NARRAR LA MILITANCIA DE LA VIDA Y ASÍ MIRAR HASTA COMPRENDER

(Entrevista realizada en febrero de 2017 a la escritora cordobesa María Teresa Andruetto)

Por: María Eugenia Argañaraz [*]

María Teresa Andruetto, autora cordobesa que cuenta con un cúmulo de obras en donde se cruzan temas tan diversos como cotidianos, ha logrado ubicarse en un canon diferente al que por mucho tiempo se estableció en nuestro territorio nacional. María Teresa cuenta con una cualidad descriptiva única en donde conjuga temáticas que aparecen en obras de la LIJ y en narrativa adulta. Esto último sin el objetivo de rotular, ni de armar etiquetas, porque no es solo eso, dado que ella misma en Hacia una literatura sin adjetivos [i] sale de ese lugar y nos explica que no es una simple estrategia didáctica. La literatura Infanto Juvenil es mucho más y es para todxs. No existen encasillamientos, no hay fronteras ni muchos menos actos funcionales, no se lee ni se escribe para una función moralizante; sino que un lector lee o un escritor escribe, porque está mirando de un modo más intenso.

María Teresa, en su narrativa, escribe y nos muestra que todo su hacer deviene de lo que ella es. Le interesa, en cada uno de sus relatos, comprender, mirar detalladamente porque sabe que lo que produce, no solo ella, sino cualquier escritor, tiene costos y beneficios para quien escribe y, desde luego, para quienes leemos. Su escritura hace pie en el centro de lo que la incómoda, de lo que quiere y debe poner en cuestión, nada es casual ni aleatorio para la autora cordobesa.

En la entrevista que a continuación se inicia, Andruetto nos habla de su proceso escritura, de lo que es para ella el reflexionar con un propósito, de los modos y estilos que elige para contar aquello que la inquieta con curiosidad, interpelándola al punto de no perder de vista que la escritura es un hecho político y que dentro de este, también es vida, la vida misma. Lo llamativo es su modo de contar en un espacio que no le es ajeno, lugar destinado a la escritura creativa que se vuelve espacio de experimentación con la palabra.

Escribe para recuperar la palabra y su universo pleno de significaciones (Andruetto; 2013: 55). Es consciente de sus posturas, sus opiniones, de cada una de sus búsquedas. Se inquieta por la mirada y la voz, cuestiones que pueden presentarse como categorías trascendentales que su enriquecedora obra literaria alberga. Al momento de empezar a escuchar y dialogar con Andruetto comprendemos, tal y como ella lo argumenta, que se puede mirar un acontecimiento de múltiples maneras. No porque no lo hayamos comprendido antes, sino porque analizamos, de un modo más profundo. En la vida no hacemos otra cosa más que mirar y muchos observan tanto, en demasía porque solo quieren comprender. María Teresa demuestra una vez más, como ya lo venía sosteniendo, que escribir es un modo de MIRAR muy intenso. Ella actúa como una cámara fotográfica que no pone el ojo en cualquier lugar, sino que elige resaltar aquellas situaciones que, a los miembros de una sociedad, más le inquietan.

Nos adelanta también un próximo trabajo a editar, nombrándonos títulos que nos llenan el pensamiento y el cuerpo de curiosidad y habilita, una vez más, trabajos de investigación que la crítica literaria cordobesa cada vez explaya más. La Tere, como muchos le llamamos, nos alberga en su casa de Cabana y dialoga horas infinitas, contribuyendo a una crítica local y regional que cada vez se difunden más. Ubica sus palabras desde una convicción propia, reflexiona sobre los procesos escriturales, las temáticas de sus obras, sus referentes, como también las circunstancias que la inspiran a relacionarse, de manera constante, con la narración.

Para Andruetto interesa, por sobre todo, la búsqueda de una voz propia, en días en que es más fácil en que otros hablen por nosotros. Porque es justamente esa voz propia lo que más cuesta encontrar y de allí entonces lo riguroso de tratar de ponernos en cuestión. Tarea que cada individuo no debe dejar de lado. Por eso es que también el “resistir desde la escritura” consiste quizá, en crear espacios que sirvan para reflexionarnos una y otra vez; dado que la lectura es una cuestión de Estado y es ese Estado el que debe apoyar la circulación libre de cada una de esas lecturas que operativamente harán de nosotros seres reflexivos y críticos.

