Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
Recial Vol. XV. 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Monserrat Brizuela, “E toda a cidade acorde” La
experiencia urbana en las crónicas de Olavo Bilac, pp. 37-50.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v15.n25.45619
“E toda a cidade acorde”
La experiencia urbana en las crónicas de Olavo Bilac
Monserrat Brizuela
1
Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
monserratbrizuela88@gmail.com
ORCID: 0009-0001-5640-3082
Recibido 12/03/2024. Aceptado 15/5/2024
Resumen
Olavo Bilac (Río de Janeiro 1865-1918) es una de las figuras más representativas del
parnasianismo en Brasil. Considerado “el príncipe de los poetas brasileños”, publicó su
primer poemario llamado Poesías en 1888 y también escribió cuentos, crónicas, discursos de
asuntos diversos y poesías para niños.
La labor periodística de Bilac se extendió alrededor de treinta años y comprende la
publicación de crónicas en los periódicos y revistas brasileñas de la época incluso llegó a
publicar en La Nación de Buenos Aires. En el presente artículo se pretende analizar
discursivamente el modo en que se construye la experiencia urbana en una selección de
crónicas publicadas en la Gazeta de noticias de Río de Janeiro, entre 1897 y 1900.
Palabras clave: Olavo Bilac; crónicas; modernización; experiencia urbana; América Latina
“ E toda a cidade acorde”
The urban experience in the Olavo Bilac´s chronicles
Abstract
Olavo Bilac (Rio de Janeiro, 1865-1918) is one of the most representative authors of
Parnassianism in Brazil. He's considered the "prince of brazilian poets" and published his first
collection of poems, called Poesías, in 1888. He also wrote short stories, chronicles, speeches
and poetry for children.
Bilac's journalistic work spanned about thirty years and included the publication of chronicles
in the Brazilian newspapers and magazines of the time he even published in La Nación in
Buenos Aires. The aim of this paper is to discursively analyze the way in which the urban
experience operates in a selection of chronicles published in the Gazeta de noticias of Rio de
Janeiro, between 1897 and 1900.
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Keywords: Olavo Bilac; chronicles; modernization; urban experience; Latin América
É impossível que a urbs carioca ainda nao esteja convencida
do grande amor que lhe consagro.
Olavo Bilac
Durante mucho tiempo, la crítica literaria manifestó cierto desinterés por la crónica
periodística. En el ámbito de los estudios latinoamericanistas, Ángel Rama (1983), Aníbal
González (1983), Julio Ramos (1989), Susana Rotker (1992) y Graciela Montaldo (1994)
fueron quienes recuperaron la importancia de este género. Concebida como escenario de
encuentro y punto de inflexión entre el discurso literario y periodístico, “literatura ‘bajo
presión’ pero no por eso menos literatura” (Rotker, 1992, p. 101), de condición “anfibia” y
carácter “híbrido (Bernabé, 2015, p. 1), la crónica es un género complejo y constituye ese
espacio en el cual la literatura “intercepta con otros discursos, pone a prueba sus límites e
interroga la posibilidad de establecer enlaces entre lo real y el arte de narrar” (Bernabé, 2006,
p. 1). Además de constituir una forma de ganar el sustento diario, la crónica contribuen
gran medida al proceso de profesionalización del escritor que, en la época que nos ocupa,
pugnaba por establecer un territorio específico para su actividad (Ramos, 1989, p. 64). Sobre
la crónica en Brasil, Antonio Cándido destaca la naturalidad y originalidad con la que se
adaptó y desarrolló, y coloca sus inicios en las publicaciones de la sección “Ao correr da
pena” que José de Alencar escribió para el Correio Mercantil de Río de Janeiro, desde 1854 a
1855. Continuaron perfeccionando el género los escritores Francisco Otaviano, el gran
Machado de Assís, França Júnior, Olavo Bilac, a quien el crítico presenta como o mestre da
crónica leve” (Cándido, 1992, p. 16), y, por supuesto, el cronista del 900 que será quien
perfeccione el género, João do Río.
Bilac (Río de Janeiro 1865-1918) integra la célebre tríada de poetas parnasiano junto
con Alberto de Oliveira y Raimundo Correia y constituye el escritor más representativo de
esa escuela en Brasil. El llamado “príncipe de los poetas brasileños” publicó su primera obra,
Poesías, en 1888, escribió ensayos, poemas y cuentos para niños y durante casi treinta años
se dedicó al periodismo. Escribió crónicas para los periódicos más importantes de su tiempo,
como O álbum, A Bruxa, A Cigarra, O combate, Kosmos, Correio Paulistano, Correio do
Povo, O Estado de S. Paulo, Jornal da Exposição
2
y, sobre todo, en la Gazeta de noticias.
