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Recial Vol. XIV. N° 24 (Julio - Diciembre 2023) ISSN 2718-658X. Marcela Rivera Hutinel, «Leer lo que
nunca fue escrito»: Constelaciones de la letra entre Benjamin y Mallarmé, pp. 22-42.
una lectura que se anticipa al lenguaje, un modo del leer que no se conforma con restablecer
una significación previamente codificada o pre-escrita. Esta frase de Hofmannsthal, que
aparece en el artículo de 1933, “Sobre la facultad mimética”, pero también como exergo del
convoluto M del Libro de los pasajes titulado “El flâneur” y en unas notas marginales a Sobre
el concepto de historia, se habrá convertido —como subraya Lesmes— “en un auténtico hilo
de Ariadna de la obra de Benjamin” (2011, p. 63). Así, en “Sobre la facultad mimética”,
luego de introducir la fórmula de Hofmannsthal, “«leer lo nunca escrito»”, Benjamin apunta:
“Esa lectura es la más antigua: leer antes del lenguaje, a partir de las vísceras, de las danzas
o de las estrellas” (2007, p. 216). Como Benjamin, que vislumbra en las configuraciones
estelares el temprano despuntar de un modo de leer —la lectura de lo no escrito— que le
permite acrisolar otra «matriz de legibilidad» del mundo y de la historia —“lectura de
estrellas, señala Galende, que Benjamin pone a la base de toda lectura” (2008, p.19), Valéry
mira hacia las constelaciones para aquilatar los alcances de esta lectura estrellada por la
experiencia poética de Un Coup de dés. El propio Mallarmé, por lo demás, le había expresado
a Gide en una carta que esperaba darle al poema “un aspecto de constelación” (Valéry, 2010,
p. 74).
Hacia el final de Un Golpe de dados, el poeta pone en relieve la que será su palabra-clave,
y lo hace a través de un particular agenciamiento tipográfico: “UNE CONSTELLATION”
irrumpe en medio de una inusitada constelación de palabras, gráficamente materializada en
la página. Valéry recuerda que el poeta, con vistas a conseguir que las palabras en el texto
pudieran constelarse, “había estudiado muy cuidadosamente (incluso en los afiches, en los
diarios) la eficacia en la distribución de los blancos y los negros, a la vez que la intensidad
comparada de los tipos”; en dicha “disposición tipográfica”, afirma, era preciso reconocer
“lo esencial de su tentativa” (2010, pp. 72-73). Benjamin, leyendo a Mallarmé, también
repara en la atención que el poeta presta a la profunda transformación de la escritura por
efecto de la industrialización. Así, en el texto “Censor jurado de libros”, con la mirada puesta
en “las nubes de langosta de la escritura” que sobrevuelan sobre el habitante de la gran
ciudad, Benjamin escribe: “Mallarmé, que desde la cristalina concepción de su obra, sin duda
tradicionalista, vio la verdadera imagen de lo que se avecinaba, utilizó por vez primera en el
Coup de dés las tensiones gráficas de la publicidad, aplicándolas a la disposición tipográfica”
(1987, p. 38). La “yuxtaposición” entre “el poema más elevado y la prensa cotidiana” avisa
que Mallarmé habría advertido la necesidad de leer esta inusitada “espacialización del
sentido” (Pic, 2012, p. 257). Mallarmé se convierte, como luego lo haría Benjamin, en lector
de la ciudad, recorriéndola como una vasta sala de lectura. Esta “escritura arrastrada a la
calle”, cuya verticalidad y dispersión Mallarmé habría incorporado visionariamente en el
poema, porta para Benjamin un carácter expresivo que exige ser dilucidado, como lo muestra
su proyecto de lectura de la ciudad de París:
Hace muchos años, apunta en el Libro de los pasajes, vi en el suburbano un
cartel que, si en este mundo las cosas fueran como debieran, habría encontrado
admiradores, historiadores, exégetas y copistas tanto como cualquier gran
poesía o cuadro