Página 2 | Revista de Educación en Biología, Vol. 27, Nº 1, Enero 2024
Entrevistas
En este tipo de concepciones subyace el esencialismo, un modo de razonar que
es la base de cualquier clasicación y que implica suponer varias cosas. Primero, que
existen categorías discretas. Segundo, que esas categorías pueden representarse en base
a un prototipo/estereotipo, lo que genera que la variabilidad sea despreciable. Esto es
clave en el razonamiento de las y los estudiantes; tienden a pensar la población como
homogénea y, además, que todos sus integrantes se comportan de la misma manera
-todos “evolucionan”-. Tercero, implica determinismo, que se ve cuando los estudiantes
explican que frente a un cambio ambiental los organismos evolucionan o no; es decir, no
dotan de probabilidades a esos escenarios. Cuarto, y lo más difícil de analizar, pensar de
manera esencialista involucra asumir una esencia que explicaría por qué los miembros de
esa categoría se comportan como lo hacen.
Desde la psicología cognitiva, estos modos de razonar están bien estudiados, y
tanto nosotros como nuestros estudiantes los ponemos en juego en el momento de usar o
construir modelos cientícos. En términos didácticos, estos modos de razonar, en general,
dicultan la comprensión del modelo cientíco porque chocan con algunos elementos
contraintuitivos del mismo. Por eso, llamamos a esas formas de razonamiento “obstáculos
epistemológicos”.
Si volvemos al caso del esencialismo y la evolución, pensar de manera esencialista
diculta comprender, entre otras cosas, la importancia de la variabilidad para el proceso de
selección natural, o que unas especies puedan ser descendientes de otras.
¿Cómo se pueden usar estas investigaciones para promover aprendiza-
jes?
El abordaje didáctico con el que trabajamos -y analizamos en nuestras investigaciones-
es que las y los estudiantes desarrollen una vigilancia metacognitiva sobre estos obstáculos,
en el sentido de hacerse conscientes de ellos y poder regularlos a la hora de construir o usar
el modelo cientíco de referencia para explicar algo. Por ejemplo, hacerse conscientes de
qué es el esencialismo, dónde lo pueden identicar, qué tipos de expresiones adopta y, en
caso de encontrar un conicto, qué explicaciones alternativas pueden construir utilizando
los modelos de la biología.
Algunos autores y autoras sostienen que trabajar explícitamente sobre los modos
de razonar en el aula -lo que llamamos metacognición- no sólo está ligado a la vigilancia
metacognitiva, sino que también permite a las y los estudiantes comprender mejor lo que
se aprende, ser más conscientes de sus propias estrategias cognitivas, planicar mejor
la tarea que realizan, entre otras cosas. Incluso, ser metacognitivo y poder controlar los
sesgos cognitivos es una de las habilidades clave incluídas en lo que las y los autores
llaman el pensamiento crítico.