M. MUJICA LAINEZ: DE LA NACIÓN PRÓCER-FAMILIAR A LA RECREACIÓN DE LA “SOCIEDAD PORTEÑA” DECADENTE (1949-1957).

Fernández, Sergio M. [*]

En la etapa narrativa sobre “temática nacional” (1949-1957), M. Mujica Lainez recreó, primero, sucesos constituyentes sobre la historia de la Nación: las fundaciones respectivas de la ciudad de Buenos Aires, su Reconquista y Defensa durante las dos invasiones inglesas, los albores culturales en sus nacientes salones y librerías, etc. Respecto a sus hacedores, el escritor develó protagonismos de sus personajes-ascendientes. Esto, en sus dos primeros libros de relatos breves: Aquí vivieron… (1949) y Misteriosa Buenos Aires (1951).

En segundo lugar, a partir de 1953 hasta 1957, notamos que el autor optó por un desplazamiento tanto en su abordaje temático, como axiológico, de las cuestiones histórico-sociales nacionales (contemporáneas). Ya no será la construcción literaria de un pasado enaltecido, correspondiente a la gran Historia Nacional amalgamada con la suya familiar, sino la construcción novelesca de sectores sociales otrora distinguidos, ya venidos a menos.

Desde una perspectiva socio-semiótica abordamos estos cambios temáticos y valorativos (sub-temáticas) bajo el principio teórico de cierta coherencia relacional entre la variación de opciones estratégicas discursivas, puestas en práctica por el agente, en relación con variaciones de algunas condiciones objetivas del proceso social, del sistema relacional particular (literario), así como de la trayectoria del escritor.-

Palabras Claves : M. Mujica Lainez, sub-temáticas nacionales,trayectoria 1949-1957, opciones discursivas, socio-semiótica.

M. MUJICA LAINEZ: FROM THE ILLUSTRIOUS-FAMILY NATION TO THE RECREATION OF THE DECADENT "PORTEÑO SOCIETY" (1949-1957).

In the narrative stage on " national subject matter " (1949-1957), M. Mujica Lainez recreated, first, constituent events on the history of the Nation: The respective foundations of the city of Buenos Aires, its Reconquest and Defense during both English invasions, the cultural dawns in its new halls and bookshops, etc. With regard to his creators, the writer reveals important roles of his ancestor characters. This is shown, in his first two books of shorts stories: Aquí vivieron…(1949) and Misteriosa Buenos Aires (1951).

Secondly, from 1953 until 1957, we realized that the author decided to move both in his thematic and axiological approach, from the historical-social national matters (contemporary). It will no longer be the literary construction of an honored past, that corresponds to the great National History amalgamated with his own family construction, but the fictional construction of social sectors, once recognized, now, losing their position

From a social semiotic perspective, we approach these thematic and valued changes (sub-subjects matters), under the theoretical principle of certain relational coherence in the variation of strategic discursive options, put into practice by the agent, in relation to variations of some objective conditions of the social process, of particular relational system (literary), as well as of the career of the writer.-

Key words : M. Mujica Lainez, nationals sub-subjects matters,career 1949-1957, discursive options, social semiotics.

M. MUJICA LAINEZ: DE LA NACIÓN PRÓCER-FAMILIAR A LA RECREACIÓN DE LA “SOCIEDAD PORTEÑA” DECADENTE (1949-1957).

Introducción.

En este trabajo, nos concentramos en la etapa inicial narrativa de Manuel Mujica Lainez, respecto al abordaje de la primera “temática nacional” (1949-1957). El escritor, principalmente a través de relatos breves, recreó literariamente hechos tales como los de ambas fundaciones de la ciudad de Buenos Aires, el periodo de la Reconquista y Defensa -acaecido en la época de las dos invasiones inglesas, el incipiente desarrollo literario argentino a través de los primeros salones y librerías, entre otros aconteceres significativos. Cabrá notar especialmente, en el análisis de esta etapa de su producción, que asignó protagonismos literarios a personajes históricos, filiados genealógicamente con él mismo.

Por otra parte, en la producción que va desde 1953 hasta 1957, resultó notable observar cambios significativos y sostenidos en cuanto al abordaje temático, que –no obstante- sigue siendo “nacional”. Sin embargo, corroboramos que ya no se mantiene aquella recreación artística de sucesos caros a la Historia Nacional (y los referidos protagonismos de los personajes histórico-familiares), sino que predominantemente estamos en presencia de una práctica literaria que se concentra en el abordaje artístico de la decadencia socio-económica padecida por personajes contemporáneos más o menos insignificantes históricamente (y ajenos respecto a la genealogía del escritor), correspondientes a franjas sociales hasta no hace tanto tiempo privilegiadas.

Así, observamos distintas sub-temáticas al construir primero discursivamente lo propio, y luego una alteridad que si bien comparte con la primera la representación de los sectores más altos de la sociedad, no por eso deja de ser otra (ahora, histórica y paradójicamente, contemporánea). El giro axiológico para con esos sectores resulta ser notable desde el punto de vista de los narradores construidos.

Teniendo en cuenta lo anterior, es decir, habiendo constatado en nuestras lecturas los cambios sensibles referidos en los temas artizados, nos preguntamos entonces: ¿Qué condiciones pudieron tener injerencia sobre la producción literaria del escritor que nos permitan comprender/ explicar estas dos sub-temáticas nacionales e histórico-ficcionales diferenciales?

Proponemos una perspectiva socio-semiótica. En consecuencia, abordamos estos cambios temáticos y axiológicos bajo el principio teórico de cierta coherencia existente entre la resultante variación de opciones estratégicas discursivas puestas en práctica por el agente, en relación con variaciones de algunas condiciones a objetivar sobre el proceso social, el sistema de relaciones particular (literario) y la trayectoria en los que se inscribe el escritor.

1. Estado de la cuestión sobre la primera etapa temático-nacional. Criterios diferenciales que constituyen nuestro corpus.

El corpus que recortamos fue resultante de ciertas tomas de decisión, genéricas, así como de constataciones de orden temático. De todas maneras, esto no fue realizado independientemente del legado de toda una tradición crítica previa, respecto a la cuestión de los temas abordados en la obra de ‘Manucho’.

En relación al criterio de delimitación temático, revisamos que gran cantidad de artículos así como estudios dedicados al escritor y a su obra, han advertido que inicialmente Manuel Mujica Lainez abordó en sutrayectoria lo que podríamos denominar, a grandes rasgos, una temática nacional.

Jorge Cruz -biógrafo y crítico del escritor- se refirió al conjunto conformado por las novelas Los ídolos (1953), Lacasa (1954), Los viajeros (1955) e Invitados en el paraíso (1957), en tanto “Saga de la sociedad porteña” (Cruz, 1978). De esta manera, Cruz delimitó este corpus de obras teniendo como criterios el espacio, sus personajes y acontecimientos representados y ligados a Buenos Aires. Por otra parte, aquello de “saga” se explica en la medida en que algunos personajes de las primeras novelas reaparecen inscriptos en las que prosiguen. Al respecto, consideramos que esta unidad temática resulta constatable. Otro criterio que las aúna, en este caso de orden genérico, es que todas son novelas. No obstante, Cruz deja así fuera dos libros narrativos previos que están compuestos por relatos breves: Aquí vivieron… (1949) y Misteriosa Buenos Aires (1951).