Si bien, como quedó dicho, Bilac tuvo una prolongada actividad periodística, es un
escritor que durante muchos años ha sido estudiado y valorado desde el ángulo de la poesía
parnasiana, sin haberse atendido lo suficiente su labor como cronista. Brito Broca, en A vida
literaria no Brasil 1900, presenta el perfil del periodista:
Depois de João do Rio, foi Olavo Bilac o cronista mais fecundo da primeira
década do século XX. Somente por volta de 1910 vai ele abandonando esse
gênero de atividade jornalística e literária de que fez durante muito tempo seu
principal meio de vida. O prosador em Bilac nunca chegou, porém, à altitude
do poeta. O cronista caracteriza-se pela facilidade, leveza, tom fluente, sem
grande relevo, capacidade de tirar sempre conclusões gerais de um fato
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particular, numa filosofia que, se não abusa do paradoxo, não se abalança em
aventuras arriscadas. Muito da vida do Rio de Janeiro também se reflete em
suas ginas, embora como assinalamos lhe faltasse a vocação de repórter.
Mas, excetuando-se os méritos do poeta, o aspecto da personalidade de Bilac
que dominou nessa época não foi a do cronista e sim a do orador. Os
contemporâneos são unânimes em reconhecer-lhe a superioridade neste
terreno: o encanto pessoal, o belo timbre de voz, a gesticulação sóbria, um
conjunto de atributos excepcionais com que sabia seduzir os auditórios.
(Broca, 2004, p. 326).
En esta oportunidad, analizaremos discursivamente el modo en que se construye la
experiencia urbana del sujeto en una selección de crónicas publicadas en el periódico la
Gazeta de Notícias de Río de Janeiro entre 1890 y 1908. Antes de centrarnos en el análisis,
mencionaremos algunas cuestiones referidas a Bilac y la Gazeta de noticias y también nos
detendremos en la gran protagonista de estos textos: la ciudad de Río de Janeiro.
Bilac, cronista de la Gazeta de noticias
La Gazeta de noticias comenzó a circular el 2 de agosto de 1875 en Río de Janeiro, en
aquel entonces, capital del Imperio de Brasil. Dirigida por José Ferreira de Sousa Araújo,
Henrique Chaves, Elísio Mendes y Emanuel Carneiro, en su primer mero presentó su
programa editorial y en el “prospecto” anunció que, además de folletines (novelas por
entregas), se publicarían crónicas referidas al arte, la literatura, el teatro, la moda y todo
acontecimiento notable con el propósito de poner al día a los lectores. Era un periódico
modesto pero innovador, popular y barato que se distribuía por toda la ciudad y que, en el
momento de su fundación, tenía claros objetivos políticos: luchar por la abolición de la
esclavitud y por la proclamación de la República.
Figura 1.
Portada del primer número de Gazeta de Noticias, lunes 2 de agosto de 1875
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Fuente: Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil. Recuperada de
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=103730_01&pagfis=1
Los jóvenes escritores de la época soñaban con publicar en la Gazeta y “el príncipe de los
poetas brasileños” no era la excepción; escribir en ella era sinónimo de fama, gloria y
consagración literaria. En 1884, Bilac vio publicado por primera vez uno de sus sonetos
parnasianos, titulado “A sesta de Nero”, pero fue recién en abril de 1890 que la Gazeta hizo
el siguiente anuncio: un escritor de talento, primoroso cronista, o valente Olavo Bilac
prometeu-nos colaborar diariamente e hoje começa a cumplir sua promessa” (Dimas,
2006, p. 38). Finalmente, en 1897, obtuvo una columna propia al sustituir nada más y nada
menos que al ilustre escritor Machado de Assis, a quien de hecho reconocía como “o chefe de
toda uma geração literária” (Bilac, en Dimas 2006, p. 47). Allí también publicaban crónicas
aquellos literatos portugueses que Bilac tanto admiraba y que funcionaron como sus grandes
modelos: Eça de Queiroz y Ramalho Ortigão.
En una “Crónica de saudades” publicada el 2 de agosto de 1903 en la misma Gazeta de
notícias, con motivo del aniversario del periódico, el escritor se refiere a su juventud y al afán
de publicar en ese medio de prensa: “Nunca houve dama, fidalga e bella, que mais
inaccessível parecesse ao amor de um pobre namorado: escrever na Gazeta; ser colaborador
da casa, estar ao lado da gente ilustre que lhe dava brilho, que sonho!” (Bilac, 2006, p. 576).
Aquí, el cronista utiliza el discurso amoroso para referirse de manera alegórica al periódico.
