Proyecto khora: cuando investigar literatura es una cuestión epistemológica plural

Susana Gómez

Resumen

Se comunican los recorridos centrales del Proyecto Khora, en los últimos aportes logrados como equipo. Pensamos fuertemente en la noción de topología y en cómo se habilitan nuevas lecturas de la teoría literaria y de la crítica, que buscan reconocer el dinamismo de la investigación sobre literatura. Se ofrece la posibilidad de enfocar una epistemología de la literatura.

Palabras Clave: epistemología, topología, literatura

Khora project: when researching literature is a plural epistemological question

Abstract

The central routes of the Project Khora are communicated in their latest contributions achieved as a team. We strongly think about the notion of topology and how new readings of literary and critical theory are enabled just in order to recognise the dynamism of literature research. The work offers the possibility of focusing on an epistemology of literature.

Key Words: epistemology, topology, literary theory

El proyecto surge como resultado de varios espacios de grado, especialmente el Seminario de Investigación en Discursos Sociales (2008-2014) y el Seminario de Investigación Histórico-Literario entre (2014-2919), donde se puso en evidencia que la investigación literaria tenía en esos momentos una gran dispersión —productiva, por cierto—, tanto en temas como en procedimientos metodológicos.

Asimismo, se reconocieron preocupaciones acerca de las formas de considerar la teoría literaria en relación con otras teorías de las ciencias sociales y humanas. De este modo, se llegó a un planteo en torno a la idea de “fronteras” para pensar la manera en que la literatura se crea en interacción con otras artes y discursos, en cómo la teoría comparte campos de intereses y preguntas con otras disciplinas y en la migración conceptual que se produce entre ellas. Hablamos de campos vecinos, colindantes, y de zonas de intercambio epistemológicas, en las cuales el conocer sobre lo literario también se produce a partir de movimientos y

Dra. Susana Gómez. Profesora titular en Teoría y Metodología II en la Licenciatura en Letras. Directora del equipo de investigación "Proyecto Khora: Topologías de la investigación literaria y sus fronteras", Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Secretaría de Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de Córdoba. Es responsable científica del Fondo Cortázar en el Centro de Investigaciones Latinoamericanas-Archivos, de la Universidad de Poitiers, Francia. susana.gomez@unc.edu.ar

Recibido 12/08/2020 Aceptado 12/10/2020.

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tránsitos en territorios muy amplios que, a su vez: a) vuelven permeables estas fronteras del conocer; b) producen desplazamientos productivos hacia otras zonas donde ‘algo nuevo sucede’.

Así, investigar cómo se investiga la literatura no podría simplemente comprenderse como una observación de segundo grado (o metainvestigación). Implica estudiar un objeto que se dibuja en sus líneas más reconocibles, a la vez que se percibe cómo se difumina o se traslada a otros espacios disciplinares: o bien hacia aquellos en que se busca lo esperable (la crítica literaria, por ejemplo, observa y data elementos ya previstos en una hipótesis interpretativa o descriptiva), o bien se concreta un proceder investigativo (el método) que pone en cuestión el acostumbrado modo de investigar.

Tradiciones, corrientes teóricas, escuelas, cánones críticos o teóricos son deconstruidos por el equipo, a la vez que se intenta revisar cómo operan en el sistema epistemológico — silente a veces, poco reflexivo otras— donde pretendemos dar cuenta de un saber construido desde y sobre lo literario como hecho o como intervención con la palabra.1

