Jóvenes,
voces y territorios: resonancias, generaciones y organización social en la
Argentina de los años noventa
Youth, voices and territories: resonances, generations
and social organization in the Argentina´s nineties
Pablo Vommaro
Universidad de
Buenos Aires,
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales
Resumen
Las organizaciones sociales de base territorial
se han mostrado persistentes en las últimas décadas como ámbitos de
participación política y social y como expresión de diversos conflictos espacializados. Asimismo, las juventudes han sido activos
protagonistas de estas organizaciones desplegando propuestas y alternativas a
nivel económico, político, social, cultural y subjetivo. De esta manera,
sostenemos que las organizaciones territoriales que emergieron en la Argentina
y en otras regiones pueden ser estudiadas desde la perspectiva generacional, considerando
que el componente juvenil no es solo un rasgo demográfico o etario, sino que
constituye un configurador de muchas de las características que estos
movimientos tuvieron.
A partir de lo dicho, este artículo
abordará la experiencia organizativa del Movimiento de Trabajadores Desocupados
de San Francisco Solano (Quilmes, sur del Gran Buenos Aires, Argentina), que se
vincula con otras experiencias desplegadas a nivel territorial en la zona en
las últimas décadas. Para lograrlo, se destacará el abordaje generacional como
una manera de comprender sus rasgos característicos y singulares. El texto se
basará en la metodología de la Historia Oral, recuperando y sintetizando
trabajos anteriores del autor.
Palabras claves: juventudes, territorios, generaciones, Argentina
Abstract
Territorial-based social organizations have been
persistent in recent decades as spheres of political and social participation
and as an expression of various spatialized conflicts. Likewise, youth have
been active protagonists of these organizations, deploying proposals and
alternatives at the economic, political, social, cultural and subjective
levels. In this way, we argue that the territorial organizations that emerged
in Argentina and other regions can be studied from the generational
perspective, considering that the youth component is not only a demographic or
age trait, but constitutes a configurator of many of the characteristics of
these movements.
Based on what has been said, this paper will address
the organizational experience of the Movimiento de TrabajadoresDesocupados de San Francisco Solano (Quilmes, southof Gran Buenos Aires, Argentina) which is linked to
other experiences deployed at the territorial level in the area in recent
decades. To make it, the paper will highlight their generational approach as a
way of understanding their characteristic and unique features. The paper will
be based on the methodology of Oral History, recovering and synthesizing
previous works by the author.
Keywords: youth, territories, generations, Argentina
Presentación
Las
organizaciones sociales de base territorial se han mostrado persistentes en la
Argentina de las últimas décadas como ámbitos de participación política y
social y como expresión de diversos conflictos espacializados.
Asimismo, las juventudes han sido activas protagonistas de estas organizaciones
desplegando propuestas y alternativas a nivel económico, político, social,
cultural y subjetivo. De esta manera, sostenemos que las organizaciones
territoriales que emergieron en la Argentina y en otras regiones pueden ser
estudiadas desde la perspectiva generacional, considerando que el componente
juvenil no es solo un rasgo demográfico o etario, sino que constituye un
configurador de muchas de las características que estos movimientos tuvieron.
En este artículo trabajaremos
singularmente con la experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de
San Francisco Solano (MTD de Solano) que se desplegó entre mediados de los años
noventa y mediados de los dos mil[1],
poniendo el foco en sus espacios juveniles de participación. Abordaremos las
configuraciones generacionales de esta organización
social de base territorial[2] desde la Historia Oral
para lograr acercarnos a las percepciones, saberes, capacidades, valores y
deseos de sus integrantes; a la mirada, o punto de vista de los sujetos
sociales[3],
a partir de indagar, partiendo de su experiencia directa, en sus proyectos de
vida singulares y colectivos. Como nos recuerda Ricoeur[4], en el
relato que produce la entrevista aparecen una multiplicidad de voces,
silencios, cosas no dichas o dichas a medias. Arfuch[5]
señala que la entrevista es una “relación dialógica”, un “momento de
interacción” que vincula “dos universos existenciales: lo público y lo privado”[6].
La autora propone que, a través de la Historia Oral, “se juega la posibilidad
de aproximación a grandes configuraciones de sentido, al espesor del discurso
social que marca los climas de época. La memoria […] va más allá de una
reproducción de la realidad social, es un lugar de mediación simbólica y
elaboración de sentido”[7].
Entonces, lejos de estar
cosificada o fijada en el pasado, la memoria es un terreno activo y dinámico,
en el cual se producen significados que expresan conflictos subjetivos,
políticos y sociales del pasado y el presente en el que se produce la
entrevista. Podemos afirmar, con Bertaux[8],
que las percepciones que sobre una situación elabora un sujeto constituyen para
él la “verdad de esa situación”, y que es en función de esa percepción que el
sujeto actuará. De esta manera, la verdad de cada acontecimiento producido en
la vida de los sujetos, que es producto de la particular interpretación,
percepción y representación que construyó sobre el mismo, se podrá modificar a
lo largo del tiempo. Sobre un mismo hecho, no sólo diferentes individuos
aportarán su punto de vista[9];
sino que una misma persona podrá variar su interpretación en distintos momentos
de su vida[10].
En suma, para Bertaux, es necesario distinguir entre la historia vivida
por un sujeto y el relato que pudo hacer sobre la misma ante la demanda de un
investigador. Y esto llama la atención no sólo acerca de la dimensión dialógica
y construida de la entrevista; sino también, como señala Arfuch,
acerca de que “los relatos de la vida de los sujetos nos permiten aprehender
sus experiencias anteriores, su pasado que, entretejiéndose con su presente, va
configurando su futuro”[11].
Así, el testimonio oral expresa una multiplicidad de tiempos de los que podemos
distinguir al menos cuatro. El momento en el que sucedió el hecho narrado; el
tiempo en el que se produce la entrevista; el período que transcurrió entre el
hecho y la entrevista; y el futuro que se prefigura en el relato cargado de
subjetividades, anhelos e interpretaciones. Como nos recuerda Bajtin[12], el discurso carga la historia dentro de sí.
A través de la metodología
de la Historia Oral y el trabajo con la memoria, el recuerdo y el olvido[13]
indagamos acerca de las transformaciones en la subjetividad y la experiencia en
el territorio y descubrimos las continuidades, singularidades y rupturas. Ya
Geertz[14]
señaló la importancia de haber “estado allí” para comprender significados,
símbolos, modos de producción y apropiación, valores, saberes, prácticas,
disposiciones espaciales.
Uno de quienes abrieron el
campo de la Historia Oral fue Fraser[15], con su
estudio acerca de la Guerra Civil Española en base a fuentes orales. En este
trabajo Fraser planteaba que lo que expresaban los testimonios orales “era su
verdad, la verdad de la gente, lo que deseaba reflejar. Y lo que la gente
pensaba –o pensaba que pensaba- también constituye un hecho histórico”. Y
podríamos agregar, forma parte de la realidad social. En nuestra investigación
la perspectiva de la Historia Oral se enriqueció, además de con otras
herramientas metodológicas, con las propuestas de estudio de los trabajadores y
los sectores subalternos que formularon autores como Thompson[16]
o Ginzburg[17].
