LA HISTORIOGRAFÍA AYMARA DE LA REBELIÓN DE JESÚS DE MACHACA DE 1921 Y EL MOVIMIENTO DE LOS AYLLUS CONTEMPORÁNEO. EL APORTE DEL TALLER DE HISTORIA ORAL ANDINA (THOA)

Esteban Ticona Alejo*

Resumen

Este trabajo es un acercamiento general del Taller de Historia Oral Andina (THOA) a una región aymara denominada Jesús de Machaca de larga tradición histórica y luchas anticoloniales. Es un intento general de explicar la repercusión de este movimiento regional indígena en el pensamiento indígena contemporáneo, a partir de los actos de recordación de la sublevación y masacre de 1921. Desde la historiografía aymara y uru, que incluye la memoria oral, trata de explicar la dinámica local de esta región y su gran influencia en el movimiento indígena y campesino actual.

Palabras clave : Taller de Historia Oral Andina- Jesús de Machaca- movimiento indígena- memoria oral

Abstract

This paper is a general approach of the Andean Oral History Workshop (THOA) to an Aymara region called Jesus de Machaca of a long historical tradition and anti-colonial struggles. It is a general attempt to explain the impact of this regional indigenous movement in contemporary indigenous thought, from acts of remembrance of the uprising and slaughter of 1921. Since the Aymara and Uru historiography, including oral memories, tries to explain the local dynamics of this region and its great influence on the current indigenous and peasant movement.

Keywords : Andean Oral History Workshop - Jesus from Machaca-indigenous movement - oral memory

* Sociólogo y antropólogo aymara, boliviano. Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos. Cofundador del Taller de Historia Oral Andina (THOA). Docente emérito en las carreras de antropología y arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) en La Paz. Autor de varios libros sobre movimientos indígenas y campesinos y metodología cualitativa. Mail: esteban.ticona@gmail.com

Recibido 13/03/16. Aceptado 12/05/16

Introducción

El siguiente trabajo, no sólo viene por el lado de la observación participante, sino fundamentalmente por el compromiso del autor, en el fortalecimiento de las autoridades originarias en Jesús de Machaqa desde 1987. Por lo tanto, el lector no se extrañará que en ciertos pasajes se mezclen los tiempos en primera y tercera persona, porque lo que se dice y se reflexiona se ha adquirido de lo que los organizadores han denominado “entre el compromiso y la academia”.

Iniciamos con una inevitable referencia a la rica experiencia del THOA entre 1984 y 1986 y su influencia de la misma en otras provincias. Luego, pasamos a complementar lo escrito por Roberto Choque, en relación a algunos pormenores sobre la publicación de la primera edición sobre la Masacre de Jesús de Machaqa y la radionovela escrita por los Hermanos Cáceres. Aquí fue preciso dar la palabra oral (escrita) a algunos actores comunarios y comunarias sobre la sublevación. En la tercera parte, intentamos aproximarnos a la importancia del acto de recordación como acto político indígena y aymara contemporáneo. Esta no hubiera sido posible sin la institucionalidad de las autoridades originarias de 1989. Es importante mencionar algunos elementos simbólicos y rituales en todo este proceso de afirmación de mallkus y mama mallkus, como la Fiesta del Rosario y la celebración del Año Nuevo andino, perfectamente conectados con la movilización en torno a la identidad regional de los tres Machaqa. Por último, es imprescindible hablar de otro pequeño grupo indígena, los Urus de Iruwit’u, y su aporte al movimiento aymara de Jesús de Machaqa de hoy.

1. La experiencia del THOA y su influencia en Jesús de Machaca

A iniciativa del Taller de Historia Oral Andina (THOA) y los dirigentes de la ex Federación de campesinos de la Provincia G. Villarroel del departamento de La Paz, el 13 de noviembre de 1984, se realizó el primer homenaje de recordación a los 39 años de la muerte del líder indígena Santos Marka T’ula, realizado en la comunidad de Ch’uxña de Ilata baja, lugar de nacimiento de Marka T’ula. Una multitudinaria participación de comunarios y comunarias de más de 26 ayllus de toda la provincia citada, fue la muestra de reconocimiento al cacique, que gran parte de su vida luchó en defensa de los ayllus y ex haciendas de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba del país (THOA, 1984).

No fue un simple acto de recordación, sino el inicio del fortalecimiento de la identidad histórica de los pueblos originarios de los Andes y difusión de la lucha de cientos de ayllus originarios y ex haciendas, que agrupados en el movimiento de los caciques apoderados protagonizaron la resistencia indígena frente a los hacendados y la agresión estatal. Fue la más importante movilización indígena de los primeros 50 años del siglo XX. En el acto central, hicieron uso de la palabra varios dirigentes de la federación citada, como también familiares de Santos Marka T’ula y algunos comunarios que le acompañaron al cacique en su lucha. Don Gregorio Barco, hijo de Santos Marka T’ula, decía


[1] lo siguiente:

Estimados Mallkus, les agradezco la compañía de ustedes, les agradezco mucho. ¿Cuál es el motivo de esta enorme concentración? Juntamos la experiencia de nuestros abuelos y nuestro pensamiento, por eso estamos reunidos aquí, hermanos. Al medio de nuestros grandes mallkus… Yo no entiendo muchas cosas, porque soy analfabeto, así me he criado, porque mi padre era perseguido. Hermanos que están presentes, mi padre decía muchas cosas y sobre eso quiero hablarles. Mi padre decía, ‘mi hijo va a reivindicar nuestros derechos, si no lo hace él, lo hará mi nieto, y si no lo hiciera mi nieto, alguien de la comuna lo hará. Si no lo hace ese alguien de la comuna de los 9 ayllus, llegarán de otras markas lejanas, porque nuestros derechos están reconocidos’, decía; gracias, hoy se está cumpliendo eso.

