Los veteranos de Malvinas frente a las políticas de la memoria. Aproximaciones desde el caso quilmeño
Malvinas veterans facing the politics of memory. Approaches from the quilmeño case
Rubén Accinelli
rubenaccinelli@yahoo.com.ar
Resumen
En el artículo se
aborda el problema de la identidad como veteranos de guerra frente a las
políticas públicas vinculadas a Malvinas que se desarrollaron en democracia. A
través de la observación de la situación de los veteranos en general y de
entrevistas a miembros del Centro de Veteranos de la Guerra de Malvinas de
Quilmes (Provincia de Buenos Aires), se plantea un cruce entre una perspectiva
desde el ámbito local y el denominado campo de la Historia Reciente. Para ello,
se realiza una descripción general de la situación de los excombatientes tras
el retorno democrático enfatizando en sus luchas colectivas por la organización
y el reconocimiento del estado y la sociedad. Se analizan los testimonios
orales desde la relación entre Malvinas y dictadura, tensionando el concepto de
“victimización” y de “veterano” propiamente dicho, señalando el carácter
relacional y situado de identidades en permanente transformación.
Palabras claves: Malvinas, Veteranos, Identidad, Historia reciente, Historia local.
Abstract
The article addresses the problem of identity as war veterans in the
face of Falkland-linked public policies that developed in democracy. Through
the observation of the situation of veterans in general and interviews with
members of the Veterans Center of the Malvinas War of Quilmes (Province of
Buenos Aires), a cross arises between a perspective from the local level and
the so-called field of Recent History. To this end, an overview of the
situation of ex-combatants after democratic return is made emphasizing in their
collective struggles for organization and recognition of the state and society.
Oral testimonies are analyzed from the relationship between Falklands and
dictatorship, tensioning the concept of "victimization" and
"veteran" itself, pointing to the relational and situated character
of identities in constant transformation.
Keywords: Falklands, Veterans, Identity, Recent History, Local
History
Introducción
El presente
trabajo aborda las características identitarias de los veteranos de la Guerra
de Malvinas a partir de una mirada en clave local. Partiendo de una descripción
de las políticas públicas en relación a la última dictadura cívico-militar y al
conflicto bélico en particular, se analizan los testimonios de dirigentes del
Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Quilmes (CVGQ) en busca de líneas
de investigación a profundizar. La pregunta apunta a reconocer los elementos
históricos y políticos que constituyen la identidad de los veteranos de la
guerra de 1982, proponiendo como hipótesis la existencia de diferencias y
matices dentro del grupo elegido como objeto de estudio. Para ello, se
realizaron entrevistas semiestructuradas a miembros activos del CVGQ, mayormente
en su misma locación. En ellas, se pretende observar la relación entre Malvinas
y dictadura poniendo en tensión el concepto de víctima que se impuso dentro de
diversos momentos históricos e incorporando las subjetividades dentro de los
procesos de la historia reciente. En consonancia con la relativización de la
categoría de víctima, el problema de la voluntariedad, la solidaridad y el
sacrificio emerge en los testimonios como uno de los elementos que configuran
las identidades de los veteranos. Identidades en plural y con diversos momentos
de tránsito y definición que se reconocen frente a otras: en sentido práctico, la
particular elaboración del problema de la victimización y ciertas
características de la localidad, otorgaron al centro quilmeño un carácter mixto
por cuanto en su composición se integran soldados, suboficiales, oficiales y
civiles. Desde la perspectiva testimonial, todos ellos comparten dos elementos
que los definen como veteranos: la participación en acciones bélicas dentro del
teatro de operaciones y la lucha por el reconocimiento de su condición de
veteranos frente a las diversas administraciones nacionales, provinciales y
municipales. Estas cuestiones los distinguen, desde su perspectiva, de aquellas
organizaciones de soldados movilizados que reclaman ser admitidos dentro del
padrón de veteranos de guerra, incorporando de este modo los beneficios
económicos y sociales obtenidos luego de largos años de lucha.
La
historia reciente en clave local y el rol del testimonio como portador de una
subjetividad significante
Encarar un
problema de la historia reciente implica reconocer una serie de tópicos. Una
primera cuestión refiere a una porción del pasado que permanece abierto,
inconcluso, operando aun sobre nuestro presente[1]. A
diferencia de otras periodizaciones, cierta indefinición de los aspectos cronológicos
parece ser una de las objeciones en la delimitación del objeto de estudio, que
en sus términos mismos adquiere las cualidades de un objeto móvil, por cuanto
aquello que se considera reciente en un determinado momento, dejará de serlo
con el paso del tiempo. ¿Qué procesos históricos constituyen la historia
reciente?
Cualquier
respuesta implica un posicionamiento político que simultáneamente cuestiona
definiciones profesionalizantes tendientes a deslindar contactos entre una
disciplina pretendidamente objetiva y la realidad social. Quizás no
casualmente, desde los primeros años posdictadura, se
ha intentado establecer una profesionalización de la disciplina con metodologías
que divorciaban el campo historiográfico de esfera ético-política[2].
El problema
de las fuentes otorga una dimensión particular al abordaje de la historia
reciente. La carencia o la imposibilidad de acceder a fuentes escritas, le
otorgó al testimonio oral un lugar privilegiado, pero no exento de objeciones. Frente
a las propuestas antitéticas acerca de las potencialidades del testimonio oral,
se ha elaborado una alerta sobre la sobrelegitimación
del testimonio como portador de la verdad,
señalando que, como toda fuente, debe ser sometida a la crítica[3]. En
relación a la última dictadura cívico-militar, los testimonios orales adquieren
relevancia en un contexto en que los medios se encontraban censurados e
impedidos de tratar temas relativos a huelgas o actos de subversión[4]. En el
caso de los veteranos de la guerra de Malvinas, la ausencia en los medios formó
parte de la censura que sobre el tema impuso el gobierno saliente, potenciado
por cierto pacto de silencio que se impuso en los inicios del gobierno de
Alfonsín (la denominada desmalvinización)
con el objetivo de despolitizar a las Fuerzas Armadas e impedir su retorno al
poder.
El silencio y/o
la falta de interés por ciertos aspectos de la historia reciente, en ocasiones
se encuentran cuestionados por la sociedad, que en determinados momentos
demanda conocer acontecimientos traumáticos del pasado[5]. En este
sentido, la demanda social empuja a historiadores y otros científicos sociales a
ensayar respuestas sobre el pasado cercano; en otras palabras, la historia
reciente se impuso como campo de investigación, impulsada por procesos sociales
vivos[6].
Por otra
parte, el recurso al testimonio oral habilitó un debate acerca de las
relaciones posibles entre historia y memoria. Tempranamente, Elizabeth Jelin advirtió una oposición entre un positivismo extremo que
reclamaba la existencia de pruebas materiales y rechazaba la subjetividad de
los actores (es decir, la memoria), y una posición subjetivista que identificaba
la narrativa de la memoria con la verdad histórica[7]. La
necesidad de cotejar las fuentes orales con otro tipo de fuentes no debe dejar
de advertir que las primeras son creadas por el investigador, particularidad
que introduce un desafío metodológico, ético y político.
