Navarrazo
y después… una introspección a la Córdoba del post-Navarrazo en el testimonio
de Duilio Rafael Brunello
Navarrazo and then…an introspection to the Córdoba of
the post- Navarrazo in the testimony of Duilio Rafael Brunello
Damián
Antúnez*
(Universidad Nacional de Río Cuarto), Argentina
Resumen
El siguiente trabajo pretende interpelar el
testimonio oral de Duilio Brunello, quien fuera designado interventor federal
en la provincia de Córdoba luego de la destitución del gobernador
constitucional Ricardo Obregón Cano, a través de una asonada policial
encabezada por el jefe de policía Navarro. Así, en un período de transición que
podríamos denominar como el inmediato post-navarrazo, el interventor tenía por
misión "pacificar, distender, descomprimir" aquel explosivo escenario
político de los primeros días del mes de marzo de 1974.
En este trabajo de introspección a ese impasse
entre la Córdoba combativa, heredera de las revueltas del Cordobazo, y esa otra
Córdoba militarizada que adquirirá todo su vigor una vez que Brunello fuera
reemplazado por el brigadier Lacabanne como interventor federal, veremos
fracasar un vano intento de reconducción de la política provincial por un sendero
que aún se pretendía institucional.
Palabras claves: Navarrazo, Córdoba, Brunello,
peronismo, testimonio
Abstract
The following work intends to challenge the oral
testimony of Duilio Brunello, who was appointed federal auditor in the province
of Córdoba after the dismissal of the constitutional governor Ricardo Obregón
Cano, through a police coup headed by the police chief Navarro. Thus, in a
period of transition that could be called the immediate post-navarrazo, the
interventor had the mission to "pacify, distend, decompress" that
explosive political scene of the first days of March 1974.
In this work of introspection to that impasse between the combative
Córdoba, heiress of the revolts of the Cordobazo, and that other militarized
Córdoba that will acquire all its vigor once Brunello was replaced by Brigadier
Lacabanne as federal inspector, we will see the failure of a vain attempt to
redirection of provincial policy along a path that was still intended to be
institutional.
Keywords:
Navarrazo, Córdoba, Brunello, peronism, testimony
Introducción
La crisis política
desatada a partir del conflicto intraperonista de 1973-1974 que enfrentó a
Perón y a la ortodoxia peronista con la Tendencia Revolucionaria del Peronismo
y la organización Montoneros tuvo un notable impacto territorial con las
sucesivas caídas de cinco gobernadores provinciales durante el transcurso de
1974[1]. Uno de
estos escenarios, probablemente el más impactante por la forma que adquirió a
través de una asonada policial, fue el caso del Navarrazo en la provincia de Córdoba, es decir, el golpe cívico-policial que destituyera al
gobernador Ricardo Obregón Cano nueve meses después de haber asumido el cargo.
El tema, si bien cuenta con un rico abordaje historiográfico[2], aún
tiene elementos, actores y circunstancias históricas que no han sido lo
suficientemente analizados o problematizados.
Así, esta ponencia
viene a interpelar el testimonio oral e histórico de un protagonista central de
lo que podríamos denominar como el inmediato post-Navarrazo, es decir, los seis
meses de la intervención federal a cargo de quien fuera elegido por Perón para,
en sus palabras, "pacificar, distender, descomprimir" aquel explosivo
escenario político del mes de marzo de 1974. Nos referimos al profesor Duilio
Rafael Brunello, interventor federal de la provincia de Córdoba entre marzo y
septiembre de 1974. Se trata, en definitiva, de una introspección a ese impasse entre la Córdoba combativa, heredera de las revueltas del Cordobazo, y esa otra Córdoba militarizada que adquirirá todo
su vigor una vez que Brunello fuera reemplazado por el brigadier Lacabanne como
interventor federal. Para cumplir entonces con ese objetivo de mirar hacia
adentro de los hechos acontecidos, analizaremos en profundidad el testimonio
oral del interventor Duilio Brunello, a través de una entrevista realizada en
la ciudad de Buenos Aires el 1° de agosto de 2014.
Duilio
Rafael Brunello: trayectoria política 1945-1973
Al comenzar la
entrevista el profesor Duilio Brunello
subraya su condición de catamarqueño, oriundo de la capital, donde había nacido
un 30 de mayo de 1925 en el seno de una familia de inmigrantes italianos
dedicada a la actividad comercial. Siendo el tercero de cinco hermanos, a
diferencia de los dos mayores dedicados a actividades comerciales, él optó
originalmente por el periodismo y la docencia (como profesor de Historia) hasta
que la política irrumpiera en su vida. Esto ocurrió en el seno de la campaña
electoral de 1945-1946 en la que Brunello se sumó al naciente peronismo y en la
que, según comenta, tuvo la oportunidad de conocer al futuro mentor de la
Confederación General Económica (CGE) José Ber Gelbard, por entonces adherente
a la opositora Unión Democrática. Podría decirse que con poco menos de veinte
años iniciaba un carrera política que lo llevaría a ocupar diversos cargos en
la primera línea de la administración provincial (Secretario General de la
Gobernación, Jefe de Prensa de la Gobernación, luego Subsecretario de Gobierno
y Función Pública, Subsecretario de Hacienda y Ministro de Hacienda y Obras
Públicas) para dar el salto a la política nacional al ser elegido senador
nacional por Catamarca en 1954. La
historia posterior al golpe de Estado de 1955 converge con la de Gelbard, su otrora
adversario político, hasta el final mismo de la proscripción del peronismo de
la mano de las elecciones del 11 de marzo de 1973.
Comencemos por
observar cómo explica Brunello sus primeros contactos con Gelbard en lo que
será el inicio de una relación que los llevará a entablar un intenso vínculo en
lo político y laboral y que a su vez dará forma a la matriz relacional que nos
permitirá comprender su inserción como funcionario en el tercer peronismo:
... estando en Catamarca, antes de ocupar el Ministerio de
Hacienda y Obras Públicas estaba el interventor federal Félix Nazar. Y Félix
Nazar me nombró primero Jefe de Prensa de la Gobernación y después Coordinador
de Informaciones de Estado. En esa oportunidad me reconcilio con Gelbard,
porque se realiza en Catamarca un Congreso Nacional de Entidades Empresarias.
(...) como resultado de todos estos congresos regionales que estaban
constituidos por los empresarios -digamos que no tenían representación en el
orden nacional porque acá las grandes empresas estaban todas en la Unión
Industrial-, resolvieron un día juntarse en Catamarca a ver si el esfuerzo de
las reuniones previas podía terminar en la constitución de una entidad nacional
que los representara. En esa oportunidad ellos fueron a visitar al interventor
federal y le pidieron que indicara un hombre de su confianza para hacer un
vínculo permanente mientras el Congreso se realizaba y de ahí surgió el
servidor Brunello; entonces ahí le tuve que dar la mano a Gelbard y
reconciliarnos de las luchas políticas anteriores.[3]
Este encuentro
Brunello-Gelbard ha sido también oportunamente analizado por María Seoane en El burgués maldito haciendo hincapié
tanto a sus enfrentamientos -digamos juveniles- en el marco de la campaña
electoral de 1945-1946 como en el rol de Brunello como facilitador de contactos
entre el gobierno de la intervención federal y la naciente central de
empresarios nacionales (CGE).[4] Ocurre
que la CGE nacía en mayo de
Podría decirse que
el papel de Brunello como enlace inicial entre Gelbard y el presidente Perón
dio lugar a aquella relación política a la que hiciéramos referencia. El propio
Brunello lo hace explícito en la entrevista, en coincidencia con lo referido
por María Seoane al sostener que: "...fue el inicio de una lealtad que
tuvo y al mismo tiempo no tuvo precio."[5] Ahora
bien, ¿cuál sería ese precio o ese "no precio" del que habla la
autora? El entrevistado nos acerca una posible respuesta cuando se refiere a su
situación político-personal posterior al derrocamiento de Perón en septiembre
de 1955:
Después
del golpe del ’55, yo -como soy docente y en ese momento toda la actividad
educacional era estatal- no podía conseguir trabajo en ninguna parte. Soy
profesor de historia y maestro normal nacional y entonces no podía conseguir
trabajo. Busqué algún tipo de trabajo en actividades comerciales y siempre
estaba la policía insinuándoles que me despidieran. Entonces lo busqué a
Gelbard y él muy gentilmente, que ya estaba relacionado con los Madanes que era
también integrante de la CGE, me dio trabajo, así que estuve catorce años al
lado de él, en la empresa FATE. Yo trabajaba en FATE y me ganaba el sustento
ahí en la Dirección de Comercialización, pero a la tarde, en forma ad-honorem, lo acompañaba a Gelbard en
la Confederación General Económica y hacía cuatro, cinco horas, ayudándolo,
secundándolo en todo el movimiento interno de la entidad.[6]
Brunello se remonta
en este pasaje de la entrevista a los inicios del gobierno de Arturo Frondizi
(1958-1962) cuando cesaba la interdicción de bienes que pesaba sobre Gelbard y
la CGE y ésta le era devuelta a los empresarios confederados. Es entonces
cuando la CGE atraviesa por una segunda etapa -tal como lo han señalado Brennan
y Rougier- al distinguir los años que transcurren entre el gobierno de Frondizi
y la restauración democrática de 1973 como el período en el que Gelbard
desplegó una estrategia de apertura y vinculación con diversos sectores del
escenario político nacional ampliando las vinculaciones de la CGE más allá del
campo peronista.[7]
Son también esos años en los que Duilio Brunello acompañó a Gelbard en la
puesta en marcha de lo que sería el Instituto de Investigaciones Económicas y
Financieras dirigido por el Ing. Orlando Arnaldo D' Adamo quien acompañará a
Gelbard como Secretario de Coordinación y Programación Económica en el
Ministerio de Economía de la Nación. Por cierto, un espacio dedicado a la
formulación de proyectos vinculados al desarrollo económico y social de la
Argentina; algo así como un think tank
que acabó sentando las bases que estructuraría el programa socio-económico del
tercer gobierno peronista.
En otras palabras, el Instituto de
Investigaciones Económicas y Financieras fue el "laboratorio" que dio
origen al denominado Plan Gelbard de 1973; espacio por el que transitó Brunello
antes bien como un articulador con el ámbito de la CGE y la empresa FATE que
como un técnico-investigador. Hasta aquí tenemos una trayectoria funcionarial
que ubicaría a Brunello en el espectro de lo que se ha dado en llamar la
burocracia político funcionarial del primer peronismo en una época que aún no
reconocía a la juventud como categoría social, lo que convertía a un joven
funcionario de poco más de veinte años simplemente en un funcionario político
del Estado.[8]
Una vez iniciada la década del sesenta y con
ella la incorporación de los jóvenes y de la juventud como categoría social
reconocible y reconocida en la sociedad argentina y en el peronismo, Brunello
aparecía entonces como uno de los tantos ex funcionarios del gobierno peronista
de lo que supo llamarse la rama política del Movimiento. La particularidad o si se quiere el distintivo respecto a una larga lista
de ex ministros y funcionarios del período 1946-1955 era su casual reciclaje en
el engranaje político-económico que Gelbard construyera durante los más de tres
lustros de proscripción del peronismo. Con estos antecedentes Brunello llegaba
al momento del triunfo electoral del peronismo, en marzo de 1973, posicionado
en un sitio espectral e inmejorable respecto a lo que iba a ser el armado del
próximo gobierno. Por entonces, el programa socioeconómico basculaba en torno
al denominado Pacto Social CGE-CGT y la conducción del mismo quedaba
enteramente a cargo de lo que dispusiera quien sería una suerte de
"super-ministro" a cargo del área económica del gobierno: el hasta
entonces secretario general de la central de empresarios nacionales José Ber
Gelbard.
Pero el destino de Brunello tomaría un rumbo
algo más oblicuo que lo que hubiera podido preveerse: en lugar de permanecer en
el área económica junto al futuro ministro, Gelbard prefirió que desembarcase
en el Ministerio de Bienestar Social, lugar que el presidente electo Héctor
Cámpora había reservado para el secretario privado de Perón José López Rega, en
un gesto de condescendencia hacia el líder justicialista. En este aspecto
Brunello ha sido enfático al sostener que en su paso por el Ministerio actuó
como una especie de vice ministro a cargo del Ministerio ya que López Rega
estaba abocado a las funciones de secretario privado de Perón con asiento en la
residencia de Olivos, lo que denotaba una cierta lógica de funcionamiento del
gobierno en vistas del contexto político del momento. En este sentido, Brunello
relataba estas circunstancias precisando que:
Todo el mundo esperaba que yo, después de estar catorce años
ayudándolo en la CGE, fuera al área de Economía, pero me terminan llamando a
Madrid y me dicen: “Usted viene al área de Bienestar Social” (...) En realidad
era un Ministerio nuevo pero que estaba compuesto de piezas viejas, porque
habían sacado de todas las órbitas, de todos los ministerios y le habían
agregado uno o dos aditamentos nuevos como Deportes, pero lo demás como Salud,
Vivienda venía de otras áreas, así que era un Ministerio aparentemente nuevo
pero de constitución antigua. Yo le llevé la carpeta a Madrid al General para
que pudiera informarse detenidamente. De ahí, López Rega, sin saber si iba a
ser ministro o no, me dice: “quiero que seas la segunda autoridad del
Ministerio” y yo le digo: “pero si Ud. no me conoce a mí, si hemos hablado diez
minutos en la vida”, diez minutos habíamos hablado cuando el vino acompañando a
la señora de Perón en la campaña de Mendoza contra Serú García. “No -me dice-,
yo sé bien quién sos y voy a estar tranquilo, yo no voy a firmar ningún papel
si no está tu inicial”, le digo: “en ese sentido, yo le garantizo que Usted va
a tener la mayor fidelidad de mi parte y voy a cuidarle las espaldas a Usted
cumpliendo con la ley normalmente (…) -le digo- ningún problema”. Y salimos sin
saber si íbamos a ser autoridad o no, vinimos en el avión y él venía como
delegado de Perón a la transmisión del mando y acá Cámpora lo confirmó como
ministro.[9]
Si nos situamos en
los días posteriores al triunfo peronista del 11 de marzo de 1973, cualquier
especulación que ubicara a Brunelllo en Bienestar Social junto al entonces
secretario-mucamo de Perón López Rega hubiera parecido cuanto menos una
contorsión muy artificiosa de los datos que aportaba la realidad política de
aquel entonces. Pero el destino parece haber operado esa contorsión, cuestión
que el entrevistado ha buscado subrayar. Y encontramos en Brunello una
necesidad de justificar que no tenía relación alguna con el ministro al momento
del nombramiento, como también en otro pasaje dejaba en claro que prácticamente
no tuvo contacto laboral con López Rega ya que "...él no iba al
Ministerio; pero yo tenía que mandarle todo a la firma a Olivos. Él no ha
venido a una reunión al Ministerio nunca."[10]
En esta insistencia de Brunello por aclarar la
ausencia de vínculo en su relación con López Rega emerge el rezago temporal
entre presente y pasado histórico. Estamos frente a una memoria que aparece
atravesada por la configuración posterior a 1974 del tándem López Rega-Triple
A y que coloca a Brunello en la
necesidad de sobre-explicar su desempeño en el Ministerio de Bienestar Social.
