“SER VARÓN HOY: REPENSANDO LAS MASCULINIDADES”

TRABAJO DE SENSIBILIZACIÓN CON ADOLESCENTES PARA LA PREVENCIÓN DE LAS VIOLENCIAS DE GÉNERO

“BEING MALE TODAY: RETHINKING MASCULINITIES".

AWARENESS-RAISING WORK WITH ADOLESCENTS FOR THE PREVENTION OF GENDER-BASED VIOLENCE

Myriam Abecasis; Leonardo Corab; Lucía Ibáñez; Valentina Lesser y María Soledad Morellato*

Nicolás Ampoli, Martín Rodríguez y Luciana Nogarol**

 

 

Resumen

En el marco del Proyecto de Intervención Comunitaria “Ser varón hoy: repensando las masculinidades”, trabajo colaborativo entre una universidad y la comunidad, se diseñó e implementó un dispositivo de sensibilización sobre nuevas masculinidades para adolescentes que estén cursando los últimos años del secundario y que se auto perciben varones. El dispositivo en formato taller tiene el propósito de contribuir a la prevención de las violencias de género a partir de la construcción colectiva de nuevos paradigmas sobre masculinidades, redefiniendo el rol del varón no únicamente como potencial agresor, sino como agente activo del cambio social hacia la igualdad de género. Para alcanzar este objetivo, se empleó un diseño de investigación mixta que incluyó la aplicación de una escala cuantitativa que mide la interiorización de estereotipos de género en seis dimensiones diferentes (dimensión cuerpo, dimensión comportamiento social, dimensión de competencias y capacidades, dimensión emociones, dimensión expresión afectiva, responsabilidad social) junto con un análisis cualitativo (con eje en mitos sobre la masculinidad, mandatos sobre la masculinidad y complicidad machista). Se trabajó con un diseño de Investigación Acción Participativa que involucró activamente a los adolescentes en la construcción de nuevos paradigmas de masculinidad. Futuras investigaciones deberán considerar la capacidad reflexiva y cognitiva de los estudiantes para comprender las diferencias en las respuestas y resoluciones de situaciones conflictivas en los talleres.

 

Palabras clave: Masculinidades - Taller de sensibilización – Adolescencia - Prevención de la violencia de género.

 

Abstract

Within the framework of the Community Intervention Project "Being male today: rethinking masculinities", a collaborative work between a university and the community, an awareness-raising program on new masculinities was designed and implemented for adolescents in their last years of high school, who perceive themselves as male. The purpose of the workshop format is to contribute to the prevention of gender violence through the collective construction of new paradigms on masculinities, redefining the role of men not only as potential aggressors, but also as active agents of social change towards gender equality. To achieve this objective, a mixed research design was used that included the application of a quantitative scale that measures the internalization of gender stereotypes in six different dimensions (body dimension, social behaviour dimension, competencies and capabilities dimension, emotions dimension, affective expression dimension, social responsibility) together with a qualitative analysis (focusing on myths about masculinity, masculinity mandates and male complicity). We worked with a Participatory Action Research design that actively involved adolescents in the construction of new paradigms of masculinity. Future research should consider the reflective and cognitive capacity of students to understand the differences in responses and resolutions of conflict situations in the workshops.

 

Keywords: Masculinities - Awareness-raising workshop - Adolescence - Prevention of gender violence.

 

Introducción

 

De acuerdo con el Observatorio de Violencias de Género de Ahora que sí nos ven (2022), en enero del 2022 hubo un femicidio cada 28 horas, mientras que entre el año 2015 y 2021 se registró un femicido cada 31 horas. El dato muestra claramente que la escalada de violencia de género aumenta pese a existir un compromiso de políticas públicas y de trabajo en organizaciones sociales y movimientos populares para revertir esta situación. La problemática es compleja ya que se presentan distintas variables involucradas -culturales, económicas, sociales, políticas, familiares, históricas-, por lo que el abordaje debe ser realizado desde intervenciones en distintos contextos, poblaciones e instituciones.

Siguiendo a Bard Wigdor (2016) y considerando al género como un concepto relacional, es necesario intervenir con todos los actores que componen la dimensión. El trabajo con varones es uno de los aspectos de relevancia para abordar esta complejidad. De lo contrario, solo se intervendría sobre una parte del problema. Involucrar a los varones implica comenzar a deconstruir para reconstruir desde un lugar más saludable, masculinidades que han sido históricamente construidas desde la perspectiva de privilegios que impone el sistema patriarcal tradicional (Fabri, 2020).

Como forma de prevención de las violencias de género, se hace necesario trabajar con la población de adolescentes que se auto percibe varón, ya que esta etapa vital es tanto un atributo de la persona como una construcción social, donde la sociedad transmite al sujeto un sistema de creencias, prácticas y valores, pero al mismo tiempo es el período en que el individuo rechaza o asume esas creencias, prácticas y valores que se pueden cristalizar en la vida adulta (Ampoli, Varela Weser y Abecasis Aubone, 2021).

Es por lo expuesto que se diseñó un taller con objeto de promover la reflexión, el cuestionamiento y la construcción colaborativa entre pares acerca de sus masculinidades -en una etapa significativa como es la adolescencia-, que permita aprender nuevas formas de relacionarse flexiblemente para evitar cristalizar conductas agresivas y poco tolerantes hacia las mujeres e identidades de géneros no heteronormativas, propias de una masculinidad hegemónico-patriarcal.

El objetivo general del dispositivo fue contribuir a la transformación de estereotipos masculinos que originan violencia de género a partir del trabajo en grupo con adolescentes de los últimos años del secundario en la Provincia de Córdoba (Argentina). En paralelo se trabajó con un diseño de investigación mixta donde se recolectaron datos cuantitativos y cualitativos simultáneamente. Se empleó, además, la metodología de Investigación Acción Participativa.

 

Revisión Teórica

 

Se define género como aquella construcción histórica, social y cultural que asigna a los sexos biológicos diferentes significados, formas de comportamiento y roles. Se trata, por definición, de un concepto relacional y jerárquico ya que las diferencias que cada cultura genera en torno a la masculinidad y feminidad implican una distribución desigual en el acceso y control de recursos socialmente valorados. Por lo tanto, trasciende las meras individualidades: no se refiere a las relaciones interpersonales sino a un sistema basado en valores, leyes, religión, es decir, está institucionalizado. Además, depende del contexto, ya que los roles y las relaciones de género varían según el grupo étnico y socioeconómico. Por ende y en esa misma línea, se entiende al género como interseccional, dado que no puede ser analizado separadamente de otros ejes de opresión, como la etnia, la clase, la identidad de género y/o orientación sexual. Finalmente, la configuración de las relaciones de género es cambiante pues obedece a procesos históricos y sociales de modo que puede ser modificada a través de intervenciones socioeducativas (Tassile, 2020).