Por ello, nuestras investigaciones se generan en un doble nivel de anclaje: el primero, en las investigaciones particulares de cada integrante, en su especialización o recorte y luego, en un segundo nivel, se comparten los interrogantes que de ello surgen en un intento de crear horizontalmente nuevas preguntas sobre la investigación literaria e, incluso, generar diálogos que permitan deconstruir nuestro modo de conocer. De igual manera, incursionar en proyectos personales significa hoy reconocer una línea de trabajo que marca intersecciones y bifurcaciones entre una crítica de la teoría literaria, la formulación de nuevas actuaciones sobre cuerpos literarios —históricos y sociales, estéticos—, así como en lo que la literatura provoca desde su lugar en la cultura y en relación con los sujetos. Por ejemplo, el psicoanálisis frente a la lectura literaria como inflexión del sujeto que lee —ya no importa qué literatura—, que involucra en el texto la interpretación de sí (Garayalde, 2019) y cómo el pensamiento del marxismo cultural permite releer teorías literarias y elaborar conclusiones de segundo grado frente a lo ya consabido y enseñado. Entonces, generar la posibilidad de situarnos en una teoría no causalista de la literatura, es relevar cómo ciertos objetos de estudio son, en realidad, conformaciones del Archivo y de archivos como huellas que revelan la no-linealidad de tiempos históricos. También pensamos en la multidimensionalidad discursiva y en la práctica crítica que los escritores ejercen en la crítica sobre sus obras, reescribiendo en ellas su lectura.

Hay pues, varios aprendizajes que podrían ser referidos aquí, buscando que este trabajo sea más bien un planteo de situaciones y preguntas antes que una síntesis de los proyectos de investigación subsecuentes que hemos ido produciendo.

Recorridos críticos del proceso global

La producción de cada investigador, en sus respectivas líneas disciplinares, dinamiza nuestra reflexión acerca de la epistemología literaria y con ello se ‘levanta teoría’ en cada proceso investigativo. El equipo está montado —es un montaje, como si fuera una obra artística— en engarces que permiten a la vez distinguir y articular ya no objetos de conocimiento solamente, sino también modos de operar con los conceptos y con las redes tópicas de cada teoría.

Pensando colectivamente, durante los cuatro bienios de trabajo, se han fortalecido algunos recorridos críticos que, por una parte, delinean el modo de actuación investigativa y por otro, dibujan trazos de una epistemología de la literatura y de la teoría literaria2.

El equipo de trabajo opera sobre un espacio plural, abierto, en lo que se refiere a capacidad de la mirada investigativa para atravesar las zonas de cada tema en particular. Interrogar a la literatura en cuanto texto legible/escribible —como plantea Barthes en S/Z—, su legibilidad discursiva y su no lectura (Garayalde, 2014), su traducibilidad en lenguas y culturas que

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hacen las veces de puente intercultural: en la idea de un texto que define lo que se entiende por literatura, según cánones críticos y cuerpos teóricos en disputa, se reconoce la productividad de la indefinición de lo literario en tanto hacer semiótico y verbal, ya que los nuevos formatos de la cultura y especialmente los géneros tensionan las pautas artísticas en las cuales inscribir una asertividad del saber. Por eso, nos colocamos en una situación escéptica, en ese doble plano de trabajo del equipo, al intentar dar lugar a las preguntas que inquieren en la teoría literaria, mediada como sabemos, por los impulsos interdisciplinares que tomaron ciertas discusiones.

Para nombrar algunas de las que merecieron nuestra atención, vemos cómo se derivan investigaciones referenciales a obras literarias en particular —antes bien situadas en la crítica académica— que vuelven ‘tema’ un aspecto o eje de observación; es decir, toman un elemento observado o una serie de datos (retóricos, estratégicos, escriturales) para ‘traducirlos’ en un tema a investigar3. Por lo general, esto se concreta a partir de sistemas —o esquemas— de referencias cuyas líneas se trazan entre la obra, como soporte de escritura y arte, para la elaboración de un elemento que supera la contingencia de lo ya dicho en este texto dado por literario. Asimismo, la propia noción de texto es puesta en discusión.

Las figuras de la representación, los objetos culturales allí operantes, la retórica como artificio o las estéticas y políticas de lo artístico van marcando lugares y diálogos investigativos que, vistos desde la regularidad de los proyectos y exposiciones en eventos académicos y publicaciones, señalizan qué se entiende por ‘investigar literatura’ desde la crítica académica. Así pues, podemos reconocer los reenvíos de referencias conceptuales y críticas entre las obras entendidas como “opus” —considerando que su significado alude a una diferencia entre obras de un autor o de un período, o de una corriente de escritura— y aquel conocimiento con el cual se estudia la literatura, que pareciera tomar distancia de la obra/texto a la vez que, en su diálogo estético, ratifica un modo de conocer sobre el mundo, sobre el sí-mismo, sobre la temporalidad, sobre la lengua.

