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Recial Vol. XV. N° 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Leandro Ezequiel Simari, Narraciones sobre
la frontera atávica: misterios, experimentos y primates en Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones, pp.
97-117.
certeza que la voz que oyeron hablaba una lengua distinta de la propia, una lengua otra,
la lengua del otro, finalmente identificada, a instancias de Dupin, como los alaridos
guturales del simio. Por otra parte, si el paradigma del sospechoso nace al género en una
analogía directa con el “otro social” (Piglia, 2005, p. 85), elaborada desde el prejuicio y
la paranoia propios de los estratos sociales dominantes del período, la comprobación
irrefutable de que el asesino fue un orangután anticipa en versión extrema la condición
de “monstruo” (p. 85) que calificaría, con pertinencia, a toda una galería ficcional de
criminales futuros. El rasgo distintivo de este primer ejemplar, en todo caso, radica en no
revelarse como un monstruo humano, un monstruo moral, sino como la encarnación de
una otredad más acentuada, de una naturaleza todavía más externa y ajena al entramado
social que la violencia lesiona. En ese sentido, en tanto que animal, el monstruo de “Los
crímenes de la calle Morgue” representaría para Piglia un “otro puro” (Piglia, 2005, p.
85).
En otra clave, el chimpancé de “Yzur” también ha sido leído como transposición
literaria de cierto tipo de alteridad. Miguel Dalmaroni, por caso, sugiere que, al articular
el mutismo de los monos con una suerte de escapatoria del mundo del trabajo, Lugones
habría arrastrado al terreno de la ficción una preocupación vigente en las élites liberales
sobre al papel que las clases subalternas debían desempeñar en el ingreso de Argentina a
la modernidad capitalista. A propósito, Dalmaroni (2006, p. 82) recuerda que la fecha de
publicación del cuento es apenas posterior a la participación de su autor en la redacción
del proyecto de Ley Nacional de Trabajo, que el ministro Joaquín V. González envió al
Congreso en 1904. Julio Ramos, por su parte, concibe a “Yzur” como “una exploración
irónica” a propósito de “las condiciones para la incorporación de otro marcado
étnicamente al espacio racionalizado de la lengua nacional” (en Rodríguez Pérsico, 2008,
p. 308). En una línea afín, Michel Nievas (2018) conecta la subordinación de Yzur ante
su amo, la imposición de una lengua del captor al sometido y la caracterización de los
simios como subhumanos que se resisten a trabajar con la animalización práctica y
discursiva que padecieron los indios sobrevivientes a la Conquista del Desierto a manos
de la ciencia, la prensa, la literatura y las estructuras de poder estatal.
Atada a las contingencias políticas de su tiempo, los párrafos iniciales de “Yzur”
parecen replicar la fórmula que Piglia decodifica en Poe, es decir, de un lado quedan el
humano y el lenguaje; del otro, el otro: inferior, menos que humano, privado de lenguaje,
animal. Sin embargo, antes que a explotar las posibilidades ideológicas y semánticas de
la figura del animal como un otro puro, los derroteros del cuento de Lugones —al igual
que la premisa que dispara las indagaciones de su protagonista— contribuyen a configurar
al chimpancé como la variante de vida animal que más adelgaza la cesura biológica,
ontológica, cultural entre humanidad y animalidad, la forma de vida no humana en la cual
el humano consigue, con menor esfuerzo y mayor asiduidad, reconocerse, espejarse.
En la senda de De La Mettrie, que, dentro de la inconmensurable diversidad zoológica,
escogía al simio para ser introducido en el lenguaje humano, y, desde luego, en la senda
de Darwin, que emparentó a los humanos con el resto de los primates a través de la
postulación de un ancestro en común, Lugones trabajó la figura del mono como la del
menos otro de los otros, un viviente que invitaba al humano a advertir, a través de la
identificación con otras especies, su propia naturaleza animal y, al mismo tiempo,
alentaba con sus simetrías morfológicas y su conducta mimética proyectos más o menos
insensatos de humanización del animal. Embarcado en un plan de esa índole, el