En este sentido y más allá del conocimiento que Brunello tuviera en 1973 de las
actividades políticas de López Rega resulta verosímil el relato sobre su papel
en el Ministerio. En vida de Perón no caben dudas que el lugar que no debía
abandonar López Rega era, justamente, Olivos puesto que desde allí cualquiera
se convertía en una auténtica llave de acceso al poder presidencial.
Al comentar su cambio de destino por la
intervención cordobesa, Brunello puntualiza que él mismo intentó mediante un
cambio de estructura ministerial abandonar aquellas funciones pero que una
vacancia de una de las subsecretarías lo obligó a continuar algún tiempo más
hasta que le llegó el ofrecimiento de la intervención. También en su relato se
pregunta si el propio López Rega pudiera haber contribuido a auspiciar su
nombre -era conocida su notoria influencia en el entorno presidencial- como un
modo de desembarazarse de él y en un intento de hacerse cargo del Ministerio de
forma efectiva. Una especulación que podría corresponder con la expansión de la
organización Triple A posterior a febrero/marzo de 1974 que le imponía nuevas necesidades operativas. Veamos lo que
decía Brunello al respecto:
(...) era Secretario General del
Ministerio. En ningún ministerio nacional había una secretaría general, todas
eran secretarías de Estado o subsecretarías. Este era como una especie de
vice-ministerio (...) Yo tratando de zafar del Ministerio, abolí, se abolió por
un decreto la Secretaría General, pero justo en esos días había quedado vacante
la de Promoción Social que estaba a cargo de Salvador Liotta... y entonces me
nombraron secretario de Promoción Social y en esas funciones me fui a Perú
aprovechando los feriados de carnaval porque en esos días el gobierno de
Velasco Alvarado había puesto en funcionamiento la mejor legislación de
Promoción Social de América Latina. Entonces me fui a buscarla y ahí me
sorprendió, estando en Perú, los acontecimientos de Córdoba. (...)Pero después
él [López Rega] fue el que me anunció que me mandaban a Córdoba, así que yo no
sé si no habrá jugado para que yo vaya a Córdoba y sacarme del Ministerio o no,
la verdad. Y cuando estuve allá, lo único que en una oportunidad me dijo: “así
que fuiste a Córdoba a establecer una tercera línea” riéndose. Él militaba en
una posición política muy clara contra las fuerzas de extrema derecha, digamos,
y las de extrema izquierda, las dos. Él tenía mentalidad de policía. Y por
suerte, yo estuve en el Ministerio nada más que pocos meses.[11]
Aquí hay cuanto
menos dos cuestiones a resaltar. En primer lugar, emerge nuevamente esa especie
de "no relación" entre vice ministro y ministro que lo lleva incluso
a la sospecha de una operación política por parte de López Rega para quitarlo
del Ministerio. Pero, a renglón seguido, Brunello desliza una más que curiosa
caracterización de López Rega como un personaje con perfil de policía y que
estaba articulando una posición o corriente política que se oponía tanto a la
"extrema izquierda" como a la "extrema derecha". Esto
último no encuentra encaje alguno con el accionar y posicionamiento ideológico
de la Triple A, de indudable orientación ultra-derechista. El por qué de esta definición del perfil
político de López Rega no se deja traslucir ya que en ningún momento hace la
más mínima defensa del personaje, aunque tampoco lo denosta sino más bien
parece minimizarlo, quitarle relevancia y colocarlo en un lugar de un "no
político", un "hombre con mentalidad de policía" y allí parece
incluir este supuesto posicionamiento contra ambos extremismos. También esta
caracterización podría remitirnos al viejo apotegma "tercerista" del
justicialismo en donde los enemigos son los dos polos imperialistas, aquello de
"ni yanquis ni marxistas". Este podría ser el escenario planteado por
Brunello, en el que López Rega habría desatado una ofensiva tanto hacia la
extrema izquierda como hacia la extrema derecha; pero lo cierto es que nada
aclara al respecto para intentar argumentar cuál había sido el accionar hacía
las supuestas víctimas enroladas en la derecha que complementase lo que es
público y conocido: que el accionar delictivo de López Rega estuvo enteramente
dirigido al perfil izquierdista, revolucionario y/o progresista de sus
víctimas.
En segundo lugar,
Brunello introduce una nota que pudiendo parecer anecdótica no lo es: la
vinculación política entre el tercer gobierno de Perón y el régimen
nacionalista peruano del General Juan Velasco Alvarado. No es casual el interés
por el desarrollo legislativo en materia de promoción social del régimen
peruano, más aún cuando no sólo pueden encontrarse coincidencias ideológicas y
programáticas con el peronismo argentino sino que el propio Perón, al regresar
a Madrid en diciembre de 1972, le dedicó un tiempo y atención especial al
encuentro con Velasco Alvarado en una escala-visita en Lima. De alguna manera,
en una América Latina gobernada a partir de mediados/finales de 1973 por regímenes de facto alineados con EE.UU.
en clave de la Doctrina de Seguridad Nacional, la vía peruana junto con la
experiencia del tercer peronismo en Argentina eran las únicas dos piezas del
escenario sudamericano -a excepción de Colombia y Venezuela- que aún se
resistían a acomodarse a esa nueva geopolítica. Bajo este contexto, pasemos a
analizar el desembarco de Brunello en Córdoba y su intento, como él mismo lo
señala en la entrevista, de trazar una suerte de "tercera vía" frente
al choque de trenes Tendencia-Ortodoxia como eje de la lucha intraperonista en
el escenario cordobés.
