Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Anaclara Pugliese, El fin de la insumisión de las
cosas: del orden terreno al orden digital, pp. 311-314.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v13.n21.37805
El fin de la insumisión de las cosas: del orden terreno al orden digital
Han, B. C. (2021). No-cosas. Quiebres del mundo de hoy (144 pp.). Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Taurus.
Anaclara Pugliese
Universidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina.
anaclarapugliese@gmail.com.
ORCID: 0000-0001-8327-9446.
Recibido 22/03/2022 Aceptado 12/04/2022
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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Anaclara Pugliese, El fin de la insumisión de las
cosas: del orden terreno al orden digital, pp. 311-314.
Byung-Chul Han, el filósofo y ensayista surcoreano especializado en estudios culturales,
publica No-cosas en el mismo año en que Mark Zuckerberg anuncia su proyecto de
“metaverso”, es decir, su propósito de crear una red, un universo paralelo totalmente virtual,
en el que los usuarios puedan interactuar entre y con objetos digitales a partir de avatares
de mismos, en un contexto de digitalización acelerada del mundo, intensificado por la
pandemia de COVID-19.
Han parte de una pregunta por el orden terrenal, por el orden de las cosas, para analizar la
actual desmaterialización y descorporización de un mundo informatizado, esto es, estudia el
pasaje del mundo de las posesiones al mundo de las experiencias, del mundo de los recuerdos
al de los datos siempre proliferantes.
¿Qué es una no-cosa? Según Han, es información que “se coloca delante de las cosas y las
hace palidecer” (Han, 2021, p. 10). Así, en el primer capítulo, “De la cosa a la no-cosa”,
analiza el pasaje de lo que sería el orden terreno o de la tierra compuesto por cosas que
alcanzan una duración y, de ese modo, constituyen un ambiente sólido, constante, donde
vivir al orden digital, que desnaturaliza las cosas del mundo informatizándolas (Han,
2021, p. 13), lo que definiría a nuestra época como la de la transformación de la era de las
cosas en la era de las no-cosas. Si la Revolución Industrial fortificó y propagó el mundo de
los objetos, alejándonos de la naturaleza y de las artesanías, la digitalización ultima con la era
de las cosas. Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube. El mundo se
torna cada vez más intangible, nublado y espectral. Nada es sólido y tangible (Han, 2021, p.
13). El problema es que, si las cosas otorgan reposo y un ambiente estable a la vida, la
información, con su fugacidad, la desestabiliza.
Alejarse del mundo de las cosas, a su vez, convertiría al humano en un Phono sapiens, que
ya no quiere actuar en el orden terrenal. Pero ¿qué es actuar para Han? Fisurar lo que existe y
colocar en el mundo algo inexistente, distinto. El Phono sapiens elije entre caminos
preestablecidos, es decir, juega. Así, el humano jugador no actúa, y en ese sentido
representaría para Han el final de la historia.
La vida de este jugador ya no tiene como fin poseer, sino experimentar o, en otras
palabras, consumir información. Precisamente, en el capítulo segundo, “De la posesión a las
experiencias”, realiza una relectura de ¿Tener o ser?, de Erich Fromm. Han propone que la
crítica de Fromm a la sociedad moderna no es hoy pertinente. Si para Fromm la sociedad
moderna estaba más orientada a tener que a ser, hoy preferimos la experiencia y la
comunicación, esto es, el ser al tener. La antigua máxima del Yo soy tanto más cuanto más
tengo ya no tiene aplicación. La nueva máxima del experimentar es: Yo soy tanto más
cuanto más experimento’” (Han, 2021, p. 25). En este paradigma en el que ser es
experimentar, las cosas y las personas se tornan limitantes, inoportunas, por restar
posibilidades a las nuevas experiencias, en una nueva percepción de la libertad ligada al
consumo de vivencias.
Ahora bien, ¿qué nos dice de nuestra percepción de las cosas el smartphone en tanto
objeto? En el capítulo tercero, titulado “Smartphone”, Han afirma que este, al reducir las
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cosas: del orden terreno al orden digital, pp. 311-314.
cosas a mera información, las hurta del mundo. Incluso hasta lo cósico del propio teléfono
se retira a un segundo plano en favor de la información. No lo percibimos en lo que
específicamente es. En su apariencia, los smartphones apenas se diferencian unos de otros”
(Han, 2021, p. 37). Así, si un reloj analógico era casi un adorno para el cuerpo, una alhaja,
nuestra sociedad dominada por la información carece de adornos: los aparatos actuales están
desnudos, son llanos, de líneas rectas, suaves, uniformes. En una sociedad dominada por la
información, los aparatos carecen de la decoración, de la ornamentación que es característica
típica del mundo de las cosas. ¿Y qué pasa con las selfis? Si las fotos analógicas eran cosas,
las selfis son información, es decir, no-cosas. En el mundo de la fotografía también las cosas
son reemplazadas por no-cosas, desapareciendo asimismo todo lo que las fotos analógicas
tenían de recuerdo y de historia. De este modo, en el cuarto capítulo, “Selfis”, Han lee las
fotografías de la madre de Barthes en La cámara lúcida como cosas, como cosas queridas
que materializan la presencia de una madre.