Los
testimonios orales introducen una subjetividad que refiere al significado de un
acontecimiento antes que al acontecimiento mismo, es
decir, que no necesariamente el recuerdo de lo vivido es un reflejo fiel de lo
materialmente acontecido[8].
Alessandro Portelli introdujo el problema de la construcción de significados,
señalando que la memoria colectiva puede incluir relatos errados, invenciones,
desplazamientos[9].
En relación
a estos desafíos, Robert Grele advierte sobre
trabajos que oscilan entre un “populismo entusiasta” donde el historiador
desaparece para dar voz al pueblo, y una concepción tradicional donde el historiador
interpreta las interpretaciones de los entrevistados[10]. El
autor entonces propone contextualizar los testimonios dentro de un conjunto de
fuerzas sociales más amplias, intentando apropiarse de la perspectiva del otro;
en el mismo sentido, Ortiz señala la importancia de interpelar las
individualidades desde una perspectiva social[11].
En nuestro
caso, creemos posible extrapolar algunas cuestiones que señala Pablo Pozzi
sobre la entrevista con militantes. Una de ellas menciona que los militantes
que ocuparon cargos dirigentes tienden a reproducir una historia oficial[12]. Así
mismo, Pozzi señala la necesidad de prevenirse en contra de un testimonio que
explica el pasado en función del presente, considerando que la narración del
entrevistado puede cambiar en función de la perspectiva (derrotado,
sobreviviente, etc.).
El trabajo
con testimonios orales implica también la posibilidad de complejizar la escala
de análisis[13].
En esta línea, Silvina Jensen plantea la posibilidad de pensar la historia
local como una estrategia metodológica que se distingue de la construcción de
un laboratorio donde comprobar hipótesis de escala nacional. Asimismo, señala
que la región no es natural ni un producto de la división política sino una
construcción humana donde se articula tiempo y espacio en un proceso de
territorialización de las relaciones histórico-sociales.
Los
veteranos de la Guerra de Malvinas frente a las políticas de la memoria
Entre los
temas de la transición democrática, las violaciones contra los derechos
humanos, la valoración de la democracia y la guerra de Malvinas, formaron parte
de la agenda del gobierno radical[14]. Las
denuncias sobre los desaparecidos como consecuencia de la represión clandestina
representaban el núcleo de los problemas que debía enfrentar el gobierno de Raúl
Alfonsín. Esas denuncias “fueron neutralizadas con relativo éxito por la
dictadura, la cual sólo tras la derrota argentina ante el Reino Unido en la
guerra de las Islas Malvinas, en Junio de 1982, perdió
consenso interno e internacional”[15]. El
final de la dictadura fue precipitado por la derrota: desde entonces se
hicieron públicas las voces que desnudaron al terrorismo de estado,
posibilitadas por el relajamiento en los controles sobre la prensa, las
denuncias de los organismos de Derechos Humanos y la presión del sindicalismo[16].
En ese
contexto, en una lectura que vinculaba el terrorismo de estado con la guerra,
un legislador peronista habló de dos genocidios: el del 24 de Marzo y el del 2 de Abril; allí se hizo pública una
interpretación que identificaba a los excombatientes con las víctimas de la
dictadura[17].
Reforzaba esta lectura el hecho de que muchos de los que participaron en la
guerra habían actuado en la represión ilegal, como era el caso del marino
Alfredo Astiz.
Tras la
salida electoral, el gobierno de Alfonsín llevó adelante un proceso de
enjuiciamiento contra los responsables políticos de la última dictadura militar
que fue modelo a nivel internacional; en el mismo gobierno, la causa de los
veteranos de Malvinas tuvo un tratamiento diferencial que llevó a los
protagonistas a hablar de un proceso de “desmalvinización”.
La propuesta establecía que los tribunales militares juzgaran, en primera
instancia, las violaciones, con posibilidad de apelar y bajo la presunción de
obediencia; por otra parte, solo las dos primeras juntas serían enjuiciadas[18]. De
esta forma, se deslindaban responsabilidades sobre la junta militar que llevó
adelante la guerra de Malvinas.
El conjunto
de medidas que finalmente llevó adelante el gobierno radical entre 1983 y 1985
(creación de la CONADEP y el juicio a las juntas militares) contra los
responsables de la dictadura, ha llevado a plantear el concepto de una
“democratización por colapso”, diferente a la difundida lectura de transición
hacia la democracia[19]. Mientras
tanto, la causa de Malvinas quedó a la espera de un reconocimiento,
especialmente para los exsoldados conscriptos, muchos de los cuales apelaron al
suicidio luego de tener enormes dificultades para reinsertarse en una sociedad mayormente
indiferente.
Frente a la
política de Derechos Humanos, los veteranos de guerra encontraron dificultades
para poner en la opinión pública un relato que apelaba al uniforme y a la retórica
militar[20]. El
contexto de la teoría de los dos demonios, que identificaba al aparato militar
como uno de los responsables de la violencia previa, resultaba contraproducente
para los excombatientes que, tomando progresiva distancia en relación al tópico
de la victimización, buscaban reivindicar desde el orgullo y el heroísmo su
participación en la guerra[21].
El informe
de la CONADEP y el juicio a las juntas militares relegaron a un evidente
segundo plano la causa del reconocimiento estatal de los veteranos de guerra.[22] De
acuerdo con Rosana Guber, la causa de los desaparecidos se convirtió en más
relevante que la causa de Malvinas[23]. En
primer lugar, porque la sociedad buscaba distanciarse de una guerra que tuvo
respaldo popular, intentando transformar la contienda bélica en una exclusiva
responsabilidad del gobierno militar. En segundo lugar, y a diferencia de los
incipientes centros de veteranos, los organismos de Derechos Humanos se
encontraban bien consolidados y con algunos años de trayectoria. Finalmente,
las víctimas del terrorismo de Estado aparecían diferenciadas de la dictadura
mientras que la guerra era considerada una empresa de los dictadores.
Según una
lectura de la época, una de las condiciones para garantizar el no retorno de
los militares al poder era “desmalvinizar”; una
metáfora para explicar que la sociedad debía desmilitarizarse tanto como
despolitizarse las Fuerzas Armadas[24]. Pero,
en ese sentido, ¿cómo mantener la causa de Malvinas sin impulsar a los sectores
castrenses? ¿Cómo separar Malvinas de la dictadura? Un ejemplo de aquella
problemática se observa en el reemplazo por parte de Alfonsín del día 2 de Abril (fecha impuesta por el gobierno militar) por el 10 de
Junio como recordatorio de la soberanía sobre las islas [25].