Andruetto apunta a lectores despiertos, voraces. Configura narradores que no trabajan inocentemente con intereses que no siempre conocemos, narradores que no cosechan la certeza, generando que los lectores tengamos la necesidad de llevar a cabo la reconstrucción en diversos planos. Hay en ella, en su escritura e incluso en sus lectores, un compromiso intenso que genera constantemente la reflexión de los acontecimientos tanto pasados como presentes.

En esta charla la escritora cordobesa nos demuestra que escribir es un trabajo de orfebre tan cuidadoso como imponente, ella dirá en Hacia una literatura sin adjetivos:

Quien escribe busca una forma para eso que no tiene forma y que por eso es incomprensible, busca un continente para un contenido que se escurre o se desborda. Y lo que encuentra es una voz apenas, susurro de lo que no se sabe decir, de lo que no se puede decir, de lo que nadie enseña a decir (…) Un escritor es un buscador cuyo placer más puro es encontrar entre miles de palabras, las palabras… (Andruetto; 2013: 21).

Exponemos, entonces, el tiempo que Andruetto nos ha brindado, tiempo convertido en relatos extraordinarios, pero, sobre todo; tiempo transformado en memoria que se rearma cada día, enseñándonos que la palabra no solo es resistencia, sino que también es voz propia configurada en espacios que nos permitan pensar y re-pensarnos dando lugar a la única voz capaz de resguardarnos: la voz del disenso.

“La imaginación es un vuelo que surge de lo real”

-¿Cómo consideras el espacio biográfico en tus obras a la hora de narrar?

María Teresa - Mi obra en realidad parece más autobiográfica de lo que es y creo que tiene que ver con el modo de trabajo. Entra lo biográfico porque considero que es casi imposible que no entre en una ficción; pero a la vez cuando uno intenta escribir lo biográfico es difícil escapar a la ficción y ser puramente fiel a lo biográfico. Yo no considero que haya una trasposición, creo en la escritura. Y cuando digo escritura digo que creo en el trabajo de cocción que la escritura hace con la vida. Para mí la ficción es el paso de lo crudo a lo cocido, como hizo la humanidad en la cuestión antropológica. Hay elementos que utilizo que quizás han estado en mi vida, pero no fueron puestos ahí para captar mi propia vida, sino al servicio de lo funcional.

Justamente ahora tengo entre manos un cuento y a medida que escribo veo cómo la materia se transforma [ii] . La que más podría parecer autobiográfica es Lengua Madre, pero en Lengua Madre ¿qué podría decir yo que es lo autobiográfico?: la mujer de mi edad quizás, cada una de las tres mujeres de la novela tiene rasgos míos, rasgos que yo puedo percibir en mí. Busqué un dato biográfico, mi vida en Trelew un año y medio, para ubicar allí a Julia. Pero no porque yo quisiera contar lo que a mí me pasó ahí; sino para darle más credibilidad a algo ficcional.

-Y con respecto al exilio interno, ¿Ese año de tu vida en Trelew, tuvo que ver con el origen de Lengua Madre?

MT- Cuando viví en Trelew me llegaban cartas de mi madre desde mi pueblo, a través de un señor que transportaba ataúdes a Trelew. Porque en Oliva había una gran fábrica de ataúdes, entonces mi madre aprovechaba para enviarme cartas y cosas.

Fueron años duros, una vida al margen, Viví en lugares desagradables, pero también hubo amigos que me ayudaron y algo de ese espíritu está en Lengua Madre. No tiene tanto que ver con hechos, sino con sentimientos, porque la emotividad si es verdadera.

-¿Te interesa la manera en que el escritor rearma en la ficción?

MT -Lo que es interesante es quizás el modo en que puede rearmar la vida de los demás o la propia vida.

Cuando era chica pensaba que no podía ser escritora porque yo no tenía una vida interesante. En esa misma época, una amiga, muy íntima, vivía frente al ferrocarril, entonces nos quedábamos horas imaginando cómo sería la vida de aquellos que veíamos tras las ventanillas del tren. Lo interesante de escribir es, me parece, descubrir algo de la vida de los otros.

-¿Cómo es la conformación de los personajes en tus obras, por ejemplo con Julieta de Lengua Madre?

