UN HUIDIZO HILO DE ARIADNA

HIPÓTESIS EN TORNO A LOS ESCRITOS DE RUBÉN DARÍO

SOBRE PARAGUAY

Alicia G. Rubio*

Resumen

Este trabajo busca reconstruir el camino recorrido por el escritor Rubén Darío en ocasión de escribir un artículo para la revista Mundial Magazine acerca de Paraguay. Resultaba interesante conocer el proceso de investigación realizado por el nicaragüense teniendo en cuenta que nunca estuvo en aquel país. Debemos aclarar que no escribe únicamente sobre Paraguay, sino como parte de un proyecto que aborda desde el punto de vista histórico, político social y económico las repúblicas latinoamericanas. ¿Cuál es la visión de Rubén Darío sobre la historia paraguaya? ¿Acaso es su carácter de Cónsul paraguayo el que lo lleva a manifestar una empatía con la agonía del pueblo que no se condice con su Oda al Comandante General de la Triple Alianza? ¿La contradicción en sus escritos es producto de su carácter de profesional de las letras? Puede hablarse de Darío como un intelectual atravesado por el entremedio (in-between) de la cultura en donde su identificación con el mundo moderno pone en evidencia las contradicciones de sus escritos sobre la Tierra sin mal.

Palabras clave : Estudios políticos-Paraguay-Guaraní-Estudios postcoloniales

This paper seeks reconstruct the Dario´s way to write an article about Paraguay for Mundial Magazine. We are interesting in the investigation made by Rubén Dario given he never was in those country. His point of view to writes was about the Paraguayan historical evolution and its politic present. We answers about his empathy with a nation who was practically destroyed by Paraguayan War considering that Dario writes a powerful Oda a Mitre, General Commander of the Triple Alliance.

Are the contradictions in his texts products of Dario like a professional writer? We may speak about Dario as an intellectual crossed by the in between of the culture where identification with the modern world highlights the contradictions of his writings on tierra sin mal.

Keywords : Political studies - Paraguay – Guaraní - Postcolonial studies

*Alicia Rubio. Licenciada en Historia (FFyH, UNC) Doctora en Semiótica (CEA, UNC) aliciarub@gmail.com

Darío y la historia épica del Paraguay

Cuánto conocía Rubén Darío sobre el Paraguay para afirmar que ese país era:

Tierra de sol, tierra de épica historia, tierra de leyendas. Lo que hicieron sus hombres en la guerra terrible, se ha contado a los niños de América, como las hazañas de los héroes homéricos los cuentos fabulosos. Porque allí se demostró con sangre y muerte, saber de patria y de sacrificio, quizás como en ninguna parte…

El nicaragüense termina citando el famoso poema de Carlos Guido y Spano, “Nenia”, en el que el argentino imagina a su protagonista ver llorar a un urutaú -ave que vive en territorio sudamericano- la desaparición del Paraguay como consecuencia de la guerra de la Triple Alianza integrada por Argentina, Brasil y Uruguay (1865-1870) y comandada por el general Bartolomé Mitre.

La paraguaya (1879) Juan Manuel Blanes

Sin embargo, contra al lamento citado, la pluma de Darío también exaltó la figura de Mitre en una Oda en la que no solo se enaltece la estampa del militar sino que alaba su talento para dedicarse, en los días aciagos de la guerra que desangraba a Sudamérica, a la traducción de la más alta literatura

Y para mí, Maestro, tu vasta gloria es ésa:

Amar los hechos fugaces de la hora

Sobre la ciencia a ciegas,

sobre la historia espesa,

La eterna Poesía más clara que la aurora (Darío,1919:130)

Curiosamente, o no tanto, el empeño puesto por el General en esa tarea había inspirado al propio Guido y Spano el artículo “Le roi s´amuse” (El rey se divierte) en donde se lo caricaturizaba en tanto hombre de armas y letras a quien no había que interrumpir el sueño para avisarle si Paysandú había caído vencido por la artillería brasilera. Cabe aclarar que justamente el sitio de esa ciudad uruguaya fue el desencadenante de la sangrienta guerra del Paraguay. El propio Darío canta la anécdota en su “Oda a Mitre”:

Pues tú fuiste aquel fuerte que se reposó un día

después de los horrores terribles de la guerra,

hallando en los amores de la santa Armonía

la esencia más preciosa del zumo de la tierra. (1919: 130)

Darío alaba en Mitre lo que para él tiene como una de las principales virtudes el General, ser hombre de letras. Ensalzándolo se honra a sí mismo, poniendo por encima al cultor de la armonía más que al hombre de armas. Por otra parte, no menciona sus batallas, pero queda implícito que gracias a ellas ha cambiado la faz de la región

