Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional.
Recial Vol. XV. 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. Silvina Mercadal, Gabriel Montali y Diego
Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v16.n26.47192
La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las
revistas literarias y culturales de los 80 en Villa María (Córdoba,
Argentina)
Silvina Mercadal
Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, Argentina
silvinamercadal@gmail.com
ORCID:009-0000-9842-882X
Diego Vigna
CONICET, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
diegovigna@unc.edu.ar
ORCID: 0000-0002-1353-6408
Gabriel Montali
Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, Argentina
gabrielmontali82@gmail.com
ORCID:0000-0002-7197-895X
Recibido 29/05/2024. Aceptado 13/09/2024
Resumen
En este trabajo nos proponemos recuperar contribuciones del campo de estudios sobre las
revistas, en vínculo con la crítica cultural, para analizar el corpus de revistas culturales y
literarias independientes publicadas en Villa María en la década del 80. En el período de la
transición democrática denominado también posdictadura, las revistas constituyen un
espacio clave para analizar la constitución de tramas culturales y la génesis de trayectorias
autorales, que además intentan transformar la “fuerte matriz autoritaria” (Patiño, 2007) que
había fracturado y dejado sus huellas en la sociedad argentina. En este sentido, la crítica cultural
aporta herramientas para analizar los modos de interpelación estética, las estrategias de
intervención, y las formas de disidencia que se pueden leer en las publicaciones. El análisis no
pretende ser exhaustivo, sino explorar desde una lectura mixta (panorámica y sintomal) los
rasgos de la trama cultural en el período de la transición. Así, nos preguntamos: ¿cuáles son las
experiencias estéticas emergentes en la época? ¿Qué aspectos de las publicaciones exponen
formas de crítica cultural? ¿Cómo se expresan formas de disidencia en el período de la
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transición democrática? Para concluir, a fines de la década se constata el paso hacia una
segunda transición, que explica ciertas escrituras del desencanto.
Palabras clave: revistas literarias y culturales; crítica cultural; transición democrática;
archivos; Villa María
The Writing of Disenchantment: A Reading of the Forms of Dissent in the Literary and
Cultural Magazines of the 80s in Villa María (Córdoba, Argentina)
Abstract
In this paper, we aim to recover contributions from the field of studies on magazines, in
connection with cultural criticism, to analyze the corpus of independent cultural and literary
magazines published in Villa María in the 1980s. During the period of democratic transition
also referred to as the post-dictatorship era magazines constitute a key space for analyzing
the reconstruction of cultural frameworks and the genesis of authorial trajectories, which also
attempt to transform the “strong authoritarian pattern” (Patiño, 2007) that had fractured and left
its marks on Argentine society. In this regard, cultural criticism provides tools to analyze the
modes of aesthetic interpellation, intervention strategies, and forms of dissent that can be read
in the publications. The analysis does not intend to be exhaustive, but rather to explore, through
a mixed reading (panoramic and symptomatic), the features of the cultural framework during
the transition period. Thus, we ask ourselves: what are the emerging aesthetic experiences of
the time? What aspects of the publications reveal forms of cultural criticism? How are forms
of dissent expressed during the period of democratic transition? To conclude, at the end of the
decade there is a move towards a second transition, which explains certain writings of
disenchantment.
Keywords: literary and cultural magazines; cultural criticism; democratic transition;
archives; Villa María
Introducción
En los últimos veinte años, lo que se conoce como “giro material” (Tarcus, 2020) en la
historia intelectual, ha incorporado en un lugar relevante el estudio de las revistas literarias y
culturales en tanto soportes materiales donde se pueden analizar procesos culturales complejos,
a saber: la configuración de espacios de sociabilidad con voluntad de intervención en el espacio
público, en tanto instancias de construcción de legitimidad al interior de un campo, o bien como
laboratorios de prácticas culturales innovadoras. Si se considera la emergencia del nero, la
revista impresa dominó la escena intelectual en el siglo XX hasta su declive a comienzos del
siglo XXI con la expansión de la cultura digital
1
.
En esta línea, resulta relevante analizar el corpus que constituyen una serie de publicaciones
realizadas en Villa María
2
durante el período conocido como de transición democrática, el que
involucra la transformación de la “fuerte matriz autoritaria” (Patiño, 2007) que se había
instalado en la sociedad argentina, el proceso de cambio social en torno a una nueva cultura
política democrática y la importancia de la reconstrucción del espacio público en este proceso.
La emergencia de una serie de publicaciones durante este período en esta ciudad resulta
singular, lo que conduce a pensar en la importancia de considerar la constitución de tramas
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culturales en ese momento, y reconocer el carácter situado de la experiencia cultural vinculada
a procesos históricos desde una posición extracéntrica
3
(Budassi y Marinzalda, 2020), esto es,
exterior a los grandes centros urbanos.
En las últimas décadas como se indicó las revistas literarias y culturales han suscitado
un interés inédito en tanto reservorios donde explorar textos programáticos de corrientes
estético-ideológicas, pero, además, fuente de hallazgos donde rescatar textos marginales o
juveniles de los grandes escritores. En los estudios históricos y culturales comienzan a ser
reconocidas como “actores colectivos” con un rol importante en la construcción de “tramas
culturales” (Tarcus, 2020, p. 9). Las condiciones de acceso a los materiales que emprendieron
centros de estudio e instituciones públicas como las ediciones facsimilares que realizó la
Biblioteca Nacional estimularon la emergencia de este campo de estudios en el que
convergen disciplinas diversas historia de la literatura, estudios culturales, teoría de la
comunicación, crítica cultural, entre otras, luego, el “giro material” en la historia intelectual
coloca a los estudios sobre revistas en un lugar cada vez más relevante.
El origen de esta línea de trabajo se vincula con el proyecto “Archivo de Revistas de Córdoba
(REC): consignación, domiciliación y estudio crítico de las publicaciones periódicas culturales
de la provincia”, que busca recuperar, sistematizar y poner a disposición, desde el soporte
digital en red, la historia de esa producción en los siglos XX y XXI. El encuadre geográfico
pretende ampliar el desarrollo que vienen realizando instituciones públicas y equipos de
investigación a nivel nacional y regional en torno a la generación de archivos digitales de libre
consulta
4
. En este marco, se realizó el relevamiento de las revistas culturales e independientes
publicadas en Villa María durante el período de la transición democrática, a saber: Nexo (1980-
1981), Chauchas y Palitos (1982), Luna Quemada (1982-1983), Impulso (1982-1983), Cultura
Nacional (1983-1984), Arte (1984), Huérfanos (1984-1985), Río de Pájaros (1985-1987), El
Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol (1987-1991) y El País del Interior (1991-1992).
El mencionado corpus parece cubrir un ciclo de efervescencia en la cultura local, estimulado
por el proceso de apertura democrática, la recuperación del espacio público y la voluntad de
intervenir en ciertos debates.
En este sentido, lo que torna interesante el estudio de estas publicaciones además de las
dimensiones consideradas es el carácter singular de ese momento de la cultura local. A
distancia de los grandes centros urbanos
5
, entre 1980 y 1992 se publicaron en Villa María al
menos diez revistas culturales y literarias, a cargo de distintos actores (escritores, poetas,
dramaturgos, periodistas, dibujantes e ilustradores), casi sin solaparse en sus períodos de
existencia, pues las publicaciones se articulan en sentido cronológico. En la consideración de
los casos es posible hablar de autonomía creativa, pero resulta relevante además pensar el
carácter colectivo de esta formación emergente, debido a que las revistas expresan a los grupos
y son espacios en los que se inician trayectorias autorales. En particular, en este trabajo
abordamos las revistas literarias y culturales, que complementa el estudio de las dedicadas a la
agenda político-cultural, indisociable del trabajo periodístico. Por lo tanto, solo analizamos las
revistas Luna Quemada, Arte y El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol.
Las preguntas en torno al corpus remiten a lo que el archivo revela sobre la época, en un
período donde la “cuestión democrática” supone la redefinición de las relaciones entre cultura
y política (Patiño, 2004). El análisis no pretende ser exhaustivo, sino más bien atender al detalle
revelador. Si se considera el corpus como una suerte de friso temporal, que expone rupturas y
continuidades, la democracia aparece asociada a la reconfiguración de una esfera pública
reconquistada y a la transformación de la experiencia social que se expresa como un cambio de
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lenguaje. En este sentido, consideramos que el estudio de las revistas permite reponer desde
una lectura mixta (panorámica y sintomal), la recomposición de la trama cultural que
materializan estéticas emergentes y sensibilidades de la época. Así, nos podemos preguntar:
¿cuáles son las experiencias estéticas emergentes en la época? ¿Qué aspectos de las
publicaciones exponen formas de crítica cultural? ¿Cómo se expresa la disidencia en el período
de la transición democrática?