Por otra parte, también observamos señalamientos e indicaciones de recorridos en cartografías de las investigaciones que marcan la historiografía redactada en una noción de puntos cronológicos, atinentes a prácticas de circulación y consumo de lo literario como constructo cultural: por caso, la conformación de archivos de escritores en fondos documentales trasciende su mero acopio y ordenamiento catalográfico, para instituirse en espacio plural de intercambios de sentido y condensación de acontecimientos en la vida de un escritor entendida como un derrotero creativo, pero también en el orden de las ideas. Igualmente, las marcaciones espaciales que la literatura deja instaladas para hacer posible una reconstrucción de un locus (lugar, pero también sitio, arqueológicamente hablando, por donde todo y todos pasan) que permite la comprensión de su presente4. En este caso, vemos cómo la historia de las ideas o la historia cultural motivan a pensar la literatura sin texto literario, sin análisis de corpus, pero considerando que —desde el punto de vista estético— puede verse un proceso de creación intersectado con otros campos de la vida o de la praxis social: la literatura se ve porque los sistemas de la razón práctica (Bourdieu, 1997) determinan que es tal cosa. Resulta, entonces, enseñada y compartida a los niños en escuelas, familias, ferias del libro, documentos ministeriales, instancias de consagración institucionales y por el “boca en boca” que generacionalmente define aquello como “libros para niños”, literatura, aunque también imagen, filmes, retablo, escena.

En algunos recorridos no se trabaja con las obras literarias como textos a estudiar; antes bien, estas son parte de un hecho literario que excede el papel o la escritura. El interés que produce la indagación de acontecimientos —y políticas donde estos se inscriben— los concibe como mediaciones en procesos históricos y culturales en la circulación del libro, en el documento como huella de acontecimientos literarios, en la temporalidad de discursos,

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atendiendo a aquellas praxis fuertemente interrelacionadas con un hacer que se difumina en el decurso de los cambios culturales.

La historia como constructo narrativo (a veces silencioso) otorga una visibilidad a tiempos y sujetos, se vuelve discurso del conocer en el armado de redes de hitos y mojones (Vulponi, 2018) reconocibles desde un presente inexorable. De la misma manera, el archivado no implicaría pensar un investigar el resguardo ante un porvenir de olvido porque el tiempo transcurre, sino que motiva a descubrir los documentos en clave crítica, inaugura, a su vez modos de conocer cuya ratificación obedece, más que a una verdad del documento (casi una foto, un está-ahí), a una fiabilidad de lo por comprender y conocer en nuevos momentos de lectura, por lectores que crearán “su archivo” (Gómez, 2019). De ese modo, pensar en una enciclopedia de autores de Córdoba (como podrían serlo de otros lugares o criterios de reunión) establece, junto con el pensar del Archivo en Fondos de Escritores, la suplementariedad que da la tecnología, en redes de datos y en sistemas de clasificación, desde un espacio situado específicamente, que a lo largo de su historia no ha logrado consolidarse como reunión. Este aporte es también cognoscitivo, puesto que la tecnología de lo informático incita a una ratio instrumental propiciadora de una heurística que se traslada al pensar de lo literario. La pregunta sobre cómo investigar este acontecimiento del dato vuelto hallazgo hace a las actuales disputas por el concepto de “Archivo/ Enciclopedia” y funda una trama crítica en la que conviven —en tanto se indagan entre sídiferentes nociones de lo cultural, lo literario, lo escriturario, de libro y de biblioteca asociados a un centro de referencia o referencias, según sea el caso.

