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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Francisco Gelman Constantin, Palabras de
acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v13.n21.37807
Palabras de acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la
aflicción en 136 Suite y Cleofé
Francisco Gelman Constantin
Universidad de Buenos Aires / Universidad Nacional de Lanús
fgelmanc@filo.uba.ar
ORCID: 0000-0003-2478-0892
Recibido 03/03/2022. Aceptado 18/04/2022
Resumen
El artículo se dirige a los poemarios Cleofé de María Teresa Andruetto y 136 Suite de Virna
Teixeira para reflexionar acerca de las posibilidades de experimentación de la palabra en el
acompañamiento de la aflicción psíquica o en la experiencia de la locura. Posicionando la
lectura de los textos ante interrogantes y trayectorias abiertas en los estudios literarios, pero
también entre debates sociales alrededor de las expectativas y las amenazas que albergan los
vínculos de cuidado en la familia o el hospital, el trabajo indaga las operaciones de la
escritura sobre y junto a la voz de otres. Así da con procedimientos divergentes en los que la
diferenciación o la desdiferenciación de las voces constituyen gestos éticos con distintas
inflexiones, y en los que la palabra permite escandir, construir, criticar y modular formas
diversas de acompañamiento, que tensionan distintas formas de poder (psiquiátrico, colonial,
patriarcal). En la hospitalidad de la palabra ajena se dirime la suspensión de dominaciones y
explotaciones, incluida la apropiación literaria de la locura como un valor ornamental, peligro
que compromete tanto a las escrituras poéticas o narrativas como al propio discurso crítico-
teórico.
Palabras clave: poesía, acompañamiento, cuidado, locura, hospital
Words of Company. The Poetic Writing in the Proximity to Affliction in 136 Suite and
Cleofé
Abstract
The paper devotes itself to the poetry books Cleofé by María Teresa Andruetto and 136 Suite
by Virna Teixeira in order to ponder on the experimental possibilities of words in the
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company of psychic affliction or the experience of madness. As it sets the reading of both
texts before open questions and trajectories of the Literary Studies as well as amidst social
debate concerning the expectations and threats lodged inside those links of care in the family
or the hospital, the work examines how writing operates on and next to the voice of others. It
meets diverging procedures of differentiation and de-differentiation of the voices as different
ethical gestures, through which words allow for the scansion, building, critique and
modulation of diverse forms of company, which tense diverse forms of power (psychiatric,
colonial, patriarchal). Hospitality to the words of others decides the suspension of domination
and exploitation, including the literary appropriation of madness as ornamental value, a
danger not only upon poetic o fictional writing but also to the very critical-theoretical
discourse.
Keywords: poetry, company, care, madness, hospital
Yo, loque, hablo
1
“Necesito ayuda, pero esta gente me ha dejado peor de lo que estoy”. La frase pertenece a
uno de los testimonios sin firma de sobrevivientes a la psiquiatría que recoge el blog español
Orgullo loco denuncia (Anónimo, 26 de octubre 2021, s/p). Como cualquier colocación de lo
singular en el lugar de lo múltiple, tomar una sola frase como síntesis de lo que el Orgullo
Loco viene a decir sobre las prácticas hegemónicas de salud mental supone cierto margen de
arbitrariedad. Sin embargo, el fragmento elegido abre una puerta prolífica a algunas
preguntas que vale la pena formularnos hoy.
En la cita, no se trata de desconocer la aflicción psíquica, sino de inscribirla junto con una
afirmación de autonomía crítica en el marco de tramas sociales de cuidado, y contra aquellos
ejercicios autoritarios y violentos que abundan en la psiquiatría y otras formas de terapia psi
que a menudo coinciden en el encierro manicomial. Expresiones como “farmafia” y
“psistema” (Locura latina, 2020, s/p) constituyen conceptos en acción a través de los cuales el
sujeto colectivo de un epistemología loca analiza las coordenadas simultánea e
indisociablemente sociales, económicas y políticas que producen el encierro y medicalización
forzosa como única respuesta posible a las vivencias de loques.
La historia de los movimientos de alternativas a la psiquiatría, desmanicomialización,
antipsiquiatría y orgullo loco, con todas sus divergencias y debates internos, coincide en una
reivindicación: la necesidad de hacer lugar a la toma de la palabra de las personas que
experimentan diferentes formas de padecimiento mental o neurodivergencia respecto de qué
formas de acompañamiento y cuidado sean deseables para el tránsito digno de sus vidas. La
objeción frontal a profesionales de la salud y familiares como intermediaries (Plaza, 2020,
s/p) deja abierta sin embargo una pregunta por las redes de apoyo mutuo necesarias para que
la enunciación loca puede ocupar el espacio público, más allá de las importantes plazas
constituidas por la proliferación de blogs, fanzines y radios construidas por les propies
loques, como el que citábamos al abrir este texto. En palabras de una integrante de Orgullo
Loco Buenos Aires,
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Buscamos recrear espacios donde podamos hablar por nosotres mismes sin
tener que estar autorizades por el sistema médico, aunque valiéndonos de
algunas de sus herramientas para discutirlo. Intentamos visibilizar que las
experiencias de personas que atravesaron instancias de psiquiatrización y
contención forzada también son productoras de saber, por eso una de las
brújulas éticas políticas y poéticas que tiene Orgullo Loco es “nada sobre
nosotres sin nosotres”. (Castignani, en Cybel, 2021, s/p).
¿Cómo se crean o recrean esos espacios? ¿Cuáles son los requisitos materiales para la
autorización social de una enunciación loca que prescinda del aval médico? Errando la
lectura de Gayatri C. Spivak por un camino que ha abierto magistralmente Jasbir Puar,
2
podríamos preguntar ¿puede hablar le afligide?, ¿qué condiciones estructurales es preciso
franquear colectivamente para ese acceso a la palabra, que no coincide de ninguna manera
con la “simple” posibilidad de emitir un enunciado cualquiera?
Para que un “yo loque” pueda hablar en todos los espacios en los que se toman decisiones
sobre sus vidas y las de las comunidades a las que pertenecen, es necesario tanto
cortocircuitar aquella “estandarización” que opera como una restricción discursiva a su decir
(Escamilla Flores, 2019, s/p), cuanto componer esas voces con aquellas otras que,
acompañándolas de diversas formas, pueden garantizarles ciertas condiciones de escucha o
lectura. El “estatuto de les próximes” tal la fórmula de Frédéric Worms (2012, p. 21) es
un nombre posible para el problema de cómo acompañar a personas atravesadas por alguna
forma de aflicción psíquica o experiencia de la locura sin participar del silenciamiento o,
correlativamente, de la explotación de esas vivencias. Porque el otro peligro, junto al de
silenciar la voz loca, es el de exotizarla, de apropiarse del valor simbólico de la locura
explotando el encanto de una oracularidad igualmente opresiva. Trabajos teórico-críticos
fundamentales como La revolución del lenguaje poético de Julia Kristeva permitieron
desnudar de qué modo la crisis del sujeto racional ilustrado estaba en el fundamento de la
literatura contemporánea; pero al mismo tiempo dejaron abierta una vía escarpada en la que
la experiencia loca, siempre “a disposición de las gentes razonables” (Foucault, 2021, II, p.
11), corre el riesgo de ser explotada estéticamente de un modo que la encierra en un sitio
ornamental y priva a ese decir de efectos integrales sobre las formas sociales de organización
de lo viviente.