A
partir de lo dicho, este artículo abordará la experiencia organizativa del MTD
de Solano desplegadas a nivel territorial en la zona sur del Gran Buenos Aires
(Argentina) entre mediados de los años noventa y mediados de los dos mil,
destacando el abordaje generacional como una manera de comprender sus rasgos
característicos y singulares. El texto se basará en la metodología de la
Historia Oral, recuperando y sintetizando trabajos anteriores del autor[18].
Las
experiencias estudiadas
Como parte de las
transformaciones de mediana duración que experimentó el capitalismo durante la
segunda mitad del siglo XX, podemos identificar que la dimensión territorial ha
tomado un creciente protagonismo en las dinámicas sociales[19]. El
territorio cobra relevancia en tanto elemento material que expresa
construcciones simbólicas con fuerte incidencia social; puede ser construido, apropiado
y reconfigurado en una relación de doble vía que deviene en la producción de lo
otro mediado por la espacialidad, sus formas y potencialidades. En este sentido
también es productor, reproductor y transformador de diversas configuraciones
de la política entre las que destacamos la generacional, que abordamos en este
artículo. Esta transformación desplegada con fuerza en las últimas décadas
focalizó los análisis en un proceso de doble vía o recíproco que no había sido
tomado en cuenta con la suficiente relevancia: la espacialización
de la política y la politización del espacio.
En este artículo nos
proponemos analizar en clave generacional y desde una perspectiva diacrónica
las dinámicas espaciales de experiencias de participación política y
organización social que podemos considerar no institucionales. Entendemos esta
producción de la participación con perspectiva generacional como un proceso en
el que se despliegan disputas territoriales, prácticas políticas que persisten
y otras que emergen, a la vez que múltiples construcciones y conflictos
comunitarios que se expresan de diversos modos[20].
Consideramos que los
procesos de politización de la vida social abordados desde la perspectiva
expuesta generan una transformación en las relaciones entre la política y el
espacio en el cual ésta es producida. Así, el espacio socialmente producido,
concebido como un entramado de relaciones político-sociales dinámicas, deviene
territorio; configura un proceso ambivalente de territorialización de la
política y de politización del territorio[21].
Sostenemos entonces que
durante las últimas décadas en la Argentina se produjo un proceso de
politización del espacio que territorializó las prácticas políticas. Esto puede
ser interpretado desde las configuraciones generacionales que potenciaron su
despliegue, a la vez que desde una perspectiva diacrónica que contribuye a la
comprensión integral del proceso. Si bien estos rasgos comenzaron a gestarse a
fines de los años sesenta, es en los tempranos ochenta cuando se consolidan y
emergen tramando la política territorialmente situada. En este sentido, las
formas políticas producidas por las juventudes en décadas posteriores estarían
signadas por pervivencias que, actualizadas y reconfiguradas, contienen muchos
de las principales características de la politización espacial del período que
aquí estudiamos.
En efecto, en este artículo
trabajaremos la experiencia de organización territorial de los denominados
Movimientos de Trabajadores Desocupados –MTD-, producida en los años noventa.
Lo haremos a partir de los modos de participación producidas por los jóvenes
organizados específicamente con el MTD de Solano y nos enfocaremos en sus
espacios de producción y en sus prácticas cotidianas. En este sentido,
estudiaremos los denominados talleres productivos de esta organización y las
dinámicas que se producían en las diversas acciones de ocupación del espacio
público.
Llegamos a la realización de
las entrevistas y la selección de los entrevistados del Movimiento de
Trabajadores Desocupados de Solano a partir de un ingreso etnográfico al campo.
De esta manera, el acercamiento etnográfico nos permitió conocer los aspectos
cotidianos de la organización social y descubrir los integrantes con los que
era más significativo conversar para los objetivos que nos habíamos propuesto.
Organizaciones
territoriales e Historia Oral
Cuando elegimos trabajar con
organizaciones sociales contemporáneas la metodología propuesta por la Historia
Oral se presenta como una herramienta sumamente fructífera para permitirnos
acceder a las producciones subjetivas de sus integrantes, sea a nivel individual
o colectivo. En el despliegue de la investigación identificamos algunas
singularidades al respecto que expondremos brevemente a continuación.
Trabajar a partir de la
Historia Oral rescata, destaca, valoriza y pone de relieve las diferencias y contribuye
a no reproducir las desigualdades del presente enraizadas en procesos
histórico-sociales del pasado. Muchas veces, las diferencias son negadas o más
difícilmente accesibles y las desigualdades son reproducidas al trabajar con
otras fuentes como las documentales, estadísticas, entre otras.
Acercarnos a los testimonios
de los jóvenes protagonistas de los procesos históricos permite contrarrestar
las desigualdades sociales reproducidas muchas veces en los relatos de la
historiografía oficial y tradicional. Por otra parte, trabajar a partir de la
oralidad posibilita asumir la diferencia como capacidad o potencia y no como fragmentación.
Permite valorizar los procesos de singularización y subjetivación en tanto
dinámicas de politización no unívocas ni homogéneos, singulares. De esta
manera, partir de la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad implica
reconocer la diferencia. Sin embargo, la Historia Oral nos permite descubrir
que la diferencia potencia. Permite construir lo común en la diferencia, asumiendo
las complejidades, conflictos, ambigüedades y contradicciones de las
subjetividades y las relaciones humanas.
Poner de relieve lo común no
significa intentar homogeneizar la organización social con la que trabajamos o
borrar las diferencias que le son inherentes y constitutivas. Al contrario, una
de las mayores riquezas de este tipo de organizaciones es poder trabajar a
partir de las diferencias, de las diversidades, intentando construir lo común.
Es decir, la capacidad de volver potencia lo heterogéneo, lo múltiple, lo
diverso, evitando que se transforme en desigualdad. Dicho de otra manera, que
el necesario proceso de asumir y subrayar las diferencias posibilite la
constitución de la igualdad.
Esta igualdad puede ser
entendida también como la construcción de lo común, de espacios y relaciones
sociales comunes, que permitan desplegar un proyecto colectivo que altere el
estado de cosas existente en una situación determinada.
La construcción de
comunidad, entonces, permite que la diversidad que caracteriza al territorio,
que las diferentes situaciones individuales y que la violencia que domina la
vida barrial juvenil se transformen en capacidad
creadora al organizarse en un proyecto colectivo, comunitario. Si el poder (el
estado, el capital) separa, diferencia, clasifica, divide; las organizaciones
sociales que indagamos se proponen reunir, integrar, componer, igualar. Las
dimensiones afectivas, emocionales, vinculares y corporales tienen un lugar
importante en estos procesos[22].