Por otra parte, George O. Schanzer denominó ampliamente “The Saga of Buenos Aires” las obras que hemos citado en relación a Cruz, aunque a su vez adicionó al comienzo de la misma, Aquí vivieron y Misteriosa Buenos Aires. Los criterios unificadores que tuvo en cuenta este crítico inglés quedan manifiestos cuando sostiene que no son sólo la espacialidad, la temporalidad y los temas los que cohesionan las obras, sino que los seis libros están centrados en Buenos Aires y las áreas adyacentes a la capital. Es en este sentido que considera restringida la anterior “Saga of Porteño Society” de Jorge Cruz (Cf. 1986: 46).

Otra crítica, Cristina Piña, señaló una “línea” –es su propio término- de “raigambre argentina” respecto a la trayectoria inicial de ‘Manucho’:

(…) representada por las novelas de lo que se ha dado en llamar ‘la saga porteña’ [sic.], y por los cuentos que reconstruyen la historia de Buenos Aires entre el siglo XVI y nuestros días, historia que es, a la vez y sobre todo, la historia de una clase: la clase alta argentina (…) Clase, además, que para Mujica Lainez coincide con el país, pues, en su opinión, es la que lo ha configurado, la que lo ha creado. (Piña, 1974: 175)

Como resulta notable, percibe una unidad temático-nacional que incorpora tanto los dos libros de relatos breves como las cuatro novelas de “la saga porteña”. El elemento artizado que cohesiona aquí las seis obras narrativas –las mismas que conformarán nuestro corpus- resulta ser “la clase alta argentina”.

Por otra parte, notamos la existencia de otros artículos críticos y reseñas publicados en periódicos y revistas, contemporáneos respecto a algunas obras que nos interesan. Sirvan dos casos: La Razón se refería en agosto de 1955 al “unanismo final”, conformado por las novelasLos ídolos, La casa y Los viajeros. Unidad ulterior, en tanto constituida por “(…) las alusiones a lo entrañable [¿?] del país” (Cf. La Razón, 1955). Por otra parte, Adolfo Mitre, en un artículo publicado en La Nación, poco tiempo antes del anterior, sostuvo las “(…) admirables evocaciones cíclicas en definidora unidad de sitio [Buenos Aires], definitivas novelas en las cuales –como en la ‘Comédie Humaine”- a menudo reaparecen los mismos personajes” (1955).

Lo que más nos significó a lo largo de esta revisión de antecedentes de orden temático-nacional durante la trayectoria inicial del escritor, fue advertir que independientemente de las distinciones que estableció cada crítico, nadie pareció preguntarse por otras variables que no fueran sino las de espacialidad (casi como una “unidad de lugar”: Buenos Aires y alrededores), género (para algunos sólo las cuatro novelas, para otros las novelas y los dos primeros libros de relatos), la circularidad con la que aparecen ciertos personajes que trascienden más de una obra; es decir, lo que confiere el carácter de “saga” sólo a las cuatro novelas, o, por último –una posición más abarcadora- como la de Schanzer y Piña que parecen tener en cuenta conjuntamente: a) la temática general sobre Buenos Aires en las seis obras y b) el objeto más predominantemente artizado, los sectores altos de la sociedad argentina.

Ahora, lo que no se problematiza es que no sólo es posible una distinción discreta de género, constituida por el cambio decisivo que implica el paso de los dos primeros libros de relatos breves a las cuatro novelas posteriores, sino que el aspecto social de la recreación literaria sobre los sectores distinguidos de la sociedad resulta ser en un análisis detenido falsamente homogéneo, temática y axiológicamente durante el periodo que nos ocupa (1949 – 1957).

En consecuencia, trataremos de mostrar y validar estahipótesis, a saber: resulta ser la variable del tratamiento de los personajes, ya que precisamente es el componente literario que varía en sus valoraciones, lo que principalmente permite develar dos sub-temáticas nacionales, y advertir condiciones de producción discursivas específicas en cada una de las mismas (y las obras que las componen):

Temática histórico-nacional.

A- Primera sub-temática . Enaltecimiento del pasado nacional, prócer-familiar:

A.1. Aquí vivieron, “Historias de una quinta de San Isidro, 1583-1924”. (1949)

A.2. Misteriosa Buenos Aires. (1951)

B- Segunda sub-temática . Decadencia de la presente “sociedad porteña”.

B.1. Los ídolos. (1953)

B.2. La casa. (1954)

B.3. Los viajeros. (1955)

B.4. Invitados en el Paraíso. (1957)

Resta decir que este corpus liminar fue sometido a análisis para tratar de corroborar dos tomas de posiciónliterarias diferentes, dentro de la referida temática histórico-nacional. En consecuencia, reflexionaremos sobre las mismas en tanto dos sub-temáticas discretas y sucesivas.

2. Aspectos centrales teórico-metodológicos empleados.

Nuestro corpus fue abordado desde un marco teórico inscripto en el doble ámbito de la sociología y el análisis del discurso.

Desde este enfoque teórico, el discurso se concibió como resultado, elproducto, de un conjunto de operaciones estratégicas, realizadas por un agente social dentro de –y condicionado por- un sistema de relaciones particular (Cf. Mozejko-Costa, 2002). [1]

Respecto al condicionamiento del sistema literario, nos ha interesado particularmente aquel producido por el campo político.

Además, consideramos pertinentes algunas condiciones objetivas más generales que co-formaron el proceso social global, y que excedieron la regularidad interna del sistema relacional literario. Reflexionamos a partir de la categoría de hegemonía del teórico inglés Raymond Williams. Desde esta propuesta, fuimos más allá de los conceptos de cultura como “proceso social total” en que los hombres definen y configuran sus vidas, e ideología en tanto “un sistema de significados y valores que constituye la expresión o proyección de un particular interés de clase” (2000: 129).

Por otra parte, en un orden que consideramos epistémico, hacemos uso de las nociones comprensión/explicación, luego de preguntarnos, junto a Mozejko-Costa (2007), ¿en qué medida y bajo qué condiciones podríamos hablar de causa y explicación cuando trabajamos con acontecimientos no repetibles (como son los actos enunciativo-discursivos)? Decidimos postular que las “razones”, es decir, los elementos que permiten comprender/explicar la práctica,

(…) no hacen referencia a los individuos, sus representaciones y conciencia, sino a lo que el investigador puede inferir como razones teniendo en cuenta las condiciones objetivas dentro de las cuales el agente produce su acción, e independientemente de lo que él pueda decir al respecto: Más aún, el propio enunciado del agente pasa a ser construido y analizado como práctica cuya comprensión/explicación surge de “las razones” –inferidas de las condiciones objetivas- que habrían fundado sus opciones discursivas. (Mozejko-Costa, 2007: 12)

Así, “Si y es una buena razón para A de hacer x, y sería una buena razón para cualquiera suficientemente semejante a A para hacer x en circunstancias suficientemente semejantes” (2007: 13)

En cuanto a lo estrictamente metodológico, optamos por una recurrencia permanente entre: a) los discursos del corpus en cuanto productos discursivos; b) las condiciones sociales extradiscursivas de producción (del campo en particular y del proceso social global) y c) La problemática acerca del modo de operar la relación entre ambas dimensiones, bajo el supuesto de opciones discursivas realizadas por el agente social (coherentes a sus intereses). Opciones teóricamente posibles de ser reconocidas a través de marcas que pueden ser interpretadas como huellas del proceso de producción de los relatos en cuestión. Así, tal como supo señalar Eliseo Verón: “(...) analizando productos, apuntamos a procesos” (1998). Esto nos resultó viable, precisamente, al poner en relación recurrente las instancias de análisis a) y b).

