La palabra contra el cerco: Chelo Candia, Alejandro Aguado y la historieta

patagónica

Matías Sigot*

Resumen

En este trabajo, propongo una lectura analítica y reflexiva en relación con el signo económico asociado al territorio —partiendo de la categoría de pecuniarización del espacio, de Laura Pollastri (2016)— y de la visión de autor en relación con el espacio vivido, de Henri Lefebvre (2013), a través de algunas obras de dos historietistas patagónicos que se han constituido en figuras faro del género: Marcelo “Chelo” Candia (Allen, Río Negro, 1967) y Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia, Chubut, 1972).

Palabras clave: Patagonia, historieta, humor gráfico, territorio, pecuniarización

The word against the fence: Chelo Candia, Alejandro Aguado and Patagonian comic

books

Abstract

In this work, I propose an analytical and reflective reading in relation to the economic sign associated with the territory —starting from the category of pecuniarization of space, by Laura Pollastri (2016)— and the author’s vision in relation to the lived space of Henri Lefebvre (2013), through some works by two Patagonian comic authors that have become leading figures of the genre, such as Marcelo “Chelo” Candia (Allen, Río Negro, 1967) and Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia, Chubut, 1972).

Keywords: Patagonia, comic books, graphic humor, territory, pecuniarization

Desde la escritura de los textos fundadores (Casini, 2007) —Antonio Pigafetta, Thomas Falkner, Charles Darwin, entre otros—, de aquellos primeros cronistas y viajeros que recorrieron y anotaron sus impresiones de la Patagonia1, se han ido configurando una serie de predicados tendientes a establecer características distintivas para el espacio más

*Profesor en Letras, especialista en Comunicación y Culturas Contemporáneas, doctorando en Letras (Universidad Nacional de Córdoba), Argentina; miembro del Centro Patagónico de Estudios Latinoamericanos (Universidad Nacional del Comahue). Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto de investigación “Espacio, palabra y escritura en la literatura actual del sur de Chile y

Argentina" (04/H157), dirigido por la Dra. Laura Pollastri y codirigido por la Dra. Gabriela Espinosa. mattsigot@gmail.com

Recibido 09/09/2020. Aceptado 10/11/2020

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austral del continente americano y sus habitantes. En los siglos XVIII y XIX se registra la aparición de una serie de descripciones naturalistas, clasificaciones positivistas y asociaciones orientadas al color local, que pervivieron en los imaginarios propios del pensamiento moderno occidental y siguieron asociándose a la región; así, encontramos diversas prédicas que se hacen de ella, a veces antitéticas, y que sin embargo cohabitan en los discursos que se producen desde y sobre la Patagonia: por ejemplo, la postura que la presenta como un espacio vacío —un desierto—, inabarcable en su extensión, que indica el límite de la civilización; otra posición, no tanto contradictoria como complementaria, ve el territorio como una oportunidad para el capitalista emprendedor, como un yacimiento (Pollastri, 2016) a la espera de ser explotado.

De acuerdo con las propuestas de Henri Lefebvre (2013), el espacio puede ser abordado a partir de una tríada conceptual: el espacio percibido, el espacio concebido y el espacio vivido. El primero de estos conceptos corresponde a la experiencia material, al vínculo que se genera entre el uso del tiempo y los tránsitos de personas y mercancías en un espacio dado, y donde ocurren las prácticas espaciales; el segundo es el de las representaciones del espacio, en que los legisladores, científicos y urbanistas planifican ordenan, mapean y restringen; el último es el espacio representado, en que lo simbólico y lo artístico se unen a la experiencia de lo cotidiano para desnaturalizar las representaciones del espacio. Con respecto a la relación entre estos dos últimos, propone:

Seguramente abstractas, las representaciones del espacio integran... la práctica social y política: las relaciones establecidas entre los objetos y los individuos en el espacio representado están subordinadas a una lógica que tarde o temprano les hace estallar debido a su incoherencia. Los espacios de representación, vividos más que concebidos, no se someten jamás a las reglas de la coherencia, ni tampoco a las de la cohesión. Penetrados por el imaginario y el simbolismo, la historia constituye su fuente, la historia de cada pueblo y la de cada individuo perteneciente a éste. (Lefebvre, 2013, p. 100).