MT- Imaginé a Julieta en Múnich porque de joven pasé tres meses con una beca en esa ciudad. Pero lo que ella vive no es lo que he vivido yo. En cuanto a Julia, tenemos en común una cuestión generacional atravesada por el compromiso político.

Ahora también estoy escribiendo un cuento, parte de una nota sobre los Salgan (padre e hijo). Leo algo de la relación de padre e hijos y empiezo a indagar en torno a eso y se me aparecen miles de cosas que tienen que ver con los padres e hijos. Generalmente anoto todo como si fuera un lugar de almacenamiento y luego trabajo la escritura.

-¿O sea que este espacio biográfico tiene que ver con eso que ya planteas en La lectura otra revolución, en donde apuntas a que el narrador es una cámara, y vas poniendo el zoom donde te parece necesario?

MT -Para mí el narrador lo es todo, yo puedo tener una bolsa de residuos en donde voy colocando todo lo que voy recordando sobre un asunto, pero hasta que no tenga un narrador que mire y cuente eso, siento que no he empezado a escribir. El narrador siempre va a ser un encuadre que delimita qué entra y qué no; porque para mí es tan importante lo que entra como lo que queda afuera…y está también esa idea de que la imaginación es algo, cómo decir, un vuelo que surge de lo real, una mezcla que el trabajo de la escritura amasa hasta que logra tomar vuelo.

-¿Cuándo empezás a sentir que el lenguaje o tu lenguaje narrado está en tus manos?

MT- Cuando empiezo a sentirlo en ebullición, ahí nace la escritura. El escritor es como un cocinero y la escritura es cocción de cosas muy diversas. La gracia está en que esa cocción se haga de tal manera que no se noten los ingredientes.

- ¿El narrador es tu gran personaje?

MT – Sí. Es el personaje o recurso a quien le delego la palabra y por donde intento entrar y mirar ciertos hechos. En el caso deLos manchados son varios los narradores; en el caso de Lengua Madre hay por lo menos dos; uno de ellos es un narrador en tercera persona que sigue a Julieta de un modo tan próximo que parece una primera persona.

-¿Hay varios matices de narradores entonces?

MT- Aparecen en una multiplicidad de formas. Cuando tengo al narrador puedo encarar la escritura. Encontrar el narrador adecuado es para mí lo más importante.

En Lengua Madre pensé primero en una primera persona porque yo quería contar, desde adentro, los sentimientos de Julieta; pero ya estaban las cartas en primera persona. Por eso elegí una tercera para seguir a Julieta, como si su madre la mirase desde el más allá.

En el caso de La mujer en cuestión, el informante- narrador mira como un bicho a quien es la mujer en cuestión, se supone que está desafectivizado, tambalea, el tema lo desborda y quizás, se conmueve. Pero se conmueve hasta cierto punto porque está haciendo un informe, interesa por supuesto la materia a contar, como también interesa que ese narrador cuenta para alguien, para quien le encarga el informe y por eso pretende ser objetivo. Es un narrador machista y no es necesariamente afín a las ideas de Eva. Un narrador en el que quizás es difícil confiar.

En Lengua Madre en cambio, se trata de un narrador muy amoroso, narrador que tal vez habla para la conciencia de Julieta, para ella transitando ese lugar del duelo. En Los manchados finalmente, hay una narración coral, son varios narradores hablándole a Julieta acerca de más o menos los mismos asuntos.

-¿Cómo describirías el accionar de Julieta en Los manchados, teniendo en cuenta que está en la novela a partir de la interpelación de otros?

MT- Julieta se hace presente en la interpelación del otro, en la medida en que el otro la interpela y termina siendo el soporte de todas las voces. La figura del narrador es muy compleja. Un narrador en primera persona puede no estar diciendo la verdad, porque es a la vez personaje y como personaje que es, puede mentir, puede ocultar. Todo eso genera una ambigüedad en la escritura que deviene, creo yo, en riqueza de lectura.

-¿Hay tensiones entonces entre Lengua Madre y Los manchados?