3. Ficcionalización histórico-nacional como herencia familiar (1949 – 1951).

3.1. Algunos condicionamientos objetivos del proceso social global.

Fue notable a lo largo de la investigación constatar que muchas condiciones habían comenzado a cambiar en el proceso social, ya en años anteriores respecto a la irrupción del peronismo. Cambios de condiciones que pueden concebirse, como propone José Luis Romero, en términos de una emergente y gradual línea democrático-popular (1981). Como tal, esta línea procesual resultó posible de ser reconocida (en rigor, las condiciones que la configuran) al atender su antecedente: un proceso liberal-conservador al que uno puede retrotraerse hasta aquellos decimonónicos años ‘80.

Notábamos también que aún durante aquella prosperidad económica roquista, habían ido surgiendo condiciones materiales nuevas que terminaron por minar la estabilidad económico-política de las capas sociales más tradicionales: el perfeccionamiento de la imprenta y la emergencia de periódicos nuevos como La Prensa, La Nación, La Tribuna Nacional, El Diario (de Manuel Lainez, tío abuelo de Manuel Mujica Lainez), etc. (Cándido, 2000), fueron indicadores de los gustos que impusieron las nuevas capas de lectores emergentes (producto, a su vez de la aplicación de la Ley 1420, en 1884). Por consiguiente, miles de ciudadanos fueron alfabetizados para ocupar puestos de trabajos que resultaron necesarios desde la perspectiva de los intereses de los hacedores del proyecto liberal-conservador.

Desde entonces, y ya adentrándonos en el S. XX, corroboramos que –con cierto paréntesis conservador uriburista mediante- se sucedieron una serie de condiciones que fomentaron esa sensación de riesgo latente y permanente, que sintieron sectores medios-altos y altos, respecto a su hegemonía cada vez más comprometida: la serie de huelgas que desembocaron en la denominada Semana Trágica de 1919, la anterior nacionalización yrigoyenista del petróleo (entre otros recursos), varias concesiones hechas a capas sociales medias, etc. No pasamos por alto también las formaciones sociales que provocaron aquel movimiento estudiantil que desencadenó la Reforma Universitaria de 1918 en Córdoba y que posibilitó el ascenso, de ciertos sectores subalternos, ahora a la Universidad. Institución acaparada -hasta entonces- por sectores tradicionales. Seis años antes, el voto universal, secreto, masculino y obligatorio, había dado participación política a sectores subalternos con la aplicación de la ley Saenz Peña.

Adicionamos a las condiciones referidas, los aumentos de conflictos y atentados anarquistas, en 1916 el ascenso al poder de Yrigoyen; cuando no algunas prácticas conservadoras –consecuencia y reacción de estos cambios masivos importantes- tales como la sanción de la Ley de Residencia en 1902, elaborada por Miguel Cané, la cual permitía expulsar a los extranjeros, en caso de ser “agitadores” laborales; o , en educación, en 1905 la sanción de la Ley Lainez (tío-abuelo de ‘Manucho’), que pretendió consolidar la cohesión de las capas más tradicionales y liberales, llevando el laicismo a las provincias (Cf. Viñas, 1996: 27).

En consecuencia, resultó notable que la vulnerabilidad y compromiso sociales sentidos in crescendo por los sectores liberal-conservadores, se acentuaran durante el primer peronismo. Esto resultó comprensible debido al aceleramiento del proceso y a nuevas conquistas de los sectores populares, y aún de capas sociales medias, en un proceso que el partido peronista autodenominó como Justicialista: otorgamiento de aguinaldo, tribunales de trabajo, sindicatos por rama, afiliación masiva, delegados de fábrica, comisiones internas, generalización de vacaciones pagas, indemnización por despido y accidentes de trabajo, estatuto del peón rural, salario mínimo, convenios colectivos, turismo social, pensiones, agregados laborales en embajadas, alquileres urbanos y rurales congelados por decreto (Cf. Galasso, 2003: 8-10 y Torre, 2002: 48).

Además, la tan mencionada sensación de “invasión” social que formaba parte ya de esa estructura de sentimiento (Williams, 2000) de las capas sociales tradicionales, había comenzado a cuajar significativamente algunos años antes del peronismo propiamente dicho. Esto último, debido al creciente fenómeno de migración interna. Andrés Avellaneda señaló que un promedio de 72.000 nuevos habitantes se sumaron por año, entre 1934 y 1943 a Buenos Aires. (Cf. Avellaneda, 1983: 33) Lo irritante de esta situación para las capas conservadoras de la burguesía, según Adolfo Prieto, “(…) debe atribuirse en buena medida al desplazamiento de ingresos y a la confusión de símbolos con que se hacen visibles los límites de clase ”. [2]

3.2. Aspectos relevantes del sistema de relaciones específico.

Metodológicamente, en lo que respecta a la construcción del sistema de relaciones literario, procedimos a efectuar recortes siguiendo los siguientes criterios:

-Desde una cuestión diacrónica, señalamos que si bien el periodo específico en el que se produce esta primera sub-temática correspondió al del primer gobierno peronista (1946-1951), nos retrotrajimos al momento en que los escritores de la denominada “generación intermedia” (A.A.V.V., Capítulo: 1201) ingresaron al campo intelectual-literario; es decir, hacia comienzos de la década de 1930. Para entonces resulta ser cuando comienza Mujica Lainez a producir y a ocuparse como escritor de profesión.

-Atendimos también la preeminencia histórica de agentes sociales que se dedicaron a la producción discursiva de obras básicamente narrativas (relatos, novelas y –en algunos casos- ensayos).

Señalamos ahora, sumariamente, algunas condiciones específicas del sistema de relaciones literario. Por una parte fue pertinente comprender ese “efecto de campo” que resultó posible de construir atendiendo las posiciones reconocidas de agentes que ocuparon –o iban a ocupar inmediatamente, mediante el reconocimiento de los agentes consagrados- posiciones en medios periodísticos, principalmente La Nación (Gerchunoff, Lugones, Echagüe –Cf. Cruz, 1978: 75-76), o que integraron posiciones en una formación para entonces ya institucionalizada y muy prestigiosa como Sur (baste citar a Borges, Victoria Ocampo, Bioy Casares como miembros legítimos). Posiciones ocupadas, en ambas instituciones, por agentes antiperonistas, opuestos en sus tomas de posición, a las emergentes del peronismo. Con respecto a estas últimas, notamos como caso paradigmático, la revista Sexto Continente ­Cf. Avellaneda, 1983: 18; Sigal, 2002: 514). Nos referimos a escritores y redes de relaciones como las que constituyeron Leopoldo Marechal, Arturo Jauretche y Scalabrini Ortiz, entre otros. Agentes ligados a ese intelectual “interés por la política práctica”, por oposición a la amenaza que implicaba esto último con respecto a los “valores universales” y la estética que preconizaba Sur (Sigal, 2002: 496).

