conocido, al menos indirectamente, la obra magistral de Proust. En Libra, Alfonso Reyes da un panorama de la
recepción proustiana en Latinoamérica hasta el momento, del que resalta la presencia de Proust, sobre todo en
Argentina. Refiriendo también a la primera traducción al español de Proust por Pedro Salinas en 1920, Reyes
enumera los artículos que aparecieron sobre Proust en revistas y diarios latinoamericanos y sobre todo
argentinos, como La Nación (de Francis de Miomandre, el 7 de agosto de 1921 y 11 de mayo de 1924; de A.
Melián Lafinur, el 24 de julio de 1927; de Agustín de Urtubey, el 19 de febrero de 1928). Destaca, además, su
propio artículo sobre “Vermeer y Marcel Proust” publicado en Social de La Habana, en diciembre de 1923; la
referencia a Proust por Manuel Gálvez en El espíritu de aristocracia y otros ensayos, de 1924, y otros artículos
sobre Proust aparecidos en Buenos Aires, como el de Juan P. Ramos en Verbum (conferencia del 30 de abril de
1926 y publicada en septiembre de este mismo año) o los de Roberto Mariani y Max Dickmann, ambos
publicados en Nosotros de abril de 1927 (para todas estas referencias a Martín Fierro y Libra, cfr. Archivo
Histórico de Revistas Argentinas.). Le agradezco a Rose Corral el envío de las páginas respectivas del artículo
de Alfonso Reyes y del artículo de Reyes, “Vermeer y la novela de Proust”, incluido también en el n.° 14 de la
revista personal de Reyes, Monterrey, que consta de 14 números publicados a partir de 1930 en Río de Janeiro,
donde fue embajador de México —con excepción de este último número 14, con su artículo sobre Vermeer y
Proust, que significativamente aparece en julio de 1937, otra vez en Buenos Aires, donde Reyes volvió por unos
meses en su segunda estancia como embajador (toda esta información la debo a Rose Corral)—. Para más
información sobre la recepción de Proust en América Latina, y especialmente Argentina, cfr. Craig (2002a).
6
Cfr. la estructura tripartita que Proust originariamente había pensado dar a su novela, subdividiéndola en las
tres edades: L'Âge des Noms, L'Âge des Mots y L'Âge des Choses (cfr. la carta de Proust a Louis de Robert de
mayo/junio 1913, citada en Jauß, 1986, p. 340 [nota 42]).
7
Por esto, según Roland Barthes, la Recherche es, menos que texto escrito, sobre todo “le récit d'un désir
d'écrire” (Barthes, 1984, p. 313).
8
“[E]l ser que entonces gustaba en mí aquella impresión la gustaba en lo que tenía de común en un día antiguo
y ahora, en lo que tenía de extratemporal, un ser que sólo aparecía cuando, por una de esas identidades entre el
presente y el pasado, podía encontrarse en el único medio donde pudiera vivir, gozar de la esencia de las cosas,
es decir, fuera del tiempo” (Proust, 1970, p. 218).
9
“Se puede hacer que se sucedan indefinidamente en una descripción los objetos que figuraban en el lugar
descrito, pero la verdad sólo empezará en el momento en que el escritor tome dos objetos diferentes, establezca
su relación, análoga en el mundo del arte a la que es la relación única de la ley causal en el mundo de la ciencia,
y los encierre en los anillos necesarios de un bello estilo; incluso, como la vida, cuando, adscribiendo una
calidad común a dos sensaciones, aísle su esencia común reuniendo una y otra, para sustraerlas a las
contingencias del tiempo, en una metáfora” (Proust, 1970, p. 239).
10
“Sólo él [este arte; C.H.] expresa para los demás y nos hace ver a nosotros mismos nuestra propia vida, esa
vida que no se puede «observar», esa vida cuyas apariencias que se observan requieren ser traducidas y muchas
veces leídas al revés y penosamente descifradas. Ese trabajo que hizo nuestro amor propio, nuestra pasión,
nuestro espíritu de imitación, nuestra inteligencia abstracta, nuestros hábitos, es el trabajo que el arte deshará, es
la marcha que nos hará seguir, en sentido contrario, el retorno a las profundidades donde yace, desconocido por
nosotros, lo que realmente ha existido” (Proust, 1970, p. 247).
11
“Término medio conciliador entre lo meramente exterior, sensible y pasajero, y el pensamiento puro, entre la
naturaleza y la finita realidad efectiva, y la infinita libertad del pensamiento conceptual” (Hegel, 1989b, p. 11).
12
“Mucho tiempo he estado acostándome temprano” (Proust, 1920, p. 9).
13
Es decir, de toda la Recherche, ya que la novela desemboca en Le temps retrouvé, la formulación de la teoría
de la metáfora y la consiguiente iniciación a la escritura de Marcel. Con respecto a esta paradoja, cfr. Jauß
(1986) y su lectura del “hiatus” entre El tiempo recobrado y Por el camino de Swann, como lo volveré a
mencionar más adelante.
14
“De même que le jour où j'avais trempé la madeleine dans l'infusion chaude, au sein de l'endroit où je me
trouvais ... il y avait eu en moi irradiant une petite zone autour de moi, une sensation (goût de la madeleine
trempée, bruit métallique, sensation du pas) qui était commune à cet endroit où je me trouvais et aussi à un autre
endroit” (Proust, 1989, p. 452). En la traducción de Consuelo Berges: “De la misma manera que el día que mojé
la magdalena en la infusión caliente, en el lugar donde me encontraba … había en mí, irradiando a una pequeña
zona en torno mío, una sensación (sabor de la magdalena mojada, ruido metálico, sensación del paso) que era
común al lugar donde me encontraba y también a otro lugar” (Proust, 1970, pp. 220-221).
15
“Un homme qui dort, tient en cercle autour de lui le fil des heures, l’ordre des années et des mondes. Il les
consulte d’instinct en s’éveillant et y lit en une seconde le point de la terre qu’il occupe, le temps qui s’est
écoulé jusqu’à son réveil; mais leurs rangs peuvent se mêler, se rompre” (Proust, 1987, p. 5). En la traducción
de Pedro Salinas: “Cuando un hombre está durmiendo tiene en torno suyo, como un aro, el hilo de las horas, el
orden de los años y de los mundos. Al despertarse, los consulta instintivamente, y, en un segundo, lee el lugar de