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Recial Vol. XV. N° 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Lucas Martín Adur Nobile, La estrella sobre
Belén Una lectura de la “alegoría teatral” de los reyes magos en La ocasión (1986), de Juan José Saer, pp. 85-
96.
subordinadas. Tenemos un ejemplo evidente en la larga frase que describe los integrantes de la
comitiva:
La estrella grande, luminosa… va guiándolos, segura, hacia Belén, y en el
camino, como muchos otros esperaban, debatiéndose con esfuerzos cada vez
más débiles en la red gris de sus días, que un acontecimiento, una aparición,
venga por fin a sacarlos de esa red gris, campesinos, nobles, mujeres, hombres,
los que se sienten más débiles que sus crímenes o sus esperanzas, los que
quisieran dormirse de una vez y tener una pesadilla porque el no poder dormir
ni de día ni de noche es para ellos su pesadilla, los que en la luz del sol no
encuentran otra cosa que hambre, pena o delirio, los que quisieran saber por fin
si su presencia en esos caminos pedregosos y blancos que el día calcina obedece
a una casualidad o a un llamado, mucha gente va saliendo, un poco soñolienta,
incrédula, de los campos oscuros para integrar, con los ojos fijos en la estrella,
la comitiva. (Saer, 2013, p. 54).
En estos casos, el hipertexto hace patente más bien la distancia con su fuente, que, como
descubriremos al final del fragmento, no es solo estilística, sino que atañe más ampliamente al
sentido mismo del relato: no se trata únicamente de transformaciones formales, sino también
pragmáticas y semánticas (Genette, 1989, pp. 396-ss.). En el estilo de Los reyes magos,
entonces, hay un doble juego de cercanía y distancia con respecto a la fuente, que encontramos
también en la relación que la trama de la alegoría entabla con la de sus hipotextos.
En efecto, luego de decirnos que “la estrella se detiene sobre Belén” (Saer, 2013, p. 54),
como se afirma en Mateo 2,9, el relato se aparta gradual pero radicalmente de la versión
canónica. Si tanto en Lucas como en Mateo los peregrinos encuentran inmediatamente al niño
(Lucas 2, 16; Mateo 2, 11), en Los reyes magos tenemos “indecisión” en la comitiva y, luego
de un examen minucioso, la constatación de que el establo señalado está vacío (Saer, 2013, p.
55). Aquí la narración se separa de su fuente. Los peregrinos se preguntan si han interpretado
mal el mensaje de la estrella y amplían la búsqueda: a otros establos, a los albergues y posadas,
las casas, y hasta los campos y pueblos vecinos (2013, p. 58). Tenemos también la reacción de
los habitantes de Belén, que no tiene ningún correlato en el hipotexto. Estos, desdeñosos y
escépticos, explican a los crédulos peregrinos que
lo que ellos han tomado por un presagio es un hecho aislado, la visión de los
ángeles que han tenido reyes y pastores, un sueño, agradable por cierto, pero no
más palpable que una fantasmagoría, y el crecimiento, la luminosidad y la ruta
de la estrella, justo en el camino y en los campos en los que ellos se encontraban,
una coincidencia. (Saer, 2013, p. 57).
Si en la perícopa evangélica los pastores retornaban “glorificando y alabando a Dios por
todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho” (Lucas 2, 20), el final de la
alegoría es completamente distinto. El anuncio fue falaz, el establo está vacío, los reyes
retornan con sus regalos inútiles, los pastores se dispersan “sin decir palabra” (Saer, 2013, p.
58).
El hipertexto saeriano, entonces, comienza introduciendo ligeras variaciones, pero el
desplazamiento se convierte al final en inversión: si los Evangelios narran el anuncio y el
cumplimiento de una promesa —el nacimiento del Mesías—, la alegoría narra el anuncio, las