Por otra parte, resultó de suma importancia notar que durante esteproceso social del primer peronismo, la autonomía relativa del campo literario, en y por su interrelación con el campo político peronista contemporáneo, decreció. El campo literario e intelectual resultó condicionado desde 1946: prácticas de censura, cesantías de puestos en ámbitos culturales y universitarios, renuncias, exilios- a causa del intervencionismo institucional (Cf. Sigal, 2002: 505-510). Paralelamente, el peronismo propició que algunos escritores peronistas comenzaran a tomar posición en cuanto a la práctica de una redefinición alternativa de lo literario, frente a la definición entonces hegemónica, de cuño tradicional. Redefinición básicamente opuesta a como la concebían los escritores de los grupos ‘liberales’ de la generación intermedia, simpatizantes con el proyecto Sur (pretendido universalismo occidental, literatura de arte por el arte, lúdica, supuestamente independiente de fines políticos-sociales, laica, entre otras características). Así, la intelligentzia del primer gobierno peronista favoreció la implementación de una literatura y cultura católica y nacionalista. Al respecto, las universidades mismas debían -según la Constitución de 1949- “ profundizar el estudio de la literatura, la historia y el folklore de su zona de influencia cultural ”. (Avellaneda, 1983: 27)

En consecuencia, asistimos a un proceso de reestructuración del sistema de relaciones literario. En otras palabras, cambios de agentes en las posiciones que lo constituyeron, producto de la relegación recaída en muchos escritores e intelectuales liberales, y que se debieron a ese fuerte condicionamiento que produjo el campo político-peronista de entonces. Al respecto, recordemos el caso Borges y el que nos ocupa, el de Manuel Mujica Lainez, quienes por el peronismo fueron dejados cesantes de los puestos institucionales públicos que ocupaban hasta ese momento, poco después de la asunción del primer gobierno peronista en 1946. M. Mujica Lainez se refirió a estos hechos durante una entrevista efectuada en España, en 1977, para la RTVE: “ Durante el gobierno de Perón a los dos nos echaron de nuestros respectivos trabajos [públicos; en 1950] (…) nos persiguieron” (Soler Serrano, 1977).

3.3. Construcción de la “Nación Prócer-familiar”: trayectoria literario-narrativa inicial .

En relación a todo lo anterior, estuvimos en condiciones de comenzar a comprender y explicar por qué alguien como Manuel Mujica Lainez recurrió a una ‘ficcionalización’ literaria en tanto estrategia discursiva capaz de dar forma verosímil a una tradición selectiva acerca de su Nación, con la que nostálgicamente se identificaba y sentía relativamente perdida.

Al respecto, ‘Manucho’ tomó una posición –en tanto descendiente de familias patricias- consistente en la construcción de una narrativa íntima y familiar del pasado patrio. Visión que propuso como literaria, por ende ficcional, y por lo tanto –lo que no resulta menor- capaz de soslayar la censura política vigente en el sistema de relaciones literario.

En cuanto a su trayectoria, podemos señalar que no era muy relevante aún para cuando escribió y publicó sus dos primeros libros de relatos que constituyen esta primera sub-temática nacional (durante el transcurso de mayo de 1947, cuando comienza a escribirAquí vivieron… hasta 1951, cuando editó Misteriosa Buenos Aires). El mismo escritor sostuvo en una entrevista que “Cuando escribí Los Ídolos [esto, durante 1951-1952], en verdad, yo era todavía un escritor bastante nuevo [entiéndase, no tan reconocido]” (Soler Serrano, 1977). Por otra parte, Cristina Piña se expidió sobre esta trayectoria incipiente: “Si dejamos de lado Don Galaz de Buenos Aires (1938), (…) Mujica Lainez inaugura su narrativa con dos libros, Aquí vivieron (1949) y Misteriosa Buenos Aires (1951)” (1974: 178).

En algunos de los relatos que componen estos dos libros nos encontramos con el abordaje de sucesos reconstruidos con cierto rigor historiográfico sobre la historia de la ciudad de Buenos Aires. No obstante, resultó más notable aún la recreación artística orientada a la construcción de cierta tradición selectiva, materializada mediante la práctica escrituraria, y que resulta coherente con la identidad, ideología e intereses del escritor y su identificación social.

¿Ahora, cómo advertimos y constatamos que Manuel Mujica Lainez operó esa apuesta discursiva en estos relatos?

En primer lugar, resultó pertinente notar que los personajes a los que el escritor les otorgó roles destacados en estos relatos y, que por ende, les atribuyó acciones decisivas –tanto como sujetos de hacer como Destinadores [3] - fueron personajes filiados histórica y genealógicamente con él mismo. Personajes que, en ocasiones, representó inscritos en espacios íntimos, familiares, como los constituidos por ciertas casonas tradicionales. Es en ese sentido, que resulta pensable aquí otra macro- estrategia que podríamos denominar privatización; complementaria a la ya mencionada ficcionalización. En consecuencia, es a través de la puesta en énfasis de los roles atribuidos a sus ascendientes (históricos y/o ficcionales), mediante la cual el escritor apuesta a lo que hemos denominado alguna vez puesta en énfasis de su capital socialgenealógico-necrológico’. (Cf. Fernández, 2009: 57)

Postulamos por lo menos dos hipotéticos intereses por parte del agente, los que permitirían comprender/explicar sus prácticas discursivas:

A- Por un lado, un intento de reposicionarse positivamente a sí mismo como un significativo agente del campo literario vigente. Al respecto, Manuel Mujica Lainez intentó en este momento temprano de sutrayectoria, capitalizar mayor legitimidad cultural. Es decir, un recurso indispensable, que suponía acceder al reconocimiento legítimo como escritor, por parte de quienes estaban en posición de poder reconocer, legitimar a otros escritores (principalmente, nos referimos a los entonces miembros de Sur y a algunos bien posicionados en el diario La Nación).

B- En segundo lugar, en tanto interés coexistente al anterior, el agente procuró diferenciar su producción literaria –estética, identitaria e ideológicamente- de la de los escritores realistas peronistas (agrupados en instituciones y revistas como, por ejemplo, Sexto Continente –Avellaneda, 1986: 17), así como del imaginario cultural que éstos produjeron en ciertos sectores sociales populares.

Observemos ahora, con algo de detenimiento los usos acerca de lo nacional que Mujica Lainez instituyó en algunos de los relatos verosímiles de suprimera sub-temática, “ Enaltecimiento del pasado nacional, prócer-familiar”.

Fundación parental de Buenos Aires.

En su obra Misteriosa Buenos Aires el escritor recreó literariamente, en un par de relatos, el origen mismo de la ciudad de Buenos Aires. Es decir, sus respectivas fundaciones. Las mismas están elaboradas en los relatos, “I. El hambre. 1536” y “IV. La fundadora, 1580” (1951).

Como fue de notar, en la opción misma de estos títulos ya haymarcas de orden léxico-semántico que permiten asociar cierta toma de posición axiológica por parte del agente social. Advertimos, así, que el primero de éstos –cuyo año expreso coincide con la primera fundación de la ciudad- no fue titulado por el autor de otra manera (por ejemplo “La fundación”), sino precisamente “I. El hambre”. Un título que condiciona hermenéutica y axiológicamente de manera negativa respecto a lo que va a ser inmediatamente relatado: una crónica verosímil sobre el fracaso fundacional de la ciudad. Por otra parte, en cambio, al cuarto de los relatos de Misteriosa…, el agente no lo tituló, por ejemplo, “Segunda fundación” o “Refundación”, sino “La fundadora”.