Nos deslizamos así hacia otra
dimensión significativa para comprender las configuraciones políticas y
subjetivas de las organizaciones sociales en clave generacional: el proceso de
politización de los espacios cotidianos. Una política de y desde lo cotidiano
que torna políticas (comunes, públicas y conflictivas) relaciones y dimensiones
que antes permanecían en el ámbito de lo privado o lo íntimo. Entonces, al
acercarnos a las prácticas cotidianas que los sujetos sociales despliegan en
diferentes espacios (lugares de producción, ámbitos territoriales, familiares,
entre otros) la metodología de la Historia Oral nos invita a explorar una
amplia gama de posibilidades para comprender los procesos de cambio y
continuidad que protagonizan.
Los valores, saberes,
lenguajes, prácticas, experiencias y tradiciones que se van transmitiendo de
generación en generación, son posibles de percibir a través de los testimonios
orales de los protagonistas que producen su experiencia de vida. Esto es así ya
que la entrevista, entendida como espacio de interrelación, diálogo e
intercambio, nos permite acercarnos a los sujetos que protagonizan los procesos
históricos que estudiamos, produciendo un desplazamiento múltiple respecto a
los problemas de estudio que construimos.
Esta disolución de la
lejanía que funda buena parte del conocimiento social dominante permite
replantear la relación sujeto investigador – objeto investigado para proponer
otro vínculo en el que las dos partes son reconocidas como sujetos y el
conocimiento producido a partir de esta relación es, entonces, subjetivo y
situado. A partir de esto último, en la entrevista se ponen en juego las
subjetividades de quienes la constituyen. Lejos de negar las implicaciones
subjetivas, la entrevista en tanto espacio que puede transformar a sus
protagonistas, permite encarar las modalidades de objetivación de los problemas
y procesos estudiados a partir de reconocer y asumir las subjetividades que se
ponen en juego y se reconfiguran allí. Así, la entrevista –en tanto acontecimiento,
expresión y actualización de procesos anteriores y también en su dimensión
performativa- es a la vez un espacio de transformación y un espacio de creación
o innovación.
Además, construir un
testimonio oral (una fuente oral) implica asumirse desde un no saber y
reconocer que hay otro sujeto que, no estando legitimado como investigador o
intelectual, conoce elementos sobre un hecho o proceso que nosotros no. La
Historia Oral significa también, entonces, reconocer que existen otros saberes
y otras formas de conocimiento. Si pretendemos que a partir de la fuente oral
podamos interpretar, comprender (y transformar) la realidad social que
estudiamos, tenemos que ser también capaces de asumir ese otro saber, ese otro
conocimiento, en todas sus dimensiones e implicancias; aun cuando cuestionen
nuestros propios supuestos.
Así, la Historia Oral, como
la entendemos, permite construir un diálogo sistemático entre dos sujetos con
capacidades y potencialidades singulares. El investigador que indaga acerca de
un proceso, organización o acontecimiento histórico, y el sujeto que
protagoniza el proceso que aquel quiere conocer. Revisitamos así el problema de
la diferencia y la desigualdad. El intercambio que constituye la entrevista
expresa esta relación dialógica, que, aunque disímil, no tiene por qué ser
desigual.
Avanzando, el diálogo que
planteamos es también interpelación. Y esta interpelación, si somos capaces de
asumirla, nos lleva a redefinir y repensar nuestro trabajo. Nos provoca a
redefinir conceptos y reformular las perspectivas a partir de las cuales
estudiamos alguna problemática. Nos estimula para ser creativos e innovar en el
proceso de construcción de conocimiento. No repetir fórmulas ni repetirnos,
sino repensar constantemente acerca de nuestra tarea. De esta manera, la
Historia Oral permite cuestionar la posibilidad de construir un conocimiento
absoluto y objetivo, incorporando al proceso de investigación tanto la voz del
investigador como la del sujeto entrevistado.
Sin desconocer la utilidad
de otras fuentes como las documentales, que muchas veces tenemos que analizar
en relación con los testimonios orales, consideramos que para realizar una
historia integral de las organizaciones sociales territoriales contemporáneas
necesitamos valernos de las fuentes orales y producirlas.
Las fuentes orales nos
permiten indagar, por un lado, en la memoria y el recuerdo. Por otro, descubrir
un punto de vista o una perspectiva particular sobre un proceso, que guarda una
relación compleja y mediada con el relato de las cosas “tal cual sucedieron”[23].
De todos modos, lo que hay que explicitar es que, al trabajar con la oralidad,
interpretamos la historia a partir de las percepciones actuales de los sujetos
sociales que protagonizaron las experiencias que estudiamos, a las que llegamos
a través de las entrevistas realizadas. Es decir, trabajamos con percepciones,
recuerdos, sensaciones y saberes, a la vez que, con olvidos y silencios, sobre
un pasado más o menos lejano que están construidas a partir de la vivencia de
aquellos días, la experiencia vivida en los años transcurridos y el presente en
el cual se produce la entrevista.
Llegados a este punto nos
parece necesario realizar algunas aclaraciones. Por un lado, que las
concepciones que presentamos acerca de la Historia Oral intentan no ser
sustancialistas o esencialistas. Es posible recorrer los caminos que abre el
trabajo con los testimonios orales solo si estamos dispuestos a asumir una
postura política, teórica, conceptual y metodológica alternativa a la dominante
en el campo académico. Por eso concebimos el hacer Historia Oral como la
asunción de un compromiso, como la expresión de una disposición a encarar
ciertas cuestiones que no son naturales ni están dadas, deben ser producidas.
Tenemos que estar preparados para asumir que no sabemos sobre algo, tenemos que
ser capaces de escuchar al otro, tenemos que poder asumir esos otros saberes,
estar dispuestos a aprehender los procesos de dominación y resistencia a nivel
cotidiano, las redes sociales de organización (y solidaridad) a nivel
territorial, las prácticas innovadoras, alternativas y alterativas que producen
los sujetos como expresión del antagonismo social.
Por otra parte, trabajar con
la Historia Oral implica asumir también un conjunto de problemas, de los que no
podremos dar cuenta aquí, pero queremos sólo dejar planteados. Podemos comenzar
mencionando la polifonía y polisemia que son inherentes al trabajo con fuentes
orales tal como nosotros lo concebimos. Esta multiplicidad de voces y de
significados se constituye en forma conflictiva, con voces que se superponen,
contradicen y confrontan; a la vez que se componen e integran constituyendo una
perspectiva desde la cual interpretar los procesos históricos.
En segundo lugar, nos
enfrentamos a lo que podemos denominar el problema del error y la
reconstrucción parcial. Si somos capaces de trabajar con la Historia Oral desde
la perspectiva que proponemos, podremos ver que, sin embargo, estos no son
obstáculos, sino condiciones básicas (puntos de partida) desde las cuales se
produce la historia partiendo del testimonio oral. Coincidimos con Adleson, Camarena e Iparraguirre[24], quienes,
retomando a Todorov y Labov, sostienen que “la historia no se cuenta cuando se
adhiere a una cronología ´objetiva´, sino cuando se aparta de ella para
incorporar sentidos y conceptos o juicios subjetivos”. Al fin de cuentas,
acordando nuevamente con Necoechea[25]
el testimonio oral es un punto de vista posible entre otros. Al igual que si
trabajásemos con otro tipo de fuentes, “lo importante de los testimonios no es
la veracidad de los mismos, sino más bien la posibilidad de rastrear
sentimientos a través del tiempo”, agrega Pozzi[26].