En la oportunidad, se hizo la entrega del folleto sobre la biografía de Santos Marka T’ula, titulado El indio Santos Marka T’ula, cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la república (THOA, 1984), en la que no sólo se alude a la región de Marka T’ula, sino a otras markas aymaras, como Jesús de Machaqa, Calacoto de Pacajes, Ayo Ayo de Aroma, etc. Este hecho contribuyó a despertar la conciencia étnica de los nuevos líderes y comunarios indígenas de los años ochenta. A fin de que la investigación del THOA sea difundida y en alguna medida “devuelta” a los ayllus involucrados, se optó por realizar una radionovela en aymara [2] de 90 capítulos llamada Santos Marka T’ula y difundida por Radio San Gabriel, y luego por otras emisoras provinciales. La radionovela fue dirigida por Florentino e Inocencio Cáceres, radialistas aymaras de gran experiencia en novelas históricas del pueblo aymara, por su equipo de producción Qala Pukara y por integrantes del THOA.

En 1986, la radionovela alcanzó una masiva audiencia, constituyéndose en el primer programa escuchado por la población aymara (rural y urbana), no solo en La Paz, sino en Oruro, parte de Cochabamba y Potosí, inclusive en el sur del Perú. La novela no sólo refleja las peripecias de Santos Marka T’ula, sino también de la red de caciques apoderados, como Faustino Llanki, Dionicio Phaxsi Pati, Francisco Tangara, Feliciano Condori, etc. El resultado indirecto de esta tarea concientizadora es la iniciación del acto de recordación de la masacre del 12 marzo de 1921 en Jesús de Machaqa, a partir de 1987.

2. El aporte de Roberto Choque y la radionovelaLa masacre de Jesús de Machaqa de los hermanos Cáceres

En 1979, el historiador Roberto Choque Canqui (Choque, 1979) publica en una revista de antropología del Instituto Nacional de Antropología, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, la primera investigación sobre la masacre de 1921. Solo algunos investigadores la conocían [3] . En 1986, bajo la iniciativa del Centro de Investigación para las Culturas Indias Chitakolla, se publica la versión ampliada de la citada investigación, titulado La Masacre de Jesús de Machaca (Choque, 1986), que pese a ser un medio más accesible, respecto a la primera, corría la misma suerte de ser conocido por pocos “letrados”. Sin embargo en 1988, por iniciativa de los comunicadores indígenas, los hermanos Inocencio y Florentino Cáceres y su equipo de producción radiofónico Qala Pukara, la obra de Choque es radionovelada en 120 capítulos y difundida por Radio San Gabriel lo que permitió una difusión más amplia de la investigación y de los pormenores de la sublevación del 12 de marzo de 1921.

En el proceso de difusión de la radionovela, muchos de sus capítulos fueron enriquecidos y apoyados por los propios comunarios, mediante visitas, entrevistas a los sobrevivientes o descendientes. El impacto de esta radionovela en Jesús de Machaqa fue decisivo para que el 12 de marzo de 1987 algunos dirigentes de la jurisdicción inicien los actos de recordación de los mártires de la sublevación del año 1921. Finalmente, en 1996, el trabajo de Roberto Choque es enriquecido por una nueva versión (Choque y Ticona, 1996), que casi duplica la primera edición. En esta última se incorporan nuevas interpretaciones, para las que se ha contado con la colaboración del autor.

Además, al final se añaden nuevos documentos, recopilados por el mismo Choque. Tanto a lo largo del texto como en un amplio anexo los datos documentales se complementan ahora con un buen cuerpo de testimonios orales actuales, recogidos por Esteban Ticona. La segunda versión, por ejemplo, recoge el testimonio oral de uno de los partícipes del asalto al pueblo de Jesús de Machaqa, en la madrugada del 12 de marzo, don Wenceslao Guarachi. No es fácil borrar de la memoria el arribo de don Wenceslao Guarachi, quien acompañado por Tiburcio Colmena y apoyado en su bastón, llegaba cansado hasta la sede de los mallkus. Con su voz entrecortada, nos saludaba muy gentilmente y dispuesto a contar su experiencia. Don Wenceslao tenía muy bien almacenada en su memoria el recuerdo de su participación. En la medida en que nos relataba, uno podía fácilmente imaginar lo que había pasado en 1921, como cuando decía:

Yo vi, sí, yo vi. Habían transcurrido unos veinte años [del siglo XX]. En ese entonces yo era jovencito —tú sabes [se refiere a Tiburcio Colmena]. Luego hubo los muertos, asesinados, la mitad [una parte] estaban muertos. Luego, uno con fuego comenzó a incendiar. Toda la plaza estaba en llamas, todo se ha quemado con el fuego. Después llegamos a la casa del cura [Demetrio Encinas], enseguida el cura se sacó el sombrero, ese su sombrero pequeño [bonete], y se rogaba: ‘Pero tengan paciencia. ¡Cómo llegaron a esta situación! A mí perdónenme’. Incluso querían matar al cura. ‘Perdónenme, tengan paciencia, hijos’, decía el cura, así pedía el cura. Entonces, así nomás se salieron de la casa del cura. No incendiaron la casa del cura ni nada. Es al único que le respetaron. (Choque y Ticona, 1996:304).