Brunello
en la Córdoba del post-Navarrazo
Ya hemos referido
las circunstancias en las que Brunello recibió el ofrecimiento de la
intervención cordobesa: una estadía en Lima -feriado de carnaval- con motivo de
interiorizarse en la legislación social del régimen de Velasco Alvarado. La
ubicación espacial cobra cierta relevancia respecto al desarrollo de los hechos
que habrían llevado a la designación de Brunello si nos atenemos a las
comunicaciones que éste dice haber mantenido desde Lima con referentes del
gobierno nacional, circunstancia que habría sido propicia para colocarlo en el
candelero de candidatos a esa designación. Brunello relata así dichas
circunstancias:
Entonces yo –y le hago el relato- me encontraba en esos días
en Perú y, más allá de las comunicaciones telefónicas, leía los medios de
comunicación pública y notaba sobre todo que las cadenas norteamericanas
-United Press y Society Press- en lugar de comentar los acontecimientos en
forma real empezaron a poner en duda la autoridad de Perón, le decían que cómo
era posible que un presidente que había sido elegido hacía poco con el 62% de
los votos no tenga la compañía del Ejército, de las Fuerzas Armadas para
someter a la policía provincial y reponer a las autoridades constituidas.
Entonces, a raíz de esos mensajes míos telefónicos, cuando llegué de Perú me
dicen: “te vas de interventor federal a Córdoba". Es como si hubiera
metido el dedo en el ventilador, ¿se da cuenta? Y me dieron unas instrucciones
muy concretas -por escrito- en el sentido que dentro de los 180 días tenía que
llamar a elecciones para reconstituir las instituciones.[12]
La
entrada en escena de Brunello en la Córdoba del post-Navarrazo tiene como
antesala, naturalmente, la crisis política cordobesa que llevó al golpe
cívico-policial de Navarro y que remite a una nueva escalada del desatado
conflicto intraperonista Tendencia-Ortodoxia. Este trabajo no pretende ahondar
en las circunstancias políticas que configuran el Navarrazo, pero sí vamos a
rescatar algunos aspectos de los prolegómenos de la decisión de intervenir la
provincia que trae a colación el entrevistado. En este sentido, Brunello no
ahonda en la trama que llevó al secuestro del gobernador, vicegobernador y una
cantidad importante de funcionarios gubernamentales, pero sí en el qué hacer frente a los hechos acaecidos
por parte del presidente Perón. Así, trae a colación dos conversaciones entre
el presidente y el líder radical Ricardo Balbín. En estas entrevistas, Balbín
pasa de requerirle al presidente que se haga lo posible por reponer a las
legítimas autoridades provinciales a mostrarse partidario de la intervención
federal con alcance limitado al Poder Ejecutivo, previo trámite parlamentario.
¿Qué había ocurrido en el ínterin para pasar de un escenario a otro? En
palabras de Brunello había mediado un intento fallido de localizar a Obregón
Cano y López: "...cuatro días después Iñíguez [jefe de la Policía Federal]
comunicó que, pese a todos los esfuerzos, no había podido localizarlos."[13]
Ciertamente, la
lectura de Brunello presupone la prescindencia de Perón en la crisis y lo
coloca en el rol de deber enmendar un daño político-institucional que le ha
sorprendido y del cual parecía no tener "arte ni parte". De esta
manera esos diálogos Perón-Balbín parecen más bien una interconsulta entre
"experimentados cirujanos" que deben tomar una decisión trascendente
frente a un paciente que experimenta una dolencia inesperada. En rigor de
verdad este formato explicativo nos habla tanto del funcionamiento intra-élite
en la esfera del Poder Ejecutivo Nacional -donde los líderes de las fuerzas
políticas mayoritarias pactan y regulan el cuidado de sus intereses- como de la
preservación de la figura presidencial de los conflictos políticos intestinos
del justicialismo. Como si se tratara de un "borrón y cuenta nueva",
Brunello nos presenta el inicio mismo del post-Navarrazo como una nueva hoja
que se abre en esta historia que necesariamente para tener éxito debe clausurar
la anterior. Ahora se trataba de pacificar, de distender y reconstituir el
funcionamiento institucional de la provincia para celebrar elecciones a gobernador
y vice en un lapso temporal de 180 días. A eso y no a otra cosa debía dedicarse
Brunello y con esos propósitos debía desarrollar su propuesta de "tercera
vía". Esto es, ni Obregón Cano y su entorno vinculado a la Tendencia, ni
Navarro y sus compañeros de armas podían ser de la partida.
Con estos
antecedentes, el arribo de Brunello a Córdoba hacia mediados de marzo de 1974
adquiere una connotación política particular al poner de manifiesto su vocación
pacificadora y de respeto y cuidado por el funcionamiento institucional a unos
quince días de haber estallado por los aires las instituciones provinciales. Su
declaración inicial a los periodistas acreditados en Casa Rosada tras una
reunión con el ministro del Interior sobre la decisión de conformar su equipo
de colaboradores sólo con cordobeses, integrando a las distintas sensibilidades
del peronismo local, iba en ese sentido. Tampoco debe sorprender la decisión
del nuevo interventor en excluir lo que él llamaba "los extremos" de
su estrategia integradora hacia el justicialismo cordobés al momento de armar
su equipo de gobierno. En este sentido, la decisión de no aceptar el
nombramiento que el gobernador interino Mario Agodino hiciera confirmando como
Jefe de Policía al sedicioso Navarro, es coherente con esas definiciones
iniciales a las que hiciera referencia Brunello.
Tras su arribo a
Córdoba y más allá de aquel desajuste, en sus primeras decisiones políticas
como interventor federal quedaría sellada su estrategia: distensión y
pacificación en un intento de integración de las distintas sensibilidades del
peronismo local, eso sí, con límites precisos a izquierda y derecha. En
cualquier caso, la tarea no sería fácil y los obstáculos a vencer eran variados
y tenían su propia dinámica. Veamos algunas revelaciones sobre estas primeras
decisiones con las que Brunello procuraba ilustrar el programa que pretendía
desarrollar en Córdoba:
(...)
pero yo le dije al ministro del Interior Llambí: “mire, yo soy hombre de
provincia y de una provincia que ha tenido muchos interventores federales y los
interventores federales siempre fueron llamados la ‘langosta federal’, entonces
yo voy a cambiar el estilo y voy a confiar en los cordobeses, así que voy a
nombrar todo un gabinete de cordobeses”. “Bueno, bueno, ya le llevo los
periodistas”, me sacó ahí y me tiró los periodistas inmediatamente sin tiempo
de más Y uno de ellos me preguntó: “¿Así que Usted va a gobernar con los
cordobeses, así que quiere decir que el jefe de Policía Navarro entra? No, le
digo, no está incluido en la lista”. Lo cual me produjo un enfrentamiento con
Navarro, que se vino volando como diciéndome: “Yo lo esperaba a Usted para
hacerlo entrar por el balcón y Usted me ha tirado por la ventana", me dijo
(risas). No, yo fui y planteé una tercera línea. (...) en el discurso inicial,
que debe estar registrado en los diarios, planteé una línea netamente peronista
y me manejé con la mayor cordura que pude. Traté de hacer un ensamble de las
líneas internas -todos eran de Córdoba-, Mosquera en Gobierno, estaba el Dr.
Berardo en Economía, en la parte de Agricultura y Ganadería sí le pedí a la
Federación Agraria que me diera el candidato y me dieron el candidato ellos,
que ahora está de asesor del gobierno de José Manuel De la Sota, un apellido
cortito tiene, ya me voy a acordar… [El entrevistado se refiere a D. Jorge G.
