El Diário da Peste, de Gonçalo M. Tavares y la pandemia que nos toca vivir

Miguel Koleff *

“O século XXI partido em dois por um virus. Dois séculos tem este século” (4, 26 de marzo de 2020).

Resumen

En este trabajo pretendo analizar el Diário da Peste [Diario de la peste], de Gonçalo M. Tavares, valiéndome de algunas inferencias teóricas en las que convergen Walter Benjamin, Giorgio Agamben, Georges Didi-Huberman y Byung-Chul Han. Se trata de un trabajo interpretativo centrado en las categorías de azar, muerte, catástrofe, duración y testimonio con el objeto de explicitar la experiencia de la pandemia que está asolando nuestro mundo. En este orden, partiendo de algunas consideraciones de orden autobiográfico, el núcleo del abordaje se detiene en las relaciones intersubjetivas potenciadas por el acto de lectura, las que envuelven por igual al autor y al analista en una dinámica de conjunto de cara a un fenómeno compartido.

Palabras clave: azar, muerte, catástrofe, testimonio, crisis

The Diário da Peste, by Gonçalo M. Tavares and the pandemic that we have to live

Abstract

In this work I intend to analyze Diário da Peste [Plague Diary], by Gonçalo M. Tavares, using some theoretical inferences in which Walter Benjamin, Giorgio Agamben, Georges Didi- Huberman and Byung-Chul Han converge. This is an interpretative work focused on the categories of chance, death, catastrophe, duration and testimony with the aim of making explicit the experience of the pandemic that is devastating our world. Thus, starting from some considerations of autobiographical order, the core of the approach stops in the inter-subjective relations promoted by the act of reading, those that involve equally the author and the analyst in the same dynamic in order to face a shared phenomenon.

*Doctor en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Profesor titular regular de Literaturas Lusófonas en la Facultad de Lenguas de la misma universidad. Autor de La Caverna de José Saramago: una imagen dialéctica (2013), editado por Editorial de la Universidad Católica de Córdoba (EDUCC); Vence también a los leones. Blog de Literaturas Lusófonas (2015), editado por Ferreyra Editor; y El perro de las lágrimas y otros ensayos de Literaturas Lusófonas (2017), editado por EDUCC. miguelkoleff@gmail.com

Recibido: 10/08/2020. Aceptado: 10/11/2020.

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Keywords: chance, death, catastrophe, testimony, crisis

I

En marzo de este año y al fragor de los nuevos tiempos instalados por el coronavirus, el escritor portugués Gonçalo M. Tavares comenzó a escribir un diario sobre la peste. Por voluntad propia o persuadido por los editores, asumió el compromiso de publicar una columna diaria en el Jornal Expresso sobre aquellos aspectos de la pandemia que mayor repercusión tenían en el país y en el mundo, una especie de cuadro síntesis capaz de radiografiar la emergencia de esta infección extendida cruelmente por el planeta.

Puesto en esa tarea, inicia la actividad el 23 de marzo y decide concluirla el 20 de junio, con un total de 90 entradas. Aparentemente, no había fecha prefijada para la concreción, pero el hastío y la angustia del trabajo por encargo terminaron agotándolo antes de tiempo. Es lo que se lee en los días previos, cuando afirma: “Parte final, estou exausto. Decidi terminar no dia 20, noventa días. Este sábado” [Parte final, estoy exhausto. Decidí terminarlo el día 20, noventa días. Este sábado] (85, 15 de junio de 2020)1; y el mismo día 20 de junio, al sostener esta posición: “Estou cansado, fecho a janela e o diario; quero fazer outra coisa” [Estoy cansado, cierro la ventana y el diario; quiero hacer otra cosa] (90, 20 de junio de 2020)2.

Antes de entrar de lleno en el asunto que nos convoca, consideremos la relación entre crónica y diario, ya que el formato escogido es original en el contexto de la prensa. Está claro que al autor le interesa cronicar el curso de los acontecimientos de los que es testigo y que para eso se vale de fuentes periodísticas, televisivas y de páginas web que pululan sin cesar. Sin embargo, el hecho de que los datos mensurables se cifren día a día y se tejan en relación con la subjetividad, tornan esta maraña informativa un producto más cercano al relato autobiográfico que a la prosa testimonial, de allí la adopción de diario como forma narrativa.

Entre la objetividad exhaustiva con la que se pasa revista a los sucesos y el tenor subjetivo con que se los asume, el Diário da Peste [Diario de la Peste] ofrece un prisma de lectura que no pasa desapercibido y que ayuda a cifrar la novedad por vía de la experiencia sensible. “Não se trata de recolectar restos mas de o resto ser material para uma fogueira urgente” [No se trata de recolectar restos sino de que el resto sea material para una hoguera urgente] (4, 13 de junio de 2020).

En estas anotaciones no pretendo resumir su contenido cuanto concentrarme en algunos de sus aspectos más provocadores. Al fin y al cabo, el marco referencial en el que nos movemos de cara a la pandemia es común para el autor y para sus lectores, variando solo en intensidad a raíz del gesto interpretativo. En este marco, hemos de reconocer al texto atravesado por dos líneas eje que convergen en el tratamiento del tema y que se imbrican: la semejanza y la simultaneidad. Como recuerda Tavares: “‘A catástrofe seria a presença simultânea de todas as coisas’, disse Sloterdijk, numa entrevista antiga” [“La catástrofe sería la presencia simultánea de todas las cosas”, dijo Sloterdijk, en una vieja entrevista”] (3, 25 de marzo de 2020).