Otro recorrido, alude a la escritura entre lenguas, o a los lenguajes de la escritura, de la lectura, interculturales. Inquirir sobre la conformación de fronteras involucra un hacer metodológico que está, a su vez, atravesado por la lengua, comprendida en su faceta de generadora de oportunidades, de sentidos culturales e imaginarios sociales devenidos materia sobre la cual se trabaja críticamente. La inmigración italiana que renace en los escritores cordobeses —a veces, cultura académica, a veces, mirada familiar—, la escritura alfabética y la ilustración en comunidades indígenas brasileñas fueron motivo también de búsquedas epistémicas, donde la experiencia del investigar absorbía representaciones simbólicas y memorias como fuentes para crear nuevos estados de la cuestión, allí donde la mirada crítica no suele detenerse. ¿Cómo estudiar las palabras de la otredad cultural y de la lejanía geográfica descentradas de su sitio —y de su tiempo— de legibilidad, si se acude a metodologías consolidadas por la crítica académica acostumbrada a la descripción de lo ya dicho, ya escrito?

En otro rodeo de este recorrido vemos el intercambio cultural entre comunidades y los saberes ancestrales, lo que instruye y describe de qué manera lo literario indica una elección entre culturas letradas y no letradas, poniendo en tela de juicio si los lenguajes de segundo grado (Canavire, 2017) redundan en clivajes de aceptabilidad ante los órdenes de la vida como la salud, el equilibrio emocional, la resiliencia. La lectura de autoayuda y la filtración de lo literario en la discursividad ancestral que pugna por hacerse escuchar frente al saber occidentalizado y letrado también tensiona de qué texto hablamos y cómo esta migración de saberes termina inquietando las hegemonías discursivas por lo aceptable en modos de cultura colonizados por una lengua y un pensamiento que asegura lo “científico” en una legitimidad impuesta.

Finalmente, encontramos campo común, en este ensayo topográfico, en la indagación y relectura de las teorías literarias particulares, para lo cual se requieren desplazamientos del investigador por periodos y recortes de observación —metateóricos— que, a su vez, motivan la creación de nociones a fin de acceder a aquellos ejes que no habían sido estudiados o que, por las acciones de la reproducción pedagógica de las propias teorías, dejaron de tenerse en cuenta en la productividad epistemológica. Así, las teorías de la lectura son contrastadas en

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relación con otras que, sin enfocarse en la recepción literaria, dejan ver que leer es más que un acto gráfico, más que una reescritura y, por ende, revisan con ello la propia noción de texto en tanto temporalidad y topología involucradas. Leer ya no puede seguir siendo un dilema inter, extra o intratextual: motiva descentrar el sujeto que lee para pensar cómo es leído por esto (aquella cosa) que llamamos “texto literario” (Garayalde, 2019). Y, desde otra situación frente a la teoría, acudimos a la relectura de los textos de conglomerados conceptuales que aprendemos bajo un rótulo de enfoques (formalismo ruso, estructuralismo francés, escuela de…), buscando deconstruir (con Derrida, quien da precisamente la noción aglutinante del equipo) las preguntas y los movimientos del conocer que estas teorías conllevan, pero adentrándonos, también, en cómo las hemos aprendido (Chuit, 2019). Así, este recorrido deconstructivo con la teoría y las teorías redunda en una crítica analítica de los campos disciplinares ya historizables, pero pervivientes en el pensar de lo literario y que pueden ser revalidados desde una nueva perspectiva.

Topologías

En los recorridos que planteamos desde lo que en el se equipo investiga, a modo de ejemplos orientadores para nuestro hacer, se pone en evidencia la pregunta central. El interrogante surge al recabar aquellos elementos que muestran una lógica investigativa reflejada en el concepto derridiano de Khôra y en el concepto de topología:

¿Qué lugares del pensar y del investigar se descubren en el recorrido por el espacio de la epistemología de la literatura? ¿Es una topología, en que los objetos –si bien inalterados- se desplazan, generando una lógica de consistencias, proximidades, transformaciones en cuanto a la cultura que, sin embargo, permite seguir reconociendo un campo de saber acerca y de lo literario? (Proyecto Khora, 2018, p. 1).