Este último se presenta personificado como una mujer inalcanzable y el escritor construye su
autofiguración como la de un poeta perdidamente enamorado:
Ela não era uma rica matrona, arreada de joias era uma linda rapariga,
amada e querida de todos, alegre como um canário, fresca como uma
madrugada; e eram a sua beleza, a sua alegria, a sua frescura que me
apaixonavam. (Bilac, 2006, p. 576).
Además, para enfatizar la representación de sus ansias de pertenecer a la nómina de
escritores que participaban allí, animaliza su figura, se define como un “lobo esfomeado em
torno de uma presa cobiçada (Bilac, 2006, p. 576) y se compara con “os gatos domésticos
que amam a casa, e tanto gostam de estar na sala como na cosinha, no telhado como no
quintel” (Bilac, 2006, p. 576). Por su parte, el periódico es descripto mediante sustantivos y
adjetivos vinculados con lo astral, lo luminoso y lo elevado, es un “acropolio fulgido,
coroado de estrellas” (Bilac, 2006, p. 576).
La mayoría de las crónicas bilaquianas publicadas en la Gazeta son alrededor de
novecientas presentan como escenario la ciudad de Río de Janeiro, atravesada por las
transformaciones de fines del siglo XIX y principios del XX resultantes del proceso de
modernización. Francisco Pereira Passos (1836-1913) se desempeñó como alcalde de la
ciudad entre 1902 y 1906, durante el período conocido como “bota-abaixo”. Procurando
imitar al barón de Haussmann, quien había remodelado la ciudad de París con objetivos
político-militares y orientado por fines progresistas, Passos pretendía darle a la entonces
capital de Brasil una fisonomía parisiense, un aspecto de ciudad europea. La apertura de la
Avenida Central, sumada a otras obras urbanísticas, logró modernizar la vieja ciudad colonial.
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En relación con estos cambios del espacio urbano, el escritor portugués Manuel de Sousa
Pinto se refería, en 1905, a las transformaciones que la ciudad carioca había experimentado a
fines del siglo XIX y al alcalde Passos, a quien presentaba como el gran promotor de la nueva
configuración urbanística:
É o prefeito temido, inquebrantável, onipotente. Tem um belo perfil de
romano, um corpo comprido e ágil, e, por ironia certamente, que não pela
assombrosa energia e pela claríssima mente, setenta anos ... O prefeito Passos
é, presentemente, o nome mais sabido, mais repetido, mais criticado e mais
elogiado do Rio de Janeiro. É para alguns um deus, e a nova cidade deve-lhe
profundo culto. Para outros, é o extermínio, o carrasco inexorável, um
espectro pavoroso. Parece-me, contudo, que todos concordam, em que, com os
seus indispensáveis defeitos e as suas superiores qualidades, é um grande
homem. É, pelo menos, o homem do dia, muitas semanas. A primeira
sentença, estrondosíssima, que condenava à desaparição o velho Rio, foi o
projeto, hoje integralmente cumprido, da abertura da avenida Central. A
avenida Central, meu caro ausente, é atualmente, ainda não de todo edificada,
a maior vaidade do carioca ... Aberta a avenida, que, em sua salutar e livre
amplidão, fazia perdidos os protestos teimosos dos renitentes, ganhou toda
esta cidade, ardentemente entusiasta, una ânsia furiosa de reforma, de
novidade, de derruir e renovar. Após essa avenida Central, pensou-se logo
noutra, estupenda e inigualável, a avenida à beira-mar, que, rodeando a cidade
em toda a sua periferia, como um colar radioso envolve em brilho um sedutor
pescoço de mulher, virá de ponta a ponta, colada ao mar e fechando a terra,
transformar a margem magnífica desta cidade tão caprichosamente recortada
num passeio infindo e surpreendente. (Broca, 2004, p. 355).
En este contexto, Bilac, considerado por la crítica como “o pregador constante da
modernização da capital” (Dimas, 2006, p. 51), aborda asuntos diversos en sus numerosas
crónicas dedicadas a la ciudad de Río de Janeiro. Entre estos se destacan la urbanización, la
salud pública, los escándalos políticos, las fiestas populares como el carnaval, la seguridad
urbana, la deficiencia del transporte público, la violencia sexual, la política internacional, los
lanzamientos de libros, entre otros. En las páginas que siguen, dividiremos el corpus de
crónicas selecionadas en dos apartados, que nos permitirán observar dos facetas distintas de
la ciudad. Por un lado, Río de Janeiro como un escenario nocturno, oscuro y casi
fantasmagórico; por otro, la ciudad de día, festiva e iluminada.
“Sobre as ruas adormecidas...”
