IDENTIDAD Y ALTERIDAD EN LA LITERATURA ARGENTINA DEL SIGLO XX Y CONTEMPORÁNEA
Lucía Feuillet y María del Carmen Marengo
La problemática concerniente a los conceptos identidad /alteridad en la Literatura argentina tiene su auge en los estudios de la Literatura Latinoamericana durante la década del 90, con el impacto de la crítica postcolonial; sin embargo, en los estudios especializados en Literatura Argentina que se produce en nuestro país, con un paradigma de investigación predominante muy apegado a nociones ancladas en la Modernidad, esta discusión no tuvo un alcance o un arraigo efectivo, por lo que consideramos que realmente nos debíamos ese debate. [1] No se trata aquí de emular un gesto proveniente de un ámbito hegemónico internacional, sino de plantearnos nuevas preguntas, nuevos modos de abordar nuestro objeto, modos que cuestionen, desestabilicen, deconstruyan nuestras creencias. La noción de alteridad permite revisar las representaciones de sujetos marcados por su pertenencia social, étnica, de género, a la vez que rearticular la dinámica entre el yo y lo Otro-los otros. Es así que, en esta relación binaria, la noción de otredad requiere un complementario necesario que se configura con la noción de identidad. Alteridad e identidad son dos caras de una moneda determinadas por las operaciones de construcción social y personal que las definen.
Llama la atención, efectivamente, el poco interés en esta problemática que la crítica argentina abocada a la literatura nacional ha presentado, cuando la misma constituye un eje fundamental en la literatura del Siglo XIX: el proceso de formación de una identidad nacional en el que cobra un matiz problemático la opción de inclusión o exclusión de sectores advertidos como una alteridad, esto es, el aborigen, el gaucho, el afroargentino, el inmigrante, es la principal preocupación que nuestros intelectuales decimonónicos manifiestan en sus textos. Nos preguntamos qué sucede en el siglo XX y en la actualidad, puesto que nunca identidad y/o alteridad son categorías estáticas, sino parte de un proceso en revisión constante, reformulación, cuestionamiento.
En este sentido, los géneros literarios como conjuntos normativos, operadores de lectura y producción discursiva, con sus tradiciones ligadas a las prácticas específicas de los modos de configuración de las relaciones sociales, proponen modos diferenciales de representar lo identitario y la otredad. Por esta razón, en los siguientes artículos la narrativa, el teatro, la poesía, la autobiografía, el policial, entre otros, tienen modos específicos de definir lo propio y lo ajeno, que dialogan con la memoria, el exilio, el delito, el existencialismo, la experimentación artística en el amplio ámbito de la cultura, para proponer novedosos modos de interpretación de las problemáticas que atraviesan nuestro objeto de estudio.
El problema del Otro tiene su arraigo en múltiples disciplinas, como la filosofía, la psicología, la antropología. Así, desde autores como Jean Paul Sartre o Mijail Bajtín, que abordan el tópico en cuestión desde la mirada positiva de la Modernidad hasta las postulaciones más radicalizadas como la noción de subalterno que plantea Gayatri Spivak, el tema presenta una complejidad tal que permite una diversidad de puntos de vista para su abordaje, es más, exige diferente marco teórico según el corpus específico seleccionado como objeto de estudio. En el año 2014, el equipo de investigación publicó el libro Juego de espejos. Otredades y cambios en el sistema literario argentino contemporáneo (Bracamonte-Marengo (2014) Córdoba, Alción Editora), donde diferentes aportes exploran las modalidades de la representación del Otro en diferentes obras de autores argentinos y su incidencia en la formación del sistema literario. A partir de esta experiencia de investigación, percibimos la necesidad de incorporar la noción de identidad junto con la de alteridad a nuestros estudios. Tanto por una cuestión de espacio como por el carácter del presente texto introductorio, sólo definiremos brevemente dos elementos de reflexión centrales respecto a la identidad, en primer lugar, el carácter heterogéneo e irreductible de esta noción, y luego su relación con la idea de representación que la vincula al discurso, e, indirectamente, a la literatura. De allí que Stuart Hall haga hincapié en un modo de entender esta idea “bajo borradura” luego de la deconstrucción posestructural que mencionamos arriba, que no produce nociones alternativas para reemplazarla. La irreductibilidad de la identidad se vincula a su funcionamiento mediador, ligado al sujeto y a las prácticas discursivas al mismo tiempo.