La semejanza (el símil, la similitud) se ordena a medida que avanza la escritura porque los hechos y, en particular, las medidas preventivas implementadas de cara al virus se han venido replicando en todos los países del globo. Lo que puede haber sido novedoso en un momento dado se torna reiterativo con el paso del tiempo y tiende a converger en casi una misma lógica, incluso cuando la postura política que lo acompaña se muestra disidente (día 72): “‘A gente lamenta todos os mortos, mas é o destino de todo mundo’, diz Bolsonaro” [“Lamentamos todos los muertos, pero ese es el destino de todo mundo”, dice Bolsonaro] (72, 2 de junio de 2020).

La simultaneidad, por su parte, está dada por esos elementos provenientes de la vida cotidiana que se entrecruzan con el discurso científico como si respondieran al mismo impulso; genera un

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efecto de gradación en el que las referencias se aglutinan en busca de mayor amplitud y variedad por su acumulación aparentemente dislocada.

Es corriente que, para seguir el hilo de lo narrado, abandonemos el registro coloquial o sensible de una sentencia para discutir la validez de fórmulas matemáticas con el solo objetivo de no apartarnos de la idea, sino de insuflarla de variedad y contundencia: “O googol é o 1 seguido de cem zeros” [El gúgol es un 1 seguido de cien ceros] (20, 11 de abril de 2020) o “O enorme número chamado Googol. E um outro ainda maior. Número 10 (10100) ou 10 googol” [El enorme número llamado gúgol. Y otro aún mayor. El número 10 (10100) o 10 gúgol” (21, 12 de abril de 2020).

El crítico de arte Georges Didi-Huberman en un breve artículo contenido en su libro Fasmas, señala que “similar y simultáneo tienen la misma raíz, simul, que enuncia algo parecido a la rivalidad en la suerte” (1998, p. 23) y, al hacer esta apreciación, le da cabida al azar como un tercer componente derivado y lo pone en conjunción con los demás. Imagina —en consecuencia— la tirada de unos dados en la que tres adversarios deciden su destino, o mejor: “tres destinos absolutamente diferentes, en cierto sentido rivales, entregados a la suerte y a su crueldad” (Didi-Huberman, 1998, p. 23). Y lo que se busca aparece en la imagen de una colisión que acaba con ellos y con sus expectativas:

Uno de ellos está ahí, sin saber cómo. Ha conseguido salir de entre los escombros, no recuerda cómo. Está entero, ileso, no sabe por qué. Todo lo que puede hacer, en ese momento de embotamiento es mirar. Mira, y lo que mira le muestra dónde tendría que estar. El otro aparecerá entre la blancura de la niebla. Busca a su compañero que unos segundos antes estaba sentado a su lado. Busca sin ver. No sabe que su propia vida pende de un hilo, y que dentro de poco se derrumbará. El tercero es invisible… es una gran superficie de sangre que va aumentando en silencio bajo el camión, en el vapor blanco de la niebla. (Didi-Huberman, 1998, p. 24).

Es “la necedad de la suerte” —como afirma Didi-Huberman— la que decide el desenlace y distribuye conforme a sus posibilidades, sabiendo que el reparto es desigual y que, si hay alguien aventajado, un tercero padecerá el mayor de los infortunios.

Al tercero, le toca ser reducido a una mancha que sólo avanza con el poder de la muerte. Al segundo, la locura y lo infinito, tal vez hasta la muerte, de los sufrimientos físicos. Al primero, sin dudas para siempre, el don envenenado de la mirada. (Didi-Huberman, 1998, p. 24).

En esta reflexión del pensador francés, se baraja lo indecible que acompaña la lectura del Diário da Peste, en la medida en que no hay una confirmación decisiva sobre lo que nos espera en el recodo del camino. Probablemente, aquí radique su belleza extrema. Tejer la incertidumbre y hacerla áspera, doblegando cualquier certeza. Apostar sobre lo que puede pasar y quedar involucrado en la apuesta. Sujetarnos al poder del acaso y de sus circunstancias como “tres dados absolutamente similares que caen al azar, al mismo tiempo” (Didi-Huberman, 1998, p. 23).

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El azar atraviesa el Diário da Peste de Gonçalo Tavares y se manifiesta casi siempre abriendo diferentes libros de manera improvisada, desde la Biblia hasta el Jardín de Morya, que es una suerte de oráculo consultado frecuentemente por el escritor como si fuera el I Ching. “Abrir ao acaso este libro para esclarecer o que não se entende. Só o acaso torna claro” [Abrir al azar este libro para aclarar lo que no se entiende. Sólo el azar aclara], se lee en la entrada 32 del 23 de abril de 2020; y en la siguiente, del día posterior: “o primeiro acaso não resulta… subornar a sorte através da paciencia” [el primer azar no resulta… sobornar a la suerte mediante la paciencia] (24 de abril de 2020).