En este pasaje abordaremos las crónicas “A noite”, Contra a electricidade” (1905) y
también tomaremos un texto sin título publicado el 30 de julio de 1899. Los tres textos fueron
publicados en la Gazeta de notícias.
En “A noite”, el título alude a un momento del día y comienza con la experiencia personal
del sujeto que se presenta como preso del insomnio y del “indizivel horror da vigilia doentia”
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(Bilac, 1916, p. 35). Situado en un espacio interior y privado, como es su hogar, y desde las
alturas, ya que se encuentra en la terraza, el cronista opera como observador de un espacio
mayor y externo que lo envuelve: el afuera, la ciudad de Río de Janeiro dormida. Su mirada
es totalizadora y presupone cierta distancia (Ramos, 1989, p. 126). En principio, rememora el
torbellino y la agitación de las calles, caracterización que contrasta en gran medida con la
visión nocturna de la ciudad silenciosa, en las horas del recogimiento y la reflexión:
Sobre as ruas adormecidas a paz estrelada do céu, o fervilhar da Via Láctea,
o enxame dos astros trêmulos, a nodoa misteriosa do saco de carvão, e o
Cruzeiro do Sul, alto e esplendido, vigiando de cima o repouso da terra; em
baixo, e nos morros de em torno, as ruas alinhadas, com as luzes do gás
rebrilhando, como cabeças de alfinetes de ouro em longas fitas de veludo
negro. (Bilac, 1916, p. 35).
3
En el fragmento citado, observamos un campo semántico relacionado con los astros, el
sueño y el silencio y también la mención de la luz artificial que es presentada mediante una
comparación con el orden de lo textil (las luces de las calles se asemejan a las cabezas de
alfileres de oro sobre el terciopelo negro), imagen que se contrapone, en forma especular, al
plano celestial, donde imperan las estrellas.
Otro recurso que aparece en esta crónica es el de las exhortaciones explícitas, en segunda
persona, dirigidas a los lectores del periódico, en un diálogo imaginario con el cronista: “Já
demorastes alguma vez a atenção sobre o estranho aspecto que têm alta noite as casas de uma
cidade adormecida?” (Bilac, 1916, p. 36), “Se reparardes bem, com a muita ou pouca
imaginação que Deus vos deu, chegareis a ver” (Bilac, 1916, p. 36). Esta clase de
interrogaciones le sirven al sujeto para posicionarse como un gran conocedor y “espía”
sigiloso y secreto: E assim com todo o corpo abandonadamente imobilizado sobre o solo
[a cidade] é um animal monstruoso, agachado, descansando as paredes levantam-se e
abaixam se levemente, regularmente isochronamente, como un tórax, no resfolego do
somno (Bilac, 1916, p. 36).
Observamos una animalización de la ciudad, que es descrita como un animal gigante
inmovilizado por el sueño y asociado a lo monstruoso. La mirada se detiene en un detalle que
termina de componer la escena: la respiración de esa ciudad-monstruo. Ya en un tono
aleccionador y destinado a los lectores, se compara la hipocresía de los hombres con el
aspecto de algunas casas durante la noche:
Durante o somno, a vontade não funciona e a hypocrisia não pode adoçar as
linhas da fase Com as casas dá-se o mesmo: umas ha que parecem ninhos
ao sol, e que no seio da noite é que mostram o seu verdadeiro aspecto de
catacumbas. (Bilac, 1916, p. 36).
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El motivo de las casas oscuras y abandonadas es recurrente en los textos bilaquianos.
Como podemos observar, la ciudad se presenta mediante imágenes relacionadas con el
silencio, con lo monstruoso e incluso con la muerte.
En nea con la crónica anterior, “Contra a electricidade” también presenta un retrato
nocturno de Río de Janeiro. Aquí, el sujeto toma nuevamente como punto de partida una
vivencia personal y parte de un espacio interior y privado. El cronista proyecta su mirada
desde la terraza del hogar (¿la misma que en la crónica anterior?), pero ya no es un
observador estático desde la altura, sino que desciende y se desplaza por las calles. Afuera, la
ciudad está más oscura que de costumbre dado que hay un paro de operarios de la compañía
de electricidad; este es el asunto central de la crónica.
Cuando el cronista camina la ciudad, inmediatamente, se despliega un campo semántico
relacionado con lo mortuorio, la oscuridad y el miedo, tal como ocurría en la crónica anterior:
“amortalhada na treva espessa”, “vago susto”, “ruas lúgubres”, “espantado vozeio”, “nuvens
negras”, “os pasos dos transeúntes soavam funereamente”, “o negror”, “medo da treva”
(Bilac, 1916, p. 154). La mirada del sujeto se detiene en la muchedumbre carioca, a la que
llama “multidão invisível: afluía para a grande via espléndida”, “os cafés transbordavam
gente”, “á porta de cada cinematographo, uma longa cauda de povo se formava, assaltando a
bilheteria” (Bilac, 1916, p. 151). Los verbos connotan el movimiento y la exaltación de la
turba carioca que se aglomera y circula en aquellos espacios públicos que aún cuentan con
luz.