Se entiende por violencias de género todo “acto o actos intencionales de poder, ejercido por acción o por omisión, con el objetivo de someter, dominar y controlar, imponer la voluntad de quien la ejerce por sobre la voluntad de la parte que la recibe, transgrediendo derechos y produciendo daño” (Corbalán y Pérez Scalzi, 2019, p. 27). No son considerados hechos aislados, ni excepciones, sino que son resultado de patrones culturales, sociales, históricos y políticos aprendidos que responden a la estructura de un sistema jerárquico, patriarcal que naturaliza las desigualdades y la ponderación del género masculino por sobre las mujeres y disidencias. Por tanto, la perspectiva de género constituye una herramienta y un marco teórico-político fundamental para explicar este fenómeno, al desnaturalizar- desde el punto de vista teórico y desde las intervenciones socioculturales- el carácter jerárquico atribuido a la relación entre los géneros (Tassile, 2020).

La masculinidad es por tanto un concepto relacional, ya que existe sólo en contraste con la feminidad (Connell, 2015). Es un conjunto de significados, siempre cambiantes, que se construyen a través de relaciones con uno mismo y con los demás. No es un concepto estático ni atemporal, sino que se encuentra ligado siempre al momento histórico. Como se mencionó anteriormente, el género es un dispositivo de poder, un guion para la socialización de varones y mujeres. La masculinidad es esa dimensión del dispositivo y del guion destinada a la educación de los varones en ciertos estereotipos y roles. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH] (s.f.) cuando se habla de estereotipo de género se entiende como una visión generalizada o una idea preconcebida sobre los atributos o las características que deberían poseer varones y mujeres, así como los roles que se esperan cumplan o se atribuyen a los mismos. Por tanto, ambos conceptos son prescriptivos ya que ordenan "cómo deberían ser y cómo se deberían comportar" las personas de acuerdo con su sexo biológico. Es decir, que ambos generan no sólo expectativas sino mandatos y prácticas que se producen y reproducen en la socialización.

Frecuentemente este tipo de socialización crea relaciones particulares de complicidad que están marcadas “por el conocimiento, la coautoría, colaboración y/o el silencio ante comportamientos y prácticas de otros varones que muchas veces atentan contra la integridad de otras personas” (Acuña Moraga, 2017, p. 23). Este autor resalta que, aun cuando no todos los varones tengan comportamientos que reproducen lógicas machistas, la mayoría de ellos son testigos silenciosos de cómo otros varones manifiestan sus prácticas o poder masculino en diversas situaciones.

La socialización de los varones lleva a la presión social para que se comporten como “hombres”, ya que cuando empiezan a reflexionar y a tomar un cambio de actitud, las personas de su entorno “perciben una transformación y ablandamiento de la masculinidad” (Acuña Moraga, 2017, p. 43). Estas presiones sociales se mantienen, siguiendo la idea de este investigador, porque el entorno define al hombre y a la mujer por oposición. Se entiende entonces que al dejar de ser hombre macho o fuerte te convertirías en mujer.

Los micromachismos se articulan con la complicidad machista, pues no responden a prácticas individuales, sino a un entrenamiento colectivo y una socialización de dominio masculino (Fabri, 2020). Según este autor entre las prácticas de la complicidad machista se pueden encontrar: la no intervención, el silencio, la abstención, el no posicionamiento o “la moderación selectiva y conveniente ante una crítica dirigida a otro varón por una práctica machista; la defensa corporativa del estatus, el prestigio y la impunidad masculina; la empatía y complicidad ante la victimización del varón criticado o denunciado” (Fabri, 2020, p.144), entre otras.

A su vez, esta socialización se irá nutriendo de discursos y mitos sociales que van legitimando actitudes, conductas y subjetividades. Fernández plantea: “que los discursos y mitos sociales ordenan, legitiman, disciplinan, definen los lugares de los actores de las desigualdades y su subordinación en los espacios sociales y subjetivos que la violencia instituye” (2010, p. 29). Los mitos se construyen a través de relatos supuestamente históricos de sentido común, no basados en justificaciones ni evidencias que revelan parte de la cosmovisión de quienes los alimentan. Pueden ayudar a explicar una práctica, creencia o fenómeno natural o social (Sancho Gil, Paniagua, Cano y Valero, 2015). Múltiples rasgos de las crianzas de las personas están formulados bajo mitos sociales de la masculinidad hegemónica.

Las subjetividades que nacen y se alimentan de los mitos sobre masculinidades hacen que los modos de subjetivación incluyan relaciones asimétricas entre mujeres y varones, gozando estos últimos de mayor libertad y privilegios (Gutman, 2020). Esta investigadora también plantea que la masculinidad hegemónica se va construyendo para el dominio y el ejercicio del poder sobre las mujeres, pero también sobre niñas, niños, ancianos y varones no hegemónicos. En este sentido, la estimulación cultural de los rasgos patriarcales y la asociación de las masculinidades con la incorporación de la violencia como eje constitutivo del varón se van naturalizando mediante “mitos, creencias o disciplinas científicas que tenderán a validar la hipótesis de que el cuerpo masculino está naturalmente predispuesto para la conquista, penetración y dominio” (Gutman, 2020, p. 59).

El tipo de crianza y las subjetividades que se crean en torno a las masculinidades hegemónicas tienen efectos en la salud mental (Perla, 2020). El ejercicio de poder supone una masculinidad determinada por la agresividad y la violencia que los varones pueden expresar y ejercer sobre sus propios cuerpos y los cuerpos de los demás. En este sentido, la autora remarca que surge el enojo como estrategia de afrontamiento, resultante del escaso desarrollo de habilidades sociales. Además, como en el lado femenino ha quedado la esfera de lo sentimental, este aspecto se niega: “los varones no saben qué hacer frente a sus propios sentimientos ni frente a los ajenos provocando, además de reacciones violentas, distanciamiento afectivo, problemas para cuidarse y ser cuidado y dificultades para paternar desde el amor” (Perla, 2020, p.54).

Entre los mandatos de masculinidad hegemónica se pueden encontrar expresiones como “los hombres no lloran” (esto hace referencia al supuesto control emocional de los varones o la prohibición de hacer algún tipo de expresión emocional en público), “aprenda a ser hombre” (frase que tiene relación con la tolerancia al dolor, la resistencia física, etc.), “el último que llegue es una nena” (con esto se hace referencia a que la hombría hay que demostrarla, se deben asumir desafíos), “el hombre no puede aguantarse” (la idea de que los varones deben descargar en lo sexual, que lo más importante es la penetración, no hay lugar para el romanticismo, etc.) (García, 2015). Ante los mandatos y mitos sobre la masculinidad hegemónica, los varones van construyendo sus subjetividades en torno a la negación de sus emociones y el uso de su fuerza, siendo la supresión de estas emociones el costo que deben pagar (Gutman, 2020).