Tenemos en la memoria el patio de la sede de los mallkus deQhunqhu Liki Liki, donde conversamos colectivamente sobre la participación de los (y las) comunarios en este suceso. Otros sobrevivientes de la masacre son los esposos Petrona Calle y Manuel Murillo. Recordamos la presencia de doña Petrona y Manuel, quienes acompañados de su hijo Dámaso Murillo solicitaban participar en la reconstrucción histórica. Doña Petrona Calle nos contaba:

Sí, ‘han invadido el pueblo’, solían decir. No sé exactamente por qué se hizo. En ese entonces era chiquitita. Por aquí, como hace rato ha pasado la gente con su ganado, los soldados se acercaban al despuntar el sol [media mañana]. Dice que era un regimiento. ¡Si hubieras visto!, eran los de caballería. Se acercaban por Sullkatiti, por el lugar llamadoTapa Jawira, que es lindero entre Milluni y Sullkatiti, por Lluqamaya. Hubieras visto al pelotón de caballería subir por el río. Después se desparramaron, incendiaron con fuego las casas, subieron a Titiri, a Sullkatiti, también a Milluni. (Choque y Ticona, 1996:295).

No es fácil olvidar a don Toribio Calle, a quien le pedían que iniciara la testificación, porque sufrió las consecuencias y era uno de los que más sabía y él nos relató:

Yo en la época de la sublevación tendría unos siete años, sí, tendría siete años. Estuve sobre aquella pendiente, encima del cerro llamadoChuntaqullu y desde ahí presencié mucha gente en la pampa llamada Uta Ñusa. Llegaban arreando las ovejas. Después la hermana menor de mi madre exclamó: ‘¡Ya está! Ahora van a volver a apropiarse de nuestras ovejas, hijo’, lloraba y lloraba. Así pasó ese incidente, ‘seguramente se lo expropiarán’, yo decía. Esto ocurrió en los días de la sublevación. Presencié pues ese acontecimiento. “Por eso nos quitaron los ganados, hasta el pueblo se lo han llevado, al pueblo de Machaqa, todas nuestras ovejas, vacas, todo. Todo lo que había aquí se lo han llevado, se lo llevaron. Después de esos hechos llegaron los soldados e incendiaron totalmente las casas. Sólo algunos habían escapado, pero otros fueron llevados a la cárcel. A ver, ¿quiénes fueron?: Mariano, Blas Asistiri, Manuel Calle, Casimiro Quispe, después [Manuel] Vallejo, apresaron a cinco. Estos cinco cumplieron su sentencia (Choque y Ticona, 1996:276).

Hay que recordar que el ayllu Qhunqhu fue uno de los que encabezó la sublevación y por lo tanto fue uno de los más masacrados por el ejército boliviano. Esta segunda versión se presentó en dos lugares, la primera en el ayllu Sulkatiti-Qhunqhu, lindero de las dos parcialidades de la marka Jesús de Machaqa, el 12 de marzo de 1996. Aquí fue interesante constatar la cristalización del acto de recordación cada año del 12 de marzo, organizado por los mallkus del Cabildo correspondiente. La segunda presentación se realizó en la ciudad de La Paz, pensado para un público más amplio y citadino, donde también acompañaron los mallkus y mama mallkus del Cabildo de Machaqa.

Desde 1987, por iniciativa de un grupo de líderes de la nueva generación comunal de Jesús de Machaqa, como el Uru Lorenzo Inda –quien además fue el principal mallku de la Marka– y los aymaras Gregorio Rosales, Saturnino Tola y otros, se inició el acto de recordación a los mártires indígenas de la sublevación y masacre del 12 de marzo de 1921. El primer año fue un acto sencillo y contó con la asistencia de algunas autoridades de la comunidad y un pequeño número de comunarios de base; pero años tras año se masificó el acto de recordación, donde la presencia de la casi totalidad de los ayllus de ambas parcialidades de la Marka le han ido dando un carácter de movilización regional y de profundo contenido ideológico-político.

En los últimos años, gran parte de los estudiantes y profesores de la región, como autoridades políticas y policiales, y visitantes aymaras de otras provincias, se fueron sumando a la recordación de los mártires, que le otorga un marco de profunda reflexión y conciencia política del pueblo aymara. Aunque el programa varía de un año al otro, siempre incluye una magna concentración de las autoridades originarias, hombres y mujeres, con su traje de gala de mallkus y mama mallkus. Todos ellos se reúnen en torno al templo del ayllu Qalla Arriba, en una mayoría de las veces, junto al que está todavía la antigua vivienda del cacique apoderado Faustino Llanque y, tras la iglesia, su tumba. Hay allí una misa de recordación, durante la que se explicita el nombre de quienes entonces murieron o fueron caciques, mallkus y comunarios. Después todos, enarbolando sus pancartas alusivas y vivando a los líderes de 1921, emprenden la marcha de aproximadamente una hora hasta la plaza del pueblo de Jesús de Machaqa, donde ahora está la sede del Cabildo de Ayllus y Comunidades Originarias de Jesús de Machaqa (CACOJMA). Viene a ser como una retoma simbólica del taypi o centro de la marka Jesús de Machaqa.

Es importante mencionar la participación del descendiente directo de los Llanque, don Justo Llanque (Ticona y Albó, 1997), hijo de Marcelino y nieto de Faustino Llanque. Si bien por los avatares de la familia reside en la ciudad de La Paz, el orgullo de haber sufrido el desprecio y haber sobrevivido airosamente al mismo reluce en cada participación. En sus visitas, cada 12 de marzo, siempre ha hecho uso de la palabra, que es escuchado por los asistentes con especial atención, porque es el sucesor directo de los Llanque. En casi todas sus alocuciones se refiere a los trágicos sucesos del pasado, los problemas del presente y el futuro de Machaqa. El pensamiento político dejado por su abuelo y padre de liberarse de la opresión, aflora permanentemente. Don Justo Llanque, en uno de sus discursos pronunciado en el ayllu Qalla Arriba, el 12 de marzo de 1990, decía:

Agradezco de todo corazón [por invitarme a] este acontecimiento de recordación, como hijo de Marcelino Llanqui y nieto de Faustino Llanqui. Lo cual me recuerda [que] yo también estuve en la cárcel con mi padre, a una edad muy pequeña. Por esta razón, yo estoy muy satisfecho de esta fecha de recordación que mucho tiempo nos hemos olvidado, no porque queremos sino porque las circunstancias del tiempo nos han ocasionado esto. En Bolivia mil familias de blancos criollos o gamonales imponían sus leyes, despojando de todo derecho a los originarios, amparados por el gobierno de entonces. Humillaban, maltrataban y robaban al indio lo poco que tenían, lo poco de sus animales que criaban, sus pocos productos y sobre todo les despojaban de su tierra para hacerla hacienda y cuanto más tierra tenían mucho mejor. Esta actitud de liberación del pueblo machaqueño se ha perpetuado de generación en generación, pues los indios de este lugar no se dejaban convencer fácilmente; quizás Bolívar nunca se imaginó que en Bolivia, aquí en Jesús de Machaqa, en 1921, estallaría un levantamiento, una revolución indígena. Aquí cabe hablar de Faustino y Marcelino Llanqui, gestores e iniciadores de este levantamiento, única en su género por ser ellos mismos los protagonistas, por no tratarse de un mestizo con dones de superación, sino de un padre y un hijo indios con ideología elevadas. Este es el caso de Faustino Llanqui y su Marcelino. Para terminar, hermanos, en mi calidad de nieto e hijo, quiero y deseo encomendar que nuestra situación se supere aún más. Especialmente me dirijo a la gente joven, a la niñez que ha de venir. No nos callemos nunca. Nunca nosotros estaremos quietos, seguiremos adelante, mucho más fuertes, porque ahora somos más comprensivos. Si en este lugar, si en este cantón fuéramos casi todos profesionales, este lugar sería respetado. Y va a ser respetado. Lucharemos nosotros codo a codo, de par en par, de acuerdo a la ley y con la ley en la mano, con la gente blanca, que siempre nos han oprimido. Gracias. (Ticona y Albó, 1997:359-360).

De esta forma, la celebración toma el carácter de movilización regional con un profundo contenido de reinterpretación histórica, de conciencia política y de reafirmación ideológica de la propia identidad machaqueña e indígena. El acto recordatorio cada año se convierte en una especie de remedio psicosocial colectivo eficaz, para curar el viejo estigma del “come cura” y de la frustración machaqueña, originados a raíz de los sucesos de 1921. Frente a esa falsa imagen, que aún ronda por muchos cerebros comunales, el orgullo de ser machaqueño de cepa se torna inquebrantable. Esta fecha se ha convertido en espacio de reencuentro con el pasado histórico y con el camino abierto por aquellos caciques-apoderados y con sus ambiciones de llegar a la plena autonomía comunal. Pese a estas manifestaciones, aún existen muchos vacíos y silencios sobre el tema de la sublevación. Una mayor masificación y una mejor aproximación al tema ayudarán a vislumbrar mejor la consolidación de gobierno local (Ticona, 1991:8‑9).

4. El I Congreso Regional de 1989

La multiplicación masiva de los ayllus de la marka Jesús de Machaqa había llegado a tal grado, que los propios machaqueños tuvieron que poner freno. Pero además, el problema de la separación de los 5 ayllus de la parcialidad de arriba, formando la Central Agraria de comunidades de Parcial Arriba (CAPA), había creado condiciones para debatir y discutir estos temas. A iniciativa de los ayllus de la Central Agraria de Jesús de Machaqa, se llamó al I Congreso Regional de Jesús de Machaqa, realizado en el mismo pueblo del 28 al 30 de agosto de 1989, donde muy a la usanza del sindicalismo minero, se organizaron por comisiones y fue dirigido por un presidente del Presidium. En la convocatoria se decía que podían asistir 8 delegados por subcentral y 4 delegados por sindicato, además de invitados fraternales de la CSUTCB, la Federación de campesinos del Departamento de La Paz, de la provincia Ingavi, etc. (CACOJMA, 1989). Una de las comisiones que tuvo ardua tarea fue la del régimen orgánico, y el tema ampliamente discutido fue el problema del faccionalismo intercomunal, que fue considerado no como totalmente atentatorio a la Marka Jesús de Machaqa, ni mucho menos como destructor de la misma. Sin embargo, una mayoría de los congresistas se inclinó porque no haya más multiplicación de nuevas comunidades, lo que fue acatado hasta el presente. Además, otra comisión llamada “Historia y Cultura”, tuvo la oportunidad de refrescar y reafirmar la unidad simbólica de los 12 ayllus, en un momento donde era preciso hablar, discutir y escribir la historia de losayllus, motivo por el que los mallkus salieron a sus ayllus para consultar a los (y las) mayores sobre la historia oral de sus ayllus. Estas reuniones se convirtieron en espacios masivos de enseñanza histórica de los viejos dirigentes a las nuevas generaciones.

Esta experiencia de autoetnografía histórica fue escrita en actas [4] y entregada a la Comisión de Historia, la que presentó a la Plenaria del Congreso como informe de su comisión. Esta labor tuvo un efecto casi inmediato, pues muchos jóvenes dirigentes que no conocían mucho del pasado de su marka Machaqa, reafirmaron la voluntad de reasumir cargos de autoridad tradicional y seguir luchando por el ejercicio real del poder comunal. Fue el reinicio masivo del “retorno” a la organización delayllu, bajo la égida de los mallkus y mama mallkus, aunque en el proceso hubo incomprensión de algunos jóvenes, que por la influencia de la escuela civilizadora, objetaron tal “retorno”, porque supuestamente se estaba “retrocediendo al pasado”. Tres años después, en noviembre de 1992, se celebró el III Congreso Regional de Jesús de Machaqa, que tomó el sugerente nombre de I Cabildo de Autoridades Originarias. En él las dos Centrales Agrarias ratificaron su decisión de retomar su forma de organización tradicional como ayllus y sus autoridades originarias. Es significativo que desde entonces las mismas siglas significan algo distinto: CACOJMA ya no es “Central Agraria Cantonal” sino Central de Ayllus y Comunidades de Jesús de Machaca; capa ha pasado también a ser la Central de Ayllus de Parcial Arriba. Finalmente en 1997, en el V Congreso regional, adoptan el nombre de Cabildo de Ayllus y Comunidades Originarias de Jesús de Machaca (CACOJMA). Poco después ocurrió lo mismo en el conjunto de la provincia Ingavi del departamento de La Paz, a la cual pertenece Jesús de Machac a. En enero de 1993 realizó su I Congreso Orgánico, donde se constituyó la Federación de Ayllus y Comunidades Originarias de la Provincia Ingavi (FACOPI). Se encargó a una comisión con miembros de sus ocho markas estudiar y redactar sus nuevos estatutos, y a los cuatro meses, el 11 de abril, estos fueron aprobados en un II Congreso Orgánico en San Andrés de Machaqa. Después fueron publicados y distribuidos por todas partes con el apoyo del THOA, que añadió una breve introducción histórica y cultural.

