Sobre Esa mujer, de Gaspar Pío del Corro
Cecilia Corona Martínez [1]
I
Para compartir las impresiones de mi lectura de este peculiar libro, intentaré transmitirles mis preguntas, reflexiones y sentimientos en el momento de mi acercamiento al texto.
Lo primero: el título. Inmediatamente remite al célebre cuento de Rodolfo Walsh, donde la mujer aludida es Eva Perón. Evidentemente, algo nos dice esta relación intertextual… ¿Qué similitudes, que hilos invisibles atan la figura emblemática de la “Abanderada de los humildes” a la persona de Amanda Mabel Tort?
Abro el libro: una dedicatoria, unos versos, y un breve relato, “Un atardecer que no anochece”. No es Mabel la protagonista, sino el narrador de esta historia que está en mis manos. Y me explico entonces, una parte de lo que estoy desentrañando: el libro trata sobre esa mujer y ese hombre, juntos. Creo entender que la relación con Eva está allí, en ese nudo seminal de la unión entre ambos. Unión que fue desde el comienzo, “para siempre”.
II
Encuentro una madre. La mujer que asume su maternidad no como imposición de género sino como elección personal, surgida de una decisión que nace del amor y la voluntad. En ese marco, resulta hasta natural la decisión de no atender ninguna palabra ¿seudo? científica que se oponga a su corazón, que no se pierde en laberintos médicos, sino que marcha en línea recta hacia el bien de su hijo.
La imagen del laberinto me detiene: el relato de la sutil ironía del sabio frente al erudito; la picardía de la mujer que “le picó el boleto” al visitante. La apariencia frente al ser: humilde posadera y mujer leída. Una postura feminista puesta en práctica con sagacidad y con cierta ternura maternal hacia la infatuada postura del visitante.
III
“Memoria, verdad y justicia”: el nombre del capítulo abruptamente me saca de la plácida intimidad para llevarme a otras instancias vitales, más colectivas, donde se manifiestan cualidades de distinta índole.
Son tiempos de dictaduras: la de Onganía, la del 76… esas terribles heridas de la Patria aun no cicatrizadas…
La perspicaz y decidida renuncia a un viaje pospuesto luego por muchos años es solo la anticipación de muestras de coraje y amor a la justicia que Mabel sostuvo durante su vida entera: salvar a perseguidos políticos, sin pedir nada a cambio, sin atender a diferencias ideológicas, arriesgando la seguridad propia y de su numerosa familia. Tarea de dos seres unidos por el amor y las convicciones. Tarea silenciosa, nunca reconocida, ni en épocas más libres y propicias para decir verdades.
Aquí el hilo de Ariadna nos conduce a Teseo. Es la pareja la que aparece en el relato: juntos a la par – como nos dice la sencilla letra de una canción- construyen memoria desde una verdad compartida. Entonces el narrador aparece en diálogos o en pequeños relatos que contribuyen a enmarcar la figura de esa mujer por quien este libro fue escrito.
El “yo” recorre los tiempos difíciles: amenazas contra la vida, presiones en la Universidad para despedir miembros de la cátedra, el riesgo de engañar a las autoridades de facto y poder enseñar un autor prohibido como Roberto Arlt. También la lucha a través de la palabra: la defensa de Leopoldo Marechal –defenestrado por el poderoso ministro Harguindeguy; las publicaciones sobre Malvinas… Todas ellas palabras masticadas y pensadas de a dos. Me detengo en un texto, en particular, “Reflexiones y esquema de base para una crítica literaria latinoamericana” (1975 y 1976).
De allí extraigo algunos párrafos: “La circunstancia epocal en que ha de de ejercerse el estudio de la literatura contextualiza al emisor, al texto y al receptor (entre estos al crítico) en un marco de revolución.” (2016:26)
“Proponemos parea el estudio de la literatura un acto de liberación desde situaciones reales: este acto consiste en des-inscribir, por obra de la inteligencia, nuestro pensamiento y nuestra acción concreta de los dominios mentales que nos subordinan a sus intereses, adscribirlos a un automático proceso de liberación, es decir, incorporarlos a la lucha por la elucidación del sentido histórico de nuestra cultura.” (2016:27).
Estas valientes palabras no se corresponden con las acusaciones de complicidad para con la dictadura iniciada en el 76, acusaciones sostenidas por los que siempre actúan desde la sombra.
Pues hay un último embate (2009), en el que miembros de la misma universidad que lo declaró Profesor Emérito (según el Estatuto Universitario, en su artículo 73: “Profesor Emérito es el Profesor Titular Plenario o Profesor Titular Regular que haya obtenido el beneficio jubilatorio y quien en virtud de haber revelado condiciones extraordinarias tanto en la docencia como en la investigación y/o la extensión universitaria, lo propone para esta categoría el Consejo Directivo de la respectiva Facultad con el voto de las dos terceras partes de sus miembros o el Rector, y lo designa con mayoría absoluta el Consejo Superior.” ), lo consideran cómplice de la dictadura a partir de un folleto apócrifo.