Claude Raffestin (2011) aporta que, en la medida en que lo político se relaciona con el espacio, entra en juego la noción de territorio, indisociable de un Estado en el sentido moderno del término. Allí los sujetos se pueden reconocer en una lengua y una tradición histórico-cultural común, lo que va construyendo una identidad —y, sobre todo, una identidad nacional—; aunque, naturalmente, las relaciones de poder que se establecen entre los sectores dominantes y los habitantes de ese territorio configuran una serie de discursos. Estos pueden ser tipificadores, si se producen desde una lógica metropolitana, o bien desmitificadores, si entra en juego lo que Laura Pollastri llama meridionalidad militante (2012): enunciados cargados de sentido político y colectivo —en la línea de la literatura menor propuesta por Deleuze y Guattari— que van a contrapelo de los discursos foráneos, y “desmontan los dispositivos de enunciación que desde fuera de la Patagonia la radicalizan” (Pollastri, 2012, p. 97).

Dentro de esa literatura menor se encuentra la historieta patagónica argentina: una enunciación colectiva, atravesada por lo político2, en que los lenguajes —en una historieta son dos: el icónico y el verbal— no son los del espacio dominante; aun así, dicho espacio permite sostener un posicionamiento cultural-identitario. Para este trabajo, mi corpus está conformado por obras breves de dos autores pioneros en la

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conformación de la historieta patagónica como tal (cfr. Sigot, 2018), que desarrollan una relación particular con el territorio, tanto en relación con sus historietas como con sus comunidades, en las que se han consolidado como importantes agentes religadores: Marcelo Chelo Candia (Allen, Río Negro, 1967) y Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia, Chubut, 1972).

Contra una topografía de la violencia: alambres de púas en la obra de Chelo Candia

Marcelo Gabriel Candia (Allen, Río Negro, 1967), quien firma como Chelo Candia, reside en General Roca / Fiske Menuco, Río Negro. Es poeta, historietista, muralista y agente cultural; fue gestor, editor y principal colaborador de El Sistema (1987, Allen, Río Negro), la primera revista en publicar regularmente historietas locales en la Patagonia Norte (cfr. Sigot, 2018), aunque sin ser una publicación exclusivamente dedicada al género3; desde ese momento, comenzó a participar activamente en diversas iniciativas orientadas hacia la visibilización de la historieta patagónica; ha participado con historietas breves en numerosas antologías y publicaciones colectivas de diversas editoriales, y ha diseñado y elaborado murales en diversos puntos de Argentina y Chile

—en especial en la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén—. En 2010 formó parte de los historietistas argentinos que conformaron la exposición “Nos tocó hacer reír

/Argentinische Comics” en la Feria del Libro de Frankfurt. Desde 2004 y en todos los años pares ha desarrollado, junto a Silvia Butvilofsky, los encuentros binacionales

“Conversaciones de otoño”, centrados en la poesía del sur de Chile y Argentina. Asimismo, es gestor desde 2013 del ciclo “Poesía y picadita”, reuniones informales de lectura en la Biblioteca de Arte y Cultura Popular de la Estación de trenes de General Roca, de periodicidad variable, cuyo último encuentro tuvo lugar 28 de diciembre de 2019, en su cuadragésimo octava edición. Ha publicado los volúmenes La chica de blanco, un amor adolescente (1999, General Roca: Publifadecs); Rigor Mortis (2009, Comodoro Rivadavia: La Duendes); El bondi (2012, Comodoro Rivadavia: La Duendes); POW! 20 años de historieta social y política (2016, Buenos Aires: Maten al Mensajero); El bar de la mesa tres (2017, Buenos Aires: Maten al Mensajero); Viajeros (2018, Viedma: Fondo Editorial Rionegrino), y Pulpa que precipita (2020, Comodoro Rivadavia: Vela al Viento Ediciones Patagónicas).

El autor, en un viaje hacia la zona cordillerana, entabló relaciones con la familia de

Cristian González, joven habitante de la ciudad de San Martín de los Andes (Neuquén), quien el 30 de agosto de 20064 se encontraba pescando a pocos metros del puente sobre el río Quilquihue, a unos doce kilómetros de su ciudad natal. Había cruzado un alambrado para acceder al río: recibió dos disparos de escopeta que le causaron la

muerte, efectuados por el guarda de seguridad de un complejo de cabañas privado ubicado en la ribera5. En el contexto de una marcha por el pedido de justicia, a los dos años del fallecimiento del joven, Chelo Candia realizó un mural en la pared de la radio comunitaria FM Pocahullo-Am800 Wajzugun, en la ciudad de San Martín de los Andes (Figura 1).

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Figura 1.