El texto del estatuto recupera nombres ancestrales para los diversos cargos sin hacer ya ninguna referencia al sindicato, salvo indirectamente para explicar algunos cargos. Además, formaliza como estatuto lo que antes sólo era costumbre. Establece, por ejemplo, el nombramiento por turno desayañas, la necesidad de haber recorrido los cargos previos del thakhi para ocupar un cargo superior, etc. Incluso rechaza explícitamente algunas prácticas corrientes de servilismo político. Por ejemplo, califica de “falta grave” de una autoridad provincial, “poner el uniforme de las autoridades originarias a los extraños o a autoridades políticas, militares o a extranjeros” (FACOPI, 1993, art. 15).

Jesús de Machaqa había influido bastante en ese cambio a la provincia Ingavi, como muestra el hecho de que el nombre inicialmente adoptado en los estatutos era “Federación de Ayllus Faustino Llanqi” y que el congreso que los aprobó fuera presidido por Lorenzo Inda, el dirigente uru de Iruwit’u. En 1997, en el pueblo de Jesús de Machaqa, se realizó el V Congreso regional del Cabildo de Ayllus de Jesús de Machaqa (CACOJMA). Aquí se evaluó los diez años de fortalecimiento como autoridades originarias, y desde 1993 como parte de la FACOPI. Las conclusiones son muy claras, como la existencia orgánica del CACOJMA, que ha superado el estatuto de la FACOPI, y, por lo tanto, urge readecuarlo llamando a otro congreso provincial.

5. Los doce ayllus simbólicos: la fiesta del Rosario y la celebración del Mara T’aqa

Cada primer domingo de octubre se realiza la fiesta del Rosario, la principal fiesta de los doce ayllus, en el pueblo central de su marka. En esta fiesta los “vecinos” del pueblo no participan de ninguna forma. La fiesta, a partir de la cosmovisión aymara, tiene un profundo significado ritual, donde no sólo se expresa lo estrictamente religioso sino también lo político‑ideológico, incluyendo cierto simulacro de ch’axwa, como ritualización de los permanentes conflictos y alianzas interayllus.

Algunos comunarios opinan que esta fiesta, tan impregnada de matices machaqueños, tiene sus orígenes “en la época de los Inka”. En la Colonia y la República se pudo mantener mejor la celebración al hacerla coincidir con el aniversario de la Virgen del Rosario. Pese a que en algunas ocasiones hubo presión del corregidor y del cura del pueblo para que no se llevara a efecto, esta fiesta sigue siendo –con o sin misa cristiana– la principal celebración de los ayllus en el corazón de la marka machaqueña. Antiguamente, al igual que en otras fiestas, esta celebración contaba con prestes de los ayllus, cuya principal misión era preparar la misa en honor a la Virgen. Sin embargo, en los últimos años desaparecieron los prestes y su misa en honor a la “mamita”, pero no así la fiesta, que sigue denominándose “del Rosario”.

Los doce ayllus de Jesús de Machaqa participan en la celebración, organizados según los criterios andinos como el de araxa/manqha (arriba/abajo), ch’iqa/kupi (izquierda/derecha), etc. La plaza principal del pueblo queda transformada en tayka marka (pueblo madre), o territorio simbólico de los doce ayllus tradicionales. Dentro de ella, cada ayllu tiene su demarcación o espacio específico, mantenido de año a año, llamado sayaña (solar familiar). Es decir, cada uno de los doce ayllus aparece como una familia de la gran comunidad machaqueña.