¡Ilustre abuelo!, partes, pero

cuando contempla el orbe entero

la obra en que hiciste tanto tú,

¡triunfo civil sobre las almas,

el progreso llena de palmas,

la libertad sobre el ombú! (1919: 126)

Darío es consciente de que fue Mitre uno de los que introdujo drásticos cambios en la historia del Paraguay con la Guerra de la Triple Alianza. ¿Cómo ve el nicaragüense la espesa historia de ese Jano bifronte? ¿Cuál es la visión de Rubén Darío sobre la historia paraguaya? Seis años median entre la “Oda a Mitre” y su artículo para el Mundial Magazine. Ese lapso tal vez le permitió a Darío evaluar las terribles consecuencias de la conflagración ¿Es acaso su carácter de Cónsul paraguayo lo que lo lleva a manifestar empatía con la agonía de ese pueblo? Aunque esto no parece impugnar lo manifestado en su Oda al Comandante General de la Triple Alianza ¿La contradicción en sus escritos es producto de su carácter de profesional de las letras? Puede hablarse de Darío como un intelectual atravesado por el entremedio (in-between) de la cultura en donde su identificación con el mundo moderno pone en evidencia las contradicciones de sus escritos sobre la “Tierra sin mal”.

Darío y sus lenguaraces

Por otra parte, Darío nunca estuvo en Paraguay, aunque esto no signifique que no conociera la temática y problemas de ese país. Escribió, haciendo referencia a la inestabilidad política que asolaba a esa tierra por esos días que

…cuando los niños que quedaron fueron a su vez hombres, ya que no lucharon con el extranjero, lucharon y luchan entre ellos, como en otras tierras de nuestra América. ¡Fatalidad! (Darío, 1919: 99)

Sabía acerca de los conflictos que aquejaban al país. Podía intuir el pesar de una sociedad en la que los enfrentamientos entre distintos factores de poder no proporcionaban la tregua necesaria para recuperarse de la Guerra Guasú. Conocía esos padecimientos por haberlos sufrido en su propia patria. Sin embargo ¿existía un hilo de Ariadna que le permitiera introducirse en el laberinto de la historia paraguaya y salir medianamente airoso? Tal vez su amistad con intelectuales de ese país lo pusieron al tanto de su devenir, de un pasado que aún ardía y un presente que no lograba superar el caos al que lo había condenado la guerra. Fue amigo de Manuel Gondra, a quien conoció cuando éste era ministro plenipotenciario en Río de Janeiro entre 1906 y 1908. En su artículo sobre el Paraguay para la revista Mundial Magazine también destaca la figura de Juan Emiliano O’Leary, uno de los iniciadores del movimiento de reivindicación del Mariscal Solano López, figura estigmatizada en contra de quien que se había firmado el tratado de la Triple Alianza entre Brasil, Uruguay y Argentina.

Ríos de tinta corrieron (y correrían) acerca de esa guerra, de los contendientes y de sus consecuencias. Darío tampoco pudo, o quiso, mantenerse al margen del tema. ¿Cómo evadir lo que puede ser tenido como uno de los mitos fundantes del Paraguay?

A consecuencia de la guerra espantosa de 1865 a 1870 que desoló al Paraguay llevándolo a una miseria inaudita, las ciudades y pueblos quedaron reducidos a escombros, y sólo restan de los tiempos de bravura heroica muy contados edificios. (…) En los arsenales de la Asunción se construían barcos, armas y municiones para la guerra, y ese gran desarrollo industrial animaba extraordinariamente la capital… (Darío, 1919: 102)

En la pluma de Darío parece alivianarse el conflicto, pero no desaparecer. Puede decirse que en sus textos se cuela la visión de los vencidos. Esa es una forma de resistencia a la que el nicaragüense da paso ¿Cómo no hacerlo si entre sus lenguaraces se encuentran los principales defensores del Lopismo, como Juan Emiliano O’Leary?

Hoy el Paraguay trata de renacer, como el ave mitológica, de sus cenizas y escombros, y en el recuerdo de sus épicas desventuras se levanta en el continente americano, como un ejemplo admirable de patriotismo (Darío, 1919: 103)

En su artículo siguen resonando palabras como épica y mitologías dignas de héroes homéricos. Aunque forman parte del vocabulario dariano, el uso que hace de ella para aplicarla a tierras feraces con historias ajenas a la suya, parecen adquirir un significado distinto. Múltiples son las voces que le hablaran del Paraguay pero alguna calará más hondo en su prosa. Conocidos y amigos aportaran sus experiencias. Tamizarlas será su tarea.

