Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
Recial Vol. XIII. N° 22 (Julio-Diciembre, 2022) ISSN 2718-658X. Beatriz Carolina Peña, Ella te aplastará la
 Santa María de Guadalupe vence a la serpiente en la fiesta de Potosí (1601) pp. 198-235.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v13.n22.39356
«Ella te aplastará la cabeza»:
Santa María de Guadalupe vence a la serpiente en la fiesta de Potosí (1601)
Beatriz Carolina Peña
Queens College (The City University of New York), Estados Unidos
beatriz.pena@qc.cuny.edu
ORCID: 0000-0002-6150-8209
Recibido 30/08/2022. Aceptado 12/10/2022
Resumen
En Potosí, el 30 de septiembre de 1601, uno de los cuadros parateatrales del juego de la sortija, un
torneo programado en las fiestas en honor de Santa María de Guadalupe, se diseñó para demostrar
que cuando Dios maldijo a la serpiente en Génesis 3:15 y le pronosticó que su cabeza sería pisada,
se refería a María como la enemiga de la tentadora y que, en efecto, fue la Virgen quien ejecutó
este acto de dominio sobre el Mal. Tal discurso visual cifrado en una performance densa, pero
muy divertida, se oponía a las enseñanzas de Lutero y, en general, a las condenas de los
protestantes, quienes percibían mariolatría en esa atribución. Para los luteranos, Génesis 3:15
consiste en un protoevangelio, es decir, una profecía sobre la venida de Cristo para restaurar a la
humanidad del pecado. Este trabajo analiza la divisa, el carro triunfal, los personajes y otros
elementos del programa iconográfico del Príncipe Tartáreo para desentrañar el entramado de los
valores simbólicos que, en un afán contrarreformista, atribuyen a María un papel clave en la
salvación.
Palabras clave: fiestas coloniales, Santa María de Guadalupe, fray Diego de Ocaña, juego de la
sortija, Contrarreforma
Ella te aplastará la cabeza”:
Santa Maria de Guadalupe defeats the serpent on the feast of Potosi (1601).
Abstract
In Potosí, on September 30, 1601, one of the paratheatrical segments of the juego de la sortija, a
tournament that occurred in the festivities in honor of Saint Mary of Guadalupe, was designed to
prove that when God cursed the serpent in Genesis 3:15 and predicted that its head would be
crushed, He referred to Mary as the enemy of the temptress and that, in effect, it was the Virgin
who executed this act of dominion over Evil. The visual discourse, encrypted in a dense but
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 Santa María de Guadalupe vence a la serpiente en la fiesta de Potosí (1601) pp. 198-235.
entertaining performance, opposed Luther's teachings and, in general, the condemnations of the
Protestants, who perceived Mariolatry in that attribution. For Lutherans, Genesis 3:15 is a
Protoevangelium, that is, a prophecy only about the coming of Christ to restore humanity from sin.
This work analyzes the emblem, the processional float, the characters, and other elements of the
iconographical program of the Príncipe Tartáreo to decode the symbolic elements that, in a
Counter-Reformation effort, attributed to the Virgin Mary a crucial role in salvation.
Key Words: Colonial festivals, Saint Mary of Guadalupe, Friar Diego de Ocaña, juego de la
sortija, Counter-Reformation
  Enemistad pondré
  entre ti y la mujer
     y entre tu linaje y su linaje:
   él te pisará la cabeza
 mientras pisas tú su calcañar
(Génesis 3:15)
Cuando Martín Lutero impartió sus Lecciones sobre el Génesis desde el podio en la Universidad
de Wittenberg, entre 1535 y 1545
1
, no se imaginó que, unos sesenta años más tarde, recibiría una
refutación a sus enseñanzas protestantes desde una ciudad incipiente del altiplano andino. Mucho
menos, el profesor de teología pudo sospechar que esa réplica a un punto concreto de sus ideas,
expuestas en la gravedad de la cátedra, se exhibiría durante una fiesta pública en honor a Santa
María de Guadalupe. En su disertación acerca de Génesis 3:15, en particular sobre el segundo
fragmento de la maldición de Dios a la serpiente en este versículo, en la cabeça, y le
herirás en Biblia de Casiodoro de Reina, 1569), Lutero manifestó con indignación
ante sus estudiantes: ¡Qué asombroso, qué condenable, que, por medio de exégetas necios,
Satanás haya logrado aplicar este pasaje, que en su máxima medida abunda en el consuelo [de la
venida] del Hijo de Dios, a la Virgen María! (Lutero, 1958, p. 191)
2
. Con este juicio severo, el
reformista reprobaba la dominante versión latina del segmento. En vez de traducirse como Ipse
conteret caput tuum, / Et tu insidiaberis calcáneo eius (Él te pisará la cabeza, / y tú asecharás su
talón), con alusión a la promesa divina del futuro nacimiento del Mesías para redimir a la
humanidad del pecado, la forma más conocida era Ipsa conteret caput tuum, / Et tu insidiaberis
calcáneo eius Ella te pisará la cabeza, / y asecharás su talón), para indicar que el
pronunciamiento de Dios aludía a la Virgen.
