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Recial Vol. XIV. N° 24 (Julio - Diciembre 2023) ISSN 2718-658X. Adriana Canseco, Perspectivas
sobre una ficción alada o el mariposeo como método. Método, crítica y poética en la noción de ritmo, pp.
8-21.
separación que imponen los campos disciplinares. Profanar será también,
entonces, liberar la inscripción de una práctica (la ficción, por caso) de una
esfera determinada (la Literatura), disponerla para un nuevo uso, es decir:
usar su potencia para imaginar teorías “que imiten la forma de la que se
han emancipado”. (Maccioni et al., 2019, p. 315).
Las figuras, en tanto son “operaciones críticas de lectura”, como señala Barthes (2003)
en el seminario que citan las autoras, “surgen de un acto concreto de leer, en un
movimiento de acomodación… donde la fuerza material y plástica de la figura se expone
en un pliegue singular de lenguaje.” En tales movimientos, las figuras constituyen
operadores en tanto “lo indirecto, lo oblicuo, lo obliterado de las insistencias que surgen
de las lecturas nos conducen a la necesidad de imaginar caminos, métodos, maneras,
medios, donde no se resigne la potencia de la ficción” (Maccioni et al., 2019, p. 313).
Esta potencia de la ficción supone, entonces, imaginar teorías a partir de las
fabulaciones que el lenguaje genera a través de insistencias de escritura que permiten
“conjugar el trabajo de las figuras con la apertura de un método que combina imaginar y
hacer de un modo singular y sugerente” (Maccioni et al., 2019, p. 315). Este modelo
visibiliza la manera en que la obra misma entreteje con la materia teórica un ritmo que le
resulta propio. Desde esta perspectiva es posible poner a trabajar las figuras, en una
operación crítica de lectura que permita pensarse en los términos libres de una ficción
teórica.
La potencia performativa del hacer inventivo sirve al modelo metodológico para
describir los movimientos que dibujan, al interior de los objetos de análisis, las figuras
que los describen. La ficción crea un espacio racional para desarrollarse, así como la
teoría crea un campo para poblarlo de conceptos. El ritmo bien puede ser un argumento
conceptual de esa ficción.
El ritmo, cuyo carácter metodológico puede traducirse en términos de “mariposeo”, no
funciona a través de elementos paradigmáticos ejemplares o singulares, sino más bien de
lo que, con Agamben, identificamos como una ontología paradigmática. Este carácter
ontológico dirime entre movimientos de aparición y desaparición, atiende a la inmanencia
de los rasgos de heterogeneidad, diseminación, plasticidad, utopía, más atento a la trama
de inteligibilidad recíproca de sus elementos que al análisis estricto.
Hacer crítica en el sentido de “inventar” o “imaginar” una trama teórica posible, al
modo en que procede la ficción, desobedece los mandatos que atan la tarea crítica a los a
priori discursivos que devienen instituyentes. Tales procedimientos no renuncian al
conocimiento, pero tampoco resignan “el deseo de escritura que subyace a la lectura”
(Maccioni et al., p. 320).
Pero ¿de qué está hecha tal ficción que permite poner en cuestión los modelos
racionales y razonados de la ciencia? No está de más recordar que toda ficción no es
nunca, si pretende funcionar eficazmente como tal, un ardid de fantasía irresponsable.
Antes bien, como lo apuntaba ya Aristóteles en la Poética, la ficción no supone falta de
realidad, sino que, por el contrario, exige una intensificación de la racionalidad. En tal
sentido, las ficciones son “más filosóficas” que la experiencia ordinaria porque no cuentan
como las cosas son (bajo el efecto de la casualidad), sino más bien como podrían ser,