II

Existe otra manera de contar la misma historia y Tavares la ensaya en la entrada 6 del Diário cuando en el primer renglón afirma que a salvação agarra-se à pequeña fissura na catástrofe contínua” [la salvación pende de la pequeña fisura en la catástrofe continua] (28 de marzo de 2020), citando in absentia a Walter Benjamin. No es una frase para leerla rápido y seguir adelante. Para entenderla hay que reconocer la catástrofe en la que estamos inmersos, considerando que la estamos pasando mal y que el devenir no nos augura vientos favorables. Por el contrario, las prerrogativas de la nueva normalidad asustan más que las que dejamos atrás.

La palabra catástrofe —que ya había aparecido en la mención de Sloterdijk— asusta un poco, eso es cierto, porque nos pone de frente al fracaso y al sin sentido, y lo que es peor, a la falta de recursos para hacerle frente: “Amigos lançam alerta, fala-se da catástrofe iminente” [Amigos lanzan una alerta, se habla de una catástrofe inminente] se avisa el 26 de mayo de 2020 (día 65), y un poco antes, “Atentos a desastres nucleares, catástrofes naturais ou colapsos financeiros” [Atentos a los desastres nucleares, catástrofes naturales o colapsos financieros] (28, 19 de abril de 2020).

En un contexto así, ¿hay alguna esperanza a la que podamos remitir? Solo aquella que habilita la fe en alguna cosa: una creencia, un proyecto, un libro, un mantra… y, principalmente, una convicción, la de que el azar puede conjurarse a favor nuestro. “A salvação é dos decididos. Ou então é pura sorte” [La salvación es de los decididos. O entonces es pura suerte] (86, 16 de junio de 2020). La cita de Benjamin no es inoportuna como tampoco lo es el autor convocado, ya que, si alguien debió de vérselas con el mal en persona, ese fue el filósofo berlinés que, incluso, en la mayor desesperación, se transformó en un avisador del fuego3 al decir de Michael Lowy.

Una cita muy semejante a la que trae Tavares a colación aparece en la última tesis de su Filosofía de la Historia, cuando sostiene:

Es seguro que los adivinos que inquirían al tiempo por los secretos que él guarda dentro de sí no lo experimentaban como homogéneo ni como vacío. Quien tiene esto a la vista puede llegar tal vez a hacerse una idea de la forma en que el pasado era aprehendido en la rememoración, es decir, precisamente como tal. Se sabe que a los judíos les estaba prohibido investigar el futuro. La Thorá y la plegaria los instruyen, en cambio, en la rememoración. Esto los liberaba del encantamiento del futuro, al que sucumben aquellos que buscan información en los adivinos. A pesar de esto, el futuro no se convirtió para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío. Porque en él cada segundo era la pequeña puerta por la que podía pasar el Mesías. (Benjamin, 2009, p. 31).

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En particular, en la última línea, en la que se señala —con otra traducción— la frase que nos trae el escritor portugués: “Quando o diabo se distrai um segundo, eis uma fissura. E aí entra a salvação” [Cuando el diablo se distrae por un segundo, ahí hay una fisura. Y ahí entra la salvación] (6, 28 de marzo de 2020).

No es irrelevante que Benjamin comience citando a los adivinos porque estamos delante de un futuro difícil de apresar por la pura comprensión racional, ese encantamiento del futuro que no podemos prever y que nos puede delegar un destino afín al de la tirada de los dados con su ilogicidad y desconcierto. Tenemos, sin embargo, la posibilidad de pensarlo de la mejor manera posible si nos atamos a la fisura, a la hendija: “É preciso infiltrar nas fissuras a alegría” [Es necesario infiltrar en las fisuras la alegría] (6, 28 de marzo de 2020), ya que el “tiempo homogéneo y vacío” que dejamos atrás poco puede proporcionarnos de cara a lo que se viene. Es un interrogante con mayúscula el que tenemos a nuestro frente y hasta el angelito de paño de la entrada 3 que se asume como fetiche puede servir para ayudarnos en la coyuntura si no perdemos de vista el deseo.

O meu anjo está boquiaberto. Mas não foi por vontade própria. Fui eu que lhe abri a boca à força. Mas esttá espantado com tudo isto. Mesmo os seres que vêm lá de cima não entendem muito bem o que está a acontecer cá em baixo. O anjo está de boca aberta.

[Mi ángel está boquiabierto. Pero no por voluntad propia. Fui yo el que le abrió la boca por la fuerza. Pero todo esto lo asombra. Ni los seres que vienen de allá arriba entienden muy bien lo que pasa acá abajo. El ángel tiene la boca abierta]. (3, 25 de marzo de 2020).

Es precisamente el deseo el que se erige como alternativa para que el sentido de la vida no se pierda y el esfuerzo para tornarlo todavía posible se mantenga firme. “Alguém pregunta: se perdesses o desejo, ias procurá-lo? Onde?” [Alguien pregunta: ¿si perdieras el deseo, irías a buscarlo? ¿A dónde?] (15, 6 de abril de 2020).