MT- Sí, pero nada es intencional, aunque en el proceso de escritura advertí que iba sucediendo así. En un principio en Los manchados pensé que todo iba a ser contado por el personaje de Emérita, después me di cuenta que este personaje no me dejaba contar todo lo que Julieta necesitaba saber. Así surgió aquí la idea de serie, que es algo recurrente para mí, aparece en Sueño Americano, en Kodak, en Pavese (poemas), en Cacería y, desde luego en Los manchados; serie esta que no percibo en Lengua Madre ni en La mujer en cuestión; pero si observo entre estas dos novelas un juego de oposiciones; dado que Julieta mira el pasado en su línea materna y el pasado de su línea paterna. Entre madre y padre, cartas y relatos orales, llanura y montaña, inmigración y mundo criollo e indígena. Quizás esa mezcla, entre ambos mundos, es un poco lo autobiográfico. Todo eso se corresponde con experiencias muy vividas, aquello que aparece a pesar de uno, cuando imagina un mundo.

-¿Podríamos aludir a que la imaginación se vuelve también un todo aquí?

MT- Cuando una imagina, siempre algo de lo real. Se imagina a partir de lo real. Incluso en Stefano, que muchos han leído como si se tratara de la historia de mi padre. Lo autobiográfico no son los hechos narrados, sino algo del orden de lo emotivo e ideológico que sostiene esas historias.

-Viendo que los hechos sociales aparecen en tus novelas, ¿Cómo van entrando a la hora de la escritura?

MT- Ingresan mientras estoy escribiendo. En Los manchados por ejemplo, que demoré cuatro años en escribir, en medio de ese tiempo, me encontré, de modo un poco azaroso, con una religiosa que fue asistente de Angelelli. La escuché, escuché cada frase que persistieron en mi memoria y lo reciclé para uno de los monólogos de Los manchados, el de la Hermana Dora. Así creo que funciona, no se trata de un traspaso literal, más que eso, se trata de un llamado a atender el mundo real. No es un plan pre-establecido acerca de adónde llegar.

-¿Y tal vez surge una organización involuntaria de la narración?

MT- Sí, nunca hice un plan para ninguna de mis novelas, siempre el origen estuvo en algo que vi, que leí o que escuché. Pretexto sonaría como a una idea previa a la escritura y yo no considero que haya idea previa a la escritura. Las ideas surgen con la escritura misma, en el origen de algo. Hay una escena, y esa escena se convierte en una película que veo, que no puedo dejar de ver.

-¿Consideras que en La mujer en cuestión el narrador es el gran personaje?

MT- Sí, contundentemente sí, el narrador tiene más peso social junto con el resto de los narradores. Vuelve a Eva, el objeto en que depositan sus odios, sus amores. Este resto de cuerpo social está manipulado, de algún modo, por este personaje que recorta, a su manera, y cita como se le da la gana…

13-¿Por qué decidiste no ponerle un nombre a este narrador, no precisar para quién trabaja?

MT- Para volverlo un ser más oscuro, porque no sabemos prácticamente nada de él y tampoco sabemos muy bien para quién trabaja. Aunque parezca extraño el origen temático de La mujer en cuestión no fue la Dictadura Militar. Yo empecé a escribirla pensando/imaginando otra situación; la de una mujer que ya ha muerto, acerca de la cual opinan quienes la conocieron. Esa mujer podía tener mi edad y, entonces los años de mi juventud y los de la dictadura se impusieron. Apareció la figura del narrador informante y se reconfiguró todo.

La escribí de un modo vertiginoso, pero demoré mucho en publicarla porque no conseguía editarla.

- ¿La reconstrucción de las voces en La mujer en cuestión, es tan importante como la reconstrucción de la memoria y el pasado?

MT- En La mujer en cuestión, Eva está hecha a partir de las palabras de los otros, se va armando ante mis ojos al igual que ante los ojos del lector. Cada uno de los testigos habla del pasado, a su manera, porque no hay una sola memoria y porque toda memoria está hecha también de olvidos. El pasado no es el recuerdo, sino que es el construir. No hay una sola memoria, sino una multiplicidad. Siempre la memoria opera por selección y esa selección no es gratuita, en el sentido de que también es ideológica.

-¿Cómo entramas la otredad en tus narraciones?

MT- En La mujer en cuestión Eva es la otredad misma. En Lengua Madre, madre, hija y abuela son cada una de ellas las otras de sí. En Los manchados los que hablan son los otros y Julieta es, de algún modo, otra, una manchada.

-¿Estás de acuerdo con eso que muchas veces la crítica sostiene cuando dice que de las voces de los otros, deviene la propia voz?