El objetivo
de Alfonsín era limitar en el tiempo y en la cantidad, el avance judicial sobre
los militares responsables de la represión ilegal[26]. De
este modo, en diciembre de 1986 se envió al Congreso el proyecto de ley de
Punto Final que establecía sesenta días para iniciar causas contra militares por
razones de represión. En ese contexto, los oficiales medios esperaban una gran
cantidad de denuncias en su contra, llegando en Semana Santa de 1987 a un
levantamiento “carapintada”, encabezado, entre otros militares, por el Coronel Aldo Rico. La intervención del presidente, frente a
una multitud movilizada y convencida de que la democracia estaba en juego,
recordó que los líderes carapintadas eran héroes de
Malvinas; según Lorenz fue una desgraciada remilitarización de la memoria para
atenuar la imagen de los amotinados[27]. Una utilización
política de la guerra para intervenir en un conflicto que tenía su origen en
violaciones a los derechos humanos.
En 1988, la
junta militar integrada por el General Galtieri, el Almirante Anaya y el
Brigadier Lami Dozo sería
condenada a diversas penas de prisión como responsables de la conducción en la
guerra de Malvinas, tras un juicio que tuvo como fundamento el informe Rattenbach de Diciembre de 1982.[28] Allí
los militares se juzgaron internamente, excluyendo de los testimonios a los
exsoldados conscriptos; posteriormente, los abogados apelaron y obtuvieron
condenas más livianas de un tribunal civil. Los militares acusados fueron
condenados por la conducción en Malvinas pero no por
la represión ilegal[29]. En
relación a los veteranos, ese mismo año el decreto n°509/88 reglamentó la ley
n°23.109 de Beneficios sociales a los excombatientes, considerando veterano de
guerra a los soldados conscriptos que desde el 2 de Abril
al 14 de Junio participaron en acciones bélicas en el Atlántico Sur. La
reglamentación solo alcanzaba a los exconscriptos,
excluyendo a los suboficiales y oficiales, representantes de una Fuerzas
Armadas cuestionadas y condenadas por violaciones a los derechos humanos[30].
Sacudido por
una crisis económica sin precedentes, y con una fuerte presión de sectores
militares disconformes, el presidente Raúl Alfonsín decidió tras perder las
elecciones entregar anticipadamente la magistratura al peronista Carlos Menem. La
política menemista de “reconciliar” y “pacificar” la sociedad incluyó una serie
de indultos que en Octubre de 1989 benefició a los
militares procesados por violaciones a los derechos humanos, a los responsables
por la conducción de la Guerra de Malvinas, a los recientemente sublevados
“carapintadas”, así como a civiles vinculados a acciones subversivas. Los
responsables de la primera junta militar fueron excluidos del indulto así como el líder de la agrupación guerrillera
Montoneros, Mario Firmenich. A pesar del indulto civil, los “carapintadas”
serían sancionados por las autoridades militares, generando una nueva tensión
que se resolvería tras un levantamiento duramente reprimido en Diciembre de 1990. A fines del mismo mes, una segunda tanda
de decretos extendió los indultos a las dos primeras juntas militares, entre
otros militares y civiles, incluidos el líder de los Montoneros. De esta forma,
el nuevo gobierno se aseguró la lealtad del Estado Mayor del Ejército.[31]
Dentro de la
misma lógica, en 1990, el gobierno nacional estableció una pensión vitalicia
que también beneficiaba a los civiles que estuvieron en el teatro de
operaciones durante el conflicto bélico[32]. Ampliando
los alcances de la legislación, en 1997 el mismo gobierno incrementó el monto
de la pensión y se amplió la categoría de veterano de guerra a los oficiales y suboficiales
dados de baja o retirados, siempre que no gozaran de otro beneficio previsional[33].
Sin embargo,
la incorporación de oficiales y suboficiales (sobre todo de la Armada) al reconocimiento
moral y económico pudo significar para los excombatientes una usurpación de su
identidad como veteranos[34]. Por
otra parte, acercaba a conscriptos y oficiales bajo una misma legislación,
debilitando la temprana exclusión de los oficiales de las primeras
organizaciones de veteranos de guerra, compuestas exclusivamente por
conscriptos que cuestionaban a la oficialidad por los malos tratos sufridos
durante la guerra. En esa primera etapa, la diferencia en profesionalización,
había reservado el concepto de excombatiente para los conscriptos, considerando
veteranos a los militares profesionales. De acuerdo con Chao, las
modificaciones legales impulsadas por el menemismo utilizaron el concepto de
“Veteranos de la guerra del Atlántico Sur” para desarticular el de “excombatiente”[35].
El gobierno
iniciado en 2003 realizó un cambio significativo en relación a las políticas de
derechos humanos: se derogaron las leyes de Punto Final y de Obediencia debida,
y desde allí se pudieron seguir las acciones necesarias para reanudar los
juicios contra los militares represores. En 2006 se estableció el 24 de marzo
como feriado nacional y se creó en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)
el “Espacio para la memoria y para la promoción y defensa de los derechos
humanos”; unos años más tarde, en 2014, allí se ubicaría el Museo Malvinas e
Islas del Atlántico Sur, un emplazamiento que vincula los crímenes de lesa
humanidad con la guerra de 1982.[36]
En el ámbito
material, durante el año 2005, el Presidente Néstor
Kirchner aumentó el monto de la pensión y la hizo compatible con otros
beneficios previsionales; es decir, incluyó a los militares retirados que
habían sido excluidos durante la gestión menemista, siempre que no pesaran
sobre ellos condenas por crímenes de lesa humanidad[37]. Esta
ampliación del reconocimiento moral y económico, generaría nuevas tensiones
alrededor de un grupo que reclamaría ser reconocido como veterano de guerra por
haber sido movilizados durante el conflicto y a pesar de no haber entrado en
combate con las fuerzas británicas. Nuevamente, las políticas del estado y de
la sociedad civil interpelaron la construcción identitaria de los veteranos de
guerra, quienes se opusieron terminantemente a la ampliación del padrón que
conformaban desde hacía más de dos décadas.[38]
El
problema del reconocimiento y la identidad en los veteranos de guerra.
Testimonios del Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes
El Centro de
Veteranos de Guerra de Quilmes (CVGQ) tiene como fecha de fundación el 16 de Octubre de 1992; el mismo es resultado de un largo proceso
de organización que comenzó hacia 1987 cuando los excombatientes lograron un
espacio de reunión dentro de las oficinas de Acción Social de la Municipalidad
de Quilmes[39].
En este ámbito, diversas gestiones políticas fueron colaborando de manera
intermitente con los veteranos: otorgando puestos de trabajo, cediendo espacios
institucionales, pagando el alquiler de locales e incluso donando terrenos en
el año 1997 donde se construyeron viviendas (Barrio Veteranos I, Barrio
Veteranos II). Tras la salida del edificio municipal, la primera ubicación del
CVGQ estuvo ubicada en la calle Entre Ríos N°78 (cercana a la estación del
ferrocarril) donde se desarrollaron las actividades desde 1994 hasta 2018.
Desde entonces, el Centro se encuentra ubicado en la calle Joaquín V. González
N°3657, una ubicación un tanto retirada del centro neurálgico del distrito,
pero donde obtuvieron la escritura de sus propios terrenos[40].