De repente, en la mitad del trayecto, la Avenida Central se transforma en una “región
encantada” en la que reina un personaje de cuento maravilloso, el “Hada electricidad”:
A grande fada, que suspendia sobre as nossas cabeças aqueles globos
fulgurantes, e estendia ao longo dos predios aqueles pendões de luminárias
brancas, amarelas, verdes, vermelhas, formando letras e dísticos,
aglomerando-se em estrelas e crescentes, dando á Avenida um aspecto de zona
de milagre, dotada de uma vegetação fantástica de flores e frutos de fogo
(Bilac, 1916, p. 155).
La luz eléctrica, elemento clave de la modernización del espacio urbano, se concibe en
términos propios de la literatura fantástica o los cuentos de hadas. Observemos la
caracterización maravillosa y, al mismo tiempo, la personificación femenina del fenómeno.
La Avenida se vuelve un escenario mágico o sobrenatural e incluso, como si se tratara de una
deidad, el hada recibe coros de alabanza. Sin embargo, algunas líneas más abajo, una imagen
contrasta con la descripción anterior, el Hada electricidad es comparada con el diablo y con lo
pecaminoso.
El cronista interpola otra voz en el discurso, la de un amigo poeta que, con un tono
hiperbólico, es comparado con un sacerdote. Este bendice el paro de operarios y detesta la luz
artificial de las calles porque le impiden ver la luna: “Maldita sejas, fada perversa, inimiga do
luar, Satania abominável, filha de Belzebú” (Bilac, 1916, p. 157). En estas líneas podemos
observar cómo se recupera en un tono humorístico el tópico romántico vinculado con la
oposición entre la naturaleza (la luna y las estrellas) y lo artificial (la luz de las ciudades que
impide contemplar el cielo nocturno):
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Abençoada seja a parede dos gasistas, que nos permite ver em toda a sua
majestade divina, sem o contraste odioso e concorrência indigna da luz
artificial, a tua luz incomparável, ó Diana formosa, caçadora de estrelas, mãe
de todos os sonhos, consoladora dos tristes! (Bilac, 1916, p. 157).
En consonancia con lo anterior, y como si se tratara de un discurso religioso, la crónica
concluye con la forma aclamatoria “Amén”.
Finalmente, en la tercera crónica, el asunto principal es una imagen que ya había aparecido
en las dos crónicas anteriores: la casa deshabitada. Nuevamente se reitera una imagen de
ciudad asociada a la muerte, esta vez desde el plano de lo sonoro: “Há casas vastas e velas
que ficam longo tempo fechadas, num silencio de morte, num sono de aniquilamento A
casa vazia fica fechada e triste como um túmulo” (Bilac, 2006, p. 311). El campo semántico
mortuorio reaparece: “silêncio”, “túmulo”. La atmosfera que se construye es la misma que en
los textos precedentes.
Por otro lado, una sucesión de adjetivos hiperbólicos vinculados con la melancolía, la
tragedia y la enfermedad completan la configuración de la ciudad: “macambúzia”, “cidade de
dispépticos e de mesentéricos”, “carregando o luto de uma grande catástrofe”, “triste cidade”
(Bilac, 2006, p. 311). Como podemos ver, la caracterización no se circunscribe al espacio,
sino que se traslada también a los habitantes del lugar, dado que establece analogías con la
muerte: “o carioca anda sempre olhando para o chão, como quem procura o lugar em que há
de cavar a própria sepultura” (Bilac, 2006, p. 311).
El cronista se construye como un gran observador a través de verbos vinculados con la
visión: “quem escreve estas linhas viu” (Bilac, 2006, p. 311), y se atreve a interpelar y
dialogar con sus lectores, como en las crónicas ya vistas: “conhecem os senhores coisa mais
triste do que um palácio desabitado?” (Bilac, 2006, p. 311). Incluso cuestiona su propia
representación de Río de Janeiro al compararla con otras ciudades europeas:
Santo Deus! que sejam tristes, soturnas e embezerradas as cidades do extremo
norte da Europa, que uma névoa perpétua amortalha, cousa é que se
comprende. A tristeza do céu entristece as almas…Mas que seja melancólica
uma cidade como esta, metida no eterno banho da luz do sol, luz que se
desfaz em beijos e sorrisos pelas copas das árvores, pelas fachadas das casas,
pelos buracos das ruas, isso é cousa que não se entende! (Bilac, 2006, p.