Hay una clara consciencia en Tavares de sobreponerse al imperio de la contaminación que afecta y domina al cuerpo: “Nestes días, parece que o corpo humano só tem pulmões” [En estos días, pareciera que el cuerpo humano sólo tiene pulmones] (5, 27 de marzo de 2020), en nombre del deseo. La enfermedad del cuerpo no es algo que se puede negar, claro, pero no se lo puede hacer al margen de las coordenadas de la existencia porque, entonces, no anhelamos la vida y la salud, sino tan solo ganarle la pulseada al virus. Así, nos deja clara esta ecuación en la que se asienta su filosofía: “Corpo interior, doença; corpo exterior, desejo” [Cuerpo interior, enfermedad; cuerpo exterior, deseo] (69, 30 de mayo de 2020); “Corpo interior: estômago, intestinos, pulmões: doença. Corpo exterior, desejo” [Cuerpo interior: estómago, intestino, pulmones: enfermedad. Cuerpo exterior, deseo] (69, 30 de mayo de 2020).

III

Hemos hablado del azar y de la salvación, temas que le son dúctiles al escritor lusitano que estamos comentando, pero nos falta un tercer asunto para serle fiel hasta el tuétano: el de la

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ciencia, cuya mejor representación está en las máquinas y los especialistas que las emplean para mejorar las condiciones de vida.

Desde que se inició en la escritura, este autor —como su precedente, Alvaro de Campos4— elogia la industrialización y el progreso técnico y científico, lo que significa que, en una circunstancia como la que hoy vivimos, no puede menos que reconocer el avance tecnológico que posibilita el perfeccionamiento del sistema. El caso de los respiradores mecánicos y el plantel de profesionales médicos a su cargo, no puede ser menoscabado así porque sí sin una correcta evaluación de sus logros porque aseguran la salud y la sobrevivencia. Sin embargo, la opinión sanitaria devenida en posta política es algo controversial. Asi nos lo hace saber Tavares cuando advierte que “Ciência de novo como aquilo que vem com os sapatos pesados do diabo” [la ciencia, otra vez, como aquello que viene con los zapatos pesados del diablo] (85, 15 de junio de 2020).

Debemos decir —en apoyo a esta postura— que la relación simbiótica tejida entre medicina y poder en el contexto de la pandemia ha despertado severos juicios críticos en el plano teórico; algunos acérrimos, incluso. En un polémico artículo denominado “La invención de la pandemia”5, Giorgio Agamben disparó una serie de reflexiones a las que se sumaron otros pensadores de la actualidad, entendiendo que “la ciencia, como cualquier religión, puede producir superstición y miedo o, en cualquier caso, usarse para difundirlos” (2020, p. 136). Lo que el filósofo italiano previene de cara a la colaboración médica es que nos ponga a las puertas de un nuevo totalitarismo basado en el imperio de la técnica6. Al respecto, la entrada 2 del Diário resulta algo afín cuando señala que “o Estado controla a temperatura de cada cidadão. Estar doente é uma ameaça ao Estado. Todo o doente fica de imediato estrangeiro” [el Estado controla la temperatura de cada ciudadano. Estar enfermo es una amenaza para el Estado. Todo enfermo se vuelve inmediatamente un extranjero] (24 de marzo de 2020).

Aunque la posición original de Agamben esté ya subestimada a esta altura del partido por la aparición en escena de otros intelectuales que la denostaron (también acérrimamente, vale decir), una cosa es cierta: se huele, porque está presente en el aire irrespirable, la connivencia del miedo con las fuerzas racionales e irracionales de la política que nos pueden llevar a cualquier lado si no conjuramos a tiempo los efectos menos deseados de esta enfermedad. No solo la muerte, sino también el abatimiento y el desorden mental producto del confinamiento.

Como afirma Gonçalo Tavares en la entrada 80, con cierto descaro: “O Estado delimita a giz o que é obsceno e permitido na casa do senhor cidadão suspenso” [el Estado delimita con gis lo que es obsceno y lo que se permite en casa del señor ciudadano suspendido] (10 de junio de 2020). Podemos concluir —en este orden— con que, así como una fina oposición a los desmanes del poder soberano mejora también nuestra manera de conducirnos en el mundo, una fina ironía — como la practicada por el narrador— coadyuva a evitar excesos indecorosos.

IV

Me gustaría detenerme en la muerte a partir de ahora. Lo primero que llama la atención, no solo en este texto, sino en las noticias del mundo entero, es el número de fallecimientos que aumenta a cada día y que aparece formateado como una cifra creciente, sea tomando un país individual o haciendo un cálculo global sobre el total de víctimas estadísticamente verificadas. En el Diário da Peste, es continua esta enumeración y subsidia, a su modo, el peso de la tragedia que se vuelca al papel: “No estado de Nova Iorque já há mil mortos” [En el estado de Nueva York ya hay mil muertos] (8, 30 de marzo de 2020); “Nos Estados Unidos muitos milhares de mortos” [En Estados Unidos muchos miles de muertos] (32, 23 de abril de 2020); “Europa ultrapassa os

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dois milhões de contaminados” [Europa supera los dos millones de contagios] (62, 23 de mayo de 2020); “México, pela primeira vez: mais de mil mortos num dia” [México, por primera vez, más de mil muertos en un día] (74, 4 de junio de 2020); “Só sete países têm mais mortos do que o Estado de São Paulo” [Sólo siete países tienen más muertos que el estado de São Paulo] (80, 10 de junio de 2020); “Centenas estão a morrer com a pandemia” [Cientos están muriendo por la pandemia] (87, 17 de junio de 2020); “Brasil, novo máximo: 54 mil casos num dia” [Brasil, nuevo récord: 54 mil casos en un día] (89, 19 de junio de 2020).