En la medida en que el cuidado sigue tramado mayoritariamente en el marco de relaciones
familiares y coordenadas institucionales no exentas de coacciones diversas (crucialmente, a
los efectos de este artículo, patriarcado, capitalismo, colonialismo y cuerdismo/capacitismo),
sería absurdo suponer que ese cuidado puede sustraerse a conflictos y dominaciones
(Precarias a la deriva, 2004, p. 61). Ante la pregunta sobre cómo acompañar la palabra loca,
lo que está en juego es la necesidad irresuelta de crear una proximidad entre voces que
suspenda las distintas formas de dominación y explotación, incluidas la estetización del dolor,
la despolitización del decir loco y la intermediación restrictiva. Como el cuidado en general,
el acompañamiento en particular no es por mismo una brújula ética, una resolución a los
problemas que se inscriben en ese territorio, sino el espacio de encrucijada en el que las
decisiones éticas tienen lugar: el sitio en el que hay mejores y peores formas de sostener la
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proximidad ante el padecimiento ajeno, de tal modo que el resultado de cada gesto concreto
de acompañamiento no puede determinarse por anticipado.
Ese desafío es el que dirigimos aquí hoy como interrogante teórico-crítico al poemario
Cleofé de María Teresa Andruetto, de 2017, y a 136 Suite, de Virna Teixeira, de 2018,
entendiendo la escritura poética como un paso de experimentación sobre las posibilidades de
la palabra. Ambas publicaciones muy recientes, inscriben un presente en el que los ajustes
fiscales neoliberales sobre la salud pública tanto en Reino Unido como en Argentina (y en
Brasil) que en el país del norte podríamos situar a partir del thatcherismo y en el Cono Sur
desde las últimas dictaduras cívico-eclesiástico-militares suponen un momento
históricamente específico de la contradicción entre capital y cuidados (Precarias a la deriva,
2004; Biehl y Petrina, 2013). Un momento en el que la lesión de las instituciones duplica la
importancia de las acciones y gestos minutos de aquelles profesionales y afectos que rodean
pese a todo a las personas afligidas, y en el que el quehacer poético puede ser un modo
singular del acompañamiento tanto como una forma peculiar de interrogar a los demás modos
de la proximidad. Si en ese mismo arco temporal se inserta una serie abierta y vasta de
escrituras que inscriben la locura como condición adjudicada al sujeto de la enunciación
poética (de Vicente Luy a Martha Kornblith, pasando por Marisa Wagner), los textos de
Andruetto y Teixeira realizan un desplazamiento significativo en el que la locura aparece
predicada de otres, con quienes se comparte la palabra a lo largo de series de poemas que
alternan los versos con la prosa.
3
¿Qué posibilidades de la palabra descubren Cleofé y 136
Suite para ese acompañamiento? ¿Sobre qué aporías y tensiones transita su escritura ante la
aflicción de otres?
Cleofé: maneras y señales de una hija y una madre
Imposible no acordar con Jorge Bracamonte cuando veía en Andruetto “una autora que ha
buscado constantemente desde su escritura que lo poético y lo narrativo se entrecrucen y que
dialoguen” (2020, p. 97), y esos diálogos se hacen especialmente iluminadores a la hora de
leer Cleofé. Como ha mostrado Nora Domínguez (2021), los “tonos maternales” recorren la
escritura de Andruetto atravesando las barreras de los géneros literarios; y la serie que
conforman las novelas Tama, Lengua madre y Los manchados, de 1992, 2010 y 2015
respectivamente, constituye un punto de partida fundamental para este artículo. En efecto,
Domínguez reconoció en la trilogía “un encuentro figurado de bordes móviles y dispersos
donde se arman y desarman escenas de encuentro e interpelación bajo impulsos que son a un
tiempo éticos y narrativos”, donde la narración se sostiene bajo la pulsión de la “búsqueda”,
el “rastreo”, la “explicación”, tan características de la novela, dirigidas en particular desde la
mirada de la hija al lugar evanescente de la madre (2021, p. 65).
Sin entrar a una lectura pormenorizada del texto, el arco general de Lengua madre,
probablemente la que más nos interese aquí, resulta altamente sugestivo. El relato se organiza
alrededor de esa incógnita materna y el afán de develación que ocupa a la hija: “meterse en
sus cosas sin pudor”, “buscar”, “saber”, “ordenar”, “comprender” (Andruetto, 2018, p. 15, p.
42, p. 45, p. 51, p. 64) una trayectoria de vida militante marcada por un alumbramiento
mientras se esconde de la persecución estatal en la última dictadura cívico-eclesiástico-
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militar. La narradora de la novela identifica una orden materna, quiero pedirte que leas”, y
responde desde la desmesura de la exhaustividad: “leeré todo, mamá” (2018, p. 82).
De allí parte una aventura detectivesca hacia su pasado el de ambas que llene la
ausencia materna con un conocimiento imposible sobre la otra. La lógica de la anagnórisis, en
diferentes clímax investigativos seguidos de catarsis, conduce una novela en la que el sentido
de la lectura y la escritura es esa misma develación de lo oculto y oscuro materno. En ese
proyecto epistémico, es previsible la “frustración de no poder abstenerse de todo
sentimiento”, la necesidad de hallar la “distancia óptima” para poder investigar sin que los
afectos enturbien la visión (2018, p. 143). Toda la narración se despliega en esa tensión,
estructurada por la disyunción idiosincrática pero característica de la epistemología
europea moderna (Rodríguez y Wayar, 2019, pp. 31-35; Acevedo y otras, 2016, pp. 4-8)
entre el saber y el sentir.
Si en las novelas, pues, “el interrogar, el explorar, el indagar la lengua madreestá en el
centro (Bracamonte, 2020, p. 107), entre la analítica de y la investigación de les demás, la
disposición de la escritura poética parece responder a los “tonos maternales” desde otro afán.
Más qué inquirir esa voz en retroceso, el proyecto en Cleofé es el de constituir una plataforma
de enunciación para dejar que aparezca la voz de la madre, pese al deterioro orgánico y a las
formas institucionales de enclaustramiento. Sin entrar en contradicción con la dimensión
cognoscitiva, el foco está puesto en la posibilidad vital de la presentación de esa voz y la
conjugación del acompañamiento.