Por las
características de sus miembros, el CVGQ se define como un centro mixto: un
espacio compartido por soldados, civiles, suboficiales y oficiales. La
inclusión de esta diversidad se articula con una interpretación particular de
la conflictiva relación entre los soldados y la oficialidad. De acuerdo con su
presidente, la existencia de un barrio de suboficiales de la Armada en el
cercano Barrio de Ezpeleta explica también el carácter mixto del centro. En su
labor, los miembros del centro organizan comisiones diversas, generalmente vinculadas
al ámbito educativo: charlas en escuelas, taller de reparación de mobiliario
escolar. Algunos de sus miembros, por convenio con la Provincia de Buenos
Aires, cumplen tareas en el Consejo Escolar del distrito con diversas funciones
en establecimientos educativos.
Tras la
derrota en Malvinas, el gobierno de facto intentó ocultar a los soldados
conscriptos para evitar la difusión de su estado general, pero también para
impedir la difusión de sus relatos. Los prisioneros repatriados llegaron
prácticamente a escondidas y con la prohibición de realizar entrevistas
periodísticas[41].
Los soldados fueron amenazados con sanciones y represalias; el silencio se impuso
a oficiales y suboficiales[42]. La
imposición del silencio fue acompañada por una sociedad que tampoco quería
hablar de una guerra a la que había apoyado. La posguerra fue entonces para los
excombatientes una nueva batalla contra la apatía y el silencio de la sociedad
civil y política; fue la “batalla por la memoria en contra de la desmalvinización”[43].
Casi
simultáneamente, obtuvo gran difusión social una lectura que enfatizaba la
condición de los soldados conscriptos como adolescentes víctimas de sus
oficiales y, por extensión, de la dictadura militar incluso en mayor grado que
de los soldados británicos[44]. Ese
discurso enfatizaba el maltrato de los oficiales y suboficiales contra los
soldados conscriptos que fue determinante para que las primeras organizaciones
de veteranos estuvieran compuestas exclusivamente por ex conscriptos,
excluyendo a los militares de carrera.
En relación
a esta perspectiva, los testimonios de los excombatientes reniegan de esa
lectura proponiendo la recuperación de las acciones de coraje, resistencia,
solidaridad, incluso de respeto por el adversario, elaborando una valoración
positiva de la experiencia de la guerra. De acuerdo con Guber, los veteranos
argumentaban que no habían ido a la guerra como carne de cañón de la dictadura
sino porque defender las Malvinas era una causa justa de todos los argentinos[45].
Los testimonios
recogidos en el CVGQ recuerdan la problemática de la victimización, ya resuelta
en buena parte a través de la identificación de los oficiales que ejercieron
malos tratos durante la guerra. Ese proceso, que llevó más de una década,
permitió no generalizar el maltrato como responsabilidad de todas las Fuerzas
armadas e integrar en el centro a oficiales y suboficiales sobre los que no pesa
ninguna acusación o condena.
El
testimonio de Aníbal Ruiz Moreno analiza esta situación
pero desde el lugar de la oficialidad. Su mirada nos advierte sobre ciertas
diferencias entre las tres armas: “Se
generó mucho conflicto con la superioridad, pero ¿de quién? De ejército.
Ejército tiene la mayor parte de infantería, que son soldados; pero aeronáutica
y marina es más profesional”[46]. Con respecto a no generalizar la
condena sobre los militares: “venían con
esa bronca del maltrato del suboficial y oficial de ejército, y pasamos a ser todos
los personales de cuadros, una mierda”.
La utilización de la tercera persona denota una diferencia de identidades
entre los conscriptos y los militares profesionales: los que venían con esa
bronca eran los soldados del ejército.
Sin embargo,
la resolución del problema con los militares de carrera no está completamente
saldada:
“Sigue
habiendo centros donde no permiten a los suboficiales ni a los oficiales; hay
centros mixtos como éste. El de Quilmes es un centro mixto donde hay soldados,
suboficiales y oficiales. Convivimos bien. (…) Si hay algo que nos caracterizó
a nivel provincial y nacional en este centro es que no metimos a todos en la
misma bolsa”[47].
El testimonio resalta la
particularidad del caso quilmeño en relación a incorporar, como efectivamente
ocurre, a todos los veteranos de guerra, repitiendo la noción de no generalizar
la condena contra los oficiales: “esos
abusos tienen nombre y apellido. (…) aquellos que tengan deudas pendientes con
la justicia, que la paguen”.
Asimismo,
existe una posible distinción en relación al contacto con los suboficiales y
oficiales que acerca a los primeros a las condiciones de un soldado conscripto:
“Era muy raro que un oficial
asumiera un riesgo. Ellos tenían un puesto de comando. Estaban ahí, con los
borceguí lustraditos, tenían cuatro o cinco colimbas
que le preparaban el té, le limpiaban las botas. (…) Yo tengo una relación muy
buena con mi sargento, con el sargento que tuve en Malvinas, porque el tipo
compartió conmigo absolutamente todo, juntos, hombro con hombro, en una
posición, en barro, mojado, cagado de frío. El chabón estuvo siempre con
nosotros”[48].
Desde la mirada del conscripto,
el testimonio aporta una mirada más compleja al incorporar una diferenciación
en el comportamiento de sus superiores y que refuerza la noción de identificar
el comportamiento individual dentro del conflicto bélico, sin generalizar
contra toda la fuerza.
Con respecto
al estaqueo, una de las prácticas más criticadas por los conscriptos, Valdez
afirma que era una práctica muy antigua del código militar: en campaña, a falta
de un calabozo se utilizaba como método de sanción, “pero en Malvinas era una tortura (…) era totalmente inhumano”. Menciona estaqueados en medio de los
bombardeos y enfatiza: “En las instituciones
de veteranos no hay gente que haya cometido ese tipo de cagadas”.
El
enfrentamiento que los conscriptos tuvieron, especialmente en los años ochenta,
contra los oficiales, se conjugaba con esa otra lectura que se instaló en la
opinión pública acerca de la victimización. Los conscriptos habrían sido
víctimas de unos militares que así como no tuvieron
reparos en aplicar un plan sistemático de represión ilegal, tampoco tuvieron
problemas en enviar a jóvenes sin experiencia a una guerra absurda. Esa
lectura, funcional a la teoría de los dos demonios, fue rápidamente rechazada
por los centros de excombatientes. Para ello debían afirmar que no habían sido
arrastrados hacia una guerra que no eligieron, sino que marcharon convencidos e
incluso voluntariamente. Al mismo tiempo, debían distanciarse de las
interpretaciones que los vinculaban con las intenciones de la dictadura y
demostrar que no eran los chicos de la
guerra, sino adultos conscientes de su rol en el conflicto bélico[49].