El MTD de
Solano desde la perspectiva generacional
El MTD de Solano se inició en este barrio de Quilmes (sur del Gran
Buenos Aires) a mediados de 1997. El día exacto en el que sus miembros
recuerdan su fundación es el 8 de agosto. En esta jornada realizaron la primera
asamblea constitutiva integrada por unas treinta personas. En esos momentos
iniciales, muchos de sus fundadores estaban ligados al Movimiento Teresa
Rodríguez (MTR, con desarrollo territorial en F. Varela) y en el marco de esta
organización realizaron el primer corte de ruta[27].
En ese entonces el MTD se nucleaba alrededor de la parroquia Nuestra
Señora de las Lágrimas, conducida por el sacerdote Alberto Spagnuolo.
Esta iglesia dependía del obispado de Quilmes (cuyo obispo era Jorge Novak,
quien tuvo una posición de apoyo a los organismos de Derechos Humanos frente a
la última dictadura militar argentina).
El lugar de la iglesia en la organización social y política del barrio
fue significativo al menos desde el proceso de tomas de tierras que se
desarrolló a partir de agosto de 1981, cuando las Comunidades Eclesiales de
Base impulsaron la creación de asentamientos en las tierras ocupadas. El papel
del obispado de Quilmes y del sacerdote Raúl Berardo
fue importante en esta experiencia[28]. Uno de
los barrios más importantes surgidos de este proceso fue San Martín, donde años
más tarde nació el MTD, también vinculado a la experiencia eclesiástica.
Sin embargo, casi veinte años más tarde las cosas habían cambiado. Cuando
el obispado de Quilmes se enteró de que la parroquia de Spagnuolo
servía como sede de una organización social que estaba comenzando un nuevo
proceso de lucha intentó abortar la iniciativa.
Primero convocó al sacerdote Spagnuolo para
exigirle que cesara su trabajo con el incipiente MTD. Como Spagnuolo
no aceptó la orden, el obispado optó por el uso de la fuerza directa. La
parroquia fue finalmente desalojada por la Policía de la Provincia de Buenos
Aires y los desocupados expulsados de su seno. El sacerdote, que optó por
continuar su trabajo en el MTD a pesar de la oposición institucional de la
iglesia, fue suspendido en sus funciones eclesiásticas.
Ante la violenta expulsión que habían sufrido, los integrantes del
flamante Movimiento decidieron acampar en la plaza que estaba frente a la
parroquia. Finalmente, consiguieron que el municipio les dé los materiales para
la construcción de veinte casas con la condición de que encuentren un terreno y
levanten el campamento en ese espacio público. Pronto lograron instalarse en un
lote grande, a pocas cuadras de allí, que ofreció un miembro del Movimiento
entusiasmado a partir del alejamiento de la iglesia que se había producido.
Este lote estaba ubicado sobre la calle 891 y se constituyó en el galpón
y principal referencia del MTD en el barrio por muchos años.
Este hecho hizo crecer al MTD y fortalecer su confianza. Eran capaces
de lograr lo que se proponían y ya tenían un lugar propio en el cual
instalarse. Además, el hecho de establecerse fuera del ámbito de la iglesia
hizo que se acercaran nuevos vecinos que desconfiaban de esa institución.
A inicios de 2001 la organización se dividió entre quienes se fueron a
trabajar con el MTR y quienes continuaron organizados en el MTD de Solano.
Según varios testimonios, esta separación respondió sobre todo a diferentes
concepciones acerca de la construcción territorial, los modos de relacionarse
con el estado en sus diferentes instancias, los formatos de lucha y la
organización interna, entre otras divergencias.
La experiencia de participación, organización y producción de los y las jóvenes que componen el MTD de
Solano se produjo en una situación compleja. Por un lado, Solano era una zona
signada por la pobreza, la desigualdad social y el desempleo agudizados por la
implementación de las políticas neoliberales predominantes desde los noventa[29].
Por otro, como señalamos, en los últimos años, se hicieron más visibles los
límites y el agotamiento de las formas políticas clásicas ligadas al estado, la
democracia liberal, los partidos políticos y los sindicatos. Ante la impotencia
de lo que podemos denominar política representativa (que es también la
redefinición de instituciones como la familia, la escuela, la iglesia o el
trabajo salarial y formal), las respuestas que se intentaron desde las
instituciones existentes parecieron insuficientes. Esto tanto a nivel del
estado como de los partidos políticos que no alcanzaron a contener u organizar
el descontento social en este punto.
De esta manera, a partir
del estudio de organizaciones como el MTD de Solano, podemos dar cuenta de cómo
el rechazo de los y las jóvenes no es a la política como tal, sino a formas
específicas de hacer política, ligadas a lo estatal y en especial a lo
partidario[30].
De allí, la escasa participación juvenil en los espacios políticos clásicos
(enmarcada además en la desestructuración, o desfondamiento[31], de las
instituciones características de la sociabilización de los y las jóvenes como
la familia o la escuela) no tiene por qué traducirse en la idea de que las
nuevas generaciones no se interesan por lo colectivo, sino bien puede, por el
contrario, abrir la posibilidad de comprender el proceso de constitución de
organizaciones sociales disruptivas en donde el desafío y el antagonismo siguen
estando en un lugar central.
Recuperaremos aquí tres
espacios de participación y protagonismo juvenil en este movimiento que podemos
interpretar como ámbitos de expresión de las configuraciones generacionales de
la política en este tipo de organizaciones territoriales.
Los espacios de formación y educación
popular
Los espacios de
formación y capacitación autogestionados fueron un rasgo característico del MTD
de Solano –y de otras organizaciones sociales similares- y un elemento central
para el despliegue de su proyecto político[32]. En
efecto, la alteración y contestación de los saberes y valores dominantes, y la
producción de saberes, valores, lenguajes y capacidades propios ocuparon un
lugar fundamental en el proceso de construcción de relaciones sociales
alternativas, que constituyó una de las formas en las que se expresó la
propuesta de cambio social de esta organización.
Nuestro entrevistado
Je. enfatizó esta cuestión:
para nosotros la formación y la capacitación es central. Es decir, el
proyecto de vida que queremos construir es un hombre nuevo[33],
es la nueva sociedad, es el cambio social. Bueno, para hacer eso tenemos que
tener en cuenta la formación que tiene tres ejes: capacitación técnica y
política, la lucha y el trabajo. […] Salir a pelear es importante, salir a la
ruta es importante. Pero mucho más importante es poder discutir y entender con
los compañeros por qué salimos a la ruta y por qué peleamos. Que no salimos por
un plan, que no salimos por un bolsón de comida. Salimos por dignidad y cambio
social esencialmente. Que vamos a obtener el plan y el bolsón, pero para
convertirlos en dignidad y cambio social…[34].
En cada barrio en el
que se organizaba el Movimiento funcionaba un espacio de formación en el que
participaban quienes integraban la organización allí. Tanto las áreas de
trabajo, como los talleres productivos tenían un día semanal dedicado a la
formación de sus miembros. La mayoría de los participantes de estos espacios
eran jóvenes.