Cleofé retoma los tonos maternales para instalar una escena de enunciación poética
singular en el que la madre cede su posición de cuidadora para ser aquella que es cuidada por
su hija. Puesto que la recuperación del nombre es el umbral radical del cuidado (Worms,
2010, p. 160), el título del poemario no es en absoluto anecdótico. Si en los protocolos de las
ciencias sociales el borramiento del nombre de les entrevistades pasa por ser la expresión
básica de la ética profesional, en el gesto literario del poemario la inscripción de ese nombre
es un acto ético igualmente fundamental, que a su vez señala los efectos diferenciales de la
anonimización sobre existencias que siempre tienden a quedar por debajo del encuadre de la
historia y las ciencias. Si bien, de las dos secciones del poemario, nos interesa más la
segunda, “Conversaciones con mi madre”, vale la pena recuperar de la primera, “Mujer
colgada al cuello”, el poema “Sólo escucho a la niña”, precisamente por su trabajo sobre la
dimensión del nombre:
Aprendí mucho de ellas, dice mi hija
por teléfono y comienza a nombrar
a abuelas, madres, tías… … Me contaron
historias de mujereslas nombro como un mantra,
dice, Francisca, Cleofé, Petrona, Arcadia,
Laureana, Gregoria, Gioconda,
Juana, brotan sus nombres del teléfono,
mientras la niña tapa con balbuceos
su voz de madre. Y entonces ya no escucho
sino a esa niña que habla con la fuerza
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de lo que nace, como debe ser. (Andruetto, 2019, p. 74)
El mantra de nombres de mujeres recuerda la importancia otorgada por los feminismos
comunitarios a las genealogías maternas (Guzmán, en Solidaridad, 26 de julio de 2021), que
apunta a hace aparecer la secreta convergencia entre el mito burgués del self-made man, el
régimen jurídico del apellido y el sistema económico de la herencia. Si, como decíamos con
Worms, el rescate del nombre es una forma elemental del cuidado, el mantra genealógico es
una inversión del vínculo: cuidar a aquellas que nos cuidaron, trayéndolas por su nombre de
pila (y no por su apellido heredado). En esa serie, entonces, entra la colocación de “Cleofé”
como título del libro, rescatándola no solo del olvido de la cultura sino de la amenaza que cae
sobre su propia memoria demente.
yo no tuve cabeza
pero era una nena. Claro, hace mucho tiempo eras
una nena. Fe. Cleofé. La mujer la esposa. ¿Sabés
quién es Cleofé? Sería la mía. Claro, vos sos Cleofé.
María Cleofé Boglio. ¡Te acordaste! Ahora me acuerdo
mientras hablo con ella. (Andruetto, 2019, p. 101)
no sé quién soy,
no tengo nombre. (Andruetto, 2019, p. 109)
Fragmentos de dos poemas diferentes, “El pequeño alumno” y “Cleofé”, separados por
unas pocas páginas, los textos tensan el arco de la pérdida del recuerdo del nombre propio,
desde los trazos y la interlocución que acaban permitiendo recuperarlo en el primero hasta el
franco olvido en el segundo, que Andruetto repara poniéndolo como título del poema. Como
todo a lo largo de “Conversaciones con mi madre”, el paso de itálicas a redondas marca la
alternancia de las voces: redondas para la hija, itálicas para la madre. Lo que dice la madre
llega torcido, inclinado, persiste en su diferir, incluso si a veces no queda ya identidad
individual que lo soporte; en esa diferencia, la adjudicación a la voz de la hija de la capacidad
de decisión final sobre los sentidos de la voz de la madre, incluso si los afecta, solo podría
ocurrir en un acto determinado de lectura. Si “la interacción de voces realmente diferenciadas
es generadora de poesía” (Bracamonte, 2020, p. 100), aquí el hiato tipográfico entre un decir
y otro también se cruza con la separación problemática entre demencia y cordura. “Discutir la
frontera entre cordura y locura es plantear un problema político sobre un mite que la
psiquiatría hegemónica dice tener siempre en claro”, señalaba Fran Castignani, de Orgullo
Loco Buenos Aires (en Cybel, 2021, s/p); y en Cleofé paradójicamente la distinción de las
voces impide que cordura o locura queden encerradas de un lado u otro de la alternancia.
En el primer poema, la voz de la hija o su escritura: imposible determinar cuánto
diálogo efectivamente articulado precede al texto poético corrige nombres y pronombres,
reposiciona al sujeto-madre ante su identidad, pero la respuesta materna acaba supeditando
esa identidad a la presencia de la interlocutora: me acuerdo/ mientras hablo con ella; la
segunda persona, tercerizada en un ella”, crea la primera. Acaso quepa recuperar allí algo
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más de la teoría de Worms (2010, pp. 6-7), allí donde sostenía que, por el carácter
subjetivarte del cuidado, no puede presuponerse la prioridad de los sujetos que anuda
respecto de la relación misma; invirtiendo el sentido habitual de esa constatación el modo
en que el cuidado de xadres a hijes les constituye como sujetos, aquí es el cuidado de la
hija el que recompone la consistencia de la madre. Cuando ya falta el nombre por completo,
en el segundo poema, queda sobrevolando como su título las palabras de la madre que
constituyen la totalidad del texto, reservándose la respuesta para no forzarlo a entrar en la voz
de la madre en presencia: hay un respeto ambivalente por el olvido como realidad del sujeto,
tal que el recuerdo repuesto solo en la escritura quede a distancia de la (des)memoria de la
otra, dejándola subsistir como tal.
La sección “Conversaciones con mi madre” se abre con un epígrafe de Hélène Cixous: “la
lengua que se hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas” (en Andruetto,
2019, p. 81) que produce sentidos ya a partir del encuentro con el primer poema de esta parte:
Él lee el diario.
Ella dice: antes yo vivía allá
y ahora vivo acá.
Él sigue leyendo
Ella: antes vivía allá
y ahora acá.
El amor, el amor,
¿qué es el amor? (Andruetto, 2019, p. 85).
En efecto, “Desayuno”, señalará, teatralmente, el protocolo escriturario para lo que sigue,
a partir del secreto que se constituye tan pronto “él”, el padre, quede en el umbral, leyendo
sus propias cosas. De aquí en más, “él” ya no cabe más que como una referencia ausente.
Decía Andruetto en una entrevista que “para es tan importante lo que entra como lo que
queda afuera” (en Argañaraz, 2017, p. 4), y ese padre que queda ante la puerta de
“Conversaciones con mi madre” para ya no volver es un afuera más que significativo. De ese
“entre nos-otras” se alimentan todos los poemas siguientes: nunca me animé a hablar.
Conmigo te ánimas. Con vos sí, pero yo era más tímida” (Andruetto, 2019, p. 90).
Radicar ese entrejuego de voces como un acompañamiento implica situarlo como una
relación de cuidado, pero también sentir la reverberación de una composición orquestal.
Emilia Perassi describió para la novela Stefano el “silencio elegido por quien se dispone a
acoger la voz del otro” (2016, p. 125), que en buena medida caracteriza el giro de la novela
moderna desde digamos Madame Bovary. Muy lejos de ese afán, aquí en la escritura
poética de Andruetto el silencio propio no se considera precondición para la emergencia de la
voz ajena, lo que supondría una exigencia crudelísima para quien acompaña; en la medida en
la que la coexistencia de las voces como tales priva a la voz de la hija de la capacidad de
borrar la literalidad de las palabras de la madre, no es preciso que la hija calle ni prescinda de
afectar los sentidos de la madre (y verse afectada por ellos) para que la acompañe de una
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manera justa. Bien por el contrario, orquestar el tono de la otra es el recurso necesario para
que pueda oírse en toda su estatura la melodía ajena. Contra lo que aparecía en Lengua
madre, el afecto no es pura opacidad que oculte la emergencia de la otra como tal, sino que el
carácter relacional de todo afecto implica la creación de aperturas: puertas y ventanas a la
otra. Por la singularidad de cada lazo afectivo, ciertos aspectos de un sujeto/cuerpo y sus
experiencias pueden solo ser accesibles a través de una escucha y una respuesta en particular;
es aquello que el psicoanálisis dejó escrito al defender la importancia de ese afecto singular
que es la transferencia (Soler, 2011, p. 120), y que aquí es importante liberar de las fronteras
del consultorio.