No obstante, resulta necesario hablar de masculinidades en plural, para dar cuenta que pueden existir diversas formas de ser varones, e incluso, diversas identidades masculinas, sean varones o no (Chiodi, Fabri y Sánchez, 2019) como, por ejemplo, lesbianas, personas no binarias y mujeres que se identifican y expresan desde una apropiación singular de la masculinidad. Es necesario problematizar las masculinidades, no sólo abarcando diversas identidades de género, sino también como un dispositivo que produce y reproduce relaciones desiguales de poder. La masculinidad como mandato asigna a los varones (cisgéneros y heterosexuales) una posición social privilegiada sobre otras identidades de género. Es fundamental entonces, promover masculinidades no sexistas, que no naturalicen privilegios y promuevan equidad, reciprocidad y consentimiento.

Sanfélix Albelda (2011) muestra una clasificación de las masculinidades que ayuda a entender la complejidad de la heterogeneidad de las masculinidades actuales. En primer lugar habla de masculinidad hegemónica como aquella práctica de los varones heterosexuales que monopolizan la autoridad, el poder y el prestigio; la masculinidad subordinada como aquellas masculinidades divergentes de la posición de poder hegemónica; la masculinidad cómplice como aquella masculinidad silenciosa que no forma parte de la masculinidad hegemónica pero que disfruta de los beneficios del sistema patriarcal con la sumisión de las mujeres; y la masculinidad marginada, relacionada con grupos étnicos minoritarios y marginados. Si bien este autor manifiesta que la mayoría de los varones no podría considerarse como parte de la masculinidad hegemónica, esta podría estar funcionando como grupo referente simbólico y normativo a seguir o imitar por el resto de los varones.

 

 

Diseño Metodológico

 

El presente estudio se realizó desde un diseño de investigación mixta. En este marco, se vincula al diseño anidado concurrente de modelo dominante (DIAC). Esto implica recolectar datos cuantitativos y cualitativos simultáneamente en los que un método predominante guía el proyecto (Hernández, Fernández y Baptista, 2010). En este caso, el modelo dominante fue el cualitativo, siendo el componente cuantitativo insertado en el enfoque central.

Se trabajó con un diseño de Investigación Acción Participativa, lo que presume que los sujetos que participan son reconocidos como individuos con ideas, saberes y experiencias que les posibiliten modificar su realidad, siendo también investigadores facilitadores del proceso. Este tipo de diseño se ajusta al objeto de estudio, ya que supone el empoderamiento y la transformación de los sujetos participantes, quienes como individuos críticos y activos logran trabajar en conjunto en pos de su bienestar. La visión de horizontalidad y la flexibilidad de este diseño entienden a los participantes como gestores claves del cambio.

La población responde a una selección de muestreo homogéneo, compuesta por alumnos regulares de 5° y 6° año de escuelas secundarias de la ciudad de Córdoba que se autoperciben varón entre las edades de 16 a 20 años. Vale indicar que quedaron excluidos/as aquellos/as adolescentes cuyos/as madres, padres o encargados/as no dieron su consentimiento para la participación en el estudio, como también aquellos/as estudiantes que por voluntad propia no quisieron participar.

En la administración del instrumento se explicitó el carácter anónimo y confidencial del relevamiento de la información, como el carácter de participación voluntaria en los encuentros de los talleres, llevados a cabo entre los meses de septiembre y noviembre del año 2021, donde participaron 77 estudiantes de tres escuelas de nivel medio de la ciudad de Córdoba, una confesional y dos públicas.

El instrumento utilizado para medir la Interiorización de los Estereotipos de Género fue diseñado originalmente por Pilar Colás Bravo y Patricia Villaciervos Moreno (2007) para la población española. Cuenta con 6 dimensiones: 1. Cuerpo, 2. Comportamiento Social, 3. Competencias y Capacidades, 4. Emociones, 5. Expresión Afectiva y 6. Responsabilidad Social. En esta investigación se utilizó una versión adaptada para la población argentina por Torres (2018) donde se transformó la base de datos, dado que se partía de una escala Likert de 5 grados. Según la afirmación, la persona debe responder a su entender el grado de acuerdo o desacuerdo mediante escala Likert de 5 Grados: Muy en desacuerdo (+1), Desacuerdo (+2), Ni en desacuerdo ni de acuerdo (+3), De acuerdo (+4), Muy de acuerdo (+5). Esta escala indica a mayor desacuerdo en las afirmaciones planteadas en dicha escala, menores son las interiorizaciones de estereotipos de género. Lo importante para medir el grado de interiorización es saber si las personas se encuentran de acuerdo o en desacuerdo con el reactivo que presenta el instrumento. Vale destacar que el instrumento originalmente se responde por (sí) o (no). Todas las variables del instrumento están redactadas de forma positiva, por lo que el grado de interiorización de los estereotipos es directamente proporcional con el grado de acuerdo que presenten las personas.

El coeficiente de Cronbach mide el índice de correlación entre los ítems que componen a una prueba psicométrica. En el caso de la investigación de Torres (2018) dio como resultado un α 0,875. El coeficiente es un valor que oscila entre el 0 y el 1, cuanto más cercano el valor es a 1, mayor es la confiabilidad del instrumento utilizado.

 

Talleres

 

El taller se estructura en cuatro encuentros de una hora y media de duración cada uno con frecuencia quincenal. Mediante diversas dinámicas grupales se busca reflexionar, debatir y sensibilizar acerca de los estereotipos y las prácticas masculinas hegemónicas que originan violencia de género, implementando diferentes recursos audiovisuales, gráficos y escritos.

El primer encuentro consiste en la presentación del equipo profesional y la administración del instrumento para medir la Interiorización de los Estereotipos de Género adaptados por Torre (2018). Las temáticas abordadas en este encuentro giran alrededor de qué es ser varón y qué es ser mujer, así como mitos y estereotipos en torno a estas construcciones sociales. El objetivo es identificar las concepciones e ideas preconcebidas que tienen los estudiantes con respecto al género, la masculinidad, la feminidad, así como los mitos que se asocian a los mismos. De este modo se busca poner en tensión conceptos rígidos y promover repertorios más flexibles.

En el segundo encuentro se profundiza sobre los estereotipos y mandatos sociales asociados al género: cómo vivencian los adolescentes los mandatos de la masculinidad hegemónica y, cuáles son los costos y privilegios asociados a los mismos. El objetivo de este encuentro es sensibilizar a los estudiantes sobre los “privilegios” que tienen como varones y los “costos” que pueden vivenciar al reproducir los mandatos tradicionales de la masculinidad en la sociedad.

El tercer encuentro tiene por objetivo retomar “privilegios” y “costos” en torno a la masculinidad hegemónica, focalizando en la complicidad machista en relación con los grupos de pares. Para ello se busca visibilizar situaciones donde vivencian esta complicidad, para luego incentivar la reflexión en busca de alternativas o propuestas para posibles soluciones.