Entre las múltiples amistades del poeta también se encontraban veteranos argentinos como el Coronel Lucio V. Mansilla, quien llamaba al nicaragüense “el Verlaine sudamericano” y que además lo convertiría en el destinatario de la dedicatoria que escribiera como homenaje al decadentismo de Buenos Aires. Quien los había presentado era Julián Martel. Juntos recorrían la calle Florida y la Plaza de Mayo lamentándose de la incapacidad que padecía Buenos Aires de reconocer una literatura refinada. Pese a esta falencia de la ciudad fenicia, Darío le escribe a Manuel Ugarte acerca de la fortaleza de su vínculo con Argentina, al que la situación de su país lo habría obligado a evaluar diferentes derroteros a seguir ante los acontecimientos que lo afectan

El nuevo Gobierno de Nicaragua, en su violenta organización, no ha tenido tiempo, todavía, para enviarme mi carta de retiro como Ministro, ante la Corte de España. Pero, dado que según aseguran los diarios y afirman los orígenes de la revolución nicaragüense que ha colocado al nuevo Gobierno, Nicaragua será una dependencia norteamericana. Y como yo no tengo la voluntad de ser yankee, y como la República Argentina ha sido para mí la Patria intelectual, y como, cuando publiqué mi Canto a la Argentina, la prensa de ese amado país pidió para mí la ciudadanía argentina quiero, debo y puedo ser ciudadano argentino. (Darío, 2000: 68)

¿Es esa empatía que siente por Argentina la que lo coloca en el medio de una querella que para el país no ha concluido? Él considera, como le escribe a Ugarte, que

Como usted mi querido amigo, ha hecho por nuestra América Latina mucho, le comunico mi determinación. Usted sabe lo que yo he amado el Río de la Plata y yo sé que allí todo el mundo aprobaría mi preferencia por el Sol del Sur ante las Estrellas del Norte. (Darío, 2000: 68)

Esas experiencias de incertidumbre política también lo unen al Paraguay. Los levantamientos que allí tienen lugar lo incitan a escribir acerca de la necesidad de

Que las conmociones guerreras de ancestral influencia tengan definitivo término, y que bajo una bandera de armonía, la nacional, mediten los bravos paraguayos en el porvenir. (Darío, 1917: 111)

Y plantea el temor que:

El Paraguay es un ejemplo hoy que el águila yankee mira hacia el Sur, como orientándose para un vuelo de rapacidad conquistadora. (Darío, 1917: 103)

Sin embargo, el mismo Darío parece verse envuelto en sus propias contradicciones al afirmar cuando escribe sobre los incesantes levantamientos que se suceden en tierras uruguayas:

Es usual y fácil en el viejo mundo achacar un exceso de primitivismo y una irremediable propensión a los conflictos sangrientos, y a las revueltas intestinas a nuestras democracias. (Darío, 1917: 88)

¿Dónde se ubica el discurso de Darío? Podemos hipotetizar que se encuentra en los márgenes, en ese intersticio del que habla Homi Bhabha? Escribe odas a los vencedores, describe la desolación de los vencidos, denuncia la amenaza que representa el naciente imperialismo norteamericano. Darío parece sintetizar todas las contradicciones de un intelectual de la época. ¿Acaso está negociando su propio espacio en el campo intelectual y por ende, político?

Podemos suponer esto último si tenemos en cuenta que un oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay, de fecha 6 de septiembre de 1912, se consigna que Darío ha sido designado Cónsul de Paraguay en París, siendo este el último cargo que desempeña como diplomático. Lo había designado el presidente Eduardo Schaerer, Político liberal que encabeza el gobierno paraguayo que logra completar su mandato iniciando un período de estabilidad que posibilita grandes transformaciones en el país. En mayo de 1912 Darío había escrito en el Mundial Magazine sobre las innovaciones que vivía por esos días Paraguay

El desenvolvimiento que adquieren las instituciones de crédito, las industrias que cada día se implantan, la rápida y creciente valoración de la propiedad y la importancia que han adquirido las transacciones comerciales por sus proporciones, son signos de prosperidad, que vienen a revelar que existen en el país gérmenes fecundos de vitalidad que, desarrollados convenientemente, concurrirán a la formación de la grandeza futura (1917: 104)

Tal vez Darío se desplaza entre una incómoda dicotomía por la cual quiere encontrar en ese gobierno liberal la mimesis de los gobiernos del mismo signo argentinos, aunque hubiese sido uno de ellos el que cuarenta años antes sembrara la desolación en esas tierras. Estabilidad y progreso u, orden y progreso como rezaba en la bandera del vecino brasilero, eran las consignas irrenunciables para el nicaragüense. Cabe pensar que Darío pretendía construir un espacio de negociación a través del cual el poeta creía que el pueblo paraguayo podía ser rescatado de su condición de vencido y retornar del Hades, remontando las aguas del Leteo, en una aceptación de la ideología impuesta por los vencedores.