Por otra parte, como
vimos, también consideramos a las asambleas como instancias de formación
militante y construcción de otras formas de relacionarse y ser en el colectivo.
En los espacios de
formación se trabajaba en base a la metodología y la propuesta de la educación
popular. Para esto se tomaban tanto escritos de autores como Paulo Freire o
Jacques Rancière, como cuadernillos de formación
producidos por el MST brasilero, entre otros. Por ejemplo, entre algunos militantes
jóvenes[35]
del MTD de diferentes barrios se constituyó un taller de discusión acerca del
libro El maestro ignorante, de Rancière[36]. Algunos resultados de los debates de este taller
se publicaron en el libro El taller del maestro ignorante [37].
Algunos pasajes de este
libro pueden servirnos para acercarnos a las concepciones del MTD sobre estas
cuestiones.
Existe una tradición en la que los textos que se publican son tomados como
verdades, lo que muchas veces no nos permite difundir y compartir lo que
estamos pensando y trabajando. Por eso vale aclarar que esta publicación, estas
ideas, no son conclusiones acabadas ni son teorías de "educación"
prontas a ser aplicadas. Son puentes. El ánimo de este cuaderno, entonces, es
el de generar un tránsito de ideas y compartir una serie de problemas que
durante un tiempo determinado nos constituyeron como Taller del
Maestro-Ignorante[38].
En el taller hablamos de
desmoralizar la noción de ignorancia. No se trata de disimular un saber
que se tiene ante quien suponemos que no lo tiene, porque la ignorancia
es lo que nos incumbe a todos en un vínculo no utilitario. En las condiciones
actuales es una ficción suponer que alguien tiene saberes válidos sin hacer la
experiencia de esa validez. Lo que nos vuelve ignorantes, en un sentido
activo, es la emergencia de un "no saber" de la situación de
aprendizaje misma, del vínculo entre nosotros: una relación que, precisamente,
ignora lo que debe ser y así se convierte en un acto de libertad. Ignorar
es desclasificar a los otros y a nosotros mismos. Implica una apertura a lo que
puede ocurrir, un no saber sobre lo que va a pasar en el encuentro.
la hipótesis de la igualdad de las inteligencias suele descartarse cuando
se habla de los pobres. Ser pobre es un límite, una carencia radical y, por lo
tanto, el contexto social y económico aparece fundamentando la división entre
los que saben y los que no podrán saber debido a las condiciones de necesidad.
Así, surge el siguiente diagnóstico: hasta que el Estado no resuelva todas las
desigualdades sociales, no se puede hacer nada. Es decir, hasta que el Estado
no iguale, la condena del desigual es efectiva. Paciencia. […] también se habló
de la condena que se hace de los niños mal alimentados: se dice que desde
chicos ya están anulados para aprender y, a la vez, es notoria la resistencia
de los pibes a tal condena. Algo de eso ocurre en el taller de la murga, donde
se parte del deseo. La cuestión es que ese deseo tiene que encontrar
condiciones para desplegarse[39].
En la última cita se
mencionó el taller de murga. En efecto, tanto este espacio como el taller de
apoyo escolar fueron llevados adelante por jóvenes del Movimiento para
estimular la participación de los niños –que eran llamados compañeritos-
en la organización. Así trataban de superar la concepción de que los talleres a
los que concurrían los chicos eran un “servicio” del MTD al barrio, para
intentar que los compañeritos se apropiaran del espacio, lo (re)
construyesen, (re) significasen y produjesen. Estos ámbitos funcionaban con la
misma dinámica que el resto de las instancias de la organización. Con prácticas
horizontales, estimulando la participación directa y la autogestión.
En una de nuestras
jornadas de trabajo de campo presenciamos uno de los talleres de formación del
Movimiento. En las paredes de la habitación donde se realizaba este taller
–dentro de una casa comunitaria que tenía el MTD en el barrio San Martín-
vimos, entre otros símbolos, una leyenda pintada
debajo de un dibujo de Darío y Maxi, secundados por manifestantes con
banderas, en una situación de corte de ruta. Allí se leía una frase que llevaba
la firma de Paulo Freire: “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los
hombres se liberan en comunión”[40].
Los talleres productivos
Los talleres
productivos eran uno de los espacios más importantes dentro del proyecto del
MTD de Solano. No sólo por su profundo contenido político y subjetivo, sino
también porque desde allí se instituyeron formas productivas que mostraron
posibilidades alternativas a la lógica capitalista de la ganancia y la
explotación.
Entre los talleres que
funcionaban en el Movimiento en 2004 destacamos: panadería, trabajo en cuero, herrería, albañilería, granjas y huertas
comunitarias, entre otros. En cada uno de ellos se ponía en juego el general
intellect -la inteligencia colectiva de la que
hablaba Marx- y la afectividad comunitaria. Además, estos eran espacios
autogestionados, en donde el proceso de trabajo era autoorganizado por los
propios productores, tendiendo a derribar las jerarquías y divisiones propias
del proceso de trabajo capitalista. Aparecían entonces las posibilidades de
autoafirmación a partir de la autovaloración del trabajo[41].
Por otra parte, los talleres
productivos constituían instancias de encuentro intergeneracional. En efecto, a
diferencia de los otros ámbitos analizados en este artículo, los talleres
productivos no eran exclusivamente protagonizados por los jóvenes, y en algunos
casos los jóvenes eran una minoría. Sin embargo, la impronta alternativa e
innovadora estaba dada muchas veces por el componente juvenil.
Ampliando, cuando nos
referimos a estos talleres como espacios de encuentro intergeneracional
pensamos en dos dimensiones. Por un lado, muchos saberes productivos
–vinculados a técnicas de trabajo y conocimientos específicos de la práctica
laboral- eran aportados por los miembros de más edad de la organización (entre
los 40 y los 50 años, aunque había algunas personas que superaban esa edad).
Aquellos que habían transitado por el mundo del trabajo –más o menos formal,
más o menos fabril- y habían aprendido técnicas profesionales de las que los
más jóvenes carecían. Esto era especialmente notorio en talleres como el de
herrería o el de albañilería.
Por otro, los más jóvenes
carecían de esos conocimientos y técnicas, pero estaban embarcados en la
búsqueda de nuevos modos de organizar el trabajo y la producción. La
experiencia de los adultos se convertía en este punto en un elemento ambiguo.
Por una parte, ellos brindaban las técnicas de trabajo necesarias para poner en
marcha el proceso productivo. Por la otra, las formas de organizar el proceso
de trabajo –por ejemplo, los tiempos, el ritmo- y las relaciones laborales que
encarnaban eran las que habían aprendido y estaban relacionadas por los modos
dominantes, la reproducción de jerarquías y la explotación. Esto no era lo que
el MTD intentaba generar en estos espacios.
De esta manera, mientras los
adultos aportaban muchos conocimientos y técnicas de trabajo, los más jóvenes
confrontaban los modos de organización del proceso de trabajo que aquellos
habían aprendido y buscaban instituir otra lógica productiva, basada en la
cooperación, la afectividad y la producción de lo común.