Por último, el cuarto encuentro tiene como objetivo que los adolescentes se apropien del espacio que transitan habitualmente con el fin de difundir y socializar con la comunidad educativa lo trabajado en el taller. Se propone plasmar en formato de “meme”[1]  las ideas, los conceptos y las acciones representativas de los ejes trabajados a lo largo de los encuentros, para luego colocarlos en los espacios que consideren significativos dentro de la institución educativa.

 

Resultados cuantitativos

 

Para analizar los datos cuantitativos se utilizó el software estadístico SPSS. En cuanto al análisis de los datos relacionados con la Interiorización de los Estereotipos de Género no se realizaron distinciones individuales para cada colegio ya que no se encontraron diferencias estadísticamente significativas que justificaran dicha separación. Los porcentajes de respuestas en cada colegio y curso reflejaron tendencias similares a las de la muestra total. Se adjunta en Anexo 1 la escala utilizada con las consignas que se entregaron a los adolescentes.

Como se observa en la Tabla 1, en la dimensión cuerpo (hace referencia a los aspectos relacionados con el cuidado del cuerpo y el atractivo físico) se obtuvieron valores altos en “desacuerdo”, lo cual indica que los adolescentes poseen una baja interiorización de estereotipos sobre el cuidado del cuerpo y el atractivo físico. Sin embargo, se observa una respuesta del 18,2% en “de acuerdo” en esta dimensión, lo que implica que un número considerable de estudiantes coinciden y están de acuerdo con los estereotipos de género referidos al cuidado del grupo y atractivo físico.

 

Tabla 1

Dimensión cuerpo

Cuerpo

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

5

6,5

Desacuerdo

33

42,9

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

25

32,5

De acuerdo

14

18,2

Muy de acuerdo

0

0,0

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

 

Por su parte, en la dimensión comportamiento social (las actitudes de los sujetos ante situaciones externas y los modos de comunicación interpersonal) se obtuvieron resultados parejos. Hubo un 27,35% de los sujetos que manifestaron “Ni en desacuerdo ni de acuerdo”, como también un 23,4% estar “desacuerdo” con dichas afirmaciones, aunque el mismo porcentaje de sujetos contestó estar “de acuerdo” (Ver tabla 2).

 

Tabla 2

Dimensión comportamiento social

Comportamiento social

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

14

18,2

Desacuerdo

18

23,4

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

21

27,3

De acuerdo

18

23,4

Muy de acuerdo

6

7,8

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

 

Con relación a las competencias y capacidades (hace referencia a aspectos relacionados con las capacidades y habilidades del sujeto según su género) aunque se obtuvieron valores más altos en “desacuerdo”, los valores son cercanos al “acuerdo” y “ni acuerdo ni desacuerdo” lo cual indicaría que los estudiantes tienen distintos niveles de interiorización con relación a esta dimensión, tal como se observa en la tabla 3.

 

Tabla 3

Dimensión Competencias y capacidades

Competencias y capacidades

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

9

11,7

Desacuerdo

24

31,2

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

19

24,7

De acuerdo

23

29,9

Muy de acuerdo

2

2,6

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

 

 

En referencia a la dimensión emociones (los sentimientos y emociones, su expresión y las conductas que generan, constituyen un factor que los estereotipos de género diferencian especialmente) la mayor tendencia de respuesta se ubicó en “Ni en desacuerdo ni de acuerdo”, lo que hace inferir que los varones aún se encuentran en proceso de repensar nuevas formas en relación con la expresión de sus emociones. (Ver tabla 4).

 

Tabla 4

Dimensión Emociones

 

Emociones

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

4

5,2

Desacuerdo

22

28,6

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

37

48,1

De acuerdo

14

18,2

Muy de acuerdo

0

0,0

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

 

En lo que respecta a la expresión afectiva (esta dimensión observa las actitudes y manifestaciones de afectividad en uno y otro género) muestra similares resultados que la dimensión emociones, ubicándose el mayor porcentaje de respuesta en “Ni en desacuerdo ni de acuerdo”, lo que hace inferir que también se encuentran en proceso de implementar nuevas prácticas de expresión de afectividad (Ver tabla 5).

 

Tabla 5

Dimensión Expresión afectiva

Expresión afectiva

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

6

7,8

Desacuerdo

16

20,8

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

31

40,3

De acuerdo

18

23,4

Muy de acuerdo

6

7,8

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

Por último, la dimensión responsabilidad social (dimensión que refleja la interiorización del estereotipo de género desde la aceptación de los roles sociales que se asignan a éstos, es decir, público para el varón, privado para la mujer), presenta índices más bajos de interiorización de estereotipos de género. El mayor porcentaje de respuestas se ubicó en “muy en desacuerdo” (tabla 6). Independientemente de que en el imaginario persista en algunas minorías la creencia de que es responsabilidad exclusivamente masculina proveer para el hogar, los hechos y la realidad se imponen con tal fuerza que ya resulta muy difícil negarlo. Un despertar de conciencia en cuanto a la importancia de la participación de ambos progenitores en la crianza de las infancias y su cuidado, lo que está demostrando tener efectos beneficiosos para la sociedad, ya que la participación de los hombres en las tareas de crianza se encuentra en Argentina en constante crecimiento (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007).

 

Tabla 6

Dimensión Responsabilidad social

Responsabilidad social

Frecuencia

Porcentaje

Muy en desacuerdo

40

51,9

Desacuerdo

12

15,6

Ni en desacuerdo ni de acuerdo

14

18,2

De acuerdo

5

6,5

Muy de acuerdo

6

7,8

Total

77

100,0

Fuente: Elaboración propia.

 

 

Resultados Cualitativos

 

En la propuesta del taller se abordaron cuatro grandes ejes. En primer lugar, mitos sobre la masculinidad. Durante el taller se identificaron concepciones sobre masculinidad, femineidad y relaciones entre géneros. Se trabajó sobre ideas preconcebidas, las cuales se cuestionaron, pudiendo arribar a algunas conductas nuevas en pos de construir masculinidades más saludables, variadas y flexibles. Si bien, se observaron ideas cristalizadas[2] sobre la masculinidad hegemónica[3], también aparecieron construcciones nuevas.

En segundo lugar, mandatos sobre la masculinidad. Se trabajó sobre estereotipos de género, costos y beneficios de ser varón. Se observa gran dificultad para identificar principalmente los costos de la masculinidad hegemónica. También, se advierte una gran preocupación por la mirada “generalizada” de las mujeres sobre ellos, quienes buscan constantemente diferenciarse de patrones violentos y/o abusivos.

En tercer lugar, complicidad machista. Se abordaron situaciones donde surge la complicidad entre varones y se reforzaron conceptos sobre costos y beneficios. Se observa que en el intercambio de opiniones entre pares pudieron construir patrones diferentes de conducta frente a determinadas situaciones con otros varones que en la práctica redundan en el ejercicio de masculinidades más saludables. Hay complicidad machista para protegerse de una manera emocional y de imagen.