No podemos negar que los hechos históricos constatados historiográficamente, con respecto a ambas fundaciones, avalan que el primer proyecto terminó en ruinas, mientras que la segunda fundación fue decisiva y triunfante (Bernand, 1999: 32-33). No obstante tener en cuenta estos acontecimientos innegables, también resultó comprobable en los dos relatos una serie de marcas a nivel textual que permitieron develar una clara puesta en énfasis de ciertas características polares (positivas o negativas según el caso), en la manera en que fueron construidas la actorialización, la espacialización y la temporalización. Sintetizamos el análisis a través del siguiente cuadro comparativo:

“I. El hambre. 1536” (1951: 9-16)

“IV. La fundadora. 1580” (1951: 29-32)

  • Espacio : “Tierra maldita”. (p.9)

“Ahora jefes y soldados yacen doquier (…)” (p.10)

[desorden]

  • Espacio : “En Buenos Aires se podrá vivir.” (p.30)

Fundada en: “(…) [un] descampado, alrededor del árbol de la justicia que acaban de erigir .” (p.31) [orden]

  • Tiempo : “(…) han transcurrido varios días; muchos días, no los cuentan ya” (p.10)
  • Tiempo : Planificado y controlado por los personajes: “La vieja carabela y los dos bergantines vienen por el medio del soleado Paraná, con los repobladores de Buenos Aires (…) Las otras bajarán del caserío poco más tarde, cuando la ciudad haya sido fundada de nuevo y comiencen a perfilarse las huertas y a levantarse las tapias. Un mes y estarán allí. Hasta entonces, Ana Díaz será la única mujer.” (p.29)
  • Pedro de Mendoza :

-Irascible, homicida: “Osorio, el que hizo asesinar en la playa del Janeiro” (p.10)

-Impotente, enfermo: “se niega a ver sus ojos hinchados y sus labios como higos secos” (Ibíd.)

Narrador : Le atribuye al protagonista una acción negativa aparentemente ficcional, no corroborada históricamente en las Crónicas de Indias (asesinato de un tal Juan Osorio) (Chouhy, 2004). Por esta razón, el ajusticiamiento relatado de otros tres españoles que roban un caballo, deviene en acción reiterada; reforzando de esta manera el contenido negativo (homicida-irascible) del efecto personaje construido.

  • Juan de Garay : cortesano, dadivoso, vital: “desnuda la espada, corta hierbas y tira unos mandobles terribles” (p.31); “armado como para un torneo y su coraza fulgura el sol”. (Ibíd.) [Discurso épico].

Narrador : Le atribuye al protagonista una acción positiva como exclusiva (la dádiva de los caballos y vacas a los repobladores). No obstante, esta acción fue, históricamente, autorizada en primera instancia por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón (Bernand, 1999: 31). Garay, según versiones historiográficas, no fue el sujeto de hacer; al menos no exclusivamente, como lo construye textualmente Mujica Lainez en su relato.

Orden del parecer (Caracterización positiva e idealista): “Dijérase un Galaor, un Amadís de Gaula” (p.31).

Lo anterior nos llevó a preguntarnos: ¿por qué esa puesta en énfasis literaria, por parte del escritor, de valor extremo positivo en un caso, y negativo en el otro, a los fines de dotar de sentido estos dos personajes? ¿Por qué resulta negativa en la construcción del personaje Pedro de Mendoza (atribuyéndole incluso un crimen que no consta en las crónicas de Indias, Chouhy -2004: 42); y, de valoración inversa, positiva, cuando recrea literariamente el personaje Juan de Garay, a quién atribuye la función de Destinador de esos objetos de valor que constituyen los caballos y las vacas, cuando históricamente, no fue una acción exclusiva de Juan de Garay, sino una decisión autorizada, destinada en última instancia por el último Adelantado, Juan de Torres de Vera y Aragón (Bernand 1999: 31)?

La respuesta de estas cuestiones cobra sentido y resulta comprensible, al atender que la segunda y exitosa fundación histórica de la ciudad se produjo por el accionar de aquel ascendiente lejano e indirecto del escritor, que resultó ser el mismo Juan de Garay. Al respecto, Juan Bautista de Mujica y Gorostizu, el primer Mujica llegado a la Argentina a mediados del s. XVIII, se casó con una descendiente del segundo fundador de Buenos Aires (Cruz, 1978: 15-16).

Acerca de los inicios de la institución literaria argentina .

En otro relato el escritor recreó los comienzos de la institucionalización literaria en la reciente República, así como primero abordó la ‘existencia-parental’ de la Ciudad-Nación. Constatamos en ese texto que el narrador producido continúa efectuando la puesta en relieve de personajes y espacios, supuesta y remotamente familiares con respecto al agente social; y, particularmente, una representación del tiempo constituida por la explicitación de años precisos. Esto último, particularmente, con enorme potencialidad estratégica.

En primer lugar, resulta notable que en “X. El poeta perdido. 1835” (1949: 138-159), Mujica Lainez aludió, mediante ese año explícito, a la época de la fundación de la Librería Argentina de Marcos Sastre. Posteriormente, ratifica que “En enero de 1835, Marcos Sastre fundó su librería en la calle Reconquista”. (p.152) Sin detenernos en la diégesis, nos interesa señalar que el narrador informa también que “En 1832, durante los últimos meses del primer gobierno de Rosas, (…) se fundó en la casa de los abuelos de Cané la pomposamente denominada Asociación de Estudios Históricos y Sociales (…)” (p.149).

Tal Asociación…, representada en el relato como tres años históricamente previa al Salón Literario de Sastre, tiene por espacio asignado nada menos que la casa Andrade; es decir, la de la abuela de Miguel Cané, y por ende, ascendiente por rama materna del mismo Manuel Mujica Lainez. Allí, se reúnen –en el relato- personajes tales como Vicente Fidel López, Félix Frías, Miguel Cané, Juan Bautista Alberdi, Miguel Esteves; es decir, importantes exponentes históricos de la llamada Generación romántica del ’37. El mismo escritor supo referirse a este origen privado, familiar de esa casa, literalmente como la de “mis antecesores” en un artículo bastante posterior, titulado “De la oratoria” y publicado en La Nación en el año 1981 (1986: 147-150). No obstante, Ricardo Rojas, en su Historia de la Literatura Argentina, sostuvo una versión ni tan precisa ni tan ilustre respecto al lugar en el que funcionó aquella Asociación de Estudios Históricos y Sociales. Institución que iba a ser la base intelectual, por otra parte, de la futura Asociación de Mayo (1948: 218). Al respecto, Rojas afirma que: “Los jóvenes amigos de López y Cané, reunidos para esta asociación, alquilaron una casa en la calle Venezuela, entre Perú y Bolívar, -barrio que continuaba siendo el más típico de la tradición virreinal” (1948: 217, énfasis nuestro). Como se observa, nada se explicita en cuanto a que esa casa haya sido efectivamente la de los abuelos de Miguel Cané. Baste objetar que la misma, habiendo sido alquilada, no pudo ser –en ese caso- la propiedad Andrade.

En ese sentido, ante esta versión de un historiador literario de la talla y autoridad de Ricardo Rojas, ‘Manucho’ rescató, mostró, ese, su espacio familiar partícipe de la génesis de la Asociación… y su pretendido rol fundacional con respecto a la incipiente literatura nacional. Es decir, en otras palabras, la puesta en práctica de un discurso literario-ficcional, aunque verosímil [4] , desde el cual el escritor recreó ciertos sucesos, y que constituyó la apuesta última por materializar una tradición selectiva familiar; ahora con respecto a los albores institucionales de la literatura nacional. Así, constatamos que Mujica Lainez propuso “(…) una versión intencionalmente selectiva de un pasado configurativo y de un presente preconfigurado, que resulta entonces poderosamente operativo dentro del proceso de definición e identificación cultural y social.” (Williams, 2000: 137).

Igualmente, en otros relatos Mujica Lainez abordará la Reconquista (1806) y Defensa (1807) de la ciudad durante las invasiones inglesas, cobrando protagonismos –en uno u otro caso- un espacio doméstico de un antepasado suyo, y el personaje Jacobo Adrián Varela (ascendiente histórico del agente por línea materna). [5]

Por otra parte, podemos notar que aún cuando muchas de lasacciones de las diégesis referidas tienen por espacialización el ámbito doméstico (privado), resulta comprobable la recreación verosímil de un ‘impacto público’ a través de la relación de acontecimientos que más o menos se homologan a los grandes hitos-próceres de la Historia nacional.