José Valdez
refiere al respecto: “Nosotros sabíamos adónde
íbamos”. Incluso sostiene que
algunos conscriptos que recién habían terminado su instrucción del Servicio
Militar intentaron volver al servicio “sin
ser convocados, con el DNI en el bolsillo”. Menciona con énfasis una
ocasión en que estaban subiendo a un camión voluntarios para Malvinas y que
algunos muchachos, desde abajo, gritaban:
“Dale, déjame ir a mí, tengo que ir yo, quédate en tu casa, quédate con tu
familia”. La voluntariedad del soldado construye así un aspecto de la
identidad elegida tempranamente como veterano de guerra.
Sin embargo,
la interpretación de un personal de cuadros puede ser ligeramente distinta. En
su testimonio, Aníbal Ruiz Moreno relativiza la voluntariedad porque “veníamos de un proceso donde no podías
decir que no”. Pero además se
cuestiona la idea de ser empujado a una guerra apelando a la obligación legal
de defender a la nación: “obligado no
fuiste porque estabas bajo bandera (…) estabas cumpliendo con la ley”.
La
voluntariedad también se complejiza desde la mirada de un veterano civil,
empleado de YPF que cumplió funciones en el Teatro de Operaciones del Atlántico
Sur desde el 11 de mayo. En su testimonio se relata que había dificultades para
completar la dotación porque muchos desembarcaban al enterarse que iban al
teatro de operaciones[50]. Asimismo recuerda que, pese a la amenaza de ser despedido, “ya tenía decidido que quería ir (…) tenía
inculcado el nacionalismo”. Según relata, el nacionalismo le fue inculcado
por un oficial durante su paso por la Marina de Guerra entre los años 1967-1971;
esta experiencia previa se reforzó al cumplir funciones similares
(abastecimiento a las embarcaciones de combate) en la marina mercante durante
el conflicto con Chile por la soberanía sobre el Canal de Beagle: “Ya sabía a lo que iba”. La presencia de Di Noia es particularmente
interesante por tratarse de un civil que no llegó a Malvinas
sino que cumplió funciones de apoyo dentro del teatro de operaciones; el
carácter mixto del Centro quilmeño permite la convivencia entre personas que
cumplieron diversas funciones[51].
En este
proceso no lineal y situado de conformación identitaria, los veteranos debían
afirmar una clara conciencia de su participación en la guerra. Con el objetivo
de no quedar asociados al gobierno militar, los excombatientes elaboraron un
relato en que su participación en la guerra se justificaba por una causa justa,
legítima del pueblo argentino e independiente del gobierno de turno[52]. Asimismo,
esa diferenciación les permitió reforzar el carácter voluntario de su
participación, alejándose de la imagen de víctima del gobierno de facto:
“Pobrecito, el frío, el
hambre. No, eso a nosotros internamente no nos sirvió (…) En los primeros diez
años después de la guerra, sí; porque no teníamos nada de nadie (…) el veterano
aprovechaba, repartía estampitas en los trenes y le daban una moneda. Esa
victimización sana, sí sirvió”[53].
En el
relato, los veteranos parecen haber sido más bien víctimas de la temprana
democracia que de la guerra en sí misma; de allí, la crítica a esos primeros
años de la “desmalvinización”.
Por otra
parte, los testimonios repiten esa participación consciente valorando su participación
en las Fuerzas Armadas:
“Nosotros fuimos a combatir
con el uniforme verde de San Martín, no con el uniforme verde de Galtieri”[54]; “Nosotros
decimos que fuimos a defender a la patria con el uniforme de San Martín y la
Bandera de Belgrano”[55]; “Me costó mucho tiempo entender que nosotros
no manchamos el uniforme, los que mancharon el uniforme fueron Videla,
Galtieri, todos esos hijos de mil puta que no merecían
tener el uniforme de San Martín”[56].
El posicionamiento
de los entrevistados con respecto a las cuestiones políticas de los gobiernos
de turno también los ha llevado a diferenciarse con respecto a la política de
derechos humanos. En tanto no se consideran víctimas de la dictadura sino
excombatientes de una causa nacional, rechazan la asociación de la guerra con
el terrorismo de estado. En este sentido se critica el establecimiento del
Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur dentro del complejo de la ex ESMA:
“Es todo un mensaje (…)
Tenemos relatos riquísimos de situaciones heroicas en Malvinas que fueron
reconocidos por todo el mundo menos por nosotros. ¿Por qué tenemos que hacer un
relato capcioso? En los recorridos se hablaba más de la victimización, del estaqueo,
de la tortura. Yo no digo no hablar, pero en un contexto tenés
que poner todo, no de una manera sesgada, solamente una partecita adonde vos querés apuntar políticamente”[57].
Finalmente,
el problema de la identidad se ha visto forzado a raíz de un conflicto con los
denominados “movilizados”. Para estos ex soldados, haber estado de uniforme,
ocupar un lugar logístico dentro del teatro de Operaciones del Atlántico Sur y
esperar el cruce a Malvinas, son motivos suficientes para ser reconocidos como
veteranos de guerra[58]. De
acuerdo con la visión de los veteranos reconocidos legalmente, la emergencia
del reclamo de los movilizados se produjo en el contexto del reconocimiento
económico por parte del Estado: ello significa que su reclamo no está asociado
a la causa de la soberanía nacional sino a un cálculo meramente material.
Los
testimonios del Centro de Veteranos de Quilmes coinciden en que los movilizados
deben tener su reconocimiento pero con una ley propia
que los diferencie de quienes estuvieron en situación de combate dentro del
teatro de operaciones. La diferencia con los soldados movilizados representa
para los veteranos reconocidos una afrenta al logro de una identidad que se
construyó en un proceso no lineal a lo largo de más de dos décadas de
movilización. El punto central se refiere, sin embargo, a las condiciones en
que tuvieron que luchar los soldados, condiciones en que muchos perdieron la
vida. El respeto sobre los caídos, sus familiares y las situaciones de combate
serían los elementos principales en la disputa con los movilizados:
“No es lo mismo aquel que
estuvo y casi no vuelve, con el que estuvo preparado y casi va (…) No es lo
mismo hablarle a una madre que estuvo en Trelew, que hablarle a una madre del
Regimiento 7 que perdió la vida en Monte Longdon (…)
Acá en el continente, ellos hacían dos horas de guardia, tenían su comida, su
ducha calentita. Nosotros estábamos en un pozo con quince centímetros de agua,
con la ropa húmeda, mal comidos, con ataques diurnos con aviones y nocturnos
con la fragata”[59].
Al respecto,
Aníbal Ruiz Moreno menciona que por respeto a los
caídos quilmeños, no podrían aceptar a un movilizado en su centro: “Estaríamos deshonrando a nuestros caídos
(…) Pero esto es por un reclamo económico hoy en día, no es por una causa”.
Una última cuestión se puede observar en relación al movilizado dentro de la
táctica militar:
“Dicen que eran nuestra
retaguardia. La verdad es que nosotros no teníamos retaguardia (…) Atrás
nuestro lo único que teníamos era el mar (…) De este lado, no pasó nada (…) No
pasaron por las cosas que pasamos nosotros”[60].
