Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional.
Recial Vol. XV. N° 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Mariano Ernesto Mosquera, Intermedialidad e
inmersión. Una lectura de Robertita, pp. 227-242.
y no solo la especulación teórica, puede tomar como objeto la inmersión de una obra sin
volverse impresionista.
Roommates comienza, en el modo de novela gráfica, con Robertita despertándose en la casa
de sus padres. La protagonista ya está sumida en una profunda depresión y no puede salir del
círculo de pensamientos negativos (la tristeza de vivir con sus padres, la sensación, vía las redes
sociales, que todos están bien menos ella, su economía personal). Por supuesto nos
encontramos con la primera condición de la inmersión según Ryan, su carácter mimético. De
todas formas, hay que prestar atención a estas primeras viñetas. El dibujo, de acuerdo con su
carácter de novela gráfica, es figurativo, denotativo, incluso realista. Pero un realismo que no
tiende a su efecto típicamente decimonónico por el detalle insignificante. Los dibujos son más
despojados, sin perder su denotación realista. En las primeras páginas el fondo de la imagen es
negro, ella está a oscuras en su habitación mirando el vacío. Pero luego, en momentos no
funcionales a ese realismo, se presenta otro fondo en negro no contextualizado, apelando a
instancias de una leve abstracción que en ciertas ocasiones se apoderan del dibujo. Esto resulta
de importancia porque implica a los funcionamientos inmersivos de la obra. Una de las facetas
de la inmersión se relaciona con el entorno del mundo que construye la obra, la dimensión
espacial de la narración. Hay obras literarias que, sea con detalles que apuntan a un efecto de
realidad, o con una interpelación subjetiva del paisaje, entre otros procedimientos, logran
producir una experiencia en el que el entorno del personaje es, en alguna medida, el entorno
del lector, vía el recentramiento que ya mencionamos. Se trata del sentido y sentimiento de un
lugar [Sense of a place] (Ryan, 2001). Ahora bien, no podríamos decir que el esfuerzo mimético
de Roommates se juegue a este nivel de significación y del efecto. Y no es solo el paso a fondo
negro que atraviesa las páginas ilustradas del libro, sino del propio texto. El foco narrativo son
siempre los estados subjetivos de su protagonista y las acciones y dichos de los personajes.
Cuando tiene que describir espacios, si bien se le deslizan los conocimientos de arquitecta, sus
imágenes son sucintas y sin pretensión de hacer habitar al lector en ellas: “Entramos a un bar
choto que debe tener un café horrible porque tenía un solado cerámico 30x30 peor que el que
yo tenía en la otra casa. Odio” (Robertita, 2022, p. 41). Se trata más bien de una indexación,
un registro relativamente ordenado de datos e informaciones, tamizado de un cariz subjetivo,
que de un verdadero espacio inmersivo. Por proponer una imagen, la narración de Robertita no
discurre con lentitud y atención en los entornos que propone, no hay nada de esa pausada
mirada háptica típica del realismo decimonónico (Maurette, 2015). Más bien, en Roommates,
la narración atraviesa rápida y linealmente los espacios para llevar a lo que considera el meollo
de la cuestión.
Y aquí es donde debemos considerar, primero analíticamente, luego sintéticamente, las otras
formas de la inmersión narrativa. La sensación de recentramiento y transporte a un mundo
ficcional puede estar dada por el trance en el que entra el lector a propósito de la trama. Su
carácter diacrónico la permitiría entender como una inmersión temporal. Así, nos referimos al
modo en que la experiencia lectora se tiñe de la expectativa o el suspenso por lo que pasará,
por el destino de los personajes, por el fin de la historia. Como dijimos, Roommates deja de
lado la inmersión espacial para concentrarse en el desarrollo de una trama que tiene un
despliegue por momentos circular, por momentos taxativo y avanzando a los saltos. La
depresión, los padres, las amistades, sus relaciones amorosas y laborales se transforman en una
pregunta insistente que co-formulan tanto el texto como el lector por el arco existencial de
Robertita. En este sentido, no hay trama por fuera del bienestar o condenación de nuestra
protagonista. Por ello, la inmersión temporal implica inmediatamente en este texto a una