Mural por Cristian González

Nota: Mural realizado el 30 de agosto de 2008, en la pared exterior de la radio comunitaria FM Pocahullo

-Am800 Wajzugun, ubicada en la calle Sarmiento 340, San Martín de los Andes (Neuquén, Argentina). Fuente: Candia, 2008, https://bit.ly/33wau1C

En él, además de la representación de González, recuperó una serie simbólica que había iniciado diez años antes, con la historieta en una plancha6 El indio y la púa (1998): la del alambre de púas (Figura 2). En esta, el alambre retorcido que hiere el cogote del ñandú, resaltado en primer plano en la última viñeta, con el único elemento cromático que escapa al blanco y negro el rojo de la sangre, se vuelve metonimia del avance de la civilización, de los ideales de progreso decimonónicos; el choque, inevitablemente, reviste violencia sobre los cuerpos. Esta historieta —así como la continuación de la serie en otras obras— puede ser leída a la luz del aserto de Reviel Netz:

La herramienta fue creada para controlar animales infligiéndoles dolor. El enorme alcance del alambre de púas a lo largo de la historia (que va de la agricultura a la guerra y la represión humana, y de un extremo a otro del mundo) se debe a la simple e inmutable ecuación entre la carne y el hierro. La primera cede necesariamente ante el segundo y su consecuencia inevitable es el dolor. La historia de la violencia y el dolor trasciende especies. (Netz, 2013, p. 15).

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Figura 2.

El indio y la púa

Fuente: Candia, 2016, p. 47.

Al igual que en la historieta, en el mural, las criaturas son atravesadas por el metal; se pueden observar nuevamente en blanco y negro con trazas de rojoalgunas truchas heridas por el alambre que continúa su descenso hacia el interior del agua, bajo la figura del pescador. En este caso, además, la imagen registra desde lo simbólico otra

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situación también violenta: la demarcación de la propiedad privada, que clausura espacios y atraviesa cuerpos, ya sea con púas —en los peces—, o con proyectiles —en el caso de Cristian González—.

Figura 3.

La gallina degollada

Fuente: Breccia, y Trillo, 1985, p. 77.

Además, la serie se vincula, por sus estrategias cromáticas y compositivas, con una obra paradigmática en el campo de la historieta argentina: la adaptación con guion de Carlos Trillo y dibujos de Alberto Brecciadel cuento “La gallina degollada” de Horacio Quiroga (Figura 3); esta obra fue publicada en la Revista Fierro, año 1, número 8 (1985), dentro de la serie La Argentina en pedazos, aunque había sido realizada una década atrás por la dupla creativa. El prologuista de la serie, Ricardo Piglia, estableció en las palabras liminares al conjunto que, a través de las diversas historietas compiladas luego en un volumen, homónimo, se propusieron “narrar una historia de la violencia argentina a través de la ficción” (1993, p. 8). Dentro de las quince historias de la serie, la más lograda en la expresión de la crueldad es, indudablemente, “La gallina degollada”; el refuerzo gráfico y simbólico para dicha violencia, como se puede observar en el ejemplo, consiste en la inclusión repentina del rojo en una historieta que,

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de acuerdo con los parámetros establecidos por la serie y de acuerdo a la tradición de la historieta realista argentinaestá elaborada en blanco y negro. Al mismo tiempo, y en otra relación intertextual, el animal moribundo, enredado en el alambre, remite al microrrelato “La oveja”, del poeta residente en Patagonia, Cristian Aliaga (Tres Cuervos, Buenos Aires, 1962), que cito a continuación:

LA OVEJA

Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre. (Aliaga, 2002, p. 81).

La representación de la violencia a través de la demarcación del espacio con alambre de púas motivó también la creación, por parte de Candia, de la pintura Aguas patagónicas (2008) en esmalte sintético sobre cartel publicitario, que su autor transformó poco después en una historieta, bajo el mismo título, a través de edición digital. La narración se construye a partir de variaciones en los puntos de vista: la primera viñeta se presenta como la típica postal de paisaje cordillerano patagónico, teñida de bucolismo; quizás el rostro de mujer que se trasluce en la montaña de la izquierda, y que Candia eligió no esconder bajo la pintura, sugiera la asociación de la naturaleza a lo femenino: un ámbito también vulnerado por las lógicas de la posesión. En la siguiente viñeta, un primer plano del ojo de una trucha introduce el personaje, que podemos ver luego sangrando, violentado. La viñeta final nos brinda el panorama íntegro: al pie de la cordillera de los Andes, bajo las aguas, un puñado de peces inmovilizados por los alambres evidencia que el espacio vivido –en el sentido de Lefebvre– por el habitante de Patagonia entra en conflicto con la representación del espacio que impone el límite material del alambrado. Así, la literatura se apropia simbólicamente del espacio para combatir la otra apropiación, la del cerco y del sujeto que lo colocóque considera tierras, aguas y animales como propiedad privada, como recursos a explotar.

Figura 4.

