Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
Recial Vol. XIII. N° 22 (Julio-Diciembre 2022) ISSN 2718-658X. Pamela V. Bórtoli, Lenguaje no binario en
las aulas: lo disruptivo de la emergencia social frente al poder de la norma. pp. 338-352.
posibilidades, propone la utilización de las formas en “e” o de la “x” para evitar usar del
masculino genérico. Por otro lado, la investigación mencionada demostró la responsabilidad
de los talleres de escritura académica de enseñar qué es el lenguaje inclusivo al estudiantado:
como su uso es complejo, es un desafío de las UUNN pensar una gramática descriptiva que
oriente a quienes deseen usarlo para hacerlo de manera tal que sus textos sean coherentes y
cohesivos (Pérez, 2020), para que el uso del lenguaje inclusivo no sea una interferencia que
atente contra el sentido de un texto.
Sobre este último punto avanza este artículo, pues más allá de las discrepancias sobre el
lenguaje inclusivo, una cuestión resulta evidente: estos usos existen, se ponen en práctica y es
necesario construir conocimiento acerca de sus implicancias para poder tomar posición con
argumentos sólidos. En esta oportunidad, interesa socializar herramientas conceptuales y
metodológicas desarrolladas en el marco de la cátedra “Taller de Lectura y Producción de
Textos Académicos” (FCJS-UNL), que pueden servir para habilitar un pensamiento sobre el
propio proceso de escritura en relación con este tema, es decir, que permiten sistematizar qué
posibilidades se disponen cuando se usa el lenguaje.
El propósito de este artículo no es simplemente alentar el uso del lenguaje no sexista o
inclusivo: entendemos su carácter siempre opcional. No obstante, parte de la premisa de que
quienes se desempeñan en instituciones educativas deben habilitar espacios para construir
una competencia metalingüística (Di Tullio, 2005), esto es, una capacidad para reflexionar –a
través de un conjunto de conocimientos provenientes de diversas disciplinas lingüísticas y
afines– sobre la propia lengua y sus modos de expresión oral y escrita; sobre todo porque es
preciso crear consciencia de que el lenguaje despliega sentidos que pueden contribuir a
sostener o derribar las desigualdades entre los géneros, la segregación, la discriminación o la
exclusión.
En esa dirección y en relación con la problemática del lenguaje no sexista o inclusivo, es
posible reconocer tres posturas diferentes: por un lado, una «línea de lenguaje androcéntrico»,
apoyada por quienes sostienen la existencia de una lengua pura y se aferran a la norma; por
otro, una «línea de lenguaje binario», conformada por quienes intentan visibilizar a las
mujeres pues consideran que en el uso del masculino genérico refuerza las estructuras
patriarcales; por último, una «línea de lenguaje no binario», que agrupa a los usos que
permiten considerar a todas las personas que no se sienten subsumidas en la dicotomía
masculino/femenino.
Como se explicará, lo que subyace a cada una de estas posturas es una concepción de
lengua diferente. Por eso, interesa reponer los alcances ideológicos de cada una, sistematizar
los principales argumentos que la sostienen y también los contraargumentos que la refutan. A
partir de esto, se construye también una sistematización de la red de opciones disponibles que
brinda cada una de estas líneas.
La línea de lenguaje androcéntrico
Lo que esta línea plantea es la interpretación de lo masculino como lo universal. En este
sentido, se afirma que, en nuestra lengua, es correcto y conveniente el uso del genérico
masculino para hacer referencia a un grupo heterogéneo. Se trata de una postura que sostiene
que las palabras con marca de género masculino (profesor, abogado, alumnos, trabajadores
sociales, etc.) no se emplean solamente para referirse a los individuos de ese sexo, sino
también, en los contextos apropiados, para designar la clase que corresponde a la totalidad de