No es una novedad para nadie el hecho de que la muerte masiva sea la consecuencia directa de esta enfermedad, que se muestra feroz e implacable al mismo tiempo. La cuestión estriba en identificar un argumento de fuste para someterla a juicio moral, y esta tal vez sea la manera elegida para hacer justicia con los hombres. Pretendo acompañar esta evidencia apoyándome en Byung-Chul Han, ya que —a mi juicio— es uno de los pocos filósofos que sintoniza con Gonçalo Tavares en “este siglo partido en dos” mencionado en el epígrafe.

El primer asunto en el que me quiero concentrar es el de la conclusión, sobre la que el pensador coreano escribe en un texto que lleva un título altisonante: Por favor cierra los ojos. A la búsqueda de otro tiempo diferente (Han, 2020). En ese libro, Han sigue a Hegel y considera que “la conclusión no es una categoría de la lógica formal” (2013/2016, p. 7), explicando esa afirmación de este modo: “Se da una conclusión cuando el principio y el final de un proceso ofrecen una conexión con sentido, una unidad con sentido, cuando están enlazados entre sí” (p. 7). Este enunciado le sirve al autor para una aplicación existencial sin medias tintas, en la que aborda la plenitud de la vida.

Si bien es cierto que existe una larga alocución al respecto en una obra publicada en 2009 con el título de El aroma del tiempo (2009/2019), en este trabajo retoma aquella perspectiva y la enfatiza. Una vida plena se conduce armoniosamente de cabo a rabo entendiendo que la muerte es el final del camino y que, si esta llega a la hora en que debe llegar y no a destiempo, el desenlace se ejecuta sin grandes dificultades, pese al dolor que puede acarrear. No es lo mismo morir a los 90 años que a los 30 o en plena adolescencia. En el primer caso, la conclusión puede darse por entendida y remediada. En los otros dos casos citados, no, y sería una imprudencia hacerlo.

En el contexto de este virus que entra sin pedir permiso, la conclusión puede o no coincidir con el desenlace fatal; es decir, la vida puede cerrarse con o sin sentido. Si uno siente que ha vivido lo suficiente como para despedirse de la experiencia terrenal, la meta puede darse por cumplida. Si no es así, estamos ante un problema serio que precisa ser revisado, por lo menos por la vía de la reflexión sensible. Frente a esa disyuntiva, nos coloca el aforismo tavariano que sigue:

Da morte morre-se, isso sem dúvida. Mas a questão essencial deste destino do mundo inteiro não é o quê – mas o quando. Que o grande quê que é a morte venha quando não houver mais fuga – e o vivo se cansar. Só aí.

[De que se muere de muerte, no hay duda. Pero la cuestión esencial de este destino del mundo entero no es el qué, sino el cuándo. Que el gran qué que es la muerte venga cuando ya no haya escapatoria y el ser vivo se canse. Sólo entonces]. (72, 2 de junio de 2020).

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Esta es la clave para entender un segundo elemento que se vehicula en su planteo en relación con la plenitud en sí misma; o mejor, con la duración, que se extiende en el tiempo y que puede ser prolongada o limitada por efecto de las mismas circunstancias. En este punto, el problema no es la pandemia que conspira contra el logro de los objetivos, interrumpiendo el curso de la experiencia, como antes denunciamos, sino la velocidad con la que tejemos nuestra actividad en el mundo. En palabras textuales, “la aceleración tiene su causa en la incapacidad general de concluir y terminar. El tiempo se lo lleva todo consigo porque en ningún lugar llega a la conclusión y a la terminación” (p. 11). O, como lo diagnostica Tavares:

Os días tornam-se idénticos entre si e parecem mudar de posição —como jogadores enfastiados por estarem no mesmo sítio. Uma quinta-feira que sabe exactamente como um sábado; o mesmo cheiro e sabor, os mesmos sons. Mas não é sabado, é quinta.

[Los días se vuelven idénticos y parecen cambiar de posición, como jugadores que se aburren de estar siempre en el mismo sitio. Un jueves que sabe exactamente igual que un sábado; el mismo olor y sabor, los mismos sonidos. Pero no es sábado, es jueves]. (46, 7 de mayo de 2020).

De este modo, es justo también no machacarle al COVID-19 que la interrupción acabe con nuestro plan si no hemos sido capaces de capturar “el aroma del tiempo” y vivirlo plenamente conforme la cadencia de nuestro ritmo vital. Está allí la causa de la desazón (el desasosiego) y el cansancio con el que enfrentamos la idea misma de futuro, sobre todo ahora que está amenazada o puesta en duda.

Considerando la lógica aquí hilvanada en esta sucinta revisión, lo que nos queda por avizorar en el contexto del coronavirus es el desafío que se abre por delante y que exige un cambio de actitud y de consciencia de cara a lo que se avecina: “Aprender o rápido desactualizar e o lento; ignorar as notícias que, como esquilos, correm. Voltar do sol cansado como a cabeça e o dia merecem” [Aprender a desactualizarse rápido y despacio: ignorar las noticias que, como ardillas, corren. Volver del sol cansado, como lo ameritan la cabeza y el día] (65, 26 de mayo de 2020).

Tavares se muestra bastante afín a esta postura, pero —como vemos— lo plantea de manera menos osada, esbozando ideas que conducen a ese pronóstico sin esa certeza declarativa. Aun así, es uno de los claros ejes que tejen sus audaces líneas.