Además, la tayka marka constituye un espacio neutral, donde en torno al origen de los 12 ayllus vuelven a unirse todos los ayllus del presente. Pareciera relucir nuevamente, en el inconsciente colectivo de los comunarios, la idea del kuti (retorno a lo que fueron sus raíces) y la reafirmación de la unidad simbólica de los doce ayllus, en medio de su multiplicación en muchos más ayllus y comunidades. Generalmente la fiesta se inicia en la víspera con la llegada de cada ayllu, presidido por su jilir mallku y mama mallku (su esposa). Primero se reúnen en la casa y canchón –llamadas también sayaña– que cada ayllu tiene en alguna parte del pueblo. De allí, en la tarde van ingresando a la plaza, en parejas, por una de las tres esquinas. Dan unas cuantas vueltas y retornan a su casa sayaña. Al día siguiente, a media mañana, todos retornan para ocupar masiva y conjuntamente la plaza. Los de Parcial Arriba se instalan en el lado derecho de la plaza (mirando a la iglesia), los de Parcial Abajo en el izquierdo y, dentro de su parcial, cada ayllu en el espacio que tiene asignado desde tiempo inmemorial, de acuerdo a su rango, llamado también sayaña. El conjunto refleja en la plaza, a grandes rasgos, el mapa de todo Machaqa. Las comunidades p’iqi o cabeza de cada parcialidad –Jilatiti y Qhunqhu– se ubican contiguamente en el centro de la plaza. Las comunidades kayu (pie) o chana (hermano menor) –incluido el ayllu Marka– ocupan un lugar periférico, cerca de las esquinas. Dentro de su sayaña cada ayllu forma su rueda y va bailando qina qina: los músicos, todos hombres, con su qhawa de piel de tigre; los mallkus y mama t’allas lucen sus mejores galas: ellos con su poncho, su q’ipi (bulto), sus “rosarios”, su pequeña vara de mando y –muy notoriamente– su chicote de mando; ellas con su manta de awayu, su q’ipi y la montera. Todos van dando vueltas en círculo. Todos van girando de derecha a izquierda, repitiendo el lema de sara, sara,… (vamos, vamos,…). Los p’iqis (cabezas), acompañantes de los jilaqatas y/o mallkus, son los animadores de esta fiesta. En frase de Layme (s/f): “en total había doce conjuntos grandes de qina qina, cada ayllu completo hacía una rueda inmensa en su puesto siempre de costumbre sin pasar a otro límite u otro conjunto bajo pena de ser azotado”. El conjunto de los doce ayllus, dentro de esta plaza casi cuadrada, forma como un gran círculo o, más exactamente, como dos medias lunas –que son las dos parcialidades– que van girando lentamente sin acabar de salir de su propio espacio. Parece una simbolización del juego de alianzas entre ayllus y entre las dos parcialidades (Triguero, 1989: 5).

Los doce ayllus participan en la fiesta, todos ellos danzando la qina qina, que constituye el baile ritual de la ch’axwa o conflicto. Hacia el mediodía, hay un momento en que se representa una pelea simbólica: los mallkus empiezan a enarbolar sus chicotes y a corretear a su gente, como si estuvieran arreando a su ganado. Las ruedas empiezan a girar a un ritmo mucho más rápido y se ve un gran movimiento giratorio en todo el conjunto de la plaza. En principio, se trata sólo de un acto expresivo. Pero a veces, si hay algunos problemas latentes, este momento puede evolucionar hacia golpes más reales. Por ejemplo, un año alguien del ayllu X había provocado a los de otro ayllu Z, y estos aprovecharon este momento para propinarle una buena golpiza. Los mallkus del ayllu cabeza, Qhunqhu, intentaron intervenir pero empezó la repartija de chicotazos entre todos: se generó una ch’axwa (pelea).

El concepto de ch’axwa casi siempre se ha traducido como guerra; sin embargo, tal apreciación parece no ser exacta; significa más bien ‘lío, riña o conflicto’. En la fiesta del Rosario la ch’axwa no se incorpora simbólicamente como un elemento ritual esencial que enfrente a dos ayllus o mitades, a la manera que ocurre en otras partes de los Andes, como en el tinku del Norte de Potosí o el ch’iyar jaqhi en las alturas del Cusco. Sin embargo, cierto lenguaje de agresión o competencia está siempre presente y se expresa sobre todo en la abundancia de chicotes, de varios tipos y nombres, en todo el ambiente de la fiesta.

El chicote juega aquí dos roles: no sólo es distintivo del mallku -pastor; puede ser también una alusión y estímulo para la ch’axwa. La misma qhawa, que viene a ser como una coraza de piel de tigre, puede transmitir en este contexto cierto mensaje agresivo. La canalización de ciertos márgenes de violencia en la fiesta no se descarta, ya que es un mecanismo para reencontrar el equilibrio: la ch’axwa en la fiesta puede permitir que la tensión colectiva termine en la distensión, el secreto terapéutico. No es de extrañar el temor de los vecinos del pueblo con motivo de esta fiesta del Rosario en 1920, el año anterior a la sublevación. Alarmados, escribían al prefecto diciendo que seis mil indios, bailarines y espectadores de los doce ayllus, se preparaban “para atacar el pueblo y el vecindario” [5] .

En definitiva, con o sin ch’axwa la fiesta del Rosario constituye la ritualización de la unidad de los 12 ayllus y una referencia permanente a las raíces de la gran marka machaqueña: el reencuentro del pasado en el presente (Ticona, 1990 y Triguero, 1989). desde 1990 han surgido otras tradiciones nuevas, como la celebración delmara t’aqa –o Año Nuevo Aymara– cada 21 de junio en las ruinas de Wanqani del ayllu Qhunqhu. Esta tradición fue introducida primero en Tiwanaku y, de ahí, se ha expandido a otros lugares, incluso más allá del altiplano. La idea para llevar adelante esta tradición en Jesús de Machaqa tiene otros matices: se inició en los talleres de recopilación histórica, llevado a cabo en el mes de septiembre de 1990 en el ayllu Qhunqhu Liki Liki, donde los (y las) comunarios rememoraron la participación de los comunarios de Qhunqhu en la sublevación del 12 de marzo de 1921, la experiencia de la escuela indigenal clandestina, dirigida por Francisco Choque, y la historia del ayllu en torno a su religiosidad.

En estos talleres de historia de los ayllus, se mencionaba insistentemente la importancia de los otrora espacios sagrados como la Wak’a Tata qala, que según los comunarios y comunarias se constituyó en el único defensor de sus hijos e hijas en momentos difíciles, como la masacre de 1921 y la Guerra del Chaco (1932-1935). Aquí surgió la pregunta, ¿si tata qala nos ha protegido tanto en momentos difíciles, por qué nosotros nos hemos apartado de ella? Una respuesta a esta interrogante fue la idea de iniciar la celebración de la mara t’aqa, precisamente al tata qala. Aquí fue decisiva la convicción del mallku Feliciano Calle, su mama mallku y los cuatro mallkus del ayllu, quienes asumieron la organización del Año Nuevo aymara, invitando a todos los mallkus de la jurisdicción de Jesús de Machaqa. La celebración tiene una profunda convicción en la religiosidad andina, que se fue masificando hasta que el Cabildo de ayllus de la marka asumió la organización del Año Nuevo andino. La mara t’aqa tiene que ver con el nombre de pacha kuti (Ticona (comp.), 1991), que en este caso puede interpretarse como ‘el giro del tiempo’.