Por su lado, el papa Pío V, en la bula Consueverunt Romani Pontifices del 17 de septiembre de
1569, al establecer la forma y la necesidad de rezar el rosario 
, expresó la gloriosa Virgen María, amorosa
Madre de Diosaplastó la cabeza de la retorcida serpiente con su simiente, y destruyó
sola todas las herejías; y por el fruto bendito de su vientre, salvó al mundo condenado por la caída
de nuestro primer padre
3
(Pío V). El punto controvertible en las dos interpretaciones estriba en la
cuestión de a quién se debe atribuir el haber pisoteado la cabeza de la serpiente: ¿a Jesucristo o a
María? Propongo que fray Diego de Ocaña (c. 1569-1608), ayudado por sus colaboradores en la
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celebración
4
en 1601 del primer aniversario de la entronización del lienzo de Santa María de
Guadalupe en Potosí, determinó mostrar, en una de las invenciones exhibidas en la plaza central
de la Villa Imperial, que la Virgen, y no Jesús, como afirmó Lutero, le había pisado la cabeza al
reptil diabólico.
Con plena conciencia del poder visual y del efecto emocional que ejercerían el juego
caballeresco, los hermosos vestuarios, las artes efímeras, los fuegos artificiales, los aspectos
jocosos, los ruidos atronadores, la música de trompetas y chirimías y los numerosos y elegantes
cortejos de personas y monturas, entre otros elementos del festejo, Ocaña se dispuso a impactar a
los miles de ojos concurrentes al evento. Se trató de un uso magistral de lo profano en la
configuración de un discurso sagrado de exaltación a la Virgen en la Audiencia de Charcas. En los
virreinatos americanos, como ya se ha señalado, las fiestas religiosas constituyeron instrumentos
de evangelización de primer orden (Mínguez et al., 2012, p. 123). En esta instancia potosina, la
festividad operó, principalmente, para oponerse al discurso protestante de desplazamiento de
María en la fe de los creyentes.
Para comprobar la tesis planteada, estas páginas se dedicarán al análisis del programa simbólico,
desplegado en el cuadro parateatral del Príncipe Tartáreo, personaje que representa a Lucifer en la
fiesta. La fuente primaria, con las claves formales e iconográficas por descodificar, es una de las
relaciones festivas de fray Diego de Ocaña, incorporadas en su Relación del viaje al Nuevo Mundo
(1599-1607). El recuento de la celebración en Potosí reviste importancia textual porque supone
uno de los exiguos
5
y s tempranos documentos que testimonian solemnidades barrocas en el
virreinato del Perú (Alvarado Teodorika, 2007, p. 280; Peña Núñez, 2016a, p. 719). Cobra aun
mayor estatura al considerar que el fasto tuvo lugar en el principal centro minero del imperio
español y, por esto, en una de las ciudades coloniales más relevantes, fundada en el altiplano
andino en 1545, apenas un año antes del fallecimiento de Martín Lutero (1483-1546), en los
trajines tras la cuantiosa plata del Cerro Rico.
Concomitancias jeronimianas
Según se verifica en su Relación de viaje, la presencia de Ocaña en las Indias se debía a su
doble misión tanto de recolectar limosnas para su santuario jerónimo en Cáceres, Extremadura,
como de multiplicar las cofradías de Santa María de Guadalupe (Ocaña, 2013, p. 274); y así, al
propagar el fervor hacia esta advocación, pretendía, de paso, garantizar la continuidad de las
donaciones desde el Nuevo Mundo hasta la puebla guadalupense en España. El entonces célebre
monasterio extremeño no pudo haber escogido ni enviado a América a un procurador más solícito,
emprendedor e ingenioso que a fray Diego. Su labor y creatividad descollaron especialmente en
Potosí, donde permanec desde julio de 1600 hasta noviembre de 1601
6
. En este rico centro
argentífero, no solo pintó y enjoyó un retrato de Santa María de Guadalupe, sino que efectuó en
1600 los festejos de entronización del lienzo en una capilla de la iglesia franciscana de Potosí
7
. Al
año siguiente, con los objetivos de afianzar el culto e instaurar la festividad, el monje fue el motor
tras la celebración del aniversario de la entronización, desde el domingo 16 de septiembre,
octavario de la Natividad de María
8
, hasta el 4 de octubre de 1601, día de san Francisco de Asís
9
:
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Yo todo trabajé y ordené, hablando y animando a unos y a otros para que sirviesen
a Nuestra señora de Guadalupe, y todo por entablar la devoción suya y para que
después de yo partido, hiciesen cada año, como se hace, esta procesión. (Ocaña,
2013, p. 588).