A
modo de cierre
Esta
aproximación al problema de constitución identitaria en los veteranos de guerra
encuentra límites precisos en tanto podría ampliarse la investigación con la
inclusión de otros documentos referidos al tema: periódicos de tirada nacional
y local, publicaciones periódicas de los primeros centros de veteranos,
proyectos de ley, leyes nacionales, entrevistas a veteranos de diversos
centros. En este sentido, el artículo no pretende ser más que un ejercicio
exploratorio desde donde encontrar líneas de investigación para profundizar.
Pese a ello,
podemos afirmar que el problema de la formación identitaria y de un
reconocimiento estatal para con los veteranos de la guerra de Malvinas es uno
de los problemas centrales dentro de la historia reciente argentina, observable
en el tratamiento que desde los diversos gobiernos nacionales se le ha dado al
tema. La primera etapa, coincidente con la debacle del gobierno miliar y el
retorno de la democracia bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, encuentra a los
veteranos dentro de un silencio impuesto y autoimpuesto, con un estado desmalvinizador y una sociedad indiferente.
En ese
contexto, la defensa del uniforme llevado en Malvinas podía ser asociada con
las aspiraciones políticas de la dictadura y el mensaje de los excombatientes
no encontró demasiado eco en una sociedad que no quería recordar una guerra
que, en buena parte, había apoyado. Los primeros centros de veteranos
rechazaron la imagen de víctimas que se había construido para toda la sociedad,
rescatando los elementos de heroísmo y voluntad frente a un discurso que se
horrorizaba por los jóvenes que fueron enviados a una guerra “absurda”, donde
quizás otros enemigos hayan sido los propios oficiales argentinos; sin embargo,
a pesar de ese rechazo, los centros de veteranos no aceptaron a los oficiales y
suboficiales durante muchos años (algunos centros todavía mantienen esa
política).
El
acercamiento, durante la presidencia de Carlos Menem, entre civiles y oficiales
así como el reconocimiento económico para ambos
sectores se inscribió dentro de una política de
“pacificación” y “reconciliación”
que tuvo como máxima expresión los indultos a favor de
los militares y
guerrilleros acusados de violaciones a los derechos humanos. Asimismo,
la
ampliación del número de veteranos volvió a
interpelar el carácter específico
de la identidad de quienes combatieron en la guerra.
Hasta donde
pudimos observar, el ascenso del kirchnerismo al poder introdujo un nuevo
impulso al tema Malvinas a partir de un aumento significativo de los montos de
las pensiones, la incorporación de todos los oficiales (con excepción de
aquellos condenados por cuestiones de represión ilegal) y la creación de un
Museo específico dentro del predio de la ex ESMA. Los desafíos a la identidad
del veterano se asentaron en relación a los reclamos de soldados movilizados en
el contexto de la guerra que no llegaron a participar en actividades de
combate.
Finalmente,
una cuestión que sufrió algunas modificaciones importantes fue la relación con
los oficiales; si en un principio había un rechazo generalizado de parte de los
exconscriptos para aceptarlos en sus organizaciones,
algunos de esos centros los han incorporado dentro de una lectura que propone
no generalizar el maltrato de los oficiales hacia todas las fuerzas armadas,
identificando individualmente a los responsables. Ello implica proponer una
distinción entre la guerra de Malvinas y la violación a los derechos humanos
durante la última dictadura cívico-militar. El intento de distanciarse de la
asociación Malvinas-Dictadura ha llevado en los testimonios recogidos a
cuestionar el establecimiento del museo referido a Malvinas dentro del predio
de la ex ESMA.
Una cuestión
que los mismos integrantes mencionan como una particularidad es la convivencia
respetuosa entre soldados conscriptos, suboficiales, oficiales y civiles; esta
situación obliga a evitar ciertas generalizaciones en relación a las organizaciones
de veteranos. Así mismo, es importante destacar que entre los entrevistados
pueden observarse ciertas diferencias de interpretación en relación a la
voluntariedad en la participación en el conflicto bélico; ellas parecen estar
derivadas de las diversas situaciones de los entrevistados (conscripto, civil o
suboficial).
Por último,
la cuestión de una construcción identitaria entre los veteranos demuestra la
importancia del testimonio para el abordaje de estos temas que, sin constituir
un reflejo de la verdad, introducen elementos para indagar bajo qué condiciones
y sobre cuales tópicos se ha elaborado una identidad en permanente tránsito de
definición.
Bibliografía
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Entrevistas
RUÍZ MORENO, Aníbal. Entrevista realizada
el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador:
Rubén Accinelli.
RUÍZ MORENO, Aníbal. Entrevista realizada
el 20 de Julio de 2020 por videollamada (contexto de pandemia). Entrevistador:
Rubén Accinelli.
SÁNCHEZ, Omar. Entrevista realizada el
13/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes.
SÁNCHEZ, Omar. Entrevista realizada el 20
de Julio de 2020 por videollamada (contexto de pandemia). Entrevistador: Rubén Accinelli.
VALDEZ, José. Entrevista realizada el
14/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén
Accinelli.
VALDÉZ, José. Entrevista realizada el 20 de
Julio de 2020 por videollamada (contexto de pandemia). Entrevistador: Rubén Accinelli.
DI NOIA, Jorge. Entrevista realizada el
14/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén
Accinelli.
Leyes
Ley Nacional 23.109/84.
Ley Nacional 23.848/90.
Ley N°24.343/94.
Ley N°24.892/97.
Decreto N°509/88.
Decreto N°1357/04
FECHA DE RECEPCIÓN: 15/05/2020
FECHA DE ACEPTACIÓN: 30/08/2020
[1]FRANCO, Marina y Florencia LEVÍN “El pasado
cercano en clave historiográfica”, en FRANCO, Marina y Florencia LEVÍN (Comp.) Historia reciente. Perspectivas y desafíos
para un campo en construcción, Paidós, Buenos Aires, 2007.
[2]VIANO, Cristina
“Historia reciente e historia oral. Algunas reflexiones sobre un derrotero
inseparable en la historiografía argentina actual”, en NECOECHEA GRACIA,
Gerardo y Antonio TORRES MONTENEGRO (Comp.) Caminos
de historia y memoria en América Latina, Imago Mundi, Buenos Aires, 2011, p. 279.
[3]Al respecto, VIANO, Cristina “Historia
reciente…”, cit., p. 284, advierte contra el uso acrítico de los testimonios
como un “acceso directo a la verdad”.
[4]ORTÍZ, María “Cuestiones éticas y
metodológicas de historia oral para la investigación del pasado reciente en
Argentina.” Voces de la historia, Año
1, Vol. 1, Guanajuato, 2018, p. 80.
[5]Tanto VIANO, Cristina “Historia reciente…”,
cit., como FRANCO, Marina y Florencia LEVÍN “El pasado cercano…”, cit.,
destacan que los procesos traumáticos fueron objeto de estudio privilegiado
dentro de la historia reciente pero que ello no debería ser necesariamente así;
es decir, reclaman la apertura del campo historiográfico hacia otro tipo de
temas.