En una contratapa luminosa a la primera edición de Cleofé, Alicia Genovese lograba
sintetizar las operaciones centrales de la escritura de Andruetto a lo largo del poemario:
¿Cómo construir una imagen poética con retazos y jirones de frases que
correrían el riesgo de decretarse descartables por falta de coherencia,
demasiado oscuras para la comunicación? A partir de una hija que toma nota
de los dichos deshilachados de la madre y los regenera en la conversación,
María Teresa Andruetto elabora los poemas centrales de este libro. Una serie
de textos que conforman la imagen oral de ese intercambio, sostén persistente
de un vínculo en su amorosa intimidad, subterfugio de otra comunicación.
Sólo una escucha poética podía internarse dentro de ese bosque sonoro y
encontrar, en la maraña confusa, breves y luminosos claros. El oído de
Andruetto encuentra sentidos en el habla de esa madre que ha perdido en parte
la lógica de la lengua, pero no el grano de la voz. Cleofe es su nombre y tiene
una historia grabada como ecos desgajados, una voz oculta del mundo, que
revela a su hija ahora, situada más allá del sigilo impuesto, social y familiar.
Andruetto construye sutilmente desde la hija que replica en la conversación,
recorta, acomoda, encuentra referentes o deja en suspenso la frase cuando es
suficiente con lo dicho. Devuelve a un otro con su voz desnuda en el
acompañamiento adulto del vínculo filial, un amor en el que ya hemos dejado
de pedir y donde a pesar de las transformaciones seguimos siendo delicados y
frágiles. (Genovese, en Andruetto, 2019, p. 110).
La búsqueda de referentes para la palabra materna y la preservación del suspenso de
sentido no son procedimientos alternativos, sino que concurren en el mismo trazo. Al
mantener a rajatabla la distinción tipográfica de las voces, la atribución de un referente
permite que el discurso de la madre salte el encierro forzoso de la psiquiatrización en el
continente “separado” y “excluido” de la “sinrazón” (Foucault, 2021, I, p. 21) y entre en
diálogo y disputa con otras voces que se volvieran sobre la misma referencia, pero al mismo
tiempo evita que esa fijación exterior del referente se imponga sobre ese discurso y agote la
pluralidad latente de la indeterminación: afectar los sentidos no equivale a determinarlos.
Pero esa preservación de la diferencia detiene un movimiento no menos riesgoso en el que
corregir las referencias y los pronombres puede también llevar a corregir los afectos,
amenazando con reprimir y trastocar la complejidad de sus tonalidades. El camino comienza
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reponiendo un recuerdo o una certidumbre perdida: “¿Te acordás de cuando lo conociste? ¿A
Romualdo Andruetto que sería el tuyo? A mi papá, que vino de Italia y se enamoró de vos.
Ah mirá, pero no lo escuché nunca. Sí, se enamoró. Ah pero no lo escuché nunca
(Andruetto, 2019, p. 87). Pero pronto puede virar a imponer una resolución por sobre las
tensiones que saltan a la superficie en el decir materno, a medida que se desmoronan algunas
censuras:
Las madres y las hijas se llevan bien pero no tanto, porque las hijas tienen la
costumbre de la madre… Las hijas son más rebeldes A mí me parecería que
sí, pero no estoy segura. Las hijas hablan más. Claro y si te ven, te critican
todo. ¿Te critican? Sí, es normal. Las madres quieren manejar eso y las hijas
hacen una crítica. A veces a una le da bronca y en las otras está el lenguaje.
(Andruetto, 2019, p. 95).
¿Vos sabés quién soy yo? Sí, pero ahora no me acuerdo. Soy la Tere. No te
aguanté. A veces peleábamos un poquito, pero siempre nos quisimos.
(Andruetto, 2019, p. 99).
Del cambio modal más sutil, que cambia la aserción en pregunta (“¿Te critican?”), se
desliza a la franca reconvención (“siempre nos quisimos”) que se enfrenta a la literalidad de
la declaración de la madre: “No te aguanté”. Pero mientras subsista la diferencia de las voces,
la corrección queda tan a la vista como lo corregido, sin obliterar la voz de Cleofé ni imponer
a “la Tere” un deber de silencio que implica la obliteración de sí misma y sus propios afectos.
Por lo demás, ese lenguaje que está en las otras es la apertura a una respuesta que no
supone coherencia y acuerdo, sino sensibilidad a la modificación recíproca, en la
contaminación de lo sentido y los sentidos, sin resolución definitiva que borre
retroactivamente el disenso.
Modalización, modificación, corrección, el acompañamiento en la circulación de los
decires se abre a una estilística del cuidado, que sujeta el trabajo reproductivo a una crítica
inmanente:
Te bañaba con el agua porque eras una nena. Era una nena y vos me
cuidabas. Claro, yo estaba ahí, o sea el trabajo que hacía para comer, bien
me lo comía yo. ¿Te gustaba? Sí, pero hay otras maneras. ¿Otras maneras?
(Andruetto, 2019, p. 87).
En el universo italiano de Andruetto, es difícil que “manera” no suene también a maniera.
Todo el trabajo de cambios de tono, de prolongaciones, de correcciones ocurre en el nivel de
una plástica verbal, de una estética posautónoma del cuidado
4
que permite discriminar en la
palabra menos o más poética aquello que conviene decir y aquello que no. El
acompañamiento tal como el cuidado en general está atravesado por los interrogantes y
las necesidades éticas más decisivas; pero ello no supone que sea inherentemente virtuoso,
sino bien por el contrario que está irremisiblemente inserto en una tensión y una
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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Francisco Gelman Constantin, Palabras de
acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
disyuntiva en las que puede volverse tanto hacia sus versiones más cruentas cuanto hacia las
más delicadas. Algunas palabras son vitales para nombrar aquellas formas de
acompañamiento que dañan más de lo que reparan, como en Quiero soledad o amor,/
porque solamor es muy duro (Andruetto, 2019, p. 104); algunas otras palabras es mejor
apartarlas, en una criba delicada:
te deben haber buscado muchos hombres porque eras muy linda. Linda nunca
fui, no me gustaba. Yo tenía cosas mías. Te gustaba leer, escribir, coleccionar
estampillas. Era feliz con eso. Y me gustaba yo también. Después te casaste. Él
hablaba de cosas importantes, no hablaba pavadas. ¿Eso te gustaba? Sí, me
gustaba, había algo que me gustaba. (Andruetto, 2019, p. 97).
¿De qué trabajás?
Yo trabajo de escribir libros.
¿Es práctico eso?
Sí, es práctico. (Andruetto, 2019, p. 88).
La chica, la chica… no está. ¿Ana? Sí, la chica. Ya no está. Pero fallé
mal. ¿Fallaste mal? ¿Trabajaba? Sí, era bioquímica. ¿Es práctico eso? Sí,
es práctico. No decía pavadas. No decía pavadas. Nada, nada. No hubo forma
de hacer nada. (Andruetto, 2019, p. 94).
De una parte las cosas importantes, lo práctico; del otro las pavadas, lo impráctico. Como
la escritura, el decir puede ser un hacer, de Austin en adelante por lo menos. Cuando el
cuerdismo decreta que les loques “dicen pavadas”, priva a su palabra de su dimensión
práctica, de su capacidad de actuar sobre el mundo compartido. Precisamente esa es la
capacidad que el acompañamiento puede restaurar, en la medida en que colabora en la
construcción de lo importante y lo práctico, fabricando la estilística del cuidado en la que
discutir conjuntamente qué vale la pena decir/hacer. Y también cuándo el decir es lo único
que queda para hacer, como al nombrar a la hija/hermana muerta, Ana.