MT- Cuando uno es pequeño tiene una mirada maniqueísta. Luego nos damos cuenta de que no todos ven lo mismo. Aparece la incerteza; y entonces algo de eso deriva hacia la escritura, dado que nada es seguro. Y eso es lo interesante porque no clausura, sino que abre. En esa multiplicidad de voces podemos encontrar una voz social. No hay una voz que cuente la verdad absoluta, sino que hay verdades precarias, así como sucede en la vida. En torno a esto hay una frase que entró en Lengua Madre, la escuché de boca de un amigo de mis hijas, hijo de padres desaparecidos, dijo lo siguiente: “quizá para mis padres la Revolución fue más importante que yo”. Si uno se pone en el lugar de los padres la verdad toma una forma, si se pone en el lugar de los hijos, la verdad es otra. La vida es así, compleja.

Creo también que la escritura nace de lo interno, que se alimenta de algo que lo externo, lo social, va dejando en uno. La sociedad imprime en los individuos ciertas marcas y luego, ese individuo, quien escribe en este caso, puede ingresar y extraer algo de la voz social, pasada por el crisol de lo más personal. En los mejores momentos de un escritor, quien habla por su boca es una sociedad que encuentra ahí su voz.

-Te quiero preguntar ahora acerca del viaje: ¿qué pensas del viajar? Teniendo en cuenta que muchos de tus personajes viajan.

MT- Yo descubrí, un poco sorprendida la frecuencia del tema del viaje en mis relatos. El primer viaje importante que hice fue a mis cuarenta años. No viajé de joven. Descubrí que yo soy hija de un viaje, el viaje de mi padre a Argentina, un viaje que él repasaba año a año. Fue el viaje el que lo hizo conocer a mi mamá, también la idea de la vida como un viaje que es una idea muy antigua. Para mí hay dos grandes tipos de novela: la novela de enigma y la novela de viaje.

En la novela de enigma todo gira en torno a un núcleo enigmático, La mujer en cuestión podría encontrarse dentro de este tipo de novelas. Y, en la novela de viaje; el personaje hace un traslado de algún tipo. Lengua Madre podría considerarse una novela de viaje en el sentido de que relata el viaje de Julieta hacia el re-encuentro con su madre. En Los manchados hay un viaje hacia el padre, hacia la memoria paterna. Diría que todas las novelas combinan esos elementos.

-¿Has leído a muchas mujeres, escritoras que cuentan con la marca del exilio interno? ¿Qué te interesa de esa escritura?

MT- Sí, desde luego. Escritoras donde la cuestión de la memoria y de lo doméstico es fundamental como en Tununa Mercado.

Me interesan las tantas maneras de ser mujer en relación con la escritura y las tantas maneras de aparecer las mujeres como personajes en las obras, No creo que se trate de un asunto tan plano, como tampoco considero que la realización de una mujer solo pase por ciertos lugares; la verdad es que una vida puede ser muy diferente para unos, y para otros. A veces una vida que parece muy sencilla y elemental termina realizándose de maneras muy misteriosas, eso es lo que más me atrae; las formas en que cada una es elegida por las circunstancias.

Las preguntas que siguen a continuación fueron respondidas por Andruetto de forma escrita. Nos pareció interesante resaltar esa diferencia que surge entre lo oralizado y lo escrito, visualizamos así el manejo de la palabra en lo dialogal, de modo directo, por la misma autora. La razón por la que agregamos más preguntas a esta entrevista se debe a que, una parte de ella, fue publicada por la revista Alfilo, medio de prensa de la FFyH –UN. Posteriormente, Recial y la colaboración de la autora nuevamente, han contribuido a que este diálogo sea más enriquecedor aún. Una vez más, coincidimos en que la investigación literaria sobre una de nuestras queridas escritoras cordobesas, no se agota, ni se suspende; sino que crece en cada encuentro; y por eso, nuestro agradecimiento a María Teresa y a la FFyH por este espacio para la palabra escrita.

- ¿Qué es para vos la memoria?, ¿La consideras como algo que muestra al pasado como un ejercicio de responsabilidad ético-política frente a la deuda que tenemos con la herencia que recibimos?

MT- Sí, es todo eso y mucho más. La memoria constituye, de modo esencial, nuestra condición humana, tanto en lo más privado como en lo público. La literatura es memoria y es con memoria sensible que se escribe, pero no centraría ni encerraría esa memoria sólo en la cuestión dictadura; por dar nomás un ejemplo, codirijo una colección de narradoras argentinas y considero a eso mismo como una forma de memoria acerca de la escritura de mujeres en nuestro país.

