spermatic words of men – making poets” (Emerson, 1960, p. 271), o en cualquier dominio en
que la obra de un hombre pueda revolucionar gracias a una idea, una nueva perspectiva, un
giro hacia una dirección innovadora para concebir una tendencia, un movimiento o una
escuela de vanguardia. Esta disposición espermática se identifica a una especie de partícula
mágica, de un μόριο Θεοῦ (‘mòrio theoù’, partícula de Dios) cuya huella, indeterminable y,
sin embargo, precisa, puede detectarse en toda obra:
En aquella cualidad desconocida de un mundo único y que ningún otro músico
nos había permitido ver jamás radicaba tal vez —decía yo a Albertine— la
prueba más auténtica del genio, mucho más que en el contenido de la obra
misma. «¿Incluso en la literatura?», me preguntaba Albertine. «Sí, incluso en
la literatura.» Y, al volver a pensar en la monotonía de las obras de Vinteuil,
explicaba yo a Albertine que los grandes literatos nunca han hecho sino una
sola obra o, mejor dicho, han refractado mediante diversos medios una misma
belleza que aportan al mundo. «Si no fuera tan tarde, querida», le decía yo, «te
lo mostraría en todos los escritores que lees mientras yo duermo, te mostraría
la misma identidad que en Vinteuil. Esas frases típicas, que empiezas a
reconocer como yo, mi querida Albertine, las mismas en la sonata, en el
septeto, en las otras obras, sería, por ejemplo, en Barbey d’Aurevilly, si
quieres, una realidad oculta revelada por una huella material. (Proust, 2009,
pp. 387-388).
Cette qualité inconnue d’un monde unique et qu’aucun autre musicien ne nous
avait jamais fait voir, peut-être était-ce en cela, disais-je à Albertine, qu’est la
preuve la plus authentique du génie, bien plus que le contenu de l’œuvre elle-
même. "Même en littérature? me demandait Albertine. – Même en littérature."
Et repensant à la monotonie des œuvres de Vinteuil, j’expliquais à Albertine
que les grands littérateurs n’ont jamais fait qu’une seule œuvre, ou plutôt
réfracté à travers des milieux divers une même beauté qu’ils apportent au
monde. "S’il n’était pas si tard, ma petite, lui disais-je, je vous montrerais cela
chez tous les écrivains que vous lisez pendant que je dors, je vous montrerais
la même identité que chez Vinteuil. Ces phrases-types, que vous commencez à
reconnaître comme moi, ma petite Albertine, les mêmes dans la sonate, dans le
septuor, dans les autres œuvres, ce serait par exemple, si vous voulez, chez
Barbey d’Aurevilly une réalité cachée révélée par une trace matérielle.
(Proust, 1987-1989, III, PR, pp. 877-878).
De esta forma, la virilidad espermática podría tener una cualidad esencialmente femenina
de alumbramiento, cualidad que vuelva al espíritu del creador capaz de autofecundación. Uno
de los rasgos más sorprendentes de la simiente en general es que, una vez fecundada, debe
morir antes de renacer: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (Corintios
15:36). O, según Proust, “Pues, si la semilla de trigo no muere después de que se la haya
sembrado, permanecerá sola, pero, si muere, dará mucho fruto” (2010, p. 377); “car si le
grain de froment ne meurt après qu’on l’a semé, il restera seul, mais s’il meurt, il portera
beaucoup de fruits” (Proust, 1987-1989, IV, TR, p. 621). Así, la muerte toma de nuevo el
primer papel en todo procedimiento de génesis: todo debe morir para producir vida. Solo la
simiente espiritual no está destinada a tal fin: ella resiste a la muerte, la vence, porque es