[6]VIANO, Cristina “Historia reciente…”, cit.,
p. 279.
[7]JELIN, Elizabeth Los trabajos de la memoria, Siglo XXI
Editores, Buenos Aires, 2002, p.66.
[8]BENADIBA, Laura Historia oral, relatos y memorias, Ed. Maipue,
Ituzaingó, 2007, p. 36.
[9]PORTELLI, Alessandro “La muerte de Luigi Trastulli (Terni, 17 de marzo de 1949). La memoria y el
acontecimiento”, en Historias orales.
Narración, imaginación y diálogo, Prohistoria, La Plata, 2016, p.
37.
[10]GRELE, Robert “La historia y sus lenguajes
en la entrevista de historia oral: quién contesta a las preguntas de quién y
por qué”, Historia y fuente oral,
n°5, 1991, p. 111-112.
[11] ORTÍZ, María “Cuestiones éticas…”, cit.,
p. 82.
[12] POZZI, Pablo “Sobre entrevistar militantes
y activistas”, Historia, Voces y Memoria,
n°9, 2016, p. 6.
[13] JENSEN, Silvina “Diálogos entre la
historia local y la historia reciente en Argentina. Bahía Blanca durante la
última dictadura militar”, en XIV
Encuentro de Latinoamericanistas Españoles: congreso internacional,
Universidad de Santiago de Compostela, Centro Interdisciplinario de Estudios
Americanistas Gumersindo Busto; Consejo Español de Estudios Iberoamericanos,
2010.
[14] LORENZ, Federico “Testigos de la derrota.
Malvinas: los soldados y la guerra durante la transición democrática argentina,
1982-1987”, en PÉROTIN-DUMON Anne (Dir.) Historizar el pasado vivo en América latina, 2007, p.4. Disponible en: http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php
(consultado en mayo de 2020).
[15] CRENZEL, Emilio “Enfrentando el retroceso.
Justicia, verdad y memoria en la Argentina reciente”, en ÁGUILA,
Gabriela, Luciana SEMINARA y Cristina VIANO (Comp.), La Historia reciente en Argentina. Balances de una historiografía
pionera en América Latina, Imago Mundi, Buenos Aires, 2018, p.111.
[16] LORENZ, Federico “Testigos de la
derrota…”, cit., p. 5.
[17] LORENZ, Federico “Testigos de la
derrota…”, cit., p. 19.
[18] CRENZEL, Emilio “Enfrentando el
retroceso…”, cit., p. 112.
[19] GUBER, Rosana De chicos a veteranos. Memorias argentinas
de la Guerra de Malvinas, Antropofagia, Buenos Aires, 2004, p. 143. El
concepto de “democratización por colapso” refiere a los procesos políticos
donde los militares debieron abandonar repentinamente el poder: los sectores
castrenses no lograron imponer condiciones a los civiles pero dejaron como legado una crisis económica y un estado
debilitado y cuestionado que amenazó la gobernabilidad del gobierno
democrático; ver NOVARO, Marcos Historia
de la Argentina contemporánea. De Perón a Kirchner, Edhasa,
Buenos Aires, 2006, p. 135.
[20]
LORENZ, Federico “Testigos de la derrota…”, cit., p. 42.
[21] La
teoría de los dos demonios entendía la violencia de la represión ilegal como
una reacción frente al accionar de las agrupaciones guerrilleras, ver FRANCO,
Marina “La ´teoría de los dos demonios´. Un símbolo de la posdictadura
en la Argentina”, A Contracorriente:
Revista de Historia Social y Literatura en América Latina, Vol. 11, Nº. 2, 2014, pp. 22-52.
[22] La
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue creada por
decreto en febrero de 1984. Presidida por el escritor Ernesto Sábato, que
inicialmente había apoyado la gestión militar, la comisión reunió a miembros de
diversas procedencias pero todos ellos vinculados con
la causa de los Derechos Humanos. Con una fuerte presencia de miembros de la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la CONADEP recibió miles de
testimonios de sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, tortura
y exterminio, probando su organización sistémica; ver CRENZEL, Emilio
“Políticas de la memoria. La historia del informe Nunca Más”, Papeles del CEIC,
n°61, septiembre 2010.
[23]
GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit.,
p. 147.
[24]
LORENZ, Federico Malvinas. Una guerra
argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2009, p. 172.
[25]
GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit., p. 169. Sin embargo, desde la
mirada de un veterano la fecha significaba recordar los momentos previos a la
rendición, el avance final de las fuerzas británicas: “Estábamos conmemorando
los ataques más feroces de los ingleses”, VALDEZ, José, Presidente
del Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevista realizada el
14/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén
Accinelli.
[26]
CRENZEL, Emilio “Enfrentando el retroceso…”, cit., p. 114.
[27]
LORENZ, Federico “Testigos de la derrota…”, cit., p. 56.
[28]Finalizada
la guerra, la Junta Militar ordenó la creación de la Comisión de Análisis y
Evaluación de Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur (CAERCAS).
Integrada por dos oficiales de cada arma (que decían estar retirados desde Marzo de 1976), la comisión se pronunció sobre la falta de
planificación e inoperancia de los mandos argentinos así como sobre las
durísimas condiciones en que se encontraron las tropas. Ver GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit., p. 145 y LORENZ,
Federico Malvinas. Una guerra…, cit.,
p. 177 y 178.
[29]GUBER,
Rosana De chicos a veteranos…, cit.,
p. 146.
[30]RODRÍGUEZ,
Andrea “De veteranos ´verdaderos´ y ´truchos´. Análisis de las definiciones de
´ex-combatiente/veterano de guerra´ de los miembros
del Apostadero Naval Malvinas en el Conflicto del Atlántico Sur”, Anuario del Centro de Estudios Históricos
“Prof. Carlos S. A. Segreti”, Córdoba (Argentina),
n°10, 2010, pp. 307.
[31]ACUÑA,
Carlos y Catalina SMULOVITZ, “Militares en la transición argentina: del
gobierno a la subordinación constitucional”, en PÉROTIN-DUMON, Anne (dir.) Historizar el pasado
vivo en América Latina, p. 66 a 82, disponible en http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/acunasmulovitz.pdf
(consultado en Mayo de 2020).
[32]Ley nacional 23.848/90.
[33]RODRÍGUEZ,
Andrea “De veteranos ´verdaderos´…”, cit., p. 308. En 1997, la ley N°24.892
generalizaba el beneficio hacia todos los oficiales y suboficiales: “Artículo 1
: Extiéndese el beneficio establecido por las leyes
23.848 y 24.652 al personal de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas
y de Seguridad que se encuentren en situación de retiro o baja voluntaria y no
gocen de derecho a pensión alguna en virtud de la ley 19.101 y sus
complementarias, que hubieren estado destinados en el Teatro de Operaciones
Malvinas o entrado efectivamente en combate en el área del Teatro de
Operaciones del Atlántico Sur.”
