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Recial Vol. XIV. N° 24 (Julio - Diciembre 2023) ISSN 2718-658X. Carolina Villada Castro, Acoger lo indecible,
pp. 350-354.
color y sus formas aparecieron hoy para celebrar y agradecer la vida de aquella
mujer. “vacío, aliento, vacío” ¿qué otra cosa es la vida”. (Salas, 2023, p. 62)
En la segunda parte, “Des-encuentros”, la variación de la noche se bosqueja esta vez a través
del recuerdo y relato de las grietas y fisuras que bordean los trazos del retrato familiar. El
absurdo a la base de las relaciones familiares yace entre las hendiduras más profundas del
antiguo y actual retrato en el que poco a poco se perfilan cada vez más nítidamente los rasgos del
déspota, el padre, y de la déspota, la abuela paterna, herederos comunes de esa ley patriarcal que
como el Dios del Antiguo Testamento sin nombre ni rostro apenas ordena mientras sostiene el
continuo malestar que transforma los encuentros familiares en desencuentros cotidianos
banalizados o silenciados para sostener estas extrañas relaciones. Así en “Palabras del miedo” se
retrata bien la presencia dominante del padre:
el padre ha gobernado bien los asuntos familiares en el límite de la ley, como un
fonambulista sobre la cuerda floja de los propios límites y de las limitaciones del
mundo. También, ha vivido aferrado a su poder, asumido como superioridad
masculina, un poder de imponer su voluntad, o de segregar a los otros cuando
proceden en desacuerdo con él. (Salas 103)
Sin embargo, entre las resquebrajaduras de este retrato familiar también fulguran las
complicidades anónimas entre madre e hija, las solidaridades femeninas entre hermanas, las risas
e ironías que comparten estos personajes anónimos que se burlan del sinsentido que los acerca y
los distancia. A propósito, en “La puerta” la narradora rememora una de estas escenas de
absurdidad e hilaridad:
Esta fue la primera gran reforma de las muchas llevadas a cabo por el padre. La
recuerda con nitidez y desconcierto, y a medida que pasan los años le parece
surrealista, un eslabón en la cadena de absurdos que todos han visto salir de la
cabeza y de las manos del padre. (Salas, 2023, p. 88)
Esta oscilación entre la absurdidad de las relaciones familiares, la ironía y el humor, les permite a
los anónimos personajes asemejarse a una compañía del teatro del absurdo que logra carcajearse
de la absurdidad compartida, uno de los momentos más vitalistas de esta singular trama.
Paralelamente, esta segunda parte se cierra con un conmovedor retrato del declive del déspota,
de su fragilidad, de su miedo y de su soledad en el seno de la vejez. La desmemoria lo convierte
en otro para sí, esta socava su antiguo poder y control, la enfermedad revela consigo la alteridad
del cuerpo que aparece en su excedencia: