ANGÉLICA GORODISCHER:

UNA ESCRITORA DESOBEDIENTE

Angélica Gorodischer: A Disobedient Writer

Ana Carina Cremona*

Cecilia Inés Luque**

 

 

 


(Foto: Vito Rivelli, 2014)


Resumen

Homenaje a la narradora y feminista argentina Angélica Gorodischer (Buenos Aires, Argentina, 28 de julio de 1928 - Rosario, Argentina, 5 de febrero de 2022).

 

Palabras clave: escritora - feminista - desobediencia.

 

Abstract

Tribute to Argentine storyteller and feminist Angélica Gorodischer (Buenos Aires, Argentina, July 28, 1928 - Rosario, Argentina, February 5, 2022).

 

 

Keywords: Writer - Feminist - Disobedience.

 

(...) no nos quedemos tranquilas. Sigamos escribiendo, pero sobre todo sigamos haciendo los esfuerzos necesarios para (...) dar un paso más allá, para echar sobre el mundo esa mirada distinta que nos encamina hacia lo que somos y no hacia lo que nos han dicho que somos.

 Angélica Gorodischer, “Señoras”[*]

El 5 de febrero de 2022 llegó la tan temida noticia: Angélica Gorodischer había decidido abandonar su cuerpo terrenal a los 93 años. Seguramente se trató de una decisión, ya que se retiró tranquila, rodeada de la gente que quería y en su casa… se fue en sus propios términos y sin hacer mucho aspaviento. Pero su partida no pasó inadvertida ya que medios de comunicación de distintas partes del mundo se hicieron eco de su muerte dando cuenta de la trascendencia de esta increíble narradora argentina de ineludible importancia, no sólo para las letras sino también para los feminismos del país y más allá.

Angélica Beatriz del Rosario Arcal de Gorodischer, conocida hoy como Angélica Gorodischer, nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1928. Siendo apenas una niña, la familia se mudó a Rosario donde ella se instalaría por el resto de su vida.

Fue la primogénita sobreprotegida de una familia burguesa tradicional, de clase y renombre, producto de la confluencia de un linaje aristocrático francés conectado con los descendientes de Garay, por parte de madre; y de pobres aragoneses devenidos grandes terratenientes argentinos, por parte de padre. Padeció la primera educación dentro de los límites físicos y culturales de este hogar de clase alta porque, “¡Cómo! ¿La nena ir al colegio? Pero no, qué disparate, vaya a saber de dónde, de qué hogares vienen esas chicas con las que se va a juntar en un colegio” (Gorodischer, 2004b: 115). La socialización en este ámbito elitista, sumada a su espíritu rebelde, la llevaron a renegar de las conductas, poses y pretensiones que su herencia suponía. En Historia de mi madre (2004), Gorodischer cuenta que no tardó en sentirse reprimida por las normas de una moral familiar clasista y católica que le imponían su madre y sus tías, hasta que se manifestó en franca oposición a ellas por inútiles y frívolas.

Sin embargo, no todo fue malo. El espacio reducido y escasamente poblado de su infancia la motivó a hacer de los libros sus mejores amigos, puertas hacia aventuras que le permitían escapar de la soledad y el tedio cotidianos al mismo tiempo que saciaban, en parte, la sed de conocimiento y la curiosidad que la acompañarían por siempre. Angélica niña pronto comprendió que todo lo que se encontraba a su alrededor podía usarse para construir un relato y la lectora comenzó a tejer el capullo del cual emergería, mucho tiempo después, la escritora. Eso implicó el contacto con la literatura culta nacional y foránea, pero también con la literatura “de género”, el cómic, el humor, los libros de ciencia, el cine y todo aquello que contara con palabras. Sus influencias literarias fueron muchas y variadas; destacan entre ellas admiradas escritoras locales y foráneas tales como Sara Gallardo, Griselda Gambaro, Luisa Valenzuela, Olga Orozco, Ursula Le Guin, Victoria Colonna, Emily Dickinson, Virginia Woolf, Natalia Ginsburg, Victoria Sackville-West, Elsa Hamassdóttir, Katherine Mansfield.

El tiempo pasó y recién en la década del 60 la lectora omnívora y desordenada se zambulló, formal y profesionalmente, en el mundo de la escritura. No fue fácil:

Escribir y al mismo tiempo tener marido, casa, hijos y un trabajo fuera de casa, era abrumador. Una se las arregla, claro. Se las arregla porque siente ese fervor sin el cual es imposible escribir. Pero era terrible. Ahora soy una bacana. Tengo tiempo y lugar, cosas ambas de las que carecía en aquellos años. No me arrepiento: yo quería todo, hijos, marido, casa, una familia y escribir. A los tumbos, a los ponchazos, como se pudiera, pero lo conseguí y a veces, cuando me doy permiso, me siento orgullosa. (Gorodischer, en Ferrero, 2017: 131)

Sus comienzos fueron alentadores: en 1964 publicaron un cuento suyo en la revista Claudia, ese mismo año obtuvo el segundo puesto en el tercer concurso nacional de relato policial de la revista Vea y Lea, con “En verano, a la siesta y con Martina” y al año siguiente ganó el Premio Club del Orden -de Rosario- gracias a los relatos realistas de Cuentos con soldados (1965). Luego de estas primeras incursiones dentro de los límites del realismo, hizo un giro hacia lo fantástico por la vía de la ciencia ficción. Años después, en una entrevista con Adrián Ferrero, Angélica diría: “Eso, la libertad de inventar fue lo que me tentó para escribir CF. Me parecía que así la libertad era más completa. (…) Con el tiempo y la práctica aprendí que la libertad era la misma se tratara de lo que se tratara” (Gorodischer, en Ferrero, 2017: 129).

Sus más de 30 obras atestiguan su constante experimentación con diversos tópicos, géneros y estilos; este último fue alternando y combinando un lenguaje barroco con "[e]l lenguaje que hablamos todos los días, el que yo hablo con vos en el café, ( . . . ) en la calle o en la verdulería" (Gorodischer, en Sánchez, 1984: 8). Todo esto complica la clasificación de sus textos por géneros literarios: algunos de sus relatos son fácilmente identificables -los cuentos de Trafalgar (1979) son de ciencia ficción, los de Kalpa Imperial (1983) pertenecen al fantasy, Floreros de alabastro, alfombras de Bokhara (1985) es una novela policial-; mientras que otros son relatos híbridos - Fábula de la Virgen y el Bombero (1993) articula la autobiografía con el thriller, Querido amigo (2006) es una novela epistolar erótica y un tanto fantástica, mientras que Doquier (2000) parece una novela histórica pero no lo es-. Es que Angélica no creía demasiado en la división por géneros:

 

La creo útil desde el punto de vista pedagógico. Pero cuando una se pone a escribir, los géneros y la teoría no importan absolutamente nada. Tampoco creo que existan géneros más importantes que otros. Escriba una lo que escriba, si es bueno, es género mayor. Y si es malo, es menor. Una tragedia en cinco actos y en alejandrinos heroicos puede ser una porquería. Y un simple cuento policial puede ser genial si alcanza a irritarnos, a tocar la punta de algún nervio adormecido. (Gorodischer, en Gruss, 2000: http).

De todos modos, es notable la predilección de Angélica por los llamados “géneros menores”, lo cual se debe a que “[e]sas formas son realmente marginales (...) y yo estoy por lo marginal, creo que lo marginal es productivo” (Gorodischer, en Ayllón; 2022: http).

Y realmente le resultó productivo. Angélica recibió muchos reconocimientos a lo largo de los años: el premio en la primera edición de Más allá, instituido en 1984 por el Círculo Argentino de Ciencia-Ficción y Fantasía, el premio Emecé por la novela policial Floreros de alabastro, alfombras de Bokhara (1984), los premios Konex de Platino (1994), Bullrich de la SADE por la mejor novela de mujer en el trienio (1998), ILCH de California, por su obra completa (2007),  World Fantasy Award  (EE.UU., 2011), Konex mención especial por trayectoria (2014) y Prix Imaginales - catégorie nouvelle por Kalpa Imperial (2018). En 2017 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo y en 2018 se le otorgó el Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes por sus aportes a la cultura nacional y por ser una de las mujeres más relevantes en el campo de la ciencia ficción. Pero el reconocimiento más importante para ella fue el Premio Dignidad, otorgado en 1996 por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, por su trabajo en pro de los derechos de las mujeres.

Angélica Gorodischer actuaba, pensaba y se autoidentificaba como feminista; sin embargo, usaba el apellido de su marido Sujer, lo cual provocó no pocas suspicacias. Ella siempre dio la misma simpática respuesta a tales desconfianzas:

Uso su apellido porque si tengo que elegir entre dos apellidos de hombre, el de mi papá y el de mi marido, ya que no hay en el mundo apellidos de mujer, elijo el de mi marido porque me gusta más, porque soy libre para elegir, porque he pasado más tiempo con él que con mi papá, y porque después de tantos años juntos y ya que no le puedo usar las camisas ni los pantalones que son de talles distintos al mío, bien puedo usarle el apellido. (Gorodischer, 1995: 16).

Ambas elecciones -la del marido y la del apellido- se articulan con una inflexión comenzada mucho antes: “[e]n mí terminaba una genealogía; en mí empezaba otra,”,“[t]oda esa familia grande, de muchas mujeres fuertes, ingeniosas, simpáticas, elegantes e hipócritas, iba a entrar como en un embudo para terminar en mí, la indeseable, en mí que, siempre lo sentí, inauguraba otra cosa” (Gorodischer, 2000: 23 y 50); “[u]n linaje hecho de la mezcla de sangres y de costumbres y de los diferentes nombres de Dios, una genealogía de mestizaje, bella (...), fuerte, esperanzada, desprejuiciada” (Gorodischer, 2004b: 54-55), iniciada cuando Angélica se rebeló contra su familia aristocrática, conservadora, católica y se fugó para casarse con un muchacho judío, inmigrante, clase media (cuya familia, todo ha de decirse, también se oponía al casamiento). Cuando llegaron los hijos, Angélica y Sujer inauguraron juntos “otra cosa”, “una especie de ecumenismo doméstico, fácil y natural,” (Gorodischer, 2000: 27) que les habilitaba, por ejemplo, el privilegio de tener dos Años Nuevos. Y ella manifestaba sentirse satisfecha al saber “que en su historia ha sido capaz de darles cabida a todos, de aceptarlos a todos, de reírse de todos, de reconocerse en todos” (Gorodischer, 2004b: 55).

Pero esa “otra cosa” que Angélica sentía que inauguraba fue, también, un posicionamiento político: la desobediencia. Se trata de una forma de ver el mundo y de actuar en consecuencia que mucho se parece a lo que Michel Foucault llamaba “virtud”: una relación crítica con las normas preestablecidas y su exigencia de obediencia mecánica, un desacato que habilita la posibilidad de la libertad (Butler, 2008). Esa relación crítica con las normas la llevó a cuestionar un orden social que fomenta la desigualdad entre los individuos y vulnera los Derechos Humanos; y su desobediencia-virtud tomó la forma de feminismo.

 

El feminismo de Gorodischer

 

Creo que las mujeres echamos sobre el mundo una mirada distinta de la de los varones. No mejor ni peor: distinta. Somos distintas. Tanto que hemos llegado a ser Lo Otro. Tanto que subsiste, aunque bajo otras formas, el miedo ancestral a las mujeres. A eso hay que agregarle que nosotras ocupamos en este mundo una posición que no es precisamente de poder, sino que es el lugar de la sumisión, de la opresión, del sometimiento (…). Lo que habría que encontrar es la igualdad en la diferencia.

Angélica Gorodischer[†]

El de Angélica no es un feminismo monocorde o unívoco sino un posicionamiento continuamente revisado y reformulado. Hay en él una fuerte base de igualitarismo que llevó a algunos críticos a atribuirle un feminismo de la igualdad. En diálogo con Rubén Vargas, Gorodischer explicó que

hay un concepto que es muy difícil de tragar y es el siguiente: las mujeres somos personas, no somos santas, putas, brujas, madres, come hombres, vampiresas. No, somos personas. Después seremos alguna otra cosa, pero primero somos personas igual que nuestros queridos hermanos los varones. . . Como personas -continúa-, tenemos los mismos defectos y las mismas virtudes que los varones y tendríamos que tener, por lo tanto, las mismas oportunidades en la vida. Cosa que no sucede. (Gorodischer, en Ayllón, 2022: http).

 

Sin embargo, tal base estuvo siempre articulada con las ideas sobre la diferencia de lo que se suele llamar “segunda ola” anglosajona del feminismo, especialmente aquellas que conceptualizaban a las mujeres como una clase oprimida sexual y reproductivamente por las normas patriarcales y consecuentemente aquejadas por el "mal sin nombre" del que hablaba Betty Friedan en su libro La mística de la feminidad (1963). El cuento “La perfecta casada” de Gorodischer ilustra muy bien esta faceta de su feminismo. Más adelante, el posicionamiento de Angélica se enriqueció con una perspectiva queer de crítica atenta a los procesos de exclusión y de marginalización que genera toda ficción identitaria enraizada en la heteronormatividad. La novela Doquier, por ejemplo, da fe de ese enriquecimiento, pues el particular uso del lenguaje que hace quien narra nos desafía a pensar a las personas sin asignarles a priori una identidad de género.

Ahora bien, a pesar de su claro posicionamiento feminista, la producción literaria de Gorodischer nunca decantó hacia una escritura panfletaria o moralizante:

 

Una entra a la narrativa por la puerta de la narrativa, no por la puerta de la ideología, porque en ese caso seguro que lo que una cocine no se va a poder comer de tan indigesto, pesado y moralizante. La ideología va a aparecer, quiera una o no, clara y expresivamente para quien sepa leer” (Gorodischer, 2007: 136-137).

 

El trabajo con las palabras de las mujeres

 

Los personajes de mis primeros cuentos eran todos hombres: me parecía que la vida de los hombres era mucho más interesante que la de las mujeres. Pero al filo de Trafalgar descubrí que la cosa era ( . . . ) todo lo contrario... De ahí en adelante mis personajes fueron casi todas mujeres. Y todavía no he terminado, si es que se puede terminar, de explorar la aventura, el interés, la dicha, la diversión, el drama, la confusión, el goce, la vida, la complicidad, la sangre que circula por las vidas de las mujeres.

Angélica Gorodischer, "Poca paciencia y muchas pulgas"[‡]

 

Todo esto, hermandad y diferencia, escritura y realidad sociopolítica, tiene en la tarea de las mujeres que escribimos una dimensión diferente. Ya no se trata de que hablemos el mismo idioma, de que nos expresemos con un discurso diferente. Se trata de otra cosa, de lo que se llama invisibilidad de las mujeres y de lo que se llama también el silencio histórico del género.

Angélica Gorodischer, Cien islas[§]

 Las vidas de mujeres fuertes, y más tarde las diversidades sexuales, poblaron las ficciones de Gorodischer protagonizando las historias más variadas, ocupando espacios que en la vida real les estaban vedados explícita o implícitamente y desafiando límites impuestos desde una lógica patriarcal y heteronormativa. Así vieron la luz la narradora, espía sexy/madre/abuela de Floreros de alabastro, alfombras de Bokhara (1985), la profesora de geografía valiente y aventurera de Jugo de mango (1988), la emperatriz justa y cercana a su pueblo de Kalpa Imperial (1983), la hija que hereda de su madre el liderazgo del bajo mundo rosarino en Fábula de la Virgen y el Bombero (1993) las mujeres asesinas, ladronas, ingeniosas y rebeldes de Cómo triunfar en la vida  (1998), las dos desconocidas que se unen para superar las adversidades de la vida en Las señoras de la calle Brenner (2012) y las niñas que desafían las reglas de una sociedad machista en Las nenas (2016), por mencionar solo algunas de las tantas mujeres empoderadas que conforman y construyen los mundos imaginarios de Gorodischer.  

Ahora bien, como era una mujer osada, emprendedora y con sed de justicia y estaba convencida de la importancia de una mirada crítica que cuestionara, tensionara e impidiera el paso a esas ideas que han sido naturalizadas a fuerza de repetición, Angélica no se conformó con medias tintas: no le alcanzó con ser escuchada y quiso que otras también lo fueran. Es así que se propuso promover la recuperación y el reconocimiento de la escritura de las mujeres. Con este objetivo, organizó en 1998 el I Encuentro Internacional de Escritoras en Rosario, en el que participaron veintitrés escritoras invitadas de países tan diversos como Sudáfrica, Japón, Suecia, Perú y Estados Unidos, junto a una gran cantidad de panelistas y asistentes. A este encuentro le siguieron otros que aún hoy se realizan en diferentes sedes; los de 2000 y 2002 volvieron a organizarse en Argentina, uno en Rosario y otro en Buenos Aires. También promovió trabajos de escritoras en el sitio web de la Red de Escritoras Latinoamericanas (RELAT) y organizó dos antologías sobre narrativa de mujeres: Mujeres de palabra (Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1994) y Esas malditas mujeres (Ameghino, 1998).

 

Contra la marginación y por la desobediencia

Angélica Gorodischer fue una escritora comprometida con el desmantelamiento crítico de dos de los mandatos patriarcales que más pesan sobre las mujeres porque las condenan a la marginación: la conyugalidad doméstica entendida como pasiva mansedumbre, el silencio como práctica de censura para mecanizar la obediencia y cancelar la reflexión. A lo largo de su extensa trayectoria, la propuesta para escaparle el cuerpo a la marginación fue siempre la desobediencia.

“Sospecho que es la desobediencia la que hace marchar al mundo, la que cambia, la que decide, la que intuye, la que actúa,” (Gorodischer, 2007: 90). “La desobediencia. Como la marginalidad, es productiva. Se crece por los bordes, se endurece una lejos del centro, ahí donde se ambiciona el poder, es en los anillos más externos en donde corre la savia que alimenta,” (Gorodischer, 2004a:158). "Eso me llevó a ponerme del lado de quienes están oprimidos, porque así me sentía yo. Mi obra, entonces, se centra en los marginados y despliega una pasión por la justicia y un deseo de aprender y comprender el mundo y a los demás" (Gorodischer, en Díaz, 2009: 59). “Es necesario entonces adquirir una conciencia crítica; es necesario saber dudar, cuestionar, decir que no. Es necesario aprender que siempre se puede ir un paso más allá, averiguar lo que hay debajo o a un costado o atrás,” (Gorodischer, 1992: 50).

De eso tratan sus obras, de cuestionar los mandatos sociales y los sentidos impuestos, de romper con la cómoda obediencia, de no seguir al rebaño sino de nadar contracorriente, de destruir las murallas que separan, clasifican y marginan, de promover alianzas entre las personas oprimidas para lograr escapar a esa situación, en definitiva, de convertir cada palabra en un acto de resistencia que desestabilice los códigos dominantes desde los que se configura la realidad para que, de los intersticios surjan otras posibilidades.

 

Recibido: 22/04/2022

Aceptado: 31/05/2022


 

Referencias Bibliográficas 

 

Ayllón, Virginia (2022, 27 de febrero). Rubén Vargas entrevista a Angélica Gorodischer. Página Sietehttps://www.paginasiete.bo/letrasiete/2022/2/27/ruben-vargas-entrevista-angelica-gorodischer-324489.html

Butler, Judith. (2008). ¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault. En Buden, Boris; Butler, Judith; Nicola, Alberto De; Holmes, Brian; Kastner, Jens;  Lazzarato, Maurizio; Lorey, Isabell; Nowotny, Stefan; Raunig, Gerald; Roggero, Gigi; Sánchez Cedillo, Raúl; Steyerl, Hito; Vecchi, Benedetto y Osten, Marion von, Producción cultural y prácticas instituyentes. Líneas de ruptura en la crítica institucional (pp. 141-168). Traficantes De Sueños.  https://es.scribd.com/doc/86587310/Que-es-la-critica-un-ensayo-sobre-foucault-Butler

Díaz, Gwendolyn (2009). Mujer y poder en la literatura argentina: relatos, entrevistas y ensayos críticos. Emecé.

Ferrero, Adrián (2017). Sigilosas: Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas. Malisia.

García, Mara (2004). Mara García entrevista a Angélica Gorodischer. Grafemas, Boletín electrónico de la  Asociación Internacional de Literatura y Cultura Femenina Hispánica. http://www-pub.naz.edu:9000/~hchacon6/grafemas/grafemas-texts/GOROD.PDF

Gorodischer, Angélica (2007). A la tarde, cuando llueve. Emecé.

Gorodischer, Angélica (2004a). Cien islas. Fundación Ross.

Gorodischer, Angélica (2004b). Historia de mi madre. Emecé.

Gorodischer, Angélica (1995). Poca paciencia y muchas pulgas. En Balboa Echeverría, Miriam y González Gimbernat, Ester (comp.), Boca de dama: la narrativa de Angélica Gorodischer (pp. 11-16). Feminaria.

Gorodischer, Angélica (1992). Señoras. En Le Guin, Ursula y Gorodischer, Angélica Escritoras y escritura (pp. 45-51). Feminaria.

Gruss, Luis (2000). “La pornografía me aburre”. Entrevista a Angélica Gorodischer. Revista Tres Puntos.  http://www.3puntos.com/seccion.php3? Consultada el 13 de septiembre de 2005; página actualmente no disponible.

Rivelli, Vito (2014, 12 de noviembre). Angélica Gorodischer. [Fotografía]. Sesión fotográfica realizada durante una entrevista con la autora llevada a cabo por la Audiovideoteca de Escritores. Palermo, Buenos Aires.

Sánchez, Jorge A. (1984). Prólogo. En Gorodischer, Angélica, Trafalgar. Ediciones del Peregrino.

 

 

Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)   



* Docente en escuela media de la ciudad de Córdoba, Argentina. Doctora en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba. 

** Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Facultad de Lenguas; Facultad de Filosofía y Humanidades. Doctora en Literaturas y Lingüísticas Hispánicas y Luso-brasileñas por la University of Minnesota, EE.UU.

.

[*] Gorodischer, 1992: 51.

[†] En García, 2004: http.

[‡] Gorodischer, 1995: 14-15.

[§] Gorodischer, 2004a: 155.