En cuarto lugar, difusión y socialización de lo trabajado. Se plasmaron ideas, conceptos y acciones que representan para ellos los ejes del trabajo del taller en formato de “memes”. Se utilizó el humor de esta época para reflejar lo que se movilizó en ellos a partir de estos encuentros. Mediante el proceso reflexivo y los aportes entre pares, lograron con éxito la tarea propuesta. Se observó en casos puntuales una dificultad para representar el material trabajado previamente. Con el material construido pudieron intervenir la institución con su producción como una forma de visibilizar y compartir con el resto de la comunidad educativa el proceso realizado.

 

Análisis de las variables cualitativas

 

Mitos sobre la masculinidad. En los tres colegios se observó apertura en cuanto a la expresión del género en algunas áreas: los adolescentes pueden con naturalidad dar cuenta- por ejemplo- que usar pelo largo o corto no define tu identidad de género. En esa misma línea se advirtió flexibilidad en estereotipos y roles de género en la mayoría de las esferas exceptuando en el plano de la intimidad donde sigue predominando el ideal de amor romántico[4]

Sin embargo, particularmente en un colegio público de la ciudad de Córdoba se observan estereotipos de género más rígidos con respecto a la expresión de género, con algunas características heteronormadas y binarias que luego fueron flexibilizando con la intervención de las coordinadoras. Esto se registra en todos los colegios, es decir a partir de la intervención de coordinadores a través de preguntas y señalamientos, el mismo grupo puede co-construir otras ideas y formatos de creencia.

Uno de los primeros mitos que emerge es el del ideal de amor romántico que propone modelos rígidos y complementarios de vinculación sexoafectiva entre varones y mujeres. En el caso de la escuela pública del Gran Córdoba, surgió la fábula del Príncipe azul o Don Juan que exige en los varones una actitud más activa en la conquista en relación con una esperada pasividad de las mujeres. Este mito que aún circula choca con la realidad fáctica donde muchas mujeres, por un lado, toman una actitud activa en la conquista, o por el otro lado, se niegan ante la insistencia de los varones. De hecho, en dos colegios de Córdoba capital, los adolescentes pudieron expresar que vivencian agrado cuando las mujeres toman la iniciativa en el momento de la conquista, no siendo así para los jóvenes del colegio del Gran Córdoba. Este choque entre expectativa y realidad, si bien genera desconcierto entre los varones puede ser puesto en conversación y debatido entre los mismos pares, quienes se van regulando a través de la interacción que es facilitada en parte por la coordinación del taller a través de preguntas abiertas.

En los tres colegios -con diferentes matices- y pese a haber mayor tolerancia en la expresión de género, aún persisten ideas rígidas y prejuicios sobre la diversidad sexual que, si bien no se explicitan en un primer momento, se cristalizan a través de chistes homofóbicos entre pares. Es decir, se utilizan como insulto o descalificación a otro varón, se usan para dudar de su heterosexualidad o cuando un varón realiza una conducta que se aleja de lo prescrito para su género (varón cis) o en general como forma de insulto.

Mandatos sobre la masculinidad. Dentro de esta dimensión se pudieron discriminar dos grandes variables: por un lado, los costos de la masculinidad y por el otro, sus beneficios.

En primer lugar, en los tres colegios hubo gran dificultad a la hora de discriminar entre costos y privilegios. En cuanto a los costos, se pudo observar el peso que tiene para ellos la mirada de las mujeres, la cual interpretan como juzgadora “Las mujeres piensan… somos todos iguales” haciendo referencia a que piensan que son machistas. A su vez, otro de los costos que se pudo abordar durante los encuentros fue el de la expresión emocional. Los estudiantes pudieron dar cuenta que no pueden expresar sus emociones en frente de otros varones mientras que refieren sentirse más cómodos hablando con alguna mujer. En palabras textuales: “Es difícil mostrarse con otros varones”. A partir de las intervenciones de la coordinación del taller, surgen en los adolescentes frases como “estaría bueno que otro hombre te diga: ¿Querés hablar?… Me sentiría más libre y fortalecería la amistad”. En ese mismo eje, aparece el uso de la fuerza física como única solución frente a discusiones o diferencias de criterio (incluso dentro del mismo grupo de pares). Si bien logran ponerlo en palabras, no llegan a dimensionarlo como un costo de la masculinidad hegemónica sino más bien como algo natural de ser varón cis heterosexual.

También en el plano de la intimidad, pudieron reflexionar que muchos mantuvieron relaciones sexuales sin sentirse preparados. En esa misma línea, refieren haber carecido por un lado de información sobre Educación sexual Integral, así como de habilidades de efectividad interpersonal para comunicar y/o hablar de cómo se sentían con la persona que estaban por tener el encuentro sexual.

Finalmente, en los dos colegios públicos mencionan la dificultad de ser asertivos y decir que “no” frente a la insistencia de un amigo y/o par varón, ya sea para consumir alguna sustancia o para salir o ir a algún lugar que en realidad no querían. Al igual que la dimensión de la fuerza física como modo de resolución de conflictos pueden ver la dificultad de ser asertivos, pero no la problematizan como tal ni tampoco pueden relacionarlo con una cuestión de socialización de género. 

En segundo lugar, cuando se trata de privilegios a menudo les resulta difícil reconocerlos como tales, por lo que desde la coordinación se les marcan ciertas conductas que ellos plantean como obvias desde su sentido común. A partir de la reflexión colaborativa logran definirlas como “privilegios” y surgen los siguientes:                        

-          Autonomía del cuerpo. Pueden aceptar que transitan la vía pública sin miedo a que les hagan algo y surgen frases como “Es más fácil que les roben a las mujeres que a nosotros”. Reconocen que no sienten la necesidad de ser protegidos por un otro.

-          Autonomía económica. La reconocen como otro gran privilegio que se visualiza en frases como “Los hombres ganan más en algunos empleos” o “Ganan mejor que las mujeres en el mismo puesto”.

Complicidad machista. Predomina una sexualización y objetivación de los cuerpos de las mujeres, la cual se pone de manifiesto en situaciones cotidianas tales como difusión de fotos desnudas de mujeres (“nudes”) sin su consentimiento, así como a través del acoso callejero que muchos aún nombran como “piropo”. Los estudiantes relatan situaciones concretas de mujeres conocidas (compañeras de escuela) cuyas imágenes se viralizaron por internet y donde muchos pudieron reconocerse como partícipes necesarios de dicha viralización, a través del reenvío de la imagen, sin cuestionarse en aquel momento su accionar. Asimismo, se advierte por parte de los adolescentes, una disociación entre la subjetividad de la mujer (muchas veces compañera y/o par de la escuela) y su imagen (foto desnuda que se viraliza). En esa misma línea, se observa una gran dificultad para registrar o entender la dimensión del consentimiento.