De estas fiestas, Ocaña relata con esmero
10
y preferencia, como se ha reconocido, el juego de
la sortija (Alvarado Teodorika, 2007, p. 281; Campos y Fernández de Sevilla, 2003, pp. 143-144;
Iniesta Cámara, 2004, p. 106; Peña Núñez, 2016a, p. 716), un entretenimiento ecuestre, de origen
noble, en el que los jinetes buscaban insertar, al galope, su lanza en un anillo colgante
11
(Figura
1). Un caballero estelar, el mantenedor
12
, defendía que la Virgen Sanctísima era la dama más
bella, más hermosa, más linda y la criatura más perfecta, fuera de su Hijo, y la que causó mayores
efectos de todas cuantas había en los cielos y tierra (Ocaña, 2013, p. 564). A eso de las dos de la
tarde, vestido de azul y blanco, los colores marianos (Oesterreicher-Mollwo y Murga, 1983), el
mantenedor hizo su entrada deslumbrante a caballo, con su padrino y un gran cortejo, ataviados
con los mismos tonos
13
. El protagonista se posicionó con su divisa guadalupense en una tienda de
damasco color carmesí en el centro de la plaza
14
. Allí, aguardó la aparición de otros galanes,
también llamados aventureros, que osaran disputar su concepto, para batirse con ellos en el torneo.
El Caballero del Amor Divino, el Caballero de la Iglesia, el Príncipe Tartáreo y el Inca
15
, entre
otros, se apersonaron por turnos aquel 30 de septiembre de 1601, fiesta de san Jerónimo. Al elegir
este día para el juego de la sortija, fray Diego pretendía honrar al padre de su orden jeronimiana;
pero, más aún, buscaba atar aquel apoteósico evento altoperuano a la institución que lo legitimaba
en su misión mariana en Indias. Desde 1389, los jerónimos habían custodiado la vera efigie de la
Virgen de Guadalupe
16
; y esta consagración a la misteriosa talla sagrada había que recordarla y
subrayarla
17
. Al fin y al cabo, las limosnas que se colectaban en la capilla reciente de la iglesia
franciscana de Potosí debían llegar hasta la Casa de Cáceres.
Figura 1.
El rey Luis XIII de Francia compite en el juego de la sortija
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Nota. Cortesía de la Bibliotèque VetAgro Sup, Marcy-. Fuente: Pluvinel, 1628, pp. 209-210.
San Jerónimo figuraba de otras maneras, si bien implícitas, en el programa iconográfico. En
primer término, el asunto central en torno a los pronombres latinos ipse o ipsa o, lo que es lo
mismo, el debate sobre quién le pisó la cabeza a la serpiente en Génesis 3:15 estaba entroncado
con Jerónimo de Estridón (c. 347-420). A partir de su estancia en Roma en 382, por disposición
del papa Dámaso I, el sabio había dedicado veinte años de su vida a realizar la primera traducción
de la Biblia al latín, llamada Vulgata, proyecto que concluyó en Belén, Palestina. La reputación
del santo se debía, en esencia, a sus logros como traductor y exégeta de las Sagradas Escrituras
(Jerome, 1965, pp. VII-XII
ipsa se atribuye a este padre de
posibilita una lectura plenamente mariológicarsículo 󰃡como se reforzó en la
fiesta potosina󰃡, pues en esta versión sería María la que vence las fuerzas del mal
Prieto, 2020, p. 146).