4. Recreación del ocaso de clase: Proximidad temporo-espacial y alternidad social decadente (1951 – 1957). [6]

4.1. Variaciones de condiciones objetivas.

Respecto a la producción de esta segunda sub-temática, “Decadencia de la presente ‘sociedad porteña’” (1951-1957), observamos –primero- nuevas condiciones objetivas que generaron a su vez cambios importantes respecto a la manera de concebir ciertas opciones discursivas; y más específicas aún en la manera de concebir, en última instancia, relaciones interdiscursivas historiográfico-ficcionales.

En primer lugar, debe señalarse la proximidad temporal respecto a una condición que recayó directa y negativamente sobre el agente social: su desplazamiento como funcionario del Museo Nacional de Arte Decorativo por parte del peronismo. También, sus viajes internacionales como periodista para el Ministerio de Relaciones Exteriores resultaron comprometidos para entonces.

Es oportuno recordar que en1951, el intervencionismo a instituciones privadas del orden periodístico-cultural recrudece. El caso más conocido, resultó ser la expropiación del diario La Prensa (Sigal, 2002: 512-513). Paralelamente, comenzó el proceso de “peronización de las instituciones” y que en 1952 significó -en el Congreso- la conversión por ley de la “Doctrina Peronista” en “Doctrina Nacional” (Torre, 2002: 55-56).

Con el intento de un atentado personal sobre Perón, se iniciaron prácticas de comandos peronistas y antiperonistas que motivaron “una amplia e indiscriminada detención de dirigentes y personalidades opositoras; entre los casi cuatro mil arrestados se contaron desde Alfredo Palacios hasta Victoria Ocampo” (Torre, 2002: 62). Escritores liberales como el de nuestro estudio sintieron así vulnerada y en riesgo latente cada vez más sus libertades individuales. En relación a estas condiciones se explica la participación en el campo político de M. Mujica Lainez como candidato a diputado por el Partido Demócrata para las elecciones de 1951 (Cf. Cruz, 1978: 6).

Respecto a lo económico acaecieron dos condiciones que complicaron aún más la percepción negativa general sobre el periodo y el peronismo en particular. Una de orden climático: dos sequías sucesivas durante 1951-52, acrecentaron el déficit externo. Por otra parte, la pronta recuperación de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, redujo drásticamente las importaciones. Por ende, se llamó a consumir menos y a producir más; las carencias de bienes comenzaron a sentirse. (Cf. Torre, 2002: 64).

Por otra parte, resulta conocido que bajo estas condiciones se produjo finalmente el alzamiento militar del 16 de septiembre de 1955 que derrocó a Perón; la Revolución Libertadora.

Respecto al sistema de relaciones literario, debemos señalar que no podemos soslayar la emergencia de una nueva generación de escritores y críticos literarios que fueron manifestándose –en particular, desde 1953 y con más fuerza durante 1955- a partir de una producción literaria y ensayística que posee como común denominador la crítica a la -hasta entonces- predominante definición de lo literario: el paradigma de lo bello, el “escribir bien” y lo universal. Representantes distinguidos de la novel y denominada “Generación del ‘55” fueron David e Ismael Viñas, J. J. Manauta, Andrés Rivera, Haroldo Conti, etc. Algunos de ellos, escritores fundadores y/o nucleados en la revista Contorno (Cf. Capítulo: 1249) Para éstos, “se hizo evidente que el país podía y debía asumirse en términos políticos, que no había compartimientos estancos, que cada nivel de la realidad se relacionaba con otros niveles, y que la literatura no estaba libre de la contaminación política, económica e ideológica” ( Ibíd., p.1250). Sin duda, la complejidad del peronismo fue determinante respecto a la factibilidad de estas tomas de posición emergentes.

Por otra parte, avanzado el peronismo, advertimos que gravitaron y se actualizaron ciertas tomas de posición liberales (desde el ensayo particularmente), como las provenientes por parte del consagrado escritor Eduardo Mallea y el más reciente Héctor A. Murena.

Mallea fue miembro de la élite argentina –caro para ‘Manucho’ y faro intelectual de La Nación- defendió el “ser nacional” del denominado, peyorativamente, “aluvión inmigratorio”. En Historia de una pasión Argentina (1937, ya en pleno proceso de migración interna) supo postular, entre otras cuestiones, que la Argentina está integrada por dos Argentinas: la visible y la invisible. En parte, la primera se proyecta con una clase dirigente, de cuño inmigratorio, que no sabe transformar y crear una realidad nacional digna y comunitaria. No obstante, para encontrar la realidad auténtica de la Argentina, resulta necesario buscar la Argentina invisible, la pura: muchas veces, la del hombre del campo y los creadores que moran el hinterland argentino (el interior del país) (Cf. Mallea, 1990; Hernando, 2007: 58-59, A.A.V.V., Capítulo: 1276)

Por su parte, H. A. Murena sostuvo en una obra clave de su pensamiento: El pecado original de América (1954), que los americanos tenemos conciencia de haber nacido con una misteriosa culpa, de carácter geográfico-cultural: somos desposeídos porque hemos dejado la historia al irnos de Europa. Por ende, padecemos un sentimiento de desposesión, de vacuidad, del que resulta la incomunicabilidad y la imposibilidad de aprehensión del conocimiento verdadero (con el enciclopedismo sólo es posible evadir la desdichada realidad americana), de la fe, y de formas de arte intelectualizadas (aferradas a preceptivas europeas -no propias- y ya superadas en el viejo mundo) (1964)

Al respecto, en esta tesis de Murena pudimos encontrar características y pathos que Mujica Lainez atribuye a ciertos personajes de la novela Los viajeros (1955). Adolfo Mitre escribió en La Nación las líneas que siguen como parte de una reseña sobre la reciente edición: “extraños habitantes de una de las alas de un anacrónico caserón, orillas del Paraná, que viven con la sensibilidad, la mente, la esperanza ‘puestas’ en Europa por reacción contra la pequeña ciudad (…) y a la cual (…) ellos detestan” (1955).

4.2. La recreación alterna/distante de la “sociedad porteña” decadente y su cercanía en el tiempo.

Advertimos, en cuanto a estas novelas, la opción por elementos claramente ficcionales: creación de personajes principales sin registros de existencia histórica (casi por oposición a como construyó los relatos realistas anteriores). Por ende, una toma de posición mucho más laxa, menos rigurosa, con respecto a la previa documentación histórica minuciosa.

Por otra parte, las diégesis transcurren en tiempos relativamente cercanos a la época real de escritura de las mismas; lo que las torna historias “contemporáneas”, opuestas a tiempos mucho más lejanos, abordados en los relatos producidos en el lapso 1949-1951.

En la mayoría de los casos los personajes representados padecen decadencia, producto de condiciones del presente que no sienten ya como propias. Cierta añoranza y nostalgia por el pasado, más o menos remoto, están manifiestas literariamente en estas novelas.

Ahora, y en relación a lo anterior, los personajes en decadencia nunca son personajes familiares. Resulta notable la omisión respecto a referencias enunciadas capaces de sugerir la representación e identificación ethica inmediata del propio agente social –a través de sus narradores.

Trataremos, a continuación, dos aspectos diegéticos comunes a estas novelas. Elementos que le confieren cohesión sub- temática a esta parte del corpus.