Llegó, sin embargo, al Paraguay la gran revolución del siglo; tendió el progreso sobre la tierra los rails de la ferrovía, por aire los alambres del telégrafo y teléfono, y el vapor por sus ríos navegables, y la heroica viuda, cumplido el luto por el fatal destino, abrió de nuevo su pecho a la esperanza, despojó a sus hijos de anticuadas preocupaciones, ensanchó sus estrechas creencias para que entrara en sus templos la luz de la fraternidad y de la tolerancia, dio a fundir para calderas de vapor el hierro de sus montañas, empleado antes en campanas, fusiles y cañones, compró segadoras y trilladoras para los colonos, cargó los trenes y navíos con las producciones naturales y desarrolló la industria y el comercio, que sirven de base a la prosperidad. (1917: 103)

Ese progreso económico llega a tierra paraguaya de manos de los “vencedores” de ayer. ¿Cuál es entonces la diferencia entre la política imperialista del águila yankee y la de los países vencedores en la Guerra Guasú? Difícil es recorrer ese camino para Darío sin hundirse en las arenas movedizas de la política y la diplomacia. Sólo una mirada a la vez, intrínseca y divergente, puede proporcionarle la pista que le permita salir airoso de ese atolladero histórico y conceptual.

Goicochea Menéndez. La empatía de un argentino de la posguerra

Esa mezcla de mitología griega y admiración la cultura guaraní que se encuentran en las páginas que Darío le dedica al Paraguay la recibió, seguramente, de O´Leary, Gondra y otros intelectuales paraguayos. Pero quien lo puso por escrito con anterioridad en páginas de diarios y libros, enalteciéndolo y dándole una entidad que violentaban y menospreciaban los nativos fue, paradójicamente un admirador de Darío. Ese misterioso personaje, porque realmente lo fue, se supone que entró a Paraguay subrepticiamente por Humaitá, quedando impactado por sus ruinas, a las que le dedica un magnífico texto

Ante aquella gran mole herida en su flanco, lacerada en su frente por el salivazo brutal de la metralla, el alma del viajero se siente hondamente conmovida y los ojos buscan la inscripción que exprese quiénes fueron aquellos semidioses, que se congregaron allí, para hacer vibrar en el recuerdo el nuevo ritmo de una nueva Ilíada (…)

El monumento es digno de su pueblo. Su genio está en él por entero. La raza que ha sabido traspasar las últimas metas del heroísmo bien puede tener un monumento labrado por el cañón. El día que se quiera inscribir sobre él los nombres de los caídos, no habría nada suficientemente digno para ejecutarlo. Para ello se necesitaría, no ya el buril de la metralla, sino el relampagueante cincel de un rayo. Esas ruinas no son sólo el pasado casi inmediato, el de las remembranzas épicas; son, también, el símbolo acabado de un ayer más lejano, sobre el cual, ni la historia, ni los hombres del presente, han dicho ni siquiera la primera palabra. (Goicoechea Menéndez, 1985: 69)

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Este clamor dirigido a la sociedad de su época y por qué no, a sí mismo, fue escrito en 1901 por Martín Goicoechea Menéndez. Este poeta argentino, más precisamente cordobés, intenta llamar la atención sobre un tema que parece no haber alcanzado el grado de deliberación esperable, por esos años en el propio Paraguay. Grito que sintetiza la admiración y el horror ante lo desconocido. Es ese punctum que él describe como un “salivazo brutal de la metralla” que horada el templo y que, al parecer lo toma por sorpresa, el que lo lleva a hablar del genio de ese pueblo y de la necesidad de un rayo para cincelar el nombre de sus héroes.