La inesperada calumnia es como una piedra que no solo rompe la placidez de un retiro honorable, también quiebra, fisura, el cristal del relato. Ahora el trayecto es zigzaqueante, va y vuelve en el tiempo, buscando rebatir la calumnia, en una suerte de vorágine de recuerdos que se acumulan y pugnan por ser dichos…
En la década del 50, ayuda a la esposa de Miguel Contreras, importante figura y cofundador del Partido Comunista de Córdoba [2] ; en la década del 60, negativa a integrar el gabinete del dictador Onganía y el riesgo de desdeñar una invitación personal del mismo…
Todas estas acciones respondieron a una reflexión conjunta, a un diálogo profundo no solo sobre las cuestiones personales y familiares, sino nacionales en toda su extensión; en el posicionamiento de dos que son uno ante las problemáticas políticas del momento.
Y en medio de todo, junto a todo, en el principio, la literatura…
Encuentros con escritores y escritoras como Olga Orozco, Antonio Di Benedetto y Jorge Luis Borges, o con estudiosas como Gloria Videla de Rivero, ponen de relieve la capacidad lectora de Mabel, sus profundos conocimientos sobre literatura argentina, iguales o superiores a los de su esposo.
IV
El texto cierra con versos, que de una manera u otra han aleteado entre las páginas previas: palabras de amor, de agradecimiento, de alabanza.
La lectura debió empezar, entonces, por la contratapa, donde la lágrima en su transparencia permite atisbar el alma. No solo el alma de la mujer, sino el alma de dos que eran, que son uno: pues hay un “otro lado”, donde el milagro ha de eternizarse, donde estrellas y flores sean una misma esencia.
V
Salgo del libro, en puntas de pie, con el respeto de quien ha estado en un templo, con la serenidad de quien ha vislumbrado un paraíso.
Y me digo: ¿y la crítica? ¿y la necesaria objetividad de quien estudia las palabras? Acuden a mí, como con vergüenza, algunos conceptos…
¿A qué género pertenece este breve texto? Se trata, sin dudas, de una de las tantas variantes entre las escrituras del “yo”, donde un narrador, que también es un “yo lirico”, muestra algunos aspectos de la vida y la personalidad de una mujer. Vida y personalidad que están ligadas de tal manera a la del “yo”, que hablar de ella es hablar de sí mismo. Recuerdo a Sarmiento, que en su biografía de Dominguito – su hijo muerto en Curupaytí - , cuenta las virtudes del joven y a la vez parte de la vida juntos. Del mismo modo, hablar de ella es hablar del yo, y es difícil distinguir entre biógrafo y biografiada.
La memoria es un concepto que ha sumado muchas significaciones en los últimos años, y que resuena de manera particular entre nosotros. De todas esas aproximaciones, escojo algunas palabras que la magnífica Olga Orozco pronunció en esta ciudad en ocasión del Congreso de Literatura Argentina del año 1991: “Esa memoria cuya acción es incesante y circular es la que elijo, no es entonces esa melancólica añoranza de brazos caídos que llamamos nostalgia, sino una memoria viviente y ávida, que se encarna y reencarna para descubrir, para perseguir significaciones como por primera vez.” (1993: XIV) Con esta cita, dejo de lado las teorías, porque este libro es puro sentimiento.
Se trata nada menos que del laberinto de una vida: una vida de dos, de más de sesenta años en común. Y esta expresión se vuelve mucho más fuerte y descriptiva. En comunidad de sentimientos, de pensamientos, de acciones, de luchas, de victorias y derrotas. En comunión de almas y de cuerpos.
“Esa mujer” es Beatriz, es Lucía Febrero, es centro luminoso e imperecedero, es el pétalo más blanco, es música intangible que comunica con lo divino.
También es Evita. Volviendo al principio, recuerdo el cuento de Walsh, donde el Coronel afirma: “¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!”. Pero Mabel no era un macho, era una mujer de su época, segura de sus actos y sentimientos, y sobre todo una mujer enamorada.
Cierro estas impresiones con un fragmento del Cantar de los Cantares, puesto que solo la poesía inmemorial puede acercarnos al centro luminoso de este libro. Entonces leo gozosamente:
¡Ya pasó el invierno y la lluvia terminó.
Las flores brotaron en la tierra,
llegó el tiempo de los cánticos
y en nuestra tierra ya se oye el arrullo de la tórtola.
Va ofreciendo sus frutos la higuera
y la viña en flor derrama su perfume!
¡Levántate, oh mi amada, belleza mía, ven!
¡Tú, mi paloma en las grietas de los peñascos,
escondida en lugares escarpados,
enséñame tu rostro, hazme oír tu voz ,
tu voz tan cariñosa
y tu faz encandiladora!”
[1] Profesora Titular de Literatura Argentina. Escuela de Letras. Facultad de Filosofía y Humanidades.
ceciliacoronamartinez@hotmail.com . Recibido 25/11/2018 Aceptado 30/11/2018.
[2] “(…) fue delegado a distintos congresos y reuniones internacionales (…) él estuvo en la delegación que fue al décimo aniversario de la revolución china así que te podes imaginar que a su regreso todas las horas y días de conferencia que hizo de China. Aparte estuvo en países americanos porque Miguel Contreras no solo fue el cofundador del partido sino que fue un dirigente sindical, fue él que organizó lo que se llamó la Unión Obrera Local en el año 17 y después la Unión Obrera Provincial, o sea que de muy joven era un dirigente obrero (…)”. (Bonvillani, 2013:12)