Con ello, indagamos en esta noción la idea de texto, a fin de buscar un razonamiento que dé cuenta de lo espacial que ha centrado en la comprensión de lo textual: siendo que muchas teorías lo marcan en su lugar de texto-tejido (Barthes, por ejemplo) o en su límite (cadre, en la terminología de la narratología francesa y especialmente la semiología greimasiana), estamos ante una metáfora espacial, indicadora de un símil con propiedades claramente diferenciadas.

Lejos de discutir una lógica descriptiva que excede este trabajo (y nuestro interés), sí podemos indicar que utilizar como noción faro, para pensar lo literario o la literatura, la topología habilita una opción: incluir los desplazamientos, des-bordes, superposiciones que difuminan las fronteras y que generan una comprensión acerca de una textualidad dinámica y no-situada. No obstante, siguiendo la implicancia de la Khôra derridiana, la reconocemos como una noción situante de un ‘hacer literario’ que se produce en la lectura como desplazamiento (entre lo material de los signos y su productividad en la cultura), en la escritura (entendida como una migrancia por los lugares del decir: discursos, semiosis y constitución del sí-mismo que escribe). Khôra otorga oportunidades de encuentros con el mundo, las cosas sociales, los sujetos, lo sentidos, los tiempos, en un hacer en franquicia, pensando en las aduanas de conocimientos.

Siguiendo a Boris Groys (2008) diríamos que Khôra opera tal como se describe el arte contemporáneo, ya que produce despliegues, desterritorializaciones, dislocaciones y relocalizaciones en una inscripción topológica que vive también traducciones, reproducciones y nuevas escrituras en una cultura fuertemente multidimensional en sus expresiones, con fuertes simultaneidades temporales. Este aporte de Groys nos apoya en la conformación de

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modos de reconocer y operar con la topología en nuestros esfuerzos investigativos, vemos cómo las teorías y las operaciones disciplinares del estudio literario asoman en puntos de inscripción, heterogéneos y diversos, para distribuir una textualidad que se ve difusa, pero que, justamente por ello, define a la literatura. O al menos, permite vislumbrar una forma diferente de pensar la pregunta incómoda acerca de la indefinición del concepto de literatura que, sin embargo, asumimos para su estudio5.

La noción geométrica que referimos es trasladada en la deconstrucción de la investigación literaria, tal como vemos que se diseña, pensando antes que nada en sus fronteras disciplinares. Afirmaríamos que los desarrollos de las perspectivas de la investigación producen miradas no causalistas sobre y desde la literatura. Ello, sobre la base de un fuerte cuestionamiento al texto como lugar en que se deposita el saber crítico, teórico e histórico (Gómez, 2018). Dicho en otros términos, nos interesa atender a lo topológico para recuperar una manera de investigar que considere el actual descentramiento de las prácticas, de la legibilidad y de la capacidad del lenguaje para dar/ser literario, así como el archivo entendido en su migrancia por la cultura tecnológica.

Lo inasible e intangible de lo literario encuentra sus huellas en estos recorridos donde cada elemento, aun el más pequeño, es puesto en cuestión. Con ello, intentamos reconocer las oscilaciones en las lógicas del conocer, asumiendo la instancia como una complejidad. Por ende, hemos aprendido a observar hasta poner en evidencia otras lógicas que describan aquello que incomoda en las investigaciones que realizamos y que explican las valencias —a la vez que descubrir vacancias— de legitimidad que los campos disciplinares tuvieron en periodos específicos de la historia académica del estudio literario, en sus cruces con otras formas del arte y la cultura (formalismo ruso, narratologías, semióticas bajtinianas, escuelas críticas y localizaciones geográficas de focos teóricos, entre otros). Los recorridos que describimos se producen a raíz de una ruptura con los rituales de la investigación literaria, así como del ejercicio —en tanto es un gesto, una mirada— de intentar describir los intersticios metodológicos y críticos generados por temas de investigación no tradicionales ni canónicos. Ello, no tanto para aportar a señalamientos como errores o carencias, cuanto discernir, con perspectiva crítica, los posibles (sentidos, efectos, notas) de una acción epistemológica a realizar.