[34]
RODRÍGUEZ, Andrea “De veteranos ´verdaderos´…”, cit., p. 310.
[35] CHAO, Daniel “´Movilizados´ de Malvinas en Chaco y
Corrientes. Las luchas por reconocimiento en clave comparativa”, Sociohistórica, UNLP, n°39, 2017, p. 13.
https://doi.org/10.24215/18521606e022 (consultado en mayo de 2020).
[36] La
Escuela de Mecánica de la Armada, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, fue uno
de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, tristemente
destacado por la práctica de arrojar cuerpos de detenidos en aguas del Río de
la Plata.
[37] El
decreto N°1357/04 establecía que las pensiones de guerra serían equivalentes a
tres jubilaciones mínimas, siendo además compatibles con otros beneficios
previsionales.
[38]
Como ejemplos de esta oposición: CHAO, Daniel “´Movilizados´ de Malvinas…”, cit.
y RODRÍGUEZ, Andrea “De veteranos ´verdaderos´…”, cit.
[39] Quilmes
es uno de los distritos del Gran Buenos Aires con mayor cantidad de población (algo
más de 580.000 habitantes según el Censo de 2010). Ubicado en el denominado
segundo cordón del conurbano, se destaca por su desarrollo urbano, comercial y
cultural: la empresa cervecera homónima es una de las más populares del país,
como también es destacado el club deportivo local, uno de los más antiguos de
la Argentina. Desde 1989, el distrito cuenta con una universidad pública nacional.
[40] VALDÉZ,
José, Presidente del Centro de Veteranos de Guerra de
Quilmes. Entrevista realizada el 20 de Julio de 2020 por videollamada (contexto
de pandemia). Entrevistador: Rubén Accinelli. Según
su testimonio, la obtención de un espacio propio y los avances en las tareas de
construcción de diversos espacios (museo, salón de usos múltiples) explica el
incremento en la cantidad de miembros que han experimentado en los últimos años
(140 aproximadamente). Ingresó al Servicio Militar Obligatorio el 11 de Febrero y el 11 de Abril fue enviado a Malvinas. Para
contextualizar el testimonio, es importante destacar que ya en Octubre de 1983 por su condición de veterano, Valdéz ingresa como empleado en la Empresa Nacional de
Teléfonos (ENTEL), donde permanecerá hasta 2001 cuando fue cesanteado. Durante
su permanencia como empleado público, militó por la causa de los veteranos en
las comisiones internas de la empresa, suspendiendo su militancia en el
contexto del levantamiento de un sector del ejército en 1987: “Todos los tiros que tiré, los tiré en
Malvinas”. En 2006, tras frustradas experiencias de índole laboral, regresa
a la militancia donde logra insertarse en el CVGQ, obteniendo ocupación en el
Consejo Escolar del distrito.
[41]
LORENZ, Federico “Testigos de la derrota…”, cit., p. 17.
[42]
LORENZ, Federico Malvinas. Una guerra…,
cit., p. 164 y 165.
[43]
GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit.,
p. 150.
[44]
LORENZ, Federico “Testigos de la derrota…”, cit., p. 24.
[45]
GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit., p. 158.
[46] RUÍZ MORENO, Aníbal, Secretario del CVGQ. Entrevista realizada el 13/01/2020
en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén Accinelli. Actualmente secretario del centro, Ruíz
Moreno forma parte del mismo desde su fundación en 1992. A los quince años,
había ingresado a la Armada y contaba con 18 años al momento de la guerra. Personal
de cuadro de la Armada durante el conflicto, pidió la baja en 1987 para
trabajar como técnico en una empresa destacada del distrito. Despedido en 2001,
comenzó a ejercer la docencia secundaria en el año 2003 hasta el 2013, momento
en que asume como coordinador distrital del proyecto “Malvinas en la escuela”.
[47]
SÁNCHEZ, Omar. Entrevista realizada el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de
Guerra de Quilmes. Nativo de Quilmes, desde el 4 de Abril
estuvo como conscripto en artillería antiaérea. Permaneció prisionero hasta el
23 de Junio. En la posguerra, transitó por un período
de aislamiento (vinculado a conflictos con la noción de autoridad) hasta 1989,
cuando ingresa como empleado municipal. De manera indirecta, participó en la
creación del CVGQ ocupando la presidencia en dos oportunidades. Entrevistador:
Rubén Accinelli.
[48]
VALDEZ, José, Presidente del Centro de Veteranos de
Guerra de Quilmes. Entrevista realizada el 14/01/2020 en el Centro de Veteranos
de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén Accinelli.
[49]
GUBER, Rosana De chicos a veteranos…, cit.,
p. 157.
[50] DI NOIA, Jorge. Entrevista realizada el 14/01/2020 en el
Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador: Rubén Accinelli. Es uno de los miembros civiles del CVGQ. Como
personal de YPF estuvo embarcado en tareas de abastecimiento durante el
conflicto bélico. Afectado por la privatización de la empresa, quedó cesante en
1991. Al poco tiempo se acercó al centro de veteranos.
[51] Una cuestión que refuerza la idea de que
la historia local no está definida por límites políticos precisos puede
observarse en el comentario de Omar Sánchez sobre la apertura del centro
quilmeño a la incorporación de soldados, civiles y personal de cuadros. En
ocasiones se acercan al centro, según relata, veteranos de otras jurisdicciones
que por diferencias de interpretación se alejan de lo que podría considerarse
sus centros “naturales” de
asociación.
[52] En los relatos también aparece con cierta
frecuencia la afirmación de que la recuperación de las islas debía hacerse
antes de cumplirse los 150 años de la ocupación inglesa, por considerar que, en
caso contrario, se perderían los derechos al reclamo territorial. Esta lectura
establece el carácter circunstancial del gobierno militar de turno; la
recuperación debía realizarse independientemente de la calidad institucional
del gobierno.
[53] RUÍZ MORENO, Aníbal. Entrevista realizada
el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador:
Rubén Accinelli.
[54] RUÍZ MORENO, Aníbal. Entrevista realizada
el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de Quilmes. Entrevistador:
Rubén Accinelli.
[55] SÁNCHEZ, Omar.
Entrevista realizada el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra de
Quilmes.
[56] VALDEZ, José, Presidente del Centro de Veteranos de Guerra de
Quilmes. Entrevista realizada el 14/01/2020 en el Centro de Veteranos de Guerra
de Quilmes. Entrevistador: Rubén Accinelli.
[57]
SÁNCHEZ, Omar. Entrevista realizada el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de
Guerra de Quilmes.
[58]
CHAO, Daniel “´Movilizados´ de Malvinas…”, cit., p. 6.
[59]
SÁNCHEZ, Omar. Entrevista realizada el 13/01/2020 en el Centro de Veteranos de
Guerra de Quilmes.
[60]
VALDEZ, José, Presidente del Centro de Veteranos de
Guerra de Quilmes. Entrevista realizada el 14/01/2020
en el Centro de Veteranos de Guerra de
Quilmes. Entrevistador: Rubén Accinelli.