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Aguas patagónicas

Nota: La primera versión de la obra, titulada también Aguas patagónicas (2008), fue realizada en acrílico sobre un cartel publicitario; sus dimensiones son 120 x 90 cm. La historieta, con su correspondiente división en viñetas, fue elaborada a partir de una digitalización de la pintura.

Fuente: Candia, 2016, p. 50.

Cabe destacar que el agua como referente aparece con notable recurrencia en los escritores del sur de Argentina y Chile, no como elemento idílico sino como parte del espacio vivido: el atravesado por las subjetividades de los autores-habitantes. Gabriela Espinosa, en este sentido, afirma:

Lo acuático produce, en los habitantes del sur del continente, gérmenes que se fijan como materia. Muchos son los escritores que, en la literatura contemporánea, ahondan en signos, interpretaciones y resignificaciones de este elemento primordial, su fuerza reside en la insistencia con que irrumpe en los textos. En la producción narrativa y poética de ambas Patagonias… aparece en sus diversas manifestaciones inundando relatos o poemas… Cabe señalar que este referente natural imprime un particular dinamismo: no se trata del clásico color local vertido en la escritura a la manera del regionalismo tradicionalsino que funciona como la proyección de una percepción del mundo. (Espinosa, 2011, p. 65).

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La siguiente obra de la serie fue realizada por Candia el 28 de agosto de 2010, nuevamente en relación con una marcha por el pedido de justicia en el caso González. En esta ocasión, se trató de una bandera-mural7 según la propia denominación del autorque tituló: Por Cristian González y el libre acceso a las costas de ríos y lagos patagónicos (Figura 5). Los elementos icónicos de significación se repiten: Cristian González, las montañas, el agua, los peces y el alambre de púas; sin embargo, en esta bandera-mural, cada uno de estos componentes aparece disociado de los otros, y es el lector/espectador quien debe hacer un esfuerzo adicional para reconstruir la relación que los une, en caso de que no conozca los antecedentes que forman parte del corpus de este trabajo.

Figura 5.

Bandera-mural Por Cristian González y el libre acceso a las costas de ríos y lagos patagónicos

Fuente: Candia, 2010, https://bit.ly/3oayoHT

El último trabajo del conjunto asociado al alambre de púas también se encuentra relacionado a la figura de Cristian González: se titula “¡¡Cristian presente!!” (Figura 6) y fue publicado por su autor en la red social Facebook, el día 30 de agosto de 2018. Se trata de una historieta a una plancha, en blanco y negro, elaborada en tinta china y arte digital. Su diseño consta de tres viñetas: una central, que ocupa la totalidad de la página, con la imagen de un río cordillerano pueden apreciarse las montañas, de fondoy, sobre él, el rostro de González; incrustadas, en la mitad inferior del centro de la página, se encuentran las dos restantes, ambas tachadas con una equis en color rojo, que, al igual que ocurría en El indio y la púa, es el único elemento cromático destacado de la composición. La primera de las viñetas muestra un pez y un alambrado; la segunda, un curso de agua cercado con un cartel que, aunque trunco, puede reponerse con facilidad: “Propiedad privada: prohibido pasar”8.

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Figura 6.

¡¡Cristian presente!!

Nota: Historieta elaborada en tinta china y digital.

Fuente: Candia, 2018, https://bit.ly/3lmdjZf

Chelo Candia, en sus historietas y murales, presenta permanentemente una fuerte inscripción política, de enunciación colectiva, propia de la “literatura menor” esbozada por Deleuze y Guattari. En su producción, el relato de los hechos se funde con su visión de autor para dar lugar a la historieta: un espacio mixto, que suma a la potencia del relato un alto impacto visual. En muchos casos, parte de una recuperación del evento en un trabajo documental —lo que emparenta sus obras con las crónicas, históricas o periodísticas—9 y se asienta en una función discursiva de tipo conativa o apelativa: además de la respuesta estética, espera una reacción material, política, de sus interlocutores. Su obra Griten (2007) —en homenaje a Jorge Julio López— constituye un ejemplo cabal, ya que si bien escapa a la serie temática propuesta en este trabajo, ilustra con claridad este punto (Figura 7). Además, ha sido una de sus planchas más difundidas, ya que fue convertida en esténcil por artistas callejeros en Rosario, en historieta mural en La Plata, y fue publicada —con y sin noticia o consentimiento de su autor— en blogs, redes sociales, diarios, suplementos, fanzines y revistas políticas y académicas de toda Argentina. Formó, asimismo, parte de la muestra argentina “Nos tocó hacer reír / Argentinische Comics”, expuesta en 2010 en la Feria del Libro Internacional de Frankfurt.