Los años 80 en las revistas
El campo de estudios dedicado a las revistas culturales tiene una consistente tradición teórica
que en las últimas décadas ha incorporado, entre las dimensiones de análisis, la importancia de
atender a la voluntad de intervención en el debate público y la crítica de los discursos
dominantes (Patiño, 2008; Crespo, 2010; Weimberg, 2011). En un sucinto repaso, cabe
mencionar que en los años ochenta el modelo crítico de los estudios sobre publicaciones
periódicas se realiza en el cruce de los estudios culturales con la sociología de la cultura
6
(Patiño, 2008). En Literatura/Sociedad
7
(1983) trabajo precursor de esta última
orientación Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano realizan el examen de discusiones teóricas a
la vez que consideran que la literatura puede ser explorada en su dimensión institucional
como espacio de prácticas, discursos e instituciones. En términos de Verónica Delgado: “las
revistas fueron consideradas en tanto redes de la crítica y como formas de articulación del
discurso de un grupo, como formaciones culturales” (Delgado, 2014, p. 13). Para Delgado, el
resultado de esta operación fue una lectura canónica de los supuestos críticos de Raymond
Williams, los que se articularon con las nociones de campo intelectual/literario de Pierre
Bourdieu.
En general, las revistas “intelectuales” y “culturales” fueron analizadas como formas de
generar una opinión autorizada en un campo particular. A la vez, se consideran dentro de
condiciones sociales y culturales precisas, también las respectivas ideologías, que no pueden
ser equiparadas con el grupo social del que proceden sus miembros. Esta perspectiva tuvo un
importante influjo en los estudios sobre revistas culturales y literarias, Delgado la sintetiza de
la siguiente manera:
Se focalizaron, en gran medida, en el análisis de diversas relaciones, las que más
allá de su resolución, ocupan un lugar central tanto en el materialismo cultural
de Williams como en la sociología de la producción cultural de Bourdieu: la
relación entre intelectuales y política; entre crítica y política; entre élites
culturales y cultura popular; entre clase y producción cultural; entre minorías
culturales periféricas y focos de modernización cultural; entre las prácticas
especializadas, orden social histórico e instituciones. (Delgado, 2014, p. 17)
Beatriz Sarlo señala los aspectos centrales a considerar: la revista en tanto forma de
intervención cultural tiene un énfasis público, busca incidir en el presente aunque alcance
resonancias en el futuro. Para la autora, “la sintaxis de las revistas” está marcada por el
presente en el que pretendieron intervenir a primera vista aparece en los índices y no en la
colección de textos individuales. En esa sintaxis se revelan los problemas que definieron su
tiempo. Escribe:
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La historia de las vanguardias latinoamericanas podría hacerse a través de las
revistas (en verdad, Jorge Schwartz lo ha demostrado); los procesos de
modernización cultural tuvieron a las revistas como instrumento; los debates
tienen su arena en las revistas. Podemos decir: con la decadencia de Sur y la
aparición de Contorno, finaliza una etapa de la hegemonía de una élite sobre la
cultura argentina. Podemos decir: el surrealismo hace una segunda entrada en
Buenos Aires con A Partir de Cero. Podemos decir: Cortázar ocupa el
principado del sistema literario cuando ese lugar le es reconocido al mismo
tiempo por Casa de las Américas y por los jóvenes de El Escarabajo de Oro, y
desciende de allí cuando Borges entra a ser legitimado en las revistas culturales
de izquierda. (Sarlo, 1992, p. 11)
Con base en las revistas se puede realizar la historia de los conflictos en la tradición literaria,
pero también la ampliación del objeto de la crítica a las expresiones de la cultura popular y
mediática. El discurso de las revistas no es solo teórico-crítico, sino que establece posiciones
políticas, es decir, la política de una revista surge de las elecciones textuales y gráficas
formato, secciones, títulos, y de su relación con los discursos sociales
8
. Para los estudios
críticos, las revistas son constructoras informales de genealogías y proyectos intelectuales,
ofrecen aspectos de la experiencia social en proceso, es decir, un sentido inmediato del estado
de movilidad del pensamiento y la sensibilidad. Asimismo, en una cultura tan débilmente
institucionalizada como la nuestra afirma Patiño, las revistas han sido el espacio de
exposición de los principales núcleos estético-ideológicos que atraviesan el siglo XX (Patiño,
2008).
Por su parte, Sarlo plantea que las revistas forman parte de ciclos de impulso hacia lo
público, donde a la voluntad programática que no siempre es explícita, pero se puede leer en
la elección de determinados contenidos, se suma la necesidad de constituir un espacio de
expresión social. Las revistas son además proyectos colectivos, que suelen estar definidos en
los consejos de dirección. Si consideramos que en Villa María las revistas exponen a la vez que
constituyen tramas culturales que aún no se han integrado a las políticas públicas, no solo
realizan una importante intervención pública sino que constituyen una política cultural. La
revista como práctica de producción y circulación social de la palabra está atada a su presente;
aunque luego pueda constituir un corpus valioso para interrogar el pasado, su forma de
intervención se realiza sobre el presente. Nada es más viejo que una revista vieja” afirma
Sarlo (1992), aunque, a posteriori, lo que promovía puede formar parte de la cultura común.
El aspecto metodológico del estudio de las revistas involucra la consideración de distintas
dimensiones: objetos de la historia cultural que tensan la relación pasado/presente, espacios de
debates estéticos e ideológicos y de construcción de “genealogías legitimantes” (Tarcus, 2020);
los discursos que las caracterizan nos confrontan, además, con aquello que Nelly Richard llama
“una precaria narrativa del residuo” (Richard, 2013). En el análisis de este material, las
contribuciones de la crítica cultural plantean problemas específicos, lo que supone considerar
las prácticas de escritura de las que la revista es soporte, la forma de intervención cultural que
postula, la existencia explícita o implícita de cierta “voluntad programática” (Delgado, 2014),
el reconocimiento de temas y problemas que concitan atención, la constitución del grupo la
caracterización de su ethos y los cambios contextuales e internos que la atraviesan.
Con todo, pensar los os ochenta en las revistas supone atender “la problemática que
definió aquel presente” (Sarlo, 1991, p. 10), pues constituyen espacios de alineamiento y
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conflicto en el tiempo que les compete: el presente. La necesidad de revisar esa década, a la
vez, permite problematizar la coyuntura actual y reflexionar sobre la deriva política de la
cuestión democrática, a partir de prácticas creativas que expresan formas de interpelación. La
transición implicó, como afirmó Patiño (1997; 2006), la emergencia de un entramado social
que procuró transformar la matriz autoritaria impuesta (no solo por la última dictadura, sino
por rupturas de orden democrático previas y sucesivas), con el propósito de inaugurar una nueva
cultura política, que tuvo su traducción en los debates del campo intelectual y artístico (Patiño,
2006). La reconstrucción de la esfera pública, obturada por la censura y la represión, tiene por
escena tales debates, y el cuestionamiento de lo menos visible, como los “patrones autoritarios
internalizados en los microcontextos de la vida cotidiana” (Patiño, 2006), algo que aparece en
las revistas publicadas en Villa María.
Los ochenta fueron pensados desde distintas dimensiones abordadas por la crítica cultural,
con el diagnóstico de fondo respecto de cómo rearmar el tejido social atravesando el
desencanto de la modernidad, tal la síntesis de Garbatsky y Gasparri (2021) en el prólogo a
un trabajo sobre la década. La intensidad estética, cultural e ideológica de aquellos años fue
pensada desde los restos metamorfoseados del horror, la “deslimitación de los cuerpos y los
géneros”, el regreso de los ecosistemas de artistas y las formas novedosas de politizar las
prácticas. En este sentido, las prácticas procuraban producir una ruptura con las formas de
concebir lo que Richard llamó el “repertorio simbólico de la historia reciente” (2013, p. 109).
Richard elabora un modelo para pensar la temporalidad de la década en la estela que dejaron el
genocidio, la tortura y las desapariciones. En esta perspectiva, no resulta decisiva la
delimitación cronológica del período, como las marcas de su inicio y su “demolición”
(Garbatsky y Gasparri, 2021). Richard parte de la “falta de sepultura” como imagen de un
proceso que no termina de asimilar el sentido de la pérdida, y que perpetúa la naturaleza
transicional de lo inacabado. La falta de sepultura es condición de una temporalidad inconclusa,
basada en una cadena de horrores (el genocida, el neoliberal) que también “abre la exploración
de sus capas superpuestas por una memoria activa y disconforme” (p. 109).