V

Una observación más sobre la que me gustaría realizar algunos aportes tiene que ver con la sobrevivencia y —en alguna medida— con lo que se ha dado en llamar la nueva normalidad, que es (será) patrimonio de los sobrevivientes. La reflexión que quiero hacer en este contexto tiene que ver con el papel que desempeña la narración de Gonçalo M. Tavares en la medida en que se adscribe a las formas del testimonio: “memória, documento e instinto – este diario” [memoria, documento e instinto: este diario] (85, 15 de junio de 2020).

No pasa desapercibido para nadie que el diario como dispositivo se enmarca dentro del género autobiográfico al lado de las memorias, el epistolario y otras expresiones narrativas que se le acercan con mayor o menor holgura. Se trata de algo nada desdeñable debido a que la publicación en un medio de prensa le añade una dimensión social que contribuye a su relevancia. Aquello que

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estaría reservado a la esfera íntima por la adopción de un formato literario busca, al volverse masivo, colectivizarse. Así las cosas, el diario en cuestión es abierto por su propia naturaleza, pero no por ello deja de ser autobiográfico si entendemos la lógica que pone en funcionamiento. Se trata de una autobiografía a dos voces, instalada por las instancias de producción y de reconocimiento en medio de las cuales se cuece. Lo digo de esta manera porque es la narración la que le da ese carácter. Alguien es protagonista de una época y nos hace también protagonistas citando esas referencias que son comunes y que nos caben a todos por igual. Nada más ni nada menos que una “tentativa de documento para que a memoria bamba deixe um vestígio mais claro” [intento de documento para que la memoria endeble deje un vestigio más claro] (90, 20 de junio de 2020).

No quiero quedarme exclusivamente en esta constatación, sin embargo, porque sería leer al Diário desde la exterioridad y —en ese caso— traicionar mi propia posición en la red semiótica social. Prefiero pensar en ese acto de desplazamiento que la letra inscribe cuando cede el lugar protagónico a quien se reconoce en medio de sus pliegues con la misma intensidad de quien lo pone en acto. Remito —en este sentido— a la figura del testigo de la que habla Giorgio Agamben en el tercer tomo de su Homo sacer, cuando alude al papel de aquellos que fueron capaces de dar cuenta del sufrimiento de sus compañeros aun cuando estuvieron exentos de la saña que se volcó sobre ellos. Los prisioneros terminales de los campos de concentración, los así llamados musulmanes, serían de verdad testigos integrales del oprobio si vivieran para contarlo. Lamentablemente, nadie puede referir lo terrible de esa angustia (que Agamben metaforiza con la mirada de la Gorgona), excepto aquel que asistió a su sufrimiento y pudo hablar en su nombre. Como el testigo integral solo puede ofrecer el silencio de su muerte injusta y humillada, el sobreviviente materializa y encarna el testimonio que se ofrece como resto. En palabras textuales:

Que en el ‘fondo’ de lo humano no haya otra cosa que una imposibilidad de ver: tal es la Gorgona, cuya visión ha transformado al hombre en no-hombre. Pero que sea precisamente esta no humana imposibilidad de ver lo que invoca e interpela a lo humano, el apóstrofe al que el hombre no puede sustraerse; esto y no otra cosa es el testimonio. La Gorgona y el que la ha visto, el musulmán y el que da testimonio en su lugar, son una mirada única, la misma imposibilidad de ver. (Agamben, 2000, p. 55).

No es difícil pensar a Tavares ocupando este sitio, al menos mientras sobreviva a los efectos maléficos de la pandemia. Frente a la Gorgona que se aproxima y nos enmudece, asume la voz escritural y transmite en palabras lo que para otros es ya una imposibilidad de decir. Cifra, así, el testimonio y resiste, a su modo.

Uma evidente violência física fazer este diário. Para mim, prova de força e resistência. Por vezes, um bruto cansaço. Mas uma necessidade sem obrigação exterior. E uma tensão de documentar, de assinalar em tempo real o que sucede e se sente.

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[Una violencia física evidente, hacer este diario. Para mí, una prueba de fuerza y resistencia. A veces, un cansancio tremendo. Pero una necesidad sin obligación externa. Y una tensión por documentar, por señalar en tiempo real lo que sucede y lo que se siente]. (78, 8 de junio de 2020).

No se queda, sin embargo, en el lamento; abre brechas para los sobrevivientes y alienta la esperanza. Nos dice que “precisamos de outra vida, claro. E ela virá” [necesitamos otra vida, claro. Y la tendremos] (85, 15 de junio de 2020). Y, lo que es más importante, imagina el después que ve acercarse y rendir:

Não vai apenas haver um depois disto, mas um grande depois. Um trágico, leve, pesado, terrível, efusivo, faminto, debochado, perverso, egoísta, incerto, tremido, assustador: um depois que será tudo isto e mais. Um depois ambíguo, brutal e alegre.

[No sólo va a haber un después de esto, sino un gran después. Trágico, leve, pesado, terrible, efusivo, hambriento, burlón, perverso, egoísta, incierto, tembloroso, temible: un después que será todo esto y más. Un después ambiguo, brutal y alegre]. (90, 20 de junio de 2020).