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Figura 7.

Griten

Fuente: Candia, 2016, p. 97.

Entre la narración histórica y la historieta didáctica: Episodios patagónicos de Alejandro Aguado

Otto Bollnow afirma que

habitar significa no encontrarse ya en un sitio casual, perseguido continuamente como un eterno fugitivo, sino pertenecer a un sitio determinado del que parten todos los caminos del mundo y al cual vuelven; arraigar [estar radicado] en este sitio y construir su mundo desde él. Hablamos, en suma, de una morada. (1966, p. 16).

Para Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia, Chubut, 1972), la Patagonia toda es su morada, y desde allí se posiciona como autor integral10, historiador, docente y gestor

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cultural. El autor comenzó a publicar a los 16 años, en el diario Crónica, de su ciudad natal. En 1992, y luego de mantener diálogos por correspondencia con otros jóvenes historietistas patagónicos, organizó un encuentro de presentación sobre la revista que autoeditaba desde 1990, Duendes del Sur (Comodoro Rivadavia, 1990-1992, 4 números), en conjunto con la primera revista completamente conformada por historietas de la Patagonia: Alquitrán: tinta densa neuquina (Neuquén, 1989-1993, 5 números). La exposición tuvo lugar en Neuquén, en el edificio de la Municipalidad, los días 10, 11 y 12 de julio de 1992; a partir de ese momento, los diálogos con otros autores patagónicos se hicieron más fluidos, con lo que Aguado se propuso editar la primera publicación colectiva, que intentó constituirse en un “mapa imaginario” (Aguado, 2009, p. 23) de la historieta en Patagonia: El espejo de los dibujantes del sur (1993). En esta publicación, que se extendió por 89 números, de periodicidad semanal como suplemento del diario Crónica de Comodoro Rivadavia, intervinieron más de sesenta autores de quince ciudades de la Patagonia, incluidos los dos historietistas presentados en este trabajo; además, de acuerdo con Aguado, esta publicación pionera

marcaba un recorrido por la creatividad y el talento de los dibujantes de la región, donde se podía realizar un tour que llevaba al lector a una ilustración de un autor de Neuquén, seguir por una historieta de media página de Allen, Río Negro, una tira de Caleta Olivia, Santa Cruz, chistes de Trelew, Chubut, y terminar en una historieta a página completa de Comodoro Rivadavia. Era un mapa que se completaba y complementaba en cada entrega semanal. (Aguado, 2009, p. 23).

Entre sus historietas se cuentan numerosas obras breves publicadas en medios gráficos —como los diarios Crónica (Comodoro Rivadavia), La Voz de Galicia (España), Página/12 (Buenos Aires) y la revista Fierro—, y los volúmenes Chiri Von Fiesta y las tunas (2009, Comodoro Rivadavia: La Duendes), Episodios patagónicos (2011, Comodoro Rivadavia: La Duendes) y Patagonia fantástica (2015, Comodoro Rivadavia: La Duendes). El autor, además, obtuvo el primer premio en la categoría historietas en la Primera Bienal de Arte Joven de la Patagonia, en 1993; y fundó, en 2007, La Duendes, la primera —y hasta el momento única— editorial de historietas patagónicas, que publica y difunde obras de numerosos autores de todo el país —no solo de los residentes en la región— a través de ediciones impresas y de publicaciones en un blog (historietapatagonica.blogspot.com ) que, desde su creación, se actualiza a diario. Expuso, al igual que Candia, en la Feria Internacional del Libro en Frankfurt, 2010.

Las dos obras que he seleccionado, a modo de ejemplo, pertenecen a la serie Episodios patagónicos, que Alejandro Aguado publicó entre 2011 y 2018 en la revista de actualidad Noche Polar, editada mensualmente en Comodoro Rivadavia (Chubut) y distribuida en toda la Argentina. Cada una de las planchas de historietas, que el historietista creó para esta serie, se posiciona desde una conciencia espacial patagónica; además, pone en juego un componente didáctico, a partir de las narraciones, en las que se pretende desnaturalizar el relato de viajes al compartir la vivencia y el punto de vista del creador. Aquí se evidencia una toma de posición situada desde el espacio vivido, en este caso por una modalidad discursiva expositiva.

Entre la obra publicada por el autor, se cuentan ocho volúmenes con crónicas histórico-periodísticas, fotografías e ilustraciones; el primero de estos textos, en el que

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ya daba cuenta del componente didáctico y del interés por la recuperación del patrimonio histórico y cultural local, titulado Aventuras sobre rieles patagónicos. Historia ramal Comodoro Rivadavia-Sarmiento (1997), dio lugar a la creación del Fondo Editorial de Chubut, que hasta el momento no existía, y fue la primera publicación de dicho organismo11.