A partir del trabajo de Mario Cámara con el archivo de Roberto Jacoby, Garbatsky y
Gasparri recuperan también ese modo de eludir el abordaje cronológico para atender a los
“hitos”, esto es, a las prácticas en el campo cultural que han tenido un impacto en la época
(2021, p. 7). Si el comienzo indiscutible afirman se sitúa en las expectativas de refundación
institucional, con la recuperación de los lazos sociales, [y/o] el reconocimiento de derechos
humanos o sexuales, las marcas de su “demolición” estarían en los indultos, la crisis económica,
la implantación del neoliberalismo, el sida (2021). Acá nos interesa, no obstante, hacer una
salvedad, y es que el derrumbe de los ideales progresistas no comienza con la transición sino
con la dictadura. Los indultos posteriores, y la reversión neoliberal menemista, son sombras
proyectadas desde el horizonte del modelo económico dictatorial (Usubiaga, 2021) que cubren
la restauración democrática a través del desencanto, el cuestionamiento de la idea de progreso,
en paralelo al debate sobre los derechos civiles.
Por último, cabe mencionar que las revistas porteñas de los ochenta fueron estudiadas como
escenario privilegiado de las prácticas intelectuales. Roxana Patiño, como figura ejemplar,
pensó los ochenta en las revistas a partir de la “máquina de interpretar” que montaron
intelectuales, escritores y artistas (2006). El aporte sustancial de Patiño es que tales
interpretaciones no se relativizan en la dimensión estética, pues las revistas estrictamente
literarias habilitan lecturas complejas acerca de la sensibilidad social y cultural. La literatura y
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sus desvíos también dan cuenta de una política que implica el diálogo con las tensiones y
redefiniciones de la esfera pública, como se podrá ver en los casos que siguen.
Sobre el método, o el pasado como “campo de citas”
Nelly Richard retoma de Walter Benjamin la idea del pasado como “campo de citas”, es
decir, una manera de concebir al pasado como una dimensión atravesada por voluntades de
tradición y continuidad, pero marcado también por cortes y discontinuidades que dificultan
cualquier “intención unificante de un tiempo homogéneo” (2013, p. 110). El método implicado
resulta pertinente en esta aproximación al campo revisteril en el complejo cuadro de la historia
argentina reciente. La hipótesis que parte de pensar a las revistas como friso temporal se
inscribe en esta concepción de la historia, al reconocer características singulares de la época en
los “hitos” pero también en los “hiatos” que se pueden leer en las publicaciones. Es por eso que
realizamos una lectura panorámica y sintomal del corpus, que se complementa con la
recopilación de datos a través de entrevistas a los protagonistas de cada proyecto editorial.
La lectura panorámica, basada en el análisis documental y el registro de trayectorias que
orientan la articulación de comunidades de producción y recepción, permite reconocer en la
constelación de revistas los vínculos entre actores colectivos en la reconstrucción de tramas
culturales. La lectura sintomal del corpus remite a una forma de análisis e interpretación que
no se estructura por el análisis exhaustivo de los materiales, sino que procura detectar en un
detalle los impensados de la época (Mercadal, 2023). En suma, se trata de una operación de
lectura que busca detectar los elementos singulares que producen una ruptura en un campo
simbólico determinado (Žižek, 2003). Este doble modo de lectura tiene como desafío reconocer
las experiencias estéticas emergentes, las formas de crítica social y disidencia en el pasaje a un
orden social neoliberal, inscriptas en los discursos de la época.
El proceso de cambio social en torno a una nueva cultura política democrática se expresa, a
su vez, en la agenda de publicaciones que buscan rehacer en el imaginario local la cultura
común. En ese proceso histórico, la emergencia de los grupos asociados a las revistas solo se
explica por dinámicas de la cultura local, así cabe constatar la irrupción de tramas
socioculturales latentes en esa coyuntura, que evidencian además la necesidad de recuperar
espacios de expresión y creación con el reflujo de la censura en los años finales de la dictadura.
En las revistas publicadas en Villa María es posible identificar dos perfiles en términos
estéticos y culturales. Por un lado, revistas literarias centradas en la difusión de poesía, narrativa
y ensayo, tanto de autores consagrados como de voces emergentes, que procuran crear lectores
a partir de una propuesta juvenil (Arte, Luna Quemada, El Gran Dragón Rojo y la Mujer
Vestida de Sol). En el otro perfil, estudiado en un trabajo complementario a este (Vigna,
Montali, Mercadal, 2024), revistas de carácter periodístico y cultural como Impulso, Huérfanos
o Río de Pájaros, en las que el diálogo con las tensiones del presente involucra el registro de
los problemas de la coyuntura. En contraste con la opacidad literaria, en esas revistas lo literario
está presente de modo oblicuo, aun cuando la interpelación a los conflictos políticos, sociales
y económicos es un objetivo editorial.
En la mirada de conjunto que habilita una lectura transversal, resulta de interés explorar
aspectos singulares del corpus. Las revistas cruzan contenidos vinculados al arte, la ilustración,
la poesía, la narrativa y el ejercicio de un periodismo cultural que oscila entre la búsqueda de
profesionalismo (con referencias a revistas porteñas) y cierta condición amateur por las
condiciones de producción y las limitaciones económicas. En un campo cultural en proceso de
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reconstitución caracterizado por su posición periférica, en la elección de contenidos
literarios se puede leer el interés por situarse en el campo cultural más amplio, tanto por la mera
coexistencia de firmas locales con autores consagrados, o en la deliberada búsqueda de
inscripción en determinada tradición. En la trama discursiva de las revistas se puede reconocer
también la incidencia de publicaciones de circulación nacional, es decir, cierto carácter
mimético que metamorfosea la impronta local. Así, se advierte el carácter precursor de la
revista Humor (1978-1999), el interés por conformar una agenda contracultural de El Porteño
(1982-1993) y Cerdos & Peces (1983-1998), el registro de la cultura rock en experiencias como
Expreso Imaginario (1976-1983), la correlación y ruptura con tendencias dominantes en la
escritura de Poesía Buenos Aires (1950-1960).
Luna Quemada (1982-1983)
La revista publicó cinco números, entre agosto de 1982 (apenas finalizada la guerra de
Malvinas) y febrero de 1983. El proyecto fue sostenido por un grupo integrado por los
narradores y poetas Alejandro Schmidt, Omar Dagatti, Bettina Dematteis, María de los Ángeles
Fornero, Mario Moral y Tessie Ricci, además de la participación de Raúl Tolosa (alias Toul),
a cargo del arte de tapa. En algunos números se suman entre los colaboradores Sergio Stocchero
y Rubén Chiappero, que luego participan en la revista Arte, y Víctor Alves que estaría a cargo
de Cultura Nacional. Las portadas impresas a una tinta (negra) se caracterizaban por un alto
contenido simbólico que permite asociarlas al arco temporal que cubre el fin de la guerra con
el comienzo de la transición democrática: en la primera aparece un hombre sentado en posición
meditativa, mientras que en la última hay un collage con la bandera nacional. La periodicidad
estipulada era mensual y se sostuvo en el breve periodo de existencia de la publicación. La
propuesta consistía en reunir a escritores jóvenes de la ciudad y constituir mediante la literatura
un espacio de expresión en el momento en el que se proyectaba la ruptura con el autoritarismo
dominante. Asimismo, la experiencia pretendía generar un espacio que se tornara
refundacional, a través de la coexistencia en sus páginas de autores jóvenes y consagrados.
Imágenes 1 y 2.
Tapas de los números 1 y 5
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Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba
Para María Fornero, el grupo llegó a tener peso propio y se identificaba como una formación
emergente que aspiraba a ocupar el centro del campo literario local. Y el modus operandi estaba
definido por la toma de decisiones colectiva, más allá de las firmas individuales en las obras:
“Llevábamos cosas hechas cuenta Fornero y las leíamos en voz alta y el resto opinaba,
modificaba. Cada artículo era de factura colectiva, aunque cada uno lo firmaba luego” (2022).
En esa existencia signada por el abanico abierto entre la posguerra y la presión política por el
regreso de la institucionalidad, Luna Quemada intentaba ser “útil a la cultura popular”, con
interés en la construcción colectiva, pero siempre con la literatura como eje y replicando eso
que Patiño nombró como la “no tematización de la disidencia” (1997). Esto remite a la decisión
de no abordar de manera directa aspectos vinculados con los conflictos sociales, y en cambio
poner en circulación discursos que desde la literatura o la crítica buscaban ser refractarios a la
matriz autoritaria (no solo política, también cultural). En este sentido, los textos introductorios
de los números —que suelen definir posiciones editoriales”— eran poemas que elegían por
“transgresores”, según Fornero (2022), como primera definición de una estética de escritura.