Desde ya que este encuentro
generacional no estuvo exento de conflictos y contradicciones. Muchas de las
discusiones en los talleres se produjeron por las diferencias que mencionamos
antes. Además, la disolución –en muchos casos temporal- de algunos talleres en
ciertos barrios también estuvo vinculada –además de con dificultades económicas
relacionadas con la compra de insumos o maquinarias- con los conflictos
políticos y subjetivos planteados en esta confluencia intergeneracional.
Los grupos de reflexión
El último de los
espacios de participación juvenil que comentaremos es el de los grupos de
reflexión que funcionaban en tres de los seis barrios del Movimiento. Estos grupos eran instancias de encuentro promovidas
desde las áreas de Salud que funcionaban en cada barrio y en las cuales los
miembros de la organización se convocaban para hablar de los problemas
cotidianos, tanto individuales como colectivos.
Allí se expresaba la ya
comentada politización de la vida cotidiana, de los afectos, de las emociones,
y también los conflictos subjetivos que son vivenciados con y desde el cuerpo.
Francisco Ferrara fue uno de los coordinadores de estos grupos y los describe
como “un ejercicio de diálogo grupal en donde las subjetividades encuentran una
vía de reconfiguración que permite discutir y superar los conflictos cotidianos
en y con los otros.”[42].
Esos otros son, en estos grupos, no una otredad adversa o lejana, sino los
compañeros del Movimiento con los cuales se comparten momentos sustanciales de
vida y se construye la comunidad.
Según Ferrara, en los grupos
de reflexión no se discutían las “grandes cuestiones políticas del movimiento”
ni “los principios ideológicos rectores”, sino el mundo de la vida cotidiana
que experimentan las mujeres y los varones del MTD, su mundo afectivo, y
también sus miedos y angustias[43].
De acuerdo con varios testimonios, la mayoría de los participantes en estos
grupos eran jóvenes y mujeres[44],
aunque en algunos barrios la participación masculina era bastante similar a la
femenina.
Uno de nuestras
entrevistadas, de 24 años, nos contaba de esta manera su participación en estos
grupos y lo que eso significaba para ella y para el Movimiento:
cuando yo llegué enseguida empecé a participar del grupo de reflexión,
me integré, y encontré una contención que muchos compañeros no tenían [...] Si el movimiento no tuviera el grupo de reflexión sería
más cerrado el movimiento, no sería tan abierto, el movimiento no sería un
movimiento social. Si querés un movimiento social
tiene que tener algo así para que verdaderamente sea social. No podemos ser
buena familia o buenos vecinos si no nos conocemos nadie. Entonces en un
verdadero movimiento social tiene que estar uno para el otro y todos para éste,
luchar todos para el mismo lado a pesar que alguno tenga otra idea. Me parece a
mí que socialmente si nosotros no tenemos esto vamos perdiendo algo, la
comunicación es lo primordial en el hombre, hablar, conocernos y entendernos,
sin hablar no vamos a poder hacer nada. Generalmente por eso el capital puede
dominar al mundo... [...] El grupo de reflexión sirve para aprender a cómo
estar juntos mejor, convivir, si bien no convivimos todo el tiempo, pero cuando
estamos juntos y a veces nos extrañamos cuando uno viene uno, uno dice uy! no
vino fulano!, qué le habrá pasado porque hay esa parte de cariño, le está
faltando el compañero -aunque nunca diga nada- y viene y está en un rinconcito,
aunque no diga nada usted sabe que está, usted sabe que le tiene aprecio y lo
quiere a él, sabe que está ahí. Eso es parte del amor[45].
Así, vemos la manera en la
que estos grupos formaban parte central del proyecto político del MTD, que
buscaba crear relaciones sociales alternativas que permitiesen alterar el
estado de cosas dominante. Estas otras formas de vínculo social se fortalecían
con la promoción de espacios como los grupos de reflexión en donde se
problematizaba lo cotidiano, los vínculos afectivos y comunitarios, en donde la
organización adquiría –como dijo un entrevistado- la dinámica de una gran
familia.
Lo dicho se sostiene también
con lo que otro de nuestros entrevistados nos contó acerca de su experiencia en
los grupos:
hace 8 meses o
9 que participo del grupo de
reflexión [...] A veces es difícil conocer a las personas, es difícil conocerse
uno mismo, y el grupo te ayuda a eso. Ser parte del grupo es como si yo te
comprendiera, te conociera y te aceptara, es como integrarte a este movimiento
[...] A veces el relato de tus propios compañeras o compañeros hace que tengas
una reflexión más amplia. Mayormente de lo que se habla son problemas
familiares, hijos con padres, peleas entre matrimonios. A mí me conmueven estas
reuniones, me conmueve ver que todos nos reunimos, esa reunión es buena, eh? Esa sí que es buena, sacamos lo que nos está ahogando
porque a veces sos una consecuencia de lo que te rodea, y a veces lo que te
rodea es bastante malo. La injusticia hace que te duelan muchas cosas, vos fijate que acá siempre hay un plato de comida, el que se
sienta a la mesa lo tiene y lo comparte, y a lo mejor en tu casa no lo tenés. Estás esperando el momento de hablar con tus
compañeros. Uno ya no es uno, sino dos es uno, yo tengo un problema y lo
comparto con el otro. La amistad se va agrandando. Es como si fueras parte de
un equipo muy grande[46].
Los grupos de reflexión,
resumiendo, eran espacios en donde se fortalecía la organización del
Movimiento, en donde se potenciaban los lazos comunitarios y las relaciones de
afecto y cooperación. El compartir los problemas y buscar entre todos una
posible solución hacía que los participantes de estas instancias se sintieran
parte de la organización y experimentaran formas de vínculos distintas a las
que dominaban fuera del MTD. Las y los jóvenes que sostuvieron estos grupos
encontraron en ellos uno de los ámbitos desde los cuales devenir sujetos
sociales y políticos capaces de desplegar su potencia en el colectivo.
Comentarios finales
En este artículo
analizamos algunos de los principales rasgos que caracterizaron el protagonismo
juvenil en una organización social territorial, el MTD de Solano, que
consideramos una expresión de configuraciones epocales
más generales. De esta manera, intentamos explorar las prácticas políticas, sus
significados y sus sentidos para las y los jóvenes organizados del sur del Conurbano
bonaerense a partir de la metodología de la Historia Oral.
A partir de los
análisis realizados, podemos concebir los procesos de configuración de
generaciones políticas como un entrelazamiento de acontecimientos y situaciones
que instituyeron modos productivos, políticos y subjetivos alternativos y
alterativos respecto de las formas dadas en la época.
La construcción de territorios
y la conformación de organizaciones a partir de ellos, la institución de la
acción directa, la creación de espacios comunitarios y el esbozo de formas
políticas ligadas a la participación directa y la lógica político-social fueron
algunas de las características de la generación de jóvenes que en los noventa
constituyó los Movimientos de Trabajadores Desocupados. Esta experiencia se
transformó en acontecimiento instituyente de una generación y prefigurador de organizaciones posteriores.
