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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X. Anaclara Pugliese, El fin de la insumisión de las
cosas: del orden terreno al orden digital, pp. 311-314.
Byung-Chul Han, el filósofo y ensayista surcoreano especializado en estudios culturales,
publica No-cosas en el mismo año en que Mark Zuckerberg anuncia su proyecto de
“metaverso”, es decir, su propósito de crear una red, un universo paralelo totalmente virtual,
en el que los usuarios puedan interactuar entre sí y con objetos digitales a partir de avatares
de sí mismos, en un contexto de digitalización acelerada del mundo, intensificado por la
pandemia de COVID-19.
Han parte de una pregunta por el orden terrenal, por el orden de las cosas, para analizar la
actual desmaterialización y descorporización de un mundo informatizado, esto es, estudia el
pasaje del mundo de las posesiones al mundo de las experiencias, del mundo de los recuerdos
al de los datos siempre proliferantes.
¿Qué es una no-cosa? Según Han, es información que “se coloca delante de las cosas y las
hace palidecer” (Han, 2021, p. 10). Así, en el primer capítulo, “De la cosa a la no-cosa”,
analiza el pasaje de lo que sería el orden terreno o de la tierra –compuesto por cosas que
alcanzan una duración y, de ese modo, constituyen un ambiente sólido, constante, donde
vivir– al orden digital, que “desnaturaliza las cosas del mundo informatizándolas” (Han,
2021, p. 13), lo que definiría a nuestra época como la de la transformación de la era de las
cosas en la era de las no-cosas. Si la Revolución Industrial fortificó y propagó el mundo de
los objetos, alejándonos de la naturaleza y de las artesanías, la digitalización ultima con la era
de las cosas. “Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube. El mundo se
torna cada vez más intangible, nublado y espectral. Nada es sólido y tangible” (Han, 2021, p.
13). El problema es que, si las cosas otorgan reposo y un ambiente estable a la vida, la
información, con su fugacidad, la desestabiliza.
Alejarse del mundo de las cosas, a su vez, convertiría al humano en un Phono sapiens, que
ya no quiere actuar en el orden terrenal. Pero ¿qué es actuar para Han? Fisurar lo que existe y
colocar en el mundo algo inexistente, distinto. El Phono sapiens elije entre caminos
preestablecidos, es decir, juega. Así, el humano jugador no actúa, y en ese sentido
representaría para Han el final de la historia.
La vida de este jugador ya no tiene como fin poseer, sino experimentar o, en otras
palabras, consumir información. Precisamente, en el capítulo segundo, “De la posesión a las
experiencias”, realiza una relectura de ¿Tener o ser?, de Erich Fromm. Han propone que la
crítica de Fromm a la sociedad moderna no es hoy pertinente. Si para Fromm la sociedad
moderna estaba más orientada a tener que a ser, hoy preferimos la experiencia y la
comunicación, esto es, el ser al tener. “La antigua máxima del ‘Yo soy tanto más cuanto más
tengo’ ya no tiene aplicación. La nueva máxima del experimentar es: ‘Yo soy tanto más
cuanto más experimento’” (Han, 2021, p. 25). En este paradigma en el que ser es
experimentar, las cosas y las personas se tornan limitantes, inoportunas, por restar
posibilidades a las nuevas experiencias, en una nueva percepción de la libertad ligada al
consumo de vivencias.
Ahora bien, ¿qué nos dice de nuestra percepción de las cosas el smartphone en tanto
objeto? En el capítulo tercero, titulado “Smartphone”, Han afirma que este, al reducir las