Coda7

En su último libro, el sociólogo Boaventura de Sousa Santos señala que “la pandemia actual no es una situación de crisis claramente opuesta a una situación normal” (2020, p. 5), al tiempo que aclara que, “cuando la crisis es pasajera, debe explicarse por los factores que la provocan; [mientras que] cuando se vuelve permanente, la crisis se convierte en la causa que explica todo lo demás” (p. 5).

Hay dos elementos importantes para recuperar de esta cita. El primer aspecto tiene que ver con la falsa creencia que teníamos hasta la llegada del coronavirus acerca de la vida que llevábamos y que presumíamos como normal. Si realmente creemos que el virus nos colocó en “una situación de crisis claramente opuesta a una situación normal” (Agamben, 2020, p. 5), tenemos que repensar eso de ser normales o no, porque, ahora que nos vimos en el espejo, descubrimos muchas de nuestras carencias y corremos el riesgo de dejarnos encandilar por algo que no volverá a repetirse por más que lo queramos.

Por otra parte:

Desde la década de los ochenta, a medida que el neoliberalismo se impuso como la versión dominante del capitalismo y este se sometió cada vez más a la lógica del sector financiero, el mundo ha vivido en un estado de crisis permanente. Una situación doblemente anormal. (Agamben, 2020, p. 5).

Esta idea de crisis permanente es el segundo elemento digno de considerar, porque se trata de un claro oxímoron, ya que —por principio y naturaleza— una crisis es un estadio crítico

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emergente y, por lo tanto, no puede extenderse más allá de un plazo acotado. Aunque estemos acostumbrados a las crisis económicas, no nos sucede lo mismo con las sanitarias, motivo por el cual el confinamiento en el que estuvimos [estamos] inmersos nos da una sensación de infinitud que solo aumenta el malestar.

Pero, además de diferenciar la crisis de la vida normal, como lo hace el pensador portugués, su planteo va más allá. Nos dice que hay dos tipos de crisis, las así llamadas graves y agudas, que se caracterizan por su letalidad e impacto en los medios de comunicación y los poderes políticos, resolviendo las consecuencias sin afectar sus causas; y aquellas otras, de mayor hondura, a las que denomina severas pero de progresión lenta, que “tienden a pasar desapercibidas incluso cuando su letalidad es exponencialmente mayor” (Agamben, 2020, p. 23) y cuyas causas son profundas y estructurales. Para el autor (Agamben, 2020), la crisis del COVID-19 se ubica en el primer grupo, mientras que la crisis climática que le está estrechamente vinculada forma parte del segundo. Esto explica la paradoja de que tanto esfuerzo se realice de cara a este nuevo virus cuando se ignora que siete millones de personas mueren al año por contaminación atmosférica. Leamos estos argumentos de cara al texto de Tavares.

Nos detengamos, por acaso, en la entrada del 8 de junio (entrada 78) y sigamos al pie de la letra esta información: “Os dias de escuro-escuro passaram para claro-escuro e o diário acompanha o percurso desse animal que não se vê, do sol. Diário com o ritmo nascente-poente dos días” [Los días de oscuro-oscuro han pasado a claro-oscuro, y el diario sigue el transcurso de ese animal que no se ve, del sol. Un diario con el ritmo oriente-poniente de los días]. O esta otra línea: “Hoje na rua, um brilho triste nas coisas. O sol bate nas pessoas, nos animais e nas plantas e não reflecte. Bate nos humanos o sol e cai” [Hoy, en la calle, un brillo triste en las cosas. El sol cae sobre las personas, los animales y las plantas y no se refleja. Cae sobre los humanos, el sol, y resbala] (78, 8 de junio de 2020). Estos registros hablan de ese cambio de condiciones, atravesados por la desazón y la incertidumbre que se apoderó de nosotros durante la cuarentena y que se hace más evidente en un pasaje del 15 de junio (día 85), cuando el autor nos confiesa que “a normalidade sofre abalos ou pelo menos modificações sucessivas” [la normalidad sufre estremecimientos o por lo menos modificaciones sucesivas].

En Tavares, la crisis no se rige exclusivamente por protocolos y tampoco se mide por estadísticas, aunque estas sean necesarias, sino que se interioriza, se evidencia en los pequeños gestos de cada día y en la sinrazón de cada acto en busca de sentido. No porque él no sepa que los condicionantes políticos y sociales funcionan como caja de resonancia del enorme sistema capitalista: “Economia mundial vive a pior crise desde a Grande Depressão, avisa o FMI” [La economía mundial vive la peor crisis desde la Gran Depresión, advierte el FMI] (23, 14 de abril de 2020), sino porque el horizonte de intelección de lo humano lo detecta mejor y nos dice dónde estamos parados.

En esos 90 días que dura el diario, las emociones son encontradas. Hay muchas páginas dedicadas al miedo y algunas otras que describen sus efectos nocivos. “O medo aparece rápidamente debaixo dos casacos e dos vestidos” [El miedo aparece rápidamente bajo los abrigos y los vestidos] (9, 31 de marzo de 2020). Probablemente, sea la sensación más dominante en los primeros meses hasta que se consigue revertir o, al menos, adulterar su jerarquía. Así, el 5 de mayo el diario asume que los chacales que tomaron la ciudad —como los hombres a los que reemplazan— “estão com fome e perderam o medo” [tienen hambre, ya no tienen miedo] y que “com fome e sem medo até uma pedra é perigosa” [con hambre y sin miedo hasta una piedra es peligrosa] (44, 5 de mayo de 2020).