311).
La ciudad carioca es retratada como un escenario lóbrego, sombrío, en el que la luz se
desvanece y todo esto es relacionado por el cronista con la enfermedad en particular, con la
epidemia de fiebre amarilla que imperaba en aquel entonces y con la falta de
infraestructura de saneamiento. Cabe aclarar que son numerosas las crónicas bilaquianas que
denuncian estas cuestiones: “Ah! Quem poderá viver bastante para te ver saneada, ó cidade
do Río de Janeiro?” (Bilac, 2006, p. 312). A diferencia de los textos anteriores, en este, el
sujeto expone una situación, denuncia y finalmente presenta su propuesta:
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Ninguém ignora que o vômito negro por anos devastou as populações de
Galveston, de Filadélfia, de Memphis, de New Orleans, e que dessas cidades
desapareceu para sempre, assim que, saneadas e acostumadas á limpeza, elas
deixaram de oferecer ao desenvolvimento da epidemia um meio favorável
(Bilac, 2006, p. 312).
Nuestro cronista se construye como un gran conocedor de lo que ocurre fuera de Brasil y
establece comparaciones, en pos de reclamar e impulsar medidas relacionadas con el
saneamiento de la ciudad. El tono de esta crónica dista del de las anteriores, se vuelve
analítico, crítico, se diagnostican los males que padece la ciudad buscando un efecto en el
ordenamiento fáctico del espacio urbano.
“O sol fecundo…”
En este apartado analizaremos algunas crónicas que, en contraste con los textos anteriores,
presentan imágenes de la ciudad asociadas con la luminosidad. Estos textos son
“Resurreição” (1897), “O sol” (1900) y un escrito sin título que data del 13 de mayo de 1900.
Como los anteriores, los tres fueron publicados en la Gazeta de notícias.
En la primera crónica, Resurreição”, el asunto es la festividad católica de la Pascua de
Resurrección. El texto comienza con un verbo en segunda persona que alude al campo de lo
sonoro: “Cantai” (Bilac, 1916, p. 12) y constituye una exhortación explícita y directa del
cronista hacia las campanas, caracterizadas como vibrantes y alegres. Mediante la repetición
de la preposición “sobre”, se describe el alcance del sonido y se presenta un itinerario de los
distintos espacios de la ciudad: Sobre os campos embalsamados e quietos, sobre os jardins
cheios de flores, sobre as ruas fidalgas cheias de palácios, sobre os bairros pobres cheios de
pardieiros derramai a harmonia maravilhosa das vossas vozes concertadas, ó sinos da
Ressurreição (Bilac 2006, p. 12).
La repetición de la estructura sintáctica confiere ritmo y musicalidad al texto, como si se
tratara de reproducir el sonido de las campanas. Al igual que en la crónica ya analizada, “A
noite”, el cronista se posiciona en un plano superior respecto del espacio representado y
ofrece una mirada totalizadora. Prevalecen imágenes visuales referidas a los campos, los
jardines, los palacios, las calles y las viviendas de los barrios empobrecidos. Además, se
observa el notable contraste entre los adjetivos “fidalgas” y “pobres”, que representan las dos
caras de una misma ciudad.
Otras construcciones sustantivas relacionadas con lo religioso y lo sonoro se emplean para
aludir a las campanas, se las llama “bronzes da Ressurreição” (Bilac, 1916, p. 14) y “bronzes
da igreja” (Bilac, 1916, p. 14). El campo semántico relacionado con el sonido continúa:
“larga voz”, “voz alegre dos carrilhoes multiplicados”, “ouvindo falar essa música sagrada”,
“voz juvenil, ardente e fresca” (Bilac, 1916, p. 12). La crónica constituye un llamado a las
campanas para que canten la Resurrección de Cristo y despierten a la ciudad dormida y
oscura (podemos pensar en el retrato presentado en los textos del apartado anterior). Las
campanas aparecen personificadas, tienen una voz que se interpola en el texto y, para
clausurar la crónica, dan un mensaje aleccionador y esperanzador a los lectores: instan a los
fieles a cumplir el precepto católico de amar al prójimo. La novedad del texto reside en la
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Recial Vol. XV. 25 (Enero- Junio 2024) ISSN 2718-658X. Monserrat Brizuela, “E toda a cidade acorde” La
experiencia urbana en las crónicas de Olavo Bilac, pp. 37-50.
personificación de las campanas y en la reproducción de su voz, convertidas en mensajeras:
“Homens! Amai e esperai, isto é: vivei!” Assim fala a larga voz dos sinos da ressurreição”
(Bilac, 1916, p. 16).
