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Recial Vol. XIII. N° 22 (Julio-Diciembre 2022) ISSN 2718-658X. Cecilia Corona Martínez.
Narrativas del “entre”: desafíos y propuestas pp. 359-361.
El texto propone una “redefinición de la lectura”, empleando para ello el concepto de
“mirada dislocada” (“fuera de lugar”): con esta aseveración se nombra un modo de aproximarse
a las obras no considerado antes. Se desmenuza con precisión y herramientas adecuadas este
modo de leer —no específico de la actividad académica, sino más bien adecuado a un grupo
de textos que obviamente no se limitan a los autores seleccionados en el corpus—.
Lo más relevante lo constituye la creación de dos conceptos complementarios entre sí:
interzona y territorio narrativo. Ambos intentan dar cuenta de una literatura que escapa a
clasificaciones previas y que no ha sido considerada en profundidad. Es muy importante
entonces la originalidad del objeto de estudio seleccionado.
La mirada propuesta intenta ubicarse en un lugar no habitual, desviado; es la que este tipo
de narrativa reclama. Inmediatamente nos llega la reminiscencia del llamado de Cortázar en
Rayuela: un lector activo, que tome decisiones desde esa misma posición.
De esta manera, se reemplaza una antigua posición de lectura que podríamos denominar
bizca, un ojo en la palabra y otro en la imagen. Se regresa al potencial de la mirada en toda su
complejidad y riqueza. Lejos de la esquizofrenia, presenta una perspectiva unitiva a partir de
la definición de un nuevo centro de atención, la interzona.
Ya no leemos solo unas palabras ni miramos imágenes, o miramos imágenes y leemos
palabras; la autora postula un híbrido entre leer imágenes y mirar palabras.
El objeto al que nos acercamos se transforma también en algo nuevo: se trata de un territorio
narrativo. La metáfora adquiere una densidad inesperada, que es limitada por la autora al
referirse solo a la relación entre texto e imagen —siguiendo el modelo cortazariano—.
Un territorio puede ser también un terreno, una esfera de acción: la de la literatura y su
confluencia con la música, por ejemplo; o la literatura en íntima asociación con la danza…
En este caso, las obras seleccionadas se estudian como territorios que son recorridos,
excavados, medidos, a fin de que revelen sus más íntimos modos de construcción. Se trata de
territorios surgidos con la modernidad, no necesitan tanto de arqueólogos como de atentos
“leedores”. Me refiero con este término (que aclaro, no es mi creación), a estudiosos que
puedan enfrentar su objeto con la totalidad de su ser, con la suma de sus potencialidades.
Territorios construidos de palabras y de imágenes, particularmente fotografías. La misma
enunciación nos remite a la Modernidad y a los cambios que la técnica imprimió sobre la vida
y la cultura. Sin embargo, muchas de las palabras conservan la antigua prosapia: la imagen
mental, la imagen poética poseen una larga historia. Pero tanto la imagen táctil como la imagen
corporal nos remiten a la ya necesaria mirada otra: tocar con los ojos, percibir la piel solo con
la mirada. Experiencias que constituyen también un nuevo sujeto en el modo de acercarse a la
literatura.
Es particularmente destacable el denominado “territorio del nostos”, relacionado con el
regreso, tan anhelado como temido. ¿Variación del viejo apotegma heracliteano construido esta
vez con los aportes (los desechos) de la modernidad? Así la Buenos Aires de la obra
cortazariana está construida de este material: el territorio del nostos permite nombrarla con
cierta precisión.
El libro aborda escrituras que marcaron hitos y también otras que pasaron a integrar el
heteróclito cajón de las literaturas u obras menores.
En lo relacionado específicamente con los estudios de literatura argentina, Lucía Caminada
manifiesta una marcada originalidad. Si bien Cortázar sigue siendo un escritor largamente
abordado por la crítica académica, la autora se distingue de ella por dos cuestiones: 1) el estudio
de obras prácticamente desconocidas tanto para los lectores comunes como para los