Ella es la madre. En ella, la madre está presente en una cosa. Ella materializa
su presencia. Como cosa querida, se sustrae totalmente a la comunicación. La
exhibición la destruiría. Precisamente por eso, Barthes no la reproduce en su
libro, aunque hable de ella incesantemente. El secreto es su esencia (…). Su
dueño la guarda solo para él. Este para es esencialmente ajeno a las selfis y
a las fotos digitales. Estas son una comunicación visual, una información. (…)
Su esencia es la exhibición, mientras que el secreto caracteriza a la Fotografía.
(Han, 2021, pp. 49-50).
En el quinto capítulo, Inteligencia artificial, propone al pensamiento humano como un
proceso analógico, en donde lo afectivo es el primer paso esencial antes de llegar al mundo
de los conceptos. Así, como la inteligencia artificial no tiene una dimensión afectiva, no
puede pensar porque el pathos es el comienzo del pensamiento. La inteligencia artificial es
apática, es decir, sin pathos, sin pasión. Solo calcula (Han, 2021, p. 56), limitándose a
correlaciones y hallazgos de patrones donde no hay comprensión alguna, dado que solo los
conceptos forman conclusiones, totalidades capaces de incluir y comprender cada una de sus
partes.
En Vistas de las cosas Han se pregunta si alguien, en la actualidad, se siente mirado o,
incluso, interpelado por las cosas, si alguien puede ver un rostro en ellas. Si alguien, como en
los primeros episodios de la serie de dibujos animados de Mickey Mouse, reconoce una
amenaza, una fisonomía viva en las cosas, si, como Charlie Chaplin en sus primeras
películas, alguien puede sentir la perfidia de los objetos, es decir, que las cosas sean
obstinadas o se interpongan en el propio camino. Según las observaciones de Han, la perfidia
de las cosas es un hecho del pasado. Las cosas ya no se nos resisten, ya no son otras, ya no
son extrañas, no son contrarias.
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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Anaclara Pugliese, El fin de la insumisión de las
cosas: del orden terreno al orden digital, pp. 311-314.
Esta pérdida de la magia de las cosas lo lleva a retomar los conceptos de Barthes, punctum
y studium, para proponer que la teoría fotográfica de Barthes puede aplicarse a nuestra
realidad. Si el studium es el campo de información clara y simple que observamos cuando
vemos fotografías, y el punctum es el elemento que irrumpe en el studium como una flecha
que punza al observador por su intensidad y condensación, entonces
El punctum de la realidad penetra en el campo de la representación y deja que
la presencia irrumpa. Produce momentos epifánicos. La digitalización totaliza
el studium al reducir la realidad a información. Nada sale disparado de la
pantalla digital como una flecha que punce al espectador. (Han, 2021, p. 79).
Incluso, para Han, el problema actual del arte es que transmite información, comunica
opiniones, esto es, que El olvido de las cosas se apodera del arte. Este se deja llevar por la
comunicación. Se carga de información y discurso. Quiere instruir en vez de seducir (Han,
2021, p. 84).
Si una atención, una apertura a las cosas nos haría olvidar del ego, de nosotros mismos, a
la vez que nos dejaría en un aura de silencio, hoy el imperativo de las redes es producirnos a
nosotros mismos, es decir, opinar, hablar, generar contenido. En su capítulo Silencio
afirmará que si el silencio está ligado a lo sagrado, el nuestro es un tiempo donde no hay
consagración, puesto que al capitalismo no le gusta el silencio por ser improductivo, y en
cambio, nos obliga a comunicarnos, a llenar todos los espacios con mensajes.
Así, en “Una digresión sobre la gramola, es su gramola la que habla más allá de la música
que produce, la que se hace presente ante el silencio de su dueño, la que produce ruido
mientras trabaja queriendo comunicar su coseidad, la que provoca la sensación de que el
tiempo es tangible, en contraposición a los modernos aparatos de reproducción de música
digitales, completamente silenciosos ante su realidad material.
Podríamos preguntarnos qué hacer ante este diagnóstico apocalíptico donde todas las
opciones posibles parecen estar ya prefiguradas por una matrix que nos convierte en
jugadores pasivos haciéndonos creer que estamos eligiendo. Han, en sus libros rodeados de
un aura siempre algo nostálgica, no propone salidas, no logra ver más allá de la jaula de un
mundo digital del que ya no parece ser posible escapar.