De otro lado, el carro triunfal del Príncipe Tartáreo, procedente de las mansiones diabólicas,
daba señas claras de que quienes habían dudado de la virginidad de María se hallaban en el
Infierno. No obstante, si en vida habían sido contemporáneos con san Jerónimo, como le sucedió
al oscuro teólogo Elvidio
18
, no pudieron evitar el ver sus argumentos hechos trizas por la pluma
 
según expone, en un campeón de la defensa de la virginidad de la Madona, al componer su obra
Liber adversus Helvidium de perpetua uirginitate beatae Mariae (Un libro contra Elvidio sobre la
virginidad perpetua de Santa María), también conocido como Contra Elvidio. Escrito hacia el final
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                 

recuperó el terreno que, sobre la excelencia de la virginidad, se pudiera haber perdido con las
razones de Elvidio, cuyo libro no se conserva (sus argumentos se han reconstruido a partir del

de María en el parto y después del parto que nunca más se puso seriamente en duda en los círculos
 Como buen hijo de su Casa extremeña, fray Diego halagó a san
Jerónimo no solo haciendo coincidir una jornada vibrante de las solemnidades en Potosí con el día
del exégeta insigne, epónimo de su orden, sino condensando, en uno de los cuadros del juego de
la sortija, asuntos concernientes a la Virgen que ocuparon la impactante actividad intelectual del
santo erudito.
Apurad, que allí os espero y debéis venir
Dos semanas antes del juego de la sortija, el capellán Alonso de Villalobos
19
, quien encarnaría
el papel de mantenedor, aguardó en su casa hasta que el corregidor de Potosí don Pedro de Córdoba
Mesía
20
, los miembros del cabildo y muchos otros vecinos vinieran a escoltarlo. Ocaña debió elegir
a un hombre notable porque creía que el ejemplo de fervor y generosidad hacia la advocación
extremeña de la que era apoderado debía proyectarse desde arriba. Además, la escolta selecta,
integrada por las máximas figuras políticas de la Villa Imperial, no habría acompañado a un
individuo carente de renombre y prestigio. Para iniciar la interpretación de su rol aquel domingo,
Villalobos se puso un llamativo atuendo de caballero y mandó a adornar su caballo. Anochecía, y
esperó a que la gente saliera de rezar las vísperas solemnes, con salve y letanía, en la iglesia de san
Francisco, en cuya capilla mayor se alojaba el retrato de su dama: Santa María de Guadalupe.
Cuando la comitiva distinguida detuvo los caballos ante su puerta, el mantenedor la saludó con
ceremonia, montó en su cabalgadura y se integró al acompañamiento de música, luz, apostura,
galantería y belleza:
Y salieron acompañándole con trompetas y chirimías; y le pasearon por las calles
de la villa. Y delante del mantenedor, que iba entre el corregidor y los dos alcaldes
ordinarios, iba un mozo de buen cuerpo sobre un caballo bien aderezado a la brida,
el cual iba armado de peto y espaldar y celada; y en la mano derecha, una espada
desnuda, y en la izquierda, embrazado un escudo, y en él puestos los tercetos de

Y fijaron el cartel en un dosel que estaba colgado en las casas de cabildo. Y luego
corrieron los caballeros y volvieron al mantenedor a su casa. Y se encendieron
luminarias; y repicaron las campanas de San Francisco y arrojaron muchos cohetes.
Y acudió todo el pueblo a rezar hasta la medianoche. (Ocaña, 2013, p. 552).
El Cartel de desafío en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se componía de tres partes:
a) veinticuatro tercetos para retar a cuantos en las antárticas regiones / quieren ganar por
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gloriosa fama; b) el anuncio de los ricos Premios de la sortija a la vez que de las cuatro
categorías concursantes: mejor invención, mejor adorno e indumentaria (más galán en cuerpo y
librea)
21
, mejor letra o mote conforme a la invención más subtil y conceptuosa y mejor
lanza, francesa o castellana, y c) Las leyes de la sortija, o sea, las normas de participación en el
juego. En el contexto de esta fiesta, se entiende por invención la exhibición, en la plaza central
como escenario, de iconografía, textos, vestuarios, adornos, personajes, cabalgaduras, carros,
séquito y comparsas, entre otros componentes que, congregados en un cuadro y encabezados por
un aventurero, avalaban su concepto (Peña Núñez, 2016a, pp. 724-725)
22
. Una peculiaridad del
concurso es que el mote, el lema o sección literaria para explicar la parte icónica de la divisa o
empresa
23
del caballero se juzgaría por separado de la imagen o pictura a que esa letra aludiera.