No podemos dejar de señalar una significativa ida y vuelta entre representación e identidad. Por un lado, como señalan tanto Hall como Ricardo Kaliman y Diego Chain, la identidad surge de un proceso de selección y narrativización del yo, es invención e interpretación de la tradición, y de allí su vínculo con lo ficcional. Por otro lado, es el cruce entre el sujeto, sus experiencias individuales o colectivas y la discursivización de éstas lo que configura identidades. Retomando a Michel Foucault, Hall llegará a afirmar que la identidad se revela al interior de una formación discursiva y es un efecto de la enunciación situada, a la vez que funciona como punto de sutura y de encuentro entre los sentidos y prácticas que nos interpelan y los procesos que producen las subjetividades.
Aquí conviene retomar la dimensión de la identidad narrativa e interdiscursiva que aporta Leonor Arfuch desde sus investigaciones en estas latitudes. Su perspectiva pone de relieve la transdicursividad y versatilidad del efecto de identidad en los textos, visible en un arco de temporalidad que marca la trayectoria de los personajes, sus transformaciones y sus posibles relaciones con otros textos/discursos. El relato configura la experiencia humana, porque está cruzado por la temporalidad, la idea de “identidad narrativa” resulta productiva para los estudios literarios porque la narración supone una dinámica de relación entre un pasado y un ahora enunciativo que, reorganizado por la trama, posibilita este tipo de cruces.
En suma, las ideas de sutura, contingencia, destotalización funcionan en varios planos de lectura, en todos los artículos reunidos en este Dossier que retoman la cuestión tanto de la identidad como de la alteridad. La diferencia –que bien puede leerse como exclusión, ya que la identidad emerge de las relaciones de poder- no queda exceptuado de estas formulaciones, lo que nos lleva a preguntarnos sobre la construcción del significado “positivo” de cualquier término, siempre en relación con el Otro, con todo aquello que llama su afuera constitutivo.
No obstante, la concepción relacional que proponemos no implica que ambos conceptos deban presentarse conjuntamente en nuestros abordajes; de hecho, los trabajos presentados aquí, efectivamente, en algunos casos indagan uno u otro aspecto.
Así, en “Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges: metafísica y literatura”, Mónica Bueno revisa la relación entre ambos autores en tanto que maestro y discípulo, tal como lo construye el mismo Borges, para reivindicar la importancia de lo conversacional en la obra de ambos como una forma de ejercitar la Altruística. Para Bueno, en este original enfoque, la noción macedoniana de Altruística sería el modo como Macedonio Fernández conceptualiza la alteridad, en función de trascender el solipsismo en que nos encapsula el yo.
La identidad nacional y los “otros” en su figuración de inmigración son los aspectos centrales retomados por Mariela Blanco en “Marechal y la vanguardia: un proyecto para imaginar la nación”. Las primeras expresiones vanguardistas en nuestro país aparecen vinculadas a las figuras de Marechal y Borges, para dar cuenta del modo en que los dispositivos de invención producidos por la literatura formulan una versión de lo nacional que subsiste y se discute hasta la actualidad.
Desde un marco teórico psicoanalítico, Jorge Bracamonte en “Nudos entre identidad y otredad. Una lectura de El silenciero” analiza las relaciones del yo con lo Otro y los otros que se presentan en la novela de Di Benedetto. El trabajo plantea, a partir de esto, una interesante lectura del texto en clave policial que, más específicamente, la inscribe dentro de los márgenes de la ficción paranoica, tal como la define Ricardo Piglia.
Por su parte, en “La recepción del teatro del absurdo en Argentina: La inclusión de elementos absurdistas en la dramaturgia temprana de Abelardo Castillo”, Silvina Sánchez relee el existencialismo desde su estrecho vínculo con la vanguardia de los 60 y el modo en que aquel es retomado en obras del recientemente fallecido escritor. La novedosa perspectiva permite repensar el compromiso literario sartreano en una versión propia, en la que la identidad nacional se reconfigura a partir de la literatura, o, específicamente de la escritura de Castillo. No está ausente allí la versión espejada de un “Otro”, en función de la experiencia histórica del peronismo y la dictadura.
En el artículo de Martín Rodríguez Trillo “La novela de Perón, de Tomás Eloy Martínez: ficción, entrevista y autoficción”, los géneros del periodismo y la autoficción toman otra dimensión leídos en clave posmoderna. La representación de la figura de Juan Domingo Perón es cruzada por la experiencia identitaria de las entrevistas, el yo y el otro son zonas dialógicas que sirven al autor del trabajo para reconfigurar las relaciones entre el discurso histórico y la ficción.