En el primero de los textos seleccionados —publicado originalmente en el número 49 de Noche Polar—, se nos presenta un narrador omnisciente en las cartelas —los recuadros, con la voz externa a los personajes—, que va resumiendo a grandes rasgos algunos aspectos de la historia de la Patagonia. En las viñetas, el lenguaje icónico se apoya en el verbal de las cartelas para desplegar una suerte de cronología con algunos de los eventos que configuraron hitos ineludibles: la Conquista del Desierto, la guerra por las Islas Malvinas, las huelgas obreras de Santa Cruz de la década de los veinte, entre otros (Figura 9). Todo ello, dice el narrador —que se funde con la figura de Aguado—, permitió la conformación de la “identidad patagónica”, distintiva de la sociedad que habita este espacio, pero no por una unicidad, sino a través de la diferencia. No existe el sujeto patagónico por antonomasia, que aúne en sí una serie de características en concreto; existe, en todo caso, un sujeto que la habita, como Aguado, con la conciencia de escribir en y desde la Patagonia.

Este posicionamiento va de la mano con la propuesta de otra autora patagónica, Graciela Cros (Carlos Casares, Buenos Aires, 1945; reside en Bariloche desde 1971), quien ha desarrollado una idea que denomina ley del coirón, impuesta desde fuera de Patagonia y que supone que los autores que la habitan deben, bajo esta normativa tácita, desarrollar en sus obras un componente paisajístico, regionalista y de color local. En una entrevista que se le realizó en 2014, la escritora menciona una charla brindada en un encuentro de escritores, en la que llamaba a discutir tal precepto; allí establece:

Yo proponía la «insurrección», la rebeldía literaria, ante esta supuesta «ley». En el sentido de que no tengo que escribir un texto donde aparezca un coirón para mostrar mi pertenencia a la literatura patagónica. Yo, escritora patagónica, no adhiero a la literatura «pura naturaleza, puro paisaje», reniego de esta obligación de la «Ley del Coirón» que (extramuros Patagonia) pareciera nos han querido imponer… No necesito plantar un coirón en mis versos para pertenecer a la literatura patagónica. (Cros, en Mellado, 2014).

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Figura 9

Sin título

Fuente: Aguado, 2012, p. 82.

En el segundo texto que he seleccionado —publicado en el número 56 de Noche Polar—, Aguado recupera la temática de la explotación, en este caso acuífera, a partir de una historización del Río Chico, desaparecido afluente del Río Chubut, en la provincia homónima. La tribu de nativos canoeros de dicho curso de agua, por el violento contacto con los colonos —que el relato sugiere, pero no desarrolla—, terminó por desaparecer; más tarde, lo hizo también el río. Resulta interesante la operación discursiva de la cartela final: lo desierto no es el territorio, sino el recuerdo; el uso desmedido, más las sequías, provocaron que los puentes carreteros —como en la última viñeta— se convirtiesen en indicadores, en interrogantes. El narrador, así, puede re- presentar la historia a partir de la recuperación de la memoria (Figura 10):

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Figura 10

Sin título

Fuente: Aguado, 2013, p. 82.

En el prólogo de su volumen más reciente, Patagonia tierra adentro: crónicas ilustradas del territorio desconocido (2019, Comodoro Rivadavia: La Duendes), en el que Aguado recopila crónicas de sus viajes —junto a fotografías e ilustraciones— por regiones muy poco conocidas de la Patagonia, el autor configura una suerte de manifiesto personal —aunque compartido con los demás narradores, poetas e historietistas del sur— en el que explica sin rodeos sus intenciones, congruentes con las que se advierten en su obra como conjunto:

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Si el lector, en este libro, espera encontrar textos escritos por un viajero que, apresurado, transite los vastos espacios patagónicos y transmita sus impresiones desde esa perspectiva, o que los escriba adoptando una mirada sobre Patagonia formada a miles de kilómetros de distancia, se decepcionará. Los textos no registran un territorio vacío, sino de uno que habla… Un territorio donde las voces del pasado, de la naturaleza y la humana, dialogan con el presente. (Aguado, 2019, p. 9).

Así, queda en evidencia que el espacio vivido es una coordenada clave para comprender los modos de producción y de lectura de los textos patagónicos; en las obras de Aguado, como en las de otros autores patagónicos, el sujeto —con su subjetividad a cuestas— es esencial para aprehender e interpretar el territorio. A diferencia de los relatos de viaje decimonónicos, los relatos de Aguado parten de su propia experiencia vital para configurar lo narrado.