Por otro lado, en la crónica “O sol”, el sujeto también presenta la ciudad durante las
primeras horas del día:
Quando nasce agora o dia, nestas deslumbradoras manhãs de dezembro, sente
a gente acordar dentro de si a velha alma dos aryanos, adoradores do Sol, do
luminoso Surya, fonte de toda vida, mediador entre o céu e a terra,
triumphador das trevas, reanimador dos corações. (Bilac, 1916, p. 23).
En el fragmento comienza a desplegarse un campo semántico relacionado con el
nacimiento, la luminosidad y la adoración al sol, en este caso, mediante una referencia a la
antigua cultura de los arianos. El sujeto interpola exclamaciones explícitas dirigidas a los
cariocas y si en la crónica “Ressurreição” exhortaba a las campanas a despertar a la ciudad,
ahora lo hará él mismo. Calificará a los cariocas con adjetivos asociados al desgano y a la
enfermedad: “¡Saltai da cama, preguiçosos”, “¡Arthríticos, de pé!”, “¡De pé, macambúzios!”
(Bilac, 1916, p. 23).
La mirada recorre distintos barrios de la ciudad y se detiene en el espacio más icónico de
Río de Janeiro, la playa:
Um leve calefrio encrespa, no Flamengo, o lençol azul das aguas; Venus, meio
morta de cansaço, apaga o olhar dormente; e, cantando e correndo, ahí vem a
turba dos banhistas, vultos ainda indistintos no lusco-fusco, enquanto pelas
ruas do Cattete vai lentamente morrendo a longa reticencia das luzes do gás
(Bilac, 1916, p. 23).
Los barrios Flamengo y Cattete son los elegidos para retratar. En una escena que apenas se
puede vislumbrar emergen los bañistas descritos a partir de imágenes sonoras y de
movimiento. La multitud carioca, sin distinción de edad ni clase social, celebra el comienzo
del día, nada más y nada menos que en la playa. A continuación, la mirada del cronista se
centra en aquellos que, tras el baño de mar, tienen la obligación de comenzar sus labores
cotidianas para ganarse el pan. Entre todos ellos, al igual que en la crónica “Contra a
electricidade”, surge una figura, la del poeta contemplativo recordemos que Bilac también
lo era que se detiene en los detalles del día de playa carioca:
Os poetas, esses deixam-se ficar, encostados ao cães que a agua agitada
borrifa, contemplando o chamalote arfante do mar, olhando os morros que se
cobrem de manchas de purpura, mirando as lindas mulheres que saem das
ondas, ágeis e esquivas, arrepiadas de frio, calcando com os pesinhos brancas
a areia mole da praia. (Bilac, 1916, p. 24).
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Prevalecen los adjetivos que enaltecen al sol: “luminoso disco”, “plena gloria”, “sol
fecundo”, “mil veces fecundo em criação e alegría”, “distribuidor das graças divinas” (Bilac,
1916, p. 24). En este texto también aparece lo maravilloso asociado a los efectos que provoca
el sol sobre la naturaleza, los personajes y la arquitectura de la ciudad, la cabeza de un ebrio
brilla como la de un dios, los barrios pobres resplandecen y las casas abandonadas se vuelven
palacios. Otra vez se concibe el espacio a partir de analogías literarias. Los rayos del sol son
comparados, en términos religiosos, con una lluvia de bendiciones que baña la ciudad. Sin
embargo, hacia el final de la crónica, el tono cambia abruptamente.
La magia del sol de Río de Janeiro contrasta con lo que ocurre en el norte de Brasil. Si
hasta el momento, el sol estaba relacionado con la idea de fecundidad, ahora se volverá
“assassino” (Bilac, 1916, p. 27) de tierras y sembrados: “[os raios] desabam eles como un
flagelo, comendo os campos e devorando as vidas”, “paragens desgraçadas”, “dardos
assassinos sobre a terra agonizante (Bilac, 1916, p. 25). La crónica se cierra con una
exhortación explícita al sol que constituye un lamento y, al mismo tiempo, un reclamo, lo que
da cuenta del movimiento circular del texto, ya que se evoca la misma imagen exótica del
comienzo y con una pregunta retórica: Porque não has de ser para todos o Surya generoso,
que os aryanos adoravam, ajoelhados no solo sagrado da India? (Bilac, 1916, p. 27).
La última crónica que abordaremos en este trabajo fue publicada el 13 de mayo del 1900.