El gran poeta que ha de cantar la Epopeya, aún no se ha revelado. Pero él vendrá desde el seno misterioso y húmedo de la selva, y cuando en las horas crepusculares el rapsoda eleve su canto y relate las glorias de sus abuelos, sobre las ruinas de Humaitá se ha de contemplar remontarse el genio de la raza, como una gran águila que fuera a la conquista del sol. (1985: 72)

Es posible que Goicoechea Menéndez pensara en el propio Darío para encarar esta tarea. Aunque los datos son escasos, el poeta argentino habría participado de la tumultuosa visita que el nicaragüense realiza a Córdoba en 1896 y ciertamente, deja una profunda influencia en sus escritos. Sin embargo, la fuerza de paisaje que contiene la épica historia del Paraguay lo lleva a prescindir de mitologías clásicas para adentrarse en lo que le proporciona la cultura local. En ese plan se dedica a impregnarse de las costumbres del país y de sus tradiciones. Aprehende lo fundamental y muchos de los vocablos de la lengua guaraní son incorporados en sus escritos. Pero no se limita a eso y se lanza a escribir ficción como en Guaraníes

Como el ysypó al quebracho, así se había prendido Cirilo a aquella casa. Estaba allí porque una tarde, al tender su recado bajo el naranjal, se encontró lleno de afectos, y decidió quedarse hasta cuando Dios quisiera. El ser errante que hacía un año vagaba por las orillas del Ypoá, conocedor de su fondo y de los temibles peligros que encerraba; que había visto a las yararás convertirse en las brujas del agua, y que en las noches tormentosas contempló más de una vez al diablo de la laguna, montado sobre un yacaré pytá, navegando entre el oleaje encrespado y terrible, echó raíces bajo el techo de aquella casa (1985: 28)

Goicochea Menéndez busca adentrarse en el pueblo paraguayo y rebasando su condición de escritor, deviene en ensayista: publica “El Raído” al que describe como tipo intermedio entre el guaraní primitivo y el hombre civilizado, destaca que es un poeta que se expresa “en el dulce guaraní (…) desbordante de ideas y de imágenes” (1985: 84)

Creemos que ecos de Goicochea Menéndez resuenan en los escritos de Darío sobre el Paraguay ¿Darío conocería que el uso del guaraní había sido prohibido después de la guerra? Al menos lo sabría despreciado por vastos sectores.

Rubén Darío parece arengar a los paraguayos a dejar atrás ese pasado opresivo pero beber las aguas del Leteo implicaba aceptar el olvido. ¿Quedaría espacio para un atisbo de resistencia? ¿Qué modo adquiriría ese resquicio de intransigencia? Probablemente, para Darío en su condición de poeta, nada como la lengua para mantener la identidad más allá de los avatares de la historia. De allí su alabanza al guaraní, al que destaca como bastión de la identidad regional

El alma nativa, propensa al ensueño y enamorada de la gloria, da campo a los escritores nacionales para ejercer el apostolado de todas las grandes ideas del arte, de la filosofía, de la patria. El mismo dialecto Guaraní, lengua armónica, melodiosa y sensitiva, revela la varia intensidad del espíritu paraguayo, y es una demostración de la grandeza de aquel pueblo. Tal lengua tiene su literatura. Una literatura llena de brillo y sentimiento, que cuenta con poemas de vasta inspiración, en que son alabados dulcísimamente los encantos naturales: el natural amor, el río de plata, la flora magnífica (Darío, 1917: 108)

El guaraní como acto de rebeldía, como pasaporte al futuro de una modernización que pretendía dejar la historia, o parte de ella, de lado y como elemento de reconciliación porque sólo se puede nombrar al Paraguay a través de su lengua primigenia y todos se verían obligados a usarla, a seguir usándola. El poeta había dado su consentimiento.

Coda

Seguramente profundizar sobre el tema nos posibilite definir cuál era el margen de libertad con que podían contar (o se permitían hacerlo) los intelectuales como Darío. Hay un debate pendiente y tal vez imprescindible, confrontar a través de la figura del nicaragüense, el pensamiento de Raymond Williams y H. Bhabha

Referencias bibliográficas

Bhabha, H. (2002) El lugar de la cultura Buenos Aires. Manantial.

Darío, R. (2000) Epistolario selecto selección y notas Pedro Pablo Zegers y Thomas Harris, prólogo Eduardo Arellano. Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/epistolario-selecto.

(1917) Prosa Política, en Obras Completas. Vol. XIII. Madrid. Mundo Latino

(1919) “Canto a la Argentina”. “Oda a Mitre” y otros poemas, en Obras Completas. Vol. IX. Madrid, Mundo Latino.

Fernández Bravo, A. y Garramuño, F. (1995) “Entrevista con Homi K. Bhabha” en Bordes. Núm. 1, Puerto Rico.

Martín Goicoechea Menéndez (1985) La noche antes: antología paraguaya (1901-1905); edición de Raúl Amaral. Asunción, Alcántara. Versión digital Biblioteca Virtual Cervantes.