Finalmente, la celebración del mara t’aqa ha adquirido un profundo significado, puesto que el nuevo jilïr jach’a mallku awki del Cabildo de Jesús de Machaqa, que debe tomar posesión el primero de enero del año siguiente, queda formalmente nombrado machaq jilir jach’a mallku awki en el curso de la celebración de ese Año Nuevo aymara, a mitad del año cristiano, de modo que en los meses venideros ya acompaña el jilir jach’a mallku awki en ejercicio en los principales actos y asambleas, para interiorizarse de sus futuras tareas.

6. El reencuentro de los tres Machaqas

En 1991 y 1992, los comunarios de Jesús, San Andrés y Santiago de Machaqa se reencontraron en una serie de consultas intercomunales y encuentros o “cabildos abiertos” masivos, liderados por sus dirigentes [6] . Cada vez se escogía a una de las Machaqa como anfitrión. El tema del primer encuentro fue viabilizar los trámites ante la Renta para quedar definitivamente eximidos del pago del impuesto. Nuevamente se volvieron a buscar los títulos coloniales, para lo que el Jach’a mallku Donato Cuéllar (1992), el “pasado” Lorenzo Inda, el mallku de Santiago de Machaqa, Genaro Arce y otros, viajaron a solicitar copias de los títulos coloniales al Archivo Nacional de Sucre [7] . Esta permanente referencia a tales títulos en la época de la República es uno de los indicadores de que el Estado boliviano sigue siendo colonial o, si se prefiere, neocolonial. No es la primera vez que lo hacen los pueblos indígenas del país, pues a lo largo de la historia tuvieron que apoyarse y valerse de las leyes coloniales a fin de que su defensa sea legal y exitosa.

Esta práctica fue retomada entonces por los comunarios de Jesús, San Andrés y Santiago de Machaqa, al encontrar en los artículos 1 y 3 del Decreto Supremo 22588 un resquicio favorable de “reconocimiento” a la comunidad para quedar eximidos del pago del impuesto. De esta manera, los títulos coloniales de Compra y Venta de la Corona de España y los documentos de la Revisita de 1881 volvieron a jugar un rol protagónico. De esa forma, los encuentros sirvieron también para que las nuevas generaciones de dirigentes sepan sobre la historia y lucha de sus ayllus, y de los líderes y defensores de la misma, como Faustino y Marcelino Llanqui de Jesús de Machaqa, Manuel Choquetarqui de San Andrés de Machaqa y Francisco Villalobos de Santiago de Machaqa.

En ese contexto las tres Machaqas empezaron a caminar juntos en varios acontecimientos. Por ejemplo, para ir a recibir en La Cumbre de Yungas a los indígenas del oriente, que realizaban su “Marcha por el Territorio y la Dignidad” [8] . A partir de esas movilizaciones, se reavivó incluso el viejo sueño de constituirse todos en una provincia Machaqa. Sin embargo, la idea no ha avanzado más. Debe recordarse que, al mismo tiempo, había también otras fuerzas centrífugas que llevaban más bien a la división, como la mencionada creación de la provincia José M. Pando, en Santiago de Machaqa, o la separación de una parte de Parcial Arriba, dentro mismo de Jesús de Machaqa.

El aporte a los Urus Uchhumataqu

En 1952 idioma de los Uru uchhumataqu fue declarado por Vellard (1954:93) “lengua muerta”, que ya solo era comprendida parcialmente por cinco ancianos. Desde entonces, a la baja lealtad a su idioma se unían los cambios en su vestimenta típica, la construcción de sus casas y otros rasgos culturales. En 1962 los Urus de Iruwit’u tuvieron su primera escuela fiscal, y unos veinte años después, gracias a la inquietud alfabetizadora de varios jóvenes estudiantes urus y aymaras en el CETHA de Qurpa, fue el primer pueblo indígena (machaqueña) que izó la bandera blanca de la erradicación del analfabetismo, en una campaña que usó el aymara pero no la lengua uru. Aunque tardíamente, en 1972 habían creado también su “sindicato campesino”, afiliado a la subcentral Litoral Mejillones (Ticona, 1991). Todo ello parecía preludiar el rápido fin de su identidad cultural diferenciada, como ya había ocurrido siglos atrás con los antepasados urus del vecino ayllu Janq’ujaqi.

Pero no fue tan así. Aunque aymarizados, su forma de vida seguía manteniendo ciertas peculiaridades. A diferencia de sus vecinos aymaras, los urus ucchumataqos dedican hasta ahora la mayor parte de su vida a actividades de pesca y caza de aves acuáticas en los totorales del lago que ahí forma el río Desaguadero. De esta manera, su particular forma de vida, el recuerdo histórico, la defensa de su territorio y algunas diferencias rituales–como su rol en la Balseada de la fiesta de “vecinos” de San Salvador–los sigue identificando como Urus uchhumataqos.