La reactualización de
las redes territoriales y comunitarias, la recreación de la acción directa, la
consolidación de formas políticas tendientes a la horizontalidad, la
participación directa y la política con el cuerpo, la búsqueda de la autonomía,
la innovación de formas productivas alternativas, y la valorización de los
vínculos cotidianos, afectivos y personales como constitutivos de la política a
la que se aspira –lo que otorga importancia a los espacios de formación y
reflexión acerca de la práctica-, fueron algunos de los rasgos que
identificaron a la generación de jóvenes militantes territoriales de los
noventa, expresados en los MTDs. Ellos caminaron
entre el desencanto respecto de las formas políticas clásicas que habían
mostrado su agotamiento y limitaciones y las intuiciones que los llevaron a
instituir otras formas políticas alternativas. En este recorrido también
profundizaron las disputas en torno a lo público y lo común, y consolidaron lo
que podemos denominar –siguiendo a autores como Virno[47]
- espacios públicos no estatales, comunitarios, societales.
De esta manera, el
protagonismo social y la producción subjetiva de los y las jóvenes
constituyeron también una estética particular que fue, a la vez, juvenil y
alternativa. Al cruzar estas producciones estéticas con las dimensiones
política y subjetiva se construyó una expresión estética juvenil contracultural
y alternativa que pudo, además, devenir en una ética joven en conflicto y en
fuga respecto a las tendencias hacia la dominación, la sujeción o captura de
las subjetividades y la mercantilización de la vida[48].
Esta dimensión ética
asociada a lo disruptivo, y también a lo comunitario, lo común, lo cooperante,
y forjada sobre la base de afectos y valores compartidos cobró creciente
importancia en los procesos de constitución generacional de los jóvenes
comprometidos con resignificar –desde la práctica cotidiana situada- la
política en su tiempo.
En nuestro análisis vimos
cómo los jóvenes expresan la potencia y la capacidad productiva y organizativa
del territorio. Esta potencia y capacidad de politización del espacio y de
constitución de organizaciones sociales territoriales se produce tanto en las
disputas con las generaciones anteriores (el mundo adulto), como en los
mecanismos de creación de alternativas disruptivas e innovadoras en el aquí y
el ahora del MTD.
Desde nuestro punto de vista
la novedad de las prácticas juveniles debe asumir más la forma de un
interrogante que de una afirmación. Cobra importancia, entonces, la
identificación de matices, mixturas y superposiciones entre lo persistente y lo
emergente, para identificar actualizaciones y reconfiguraciones. Esta dinámica
constituye la trama de las experiencias juveniles que estudiamos y configura
una dimensión instituyente que se articula con formas políticas instituidas[49].
Así se produce nuestra apuesta por asumir la existencia de una disputa
generacional por el significado de la participación política y la organización
social[50].
Por último, la Historia Oral
se mostró como una teoría y una metodología fructífera (como una opción
intelectual, científica y política productiva) para poder acercarnos, recuperar
y producir las experiencias de organización social territorial
generacionalmente configuradas en los años noventa y visibilizar sus
complejidades, conflictos, potencias y capacidades.
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resistencias territoriales: la experiencia del Movimiento de Trabajadores
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Entrevistas
citadas (fuentes orales producidas):
En
algunos casos se mantiene el anonimato de los entrevistados por una decisión exclusiva
del autor de este artículo. Las entrevistas fueron realizadas por el autor en
el marco del Programa de Historia Oral de la FFyL-UBA
y de otras investigaciones.
·
1 Entrevista a Francisco
Ferrara, realizada en junio de 2006 por Pablo Vommaro
y Fernando Raimondo.
·
2 Entrevistas a Je. (varón,
miembro del MTD de Solano, Barrio San Martín), realizadas en diciembre de 2002
y noviembre de 2004 por Pablo Vommaro.
·
1 Entrevista a B. (mujer,
miembro del MTD de Solano en el Barrio San Martín), realizada en septiembre de
2003 por Pablo Vommaro.
FECHA DE RECEPCIÓN: 18/04/2020
FECHA DE ACEPTACIÓN: 16/06/2020
[1] El MTD de Solano surge formalmente en 1997
y se diluye, luego de sucesivas fragmentaciones, entre 2005 y 2006.
[2] VOMMARO, Pablo Política, territorio y comunidad: las organizaciones sociales urbanas
en la zona sur del Gran Buenos Aires (1970-2000). (Tesis de doctorado).
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Mimeo,
Buenos Aires, 2010.
[3] NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó:
punto de vista, clase y género en dos relatos de mujeres”, en Taller N° 23,
marzo de 2006.
[4]
RICOEUR, Paul Soi-même
comme un autre. Éditions du Seuil, París, 1990. RICOEUR, Paul Historia
y narratividad. Paidós, Barcelona, 1999.
[5] ARFUCH, Leonor La Entrevista, una relación dialógica. Paidós - Colección Papeles
de Comunicación Nº 8, Buenos Aires, 1995.
[6] ARFUCH, Leonor La interioridad pública. La entrevista como género. FSoc-UBA, Buenos Aires, 1992, pp. 8 y 73.
[7]ARFUCH, Leonor La interioridad…, cit., p. 70.
[8] BERTAUX, Daniel Los relatos de vida. Perspectivas etnosociológicas.
Ed. Bellaterra, Barcelona, 2005.
[9] NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit.
[10] BERTAUX, Daniel Los relatos…, cit.
[11] ARFUCH, Leonor La Entrevista…, cit., p.19
[12] BAJTIN, Mijail La cultura popular en la Edad Media y el
Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Alianza, Buenos Aires,
1994.
[13] Ver JOUTARD, Philippe Esas voces que nos llegan del pasado. México, FCE, 1986. PORTELLI,
Alessandro The Battle of Valle Giulia. Oral
History and the Art of Dialogue. Madison: The
University of Wisconsin Press, 1997. PORTELLI, Alessandro “¡Absalón, Absalón!: La
historia oral y la literatura”. Taller.
Revista de Cultura, Sociedad y Política. Vol. 5. No. 13. Buenos Aires,
Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, julio, 2000. BERTAUX, Daniel Los relatos…, cit. NECOECHEA, Gerardo y Pozzi, Pablo
Cuéntame
cómo fue. Introducción a la Historia oral. Imago Mundi, Buenos Aires, 2008.
[14] GEERTZ, Clifford El antropólogo como autor. Paidos,
México, 1989.
[15] FRASER, Ronald Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil
española. Crítica, Barcelona, 1979.
[16] THOMPSON, Edward La formación de la clase obrera en Inglaterra. Crítica, Barcelona,
1989. 2 tomos. THOMPSON, Edward Costumbres en común. Barcelona, Crítica,
1995.
[17] GINZBURG, Carlo. El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI.
Península, Barcelona, 2001.
[18] En la revisión de los trabajos más
antiguos del autor que se citan en este artículo se identifica una relativa
ausencia de la problematización de género producto de la época en la que fueron
escritos, en la que esta dimensión ocupaba lugares menos centrales que en años
posteriores.