En el colegio del Gran Córdoba se observa que el acoso callejero sigue estando naturalizado bajo el escudo del “piropo” donde los estudiantes se dividen entre quienes lo enuncian y quienes eligen no hacerlo, pero sí se ríen o festejan la frase y/o el grito del amigo/compañero en la vía pública hacia una mujer. Asimismo, mientras conversan sobre este tema, surge en el debate la discriminación o diferenciación entre distintos tipos de mujeres. Aparecen chistes en torno a las mujeres trabajadoras sexuales, denotando en el discurso una mayor habilitación social para gritar o decirles frases a dichas mujeres en relación con otras.

En los tres colegios se observa la agresión física como solución y respuesta a problemas entre pares, tales como la fidelidad con la amistad o la respuesta frente a la situación de un amigo en problemas; se brinda apoyo se esté de acuerdo o no con el accionar o la forma de resolución del conflicto.

Finalmente, los alumnos pudieron registrar que es “muy complicado” decirle a un amigo que está haciendo “mal las cosas”, como por ejemplo sugerirle que se retire de una pelea o respete el consentimiento de las mujeres.

 

Conclusiones

 

El objetivo general del dispositivo es contribuir a la prevención de las violencias de género a partir de la construcción colectiva de nuevos paradigmas sobre masculinidades desde el trabajo en grupo con estudiantes de los últimos años del secundario en la Provincia de Córdoba (Argentina). Para ello se trabajó con adolescentes que se autoperciben varones, y que se encontraban cursando 5° y 6° año de escuelas secundarias: dos de la ciudad de Córdoba Capital (uno privado confesional y uno público laico) y una del Gran Córdoba (público laico).

Se llevó a cabo un diseño de investigación mixta, con una escala sobre la Interiorización de los Estereotipos de Género que mide seis dimensiones. En la dimensión cuerpo, los resultados indicaron altos valores en “desacuerdo”, lo cual mostraría una baja interiorización de estereotipos sobre el cuidado del cuerpo y el atractivo físico. Sin embargo, en la primera dinámica del taller, cuando se preguntó sobre esta dimensión, se pudo observar que la caracterología de los cuerpos femeninos o masculinos corresponde con la heteronorma, aunque con la intervención de pares y coordinadores del taller, pudieron reflexionar y dar cuenta de que existen diversas corporalidades.

En cuanto a la dimensión comportamiento social, los valores reflejaron resultados parejos entre “acuerdo” y “desacuerdo”. No obstante, en la dinámica del taller se observaron actitudes y modos de comunicación que reflejan complicidad machista. Se observó gran dificultad a la hora de pensar respuestas alternativas de oposición ante conductas heteronormadas de pares varones, por ejemplo, un piropo o la resolución de conflictos a través de la pelea física.

En la dimensión de competencias y capacidades, si bien es mayor el porcentaje “en desacuerdo”, lo que reflejaría una baja interiorización de estereotipos sobre capacidades y habilidades de las personas según su género, hay también un porcentaje no despreciable que está “de acuerdo”. Los adolescentes se encuentran en proceso de construcción de creencias donde todavía no se han cristalizado las mismas, por eso en esta etapa se encuentran respuestas disímiles. Cuando se pregunta directamente por la dimensión de competencias y capacidades, surgen respuestas socialmente adaptadas a los actuales procesos de deconstrucción social. No obstante, en otras dinámicas se traslucen ideas más conservadoras con relación a este tópico.

En la dimensión emociones, la mayor tendencia de respuesta se ubicó en “Ni en desacuerdo ni de acuerdo”, lo que hace inferir que los varones aún se encuentran en proceso de repensar nuevas formas en relación con la expresión de sus emociones. Esto coincide con lo observado en el taller donde los varones manifestaron dificultades para expresar algunas emociones, sobre todo la tristeza. La misma es una emoción socialmente más relacionada con lo femenino, ya que se conecta con la vulnerabilidad, contra poniéndose al mandato social para el varón de “tener que ser fuerte”. En esa línea, expresan mayor facilidad para llorar con mujeres que con varones. De este modo, terminan entrampados en un costo alto al no “sentirse habilitados” para conectar con otros desde esa emoción. Sin embargo, en los talleres lo que más pudieron expresar era lo “bien que se sentía” poder llorar con alguien más. El llanto, como expresión de la emoción, está habilitado en actividades socialmente asociadas al varón (por ejemplo, el fútbol).

En la dimensión expresión afectiva, el mayor porcentaje de respuesta se encuentra en “ni en desacuerdo ni de acuerdo”, lo que hace inferir que también se encuentran en proceso de implementar nuevas prácticas de expresión de afectividad. En línea con la dimensión anteriormente explicada, hay mayor habilitación social para la expresión de afecto y sentimientos en mujeres e identidades feminizadas que en varones, siendo estos últimos más corporales y toscos (palmadas, golpes de puño) en caso de demostrarlo, lo cual se traduce en un alto costo para ellos. Se puede reflejar en los talleres con expresiones como: "Estaría bueno que otro varón venga y te diga: ¿querés hablar?”.

Por último, la dimensión responsabilidad social es la que presenta índices más bajos de interiorizaciones de estereotipos de género. El mayor porcentaje de respuestas se ubicó en “muy en desacuerdo”. En los talleres quedó reflejado cómo ambos roles, el de la mujer y del varón, son necesarios en la producción económica de los hogares: los adolescentes manifiestan que tanto el padre como la madre hacen aportes económicos y se involucran activamente en estas tareas remuneradas. Por consecuencia, los varones -al menos, los hijos-, deben comenzar a involucrarse en otros roles históricamente asignados a las mujeres, tales como las tareas domésticas.

Con relación a las variables cualitativas encontramos las siguientes relaciones. En mitos se encuentra una clara divergencia con lo señalado por Gutman (2020) quien refiere a “mitos creencias o disciplinas científicas que tenderán a validar la hipótesis de que el cuerpo masculino está naturalmente predispuesto para la conquista, penetración y dominio” (p. 59). Lo que observamos en las escuelas es que los varones, en relación sobre todo a la sexualidad, connotan positivamente en las mujeres una actitud activa en relación con la conquista, ubicándolos en un rol más receptivo, que les agrada y en algún punto los alivia (“está buenísimo que te encaren, que te avancen depende de la situación”, “hay mujeres machistas que piensan que siempre tenemos que encarar nosotros”). Sin embargo, se percibe que los mitos en las masculinidades, en este caso el del “hombre conquistador”, implicaría un costo, ya que los pone en un lugar más activo, con alto gasto de energía, con la incertidumbre de no saber el resultado del movimiento, exponiéndose en ocasiones a situaciones para las que no se encuentran preparados psicológica y emocionalmente, sumando además la mirada de otros varones sobre este proceso. En referencia a estos costos, Perla (2020) manifiesta que las subjetividades que se crean en torno a las masculinidades hegemónicas tienen efectos en la salud mental, generando cierto malestar psicológico en los adolescentes.