Si el acompañamiento a lo largo de Cleofé viene regido por el cambio de dirección del
cuidado de la hija a la madre, el juicio de locura que lo fundamentaría está en la voz de la
madre:
¿Es lindo ser grande?
Sí, pero más me gustaría ser chiquita y que me cuidaras.
Podría ser.
Podría ser.
Te lo digo bien, te lo digo de corazón. No te
acostumbres. Siento el dolor, la locura, no te acostumbres. (Andruetto, 2019,
p. 106).
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Lo locura y el dolor, llamados al acompañamiento. Pero así como añora ser aquella que es
cuidada, la hija suspende el juicio sobre la locura: ante una madre que diagnostica Estoy
pasada de locos…”, la hija responde Estás cansadita, como si estuvieras por dormirte.”
(Andruetto, 2019, p. 91). La persona que cuida no es la única con capacidad para la
determinación última de la razón, la cuestión es contenciosa; pero, además, en la relación
cambiante entre locura y olvido que propone Cleofé, no es obvio si la locura es un mal que
temer o una estrategia terapéutica:
¿Quién sos?
La Tere
¿Qué Tere?
La Tere tuya.
Alumbrame que estoy loca.
No estás loca.
Estoy bien loca porque hay que sacarse
la pena. Es mala la pena,
es toda mala. (Andruetto, 2019, p. 108).
¿Estar “bien loca” o estar bien al estar “loca”? La sintaxis poética mantiene la anfibología.
Bien se puede enloquecer para sacarse la pena, siempre y cuando quede alguien para el
alumbrado y también el alumbramiento, de gestante a gestada. Frente a una maternidad que
podría haber sido de otra manera y puede cambiar tanto de dirección como de sentidos, la
escritura poética de Andruetto, como parte de un acompañamiento que no supone el acuerdo
pero deja subsistir como tal la voz ajena, vuelve a desplegar el lugar de la otra, en el que
decida qué puertas abrir y cuáles cerrar, qué intentar recordar y qué dejar ir, o qué energías
pedir prestadas cuando llegue la buena hora:
Me gusta porque venís
a la buena hora. Yo borré todo,
había una puerta, la dejé abierta,
y todo se fue. Una vez cerré
y me hablaba todavía. Después
otra vez se fue.
Ahora estoy enferma
de desacuerdo, veo gente que camina,
que canta todo el día y no sé
quién soy. Pero vos venís
a la buena hora, la hora
en que está abierta
mi casa.
Las madres no saben
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acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
muchas cosas pero son buenas
para encarar las cosas….
es una pasión que no sirve
para nada…. ¿No te gustaba
ser mamá? ¿Madre de chicos? No.
¿Y a tu mamá le gustaba? No,
no le gustaba. Nunca me retó
pero cansa un poco, cansa
acompañar. … (Andruetto, 2019, pp. 102-103).
La conversión de la desmemoria en enfermedad del desacuerdo recupera al decir de la
“loca” la posibilidad de entrar en trifulca con el mundo, de desencerrar sus ademanes hostiles.
No es el encierro lo que permite conservar (recuerdos, afectos, el nombre propio), sino en
todo caso la llegada de la otra a la buena hora. La aparición de esa compañía que, lejos de
quedarse callada, sabe traer las palabras necesarias, así sean muy pocas, como en este poema,
casi todo en itálicas. Esa compañía que sabe añadir alguna cosa importante cuando, de otra
manera, habría podido vencer el cansancio.
135 Suite: las personas y las lenguas de la internación
Si la preservación de la diferencia entre las voces está en el centro del paso ético de la
escritura de Andruetto en el acompañamiento de su madre, en el libro de Teixeira la
desdiferenciación de los sujetos ocupa una posición igualmente crucial. Poemario de
internación, “basado en sus experiencias trabajando en hospitales psiquiátricos en Londres,
donde vive actualmente”, según indica el recuadro final del volumen (Teixeira, 2018, p. 45),
probablemente solo el entremezclado de las voces habría podido prevenir que el decir de la
psiquiatra fuera a ubicarse por encima de los decires de les internes. Aunque casi siempre hay
en escena en los poemas de 136 suite un diálogo entre dos, las palabras se desordenan,
siempre algo queda bajo atribución dudosa y el tránsito del lugar de la médica entre la
posición del você”, el elay el euborronea la colocación respectiva; en esa deriva, la
autoridad queda en entredicho, pese a los juicios que siguen operando:
Se você me dissese que você era um
anjo, eu não julgaria você. Um anjo é
uma espécie de inocente.
If you tould me you were an angel, I
wouldn’t judge you. An angel is a sort of
inocent.
5
Eu sou um indíviduo, eu não sou uma
pessoa típica, então a dose da medicação
não devia ser típica.
Está afetando meus direitos de anjo.
Minha inocência está sendo abusada. Na
realidade eu fui diagnosticado com
desmoralização e inutilidade. A doença
ja era.
Diferentemente deste estado induzido,
eu sou uma pessoa bem-venturada.
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Pensar tem ajudado o meu estado
mental, e eu acredito que falar é a forma
de resolver as coisas.
I am an individual, I am not a typical
person, so the dose of the medication
shouldn’t be typical.
It is afecting my angel rights. My
naivety is being abused. In reality I was
diagnosed with demoralization and
uselessness. The illness is no longer
there.
Unlike this induced state, I am blissful.
Thinking has helped my mental state,
and I believe that talking is the way to
solve things. (Teixeira, 2018, pp. 14-15)
Entre el juzgar, la inocencia y los derechos, el poema aborda la solidaridad histórica entre
ejercicio psiquiátrico y poder judicial-punitivo; pero ¿quién tiene en el poema la facultad de
juzgar?, ¿quién escucha las profesiones de inocencia, quién las lee? Quien sea que hable en
la segunda y la tercera estrofas procura recobrar para sí la atribución de diagnosticar y decidir
terapéuticas. Si hablar es según el poema la forma de resolver las cosas y la escritura
busca allí su legitimidad, no es sin embargo evidente que no pueda también ser un modo de
abusar de la “inocencia” ajena, empleando su palabra para fines otros, allí donde el cuidado
puede no ser lo contrario de la explotación sino su ocasión. Si la transposición fragmentaria
de las voces “locas” impide que se reifiquen en la coagulación narrativa de un personaje, la
transposición misma todavía queda sin justificar. ¿Para quién tiene réditos ese ejercicio de la
lengua que está detrás de 136 Suite?
Minha mãe está a rezar por mim em
Portugal. Eu ia muito à minha
igreja... É tão bom falar com alguém
na minha língua. Estas pessoas aqui
são tão frias. Tu és tão bonita.
Pareces uma santa. Gostaria de
colher umas análises. Para HIV,
sabes. Quando é que posso sair? ...
A doutora vem amanhã? És tão
diferente, gostei mesmo de ti.
My mother is praying for me in
Portugal. I was doing well in my
church… It's so good to speak to
someone in my language. This
people here are so cold. You are so
pretty. You look like a saint. Could
you take my blood. For HIV, you
know. When can I go out. ... Please
come to see me tomorrow, will you?
You are so different, I really like
you. (Teixeira, 2018, pp. 20-21).
