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Recial Vol. XIII. N° 21 (Enero-Julio 2022) ISSN 2718-658X Emiliano Tavernini Experiencia, memoria y
régimen de presentificación en la poética de Martín Gambarotta y en el proyecto editorial de poesía.com (1996-
2006), pp. 123-150.
el Diario en los números 46 de 1998, con la publicación de “Japón” y la reseña realizada por
Rubio de Tragacomedias y sacrificciones en Diario de poesía n.° 55 (octubre de 2000).
Después Wapner publicará asiduamente en el medio. También podemos mencionar el caso de
María Medrano y Unidad 3, publicado en enero de 1998 en poesía.com y republicado en
junio del mismo año en el Diario. Por lo general, en la mayoría de los casos, el rescate ya fue
realizado previamente por el Diario, tal como ocurre con el poeta peruano Luis Hernández: la
publicación de Charlie Melnik (2001) en poesía.com fue precedida por la publicación de Vox
horrísona seleccionada por García Helder en el n.° 18 del Diario (1991). En ocasiones,
cuando en poesía.com se presentaba a un poeta consagrado se remitía al lector al dossier
correspondiente del Diario, que lo había trabajado, o a los artículos publicados sobre el o la
autora. Sucedió así, por ejemplo, en el caso de Virgilio Piñera en el n.° 10 (1999), o con
Osvaldo Lamborghini en el n.° 15 (2001). Por otra parte, en todas las portadas del webzine se
encontraba una imagen de la última tapa de Diario para acceder a su página web. En relación
con los rescates, no encontramos, entonces, grandes diferencias entre las dos publicaciones.
En cambio, sí hay divergencias en cuanto a qué significa rescatar; para el caso de poesía.com
esta acción es indisociable de la puesta en escena del presente de la poesía argentina (Porrúa,
2007, p. 206). También hay que destacar que los jóvenes poetas que publican sus textos en
poesía.com ya habían sido reconocidos y publicados en Diario de poesía: el número 14 de
diciembre de 1989 dio a conocer a Darío Rojo, Fabián Casas, José Villa, Mario Varela,
Sergio Raimondi, Ricardo Cerqueiro; en 1996 el n.° 38, a Marina Mariasch y el n.° 39, a
Verónica Viola Fisher; en 1998 el n.° 48, a Martín Rodríguez y el n.° 47, a Gabriela
Bejerman, etc. En este sentido, poesía.com puede interpretarse como un medio
complementario a las lecturas que promovía el Diario, en línea con lo que Ana Porrúa
caracteriza como “alianza duradera” (2007, p. 200), dado que los números 1 al 14 fueron
compilados en un CD que se enviaba de regalo junto con la suscripción al Diario de poesía.
Por último, relacionamos la afirmación de Rubio acerca de la libertad de decisión que
tenía García Helder en poesía.com con un motivo recurrente que se percibe en la crítica cada
vez que se habla de “poesía de los noventa” (Yuszczuk, 2014; Moscardi, 2016; Kamenszain,
2016; Mallol, 2017). En efecto, advertimos una tendencia extendida a destacar un gesto
heroico en clave de resistencia ante el avance neoliberal como un valor inherente a los textos
que constituyen su corpus. Al abordarse la década desde esta clave de lectura se fuerzan, en
muchas ocasiones, las interpretaciones de los textos para justificar los consensos que
atraviesan el campo literario en el presente. Creemos que este tipo de lecturas son las que hoy
llevan a Rubio a intentar despegarse de Diario de poesía, cuando en realidad fue un asiduo
colaborador en la publicación, la cual estuvo abierta desde un principio a “los nuevos”, así
como también a los contrincantes ideológicos —al menos en las secciones “El correo” o
“Agenda”—. De hecho, los posicionamientos antagónicos del campo en el período no
pasaban tanto por la discusión con Diario de poesía como con Punto de vista, dado que
Beatriz Sarlo, su directora, era en ese momento una intelectual orgánica del gobierno de la
Alianza. Pese a los mensajes virulentos que Alejandro Rubio solía dejar en la página web de
la revista Bazar Americano, había un reconocimiento compartido y múltiples vínculos de
intercambio que hacen imposible concebir estas discusiones como parte de una polarización
tajante. Por un lado, en la portada de los dos sitios se promovía la publicidad y el acceso a la