Hess] Y después estaba Lilly de la Vega que estaba en el Banco Social y la Dra.
de Couzo, se llamaba, en Educación. Fue un año muy difícil.[14]
Brunello -un hombre
de la rama política del peronismo- buscó reemplazar el enfrentamiento frontal
por la negociación y los acuerdos políticos tanto dentro como hacia afuera del
peronismo. Pero hacia las afueras del ámbito político del peronismo se encontró
con dos situaciones bien contrastantes que quedaron reflejadas en la
composición ministerial que refiere y que la subraya en varios momentos de la
entrevista. Mientras que no encontró receptividad a su convocatoria dentro del
campo social-corporativo como fue el caso de la CGT regional Córdoba y el de la
Federación Económica local (CGE), sí la obtuvo del principal partido de la
oposición. Se trataba de los radicales con quienes mantuvo una entente cordial
al punto de haber propiciado para la elección de la presidencia vacante de la
Cámara de Diputados provincial a un legislador de ese partido dado que la
desunión justicialista hacía imposible cubrir el cargo[15].
Otros canales de
exploración para la recomposición de los acuerdos corporativos que
reactualizaran el entretejido del poder provincial fueron, por la vía de la
Iglesia, el del cardenal Primatesta y, por otra parte, el entendimiento con las
FFAA. En este último caso, Brunello refiere la designación del Cnel. (RE) Landa
como Jefe de Policía, quien debía acometer la tarea de "limpiar" la
fuerza de los elementos sediciosos y reinstaurar su funcionamiento
institucional; una pieza central para llevar adelante la tarea que en su
momento le había solicitado Perón: “lo primero que le pido es que restablezca
el principio de autoridad”.[16] Así, en
cierto momento de la entrevista, con el propósito de ilustrar el sentido de su
estrategia de distensión y pacificación, rememora un intercambio de opiniones
que mantuviera con un alto jefe militar con asiento en la provincia sobre cómo
encarar la "lucha contra la subversión". Este relato ilustra de
manera nítida los términos en los que se debatía en aquellas circunstancias el
problema de la violencia armada:
Yo tenía en este aspecto el criterio de que
en el tema había dos carices digamos, uno era el político y el otro era estrictamente
el de la subversión. Y yo busqué siempre dar una respuesta política que hiciera
innecesaria la motivación revolucionaria. Era medio difícil la tarea, pero ese
planteo lo hice inclusive frente a las autoridades militares,
porque el comandante en jefe del Ejército que era en ese momento el Gral. Jorge
Arguindegui, convocó a un grupo de dirigentes para preguntarles cuál era la
opinión frente a lo que estaba empezando a ocurrir de que instalado el gobierno
constitucional seguían los enfrentamientos y afectaban la suerte de militares;
entonces yo opiné que las FFAA no debían participar en la represión aunque eran
afectadas, porque su composición logística hacía que estuvieran dentro de su
seno oficiales, suboficiales, tropa, gente de todas las corrientes políticas
(...)Entonces, si las fuerzas lanzadas a la tarea revolucionaria no
participaban de una convocatoria política hacia la pacificación y demás, bueno,
si había que combatirla que la combatan los medios civiles que el gobierno
tiene que es la policía o, como en algunos otros casos, se ha creado dentro de
la policía organismos especiales, con códigos especiales, armamentos especiales
que sujeto a ciertas reglas(…) porque a veces hay que combatir también en las
reglas que el adversario presenta. Bueno, esa opinión yo la largué y con esa
opinión traté de manejarme cuando estuve en Córdoba.[17]
Aquí se pone de
manifiesto, si se quiere, dos aspectos que convivían en tensión en lo que
respecta a la cuestión de la violencia política. De una parte Brunello apela a
lo que llamaríamos la "lógica de la política" como vía principal de
actuación frente al conflicto, sobre todo al intra-peronista. Por otra parte,
se abre cierta licencia a un tratamiento más propio de la "lógica de la
guerra" dado lo excepcional de las armas que utilizaría ese enemigo
interno que se designa como subversión. En fin, una línea argumental que como
si se tratara de la punta de un ovillo sería rápidamente desplegado por las
FFAA y sus acólitos civiles y eclesiales una vez fallecido Perón, con Isabel en
la presidencia. Por cierto, el argumento madre que dada la polisemia de sus
términos sentó las bases de las más aberrantes violaciones de los DDHH antes y
fundamentalmente después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
En cualquier caso, cabe
incidir en el tramo del relato donde Brunello se ufana en precisar el núcleo de
su estrategia política: recomponer la urdimbre del poder provincial partiendo
del restablecimiento de los acuerdos internos de la rama política de un
peronismo que debiera volver a gravitar sobre el eje doctrinario tradicional
que, genéricamente, podríamos calificar como ortodoxo. Sin embargo, no hay que perder de vista la complejidad y
polisemia de este apelativo. En la Córdoba de 1974, la ortodoxia peronista
estaba básicamente asociada a la Mesa Redonda Peronista Permanente de Julio
Antún, a la nueva conducción de la regional de la CGT con el molinero Bernabé
Bárcena a la cabeza y, extendiendo su alcance, también a los grupos
parapoliciales como es el caso de la versión cordobesa de la Triple A, Comando
Libertadores de América. En efecto, la complejidad del campo ortodoxo
provincial se traduce en la falta de sintonía de sus principales referentes con
el interventor. Tanto el grupo político de Antún como el sindicalismo ortodoxo
de la CGT de Bárcena pasarán de mostrar en sus inicios una cuidada
prescindencia y ascetismo frente a la gestión de Brunello a posicionarse como
críticos hacia agosto-septiembre de 1974.
En otro plano, la
complejidad que conlleva el significante ortodoxia también se hace visible
cuando el entrevistado relata las estrategias que desplegó para neutralizar las
posibles repercusiones conflictivas que los actos de conmemoración del
Cordobazo podían causar en la construcción de acuerdos y de distensión del clima
político en que estaba empeñado. Veamos qué decía Brunello frente al
recalentamiento del escenario político que parecía asomarse hacia finales del
mes de mayo de 1974.
Como si se tratara
de un ciclo ascendente de acción colectiva, al iniciarse el mes de mayo, Tosco
y Salamanca solicitaban autorización para la realización de un acto público
que, según refiere Brunello, en virtud de la vigencia del "Estado de
sitio", debieron realizarlo en la Federación de Box. En este pasaje,
observamos un desplazamiento temporal por el que Brunello retrotrae la vigencia
del Estado de sitio decretado por Isabel Perón con fecha 6 de noviembre de 1974
al mes de mayo de ese año.[18]
Posiblemente, las instrucciones del Ministerio del Interior para restringir e
impedir las manifestaciones públicas de esa aún Córdoba combativa debieron ser los suficientemente duras como para
favorecer aquella asociación entre el clima político de entonces y el estado de
excepción.
