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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Francisco Gelman Constantin, Palabras de
acompañamiento. La escritura poética en la proximidad a la aflicción en 136 Suite y Cleofé, pp. 225-246.
militar. La narradora de la novela identifica una orden materna, “quiero pedirte que leas”, y
responde desde la desmesura de la exhaustividad: “leeré todo, mamá” (2018, p. 82).
De allí parte una aventura detectivesca hacia su pasado —el de ambas— que llene la
ausencia materna con un conocimiento imposible sobre la otra. La lógica de la anagnórisis, en
diferentes clímax investigativos seguidos de catarsis, conduce una novela en la que el sentido
de la lectura y la escritura es esa misma develación de lo oculto y oscuro materno. En ese
proyecto epistémico, es previsible la “frustración de no poder abstenerse de todo
sentimiento”, la necesidad de hallar la “distancia óptima” para poder investigar sin que los
afectos enturbien la visión (2018, p. 143). Toda la narración se despliega en esa tensión,
estructurada por la disyunción idiosincrática —pero característica de la epistemología
europea moderna (Rodríguez y Wayar, 2019, pp. 31-35; Acevedo y otras, 2016, pp. 4-8)—
entre el saber y el sentir.
Si en las novelas, pues, “el interrogar, el explorar, el indagar la ‘lengua madre’” está en el
centro (Bracamonte, 2020, p. 107), entre la analítica de sí y la investigación de les demás, la
disposición de la escritura poética parece responder a los “tonos maternales” desde otro afán.
Más qué inquirir esa voz en retroceso, el proyecto en Cleofé es el de constituir una plataforma
de enunciación para dejar que aparezca la voz de la madre, pese al deterioro orgánico y a las
formas institucionales de enclaustramiento. Sin entrar en contradicción con la dimensión
cognoscitiva, el foco está puesto en la posibilidad vital de la presentación de esa voz y la
conjugación del acompañamiento.
Cleofé retoma los tonos maternales para instalar una escena de enunciación poética
singular en el que la madre cede su posición de cuidadora para ser aquella que es cuidada por
su hija. Puesto que la recuperación del nombre es el umbral radical del cuidado (Worms,
2010, p. 160), el título del poemario no es en absoluto anecdótico. Si en los protocolos de las
ciencias sociales el borramiento del nombre de les entrevistades pasa por ser la expresión
básica de la ética profesional, en el gesto literario del poemario la inscripción de ese nombre
es un acto ético igualmente fundamental, que a su vez señala los efectos diferenciales de la
anonimización sobre existencias que siempre tienden a quedar por debajo del encuadre de la
historia y las ciencias. Si bien, de las dos secciones del poemario, nos interesa más la
segunda, “Conversaciones con mi madre”, vale la pena recuperar de la primera, “Mujer
colgada al cuello”, el poema “Sólo escucho a la niña”, precisamente por su trabajo sobre la
dimensión del nombre:
Aprendí mucho de ellas, dice mi hija
por teléfono y comienza a nombrar
a abuelas, madres, tías… … Me contaron
historias de mujeres… las nombro como un mantra,
dice, Francisca, Cleofé, Petrona, Arcadia,
Laureana, Gregoria, Gioconda,
Juana, brotan sus nombres del teléfono,
mientras la niña tapa con balbuceos
su voz de madre. Y entonces ya no escucho
sino a esa niña que habla con la fuerza