En el poema de Juan L. Ortiz que abre el primer mero, la poesía es más bien una exterioridad:
Si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva, / es asimismo o acaso sobre todo, la intemperie
sin fin”. En el número 4, la elección de “Los mandatos ocultos”, poema de Carlos Mastronardi,
sugiere una proyección subjetiva desde los primeros versos: “Trabajo para un hombre
insospechado / oculto en algún siglo venidero. / Sin saber quién lo manda, está llamado / a ser
mi realidad y mi heredero”. El último número abre con “¡Piu Avanti!”, de Almafuerte, y el rezo
ya famoso del No te des por vencido, ni aún vencido / no te sientas esclavo, ni aún esclavo”.
Son varias las citas a otros autores que dialogan dentro de la revista con un aura de resistencia
y recomienzo
9
, como el fragmento del poeta Edgard Bayley, en el número 2, donde citan: “No
sería sincero si le dijera que escribo pensando en los lectores. Escribo en procura de una nueva
conquista, un nuevo espacio” (p. 5).
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Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
No obstante lo anterior, Luna Quemada le habla al contexto de producción no solo desde la
poesía, sino desde los géneros puestos a dialogar. El texto que cierra el primer número
menciona la necesidad de un público y que la revista fuera requerida para difundir la producción
artístico-intelectual, a la vez que se abre a colaboraciones que “apuesten” a la cultura. En el
número 2, un ensayo de Omar Dagatti (“Dar la cara”) buscaba “reforzar una conciencia joven”
como acto fundacional de una forma de la crítica. Sin anular la irreverencia juvenil, ni reprimir
los impulsos noveles, el texto aportaba un dilema a la época: “desmenuzarse bajo el temor, la
impotencia, o hacer frente al lugar social que les corresponde en este complejo sistema a crear”
(p. 3). El dilema encuentra una respuesta, pues luego reconoce la importancia de participar de
manera activa en la reconstrucción de la cultura.
Alejandro Schmidt, figura protagónica en la trama cultural villamariense en la década,
publicó sus primeros poemas en la revista augurando una voz tan sensible como provocadora.
Sus intervenciones muestran cierta oscilación en el posicionamiento de la juventud, en la
intención de resultar refractario a la violencia, pero sin invalidar la conciencia del horror aún
vigente:
Andando por las calles
Yo busco en mi camino
una mirada.
Un espíritu con sed de infinitudes,
con sed de todo
que sea de verdad lo bueno…
Lo busco entre los ojos nuevos
de los niños pequeños…
Busco al amigo de sonrisa franca
a aquel que sepa dar la cara al viento
al sediento de luz
al que quiere justicia.
Schmidt colaboraría en la revista Impulso, apenas meses después, en rol de periodista, con
entrevistas a Alfonsín, Oscar Alende y otros funcionarios y políticos, en la víspera del llamado
a elecciones presidenciales, así como después lo hizo en la versión de columnista punk-
francotirador en la revista Huérfanos. También participó de las revistas Cultura Nacional y El
País del Interior. El último eslabón citado aquí, no obstante, remite a la fundación de la revista
El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol, que dialoga con Luna Quemada.
El nombre de la revista se vincula con la figura de la luna como metáfora dominante en la
poesía romántica: ¿Por qué se llamó Luna Quemada? Porque la luna está quemada de tanto
que la mencionan desde el Romanticismo”, afirma Fornero (2022). Los contenidos abarcan
poesía, narrativa, ensayo y notas sobre teatro, artes plásticas, música y cine. Luna Quemada
tematiza además la importancia de la cultura desde un punto de vista anticapitalista e incluye
el manifiesto que firman intelectuales y creadores por la reconstrucción de la cultura nacional
10
.
El ciclo de la revista concluye cuando, según Fornero, se retoma la militancia partidaria. La
idea inicial de alzar la voz para “no volver nunca más a la sombra” (2022) encontró su cierre
en la víspera electoral, aunque eso no limitó el devenir de ese grupo de escritores, que inician
trayectorias como Schmidt o Moral, y luego se incorporan en otras experiencias
revisteriles de la época. Quizás el espíritu de construir una voz colectiva en esa intersección de
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Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
horror, apatía y recomienzo se haya sintetizado en la elección del poema de Juan L. Ortiz que
abre el número 1, donde se reúnen los elementos estéticos y políticos que marcaron a esos
primeros años de la década, aún bajo la opresión del gobierno de la Junta Militar. De hecho, la
poesía de Ortiz parece operar, en el recorrido de Luna Quemada, como una suerte de premisa
ética que orienta las expresiones del grupo. La revista inaugura con un poema suyo (con el peso
editorial que sugiere el primer texto de una publicación naciente), y en el número 2 incluye un
comentario crítico con otro poema que despliega en variaciones cierta cuestión de fondo, esto
es, la inestable paz reconquistada:
Para que las manos sean
y continúen siendo
las dulces desveladas
que dan forma a la dicha
y crean otro cielo
con estrellas distintas,
y es un nuevo amor, por ellas
el que aparece como un alba
la paz.
[…]
Para que el corazón
en la red infinita
palpite, y esta red
tiemble en la sangre una
y todo sea lazos
e hilos delgadísimos
ganados a la sombra,
la paz. (Juan L. Ortiz, p. 25)
Imagen 3.
Páginas 20 y 21, número 2
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba
Arte (1984)
La revista Arte, a cargo de Rubén Darío Chiappero (alias Cuini), publica seis números en un
acotado lapso temporal de julio a diciembre de 1984. La revista cuenta con colaboradores
que participan en otras publicaciones, evidencia de la trama de relaciones entre estos proyectos
que se caracterizan por reconfigurar los circuitos culturales y, además, producir una agenda
cultural renovada en el período de la transición. En Arte colaboran Normand Argarate de
Huérfanos, Horacio Bianciotto de Río de Pájaros, Toul de Luna Quemada, e incorpora las
firmas de Ricardo Isuregui, Sergio Stocchero, Alberto Tolosa, entre otros.
Para Chiappero, el interés por generar una revista tiene su germen en la cultura rock de los
setenta, el impacto de los contenidos de Expreso Imaginario (1976-1983), que desborda la
agenda del rock
11
, e incorpora como problema emergente la ecología, la apropiación de la
cultura oriental alternativa a Occidente y la nueva vanguardia. Es posible reconocer una
suerte de voluntad programática asociada a la difusión de contenidos culturales que puedan
producir cambios en la sociedad. Al respecto, afirma Chiappero: Creo que de nuestra parte
había una cuestión de ver si mejorábamos la cultura y, con eso, el pensamiento de la gente”
(2022). En este sentido, Arte incorpora rasgos de la contracultura de los setenta, con persistencia
en los ochenta y refractaria a la cultura de consumo capitalista. “Es algo que se vinculaba con
la crítica al consumo agrega, a la sociedad de consumo, que era lo que veíamos en la tapa
de revistas como Gente o Siete Días, que reflejaban un modelo de vida que no nos gustaba”
(2022).
La revista tiene por colaboradores permanentes a Kitty Angeli a cargo de las ilustraciones
en la tapa, Daniel Tieffemberg (alias Monky) en la diagramación, Sergio Stocchero y
Horacio Bianciotto. Recibe también colaboraciones de Toul, cuenta con secciones fijas de
poesía y narrativa, interiores de tapa con ilustraciones, y comienza con una propuesta sucinta
tan solo ocho páginas que en el tercer número se duplica. En este sentido, cabe advertir un
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
recorrido similar a otras revistas que, una vez que conquistan una comunidad de lectura
como Río de Pájaros, incrementan los contenidos. Se puede considerar a Nexo como un
antecedente, también a cargo de Chiappero, que publicó solo dos números septiembre de
1980 y febrero de 1981, donde se anticipa el interés por los contenidos literarios (cuentos de
Edgar Allan Poe y Franz Kafka), la agroecología (siembra de semillas, calendario hortícola), la
música (Stockhausen) y la plástica (Van Gogh, Gauguin).
El primer número tiene en la portada el dibujo de una llave de agua de la que mana un paisaje
urbano idílico en un reconocible estilo naíf que ya indica una orientación de la revista: la
idealización de las prácticas creativas para la reconfiguración de una idea de futuro. Esta
tendencia cristaliza en el tercer número, en el lema “Por un futuro creativo”. El editorial es
explícito: “Nuestra consigna es crear. Desarrollar al infinito nuestras potencialidades creativas
es nuestra posibilidad” (Arte, número 1). En este número se publica el “Manifiesto Ajoísta” —
gesto homólogo a la emergencia de un movimiento de vanguardia, donde se afirma el vínculo
de la poesía con la infancia, en tanto experiencia con el mundo libre de prejuicios. Los poemas
de Stocchero, Veneciano, Isuregui y Argarate (el de este último titulado “Infancia”) acompañan
el manifiesto. La posición asumida en el número inaugural contiene una crítica dirigida al
mundo adulto: Se sentó frente al tablero con inmenso placer escribe Bianciotto. Dibujar
era su instante mágico de todos los días, después de la corrosión de la oficina”. En el poema de
Argarate, la infancia aparece como tiempo de descubrimiento: “Hace días de nuestros días de
magia / de nuestra enciclopedia del asombro pequeñito / descalzos a puntillas / abrazándonos
el sol la piel” (p. 8).
