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Recial Vol. XIV. N° 23 (Enero-Junio 2023) ISSN 2718-658X. María Lucía Puppo, Sobre el arte de no
pertenecer: la experiencia del pos-exilio en Hemos llegado a Ilión de Magali Alabau, pp. 34-46.
Aparece, en primer lugar, el recurso a la mitología, que convierte a La Habana en Ilión o
Troya, la ciudad que la guerra ha dejado en ruinas. La protagonista del relato enuncia sus
primeras palabras en plural, aunque más adelante declarará “He llegado acá” y “He llegado a
Ilión”. Esta oscilación entre la primera persona singular y la plural, entre lo individual y lo
colectivo, atravesará todo el poema. La dualidad se refuerza con la afirmación de la hablante
respecto de tener “dos cabezas”, una “verde” y otra hecha de “espuma seca”. La ambivalencia
de sus sentimientos establecerá un contrapunto lacerante, que bien puede resumirse mediante
el tópico odi et amo. Su regreso a la tierra de origen es real, literal, pero resulta tan perturbador
como un sueño. Hay en ella un entusiasmo “híbrido”, bifronte, que no termina de imponerse
sobre la desconfianza. Está dispuesta a “descubrir” aquello que la espera en el lugar que dejó
años atrás. Su figura no se equipara a la de Ulises, quien al final de la guerra abandona Troya
para volver a su Ítaca, pero tampoco a la de Aquiles, que viene a luchar en tierra extraña por
los suyos. La hablante del poema está de regreso, pero no a la Ítaca apacible sino a la Troya de
su guerra interna. Su relato contará las peripecias y sensaciones vividas en esa isla suya y de
otros, nunca perdida para la memoria, al mismo tiempo conocida y extraña.
En el excelente Prólogo a la edición de 2013 de Hemos llegado a Ilión, Milena Rodríguez
Gutiérrez señala que la pregunta central que ronda el texto es “cómo volver allí, cómo volver”.
Ésta, a su vez, se desglosa en otros interrogantes: “¿Cómo volver a Ilión? ¿Cómo regresar a la
ciudad destruida, a esa Troya hecha cenizas de la que nos marchamos hace ya tanto tiempo?
O, ¿es posible la vuelta del desterrado, es posible convertirse en un ex–expulsado y regresar y
andar de nuevo por Ilión, por esa que se ha vuelto ex–ciudad, ciudad que ya no es?” (2013, pp.
6-7). En síntesis, ¿cómo pretender volver a la ciudad que se dejó atrás, que ya no existe y que
solo vive en la memoria? Y si la ciudad existe dentro del sujeto, ¿acaso es posible irse de ella
para regresar después?
El objetivo de este artículo es ofrecer una lectura del poema-relato de Magali Alabau
centrada en las múltiples tensiones que configuran en el texto la condición y la conciencia del
sujeto pos-exiliado. Apelaremos a la noción de pos-exilio tal como la ha desarrollado Alexis
Nouss (2015), integrando los aportes de las ciencias sociales en la perspectiva de la literatura
comparada. En primer lugar, examinaremos las diversas estrategias que confluyen en la
representación fantasmal de la ciudad en el texto de Alabau, donde los referentes espaciales se
entrecruzan con los mitológicos, poniendo de relieve el vacío que dejaron los ausentes. En
segundo lugar, repararemos en algunos factores que definen el estatuto de la hablante poética
como sujeto del pos-exilio. Finalmente, enunciaremos las conclusiones del trabajo, que
permitirán subrayar la singularidad de Hemos llegado a Ilión en tanto poema-relato que pone
en escena las tensiones irresueltas propias de la transterritorialidad.
Estampas de La Habana: mito, cartografía y espectralidad
En Hemos llegado a Ilión se narra un itinerario que tiene como hitos el arribo de la
protagonista al aeropuerto, la acogida y el traslado a la casa familiar, la estancia en el hotel, la
contemplación del mar y el Malecón desde la ventana, la entrega de un paquete traído del
exterior, el envío de unas medicinas —también por encargo— en el edificio de Correos y,
finalmente, la despedida previa a la partida.
Lo mitológico desautomatiza la percepción y el lenguaje de la hablante poética lo que
provoca un efecto de extrañamiento. El mundo helénico ya había sido evocado por Alabau en