-¿Cómo reflexionas acerca de la manera en que los escritores leen y escriben sobre lo social?

MT -Es un asunto que me interesa especialmente y que me atraviesa creo por completo, cómo puede la ficción reflejar lo social y lo político sin renunciar a una experiencia potente de lenguaje y a múltiples y siempre nuevas formas de exploración en la lengua, que es la materia sobre/con la que trabajamos los escritores.

-Uno de tus personajes de Lengua Madre y Los manchados es Julieta, hija de madre víctima de la última dictadura cívica militar que lleva a cabo el proceso de insilio. No es una desaparecida Julia, pero sufre directamente el alejamiento de su hija por cuestiones sociales y políticas propias del “Proceso de Reorganización Nacional”. Teniendo en cuenta esto y el modo en que abordas el proceso político: ¿Qué reflexión podes contarnos acerca de la agrupación H.I.J.O.S que cuenta además con muchos hijos e hijas de desaparecidos que han creado un vínculo estrecho con la palabra y han hecho de eso una nueva literatura?

MT- Tengo un profundo respeto por las organizaciones de Derechos Humanos, cada una de ellas, en su particularidad, ha abierto paso para que la sociedad pudiera revisar el horror, elaborar el trauma social, juzgar por tribunales comunes y con nuestras propias leyes las atrocidades perpetradas. Eso en cuanto a la organización H.I.J.O.S, pero me parece que aquí tu pregunta apunta (o apunta también) a los hijos e hijas que escribieron ficciones desde su condición de hijos e hijas de desaparecidos. Hay mucha y muy buena literatura escrita por escritores que a la vez son hijos de desaparecidos o hijos de militantes presos o exiliados pero no asesinados, desde Laura Alcoba a Raquel Robles, desde a Marta Dillon a Patricio Pron o Félix Bruzzone, desde Julián López a Paula Bombara o la menos conocida escritora cordobesa (y también militante de H.I.J.O.S Córdoba) Florencia Ordoñez que escribió un libro extraño y a la vez entrañable que se llama Historia de un hada, por dar nomás algunos ejemplos. Hay mucho, pero aunque las relaciones y los vasos comunicantes son múltiples, quisiera resaltar que no es lo mismo H.I.J.O.S que HIJOS e hijos y entonces ahí entraríamos en las tensiones y diferencias entre militancia y literatura, de hecho no todos los hijos que escriben son de H.I.J.O.S , tal vez incluso haya alguno que ni siquiera sea afín a ese espacio de militancia, y también pienso que puede alguien que no sea hijo de desaparecidos ni de la generación de los HIJOS escribir ficciones desde la perspectiva o el punto de vista de esos hijos. En fin que son cosas muy distintas, incluso yo misma, que soy de la generación de los padres de esos hijos, o sea de la generación de los desaparecidos, podría creo entrar en la literatura de/sobre hijos porque en el caso de Lengua Madre y también en el de Los Manchados, me puse en el lugar de una hija.

- Muchos consideramos a Lengua Madre como una de tus grandes novelas porque incorporas allí fotografías, no es cualquier recurso el de la imagen, incluso ya Barthes en La cámara lúcida decía que a una foto no se la mira, sino que se la lee, no se retoma para él el pasado, sino que se visualiza lo que ha sido: ¿Cómo es que llegaste a la decisión de incorporar fotos en la novela?, ¿son reales?, ¿qué es para vos una foto?, ¿contas con algún escritor referente en dicho proceso?

MT- Cuando vi en una escena personal (en una mudanza encontré en un libro que hacía años que no abría, una carta que mi madre me escribió en 1976) la posibilidad de una novela (una mujer joven encuentra cartas con las que va reconstruyendo la vida de su madre y de algún modo la suya propia) supe que entre las cartas encontraría fotos, recuerdos, papelitos, de modo que escribí la novela sabiendo que cada tanto aparecería alguna foto, eran fotos de escenas que yo imaginaba, no tan alejadas de escenas familiares vividas y habituales en mi generación. Pensé que llegado el momento podía pedirle a algún fotógrafo (a mi hija, pensaba) que construyera esas escenas o que las buscáramos en algún banco de fotos en internet. Después, ya revisada la novela y conseguido editor, frente a la necesidad de buscarlas, en algún momento fui a una caja de fotos que tenía y tomé fotos propias y me vi de pronto autorizándome a mí misma a incluirlas. Son fotos que tenía en casa, algunas de mi propia vida y otras no, pero aun las que me implican están puestas ahí no en un sentido autobiográfico sino ficcional, aunque las conexiones entre una y otra zona producen, me lo han dicho, cierto efecto perturbador. En cuanto a si tenía algún escritor de referencia que hubiera usado este recurso, se me aparecía Sebald (utiliza en sus novelas/ensayos fotos personales que toman el rango ficcional) que es un escritor cuya obra me interesa mucho y que estaba leyendo intensamente en esos años.