En definitiva, un
panorama coherente con la efervescencia social de la Córdoba del otoño de 1974
que parecía necesitar una exteriorización militante que desbordaba la
realización de los actos cerrados. Por este motivo resulta interesante observar
las explicaciones que brinda Brunello sobre la estrategia que desplegó para hacer
frente a la demanda de autorización de un gran acto público de conmemoración
del Cordobazo por parte de los grupos más radicalizados:
Ya
cuando vino la fecha del Cordobazo pidieron autorización para hacerlo en calle
pública. En la plaza del caballo, como la llaman. Yo les dije: “Bueno, esto ya
es más complicado.” Entonces, si planteo el tema en el Ministerio del Interior
me van a decir que no se puede hacer en plaza pública. Entonces yo dije:
“bueno, acá hay que expresarlo políticamente”. Y armé una especie de treta,
porque yo me daba cuenta que la agitación ocurría al cierre del comercio en el
centro de Córdoba y cuando salían los estudiantes de la Universidad, se
juntaban y ahí era el gran alboroto. Entonces cambié el horario del comercio,
en vez de cerrar a las siete u ocho cerraban ahora a las seis de la tarde, que
era una vieja petición de los empleados. Y después dije:“me voy a apropiar del
aniversario del Cordobazo”. Entonces busqué a la viuda del único muerto, un
obrero radical que murió de casualidad de un balazo, que estaba abandonada, le
di una pensión y organicé un oficio religioso el día 29 de mayo a la mañana con
la participación de la viuda. Invité a todos los partidos políticos, a los
gremios, a todos, hicimos en la catedral una ceremonia religiosa. Ellos
insistieron en hacer el acto, lo hicieron al acto y no tuvieron concurrencia,
no juntaron ni mil personas. Y eso que habían ido Firmenich, el Tosco,
Salamanca, Pichinini. Todos se juntaron y cayeron de Buenos Aires, no me olvido
nunca, el actual canciller Timerman que el padre lo tenía en el diario La
Opinión, fue Tomás Eloy Martínez que iba por el diario La Nación (…) Porque era
un acontecimiento enorme: el aniversario del Cordobazo, la provincia
intervenida, juntándose todos ellos, que Firmenich llegó y cuando vio que no
había gente no quiso subir al palco. Entonces los periodistas, que eran amigos
de Funes, porque Funes había hecho periodismo, les dice: “che, tenemos que
verlo al interventor porque los ha derrotado”. Y yo no los derroté, no hice
nada para derrotarlos, yo hice la parte gubernamental, decreté feriado el día,
sumé al gobierno al homenaje e hice el oficio religioso. Entonces les di una
cena, pero off de record -les digo- vamos a hablar pero nada de reportajes,
nada, porque yo no me considero vencedor de nada. Esto transcurrió normalmente
como yo quería y nada más. Ellos no lograron traer la gente, problema de ellos.[19]
Una vez más,
Brunello vuelve a presentarse como un negociador o componedor político en medio
de un escenario en que los actores en pugna estaban sumidos en serios procesos
de confrontación que hacía impensable activar cualquier tipo de estrategia
cooperativa. En el plano gremial, a la conquista de la regional Córdoba de la
CGT por parte de los sectores ortodoxos del sindicalismo cordobés se le oponía
la ratificación de Salamanca como secretario general de la seccional Córdoba
del SMATA. En el plano político, el comienzo del ciclo lectivo en la
Universidad aportaba una militancia juvenil que no dejaba de radicalizar sus
posiciones políticas frente a un gobierno nacional que entraba en una fase casi
irreversible en su enfrentamiento con Montoneros. En ese trance, el interventor
parecía no confiar demasiado en las instrucciones literales del Ministerio del
Interior y, nuevamente, insistía en aquello de expresar los conflictos
políticamente. La idea de jugar a acto
contra acto y en su caso apoyarlo sobre un oficio religioso se inscribe en
un intento de evidenciar la intención de construir hegemonía descartando,
aislando, a lo que se consideraba entonces como los elementos más radicalizados
y no dispuestos a integrarse en el proyecto de unidad nacional promovido por el
gobierno nacional. Aquí estaría inscripta, indudablemente, esa "tercera
vía" a la que aludía Brunello en la entrevista. Por cierto, una
"tercera vía" en perfecta sintonía con los postulados del discurso de
despedida del presidente Perón del 12 de junio de 1974 en Plaza de Mayo:
reivindicación y defensa de una remozada comunidad organizada ahora sustentada
en el Pacto Social y, más ampliamente, en el proceso de reconstrucción nacional
encarado por su gobierno. Al parecer, ese "espíritu" del discurso del
12 de junio parecía habilitar un proceso que se ha especulado podía llegar
inclusive a auspiciar una tregua en la disputa Perón-Montoneros. No obstante,
la muerte del líder justicialista el 1° de julio de 1974 haría que todo esto no
pasara del plano de la especulación.
En estas
circunstancias, la "tercera vía" de Brunello tuvo una trayectoria que
-aunque efímera- intentó ir algo más allá del fallecimiento de Perón. Además,
está estrechamente relacionada con el lugar que ocupara el propio Brunello en
la conducción del justicialismo: la vicepresidencia tercera que, frente a la
muerte de Perón y ante la licencia de Isabel, le significó quedar como virtual
titular de ese convulso Movimiento Nacional Justicialista. Observemos que esta
situación llegaba a su cénit ya bien avanzado el mes de julio de 1974 cuando,
al tiempo que las presiones políticas y corporativas del escenario cordobés
arrinconaban al interventor -ya eran habituales los desplantes de los líderes
gremiales como los de los empresarios autopartistas o de sectores del
justicialismo como el de Julio Antún-, éste aceitaba una suerte de
"salto" al escenario nacional si nos atenemos a lo que con
insistencia proclamaba la prensa provincial.[20] En este
sentido, Brunello concede un espacio central de su relato sobre su paso por el
ejecutivo cordobés a las tratativas que entabló con Balbín para llegar a un
remozado acuerdo nacional. En rigor
de verdad se trató de una serie amplia de negociaciones que -según dejara
trascender- incluiría al núcleo duro de la Tendencia-Montonero. También aludía
a que todo esto podía haberlo trasladado desde la Casa de las Tejas en Córdoba
a Balcarce 50 en Buenos Aires, en tanto candidato a reemplazar a Benito Llambí
como ministro del Interior en caso de prosperar las negociaciones y acuerdos
políticos. Veamos cómo enfoca el profesor Brunello su papel en aquellas
negociaciones:
(...) cuando falleció el Gral. Perón y yo era vicepresidente
del partido aparte de interventor en Córdoba, yo inmediatamente provoqué una
reunión con el radicalismo, con la CGE y la CGT. Nos reunimos en la casa del
ingeniero Bronner... Y les planteé el tema de que teníamos que hacer algo
conjunto a los efectos de sostener el poder de la señora de Perón, porque ya
habían salido algunos que aconsejaban que no tiene capacidad para el cargo, por
qué no va el presidente provisional del Senado; entonces Balbín encontró muy razonable
el planteo y llegamos a un entendimiento de que el peronismo programara una
especie de tregua política que se extendería desde julio de ese año hasta el
mes de marzo del año siguiente a los efectos de permitirle a la señora que se
afirmara en la conducción del gobierno y del peronismo. Y yo le pedí una
entrevista y ella me la dio. (...) el ocho yo estaba en la Casa de Gobierno
presentándole ya a ella, informándole de la reunión con Balbín y los demás y
presentándole el programa que en líneas generales había esbozado. La