Consideraciones finales

Laura Pollastri —a partir de los postulados de Edouard Glissant—, en relación con la tríada espacio-sujeto-dinero, propone que la Patagonia está siendo pensada, en los imaginarios occidentales, más como proyecto que como lugar concreto; sugiere, también que “el sur es ese resto que queda en la ecuación occidente-progreso” (2016, p.

22). Dentro de ese proyecto, destacan dos actividades, aunadas bajo el signo económico: la apropiación y la explotación.

La historieta patagónica —así como otras manifestaciones de la literatura de la misma región, como la narrativa breve o la poesía— se relaciona desde sus orígenes con los devenires económicos y con los recursos naturales explotados desde una toma de posición atravesada por lo colectivo y lo político. Un ejemplo cabal lo encontramos en la primera revista íntegramente conformada por historietas de la Patagonia, creada en Neuquén capital en 1989: Alquitrán, denominación que remite a uno de los productos derivados del petróleo. Ya sus jóvenes autores Mario Tondato (Villa Regina, 1965), Manuel Gutiérrez, Waccio Zkatter (Plottier, 1975) y Carlos Vilche, el Ink (Neuquén, 1972)12 se habían propuesto desarrollar sus obras con una clara conciencia de su identidad patagónica, sin desprenderse de un sentido de pertenencia respecto de la historieta nacional13, y con una intención de superar las prácticas regionalistas o costumbristas. Ante la pregunta de un entrevistador sobre cómo aparecía “lo regional” en la revista Alquitrán, sus creadores manifestaron14:

De alguna manera, en que los autores son todos de aquí. Y los personajes que se crean, que protagonizan las historias, también son de aquí. El tema patagónico no pasa solamente por hacer historias del pehuén o de la mitología mapuche. Nosotros somos muchas cosas a la vez. Primero por ser argentinos y luego por vivir en la Patagonia. Hay que perderle el miedo a esa historia de que si uno es de acá debe crear sólo temas regionales a la manera de Gregorio Álvarez. (Aguado, 2013, p. 15).

Los ejemplos seleccionados en este trabajo constituyen una muestra de las temáticas asociadas al signo económico, transversales a diversos textos literarios producidos en el

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espacio de la Patagonia, y de las reacciones que ellas generan: violencia sobre los espacios y sobre los cuerpos, discursos en conflicto, posicionamientos ideológicos. Los textos que desarrollan el tropo del yacimiento, puestos en discurso por autores patagónicos, permiten leer a contrapelo los discursos sustentados por instituciones metropolitanas, por corrientes de pensamiento neocoloniales y por enunciaciones radicalizadas; cuestionan las numerosas polarizaciones —asentadas y mayoritariamente aceptadas— entre civilización y barbarie, entre propietario y posesión, entre morada y destino turístico, entre espacio vivido o referente paisajístico —propio de la ley del coirón—. En estas obras, se evidencia una toma de posición que busca los intersticios del lenguaje o de los lenguajes —las palabras y las imágenes— para manifestar su mensaje; ya sea a través de una inscripción social militante, como en Candia; ya de una actitud pedagógico-didáctica, como en Aguado; o bien por otras vías, como puede ser la ironía, puesta de manifiesto en el siguiente poema de Graciela Cros:

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Soy un cordero patagónico que bala en sudaqués desde los platos

Una trucha Arco Iris a la manteca negra Un ciervo a la cazadora

Un jabalí con salsa de morillas Soy tierra fértil

Vengan coman de mí beban mi agua Aquí Reparten mis pedazos

Ésta es la Patagonia

FOR SALE. (Cros, 2004, p. 40)

Los autores, así, discuten, denuncian, interpelan y hasta ironizan —mas no desconocen— muchos de los discursos producidos desde fuera que se resisten a considerar el territorio como algo más que un elemento solo valioso en un sentido monetario, despojado de gente y pleno de recursos. En la Patagonia, en esa encrucijada que surge entre lo económico y lo literario, el peso del signo va más allá del signo pesos.

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Notas

1Si bien la denominación “Patagonia” se aplica tanto al territorio argentino como chileno, en este trabajo me referiré exclusivamente a la región de Argentina comprendida por las provincias de Neuquén, La Pampa —incorporada por la Ley Nacional 23272 (1985)—, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, más el partido de Patagones, perteneciente a la provincia de

Buenos Aires —incorporado por la Ley Nacional 25955 (2004)—.