Entre el pedido de que vuelva a visitarla y el de que le tome una muestra de sangre, inferir
un Gostaria de colher minhas palavras/Could you take my words es una apuesta sin
garantías pero que de algún modo respalda el gusto de “hablar con alguien en mi propia
lengua”: es en la escritura que esa voz deja de dirigirse simplemente a una psiquiatra para
amplificarse a une alguien” cualquiera que pueda comprender la lengua, sirviéndose del
acompañamiento de la poeta-neuróloga. Hablar en esa proximidad multiplica el cuidado más
inmediato dentro de la internación a la invocación a otres oyentes posibles. Alguna
incertidumbre persiste, no obstante, alrededor de aquello que llega a expresarse y aquello que
apenas se puede inferir.
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…Eu sou apenas uma grande gigante
amistoso. Ele se guarda para si
mesmo. Ele vem e assiste TV e passa
um bom tempo na área comunal.
Agora ele ri se algo é engraçado.
Minha comunicação é difícil de
pegar se tem alguém falando, mas es
estou confiante que a revisão terá
êxito. Estou aqui hoje para contar a
lenda. Falou sobre uma
individualidade, falou sobre se tornar
um professor. Expressou o desejo de
ler seu prontuário. A urina foi
positiva para heroína na semana
passada. Está esperando os arranjos
da habitação.
…I am just a big friendly giant. He
keeps himself to himself. He comes
and watches TV and spends a good
amount of time in the lounge. He
now laughs if something is funny.
My communication is hard to engage
when everyone is talking. I feel very
confident that this review is going to
be successful. I am here to tell the
tale today. Spoke about an
individuality. Spoke about becoming
a professor. Expressed the desire to
see his medical notes. Urine was
positive for heroin last week. He is
waiting for housing arrangements.
(Teixeira, 2018, pp. 18-19).
En la recuperación del pedido de ver el propio historial de internación, queda flotando la
pregunta sobre este mismo texto y si ha vuelto a manos u oídos de aquelles cuyas voces
captura. La mención de los deseos a los que se enreda el decir (como en este caso el deseo de
leer) no constituye forzosamente un modo de colaborar con su realización, aunque hace
subsistir esos deseos en un registro diferente del de aquellos géneros diseñados expresamente
para silenciar una voz detrás de un diagnóstico. Las condiciones frágiles del intercambio
“cuando todo el mundo habla” ponen a resonar entrevista clínica y poema como
intervenciones sobre las condiciones de la escucha, selección crítica de la compañía ante la
cual desplegar la palabra. Entre esas condiciones, bien lejos de lo que ocurría en Andruetto,
no está conservar la identificación personal de quien habla; si hay un trazo singular de vida
que persiste en los detalles ínfimos de una enunciación, en los poemas de 136 Suite no solo
desaparecen los nombres personales (cumpliendo el deber de secreto médico pero
apartándose de ese gesto de recuperación histórica de los nombres que realizan otros escritos
alrededor de los manicomios; cfr. Sy y otras, 2020) sino que suelen retroceder incluso,
contraviniendo la norma gramatical inglesa, los pronombres personales, como ocurre aquí a
esos “spoke”. En otros casos, subsisten pero para fraccionar la voz del paciente:
lendo o corão usando um chechia
de repente se acalmou
precisa de supervisão contínua
43 tentativas de estrangulamento
com os lençóis e a cueca
ele gosta de se machucar
ele imita sons de animais na solitária
reading the koran using a chechia
he suddenly calmed down
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he needs continuous supervisión
43 attempted hangings
with his sheets and bóxer shorts
he likes to self-harm
he makes animal sounds in solitary
não sou eu é um outro
eu ja tinha lavado minhas maõs do
[crime
ele não ajuda às vezes
it’s not me it’s somebody else
I had already washed my hands from
[crime
sometimes he doesn’t help
(Teixeira, 2018, pp. 10-11).
El dos de la entrevista ahora ingresa al interior del paciente, en una torsión que la clínica
llamaría típicamente esquizofrénica. Para un sujeto cargado de todos los signos de la alteridad
para la cultura europea, animalizado y musulmán, la contestación de la frase rimbaudiana je
est un autre, traducida y negada a não sou eu é um outro lo pone empero a corroer desde
dentro la trama “hospitalaria”. Euo ele”, ¿a qué sujeto puede dirigirse la tutela médica y
el poder del Estado colonial para o bien integrarlo o bien repudiarlo y encerrarlo? Al
preservar la escisión interna de esa voz, el poema evita actuar como garante de la captura.
Algo semejante ocurre cuando los verbos cambian de concordancia a la mitad de una
oración, con el consecuente extravío de los sujetos, gramaticales pero no solo:
Você está vestida como o projeto
monarca, toda de oncinha. Não digo
nada senhorita. Então você pensa
que eu sou uma periguete
neurocientista vestida de estampa
animal? Talvez você esteja certo. A
psiquia tria é uma técnica de
controle mental, a ciência um delírio
narrativo baseado em evidência.
Sinto muito por seus delírios
somáticos. De femme fatale a
dica residente? Não posso te
liberar. Está indo me denunciar? Está
humildemente me oferecendo chá?
Você se move tão rapidamente, tão
elegantemente. Você é o hipster da
enfermaria, o grande viajante do
transporte público. Então você
tropeça ao lado do Tâmisa com um
alcoolismo escondido, e volta
sangrando.
You are dressed like the project
monarch, all leopardy. I won't tell
you more Miss. So you think I am an
neuroscientist sex kitten dressed in
animal print? Maybe you're right.
Psychiatry is just a technique of
mind control, science a narrative
delirium based on evidence. I do feel
for your somatic delusions. From
femme fatale to junior doctor? I can't
give you leave. Are you going to
report me? Are you offering me tea?
You move so quickly, you are so
stylish. You're the hipster of the
ward, the great traveller of the pu-
blic transport. Then you trip on the
Thames' path with a hidden drinking
problem, and comes back bleeding.
(Teixeira, 2018, pp. 16-17).
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Solo evidente en el inglés, la mudanza de you tripa comes back(y no come back”)
pone a jugar la oscilación “loca” entre las personas en el interior de la figura de la médica,
que hace lugar a la voz de le otre en la determinación de su propia identidad, desarreglando
las jerarquías dadas. Si en principio solo le profesional de la salud tiene el poder de decidir la
internación o externación en algunos casos, en el poema nadie está exento de encuentros que
devuelvan al pabellón, aunque sea conservando la libertad jurídica. Las frases en forma de
pregunta no respetan la linealidad del interrogatorio clínico, sino que se desvían hacia una
puesta en cuestión recíproca en la que la palabra de le interne conserva todo su poder de
afectar. Figura enloquecida por la cercanía, la médica hipster que trippea y pierde su persona
sirve de vector para que otres se aproximen también.
Ese poder de afectar, sin embargo, no carece en mismo de problemas. Lejos de
cualquier atribución terminante de “inocencia” que acaba coincidiendo con la supresión de
les loques como sujetos éticos, los poemas de 136 Suite recogen también la dimensión del
daño como posibilidad inherente al desencierro.
A revelação se tornou muito clara. Duas
forças na casa que me fizeram acreditar
que eu estava sendo atacado. O espírito
estava me enviando aflições. Eu
acreditei que ela estava me atacando por
este motivo.
O espírito santo me abençoa, o espírito
santo me faz dormir.
Ele tem sido violento comigo. Eu
conheço ele oito anos. Ele não tem
para onde ir, nem família, nem amigos e
eu estava ajudando. Ele mente. Você me
disse que perdeu seu emprego.