En el segundo número, el editorial reconoce que las prácticas creativas son actos de
producción de nuevos conocimientos. En la sección “Ajó”, la infancia no solo implica una
relación distinta con el mundo, también resulta refractaria a la cultura del consumo: “El poeta
escribe las personas compran / la televisión publica la gente sigue comprando / la radio publica
que se acaben los libros” (Isuregui, p. 4). El cuento de Ana Angeli, “La jaula”, donde el objeto
referido está en venta, es una suerte de alegoría del pasaje de un régimen represivo a otro donde
reconquistar las libertades civiles. Si se tiene en cuenta que la posdictadura reorganiza la
sociedad en torno al mercado (Schwarzböck, 2016), es interesante constatar el pasaje que
simboliza la jaula, de un entorno de encierro a otro que tiene por escena el mercado: “Una jaula
puede tener significados muy adversos, como cercenar la libertad, separar, evitar, negar, tener
dueño, ser esclavo…” (p. 6).
También aparecen poemas con la siguiente bajada: “Cuatro poemas, cuatro voces, cuatro
esperanzas, aquí están, cuatro pájaros libres, en pos de un horizonte indestructible”. En el marco
del Estado de derecho restablecido, la libertad como significante puntúa los contenidos de la
revista de manera ambigua, debido a que es un valor en los contenidos que desdicen ciertas
ilustraciones. Una viñeta de Toul en el número anterior muestra a un hombre acodado en una
mesa donde se apilan tazas de café y desde el humo de un cigarrillo se eleva una silueta
femenina sin rostro un deseo sin rostro se torna amás bien ominoso. Y en este número
se incorpora la sección “Crónicas de un sobreviviente”, con relatos de Bianciotto. El título de
la sección y el primer relato importan en tanto condensación de sentidos: la libertad desde la
perspectiva de un “loco” en este primer relato no deja de presentar una idea paradojal,
debido a que la locura es síntoma de una estructura psíquica dañada, la que difícilmente pueda
hacer una experiencia de la libertad como afirmación de sí.
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
Imágenes 4 y 5.
Tapa del número 1 e ilustración en pág. 5
Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba
En el tercer número, con tono optimista, el editorial reconoce la emergencia en la ciudad de
un “movimiento cultural”, con aparición de la revista Huérfanos, la primera muestra de
ilustración organizada por el grupo independiente Trazo, la inauguración del Cine Club
Chaplin, e inscribe el lema “Por un futuro creativo”, que luego se desplazará a la tapa. En este
número colaboran con poemas los integrantes de Luna Quemada, María Fornero y Mario
Moral. El poema de Moral puede leerse como una tentativa de elaboración de la pérdida: “Esta
voz no es esta sangre / este estilo no es este corazón / no es este dolor el que escribe el poema
/ no es esta encrucijada / la misma situación de los ausentes” (p. 12). La mención de “los
ausentes” remite de manera oblicua al “duelo histórico” (sensu Richard) que no termina de
asimilar la pérdida y asume una forma de expresividad doliente en el poema.
Aparece también información sobre el proyecto de cineclub, iniciativa del Círculo Médico,
la constitución de la comisión organizadora y el grupo de asesores (donde participan los
integrantes de Huérfanos: Schmidt, Argarate y Pablos). Asimismo, refiere los contenidos del
primer número de Huérfanos, la nota editorial con la firma de Pablos, los comentarios sobre
música y libros, la historieta ilustrada por Toul Nacho Sboletta, la columna de Schmidt “Así
nos van pudriendo” y la frase de Witold Gombrowicz que es divisa en la contratapa: “Que mi
forma nazca de mí, que no me sea hecha por nadie”.
El cuarto número despliega una prédica pacifista que acompaña una ilustración en la primera
página. La sección Ajó insiste en tematizar la libertad: Sacudámonos las alas / y
reemprendamos el vuelo. / Aún podemos… / no hemos perdido la aptitud, / solo que nos
enseñaron el miedo / y eso quebró nuestras almas” (Bianciotto, p. 5). El suplemento Tierra de
futuro informa la constitución de la delegación departamental de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos, los fundamentos
12
, la organización de la mesa ejecutiva, comisiones y
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subcomisiones. La Secretaría de Cultura está a cargo de Mario Moral, y la de Juventud, de
Horacio Bianciotto. En el suplemento, Chiappero firma una extensa columna titulada “El poder
y la decisión”, que, desde un discurso humanista, sin referencia a conflictos sociales concretos,
propone romper con cierto conformismo para transformar “la especie humana”. El título remite
a las cualidades para producir un cambio: Por lo general, todos los que soñamos con un mundo
mejor, poco hacemos para convertir en realidad nuestras inquietudes” (p. 4). Con todo, es
explícito el contenido de la libertad a la que se aspira y las condiciones que la hacen posible: el
marco del Estado de derecho y la democracia (p. 3).
En este número, Chiappero elogia la realización de la peña organizada por la revista Cultura
Nacional para celebrar la publicación de diez números. El enfático título, “La fiesta grande de
la Cultura Nacional”, da cuenta del sentido que adquieren estos encuentros en la recomposición
de los lazos comunitarios. El rescate de ciertas tradiciones se puede pensar como el intento de
articular un sentido de continuidad histórica fracturada por el golpe militar. Así, como postula
Richard, la voluntad de recuperar un pasado depositario de los valores de la identidad nacional
procura reparar “una continuidad rota, armando enlaces simbólicos con la tradición” (Richard,
2013, 121).
En el número cinco, el editorial asume que la creación estética puede ser una contribución a
la sociedad, basada en la libertad, la solidaridad, el amor, que habilita además formas de
participación social. La nota cierra con un discurso poético que evade señalar de manera directa
los problemas: Hay muchas estrellas por descubrir en todo este mágico y poético cielo que
nos rodea”. Sin embargo, la sección poesía publica un texto de Schmidt que se destaca por la
contundencia de sus versos.
Alguna vez nos pedirán perdón
por los favores recibidos
la extracción de la piedra de la locura
los amores no completados
la soledad infligida
y el asco en cucharitas.
Posiblemente en algún lugar
remotamente propio
seamos disculpados
por la incontinencia de nuestras ambiciones
por la baba
el fuego
los crímenes secretos.
Y una luz no buscada
guiadora de las súbitas muertes horarias
de la rara vida
desmayada de amor
alguna vez
cotejará nuestra pasión
la ubicará de pronto en
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
torres adecuadas
donde pulir
y realmente usar
las gafas de los días. (Schmidt, p. 7)
En el poema hay una rotura en el discurso: ¿quién habla de un perdón dirigido a quien ha
producido un daño? La voz parece emular la del victimario que no reconoce, en referencia a
los derechos humanos, la cadena “ofensa, perdón, reparación” (Richard, 2013, p. 130). En este
marco, el poema despliega una forma oblicua de figuración de la experiencia traumática al
proponer un sentido divergente.
En el último número, el editorial cierra el ciclo con una afirmación del ethos de la poesía,
ya no solo acto creativo, sino concepción del mundo que difiere del poder asociado al dinero.
En la sección Ajó aparece “Diario de un suicida”, de Stocchero: el título lleva a pensar en un
cambio de tono abrupto, pero es expresión de una queja juvenil por la lejanía de ciertos ideales,
que evoca la figura de John Lennon asesinado hacía pocos años–: “Todo lo que necesitás es
amor”, “Dale una oportunidad a la paz”.
El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol (1987-1991)
Argarate reconoce que las revistas constituyen pequeñas comunidades de lectura y escritura;
además de canalizar debates, permitían elaborar las presiones del contexto. “Convengamos que
el clima de opresión y represión social estaba, se sentía; y si uno tenía medianamente algún
grado de lectura y de comprensión política se daba cuenta de que había que terminar con eso”
(2022), afirma. Luego de la experiencia de Huérfanos, El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida
de Sol muestra un cambio hacia contenidos estrictamente literarios. Es evidente también el
carácter amateur, aunque en la propuesta de “divulgación literaria” resulta una publicación
homogénea. Para Argarate, la figura de Schmidt es central en las referidas experiencias
editoriales, pero de manera muy diferente, pues se pasa de la imposibilidad de reconocerse en
una tradición local a refundarla y constituir redes de intercambio con otras publicaciones que
expanden la resonancia de las letras locales.