El miedo se metamorfosea en necesidad y la necesidad mueve las pulsiones primitivas: “Uma necessidade de violencia que se desloca do interior para o exterior, do exterior para o interior”

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[Una necesidad de violencia que se desplaza del interior al exterior, del exterior al interior] (23, 14 de abril de 2020). Asoma la ferocidad y la intolerancia: “Muito humano vais air de 2020 predador e carnívoro” [Muchos humanos van a salir de 2020 predadores y carnívoros] (90, 20 de junio de 2020) para luego cargarse de angustia otra vez y hundirse en la desesperación o la inercia. El otro, el semejante, puede ser una fuente de contagio, lo que reduce enormemente el contacto y la proximidad: “são os mais próximos os que mais contaminam” [los más cercanos son los que contaminan] (87, 17 de junio de 2020).

No faltan, claro, ni sentimientos ni percepciones positivas. La esperanza se teje de cara al futuro, que es promesa de otra cosa. Y alguna fe se organiza para vencer al pesimismo que a veces invade los territorios más nobles y más seguros, los de los afectos y el de la buena voluntad: “Isolar-se por medo ou precaução não é o mesmo que isolar-se por fé” [aislarse por miedo o precaución no es lo mismo que aislarse por fe] (3, 25 de marzo de 2020). Como su compatriota Boaventura, Tavares sabe que la crisis del coronavirus alcanzará un pico después del cual las cosas empezarán a ordenarse, lo que nos dará la posibilidad de reconocernos de nuevo. Estaremos con un peso menos sobre las espaldas, pero no sin desafíos por delante. Las crisis severas de progresión lenta continuarán exhortándonos hasta que la emergencia de otra amenaza grave y aguda acapare nuestra atención y nos predisponga a hacerle frente.

Referencias

Agamben, G. (2000). Homo Sacer III. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Valencia: Pretextos.

Agamben, G. (2020). Reflexiones sobre la peste. En P. Amadeo (Ed.), Sopa de Wuhan (pp. 135- 137). La Plata: Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).

Benjamin, W. (2009). Tesis sobre la historia y otros fragmentos. (Trad.: B. Echeverría). Rosario: Prohistoria.

Didi-Huberman, G. (1998). Similar y Simultáneo. En Autor, Fasmas (pp. 23-24). Cantabria: Shangrila.

Han, B.-C. (2009/2019). El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. Buenos Aires: Herder.

Han, B.-C. (2013/2016). Por favor, cierra los ojos. A la búsqueda de otro tiempo diferente. Barcelona: Herder.

Sousa Santos, B. (2020). La cruel pedagogía del virus. Madrid: Akal.

Tavares, G. (2020). Diario-de-la-peste. Recuperado de https://www.infobae.com/tag/diario-de-la- peste/

Tavares, G. (23 de março de 2020). Diário da Peste. NASA cancela pesquisas na lua. Recuperado de https://expresso.pt/opiniao/2020-03-24-Diario-da-Peste.-NASA-cancela-pesquisas-na- lua

Tavares, G. (23 de marzo de 2020). Diario de la peste 1: La NASA cancela investigaciones en la Luna. Recuperado de https://interzonaeditora.com/noticias/diario-de-la-peste-1-la-nasa- cancela-investigaciones-en-la-luna-862

Notas

1La cita en español fue realizada por Paula Abramo para Interzona. En adelante, las citas siguen esta traducción. Esta cita y todas las otras están en el sitio web: https://www.infobae.com/tag/diario-de-la-peste/

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2En las citas, he de utilizar un primer número que marca el número de entrada del diario. A continuación, la fecha. Esta es la forma de citación de la que he de valerme, ya que no hay libro impreso para citar. Los textos forman parte de una encuadernación personal. De este modo, la expresión “(90, 20 de junio)” significa: “Entrada 90, escrita el 20 de junio”.

3La expresión que da título al libro de Michel Lowy es tomada de uno de los aforismos de calle de dirección única, de 1924.

4Álvaro de Campos es el heterónimo de Fernando Pessoa que mejor representa la modernidad portuguesa por su posicionamiento de cara a la industrialización y a los avances tecnológicos de cara al futuro. Esta perspectiva se encuentra en muchas de las series creadas por Gonçalo M. Tavares, sobre todo al inicio de su carrera narrativa.

5Este texto de Agamben (publicado en Quodlibet.it el 26 de febrero de 2020) fue el disparador de un conjunto de textos sobre el tema que ampliaron la perspectiva y la crítica inicial. Entre ellos, se destaca al aquí citado.

6En una novela de Gonçalo M. Tavares fechada en 2008, que lleva por nombre Aprender a rezar na era da técnica [Aprender a rezar en la era de la técnica], este planteo teórico se agudiza a raíz de la transformación sufrida por el personaje principal, Lenz Buchmann, que deja de ser médico para dedicarse a la política por ampliar su capacidad de acción.

7Una versión previa de esta Coda fue publicada en el diario Hoy día Córdoba el 9 de setiembre de 2020. Con ligeras modificaciones, el texto se construye sobre esta base a los efectos de una síntesis.

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