[19] VOMMARO, Pablo “Territorios y
resistencias: configuraciones generacionales y procesos de politización en
Argentina”, en Iztapalapa Revista de
Ciencias Sociales y Humanidades. Nº 82, Año
38. enero-junio de 2017. Pp. 101-133.
[20] VOMMARO, Pablo y DAZA, Arley “Jóvenes en territorio. Política y
espacialidad colectiva en barrios del sur del Gran Buenos Aires entre los años
ochenta y la actualidad”, en Melina Vázquez, Pablo Vommaro,
Pedro Núñez y Rafael Blanco (comps). Militancias
juveniles en la Argentina democrática. Trayectorias, espacios y figuras de
activismo. Imago Mundi, Buenos Aires, 2017. Pp.
105-132.
[21] VOMMARO, Pablo Juventudes y políticas en la Argentina y en América
Latina. Tendencias, conflictos y desafíos. Grupo Editor Universitario,
Buenos Aires, 2015.
[22] VOMMARO,
Pablo. “Territorios y resistencias…, cit.
[23] Para ampliar acerca de las implicancias
del trabajo con fuentes orales en este punto ver, por ejemplo: NECOECHEA, Gerardo y Pozzi,
Pablo Cuéntame cómo fue…, cit. NECOECHEA, Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit.
Este último trabaja acerca de
la noción de punto de vista como útil para el análisis de los testimonios a
partir de la Historia Oral.
[24] ADLESON, Lief,
CAMARENA, Mario e IPARRAGUIRRE, Hilda. “Historia social y testimonios orales”,
en Necoechea, G. y Pozzi, P. Cuéntame cómo fue…,
cit., p. 47.
[25] NECOECHEA,
Gerardo “Mi mamá me platicó…, cit.
[26] POZZI, Pablo. La oposición obrera a la dictadura (1976-1982). Buenos Aires, Imago
Mundi, 2008. p.5.
[27] VOMMARO, Pablo “Políticas y resistencias
territoriales: la experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de San
Francisco Solano en la Argentina (1997-2004)”, en Revista Historia Regional, XXXI, N° 38,
junio de 2018.
[28] VOMMARO, Pablo “Territorios y resistencias…, cit.
VOMMARO, Pablo y DAZA, Arley “Jóvenes en territorio…, cit.
[29] Para 1990, mientras la tasa desempleo era
del 27% para los jóvenes de clase baja de entre 14 y 19 años y del 12% para los
que tenían entre 20 y 24 años en el Área Metropolitana de Buenos Aires, para
los jóvenes de sectores medios los porcentajes eran del 13,6% y del 8,2%
respectivamente (LESSER, Ricardo Los
nuevos trabajadores. CEAL, Buenos Aires, 1991.). En 2001 un 47,6% de los
jóvenes entre 20 y 24 años estaba desocupado o subempleado y un 32,5%
directamente desocupado (SALVIA, Agustín y TUÑÓN, Ianina
Los jóvenes trabajadores frente a la
educación, el desempleo y el deterioro social en la Argentina. Fundación F.
Ebert, Buenos Aires, 2003).
[30] SIDICARO, Ricardo y TENTI FANFANI, Emilio La Argentina de los jóvenes. Unicef
Losada, Buenos Aires, 1998.
[31] DUSCHATZKY, Silvia y COREA, Cristina Chicos
en banda: los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones.
Buenos Aires, Paidós, 2002.
[32] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.
[33] Como nota de actualización, mencionamos la
escasa problematización de género en algunos testimonios y documentos. Si bien
el MTD de Solano tenía espacios específicos para abordar las cuestiones de
género, su falta de transversalización y la ausencia de esta dimensión en otras
instancias se debe a una marca epocal ya que en esos
años este tema no ocupaba un lugar de tanta centralidad y visibilidad en la
agenda pública y en la agenda de la mayoría de este tipo de organizaciones como
ocurrió luego de 2009-2010.
[34] Je. Entrevistas realizadas en diciembre de
2002 y noviembre de 2004 en el Barrio San Martín, Quilmes. Varón, miembro del
MTD de Solano, Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.
[35] Si bien no existió ninguna restricción
etaria para participar de este taller, así como de otros, según los testimonios
recogidos sus integrantes fueron casi todos menores de 30 años.
[36] RANCIÈRE, Jacques El
Maestro Ignorante. Editorial Alertes, Barcelona, 2002.
[37] MTD DE SOLANO
y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del maestro ignorante. Tinta Limón, Buenos Aires, 2005.
[38] MTD DE SOLANO y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del maestro…,
cit.
[39] MTD DE SOLANO
y COLECTIVO SITUACIONES. El taller del…, cit.
[40] En las Comunidades Eclesiales de Base que
impulsaron las tomas y los asentamientos de 1981 en Solano también apareció
Freire como lectura de referencia.
[41] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.
[42] Francisco Ferrara, entrevista realizada en
junio de 2006 en Almagro, Ciudad de Buenos Aires. Entrevistadores: Pablo Vommaro y Fernando Raimondo.
[43] Francisco Ferrara, entrevista realizada en
junio de 2006 en Almagro, Ciudad de Buenos Aires. Entrevistadores: Pablo Vommaro y Fernando Raimondo.
[44] Para profundizar acerca de las relaciones
de género en los movimientos sociales, consultar:
DI MARCO, Graciela
“Relaciones de género en los movimientos sociales”, en Revista La Aljaba,
Universidades de Luján, La Pampa y Comahue, 2004.
DI MARCO, Graciela “Igualdad
de género y movimientos sociales en Argentina”, en Maier, E. y Lebon, N. (comp.). De lo
privado a lo público: 30 años de lucha ciudadana de las mujeres en América
Latina. Rutgers University Press,
2008.
Si obstante, el alto protagonismo femenino en este Movimiento,
la escasa problematización de género en algunos testimonios y documentos se
debe a una marca epocal ya que en esos años este tema
no ocupaba un lugar de tanta centralidad y visibilidad en la agenda pública y
en la práctica de la mayoría de este tipo de organizaciones.
[45] B. Entrevista realizada en septiembre de
2003 en el Barrio San Martín, Quilmes. Mujer, miembro del MTD de Solano en el
Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.
[46] Je. Entrevistas realizadas en diciembre de
2002 y noviembre de 2004 en el Barrio San Martín, Quilmes. Varón, miembro del
MTD de Solano, Barrio San Martín. Entrevistador: Pablo Vommaro.
[47] VIRNO, Paolo Gramática de la multitud. Traducción de Eduardo Sadier,
Buenos Aires, 2002. (mimeo).
[48] VOMMARO, Pablo Política, territorio…, cit.
[49] Podemos recuperar aquí las nociones de lo
arcaico, lo residual y lo emergente que plantea Williams (1980) y pensar que el
proceso de constitución generacional se despliega en una dinámica compleja y
contradictoria entre estas tres dimensiones de la realidad social.
[50] CHAVES, Mariana Investigaciones
sobre juventudes en Argentina: estado del arte en ciencias sociales. Con la
colaboración de María Graciela Rodríguez y Eleonor Faur.
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por Eleonor Faur. P.p. 1-92. Buenos Aires,
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