En efecto, la revista se presenta con ese carácter de divulgación literaria. Se trata de la única
publicación que logra sostenerse en el tiempo, publica 15 números en cuatro años, en los que
se pueden identificar tres momentos: el fundacional, donde persiste el núcleo de Huérfanos,
con un consejo editor integrado por Schmidt, Pablos y Argarate (números 1 a 5, mayo de 1987
a octubre de 1988); Schmidt con Argarate (6 a 10, noviembre de 1988 a diciembre de 1989), y
Schmidt a cargo (11 a 15, mayo de 1990 a octubre de 1991). Los contenidos incluyen poesía,
narrativa, ensayos, entrevistas, breves textos sobre la obra y biografía de los autores divulgados.
En su primer momento, más que la construcción de un corpus crítico, la revista es una suerte
de manifiesto de las estéticas que concitan la atención del grupo.
En el análisis es interesante considerar los modos de acceso a contenidos en un contexto pre-
digital. La revista recupera materiales de otras publicaciones, componiendo un collage de
contenidos, guiados por la pulsión exploratoria, la pasión por la escritura, la diversidad de
estéticas y un ethos asociado al oficio de escritor. En un contexto donde el acceso a contenidos
supone la construcción de redes de intercambio, el contacto con otras revistas, la búsqueda en
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
bibliotecas o la compra de libros, la estrategia editorial rompe con la regla periodística de
producción de contenidos novedosos, a la vez que afirma el carácter de divulgación.
Es la única publicación local disponible en AHiRA
13
, con un texto de presentación de
Claudia Román, en el que se extiende sobre la denominación de la revista:
El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol toma su nombre de dos de las
más célebres acuarelas del centenar de ilustraciones para la Biblia que fueron
encargadas a William Blake entre 1805 y 1810. Una de las series, la de “El gran
dragón rojo”, recrea sus visiones de un pasaje del Libro de las Revelaciones.
Esos diseños muestran, mediante composiciones distintas, el acecho del
demonio representado como un gran dragón rojo a una mujer vestida o
revestida en tonos dorados a punto de parir o que acaba de parir. (AhiRA, 2021)
Para Román, la fecundidad aludida se traslada a la revista por la diversidad de estéticas que
convoca, que la convierte en un “libro de revelaciones” de poéticas consagradas y emergentes.
En la presentación señala el anuncio en la primera página de “colaboraciones” que abarcan
tanto a quienes envían material inédito a la revista, como la inserción de importantes autores
de la “literatura universal”. A estas consideraciones se puede agregar la colocación que la
revista realiza de las letras en Villa María donde la poesía en tanto tradición profusa tiene
una expresión contemporánea y el carácter iniciático en la proyección de la trayectoria
autoral de Schmidt.
En los primeros números sobresale la factura artesanal, el diseño es irregular con cajas de
texto cruzadas, pero luego tiende a construir un diseño uniforme
14
, similar a las carpetas de
poesía que emprende Schmidt en la última fase de la publicación. La revista como se
mencionó difunde poetas consagrados y voces emergentes. En el plano local, se puede
reconocer el corte generacional de los autores publicados en la antología Villa María y sus
jóvenes poetas
15
(1982), que la Dirección de Cultura y la SADE local concretan con un subsidio
del Fondo Nacional de las Artes. Con la incorporación de autores emergentes, realiza un doble
movimiento céntrico y extracéntrico; voces que de otra manera no alcanzarían esa posición se
mueven de la periferia al centro y viceversa, a saber: Roberto Juarroz y Alejandro Schmidt (
1), Edgar Bayley y Tessie Ricci (n° 2), Aldo Paferniuk y Griselda Gómez (n° 3), Oscar del
Barco y Osvaldo Pol (n° 4), Alberto Girri y Antonio Moro (n° 5), Javier freces y Edith Vera
(n° 6), Ricardo Molinari y Hugo Rivella (n° 7), Luis Cernuda y Sergio Stocchero (n° 8), Elvio
Gandolfo y Fabio Cardarelli (9), Francisco Madariaga y Dolly Pagani (10), Rodolfo
Alonso y Carmen Bruna (n° 11), Alejandra Pizarnik y Celina Garay (n° 12), Manuel Castilla y
Antonio Moro (n° 13), Rodolfo Alonso y César Vargas (n° 14), Víctor Redondo y Dalia Prado
(n° 15).
En la primera fase, la revista dedica una sección a la publicación de autores locales y de la
provincia (n° 3 y 4), que muta a “poetas inéditos” (n° 6), y luego a “poemas” (n° 8), panorama
que completa con una sección dedicada a poetas de Río Cuarto en el último número. En todos
los números se publica en la portada un poema que oficia de nota editorial
16
, y establece así
una filiación con el gesto iniciado por Luna Quemada. La diversidad de estéticas y tradiciones
no permiten inferir un criterio de selección, sin embargo, se pueden leer continuidades y
rupturas con la corriente dominante que representa la revista Poesía Buenos Aires
17
(1950-
1960). La difusión de literatura norteamericana, la publicación del manifiesto vernáculo de la
beat generation, exponen cierto desplazamiento de las estéticas consagradas.
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En el primer número, la indicación del poema en tanto nota editorial es explícita aparece
en una banda. El poema de T. S. Eliot, “East Coker”, expresa cierta voluntad programática,
un nuevo comienzo en la escritura y apartamiento de la lógica que rige el sistema social:
Aquí estoy, por lo tanto, en medio del camino,
después de veinte años,
veinte años bien perdidos, los años de entreguerra,
tratando de aprender a emplear las palabras,
y cada tentativa
es un comienzo totalmente nuevo,
y un tipo diferente de fracaso,
porque uno solo aprende a dominarlas
para decir lo que uno ya no quiere decir
o de algún modo en que uno ya no quiere decirlo.
Por eso cada intento es un nuevo comienzo,
una excursión a lo inarticulado
con un mísero equipo cada vez más gastado
en el desorden general
de la inexactitud del sentimiento,
patrullas de emoción sin disciplina. (Eliot, Editorial n° 1, 1987)
En este número, la presentación de Roberto Juarroz envuelve de cierto misticismo la
iniciativa: Su poesía es una experiencia notable de las palabras y de lo que ellas
significativamente dejan de decir: el silencio como estado supremo conduciéndonos a una
serena armonía con el misterio” (p. 2). Si se consideran los debates y problemas que tratan las
publicaciones culturales del período, en la reproducción de la conversación entre Juarroz y
Guillermo Boido aparece una posición sobre la escritura, y también una reforma de la idea de
cultura. En la entrevista, Juarroz indica problemas que remiten al contexto: crisis del
sentimiento de comunidad que asocia “a la lucha infernal por el éxito, el dinero, el poder”,
desplazamiento de la idea de cultura vinculada con “bienes de privilegio”: “Hay un texto de
Malraux en el que expone su concepto de la cultura, que me parece admirable afirma: es
el conjunto de todas las formas del arte, el amor y el pensamiento que le han permitido al
hombre ser menos esclavo” (p. 2). Luego de reconquistados los derechos civiles, el interés por
señalar la relación entre creación y libertad posición que coincide con el programa de la
revista Arte es un modo de exponer los límites del orden político finalizado el período de
la transición, y la persistencia de los poderes que van a configurar la razón neoliberal (sensu
Gago).
En este número también se publica “Carta sobre algunas aporías” de Emile Cioran. La
apuesta se radicaliza, pues cuestiona la misma dinámica del campo literario: “¿El literato? Un
indiscreto que desvaloriza sus miserias, las divulga, las reitera: el impudor desfile de
reticencias es su regla; se ofrece” (p. 6), escribe Cioran. Un desliz del Así nos van
pudriendo” (columna de Schmidt en Huérfanos), es decir, una posición que nunca se estabiliza.
Con la presentación de Cioran se inscribe un lema: “Leer es ir contra uno mismo. Leerlo a
Cioran es pensar contra uno mismo”. El “contra” cifra la posición que se insinúa, contra el
sistema social: la poesía; contra la poesía: una perdurable incomodidad.