4.2.1. La espacialización como reclusión y evasión.

Todas las diégesis ya no refieren aquel Buenos Aires esplendoroso, misterioso, mítico, sino el realista en su decadencia bastante actual (siempre respecto al tiempo real y referencial en el que se realizaron las enunciaciones).

Por otra parte, las casonas en las que aparecen recluidos los personajes –con excepción de La casa (1954)- se inscriben en un espacio mucho más vasto y alejado de lo urbano; más bien en zonas suburbanas o de naturaleza campestre (Cf. Los ídolos -1953, Losviajeros -1955, e Invitados en el Paraíso -1957). Este repliegue artizado que Mujica Lainez procuró a sus personajes de sectores distinguidos, aunque en claro retroceso social, pudo responder –por el disgusto propio de los tiempos presentes- a una forma estético-literaria que actualizó el imaginario contemporáneo y relativamente conservador de escritores tales como los referidos E. Mallea y H. A. Murena.

Asistimos, también, a una privatización de laespacialización, pero ahora designo negativo”, en la que la reclusión doméstica, la introspección y la incomunicabilidad, forman parte en la representación literaria de esa estructura de sentimientos evasiva de los sectores sociales medios-altos y altos con respecto al proceso social contemporáneo, ya avanzado el primer peronismo. [7] Con respecto a la espacialización -la categoríanarrativa más ideologizada, conjuntamente con la deactorialización durante el proceso de esta segunda sub- temática-, la crítica de la época ya se expedía, aunque no advirtiendo ese cambio sub-temático pasible de ser discriminado. Luis Soler Cañas, escribió en noviembre de 1953 y en relación a Los ídolos (aunque bien valdría como leit motiv para toda la “saga”), lo siguiente:

Mujica Láinez describe la existencia y el clima de un clan singularísimo que, el autor lo señala, habíase construido muros y celdas que los alejaban de la vida verdadera para sumirlos en una existencia falsa, dorada, mágica, extraordinaria en cierto modo (…) pero en el fondo ajena a las cálidas vivencias de la realidad común. (1953: 145)

El mismo Mujica Lainez, en el marco de esta misma novela, sostiene la representación de la efectividad evasiva en el espacio doméstico:

(…) el castillo y sus huéspedes parecían totalmente separados del resto de la gran estancia que bullía más allá del parque, severa, eficaz, con el afán de sus tareas –las yerras, las esquilas, los aportes, los rodeos- como si la existencia campesina, cotidiana y simple, tan diversa y monótona, nada tuvieran que ver. (1953: 145)

Por su parte, Antonio Tovar sostuvo que “es sólo posible con esta sociedad de snobs (…) se alza un artificial castillo medieval, y en él se encierran ‘para no ver lo de afuera’, para irse a Europa, para hundirse en el decadentismo finisecular”. (1971)

Por otra parte, llama la atención encontrarse ya en 1950 con fragmentos discursivos del escritor –no de la producción literario-ficcional-que aluden a condiciones objetivas comentadas y agravadas durante el segundo mandato de Perón; las que condicionan ese pathos opresivo, recluso, durante tal coyuntura. Curiosamente, el escritor recurre en esta escritura no-ficcional nuevamente al motivo de la casa como espacio de supuesta protección, reclusión e introspección (esta última, concebida como “encierro” de la propia subjetividad). Así, en el marco de premiación de la “Faja de Honor de la SADE”, Mujica Lainez discurrió el fragmento siguiente:

Este año ha sido bueno para la literatura argentina (…) las circunstancias no fueron propicias, pero cada uno se encerró dentro de sí mismo (…) Hemos seguido en nuestros puestos, encendidas las pequeñas lámparas (…)

Venimos a esta casa, nuestra casa, nuestro hogar . Mientras se levante en la Argentina una casa como la que nos cobija hoy [sede de la SADE], el espíritu no deberá temer. (La Nación, 06/01/1950; cursivas nuestras).

La Nación , cenáculo del escritor, por su parte pareció responder a quienes criticaban el carácter artificioso y snobs de estos personajes creados por el escritor (ver ut. supra). Clara y, diríamos “sociológicamente”, aludió a los encierrosdiegéticos que recreó el escritor en cuanto a actorialización y espacialización:

Como en “La casa”, como en “Los viajeros” (…) donde los seres están adscriptos a un ámbito existencial característico- hay aquí un sitio limitado y cierto en el cual los protagonistas hacen pie; y, al igual que en aquellas narraciones, ese sitio, una chacra de los alrededores de Buenos Aires, no es el mero rincón buscado para convocar a una gente rendida a la extravagancia, sino el plano espacial que define y explica por qué tales personajes están allí . (La Nación, 13/10/1957; cursivas nuestras).

En este fragmento se alude al plano espacial, ese “rincón” que “define y explica” por qué los personajes están allí. Parece insoslayable no percibir la apelación, desde la ficción, a la dimensión extra-discursiva, referencial, de exclusión y repliegue que recayó sobre esos sectores sociales tradicionales que sintieron esa relegación como un determinismo social: de ahí que, en última instancia, el espacio “define y explica por qué tales personajes están allí”. Esto, en definitiva, –tal como sugirió LaNación- alerta acerca de lo que podría ser ‘ malinterpretado’ en tanto personajes que se rinden hedonistamente “a la extravagancia”.

Contorno , por su parte señaló también este repliegue del “Buenos Aires señorial”, desde la crítica realizada a Los viajeros (1955), pero que deviene general al tener en cuenta también las dos novelas previas de “la saga…” (Los ídolos y La Casa): “Privados de exteriores, los personajes de Manuel Mujica Lainez sólo pueden desarrollarse en el tiempo” sostuvo Rodolfo Pandolfi (1955: 37). Añadiríamos, sin prácticas constructivas y exitosas:

4.2.2. El ocio improductivo.

Con respecto a este otro elemento común en estas novelas, Adolfo Prieto, en una reseña publicada en Contorno en 1953, advirtió y reclamó –indirectamente- al escritor lo que sigue:

El ocio es condición implícita del quehacer artístico, pero no tiene que serlo necesariamente de las creaturas que pueblan su mundo, máxime si ese mundo tiene un estrecho contacto con una circunstancia temporal y espacial determinadas. (1953: 5)

Desde nuestro abordaje socio-semiótico se torna clara la alusión al peronismo y la preconización por parte de éste de la cultura del trabajo y la producción; más aún, para 1953 cuando económicamente el régimen político –como señalamos- ya había comenzado a instaurar su política de austeridad y mayor generación de recursos propios (Cf. Torre, 2002: 64-66)

En este sentido, cuando la crítica tradicional ha interpretado cierta ironía practicada aparentemente sin concesiones por parte de M. Mujica Lainez, aún sobre sectores sociales con los que se identificó (Cf. Capítulo: 1215), uno debería sospechar y preguntarse: ¿Hasta qué punto es ironía lo que recae sobre estos sectores sociales todavía distinguidos –aunque en retroceso-, o es esta ostentación del ocio lo que deviene en ironía para con el peronismo y su apologética laboral ?

Prieto parece casi advertirlo cuando remata:

Como los personajes de Los ídolos viven, hablan y mueren a contramano de los millares de argentinos que conocemos en el comercio social [es decir, ociosos, improductivamente], concluimos afirmando su falsedad aunque más no sea por la urgente obligación de recordar que nosotros somos reales . (1953: 5)

5. A manera de conclusiones.

Establecimos coherencias en relación a discurso / condiciones objetivas de producción (orden extra-discursivo), a lo largo de la trayectoria literaria parcial que nos ocupó de Manuel Mujica Lainez (1949-1957). Por lo tanto, abordando el análisis que va del producto discursivo al proceso de producción, constatamos que:

- Ciertas condiciones objetivas del proceso social global, y del campo literario, impactaron negativamente en la trayectoria de M. Mujica Lainez: su posición no tan reconocida, relegada sobre todo a partir de 1946, y más comprometida hacia 1950.