2 El equipo de investigación que integro ha venido desarrollando investigaciones en esta línea desde hace décadas: la tesis doctoral de la Dra. Silvia Mellado, Patagonia argentina en su escritura: entre la poesía y el relato breve (1984-2009), y las tesis doctorales en curso de Aixa Valentina Natalini, Noelia Soriano Burgués y yo mismo, todos ellos presentados en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

3Naturalmente, se publicaban historietas en la Patagonia antes de la década de los ochenta; sin embargo, los medios gráficos reproducían viñetas humorísticas y tiras que recibían desde Buenos Aires, generalmente porque formaban parte del mismo grupo editorial que otros diarios y periódicos, lo que les permitía utilizar la misma obra —que ya había sido pagada— en diversas publicaciones; así, el espacio para los autores locales en los medios masivos era escasísimo, cuando no inexistente.

4A partir del incidente, el 30 de junio de 2016, el Poder Legislativo instituyó el 30 de agosto como Día Nacional del Libre Acceso y Circulación a las Costas de los Ríos, Lagos y Arroyos: situación paradójica, porque aún no existe legislación clara sobre el acceso a los cursos de agua.

5Cfr. la siguiente nota en el diario Río Negro, disponible en línea en: https://www.rionegro.com.ar/policiales/mataron-a-escopetazos-a-un-pescador-en-el-lolog-DIHRN2006 91201601

6Una historieta a una plancha es una narración breve, desarrollada a través de una secuencia de viñetas que ocupa una única página.

7Existen varios antecedentes en Patagonia en relación con el uso de banderas como manifestaciones artísticas de denuncia; la investigadora Aixa Valentina Natalini ha realizado estudios en este sentido, en especial acerca de la poesía visual del autor patagónico chileno No Vásquez (cfr. Natalini, 2016).

8La legislación argentina contempla la figura del “camino de sirga”, una restricción al dominio de los particulares con el fin de favorecer la navegación, según la cual los propietarios debían dejar inalterada y sin construcciones —incluidos los alambrados— una franja de terreno de 15 metros —de acuerdo con el nuevo Código Civil (art. 1974, 2015); el anterior (art. 2639) establecía 35 metros— hasta la orilla del río o lago, sin derecho a indemnización. Sin embargo, el camino de sirga sigue perteneciendo al ámbito privado; más aún: la figura se encuentra discutida en relación con la pesca, y directamente no aplica en cursos de agua no navegables, por lo que sigue habiendo muchas dificultades en relación con el acceso a los ríos y lagos, que sí pertenecen al dominio público (cfr. Güttner, 2014). En la práctica, numerosos terratenientes –muchos de ellos extranjeros– impiden, muchas veces con uso de la fuerza y con armas de fuego, el paso a ríos y lagos patagónicos; el resultado, como en el caso de González, sugiere un mensaje desalentador: la propiedad privada tiene más valor —tanto económico como simbólico— que las vidas de seres humanos y de la fauna local.

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9Una historieta muy significativa dentro de la producción de Candia, asentada en una crónica, en este caso una crónica de indias, se titula “América”: una historieta a una plancha con una visión particular

acerca de la Conquista de América (cfr. Sigot, 2019).

10 En el ámbito de las historietas, un autor integral es aquél que realiza tanto los guiones como los dibujos de sus obras; en Argentina, con frecuencia, también se encarga de la edición de estas.

11Aguado había elaborado el volumen, pero no encontraba modo de publicarlo. Le envió una copia al entonces gobernador Carlos Maestro, quien le propuso editarlo. A partir de las gestiones iniciadas por ambos, se generó el Fondo Editorial de Chubut.

12Estos historietistas también formaron parte de los autores patagónicos que publicaron en El espejo de

los dibujantes del sur.

13 La “escuela” argentina de historietas es reconocida internacionalmente y conforma una de las vertientes distintivas en el ámbito internacional, junto a la historieta estadounidense, la franco-belga y la japonesa.

14La cita refiere a Gregorio Álvarez (Neuquén, 1889-1986), quien fue historiador, médico y escritor. Primer maestro normal nacional y primer médico nativo de Neuquén, que en ese momento no era provincia, sino territorio nacional. Entre sus publicaciones se cuentan Pehuen Mapu (1953), Donde estuvo el paraíso (1960), El tronco de oro (1968), El Domuyo y sus misterios (1979), entre otras. En ellas, abundan las referencias paisajísticas y un marcado color local; estas construcciones simbólicas contribuyeron, junto a la creación de la Casa Neuqueniana —y su boletín, Neuquenia—, en la consolidación de una “identidad neuquina” asociada al territorio, y que fue incluida en los discursos que facilitaron el pasaje de Neuquén de territorio nacional a provincia, frente al Gobierno nacional (cfr. García, 2004).

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