Eu larguei meu emprego porque meu
visto expirou. Eu estou ilegal. Eu
empurrei ela, eu dei um soco nela.
Ele não tem sido violento comigo faz
um tempo. Eu não entendo essa doença.
Ela aparece assim do dia para a noite?
Ele precisa de um medicamento novo.
Eu sofro de depressão. Ele bagunçou a
minha vida. Eu não sei o que fazer com
ele.
The revelation became very clear. Two
forces in the house that made me believe
I was being attacked. The spirit was
sending me afflictions. I believed that
she was attacking me for this reason.
The holy spirit blesses me, the holy
spirit makes me sleep.
He has been violent to me. I've known
him for eight years. He doesn't have
anywhere to go, no family no friends
and I was helping him. He lies. You said
you lost your job.
I quit my job because my visa expired. I
am illegal at the moment. I pushed her, I
beat her up.
He hasn't been violent with me for quite
a while now. I don't understand this
illness. Does it just come overnight? He
needs a new medication. I suffer from
depression. He messed up my life. I
don't know what to do with him.
(Teixeira, 2018, pp. 24-25).
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Contra el anuncio de la primera línea, la revelación es todo menos clara. Al proceder por
acumulación de voces entre el interno y su pareja, el poema hace aparecer como sustancia de
la experiencia una superposición de niveles que no se anulan entre pero tensan su
respectivo valor de verdad. Retomando las reflexiones de Leigh Gilmore (2017) podríamos
enfatizar que la escritura literaria no tiene las mismas exigencias de veridicción que un
tribunal o, añadamos aquí, que une profesional de la salud con potestad de ordenar la
internación; sin embargo, si el poetizar se sustrae por completo de la pregunta sobre qué
puede o debe hacer él mismo con esos cuerpos, esas voces y sus efectos, acaba legitimando
por omisión aquellos ejercicios judiciales y médicos que tantas veces busca objetar. Si el yo
poético de 136 Suite tiende a retroceder nunca desaparecer, excepto en el sentido de la
pérdida del estatuto unitario y soberano de “yo”— y sobre todo a renunciar a la facultad de
dictaminar, la introducción de aquella otra mujer que suplementa el decir del interno
constituye un movimiento ético irreductible del texto, otra forma menos pacífica de
acompañamiento, en la curaduría de una ecología de relación con otres acompañantes,
actuales o potenciales, que ocupa el lugar crucial dentro de la institución de internación.
Como hacía patente el poema anterior de la entrevista a la paciente de Portugal que pide o
no pide que tomen sus palabras, los múltiples movimientos de traducción y transposición que
ocurren en el interior del libro componen una exploración que hace especialmente
problemática la colocación ética del sujeto poético. Como forma específica de
acompañamiento, la traducción puede amenazar el trabajo más afanoso de los sujetos que
habían tomado la palabra.
Entrevistando uma moça de Guarulhos
[que esteve na
prisão de Holloway
acusada de tráfico de drogas
agora admitida com um episódio
[psicótico
internada
recusando medicação
trancada no quarto
uma barreira de linguagem entrevistar
[Maria
barricada na minha língua mãe
numa enfermaria cheia de imigrantes
Maria não acredita que está psicótica
ela se queixa de sintomas somáticos
ela pensa que seu corpo está infestado
[por
vermes tropicais
ela pensa que tem esquistossomose
ela pensa que tem ascaridíase
ela pensa que tem cisticercose
seus exames foram todos normais
Maria está longe do Brasil
há muitos anos
ainda assim tem certeza que seu corpo
[está infectado
ela quer ir para Guarulhos ser tratada
ela vai voltar curada
um anjo contou para ela
num sonho com uma mulher feita de
[pedra
de mãos dadas com uma criança
Assessing a girl from Guarulhos who
[had been
to Holloway prison
accused of drug trafficking
now admitted with a psychotic episode
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sectioned
refusing medication
locked in her room
a language barrier to interview Maria
barricaded in my mother tongue
in a ward full of immigrants
Maria doesn't believe she is psychotic
she complains of somatic symptoms
she thinks her body is infested by
tropical worms
she thinks she has schistosomiasis
she thinks she has ascariasis
she thinks she has cisticercosis
her tests were all normal
Maria has been away from Brazil
for many years
still she is adamant her body is infected
she wants to go to Guarulhos to be
[treated
she will come back cured
an angel told her that
in a dream with a woman made of stone
holding hands with a child
(Teixeira, 2018, pp. 36-39).
¿No hiere la confianza depositada en la escucha una traducción a quien ha hecho del
portugués una barricada contra los interrogatorios psiquiátricos en inglés? Como si solo en el
portugués de su Brasil natal pudiera la paciente conservar el poder de diagnosticarse a
misma parasitosis del tercer mundo con el goce verbal que trasunta la anáfora, en lugar
de la psicosis que le atribuyen en el hospital londinense. En la edición bilingüe, los
movimientos de espionaje y contraespionaje, traición y alianza secreta, barricada y encierro,
o tráfico e infección quedan paralizados e interconectados, con toda la ambigüedad inherente
al acompañamiento terapéutico en su encuentro con los regímenes de poder (colonial,
psiquiátrico, etcétera). Como en la bienvenida al ángel, con todo, el gesto de hospitalidad a
una voz que viene de otra parte no se agota de ningún modo en un abuso de confianza o de
poder de parte de quien la recibe y responde con sus propias palabras. En primer lugar,
porque esa hospitalidad se extiende más allá de esa escena y contamina los roles.
Todo mundo fala comigo. Eu estou mal
porque estas portas estão trancadas. Eu
vejo tudo de ruim neste lugar. Eu estou
ouvindo vozes. Eu posso falar com os
mortos. Eu tenho que nos encontrar. Eu
estou andando para trás.
Eu sou psiquiatra, eu curava todo mundo
no passado.
Everyone speak to me. I'm unwell
because these doors are locked. I see
everything bad in this place. I am
hearing voices. I can speak to the dead.
I've got to find us. I'm going backwards.
I am a psychiatrist, I used to heal
everybody in the past. (Teixeira, 2018,
pp. 26-27).
En las palabras de la paciente que se declara psiquiatra, escuchar las voces, vivas o
muertas, pasadas o futuras, y hablar con ellas, pese al daño que provoca el encierro, parece
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ser el único modo de “encontrarnos”. Si “todo el mundo” habla con esa paciente, la escritura
en compañía acaso sea un medio decisivo para salir de “ese lugar” y hablar, a su vez, con
todo el mundo.
Consideraciones finales: el acompañamiento, la poesía y la investigación
“Necesito ayuda, pero esta gente me ha dejado peor de lo que estoy”, decía el testimonio
de Orgullo loco denuncia. En volver a esas palabras desde otro lugar está todo el meollo de
este artículo. ¿Cómo dejar mejor de lo que estaban a esos sujetos que piden ayuda? ¿Cómo
acompañar a les afligides y loques sin que el daño supere al cuidado?
Al colocar a Cleofé y 136 Suite en el marco de los debates que atraviesan los movimientos
de desmanicomialización, orgullo loco, antipsiquiatría y alternativas a la psiquiatría,
reposicionando algunos proyectos y preguntas de los estudios literarios, intentamos
comprender de qué manera la experimentación poética podía iluminar el poder de las
palabras en el marco de y como una de las sustancias que componen los vínculos de
acompañamiento. Entendiendo que no hay un único modo justo de acompañar sino una
necesaria sensibilidad a singularidades y situaciones, la lectura de ambos textos quiso
permitirnos comprender matices divergentes a la hora de operar sobre y junto a la voz de
otres.