Señora-(risas), le cuento-, esa reunión duró una hora y media. Yo tuve un
atrevimiento inicial, le dije: “Señora, la mitad del país que es peronista o un
poquito más tiene dudas si Usted tiene condiciones para ser la jefa del Movimiento
y la otra mitad que no lo es duda si Usted tiene condiciones para ejercer la
presidencia de la República, de tal manera que yo provoqué esta reunión con el
principal adversario y las dos organizaciones básicas, la CGT y la CGE para
crearle a Usted una tregua que le facilite en este tiempo de nueve meses que
Usted demuestre que puede tomar la conducción del país y también la jefatura
del Movimiento. Explíquemelo -me dijo- (...) Y a la hora entró López Rega y se
sentó, la Señora estaba acá y se sentó ahí y dice: “Brunello, te tenés que
convencer que Perón ha muerto y que la que gobierna es la Señora, ahora. Y sin
que yo le contestara, la Señora le dijo: “Ministro, me hace el favor, se
retira”. Y se retiró, se fue y yo seguí hablando. Al terminar, la Señora me
dijo: “Brunello, escuché atentamente -y dice-, de Perón aprendí una sola cosa,
que en política siempre hay que sumar". Agarró un papel e hizo un signo de
suma y dijo "adelante con el plan”.[21]
Sea
como fuere, el salto a la Nación no se produjo y más bien su estrategia y
negociaciones parecen haber naufragado al tiempo que ni siquiera pudo hacer
prevalecer su postura de convocar a elecciones cuando se acercaba el plazo
convenido con el extinto ex presidente. Así, en la primera semana del mes de
septiembre de 1974 acabará renunciado a la intervención. En otras palabras, ni
Córdoba, ni el Ministerio del Interior; pero no sólo eso, el ensayo provincial
de una "tercera vía" fracasaba en Córdoba y, concomitantemente, no
lograba exportarse a la Nación. Los cambios en el gabinete nacional de finales
del mes de agosto que catapultaban a la primera línea de gobierno a Alberto
Rocamora en Interior, Adolfo Savino en Defensa, Oscar Ivannisevich en Educación
junto al ulterior nombramiento de Gómez Morales en Economía, diluyeron por
completo la no nata propuesta de
"tercera vía".[22] Y, como
bien lo deja entender el propio Brunello, allí nomás dejaba de brillar su
estrella política para dar paso a un firmamento donde las nubes tomarían el
relevo:
Entonces yo me lancé y lo primero que hice, provoqué una
reunión de partidos políticos el 31 de agosto, había pasado un mes más o menos
en el salón dorado del Plaza Hotel. Y fueron todos los partidos políticos,
incluso el Partido Federal de Manrique apareció. Y en esa reunión aprobamos
tres puntos: primero un reconocimiento histórico a Perón, que Manrique lo votó
también; segundo, ratificar que la continuidad institucional pasaba por la
persona de la vicepresidencia de la República y tercero, nombrar una comisión
para actualizar las pautas programáticas de la reunión del restaurante Nino. Y
ese fue mi acabose, porque ya la reunión se hizo muy fuerte y me llaman a
Buenos Aires para decirme, el Ministro del Interior Rocamora, que yo me tenía
que quedar al frente de la intervención federal hasta el final del período del
gobernador. Y yo tengo instrucciones distintas y además está de por medio el
compromiso de Perón con Balbín y yo no puedo actuar en contra de los
sentimientos y el compromiso de mi jefe natural que fue Perón. Que venga otro,
por eso va Lacabanne a terminar el período.[23]
Brunello y la política que no fue: balance
En
la Argentina y en la Córdoba del ecuador de 1974 el mero ensayo de las
estrategias políticas promovidas y desplegadas por Brunello nos habilita a
readaptar el formato clásico de aquella pregunta con la que irrumpe la historia
contemporánea en un Qu'est-ce que la
"tercera vía"? Aunque parezca desproporcionado el formato de la
formulación, la idea sería lograr entrever en medio del espiral de un conflicto
político crecientemente violento, un marco de entendimiento y de cooperación
entre los actores políticos y sociales más representativos.
Ciertamente, el
relato de Brunello sobre su actuación en el inmediato post-Navarrazo es rico al
momento de aportar elementos y ciertas claves interpretativas que nos permiten
formularnos aquella pregunta acerca de la relevancia y el contenido efectivo de
dicha plataforma de pacificación y entendimiento político. Los interrogantes
que se desprenden de esa pregunta madre son múltiples aunque sus posibles
respuestas parecerían quiméricas: ¿se trataba sólo de acuerdos de cúpulas para
preservar intereses meramente corporativos?; ¿abrir esas instancias de
pacificación y diálogo político significaba resignar aspiraciones populares
importantes contenidas en el programa que llevó al peronismo al gobierno el 25
de mayo de 1973?
A más de cuatro décadas del escenario en que
se inscribe el relato de Brunello, esas preguntas podrían parecer excesivas
para lo que a primera vista pretendía ser un intento de explorar una ruta
alternativa por la que pudiera transitar aquella política enfrascada en el
conflicto intraperonista Tendencia-Ortodoxia. Un conflicto que acabó desbordado
y por lo tanto haciendo inviable cualquier intento de "tercera vía"
en el sentido planteado por Brunello. Ahora bien, a la luz de los elementos que
Brunello deja entrever sobre lo que implicaría ese proyecto de "tercera
vía", hay uno que subyace a lo largo de su relato: la relación que conecta
esa idea de entendimiento o consenso político en el nivel de la dirigencia política y social y el objetivo de desactivar
la movilización social. En otros términos, esa "tercera vía" asocia
aquel objetivo de la pacificación y unión nacional con la desmovilización de
una sociedad a la que se consideraba excesivamente movilizada. Lo cierto es que
con el fracaso de esa "tercera vía", también vemos retroceder el
papel e influencia de la denominada rama política del justicialismo; ese
conglomerado informe de funcionarios y ex funcionarios del peronismo histórico
que lo volvían algo más asimilable a un partido político clásico -en términos
de Duverger- y que pudiera haber actuado como correa trasmisora del sistema
político con los partidos de la oposición.[24]
Por último, estas claves que nos brinda Brunello
sobre el ¿qué hacer? -otra gran
pregunta de la historia contemporánea- frente al vacío político que dejara el
fallecimiento de Perón, nos lleva a repensar el sentido de lo que ha dado en
llamarse el discurso de despedida en Plaza de Mayo del 12 de junio de 1974,
cuando el anciano líder justicialista hiciera un clamoroso llamado al
entendimiento, a la unidad nacional y a la pacificación entre los argentinos al
tiempo que advertía sobre el conglomerado de intereses anti populares empeñados
en hacer fracasar el Pacto Social. En fin, el relato de Brunello nos conecta
con una coyuntura política cuyos entreveros, desvelos y conflictos de intereses
nos habilita a pensar hasta qué punto la apelación al rol de la política en
clave de cooperación y acuerdos entre los partidos y fuerzas sociales
mayoritarias -como contraposición a lógica criminal de la violencia de Estado-
no presupone un "sacrificio inconfeso": la desactivación militante y
la desmovilización social. En este sentido cabría formularse otro interrogante,
si realmente aquellas apelaciones al entendimiento político de cúpulas, como un
sustituto de la movilización social y de la activación militante, es realmente
viable en un contexto donde la violencia ha tomado el relevo de la política y
en el cual la idea de democracia se desvanece en un concepto meramente
defensivo de derechos en vías de extinción.