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El primer número cierra con un poema inédito de Schmidt de Serie Americana que se titula
“Conozco algunos trucos”; el personaje es un ex soldado perteneciente a la marina que habla
de su nuevo oficio como tatuador y confiesa: he soportado casi todo / tengo cicatrices
norteamericanas en la mente—.” En la apertura y cierre de este primer número, el problema de
la redefinición de una identidad tiene por marca la experiencia de la guerra. Si se tiene en cuenta
que el proceso de democratización en el campo intelectual involucró una doble transición (la
reestructuración de las identidades político-ideológicas y nuevos modos de pensar la relación
entre literatura, cultura y política [Patiño, 2004]), el problema de una identidad en proceso de
redefinición remite, a su vez, a esa exigencia propia del contexto de la posdictadura.
En el número siguiente, la nota editorial es un poema de Edgar Bayley titulado “Es infinita
esta riqueza abandonada”. El poema habla del infinito del tiempo que atraviesa la vida humana,
lo que se extingue y renueva, de una historicidad que abandona la riqueza del canto que es el
poema, también de la promesa de recomienzo que es el mismo canto:
esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos. (Bayley, Editorial, n° 2)
Imagen 6.
Portada del n° 2
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Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba
La figura de Bayley participa en todo el ciclo de la revista. En un número posterior aparece
un breve ensayo titulado “Una merced”, donde el poeta refiere cierta fe o llamado que guían
las elecciones personales (n° 12). En uno de los últimos números, María del Carmen Suárez
escribe Bayley. La vigilia y el viaje” (14), una especie de obituario debido a la muerte
reciente del poeta. Por último, Schmidt denomina Alguien llama título de una antología del
mismo Bayley a la colección de carpetas de poesía que publica con la editorial Radamanto.
En esta continuidad se puede leer la construcción de un ethos en torno a la figura del poeta que
define la trayectoria autoral de Schmidt: la poesía transmuta cierta persistente incomodidad en
espacio de salvación que adquiere un tono místico, aunque hay una oscilación entre el
misticismo, el rechazo del orden social que afirma la democracia en tanto orden de
mercado y la denuncia de los poderes.
La portada del segundo número exhibe la factura artesanal de la propuesta: tiene un sumario
manuscrito, el nombre de los editores responsables y la lista de colaboradores. En este número
se incluyen poemas de Clave menor (1983), con una breve prosa poética de Schmidt sobre la
plaqueta que publicaron de manera conjunta con Tessie Ricci: Estabas con la garganta rota,
un animal el mundo, piedritas, y sí… podemos confiar en que cantaban partes de tu cabeza, las
cosas desgarradas, habituales”. En Poemas para Horacio”, Ricci escribe: “Amigo nuestro / hay
silencios como baldíos / estirando los cordones / poco umbilicales / de tus fotografías en mi
mesa” (p. 8). La fotografía, ya se sabe, ha sido un elemento importante en la presentación en el
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Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
espacio público de los desaparecidos para el movimiento de derechos humanos. Sin embargo,
aquí se refiere un indecible y una ausencia que remiten a la dimensión extratextual de la revista,
a una sociedad que está procesando el “duelo histórico” (Richard, 2013).
En la contratapa de este segundo número se publica una especie de manifiesto de Aldo
Pellegrini, “Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles”, que se reproduce
de la revista Mutantia ( 11, 1982). La clave del ensayo es colocar a la poesía como aquello
contrario al poder o a la búsqueda de poder y al imaginario jerárquico que estructura el
orden social:
La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par
en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su
estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla,
mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la
imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática
de cierto orden de poder (p. 10).
El texto señala el poder basado en el principio de autoridad que organiza a las instituciones
(el mercado, la estructura del Estado, la Iglesia, el periodismo, etc.). La poesía, en cambio, es
afirmación de la libertad en el hombre y participación en la realidad mediante la creación. En
los primeros cinco números, la carta de Cioran, el ensayo de Pellegrini, a los que se agrega el
manifiesto beat y un texto sobre Alberto Girri
18
, definen un gesto político que se repite en cada
edición. La criticidad estética de la poesía es índice de su politicidad, es decir, el ethos del
escritor se define por la crítica al sistema social mediante una práctica que, en su gratuidad, se
aparta de su lógica. Asimismo, tal crítica implica la apertura de la historia que posibilita el
inconformismo vanguardista. La reproducción del editorial del cuarto número de la revista Eco
Contemporáneo (1962), manifiesto de la beat generation en nuestro país, muestra esa apertura,
el gesto de ruptura de la vanguardia deja “todo por hacer”, hay una desidentificación con el
repertorio de las identidades políticas establecidas y el deseo de reinvención de una comunidad
por-venir través de la creación.
Imágenes 7 y 8.
Contratapas de los números 2 y 3
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Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba
En el número cuatro, Schmidt publica una prosa poética que precede una colección de citas,
donde la poesía asume el carácter de “oficio irredento” que involucra la tensión de lo simbólico.
La prosa indica la asunción del oficio en una posición periférica y, por lo tanto, revela tanto
una reflexión sobre la escritura como las condiciones de su ejercicio, en una serie de
interrogantes que no se resuelven:
En las provincias, algunos dejarían su corazón por dos palabras nuevas. Siempre
fue así, ahora mismo, alguien siente lo irremediable, se alzan bestias en el pecho
de la virgen, la pampa alimenta su decepción de entrecasa. ¿Darle consejos a un
muerto luminoso? ¿Suponer talentos, destinos, prestigios patéticos? ¿La
formulación de un oficio irredento? (Schmidt, 1987, p. 2)
Las preguntas dejan en suspenso la tensión persistente propia del desvío que suponen las
prácticas de escritura. En este número se coloca un anuncio que dice Saludamos a las
publicaciones Plumín Infrarrojo (Córdoba) y Escalofrío (Buenos Aires)”: se trata de la
incipiente construcción de redes que van a nutrir de contenidos a la revista. En el número
siguiente, también aparece una página con publicaciones recomendadas
19
, mientras que el paso
a la tercera fase (n° 10) cuenta con un sumario de contenidos y una página de agradecimientos
a medios locales, provinciales y nacionales, revistas de Buenos Aires, librerías de la ciudad de
Córdoba y colaboradores en el exterior.
En el último número, la revista ya tiene el aspecto formal de las carpetas de poesía Alguien
llama, que Schmidt publicaría con Radamanto (de 1990 a 2007). El texto de tapa y contratapa
permiten trazar una parábola con Huérfanos. El poema de Emily Dickinson y el mendigo del
relato “La cigarra”, de Enrique Banchs, componen la figura del que ha sido relegado de cierto
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
orden social, pero en el margen realiza una experiencia con el misterio y esa experiencia es su
riqueza, como reza el poema de Bayley: “Es infinita esa riqueza abandonada”.
Imagen 9.
Sección del último número (15) dedicado a poetas riocuartenses
Este diseño editorial continuará en las carpetas Alguien llama (1990-2007).
Fuente: Archivo de Revistas Culturales de Córdoba.
Cierre
En este análisis, la década del ochenta como núcleo de lectura muestra una temporalidad
abierta que tiene su transfiguración y cierre en el tránsito a un orden social neoliberal. A fines
de la década se produce una segunda transición cultural (sensu Patiño) que evidencia como
caso ejemplar la revista El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol, pues hay un
movimiento de repliegue a modalidades de intervención que se reducen al campo de las letras
o, en otros términos, a los “códigos de la tribu”. Este movimiento se explica en parte por
el desencanto con el proyecto de democratización alfonsinista y el viraje hacia el orden de
mercado del neoliberalismo menemista (Patiño, 2006). En ese tránsito, la criticidad estética de
los proyectos revisteriles también exhibe ciertas oscilaciones y ambivalencias que expone la
publicación a cargo de Schmidt. En las revistas, la política no solo se lee en la página editorial,
sino en el ethos alterno anticapitalista que resulta transversal, e incluso se afirma en la
insistencia de sostener prácticas que se apartan de la lógica del sistema social.
Con todo, este corpus periférico expone de manera singular los problemas de la transición
democrática. En este sentido, las revistan ensayan el cambio en torno a la idea de cultura, la
idea tradicional que la asocia a las bellas artes cede ante la importancia del cine, el teatro y la
música en los consumos culturales. La relevancia que adquieren las letras locales es también
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de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
evidente, pues se inician trayectorias autorales articuladas con estéticas emergentes. En las
revistas es importante además reconocer estrategias colectivas que resultan centrales en la
recomposición de una trama cultural que tendrá continuidad en las cadas siguientes. Así,
resultan el soporte material de una política cultural que, a la vez que constituye un circuito
cultural, lo torna visible.