Si la diferenciación de las voces puede ser un medio de preservar la autonomía de la
enunciación loca sin renunciar a una articulación externa que pueda conectarla a
determinados diálogos, la desdiferenciación de las voces puede ser en otro caso la mejor vía
para suspender jerarquías institucionalizadas y dar lugar a inversiones y cambios de posición.
Algunas veces, el movimiento crucial será el de permitir la dispersión y multiplicación del yo
que propone la voz de les otres; otras veces, el de devolver un nombre y una identidad
degradadas. De lo que se trata es de una estilística del cuidado, como territorio plástico de
crítica e invención de las formas minutas del acompañamiento, que pueda tensionar las
distintas formas de poder (médico, colonial, patriarcal) y colaborar en la construcción de
plataformas enunciativas para el decir loco. La ética en ese acompañamiento puede incluir
componer la voz loca con las voces de otres que la rodean, entendiendo que la intervención
sobre las condiciones colectivas de veridicción es la única alternativa a la aceptación acrítica
de la arquitectónica del poder; en otras ocasiones, operar modalizando el decir de le otre es el
modo de componer una ecología afectiva entre varies, producir los necesarios encuentros
incluso en la diferencia. Como en la conversación con “Maria”, hay modos de salir a buscar y
responder a la enunciación ajena en que es difícil distinguir entre la traición y la alianza; es
un registro sutil que la poesía, lejos de resolver, recorre con pasos inciertos, pero
iluminadores.
Recordando a la narradora de Lengua madre que investiga las cartas de su madre
“siguiendo reglas de lenguaje, teorías de lectura que ha aprendido de sus profesores”
(Andruetto, 2018, p. 144), cabe también reflexionar sobre lo que estas escrituras poéticas,
como formas del acompañamiento, pueden sugerir sobre el modo en que la propia crítica y la
teoría acompañan o dejan de acompañar cuando se ocupan directamente de literatura “de
loques”. Si abandonamos las jerarquías epistémicas que suponen a la literatura un objeto
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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Francisco Gelman Constantin, Palabras de
acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
quieto sobre el que los estudios literarios producirían saber acumulable, y aceptamos un
movimiento en el que la propia escritura poética, narrativa, ensayística puede discutir los
modos en los que se la usa o gestiona, podemos tomar la lectura de 136 Suite y Cleofé
también como una invitación a revisar el modo en que se lee, por ejemplo, obras tan
canónicas como las de Artaud o Pizarnik. ¿Qué hacen las voces de la crítica y la teoría
cuando entran en la proximidad de esas obras? ¿Están exentas de explotar estéticamente la
experiencia de la locura y expropiarle trayectos prácticos sobre la vida en común? ¿Ponderan
en qué condiciones corresponde hacer lugar a la dispersión u ofrecer hilvanes a los sujetos
que hablan allí? ¿Les dejan mejor o peor de lo que estaban? Probablemente no haya una
respuesta válida para todos los casos.
Lo que es indudable es que si entendemos que la palabra ocupa un lugar sustancial en las
diversas formas de acompañamiento que se producen en la proximidad a la aflicción,
entonces vale la pena intentar movilizar el archivo de las escrituras menos o más literarias y
el arsenal histórico de la teoría y la crítica para pensar en la riqueza de sus matices, tensiones
y contradicciones, en sus fortunas y sus fracasos, cómo entrelazar voces y sus cuerpos,
sujetos y sus decires, de una manera menos cruenta que las que hemos hecho rutinarias. Eso
implica revisar las prácticas de la investigación y desafiar sus protocolos, así como obligarse
a situar en las tramas complejas de la dominación y la explotación cada instante de toma de la
palabra, entendiendo que la construcción y la transformación de plataformas de enunciación
hospitalarias para todes es una apuesta arriesgada pero urgente.
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Notas
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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Francisco Gelman Constantin, Palabras de
acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
1
Puesto que las escrituras de Andruetto y Teixeira se sitúan en el marco de la problematización feminista y cuir
respecto del modo en que el heterocispatriarcado afecta las diversas formas de cuidado y acompañamiento
marco al que también pertenece mucha de la teoría loca, disca y descolonizadora movilizada en este artículo,
es necesario para el desarrollo de este texto el uso del así llamado “lenguaje inclusivo”, porque de otro modo se
incurriría forzosamente en un ejercicio de sometimiento de esas enunciaciones al régimen de conocimiento de
algún protocolo académico. Como señalaba Sam Bourcier en defensa de su uso del asterisco, “Se puede… poner
en práctica una gramática y una ortografía de geometría variable…sin atentar contra la legibilidad…. Es otro
episodio en la ‘guerra’ que libran lesbianas, l*s queers y l*s trans contra la lengua… heterosexual y su
dimensión biopolítica” (2021, p. 9). En este caso, atendiendo a las exigencias del movimiento disca respecto de
la necesidad de asegurar la procesabilidad de los textos escritos a los dispositivos de lectura automática
(AA.VV., 2020, p. 4), preferimos al asterisco el uso de la flexión en “e”, que adoptamos de aquí en adelante.
2
Agradezco a Valentina Stutzin por hacernos conocer, en el marco de un seminario, el rico y complejo trabajo
de Puar, que introduce un cambio decisivo en el modo en que concebir de aquí en más la cuestión de la
discapacidad y sus entrecruzamientos con diferentes formas de opresión.
Por otra parte, aprovechemos para dejar apuntado que sería desperdiciar la argumentación de Spivak suponer
un isomorfismo automático o una equivalencia entre esas formas diversas de sujeción que son el patriarcado, el
colonialismo y la manicomialización; de lo que se trata en todo caso al pensar entre ella y Puar es de permitir
que esas experiencias se iluminen en sus resonancias y diferencias allí donde se encuentran.
3
Dado que no está entre las atribuciones de los estudios literarios (y probablemente tampoco en sus desiderata)
intervenir en los procesos de diagnóstico de cualesquiera sujetos con los que interactúe en sus prácticas de
investigación, la noción de “locura” opera aquí como una categoría nativa que circula por la escritura entre la
primera y la segunda persona, y se retoma apenas en el gesto de sostener una conversación con esas voces. En
ese sentido, no sería pertinente hacer distinciones entre los “grados” o “clases” de locura enunciados en los dos
poemarios, ni construir un concepto de locura estricto.
4
Sobre el carácter posautónomo de una estética del cuidado, que aquí llamo alternativamente “estilística del
cuidado”, el nudo argumental estaba en Gelman Constantin (2022). De lo que se trata, aquí como allí, es de un
repertorio de pequeñas modificaciones en y por el decir que permite llevar adelante aquella dimensión del
cuidado que reside en la palabra misma y, al mismo tiempo, tomar a esa forma verbal del cuidado como patrón
crítico de las demás formas del cuidado entre las que se inserta.
5
Puesto que el poemario fue escrito por Teixeira originalmente en inglés y luego traducido por ella misma a su
portugués natal para la edición bilingüe de Carnaval, las citas de 136 Suite se incluirán siempre a doble columna
ubicando las dos versiones en paralelo, como aparecen en el libro.