Además, en línea con el mito de la mujer colocada como conquista, como trofeo/objeto, se observa en ocasiones que se continúa sexualizando los cuerpos de las mujeres, quedando como objeto de deseo en lugar de sujetas de derechos. Esto se ve reflejado expresamente en la viralización de imágenes de mujeres desnudas que se comparten en la intimidad y luego son divulgadas con otros pares sin consentimiento. Si bien los varones pudieron problematizar esta práctica en el debate con coordinadores y sus pares, la mayoría admitió haber consumido y viralizado “nudes”.

En cuanto a los mandatos y en coincidencia con Perla (2020) quien manifiesta “que los varones no saben qué hacer frente a sus propios sentimientos ni frente a los ajenos provocando, además de reacciones violentas, distanciamiento afectivo, problemas para cuidarse y ser cuidado” (p.54), en los talleres se vio reflejado la dificultad en la mayoría de los adolescentes para expresar emociones culturalmente asociadas a las mujeres (como la tristeza) con otros varones. Se observó también el uso de la fuerza como solución principal para dirimir una situación conflictiva, así como tener relaciones sexuales sin sentirse preparados. Como se mencionó anteriormente, estos mandatos se convierten en costos para los varones, cuando al relacionarse con otros se evidencia la dificultad para expresar las emociones: alternan entre el polo de la evitación y la desregulación de estas. Esto los deja con pocas alternativas de respuesta para relacionarse, poca flexibilidad, aislándolos emocionalmente. Siguiendo a Laura Perla (2020), al cristalizarse estas conductas en la adultez, repercute en la salud mental de los varones.

En relación con los mandatos, se observaron dificultades para cuestionar los privilegios de la masculinidad hegemónica. Entendemos entonces la importancia de trabajar en este ciclo vital no sólo para prevenir las violencias sino para promover el desarrollo humano, es decir evitar las consecuencias que genera la violencia y en especial generar condiciones para prevenir el surgimiento de tales manifestaciones. Poder pensar el rol de los varones no sólo como potenciales agresores sino también como posibles facilitadores en pos de lograr la igualdad de género y eliminar las formas de violencias de género.

En lo que respecta a la complicidad machista en los talleres se observa claramente el rol del varón sobre todo como “testigo silencioso” de acuerdo con Acuña Moraga (2017). Los adolescentes expresan que “es muy complicado” decirle a un amigo que está haciendo “mal las cosas”, como por ejemplo retirarse de una pelea o respetar el consentimiento de mujeres. Si un amigo está en problemas, se brinda apoyo se esté de acuerdo o no con el accionar o la forma de resolución del conflicto en situaciones como socializar “nudes”, el piropo callejero, las burlas por la identidad de género o elecciones sobre gustos y prácticas en general. Resulta importante entonces diferenciar el tipo de vínculos que se generan en los “pactos” de la complicidad machista (acriteriados, rígidos, abusivos) y la “fidelidad” de la amistad (criteriosas, flexibles, saludables).

Se debería tener en cuenta que en la adolescencia se consolida el núcleo de la complicidad machista por la importancia que tiene en este ciclo vital la pertenencia a un grupo. Lo llamativo es que esta conducta en generaciones anteriores se sostiene en el tiempo, más allá de la adolescencia. Cabe preguntarse si estos adolescentes al tener la posibilidad de ponerse en tensión y reflexionar con otros podrían ampliar el bagaje/repertorio conductual, cognitivo y emocional.

En relación con las diferencias entre los colegios, algunas consideraciones importantes que caben resaltar:

-   Con respecto a los colegios públicos y el colegio confesional privado, en este último se encontró mayor profundización y problematización de los temas trabajados en los talleres. Esto llevó a respuestas más elaboradas no solo a nivel reflexivo, sino aquellas que son socialmente aceptadas.

-   Dentro de los colegios públicos también se encontraron diferencias en la capacidad reflexiva entre las diferentes orientaciones, por ejemplo, la orientación económica en comparación con la orientación social donde se puso de manifiesto mayor capacidad de abstracción y reflexión.

-   Se observaron diferencias entre el colegio público sito en Córdoba capital, en comparación con el colegio público de la periferia de Córdoba. En este último se pudo observar menos problematización de las temáticas, así como mayor desconocimiento en cuestiones de género.

Realizando un análisis de la validación entre varones, se pudo detectar que entre los pares adolescentes la validación permite el aprendizaje de conductas alternativas ante situaciones conflictivas. Esta es la gran riqueza de trabajar en talleres entre pares: la internalización de nuevas conductas de manera más orgánica y eficaz. Pero esto finalmente se observa en cualquier grupo de trabajo con pares. Lo realmente novedoso fue observar la diferencia de validación de los alumnos hacia los coordinadores varones adultos con relación a las adultas mujeres. Se observó mayor escucha, reconocimiento y autoridad a los mismos. Es primordial entonces que los coordinadores varones adultos no asuman el rol que les es otorgado por los adolescentes, para propiciar dinámicas más democráticas en conjunto con las coordinadoras mujeres, y no reproducir modelos patriarcales de interacción, promoviendo modos de vinculación más equitativos.

Resulta importante incluir en futuras investigaciones, variables como la capacidad reflexiva y cognitiva de los estudiantes, para conocer las diferencias de respuestas entre los grupos ante las dinámicas del taller y las diversas posibilidades de resolución en situaciones conflictivas.

Respondiendo a los objetivos planteados, se reafirma la importancia de trabajar con varones para abrir espacios de reflexión que generen sinergia para la construcción de pautas de conductas alternativas que faciliten la disponibilidad de recursos, de valores, creencias y finalmente conductas de una masculinidad más flexible y saludable frente a situaciones que propician el despliegue de conductas, mandatos y privilegios de la masculinidad hegemónica. Debido a que naturalmente no son dados estos espacios de conversación entre varones adolescentes, el taller pretende promoverlos para trabajar y deconstruir estereotipos y mandatos referidos a la expresión de afectividad y emociones que son potencialmente generadores de violencia de género.

 

 

Recibido: 10/07/2023.

Aceptado: 6/11/2023.


 

Referencias Bibliográficas

 

Acuña Moraga, Óscar (2017). La complicidad masculina y su influencia en la violencia contra las mujeres: análisis de las relaciones de complicidad intragenéricas de hombres que han participado en procesos de formación sobre nuevas masculinidades impulsados por la REDMAS y su influencia en la violencia contra las mujeres (Doctoral dissertation, Universidad Centroamericana).

Ampoli, Matías Nicolás, Varela Weser, Ana y Abecasis Aubone, Myriam (2021). Violencia en noviazgos adolescentes: su relación con las dificultades de regulación emocional y el sexismo ambivalente. Investiga+, 4(4), 100-116. https://revistas.upc.edu.ar/investiga-mas/article/view/67/134

Bard Wigdor, Gabriela (2016). Aferrarse o soltar privilegios de género: sobre masculinidades hegemónicas y disidentes. Península, 11(2), 101-122. https://doi.org/10.1016/j.pnsla.2016.08.003

Corbalán, María Silvia y Pérez Scalzi, Alejandra (2019). Guía práctica para la igualdad de género.https://diariofemenino.com.ar/df/wp-content/uploads/2019/10/Guia_Practica_para_la_Igualdad_de_Genero.pdf

Chiodi, Agostina, Fabbri, Luciano & Sánchez, Ariel (2019). Varones y masculinidad(es).  Herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Connell, Raewyn (2015). Masculinidades. Programa Universitarios de Estudio de Género. DF, México.

