española. Crítica, Barcelona, 1979.

[16] THOMPSON, Edward La formación de la clase obrera en Inglaterra. Crítica, Barcelona, 1989. 2 tomos.  THOMPSON, Edward Costumbres en común. Barcelona, Crítica, 1995.

[17] GINZBURG, Carlo. El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Península, Barcelona, 2001.

[18] En la revisión de los trabajos más antiguos del autor que se citan en este artículo se identifica una relativa ausencia de la problematización de género producto de la época en la que fueron escritos, en la que esta dimensión ocupaba lugares menos centrales que en años posteriores.

[19] VOMMARO, Pablo “Territorios y resistencias: configuraciones generacionales y procesos de politización en Argentina”, en Iztapalapa Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. 82, Año 38.  enero-junio de 2017. Pp. 101-133.

[20] VOMMARO, Pablo y DAZA, Arley “Jóvenes en territorio. Política y espacialidad colectiva en barrios del sur del Gran Buenos Aires entre los años ochenta y la actualidad”, en Melina Vázquez, Pablo Vommaro, Pedro Núñez y Rafael Blanco (comps). Militancias juveniles en la Argentina democrática. Trayectorias, espacios y figuras de activismo. Imago Mundi, Buenos Aires, 2017. Pp. 105-132.

[21] VOMMARO, Pablo Juventudes y políticas en la Argentina y en América Latina. Tendencias, conflictos y desafíos. Grupo Editor Universitario, Buenos Aires, 2015.

[22] VOMMARO, Pablo. “Territorios y resistencias…, cit.

[23] Para ampliar acerca de las implicancias del trabajo con fuentes orales en este punto ver, por ejemplo: NECOECHEA, Gerardo y Pozzi, Pablo Cuéntame cómo fue, cit. NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit. Este último trabaja acerca de la noción de punto de vista como útil para el análisis de los testimonios a partir de la Historia Oral.

[24] ADLESON, Lief, CAMARENA, Mario e IPARRAGUIRRE, Hilda. “Historia social y testimonios orales”, en Necoechea, G. y Pozzi, P. Cuéntame cómo fue…, cit., p. 47.

[25] NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit.

[26] POZZI, Pablo. La oposición obrera a la dictadura (1976-1982). Buenos Aires, Imago Mundi, 2008. p.5.

[27] VOMMARO, Pablo “Políticas y resistencias territoriales: la experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de San Francisco Solano en la Argentina (1997-2004)”, en Revista Historia Regional, XXXI, 38, junio de 2018.

[28] VOMMARO, Pablo “Territorios y resistencias…, cit. VOMMARO, Pablo y DAZA, Arley “Jóvenes en territorio…, cit.

[29] Para 1990, mientras la tasa desempleo era del 27% para los jóvenes de clase baja de entre 14 y 19 años y del 12% para los que tenían entre 20 y 24 años en el Área Metropolitana de Buenos Aires, para los jóvenes de sectores medios los porcentajes eran del 13,6% y del 8,2% respectivamente (LESSER, Ricardo Los nuevos trabajadores. CEAL, Buenos Aires, 1991.). En 2001 un 47,6% de los jóvenes entre 20 y 24 años estaba desocupado o subempleado y un 32,5% directamente desocupado (SALVIA, Agustín y TUÑÓN, Ianina Los jóvenes trabajadores frente a la educación, el desempleo y el deterioro social en la Argentina. Fundación F. Ebert, Buenos Aires, 2003).

[30] SIDICARO, Ricardo y TENTI FANFANI, Emilio La Argentina de los jóvenes. Unicef Losada, Buenos Aires, 1998.

[31] DUSCHATZKY, Silvia y COREA, Cristina Chicos en banda: los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones. Buenos Aires, Paidós, 2002.

[32] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.

[33] Como nota de actualización, mencionamos la escasa problematización de género en algunos testimonios y documentos. Si bien el MTD de Solano tenía espacios específicos para abordar las cuestiones de género, su falta de transversalización y la ausencia de esta dimensión en otras instancias se debe a una marca epocal ya que en esos años este tema no ocupaba un lugar de tanta centralidad y visibilidad en la agenda pública y en la agenda de la mayoría de este tipo de organizaciones como ocurrió luego de 2009-2010.

[34] Je. Entrevistas realizadas en diciembre de 2002 y noviembre de 2004 en el Barrio San Martín, Quilmes. Varón, miembro del MTD de Solano, Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.

[35] Si bien no existió ninguna restricción etaria para participar de este taller, así como de otros, según los testimonios recogidos sus integrantes fueron casi todos menores de 30 años.

[36] RANCIÈRE, Jacques El Maestro Ignorante. Editorial Alertes, Barcelona, 2002.

[37] MTD DE SOLANO y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del maestro ignorante. Tinta Limón, Buenos Aires, 2005.

[38] MTD DE SOLANO y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del maestro…, cit.

[39] MTD DE SOLANO y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del…, cit.

[40] En las Comunidades Eclesiales de Base que impulsaron las tomas y los asentamientos de 1981 en Solano también apareció Freire como lectura de referencia.

[41] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.

[42] Francisco Ferrara, entrevista realizada en junio de 2006 en Almagro, Ciudad de Buenos Aires. Entrevistadores: Pablo Vommaro y Fernando Raimondo.

[43] Francisco Ferrara, entrevista realizada en junio de 2006 en Almagro, Ciudad de Buenos Aires. Entrevistadores: Pablo Vommaro y Fernando Raimondo.

[44] Para profundizar acerca de las relaciones de género en los movimientos sociales, consultar:

DI MARCO, Graciela “Relaciones de género en los movimientos sociales”, en Revista La Aljaba, Universidades de Luján, La Pampa y Comahue, 2004.

DI MARCO, Graciela “Igualdad de género y movimientos sociales en Argentina”, en Maier, E. y Lebon, N. (comp.). De lo privado a lo público: 30 años de lucha ciudadana de las mujeres en América Latina. Rutgers University Press, 2008.

Si obstante, el alto protagonismo femenino en este Movimiento, la escasa problematización de género en algunos testimonios y documentos se debe a una marca epocal ya que en esos años este tema no ocupaba un lugar de tanta centralidad y visibilidad en la agenda pública y en la práctica de la mayoría de este tipo de organizaciones.

[45] B. Entrevista realizada en septiembre de 2003 en el Barrio San Martín, Quilmes. Mujer, miembro del MTD de Solano en el Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.

[46] Je. Entrevistas realizadas en diciembre de 2002 y noviembre de 2004 en el Barrio San Martín, Quilmes. Varón, miembro del MTD de Solano, Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.

[47] VIRNO, Paolo Gramática de la multitud. Traducción de Eduardo Sadier, Buenos Aires, 2002. (mimeo).

[48] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.

[49] Podemos recuperar aquí las nociones de lo arcaico, lo residual y lo emergente que plantea Williams (1980) y pensar que el proceso de constitución generacional se despliega en una dinámica compleja y contradictoria entre estas tres dimensiones de la realidad social.

[50] CHAVES, Mariana Investigaciones sobre juventudes en Argentina: estado del arte en ciencias sociales. Con la colaboración de María Graciela Rodríguez y Eleonor Faur. Informe para el Proyecto: Estudio Nacional sobre Juventud en la Argentina. Dirigido por Eleonor Faur. P.p. 1-92. Buenos Aires, UNSAM-DINAJU. Mayo 2006.