- Durante el proceso de su primera sub-temática, su posición particular permitió explicar/comprender su toma de posición, mediante la enunciación de algunos relatos histórico-ficcionales que recrearon una verosímil tradición selectiva parental y diferencial con respecto a:

a) su condición social y literaria (excluyente respecto a los escritores y las fracciones sociales-populares peronistas),

b) su posición relativa e ideológicamente inclusiva, respecto a la filiación con otros escritores provenientes de fracciones y valores liberales y de grupos portadores y potencialmente dadores de legitimidad ( Sur, La Nación).

- Por otra parte, al acercarse a su presente histórico de enunciación, M. Mujica Lainez abordó la temática de la decadencia social porteña de esas capas tradicionales. La representó a través de personajes enteramente ficcionales –ya no familiares/históricos- y cercanos en el tiempo; justamente por oposición a aquella lejanía temporal trabajada en primera instancia. No resultó casual que la decadencia artizada sobre estos sectores próximos al escritor se tornó un motivo literario, justamente cuando las condiciones objetivas implicaron para él (y las posiciones institucionales que ocupaba) blancos de mayores perjuicios.

Por otra parte, en cuanto a las operaciones discursivas que vehiculizaron las dos tomas de posición referidas, las hallamos materializadas artísticamente en:

* Durante el primer transcurso de la primera etapa temático-nacional : sub-temática del “ Enaltecimiento del pasado nacional, prócer-familiar” (1949-1951).

- La decidida opción interdiscursiva ficción-historiografía –vertebral al corpus analizado.

- La articulación, directa y posible por la opción anterior, de una puesta en énfasis del recurso socio- genealógico del agente, en tanto una opción escrituraria viable de diferenciarlo y (auto)legitimarlo como escritor, al producir una tradición selectiva (familiar) histórico-legendaria. Esta última, legítima y propia de las fracciones sociales tradicionales, con las cuales se identificó en tanto descendiente-heredero y de las cuales aspiró reconocimiento ulterior.

- La representación de personajes ascendientes que logran sus objetivos, a veces inscritos desde ámbitos privados, pero siempre con un beneficio público y con trascendencia histórica indiscutibles. Esto lo demuestran los grandes acontecimientos artizados: Recreación prócer-parental (tradición selectiva) de los grandes sucesos familiares-patrios.

* Durante el segundo lapso de la primera etapa temático-nacional : sub-temática de la “ Decadencia de la presente ‘sociedad porteña’” (1951-1957).

- Notable toma de distancia respecto a la recreación de personajes con origen histórico-genealógico. Por ende, pérdida de rigor historiográfico respecto a los datos artizados y significativa libertad heurística en los personajes elaborados.

- La utilización de esos personajes ficcionales al momento de enunciar la decadencia de sectores sociales contemporáneos y que fueron comunes a la pertenencia social del agente social.

- La representación de personajes introspectivos, incapaces de comunicarse entre sí, aislados en prácticas pueriles -cuando no proyectos faraónicos inútiles- que no trascienden y dignifican, y que suponen un ocio mayúsculo y, ulteriormente, inane.

- La inscripción de los personajes en espacios domésticos que los evade y protege, o parece protegerlos, de una vida exterior –a veces amenazante e implacable- con la que no se identifican, ni comparten axiológicamente.

Por último, observamos también que no resultó casual que el agente terminara los libros de relatos breves (que constituyen la primera sub-temática) con dos relatos respectivos, que tienen por tiempo diegético los años 1924 –Aquí vivieron… (1949)- y 1904 –Misteriosa Buenos Aires (1951). Precisamente, el ‘tope’ diacrónico literario en esos dos libros que enaltecen la historia de la ciudad y sus hacedores, no llega a ser el más temprano de los tiempos referidos en las novelas de la “Saga de la sociedad porteña”. Estas novelas transcurren en tiempos que, referencialidad mediante, fueron –en gran medida- la de los gobiernos populares yrigoyenistas, primero, y peronistas después. Tiempos ‘decadentes’ para la axiología liberal-conservadora que, llevados a la práctica literaria, no permitieron sostener una homogénea Temática Nacional sino al menos dos sub-temáticas, con las características que explicamos/comprendimos: Una que identifica familiarmente y enaltece al escritor, la otra, -en gran medida- sentida como alterna.

Quizás el no reconocimiento de la crítica tradicional de estas dos sub-temáticas tenga su principio explicativo en la insistencia de que los sectores referenciales, artísticamente abordados por ‘Manucho’ siempre hayan sido las capas tradicionales de la sociedad, sin atender suficientemente el tratamiento diferencial de los personajes y aún de los espacios.-


6. Bibliografía.

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[*] Licenciado en Letras Modernas, Doctorando en Letras –CIFFyH, Facultad de Filosofía y Humanidades, U.N.C. / CONICET-. Miembro del Equipo de Investigación “Gestión de las prácticas discursivas”, CIFFyH / SECyT–U.N.C. fernaser60@hotmail.com. Recibido: 07/2010. Aceptado 09/2010



[1] Utilizamos, así, algunas categorías interrelacionadas, provenientes del marco teórico-metodológico referido (Mozejko-Costa, 2002). Advertimos que las empleamos aquí sin hacer un uso sistemático de la totalidad de la propuesta.

[2] Ver Adolfo Prieto, Literatura y subdesarrollo, Rosario, La Biblioteca, 1968, p. 65.

[3] Hacemos uso aquí de categorías semiótico-literarias propuestas por A. J. Greimás (1989).

[4] P. Hamon supo categorizar verosimilitud en tanto “código ideológico y retórico común al emisor y al receptor, que asegura en consecuencia, la legibilidad del mensaje mediante referencias implícitas o explícitas a un sistema de valores institucionalizados (extratexto) que ocupa el valor de lo ‘real’ (…)” (Cit. en: Mozejko de Costa, 1994: 98) Esas referencias pueden ser –entre otras-, la intertextualidad; ciertas opciones en las categorías espacio-temporales (“La ubicación de los actores y sus programas en espacios cuya existencia reiteran otros tipos de discursos –(…), el discurso geográfico, la cartografía, etc.- contribuyen a producir la ‘ilusión de lo real’”). (Ibíd., p. 103).

[5] Nos referimos a los relatos “VIII. Los Reconquistadores. 1806”, relato perteneciente a Aquí vivieron… (1949: 111-122) y a “XXIX. La casa cerrada. 1807” de Misteriosa Buenos Aires (1951). Hemos trabajado un análisis minucioso de éstos y otros relatos en: Fernández, 2009.

[6] Consideramos 1951, en rigor desde setiembre de ese año, como inicio de esta sub-temática, ya que resultó ser cuando Mujica Lainez dio inicio a la escritura de Los ídolos (1953).

[7] Raymond Williams propone –entre otras- esta definición de estructura de sentimiento: “un tipo de sentimiento y pensamiento que es a la vez social y material, pero en una forma aún embrional, antes de poder convertirse en un intercambio definido y completamente articulado. Sus relaciones con lo ya articulado y definido son, por lo tanto, excepcionalmente complejas” (Cit. en: Plotkin, 1991).