Bibliografía
ANTÚNEZ, Damián Caras Extrañas. La Tendencia Revolucionaria
del Peronismo en los gobiernos provinciales. (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza,
Santa Cruz y Salta, 1973-1974), Prohistoria, Rosario, 2015.
BRENNAN, James y Marcelo
ROUGIER. Perón y la burguesía argentina:
el proyecto de un capitalismo nacional y sus límites, Lenguaje Claro
Editora, Buenos Aires, 2013.
DUVERGER, Maurice Los
partidos políticos, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1957.
FERRERO, Roberto El navarrazo y el gobierno de Obregón Cano,
Alición, 1995.
PUJOL, Sergio,
"Rebeldes y modernos: una cultura de los jóvenes", en JAMES, Daniel
(Dir.) Nueva Historia Argentina,
Sudamericana, Buenos Aires, 2007, pp.
281-328.
SEOANE, María El burgués maldito. Planeta, Buenos
Aires, 1998.
SERVETTO, Alicia 73/76. El gobierno peronista contra las
‘provincias montoneras’, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2010.
SERVETTO, Alicia De la Córdoba combativa a la Córdoba
militarizada 1973-1976, Ferreyra, Córdoba, 1998.
Fuentes escritas
Córdoba,
Córdoba,
13/07/1974, p. 3 y 14/07/1974, p. 4.
Decreto 1368/74 de Estado
de Sitio: BO 7-11-1974, AdLA, XXXIV-D, p.3525.
Gente.
Suplemento. Fotos. Hechos- Testimonios de 1035 dramáticos días, agosto de 1976,
pp. 214-215.
InfoLeg.
Información Legislativa [en línea]. Buenos Aires (Argentina): Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos. Presidencia de la Nación [consulta 1-5-2016].
Enlace: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=FD70F34491CC62550BE488C6D5C50A0A?id=202522
Entrevistas
BÉJAR, Carlos. Entrevista realizada el 17 de
septiembre de 1999 en la ciudad de Córdoba. Entrevistadoras: SERVETTO, Alicia y
Marta PHILP, citado en SERVETTO, Alicia "Tensiones y contradicciones del tercer gobierno peronista en Córdoba,
1973-1976", en TCACH, César (Coord.) Córdoba Bicentenaria:
claves de su historia contemporánea, CEA y UNC, Córdoba, 2010, pp. 389-416.
BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
FECHA DE RECEPCIÓN:
FECHA DE ACEPTACIÓN:
* Doctor en Historia por la
Universidad de Salamanca. Profesor adjunto en las cátedras Historia Social y
Económica Argentina, Historia del Mundo Contemporáneo, Actualidad Informativa y
Análisis Político, Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de
Río Cuarto (UNRC). Miembro de la Asociación de Historia Oral de la República
Argentina (AHORA). Este artículo deviene de una ponencia inédita presentada en
el XII Encuentro Nacional y VI Congreso Internacional de Historia Oral de
Argentina, realizados en Tucumán del 5 al 8 de octubre de 2016.
[1] La relación-vinculación entre
el espacio político y social de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo y la
organización Montoneros es abordada en ANTÚNEZ, Damián Caras Extrañas. La Tendencia Revolucionaria del Peronismo en los
gobiernos provinciales. (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta,
1973-1974), Prohistoria, Rosario, 2015.
[2]
Algunos de los trabajos que por pioneros no podemos dejar de mencionar son:
FERRERO, Roberto El navarrazo y el
gobierno de Obregón Cano, Alición, 1995; SERVETTO, Alicia De la Córdoba combativa a la Córdoba
militarizada 1973-1976, Ferreyra, Córdoba, 1998; SERVETTO, Alicia 73/76. El gobierno peronista contra las
‘provincias montoneras’, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2010.
[3] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[4] Cfte. SEOANE, María El burgués maldito. Planeta, Buenos
Aires, 1998.
[5] Cfte. SEOANE, María El burgués, op. cit., p. 64.
[6] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[7] Cfte. BRENNAN, James y Marcelo
ROUGIER. Perón y la burguesía argentina:
el proyecto de un capitalismo nacional y sus límites, Lenguaje Claro
Editora, Buenos Aires, 2013.
[8] En lo que respecta a la
consideración de la juventud y lo juvenil como nueva categoría social, ver:
PUJOL, Sergio, "Rebeldes y modernos: una cultura de los jóvenes", en
JAMES, Daniel (Dir.) Nueva Historia
Argentina, Sudamericana, Buenos
Aires, 2007, pp. 281-328.
[9] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[10] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[11] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez. En referencia a los nombramiento en Bienestar
Social a los que hace referencia Brunello ver: InfoLeg. Información Legislativa [en línea]. Buenos Aires
(Argentina): Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Presidencia de la
Nación [consulta 1-5-2016]. Enlace:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=FD70F34491CC62550BE488C6D5C50A0A?id=202522
[12] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[13] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[14] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[15] Se trata del
diputado radical Ramón Zavala. En este mismo sentido resulta interesante traer
una entrevista realizada a Carlos Béjar, en ese momento presidente del Bloque de
la UCR en la Cámara de Diputados Provincial: "El
bloque peronista en el año
hombres,
para la presidencia de la cámara, aduciendo que ellos eran mayoría, a lo que yo
les digo, ustedes son mayoría pero juntos, no divididos, y nosotros,
reconocemos que la presidencia de la cámara les corresponde a ustedes, pero
juntos, no vamos a tomar partido en la interna peronista (…). Lo razonable es
que nosotros vamos a proponer un candidato nuestro hasta que ustedes arreglen
sus problemas internos". BÉJAR,
Carlos. Entrevista realizada el 17 de septiembre de 1999 en la ciudad de
Córdoba. Entrevistadoras: SERVETTO, Alicia y Marta PHILP, citado en SERVETTO,
Alicia "Tensiones y
contradicciones del tercer gobierno peronista en Córdoba, 1973-1976", en
TCACH, César (Coord.) Córdoba Bicentenaria: claves de su historia
contemporánea, CEA y UNC, Córdoba, 2010, pp. 389-416.
[16] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[17] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[18] Decreto 1368/74 de Estado de
Sitio: BO 7-11-1974, AdLA, XXXIV-D, p.3525.
[19] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[20] Córdoba, Córdoba, 13/07/1974, p. 3 y 14/07/1974, p. 4.
[21] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[22] Gente. Suplemento. Fotos. Hechos- Testimonios de 1035 dramáticos días, agosto
de 1976, pp. 214-215.
[23] BRUNELLO, Duilio Rafael.
Entrevista realizada el 1 de agosto de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Entrevistador: Damián Antúnez.
[24] Cfte. DUVERGER, Maurice Los partidos políticos, Fondo de Cultura
Económica, México DF, 1957.