- Por último. Ya adelantaste algo de un próximo volumen de cuentos que titulaste: No a mucha gente le gusta está tranquilidad, ¿podrías contarnos más acerca del proceso de creación de esta nueva obra? ¿Nos adelantarías más para todos aquellos que somos curiosos y que siempre tenemos a la ansiedad en contra?

MT- La escritura me acompaña desde casi toda la vida y hoy puedo ver en lo que he escrito, las etapas por las que pasé. En estos años han aparecido en los cuentos hombres o mujeres que miran hacia atrás y ven asuntos de su pasado que hubieran podido ser de otra manera, vidas que podrían haber tomado otros rumbos. Un poco tiene que ver con eso, creo que ese es un punto en común de estos cuentos sobre personajes en cuyas vidas parece no haber nada demasiado altisonante y sin embargo…

-¿Hay alguna otra novedad que nos quieras comentar? Sabemos que tus cuentos y el resto de tus obras son muy leídos en muchos lugares del mundo, especialmente en Latinoamérica, siempre hay algún lector de mundo que no deja de leerte y, también tu obra es estudiada críticamente. Muchos investigadores estamos siempre agradecidos con vos y con tu manera de contribuir continuamente al crecimiento de la investigación y de la palabra escrita…

MT- Acaba de salir en Bogotá, en la colección Frontera Ilustrada, de Babel libros, de Colombia, Los ahogados. Es sólo un cuento, en cuanto a los asuntos podríamos decir que trata sobre el exilio interno, una pareja con un niño que se esconden, tratan de volverse invisibles, y por el otro se trata de esos ahogados largados al río como tumba. El libro tiene conmovedoras ilustraciones a lápiz hechas por Daniel Rabanal. Pese a la dureza de todo, es un libro de factura muy bonita, estamos muy agradecidos los dos con María Osorio, la editora.

María Teresa Andruetto: Nació en Arroyo Cabral (Córdoba- Argentina) el 26 de enero de 1954. Lo familiar, los retratos identitarios, las mujeres, sus búsquedas; son algunos de sus grandes ejes. Refiriéndonos a su obra literaria para adultos escribió: Tama (2003), La mujer en cuestión (2009),Lengua Madre (2010), Cacería (2012), Los manchados (2015). Las nouvelles juveniles Stefano (2001), Veladuras (2005), La niña, el corazón y la casa (2011). Además los libros de ensayos:Hacia una literatura sin adjetivos (2008), y La lectura, otra revolución (2004). En cuanto a poemarios se encuentran, Beatriz (2005), Pavese/Kodak (2008), Sueño Americano (2008). Obtuvo numerosos reconocimientos, entre ellos el premio Hans Christian Andersen (2012). Dirige la colección “Narradoras Argentinas” para la editorial Eduvim de la Universidad de Villa María. Tiene ya varios cuentos inéditos, que aparecerán con el título de: No a mucha gente le gusta esta tranquilidad.



[*] Lic. en Letras Modernas. Adscripta en el equipo de investigación: Escritura, género, identidad y otredad en el Sistema Literaria Argentino Contemporáneo. Parte II. Dirigido por el Dr. Jorge Bracamonte y codirigido por la Dra. María del Carmen Marengo. Becaria CONICET-IDH-UNC. E-mail: eu_arga@hotmail.com.



1 Andruetto, María Teresa. (2013). Hacia una literatura sin adjetivos. Comunicarte. Córdoba. Argentina.

2 María Teresa Andruetto se encuentra escribiendo un cuento llamado “El hijo” que formará parte del volumen de cuentos inéditos: No a mucha gente le gusta esta tranquilidad.