Fabbri, Luciano (2020). Micromachismos, porongueo y complicidad. Resistencias de los varones cis a los procesos de despatriarcalización. Intervenciones feministas para la Igualdad y la Justicia, 137.

Fernández, Ana María. (2010). La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres. Buenos Aires, Paidós.

Fernández Romeral, Juliana& Tajer, Débora (2018). Impacto de los mitos sociales sobre la feminidad y la masculinidad en adolescentes madres y padres. X Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología y XXV Jornadas de Investigación XIV Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.

García, Leonardo Fabián (2015). Nuevas masculinidades: discursos y prácticas de resistencia al patriarcado. Quito, FLACSO Sede Ecuador.

Grunin, Gisela (coord.) (2019). Violencia digital de género. Abordajes desde la ESI con adolescentes. Iniciativa Spotlight. https://www.onu.org.ar/stuff/spotlight/ESi-cartilla-web.pdf

Gutman, Jessica (2020). Mitos sociales de la masculinidad hegemónica tradicional. Estudios de género, Symploké, 1(1), 57-67.

Lagarde, Marcela (2001). Claves feministas para la negociación del amor. Managua, Puntos de Encuentro.

Observatorio de las violencias de género (2020). Ahora que sí nos ven. https://ahoraquesinosven.com.ar/

Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (s.f.). Estereotipos de género. El ACNUDH y los derechos humanos de las mujeres y la igualdad de género. https://www.ohchr.org/es/women/gender-stereotyping.

Perla, Laura Mariel (2020). Masculinidades y sufrimiento psíquico. Estudios de género, Symploké, 1(1), 52-56.

Real Academia Española (2022). https://dle.rae.es/meme

Sancho Gil, Juana María, Bosco Paniagua, Alejandra, Alonso Cano, Cristina & Sánchez Valero, Joan Anton (2015). Formación del profesorado en Tecnología Educativa: de cómo las realidades generan los mitos/The formation of teachers in Educational Technology: how realities generate myths. Revista Latinoamericana de Tecnología Educativa-RELATEC, 14(1), 17-30.

Sanfélix Albelda, Joan (2011). Las nuevas masculinidades de los hombres frente al cambio de las mujeres. Prisma Social (7), 220-247. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=353744579008

Tassile, Carla (2020). Ley Micaela: programa de capacitación provincial en el marco de la ley nº 10628. Universidad Provincial de Córdoba Ediciones. https://upc.edu.ar/wp-content/uploads/2020/10/Genero-UPC.pdf

Universidad Internacional de Valencia (2018). https://www.google.com/url?q=https://www.universidadviu.com/int/actualidad/nuestros-expertos/las-habilidades-interpersonales-en-el-desarrollo-profesional&sa=D&source=docs&ust=1661778497757954&usg=AOvVaw3yaOB79_u_5TaGRrCn3VG_

 

Anexo

 

Datos sociodemográficos

 

1.                  E-mail (recuerda poner el mismo e-mail ahora y posterior al cierre del taller)

2.                  ¿Cuántos años tenés? (completá sólo con números):

3.                  Año de cursado

 

Interiorización de los estereotipos de género

 

Nos interesa saber en qué medida estás de acuerdo con cada una de las siguientes afirmaciones, siendo que (1) es Muy en desacuerdo y (5) Muy de acuerdo. Según tu parecer, podés señalar también las opciones intermedias

 

1)                 El atractivo masculino (de los niños y hombres) está en un cuerpo fuerte, robusto y vigoroso.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

2)                 El atractivo femenino está en un cuerpo delicado frágil y ligero.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

3)                 Las mujeres deben ocuparse más que los varones de su apariencia y belleza.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

4)                 Los comportamientos atrevidos, osados e intrépidos son más valorados en los varones.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

5)                 Los comportamientos discretos, prudentes y recatados son más valorados para las mujeres.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

6)                  Los varones están más capacitados que las mujeres para desempeñar tareas técnicas y mecánicas.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

7)                 Las mujeres están más capacitadas que los varones para desempeñar tareas organizativas y cooperativas.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

8)                  El rendimiento de las chicas es mejor en carreras de letras, humanidades y ciencias sociales (filología, magisterio, psicología, pedagogía, trabajo social, historia, etc.)

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

9)                 El rendimiento de los varones es mejor en carreras científico-técnicas (ingenierías, física, química, matemáticas, etc.)

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

10)             En la Formación Profesional las mujeres son mejores en especialidades relacionadas con cuidados personales y servicios sociales (jardín de infancia, auxiliar de geriatría, peluquería, etc.)

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

11)              En la Formación Profesional los varones son mejores en especialidades relacionadas con la informática, la electrónica, la industria y la construcción.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

12)             Es ridículo que los varones lloren o expresen sus sentimientos en público.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

13)             Si una chica se siente herida lo normal es que llore.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

14)             Los varones resuelven sus conflictos normalmente utilizando la fuerza física.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

15)             Las mujeres resuelven sus conflictos normalmente utilizando el diálogo.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

16)             Las mujeres pueden abrazarse o besarse con sus amigas para demostrar su cariño, pero los varones no.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

17)             Las mujeres pueden agarrarse de la mano con sus amigas, pero los varones no.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

18)             Si alguien está triste una mujer es más capaz de consolarlo.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

19)             Los varones son más propensos a actitudes competitivas.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

20)             Las mujeres tienen una predisposición natural al amor.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

21)             Los varones son los responsables de mantener económicamente a sus familias.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

 

22)             Las mujeres deben preocuparse de la casa y del cuidado de sus hijos.

Muy en desacuerdo                                                                           Muy de acuerdo

1

2

3

4

5

Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)   

 

 

 



* Personas autoras: Universidad Siglo 21. Secretaría de Extensión, Vinculación e Impacto. Córdoba, Argentina.

** Personas colaboradoras: Universidad Siglo 21. Secretaría de Extensión, Vinculación e Impacto. Córdoba, Argentina.

 

[1] Imagen, video o texto por lo general distorsionado y con fines caricaturescos que se difunde principalmente a través de internet (RAE).

[2] Idea cristalizada: idea fija, inmóvil y sin mucho cuestionamiento.

[3] Masculinidad Hegemónica: modelo de comportamiento masculino que fomenta la reproducción de relaciones desiguales entre géneros.

[4]Amor romántico: es un modelo de relacionarse sexo afectivamente que refuerza una idea sobre el significado de amor y sobre qué sentimientos o emociones deben de sentirse (Lagarde, 2001).