No queda claro en la Relación si los constituyentes del jurado aparecían en la proclama; no
obstante, tanto por la exhibición citada antes como por quedar adosado al cabildo, el Cartel
evidenciaba que el evento cívico-religioso revestía carácter oficial y que los funcionarios
gubernamentales apenas comenzaban a descollar en su desarrollo (Ocaña, 2013, pp. 552-557).
Los veinticuatro tercetos del cartel de desafío, con ciertos ripios y redundancias, representaban
la voz del mantenedor y figuraban el juego de la sortija como una ficción de amor cortés y de
romance caballeresco (Campos y Fernández de Sevilla, 2003, p. 144; Iniesta Cámara, 2004, pp. 99
y 104; Peña Núñez, 2016a, p. 722). María era la dama venerada y su caballero fuerte, valiente y
galante la exaltaría por sobre cualquier otra que defendieran los futuros contrincantes:
Solo sustenta, que merece solo
servir la excelsa y excelente dama
cuya luz escurece al claro Apolo.
A tal impresa solicita y llama
cuantos en las antárticas regiones
quieren ganar por sí gloriosa fama;

A todos en la plaza desafía,
a tres lanzas francesas o españolas,
en honor de la Angélica María.

Que yo defiendo solo y sin segundo,
que merezco servilla, y que se debe
esto solo a mi brazo furibundo. (Ocaña, 2013, pp. 553-555).
Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
Recial Vol. XIII. N° 22 (Julio-Diciembre, 2022) ISSN 2718-658X. Beatriz Carolina Peña, Ella te aplastará la
 Santa María de Guadalupe vence a la serpiente en la fiesta de Potosí (1601) pp. 198-235.
Se esperaría que los caballeros que respondieran al desafío intentaran propugnar con su destreza
en la lid y el ingenio de la invención la superioridad de sus respectivas damas. Sin embargo, de las
cuatro invenciones elegidas por Ocaña para incorporarlas en su relato, que a su vez se ajustan a las
de las categorías premiadas
24
, solo la del Caballero de la Iglesia (Figura 2)
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y la del Príncipe
Tartáreo exaltaron a una dama o a una entidad evocada como tal. Los otros dos competidores se
dedicaron a exponer otras nociones. Por un lado, estuvo el espectáculo primoroso del primer
contendiente, el Caballero del Amor Divino, galardonado con el premio al mejor vestuario por
lucir perlas en las sandalias, la coraza del cuerpo de tela de plata y las calzas de oro batido, una
corona de laurel y un bastón en su atavío a lo romano. El concepto de este aventurero fue de
peso, ya que defendió el fundamento teológico del amor de Dios como la causa primera de la
redención humana 󰃡con lo que, implícitamente, la Virgen quedó como la causa secundaria󰃡
(Ocaña, 2013, pp. 566-568); pese a la complejidad del asunto, su número fue más sucinto y directo
que el del extenso cuadro final. Este acto denso, de interés elevado por la participación indígena,
lo protagonizaron el Inca (ganador de la mejor lanza)
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, la Fe y el Caballero de la Predicación; y
el significado estriba en una configuración imaginaria de la conquista espiritual del Imperio inca
(Peña Núñez, 2016a, pp. 725-734).
A las dos de la tarde, subieron a su tablado los jueces de la sortija. El grupo lo conformaban
cinco autoridades políticas:       del hábito de Santiago,

(Ocaña, 2013, p. 563)
27
. En aquel sitial de honor, ya se hallaba el retrato de la Madona, que debió
de haberse trasladado antes en procesión desde el templo franciscano 󰃡lo suponemos porque
Ocaña (2013), con mucho que contar, omite este traspaso󰃡. Refiere, , que se sentó entre los
jueces por estar cerca de la imagen. Desde allí, el apoderado guadalupense trataba de no perder
detalle. Estaba a la vista de los asistentes y cerca de una vitrina espléndida, que había dispuesto
para exhibir preseas de gran valor 󰃡seguro que no todas las más exquisitas de la urbe como
hiperboliza󰃡 que armonizaran con la pintura enjoyada:
[Yo] había juntado todas las piezas de plata y oro que había curiosas en Potosí. Y
de las tiendas de los mercaderes se sacaron todas las sedas, telas y cortes ricos que
había. Pusiéronse coletos de ámbar
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, muchas barras de plata y muchas piñas [de
plata]; de suerte que se avalió lo que en el aparador había aquel día en doscientos
mil ducados, porque esta villa es la grandeza del mundo. (Ocaña, 2013, p. 563).
Figura 2.
Interpretación de la divisa del Caballero de la Iglesia en un escudo