Lucía Feuillet en “Identidad y otredad en la literatura policial argentina, una lectura del marxismo y el delito desde Ernest Mandel” revisa la tradición del policial en la literatura argentina a partir de la propuesta desarrollada por el autor mencionado en su libro Crimen delicioso. Historia social del relato policíaco. La formulación del concepto de “delito productivo” le permite a la autora, desde su visión marxista, realizar un novedoso recorrido que va desde Roberto Arlt hasta Gabriela Cabezón Cámara e indagar en el modo cómo se constituye la otredad social en los sujetos delictivos que los textos proponen.
María del Carmen Marengo se concentra en la poesía de Juan Carlos Bustriazo Ortiz y Jorge Leonidas Escudero para abrir paso a la indagación de la identidad/otredad aborigen en la poesía. Su artículo conjuga el análisis de lo estético-formal y lo semántico develando las complejas dimensiones de la supervivencia de nuestros orígenes y su diálogo con los elementos vanguardistas de los últimos siglos. Los títulos de cada apartado reflejan la doble dimensión que atraviesa todo el artículo, lo popular y lo ilustrado, generando un efecto de lectura que combina el registro poético con el académico.
En “Avatares de la iniciación: identidad, identificaciones y otredades en clave mística en El origen de la tristeza de Pablo Ramos”, de Sabrina Rezzónico el “realismo místico” modelado por identificaciones y otredades de los aprendizajes vitales configura una poética tan original como sugestiva. La autoficción es solidaria con la perspectiva de la autora, centrada en la construcción identitaria del yo que parece ser pura experiencia, pero concentra una narratividad vinculada a lo perceptivo que abre el juego de lo místico.
Eugenia Argañaraz revisa las nociones de imagen narrativa y exilio para analizar el modo en que Tununa Mercado pone en discurso la experiencia en “Cuando las imágenes nos cuentan la historia: búsquedas, exilios y vidas en Yo nunca te prometí la eternidad de Tununa Mercado”. La autora del artículo se concentra en devanar el ovillo de voces y tiempos de la narración para enunciar la configuración identitaria en el género autoficcional. Escribir, mirar y contar son operaciones que definen la narración fotográfica de Mercado, en la que el exilio puede leerse como una nueva dimensión de lo identitario.
El trabajo de Julieta Jozami Nassif, “Aspecto de lo lúdico en Confesiones impersonales, de Carlos Schilling. El yo ajeno”, propone un interesante análisis de la desarticulación del yo lírico como unidad y su mutación en diferentes identidades ajenas en el poemario de Carlos Schilling. A partir de nociones como las de juego y de devenir, el análisis da cuenta de la conformación de una poética que explora la alteridad dando ingreso a las voces negadas en diferentes órdenes, ya sea cultural, poético o vital.
Marcela Crespo, por su parte, en “Recorridos de la violencia en la literatura argentina del Siglo XXI: Nicolás Casullo, Sergio Bufano y otros” analiza la representación de la violencia urbana situada en Buenos Aires en un corpus de novelas argentinas aparecidas alrededor de 2010:Una bala para el comisario Valtierra (2012), de Sergio Bufano,Oscura monótona sangre (2010), de Sergio Olguín (2010), Kriminal tango (2010), de Álvaro Abós, Orificio (2011), de Nicolás Casullo y El oficinista (2010), de Guillermo Saccomanno. La autora observa con agudeza cómo estas novelas proponen diferentes modos de “negociación con la alteridad” (Homi Babba) en tanto que diluyen las categorías binarias con que el discurso hegemónico plantea el problema de la violencia política y social.
Finalmente, en “Exotismos. Sobre El absoluto, de Daniel Guebel”, Nancy Fernández, analiza, a partir de la categoría de exotismo, el modo cómo en la novela de Guebel la identidad nacional se construye de manera paradójica a partir de elementos extranjeros, europeos, particularmente de la Europa del Este. El trabajo se afirma, de manera novedosa, en una categoría específica de la alteridad para observar cómo la obra pone en crisis las definiciones identitarias de lo nacional.
Hemos optado para la presentación de los artículos, el orden dado previamente por la cronología correspondiente a los textos y autores estudiados en cada caso.
[1] Este dossier temático ha sido organizado por miembros del Equipo de investigación “Identidad, otredad, género y escritura en el sistema literario argentino desde 1940 hasta el presente” (acreditado y subsidiado por SeCyt-UNC), dirigido por Jorge Alejandro Bracamonte y codirigido por María del Carmen Marengo. Al aporte de estos investigadores se han sumado estudios de otros académicos que respondieron a la convocatoria temática. Todos los trabajos fueron sometidos a evaluación por el Comité editorial.