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Recial Vol. XV. N° 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Julieta Tello Bustos, Para una revisión del canon
de la Literatura Argentina, pp. 265-268.
El primer capítulo, titulado “Alianzas feministas”, explora una serie de acciones colectivas
y autogestivas encabezadas por mujeres a finales del siglo XX y principios del XXI. En una
primera parte, Anahí Mallol, Andi Nachón, Cecilia Palmeiro y Claudia Kozak trazan un
recorrido que va desde la fundación de la editorial Belleza y Felicidad (1998), pasando por el
ciclo de lecturas Zapatos rojos (1999) y la antología Agua de beber (2002), hasta las
intervenciones del proyecto Escrituras (2014) donde la poesía cumple un lugar protagónico en
la medida que habita espacios por fuera de las editoriales consagradas en ese momento. Luego,
Vanesa Guerra Malmsten hace una crítica a la sobrevaloración del nombre propio para empezar
a hablar de una pluralidad de voces, de una disolución del yo como una de las principales tareas
de los feminismos. A su vez, las autoras que participan de este capítulo coinciden al decir que
si bien estos proyectos se vieron afectados por la crisis económica del 2001 redoblaron la
apuesta en búsqueda de alternativas anticapitalistas para disputar espacios de representación
propios, que con el tiempo se fueron consolidando mediante redes afectivas.
En “Deshechos neoliberales”, el análisis se focaliza en textos que se ubican en las primeras
dos décadas del siglo XXI y abordan desde distintos puntos de vista las lógicas de la
precariedad. En primer lugar, Gabriel Giorgi analiza algunos de los fragmentos de la instalación
Diarios del odio (2014) de Roberto Jacoby y Sid Krochmalny en términos de clase, raza y
género. Luego, Flor Minici, Isabel Alicia Quintana e Inés Kreplak trabajan con un amplio
corpus literario para hablar de las vidas descartadas en relación con la precariedad laboral y las
formas de abordar el asesinato de mujeres hasta llegar a la aparición del término femicidio en
la literatura argentina de los últimos años. Para cerrar este capítulo, Francine Masiello propone
la sensibilidad, la afectación para con el otro frente a la precariedad en cuanto somos cuerpos
capaces de sentir.
En el tercer capítulo, “Territorios generalizados”, el foco está puesto en las representaciones
del espacio y los nuevos imaginarios de lo territorial: el campo, la villa, lo doméstico, la familia,
el cuerpo. En este apartado, se destacan los artículos de Paula Bianchi, quien realiza un
recorrido por las representaciones de las trabajadoras sexuales como personajes literarios
durante el siglo XX y XXI, el análisis que Tamara Tenenbaum hace sobre las condiciones
sociopolíticas que marcaron la agenda de las crónicas escritas por mujeres en el siglo XXI, y
el exquisito poema de la activista travesti Alessandra Luna como un canto de reivindicación
villera.
En el cuarto capítulo, bajo el título “Ante la crítica”, resultan interesantes los aportes de
Florencia Angilletta y Guadalupe Madarei. La primera hace un repaso por los hechos que
marcaron un antes y un después en el campo de la crítica literaria argentina, como la creación
de institutos de géneros y la feminización de la matrícula en las universidades. La segunda,
reflexiona sobre los modos de leer literatura cuando se emprende la tarea de hacer una historia
de la literatura argentina. Este mismo apartado incluye un poema de gaita nimil que puede ser
leído como un gesto irónico hacia la invisibilización de las voces trans por parte de las personas
cis. Por su parte, Julieta Obedman se ocupa de la novela romántica en Argentina como
fenómeno editorial del último milenio y María Sonia Cristoff relata sus experiencias con la
escritura luego de una estancia en Tierra del Fuego que le permitió repensar las formas en las
que se escribe una novela.
En “Eróticas festivas”, Laura Arnés abre este quinto capítulo trayendo su concepto de
ficciones lesbianas para trabajar con las representaciones de lo lesbiano en la narrativa
argentina y a partir de aquí advierte cómo en el siglo XXI estos cuerpos se comienzan a
identificar con lo animal o lo monstruoso. En este mismo sentido, María Moreno traza una
identificación entre lo humano y lo animal para después reflexionar sobre la traducción al