En tanto espacios de prácticas culturales innovadoras exponen: el cruce de prácticas y
disciplinas (arte, ilustración y poesía), el ejercicio de cierto periodismo cultural de carácter
amateur y la tentativa de proyectar las letras locales a nivel nacional. En un campo de escasa
institucionalidad, constituyen un locus para pensar los rasgos de la experiencia cultural de la
década. A partir de aquello que Richard denomina “una precaria narrativa del residuo”, el
carácter fragmentario de la experiencia histórica se lee tanto en el lenguaje de las revistas como
en un afuera discursivo. Es decir, la disidencia no siempre es asumida de manera explícita, sino
en un no dicho, en lo que no se alcanza a verbalizar, aunque se insinúa en formas poéticas
aquí es modélica la escritura de Schmidt y en desplazamientos metafóricos.
Por último, el archivo como forma de memoria interpela nuestro presente, donde el
(des)orden institucional de la democracia formal actual perpetúa el horizonte de catástrofe. En
Los espantos. Estética y postdictadura, Silvia Schwarzböck (2006) advertía: lo que no se puede
concebir de la dictadura es aquello que se vuelve representable, la victoria del proyecto
económico de miseria planificada, la rehabilitación de la vida de derecha como la única posible.
CREDIT Roles de colaboración académica
Artículo: La escritura del desencanto. Una lectura de las formas disidencia en las revistas
literarias y culturales de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina)
Silvina Mercadal: Administración del proyecto; Conceptualización; Investigación;
Metodología; Redacción - borrador original; Escritura - revisión y edición; Visualización.
Diego Vigna: Administración del proyecto; Conceptualización; Curaduría de datos;
Investigación; Metodología; Redacción - borrador original; Escritura - revisión y edición;
Visualización.
Gabriel Montali: Administración del proyecto; Conceptualización; Investigación; Redacción
- borrador original; Escritura - revisión y edición; Visualización.
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NOTAS
1
El declive de las revistas coincide con la multiplicación de investigaciones sobre este objeto y el cierre de
publicaciones emblemáticas como Punto de Vista (1978-2008) y El Ojo Mocho (1991-2008). Para una revisión de
las transformaciones que produce la cultura digital, véase Mercadal y Vigna (2022).
2
La narrativa histórica local de Villa María refiere una ciudad de orígenes inmigrantes, vinculada al tendido del
ferrocarril y al desarrollo del modelo agroexportador, con un esquema urbano trazado por los primeros
pobladores según áreas de actividad (cívica, comercial, religiosa). En 1867 Manuel Anselmo Ocampo funda la
ciudad cuando se había iniciado el tendido del ferrocarril que la transforma en nudo comercial de la
producción agrícola en la región que conecta Buenos Aires-Rosario-Córdoba y Litoral-Cuyo. En la actualidad
cuenta con una universidad nacional y una importante trama institucional asociada a la cultura, la educación y las
artes. Véase Mercadal et. al (2020).
3
Lucía Budassi y Dayana Marinzalda advierten que, en temas con una relevante producción académica, investigar
la experiencia local permite reconocer aspectos desatendidos en los relatos que reconstruyen la historia desde los
grandes centros urbanos. Al respecto, señalan: “Esto no implica pensar lo local aislado de su contexto nacional o
internacional, pero ampliar las miradas para reconocer las particularidades y el carácter situado de un proceso
social y político que no cesa de reescribirse” (2020: 17). En este sentido, postulan la importancia de realizar
“interpretaciones extracéntricas”.
4
Antecedentes ejemplares: la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (https://catalogo.bn.gov.ar/), el Archivo
Histórico de Revistas Argentinas (https://ahira.com.ar/) y el CEDINCI (https://cedinci.org/) en Argentina, o el
proyecto Anáforas (https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/) en Uruguay.
5
A pesar de la persecución, desarticulación y destrucción de los campos de producción artística, literaria e
intelectual durante la última dictadura en Argentina (1976-1983), la producción de revistas en Buenos Aires
siempre marcó el pulso de la modernización estética, ideológica y política, en torno a la conformación de
identidades culturales en nuestro país. En Córdoba, en el período 1979-1980, surgen dos revistas importantes: Un
Andén para la Cultura (1979-1980), que intentó ocupar un sitio entre la producción intelectual emergente (en el
seno universitario), y el periodismo cultural. La segunda revista importante fue Escrita (1980-1986), que recogió
la herencia teórica de otra publicación de culto porteña, Literal, en el abordaje de la crítica cultural y en el cruce
entre literatura, pensamiento y psicoanálisis.
6
La periodización de los estudios se puede revisar en el artículo de Roxana Patiño sobre revistas literarias en la
compilación de conceptos críticos de teoría literaria (véase Patiño, 2008).
7
En la zona de influencia de esta intervención, que incluye Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia
(1983) y El imperio de los sentimientos (1985), Verónica Delgado reconoce también la edición en español de las
obras de Raymond Williams, Cultura y sociedad (2001), La larga revolución (2003), en la colección dirigida por
Carlos Altamirano, Marxismo y literatura y Palabras clave, en la colección dirigida por Hugo Vezetti (véase
Delgado, 2014). Por su parte, la revista Punto de Vista (1978-2008) realiza una revisión de la tradición crítica de
Contorno reconoce la vigencia de su programa crítico del pensamiento, la literatura y la política nacional y
luego dedica un dossier a Sur procurando remover lecturas simplificadoras, teniendo en cuenta su constitución
como grupo y proyecto cultural.
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Recial Vol. XV. 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. Silvina Mercadal, Gabriel Montali y Diego
Vigna, La escritura del desencanto. Una lectura de las formas de disidencia en las revistas literarias y culturales
de los 80 en Villa María (Córdoba, Argentina), pp. 155- 181.
8
Para Sarlo, la mayoría de las revistas del período 1940-1970 tienen un programa de redefinición del canon, al
que se suma la tensión entre modernización y nacionalismo cultural.
9
Carlos Drummond de Andrade, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo, Manuel J. Castilla, Ernesto Cardenal,
Octavio Paz, Alejandra Pizarnik, entre otros.
10
En el último mero (febrero de 1983) publica el manifiesto titulado “Movimiento por la reconstrucción y el
desarrollo de la cultura nacional”, que lleva la firma de Ernesto Sábato, Elvia. R. de Marechal, Caloi, Roberto
Fontanarrosa, Hermenegildo Sabat, Ricardo Monti, León Gieco, Antonio Tarragó Ros, entre otros.
11
En paralelo a la revista, Chiappero menciona una serie de bandas de rock en la ciudad: Eclipse (de Daniel
Tieffemberg), Agua potable (de Cacho Aiello), Natural, Los perros locos, que revelan en sus denominaciones una
fuga del consumo y alojan en “lo natural” la promesa de una cultura alternativa.
12
En los fundamentos se cita la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948:
Promover la vigencia de los derechos humanos considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo,
tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los
miembros de la familia humana” (p. 2). El acto de constitución de la delegación contó con la participación de
representantes de Familias de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, CONADEP y Abuelas de Plaza de
Mayo de Córdoba.
13
Archivo Histórico de Revistas Argentinas: www.ahira.com.ar ISSN 2618-3439.
14
En el tercer momento el diseño está a cargo de Mario Rulloni ( 10 y 11); colaboran también Daniel
Tieffemberg (alias Monky) y Juan Montes ( 13 y 14).
15
En la revisión de los integrantes de la antología están las principales figuras de las revistas culturales y literarias
de la época: Horacio Bianciotto, Rubén Darío Chiappero, Omar Dagatti, Bettina Dematteis, María de los Ángeles
Fornero, Mario Moral, Tessie Ricci, Alejandro Schmidt y Sergio Stocchero.
16
En los primeros cinco números, la nota editorial corresponde a T. S. Eliot, Bayley, Wallace Stevens, Pedro
Miguel Obligado, Juan José Arreola. Del número cinco al diez, Conde de Lautréamont, Ricardo Molinari, Luis
Cernuda, Georg Trakl, Francisco Madariaga. Del número 11 al último, Rodolfo Alonso, Alejandra Pizarnik, Hugo
Gola, Manuel Bandeira, Emily Dickinson.
17
Los principios estéticos de la revista colocan en un lugar importante a Bayley con Raúl Gustavo Aguirre. Para
Carlos Giordano se caracteriza por un neo-vanguardismo amplio y de carácter humanista. En la publicación
colaboran además Rodolfo Alonso, Mario Trejo, Francisco Madariaga, Alejandra Pizarnik, incluidos también en
los números de El Gran Dragón Rojo y la Mujer Vestida de Sol.
18
El texto, con la firma de Antonio Moro, es un breve comentario sobre la poética reflexiva de Girri.
19
Las publicaciones recomendadas son las siguientes: Último Reino Revista de Poesía, a cargo de Víctor Redondo
(Buenos Aires), La Danza del Ratón (Buenos Aires) co-dirigida por Javier Cófreces, de quien se publica un poema,
Revista Escalofrío (Buenos Aires) y la cordobesa Plumín Infrarrojo.