Finalmente, compartimos el interrogante que nos motiva en la práctica cotidiana, en este pensar en conjunto nuestras investigaciones y de qué se trata investigar en literatura hoy: “¿Cómo atender a lo topológico para recuperar una manera de investigar situante, pero no necesariamente situado (una Khôra) considerando el actual descentramiento de las prácticas, de la legibilidad y de la capacidad del lenguaje para dar/ser literario?” (proyecto cuatrienio 2018-2021).

Por lo tanto, nos proponemos una reflexión sobre la teoría —no solo literaria— como un modo de lectura que también crea afecciones/inflexiones con lo literario, a partir de asumir que: “Khôra es una hendidura … la apertura en la cual todo llegaría a tomar sitio” (Derrida, 2011, p. 42).

Bibliografía

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Notas

1 De hecho, nos preguntamos por los términos “científico” y “académico” como calificativos para estas investigaciones literarias, que deben, necesariamente, apoyarse en textos/obras o en los lenguajes en que el arte verbal sostiene efectos de sentido, representaciones, citaciones y traducciones, conceptos de lectura e interpretación. Incluso, investigamos sin textos literarios en particular: el archivo de literatura o la literatura como archivo, la historia cultural, la lectura desde el psicoanálisis; la formación de teorías, de manera que incluimos aquí modos de la crítica literaria y de la epistemología, tales como el pensamiento complejo y la deconstrucción.

2El proyecto en curso, cuatrienal, se titula: “Topologías en la investigación literaria y de sus fronteras: Proyecto Khôra” (2018-21), SECyT-UNC CIFFyH.

3Es interesante pensar el concepto de traducción, tanto porque nos referimos al tránsito entre lenguas, en el ejercicio mismo de traducir, como por su implicancia semiótica: es una transferencia de sentido de una zona a otra de representaciones mentales, significados terminológicos, disciplinares, así como de una interpretación

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conceptual de una teoría (Gerbaudo, 2008), en países y culturas académicas diferentes. Por ejemplo, la crítica literaria que elabora un ‘tema de investigación’; una clase donde se ‘traducen teorías’ para ser enseñadas/aprendidas en contextos nuevos, o lecturas de citas de textos literarios reconocibles en otros (antiguos enunciados ya clásicos reescritos nuevamente sin ser literalmente citados, sino más bien reelaborados). Las traducciones motivan al investigador a atravesar aduanas disciplinares (conceptos filosóficos, nociones historiográficas vueltas nociones de teoría literaria, una vez comprendidos sus campos de uso y articulaciones posibles y permeabilidades). Traducir como transferir, traspasar, habilitar espacios y puentes en fronteras cognoscitivas donde “literario” puede tener muchas entradas nuevas en la terminología del diccionario metodológico. El planteo tiene especial validez en un momento como el actual, ya que se produce la conectividad entre campos donde la relación no se establecía porque no se había pensado la alternativa, la necesidad o, incluso, la imaginación creativa.

4En nuestro proyecto se ve especialmente en el estudio de la literatura para la infancia (Vulponi, 2018) y en la relectura de teorías como las narratológicas que son ahora estudiadas desde una metateoría.

5Otro aporte lo ofrece M. Foucault, al incluir “heterotopías”, “heterocromías” y “heterotopologías” en términos de impugnaciones a modos de la ciencia que evitan mirar las superposiciones de espacios que serían incompatibles, pero que, sin embargo, son posibles. Las heterotopologías ofrecen la posibilidad de considerar un sistema de aperturas y cierres del espacio que los rodea, se genera con ello una diversidad topológica, abierta, que pone en duda la dicotomía adentro/afuera; de hecho, es un lugar destinado a estar de paso (Foucault, 1966 /1984).

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