Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional.Recial Vol. XV. N° 25 (Enero-
Junio 2024) ISSN 2718-658X. María Florencia Sarabia y Facundo Venencio, Pasajes contemporáneos de la
identidad latinoamericana. Reflexiones en torno a lo impropio con Florencia Garramuño, pp. 258-263.
E: Recuperando la cuestión de la lengua, recuerdo haber leído en un texto reciente del
escritor Luis Mey, Diario de un librero (2017), una interesante comparación: entre Estados
Unidos y Gran Bretaña existe un océano, pero el intercambio cultural es abundante; sin
embargo, entre Argentina y Brasil solo existe un río y ese intercambio es casi nulo. ¿Te
parece que la lengua constituye una frontera que nos imposibilita pensarnos como
comunidad cultural?
Florencia Garramuño: Sí, la lengua siempre fue una frontera muy fuerte. Y digo “fue”
[comillas agregadas] porque eso al día de hoy ha cambiado. Me parece que hay mucho más
diálogo entre Brasil y Argentina. Aun así, la lengua sigue siendo una frontera muy fuerte.
Principalmente, porque trae consigo el poder de la tradición. A esto se refirió ayer Raúl
Antelo. El poder de la tradición es muy restrictivo; es un poder que reprime otras
posibilidades.
Esto me impresionó mucho cuando hice mi primera investigación en Brasil, allá por
1992. En esos años no había cátedras de Literatura Hispanoamericana que trabajaran con
literatura de Brasil. Y las cátedras de Literatura Brasileña, Teoría y Crítica, y Literatura
Comparada tampoco: la comparación de Brasil siempre era con Portugal. Yo me enojaba y
me preguntaba: “¿Cómo? ¿No comparan con Latinoamérica?”. No podía entenderlo. Y
bueno, por esa potestas [cursiva agregada] de la tradición …
Lo mismo comentó Roxana Patiño respecto de sus comienzos en la investigación. No
había “hispanoamericanismo” [comillas agregadas] y tampoco hubo una relación con Brasil
hasta que los estudios fueron agrupados en lo que, hasta hoy, conocemos como literatura
latinoamericana.
Entonces sí, evidentemente la lengua ha sido una frontera. Esto que digo ahora no es algo
que pueda desarrollar mucho, pero noto que todo ha cambiado a raíz de la intensificación
de las migraciones, principalmente, aquellas que son de ida y vuelta. Estos movimientos no
son como los de principio del siglo XIX, cuando la gente llegaba y se asentaba. Hoy, las
migraciones son inestables, al igual que la globalización, el Internet, la difusión y enseñanza
de las lenguas.