A todo ello se añadía el resurgimiento general de la temática étnica a través del Katarismo-indianismo (Hurtado, 1986), que adquirió en Iruwit’u su propia forma. Al principio solo había entusiasmo por lo aymara. Pero la situación fue cambiando, en gran medida gracias al liderazgo de don Lorenzo Inda [9] . En 1986 participó en un concurso de cartillas comunales, organizado por Qhana; su texto sobre la historia de los Urus de Iruwit’u mereció una mención especial y llegó a ser publicado (Inda 1986, 1988). Al poco tiempo habilitaron un local en su pueblo como pequeño museo uru. En 1987 Inda fue nombrado secretario general de toda la Central Agraria de Jesús de Machaqa, con una gestión altamente positiva. Era la primera vez que un Uru –muy consciente de serlo– escalaba al cargo máximo de la organización comunal machaqueña. Representaba a los aymaras y a su pueblo, pero su puesto le dio también la oportunidad para hacer conocer y respetar a su pueblo.

Las dos identidades quedaban perfectamente complementadas. En agosto de 1989 se realizó el I Congreso Regional y los urus fueron allí reconocidos como “nacionalidad”, título después refrendado en el VI Congreso de la provincia Ingavi, realizado en la marka de Jesús de Machaqa en marzo-abril de 1990 [10] . Desde entonces, dentro de todo el Cabildo, Urus deIruwit’u tiene el rango único de “nacionalidad indígenauru”. Ahora, cuando hay eventos importantes dentro o fuera de la marka machaqueña, sus representantes acuden siempre con su indumentaria distintiva. El pequeño enclave uru ha pasado de una condición marginal a la de pueblo indígena privilegiado, encontrando la síntesis entre la identidad regional y su alteridad local. En 1994, cuando el presidente y vicepresidente de Bolivia visitaron Jesús de Machaqa, en ocasión del aniversario de la sublevación de 1921, estos quedaron sorprendidos cuando un grupo de niños, ataviados con la clásica vestimentauru, les cantaron a todo pulmón el himno nacional en su lengua uchhumataqu.

Conclusiones

Hemos presentado una breve experiencia del impacto del trabajo del Taller de Historia Oral Andina (THOA, fundado el 13 de noviembre de 1983), en una región emblemática aymara llamada Jesús de Machaca, ubicada a 100 km. de la ciudad de La Paz. La sublevación de los ayllus o comunidades (12 de marzo de 1921) y la consecuencia de este en la masacre es motivo de este artículo. También se ha abordado la repercusión a partir de los actos de recordación a los caídos indígenas en la masacre en el movimiento aymara contemporáneo, sobre todo en los inicios de la misma, a fines de los años 80 del siglo XX. Se hizo énfasis en la nueva historiografía y sobre todo de historiadores aymaras, como es el caso de Roberto Choque, pero también en la memoria oral de los comunarios sobrevivientes de la masacre de 1921, recopilada por el autor. Este artículo es parte de un trabajo amplio que se ha desarrollado en la región indicada, que incluye a otros pueblos indígenas como es el caso de los Urus uchu mataqu, que conviven con los aymaras y sobre todo en la recuperación de la memoria colectiva de los pueblos aymaras.


Bibliografía

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Vellard, Jehan (1954) Dieux et parias des Andes. Les Ourous, ceux qui ne veulent pas être des hommes . Émile-Paul, Paris.

Archivos

ALP/FP. Archivo de La Paz. Fondo de la Prefectura. 1923. Documentos

Archivo de La Paz. Expedientes de la Prefectura, 1920.

Archivo Histórico de La Paz [alp] 1920.

Correspondencia. Prefectura.

Entrevistas

Gregorio Barco, discurso en aymara. Chuxña-Ilata baja, 13/XI/84.

Notas



[1] Traducido del aymara por el autor.

[2] Las radionovelas sobre la historia aymara comenzaron a difundirse desde los años 60, como también el uso del idioma aymara en diversas radios en La Paz. Uno de los pioneros en esta actividad fue el CIPCA, institución que a partir de 1974 incorporó personal aymara. Por ejemplo, los radialistas Jaime Apaza, Florentino Cáceres e Inocencio Cáceres. En este contexto surgió la radionovela histórica, de gran éxito y repercusión en el movimiento katarista e indianista, llamada Julián Apaza, Tupaj Katari y difundida por Radio San Gabriel. Algunos años más tarde se difundió otra, llamada Willka Marka, que trata sobre la participación del movimiento indígena en la guerra federal en 1899, liderizada por Pablo Zárate Willka.

[3] Hasta entonces, sólo se conocían versiones muy fragmentarias de algunos ideólogos obreros, como Barcelli (1956).

[4] Estas “actas históricas” fueron compiladas en un texto que titula Jiwasanakan sartawisa, Nuestra historia (Ticona (comp.), 1991). También se incluyó una mayoría de la autoetnografías en el Anexo 4 del vol. 3 de la serie Jesús de Machaqa (Ticona y Albó, 1997:338-358).

[5] ALP.CP, Provincia de Ingavi, 1920. Oficio del corregidor Augusto Ríos R. al señor Prefecto y Comandante del Departamento de La Paz. 27 de septiembre de 1920.

[6] Antes hubo otras aproximaciones de carácter coyuntural, como la creación del “Comité de sequía de los tres Machaqa”, formado en la década anterior para buscar la ayuda del Gobierno.

[7] En cierto momento, los mallkus y representantes nombrados recibieron el asesoramiento jurídico del abogado Jorge Vacaflor.

[8] Ver Contreras (1991). A ese encuentro en La Cumbre los Urus de Iruwit’u acudieron con su propia indumentaria y pancarta identificatoria.

[9] Lorenzo Inda Colque nació en 1946. Es un investigador e historiador de su propia cultura y ha sido también reconocido como dirigente máximo al nivel de su pueblo Uru, de la marka Jesús de Machaqa (1987), de su provincia Ingavi (1990 1992) y ha ocupado además cargos a nivel departamental. Fue candidato para la alcaldía de la primera sección de Viacha en 1996 y fue elegido por el Cabildo de Jesús de Machaqa como subalcalde de la marka en 1997 (Inda 1986 y 1988).

[10] Carta al VI Congreso y Voto Resolutivo del 2 de abril de 1990.