EDITORIAL
Los movimientos sociales de base democrática como los feminismos se expresan, colisionan, crean, ensamblan, multiplican, debilitan, cometen errores, hacen promesas, cobijan y dan sentido, no sólo como parte de su vida heterogénea, sino también como expresión situada. En Argentina, desde donde se escribe esta editorial, el despliegue, desarrollo y tonificación de sus desarrollos teóricos y, sobre todo, de sus articulaciones sociales, comunitarias y populares adquirió una fuerza sin igual a lo largo de las primeras dos décadas del siglo XXI. Vimos a millones en las calles del #NiUnaMenos, la Marea Verde y los 8M. También vimos y celebramos la impregnación y consolidación de normas y políticas públicas avanzando en un sentido verde, violeta y diverso.
Las (nuevas) derechas y sus aliadas militaristas no son fenómenos nuevos, aunque la singularidad de un tiempo-espacio siempre impregna de novedad. En América toda (aunque es rotundamente global), el fenómeno trumpista y bolsonarista fue tejiéndose lenta y efectivamente no solo en la relación de alcoba de partidos y empresas, sino en las bases sociales, entre la gente. “Ultraderecha”, “extrema derecha" son categorías políticas que fueron cobrando formas posibles de llegar a las urnas, de ser elegidas, de finalmente gobernar. Lo vimos desde una distancia que creíamos inmune en la confianza (no tan ingenua) y en la democracia construida durante cuarenta años a fuerza de contradicciones, desafíos, calle, derechos humanos, feminismos y movimiento LGBTIQ multiplicándose y ensanchando la vida común. El año 2023 marcó un hito que creíamos imposible: la composición de fuerzas de extrema derecha y militaristas lograba llegar a una fórmula presidencial (ya había parlamentarios/as y más) y lograba constituirse en un ballotage tenso y sombrío en la nueva presidencia de Argentina.
¿Qué (nos) pasó? Las razones son miles y no alcanzan ni las páginas ni la pericia individual para explicar lo que sólo colectivamente se vive, comprende y transforma. Por eso, una mirada reflexiva, aguda, autocrítica y también compasiva al interior de los feminismos y disidencias es necesaria. Una mirada entre muchxs, entre miles componiendo, traccionando, callejeando, escribiendo, cantando y creando una nueva partitura no solo para el futuro, sino para el presente. El segundo número del volumen 08, parte de esta premisa.
Dadas las diversas e imprevistas limitaciones de este año, no llegamos a organizar un Dossier como venimos haciendo en los volúmenes previos. Aún así pudimos darle identidad a este número desde La Polémica. A partir de los interrogantes desplegados en la convocatoria y otros sugeridos posteriormente, referentes locales plantearon sus posicionamientos frente al desafío que nos convoca: cuestionar y replantear algunas de las derivas de lo que, desde ciertos sectores políticos y sociales, podemos entender polémicamente como una “mala praxis feminista” (desindentificatoria, “piantavotos”) o, por el contrario, fortalecer y erigir con perseverancia las prácticas y banderas que consideramos irrenunciables. La Polémica sigue abierta y esperamos con ansias su participación.
Equipo Editorial
Polémicas Feministas