El texto comienza así: “não entramos às escuras no quinto século de nossa existência. Nem ás
escuras, nem em silêncio (Bilac, 20026, p. 346). Desde la primera línea se niega la oscuridad
y el silencio, características que construían la ciudad en las primeras crónicas analizadas. El
asunto central se relaciona con un tono festivo y el texto está plagado de alusiones a la
luminosidad y a sus efectos en el pueblo: “Houve mesmo tanta luz e tanto barulho, que a
gente ainda tem, nos olhos, coriscos deslumbrantes, e, no ouvido, o reboar de uma
tempestade longínqua” (Bilac, 2006, p. 346).
La festividad se convierte en motivo para que la ciudad se transforme y se vea iluminada.
Esta se construye a partir de lo visual pero también de lo sonoro. Durante la noche, el
escenario permanece iluminado y es evidente la exaltación y la algarabía del pueblo:
Todas as bandas de música do Río andaram a compita atroando os ares; não
ficou sem serviço uma lanterna chinesa; por seis noites a fio a cidade se
encheu de uma multidão bulhenta e jovial; e coalhou-se o mar de embarcações
rutilantes, e vulcões fantásticos vomitaram catadupas de estrelas, e houve
aclamações, vivas, hinos, discursos, girândolas, salvas. (Bilac, 2006, p. 347).
Se destaca el campo semántico relacionado con lo luminoso, “lanterna chinesa”,
“embarcações rutilantes”, “vulcões”, “estrelas”. Sin embargo, la ciudad no se ilumina solo de
noche, también de día: “Agora, dos mastros sem cor pendem ecos dos festoes de folhagem;
rasgam-se ao vento as flâmulas; decoram ao sol as pinturas do coretos; rasgam-se as
lanternas; e o povo, estremunhado, volta ao trabalho” (Bilac, 2006, p. 347). La imagen visual
se relaciona con el sol y aquellos espacios que este baña con su luz, los cuales se vuelven
coloridos y extravagantes.
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Consideraciones finales
En estas crónicas bilaquianas, la protagonista es la ciudad de Río de Janeiro, que se
construye discursivamente a partir de contraposiciones: la luz y la oscuridad, la noche y el
día, lo natural y lo artificial, lo elevado y lo terrenal. Es un lugar silencioso, oscuro,
tenebroso, como en el caso del cementerio o las casas abandonadas. Al mismo tiempo, se
viste de fiesta, de algarabía callejera y de magia con la luz del sol. Es el escenario de un
cuento maravilloso y un templo donde se oyen los cánticos religiosos, es también el espacio
del ocio, de la suciedad y de la enfermedad.
En todos los casos, la figura del cronista se destaca. En algunas ocasiones, permanece
estático y, como una deidad, observa desde las alturas. Se asemeja a un espía que acecha
cuando nadie lo ve. En otras oportunidades, se desplaza en el espacio y, a partir de un punto
determinado del itinerario, toma distancia y observa a la multitud carioca en medio de la
vorágine moderna. Se configura explícitamente como un testigo que ve todo y a todos (en
este sentido, abundan los verbos asociados a la visión). El cronista alza su voz para poner en
evidencia ciertas problemáticas del orden de lo social, lo filosófico y lo moral, exhibe una
mirada crítica que denuncia y que interpela a sus lectores. Siempre mira, contempla y escribe.
Atravesado por la experiencia urbana, Bilac construye una ciudad que se escapa de las
representaciones tradicionales conocidas. Se trata de una representación novedosa del espacio
y de la experiencia urbana. Si bien su mirada se centra en los cambios producidos por los
procesos de modernización, va mucho más allá de eso y se detiene en aquello que no se ve a
simple vista y lo hace de una manera crítica. El escritor brasileño logra presentar, en estos
textos, las distintas caras de ese animal colosal que lo envuelve y lo fascina: Río de Janeiro.
Referencias bibliográficas
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brasileira.
Notas
1
Monserrat Brizuela es Licenciada y profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata,
Argentina. Docente en la asignatura Literatura y Cultura Latinoamericanas e integrante del grupo de
investigación Latinoamérica: literatura y sociedad, en la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de
Mar del Plata.
2
A continuación se explicitan los años en los que Bilac publicó crónicas en los periódicos y revistas
mencionadas: O álbum 1893-1895, A bruxa 1896-1897, A cigarra 1895, O combate 1892, Correio Paulistano
1907-1908, Correio do Povo 1890, O Estado de S. Paulo 1897-1898, Jornal da Exposicao 1908, Kosmos 1904-
1908.
3
En este trabajo hemos empleado la edición de crónicas Ironía e piedade publicada por el mismo Bilac en 1916
y también el volumen Bilac, o jornalista. En este último, Antonio Dimas recopiló alrededor de novecientas
crónicas publicadas por el autor en la Gazeta de noticias. En el caso de las citas pertenecientes a Ironía e
piedade, se ha conservado la grafía original.